||Segunda Parte||

Pasea la palma de su mano por sobre su rostro en un gesto agotado y abatido, sus hombros se enconrvan sobre sí mismo mientras sus ojos cansados ven los viejos informes de Jenna Kaye sobre el reporte de misión de Matthew Williams. Aquel del cual había sido participe a pesar de no haber sido el verdugo personal de aquel hombre, tampoco como si no hubiera ayudado a Jenna a asesinarlo. Cada informe, cada pequeño párrafo de aquel día es como un puñal en su pecho, pues con cada palabra que devora sobre la muerte de Matt no puede más que recordar las sonrisas de Danny, Grace y Charlie para él.

Posee recuerdos vagos de New Jersey de aquel año, de reunir la información sobre Williams para Marco Reyes de forma mecánica, como siempre lo ha hecho para sus jefes de turno, y la mejor opción de acabar con él sin levantar la más mínima sospecha en el NPD. Recuerda saber que Williams saldría de la comodidad de Hawaii por asuntos familiares aquel año, ahora cree que tal vez tenga algo que ver con la muerte de la ex esposa de Danny, Rachel, o bien el nacimiento de su sobrino.

Steve también recuerda haber estado lo suficientemente ocupado follando a Catherine en un hotel cualquiera como para preocuparse por asuntos de drogas, pasando la misión de Williams a manos de Jenna y su prometido cuando éste aún estuvo vivo. El mercenario en aquel entonces se encontraba lo suficientemente enojado como para desentenderse de Reyes y su absurda venganza para con Matt, por lo cual había decidido pasar su semana entre sábanas para aliviarse del dolor.

Luego de ello, luego de despedirse de Catherine en New Jersey y saber que Matt estaba muerto, Steve tomó un avión y se dirigió a Camboya junto con Anton para otra de sus misiones para Wo Fat. Su estadía en Newark se había perdido de su mente así como otras tantas de su vida, siguió en su trabajo de asesino a sueldo y olvidó por completo aquellos días, siempre fue lo mejor que se le dio.

Ahora..

Y ahora su historia se repite con el otro hermano Williams, Reyes lo quiere muerto porque cree que Danny tiene algo que ver con el dinero que Matt escondió hace un par de años. Su cercanía con el rubio lo hace un mejor asesino, logrando que Wo Fat pasara tal decisión en él; todos creyendo que Danny nunca se verá venir su final si éste viene de sus propias manos. Su estómago se retuerce del sólo pensarlo, de hacerle daño a su amigo, de creer que Reyes pudiera ser tan hijo de puta como para ordenarle asesinar a los niños también si es que la situación lo amerita. Sin cabos sueltos, McGarrett; ha dicho con aquella asquerosa sonrisa.

Oh, estuvo tan tentado a dispararle en el mismo momento en el que lo vió allí parado en el bunker militar de Wo Fat, hubiera sido tan fácil simple jalar el gatillo en su pecho.

- ¡Hijo de perra! -grita Steve con furia, golpeando su puño contra la mesa del escritorio que una vez perteneció a su padre- ¡Maldición! -ruge con cólera y rabia, lanzando papeles por doquier.

Su ira no mengua dentro de sí, las fotos del cadáver de Matt dentro de un barril viejo no hace más que recordarle quien es realmente. De lo que ha hecho desde que tiene memoria.

Steve no es un amigo, no es un cliente frecuente de una cafetería familiar en su tierra natal. No es un tipo común, no posee una vida común y corriente, no surfea por las mañanas ni hace parrilladas por la noche para su Ohana, no posee tal cosa. Él no es nada de ello ni nunca podrá serlo, pues bajo aquella sonrisa feliz aún se encuentra el mercenario que realmente es, ese que siempre será.

Con dolor, Steve se permite cerrar los ojos por un momento. Solo un momento.

El mercenario. Él no ha sido el mercenario de Wo Fat desde que conoció a Danny hace tres meses, ya incluso parece toda una vida a sus ojos. Gracias a él, Steve pudo olvidarse de su vida de mierda, de la sangre en sus manos y las cicatrices de su cuerpo.

Cuando está con Danny Williams, se permite sonreír sin el temor a nada, relajarse sin miedo a que puedan hacerle daño y dejar que la paz lo rodee de una buena vez por todas. Deja que Grace lo alimente con deliciosas malasadas y café, mientras Charlie tira de su ropa para que le preste atención un poco más. Cuando está con ellos, se permite ser más que sólo un fantasma que existe por la noche, dispuesto con acabar con tu vida si es que alguien más paga generosamente por ello. Cuando está con los Williams, Steve deja de ser el mercenario para convertirse en un conocido, un tío. Un amigo...

Una solitaria lágrima abandona su ojo y escapa en un sendero libre por su mejilla ante la simple idea de hacerles daño, su pecho se contrae con el pensamiento.

No...

No va a permitir tal cosa, ni ahora ni nunca, no va a dejar que Marco Reyes pueda seguir haciéndole daño a la familia Williams sin consecuencia alguna. Tal vez no pudo salvar a Matt en su momento y ello no va a dejar jamás su conciencia, lo sabe, pero puede salvar a las personas que él más amó. Ahora entiende que Matt no abandonó Hawaii por capricho o cobardía, sino para proteger a su hermano y sobrinos. Para que Marco Reyes no pueda ir tras ellos si es que no lograba escaparse de su infierno personal.

Steve no va a permitir que fuera en vano, él se encargaría de ello. No va a permitir que los esfuerzos de Matt Williams para proteger a los suyos se fuera al diablo porque un estúpido latino llegó a Hawaii con aires de grandeza.

Los Williams ahora están bajo la protección del mercenario Steve McGarrett.

[•••]

Tres días después.

Frente a él Danny llena el inventario para su cafetería con el ceño fruncido y la expresión de alguien cuya vida es miserable. Steve casi cree que es gracioso verlo comerse la cabeza pensando que es lo que hace falta en su comercio para el próximo mes y cuanto dinero debe gastar antes de que pudiera volver a tener una ganancia monetaria razonable.

Si fuera otra circunstancia, estaría junto al rubio distrayendolo con cuanta tontería se le viniera a la mente, pero con Reyes a sus anchas por la isla no quiere sacar a Danny de su rutina. Mientras más inmerso estuviera en su pequeño mundo, más oportunidades tendrá Steve de protegerlo. La rutina de Danny ayudará a Steve a saber los próximos movimientos que hará a consecuencia de su misión, después de todo eliminar a Reyes no será fácil. Sabe que no será como otros encargos, donde simplemente infiltrarse y disparar es su pan de cada día; no. Reyes es un peso pesado, ni hablar de la alianza que posee con Wo Fat, por lo que moverse en la oscuridad será más complicado.

Pero modestia aparte, Steve nunca a fallado a la hora de asesinar a un objetivo. Marco Reyes no va a ser la excepción. No.

Danny deja de lado su lápiz y gruñe de pura frustración, peina sus cabellos rubios hacia atrás y le observa como si él fuese el culpable de su desgracia.

- Bien. Dilo.

Steve parpadea con notable confusión.

- ¿Decir? -pregunta mientras frunce el ceño sin entender lo que el hombre quiere dejar ver- ¿Decir qué?

Danny rueda los ojos y Steve empieza a creer que su amigo en verdad lo cree un tonto. Que no lo es, por cierto.

- Has estado muy callado, incluso para ser tú -responde Danny como si llevara un punto- Así que algo está rondando por tu cabeza, algo que te distrae de hacer mi vida un 5% más difícil. Vamos, McGarrett, compártelo con la clase. Soy todo oídos ahora mismo.

Sin poder evitarlo, Steve sonríe.

No cabe duda que el pasado de detective de Danny lo alcance aún después de tanto tiempo lejos de la fuerza de la ley, aunque no se extraña que una pequeña parte de su amigo estuviese aferrada a ello por mero capricho. Antes de que la ex esposa de Danny muriese en ese accidente automovilístico, el hombre había sido un jodido buen detective, el mejor, de hecho. Separarse de esa personalidad policial es un hecho irrefutable para su compañero, por lo que no es de extrañar sentirse como en un interrogatorio cada vez que el rubio lo encara. Lamentablemente para Danny, él es un buen mentiroso, lo ha sido desde que es adolescente y no le es difícil despistar a su amigo con su parloteo fácil y engañoso. Aunque tal acción partiera su corazón con cada mentira descarada. Ya no desea mentirle a Danny.

- Si, tengo algo en mente pero nada de que preocuparse... -responde Steve encogiéndose de hombros.

Danny sonríe descarado para él mientras guarda su libreta y su lápiz en un cajón. Fuera de la cafetería Estilo Jersey, Oahu se sumerge poco a poco en la vida nocturna de los jóvenes.

- Eso, mi amigo, no hace que me sienta mejor -dice Danny inclinándose sobre la barra- De hecho, me preocupa.

El mercenario sonríe mientras baja la mirada.

- Bueno, he pensado en la idea de invitarte a salir.

- ¿Invitarme a salir? ¿Cómo una cita?

- Si, Danny, como una cita -responde Steve como una mentira, aunque no negará el aprovecharse de la oportunidad de tener una vez más a su compañero para él por una noche- En realidad he pensado pedirtelo de otra manera pero no me has dejado la oportunidad ni el momento.

- Wow, dulce de tu parte echarme la culpa a la mera oportunidad, McGarrett. Mejor te hubieras quedado callado, incluso me atrevo a decir que lo estabas haciendo bien tú solito.

- ¡Ey! Tú fuiste el que insistió -se defiende Steve alzando las manos en son de paz.

Danny rie bajito, con los ojos cerrados y dejando que pequeñas arrugas se acumularan al rededor de sus ojos, Steve nunca se cansará de ello. Siempre tan hipnotizante y atractivo, un deleite si tal imagen viene con la melodia que producia una risa sincera, una que él mismo ocasionó.

Steve no ocasiona risas sinceras, no.

Él ocasiona gritos de guerra, maldiciones vulgares bañadas en sangre. Gritos agónicos bajo el calor frio de la muerte y gorgoteos ahogados por ríos de sangre, el sonido sinfónico del dolor y sufrimiento adueñandose de sus sentidos. Él ocasiona gemidos ahogados de una amante de turno, rostros difusos que no recuerda, las promesas falsas de Catherine bañados en melancolía en noches caóticas. Voces desconocidas que susurran desprecio a su oído, sonidos oscuros de victimas y aliados por igual que lo ahogan en un mar negro.

Él es capaz de hacer producir muchas cosas, toda clase de sonidos oscuros, pero una risa sincera no es una de ellas.

Y verla desde los labios de Danny no hace más que reabrir viejas puertas de su corazón con el anhelo de oirlo por siempre, de poder ser él quien traiga a la vida del rubio tan maravilloso regalo. La esperanza de que con cada día, Danny se acerque a él y le permita escucharlo hasta que no fuese capaz de reconocer ni un sonido más. Solo la voz de Danny y su risa.

- Bueno, Steven, si me pidieras una cita adecuadamente es probable que te diga que sí -dice Danny enderezandose, colocando la punta de su dedo contra la madera de su mesa. El mercenario sigue el jugueteo de la mano del otro con gesto perdido por un momento.

- ¿Adecuadamente? ¡Pero acabo de pedirtelo! -dice Steve con falsa indianación y una sonrisa divertida. A veces se sorprende lo fácil que es hablar con Danny, permitirse ser suelto y bajar la guardia más de lo que lo ha hecho a lo largo de su vida- Tienes que responderme ahora.

Danny niega mientras se cruza de brazos, la suave tela de su camisa aferrándose con saña a los músculos de su pecho. Steve debe dejar de perder el hilo de sus pensamientos.

- No, esa no fue una invitación adecuada para nada, Animal -responde el rubio con un suspiro agotado- Por favor ¿Acaso nunca has invitado a una chica bonita a una cita antes? -pregunta. No, no lo ha hecho- Debes venir a mi con clase, se ligero y con confianza me invitas con la promesa de que diga sí ¿Entiendes?

- O sea que se te invito ahora mismo ¿Dirás que no? -pregunta Steve ofendido por el hecho de estar recibiendo un regaño por parte del otro hombre.

En realidad, no es su culpa nunca haberse preocupado antes por una cita adecuada, o una cita para el caso. No había tenido el tiempo para pensar en una estupidez como esa cuando estaba de misión en alguna parte del mundo, su mente solo enfocada en asesinar a su objetivo de turno y luego buscar un descanso fisico con alguien dispuesto para quitarse el estrés. Las citas ni siquiera han estado en su cabeza cuando era adolescente, más perdido en la idea de buscar su lugar entre los asesinos y ganarse un apodo para sentir que era parte de algo mucho más grande de lo que se ve a simple vista. Algo tan trivial como una cita hubiera significado una pérdida de tiempo y debilidad.

¿Pero ahora?

Ahora será capaz incluso caminar de rodillas por asfalto caliente si eso significase salir con Danny a un lugar bonito, con comida de por medio y cervezas que los relajasen a ambos, envueltos únicamente en la compañía del otro como si no necesitaran nada más en el mundo. Y tal vez, si se siente un poquito atrevido, un delicioso postre que pusiese a Danny de buenos ánimos para que aceptara pasar la noche en su casa.

Deben conseguir una niñera, pues no cree que Danny dejara a sus hijos solos por tanto tiempo e incluso Steve se sentirá mejor sabiendo que los niños están siendo vigilados y cuidados mientras se encarga de su padre.

- Si, Steve. Si me pides adecuadamente una cita como Dios manda, aceptaré ir contigo. -responde Danny con una sonrisa burlona, para luego apuntarlo con un dedo- Pero si me avergüenzas mientras estoy trabajando, juro que lamentarás el día en el que has traído tu estúpido trasero a mi establecimiento -amenaza claramente, sin dejar espacio a dudas.

Steve, sintiéndose rebelde, sonríe para hacerlo enojar. Porque a pesar de que una parte de él es feliz ante la idea de salir con Danny, la otra que es puro descara no puede dejar pasar la oportunidad de meterse con el bajito hombre de New Jersey. Por lo que simplemente asiente encantado bajo falsa inocencia.

- Lo que tú digas, Danno.

[•••]

El fuego de su parrilla chispeante danza al son de la música en vivo en la radio que su compañero ha puesto al llegar, la brasa se rompe mientras las chuletas se cocinan poco a poco y el olor lo envuelve gustosamente. Steve mueve su tenedor sobre la carne aún roja y sonríe satisfecho consigo mismo, feliz de poder lograr una buena comida para Danny y los niños.

Las risas de Grace y Charlie llenan los espacios vacíos y silenciosos de la Casa McGarrett, mientras que la presencia de Danny a su lado calienta su piel como si nunca hubiera conocido nada más.

Las cervezas frías, una ensalada de papa hecha por los niños, una botella familiar de Coca-Cola y los cubiertos adornan una mesa vieja y gastada por el paso del tiempo; a ninguno le preocupa realmente.

- Sabes lo que haces ¿No? -pregunta Danny, asomándose a un lado de su cuerpo para espiar la parrilla- No quiero una intoxicación para mis hijos solo porque no pudiste cocinar bien un pedazo de carne, Steven -se queja mientras lleva su botella de Longboards a los labios.

Steve rueda los ojos y suspira pesado mientras sigue en su tarea de controlar las chuletas, de lo contrario puede distraerse fácilmente con los labios de Danny tan cerca de su alcance, tan simple de inclinarse sobre él y robarle un beso como anhela.

- Si, Danno. Sé como hacer una carne asada, ahora ¿Me dejas continuar o seguirás lloriqueando?

Danny frunce el ceño y lo mira con total molestia, no sabe si es por el apodo o la burla, de todos modos el hombre se marcha pisoteando para ir hasta la orilla del agua y observar a los niños. Una parte de él sigue creyendo que los berrinches de Danny son muy lindos, sobretodo cuando guarda silencio creyendo que así puede dejar por terminada la situación.

Steve oculta su sonrisa tras la botella de su cerveza fría.

[•••]

Si es sincero consigo mismo, Steve realmente no recuerda la última vez que tomó una tabla y salió a mar abierto para surfear, o aunque sea tomarse un tiempo libre de asesinar para hacer lo que él quisiera. Si bien su trabajo como mercenario no es un full-time ni cumple horarios semanales por obligación, rara vez se permite rendirse al ocio y hacer algo sólo porque si. La última vez, cree él, puede contarse por aquella vez que visitó Buenos Aires un invierno y pasó dos días en el aeropuerto de Uruguay luego ¿Pero lo que realmente pudiese llamar días libres y vacaciones? No. No en realidad. Antes de conocer a Danny, eso no lo ha molestado, ni siquiera lo ha visto cómo una necesidad básica.

Ahora cree que puede permitirse tal cosa, que bajar de la locura de su vida como mercenario es una opción a la que Steve es capaz de alcanzar y ¿Por qué no? Retirarse, permanecer aquí en Hawaii con Danny y los niños, presentarse en la cafetería para buscar empleo a pesar de todo el dinero que posee en cuentas falsas en Panamá. Steve no puede evitar sonreír ante tal posibilidad tan cercana, porque una parte de él -su corazón- dice que vaya a por ello con todo lo que posee, después de todo va tiene todas las de ganar para conseguir lo que desea; no puede dejar pasar una oportunidad como ella.

Su futuro se muestra brillante por sobre el horizonte.

Feliz por sus pensamientos, Steve se sienta sobre su tabla de surf y pasea la palma de su mano por sobre su rostro para eliminar el agua salada de sus ojos, su cuerpo aún cosquillea levemente por la emoción de montar una ola como en antaño. Casi ha olvidado la emoción compartida por tal experiencia ¿Cuantas otras cosas habrá olvidado desde entonces?

- ¡Steve!

Alguien grita su nombre muy cerca de su posición, su cuerpo entero se tensa por mero instinto y casi busca a tientas un arma con el cual defenderse.

Claro que eso no hace falta, pues quien viene a su encuentro sin importar que tuviera que hacerse lugar entre los nativos en el agua es la joven oficial de la policía amiga de Danny

- Hola, Kono -saluda Steve con una sonrisa, ella es la única oficial de policía por la que puede sentir simpatía. Y a pesar de que Pua ha tratado de entablar una conversación con él en más de una ocasión en la cafetería, en realidad no se presta para ser una compañia para agentes de la ley- Llegas justo a tiempo, los "profesionales" están luchando para conseguir una buena ola.

Kono ríe ante la descarada burla, asintiendo mientras observa a su alrededor como si no le importara en lo más mínimo, puede que un poco fuese así.

- Si, puedo ver eso -dice ella mientras pone sus manos sobre su tabla y mira con aburrimiento a los demás surfistas- Iré luego a molestar a Danny, hoy es martes de malasadas y con mis compañeros nunca nos perdemos un martes de café y malasadas.

Steve asiente, no porque estuviera interesado en pasar su tarde con Kono y sus amigos, pero teniendo en cuenta que ya ha planeado estar con Danny toda la tarde bien puede rodearse de su circulo más cercano. Si piensa quedarse más tiempo de lo que ha pensado en un principio al menos puede hacer el intento de conocerlos aunque sea un poco, si juega bien sus cartas podrá estar todo el tiempo junto al rubio, incluso cuando éste reparte el tiempo entre sus hijos, la cafetería y sus amigos.

- Por supuesto, tal vez tengan un poco de tiempo para contarme los jugosos detalles de la vida de Danny aquí en Hawaii -responde Steve con la clara intención de ser jocoso, si tiene suerte podrá conocer más a fondo al otro hombre y su vida aquí- Y no te guardes detalles, Kono, lo quiero todo.

La mujer ríe encantada mientras aplaude, el oleaje ayuda a que su tabla choque con la suya y Steve piensa en la idea de invitarla por las mañanas a perderse juntos entre las olas. Después de todo, Danny no le gusta tal cosa y puede ser agradable tener una compañía que no fuera forzada o simplemente oficio de un mercenario, en realidad Steve nunca estuvo a gusto ante la presencia de otros mercenarios a su alrededor. Por lo que la compañía de una novata puede traer un buen cambio de perspectiva a su vida.

- Eso no la dudes -dice ella mientras se equilibra en el agua- Oh, Dios. Ni siquiera se por donde empezar.

Steve sonríe por su entusiasmo juvenil.

[•••]

El café y las malasadas de Danny nunca dejarán de sorprenderlo, pese a que sus invitados no son tan fáciles de digerir a la hora de entablar una conversación sobre Danny.

A diferencia de Kono, Chin Ho Kelly y Lou Grover no sacan a tema mucho sobre la vida privada de Danny o sus días en la isla previo a la llegada de Steve, ambos prefieren indagar más sobre sí mismo y lo observan como si estuviera bajo un perpetuo interrogatorio. Lou es descarado y deja en claro que no va a ir por allí siendo amigo de Steve sólo porque Danny y Kono lo han aceptado como si fuera un regalo caído del cielo. Chin, a pesar de pensar lo mismo que su colega, es discreto a la hora de juzgarlo y no muestra esa misma exaltación que el resto de su pandilla; su estado zen casi agradable al mercenario.

Steve no los culpa de ser cautelosos a su alrededor, después de todo sólo es un tipo que llegó de la nada a Oahu y con quien Danny tuvo un pequeño conflicto la primera vez que se vieron en aquel mismo lugar. Pero a pesar de saber que sólo están cuidando del rubio de Jersey como los buenos amigos que son, no puede evitar molestarse ante la posibilidad de que Grover y Kelly fueran un impedimento para obtener a Danny y los niños. Realmente no desea tener que eliminarlos para obtener lo que desea, Danny ha sufrido lo suficiente como para dañarlo al tener que privarlo de sus amigos.

- Hermanos mayores celosos, amigo. -susurra Kono sobre su oreja cuando Grover intenta descubrir cuales son sus intenciones para con el ex detective.

Steve deja escapar una risa desdeñosa, casi burlona. Al parecer, Kono puede ser su punto de partida para ganarse un lugar entre los tan afamados Five-0.

Pero por ahora, se dejará hacer a los deseos de Chin y Grover. Tiene que hacerles creer que ellos van ganando, debe demostrar que es inofensivo y asi ganarse su simpatía. Y si no lo logra, bien. Después de todo ya tiene a Grace y Charlie de su parte, la única opinión que realmente Danny Williams escuchara a la hora de decidir si Steve vale la pena arriesgarse.

[•••]

Esa misma noche mientras bebe una cerveza antes de dormir, recibe un mensaje de texto de Jenna sobre el reporte de misión de Danny y un encuentro en Waikiki para el día siguiente a mediodía.

Steve frunce el ceño ante la idea de Jenna metiendo la nariz donde no le es de su incumbencia.

[•••]

No le sorprende realmente que Jenna le pidiera que viniera de incógnito a la azota de un edificio de cuatro pisos con una vista panorámica de las calles comerciales de Waikiki, tiene un punto de acceso desde el exterior y su posición ayuda a estar fuera de la vista de otros gracias a los barrotes metálicos que sirven como barandales. Junto a ella, una mochila negra de aspecto ligero y un rifle de francotirador cargado con silenciador se reclinan sobre el suelo empedrado a la espera de algo grande.

Jenna asiente observándolo llegar mientras revisa notas en una agenda, Steve frunce el ceño ante lo que ve. Ella no parece muy preocupada para ponerlo al corriente de lo que sucede. Si es sincero, en realidad casi la ha olvidado, después de todo Wo Fat no ha dicho mucho de su participación a la hora de ejecutar la misión de asesinar a Danny. Y no es como si Steve la necesitase en absoluto, no hay que buscar información referente al objetivo y la infiltración no es siquiera necesaria. Por lo que el activo de Jenna es totalmente inútil.

El mercenario acorta las distancias con ella y se mantiene en un perfil tenso y listo para cualquier circunstancia, a pesar de tener las de ganar nunca se ha permitido bajar la guardia; ni siquiera en entorno a ella. Jenna, por otro lado, está demasiado ocupada con sus anotaciones como para darse cuenta que Steve no está precisamente allí para jugar a los Gemelos Fantásticos o al dúo dinámico de los Winchester. Su relación está lejos incluso de ser tolerante.

- ¿Qué es todo ésto? -pregunta Steve señalando con un gesto burdo de cabeza hacia el rifle- Wo Fat no ha dicho algo con respecto a un nuevo objetivo aquí en Hawaii.

Además, de haber otro encargo aquí en la isla, Jenna no será a quien buscaran para hacerse cargo; ciertamente no lo haría Wo Fat.

- No hablamos de otro objetivo, sólo Williams -responde ella guardando la libreta y apenas regalandole una mirada en su dirección mientras vuelve a ponerse unos guantes negros- Tenemos una ventaja ahora y vamos aprovecharla, hemos estado aquí cuatro meses. Tengo un informe personal que asegura nuestro próximo movimiento.

Jenna es ajena al momento en el que el cuerpo de Steve se tensa y sus puños se aprietan con agarre mortal, su respiración se vuelve desigual pese al control que el hombre ejerce sobre sí mismo. Puede sentir su sangre hervir en sus venas ante sus palabras y una ira adueñarse por completo de su ser ¿Con qué derecho viene ésta mujer a querer hacerse cargo de su misión? O peor aún ¿Cómo se atreve Kaye a querer hacerle daño a su Danno?

- Ésto no te incumbe, Kaye -dice Steve para darle una salida a la mujer, una pequeña parte de él siente que se lo debe por aquellos años que han trabajado juntos- Guarda tus cosas y vete -ordena con la voz cargada de desprecio.

Jenna, estúpida de ella, hace oídos sordos de su clara amenaza y toma del rifle a su lado como si nada hubiera pasado, como si con esa simple acción nada pudiera irse al demonio. Steve ve rojo ante su acción su cuerpo pidiendo a gritos eliminar la amenaza que se cierne sobre Danny sin que éste pudiese darse cuenta.

- No hay tiempo ni espacio para tu machismo, Steve -dice Jenna como si fuese gracioso, como si solo fuese un encargo más que llevar a cabo- Una vez muerto Williams cada uno podrá seguir con lo suyo..... -dice mientras carga el rifle entre sus manos.

Antes de que ella pudiera poner el arma sobre el borde del edificio y ejecutar su plan, el sonido de un disparo corta cualquier comunicación entre ellos.

El cuerpo de Jenna cae sin gracia contra el suelo, su cabeza reventada por una bala directa y sus sesos esparcidos contra la pared, su sangre tibia dibujando formas abstractas mientras se deslizan hacia las pequeñas piedras donde la mujer a caído. Su rifle se muestra flojo entre sus manos mientras su torso gira en un extraño ángulo, demostrado lo inesperado de su ataque y como ni siquiera estuvo preparada para defenderse.

Steve sonríe cruel mientras baja su arma, colocando el seguro y vuelve a guardarla contra el cinturón en su espalda con una parsimonia inquietante.

Sin dejar de sonreír acorta las distancias con el cadáver de Jenna y la observa con el desprecio que se merece por amenazar a Danny.

- Debiste irte cuando tuviste la oportunidad, compañera -dice Steve antes de escupir en el rostro inexpresivo de ella

[•••]

Las noticias en el New Flash del Canal 6 tiene a los pocos clientes de Danny inquietos, en la pantalla del televisor se muestra como un edificio de oficinas de cuatro pisos en Waikiki es devorado por las llamas inquietantes de un gran incendio. En ella se muestra a cuatro camiones de bomberos intentando controlar la situación mientras la policía ayuda a evacuar al poco personal que se encuentra en el lugar a la hora del siniestro.

A su lado, comiendo un brownie generoso con mucho chocolate, Danny gruñe y niega suavemente como si no fuese capaz de entender lo que se muestra en las noticias.

- ¿Ves? Eso demuestra claramente porque uno no debe fumar en espacios cerrados, Steve -dice Danny separándose de la barra y volviendo a su trabajo de limpiar pequeños vacitos de té.

- ¿Tus amigos están allí?

Danny niega, dejando ver un claro alivio en sus facciones cansadas. Hay ligeras ojeras bajo sus ojos y sus hombros están levemente caídos, como si estuvieran cargando un gran peso sobre ellos.

- No, por suerte. Duke y sus chicos se encargan de éste tipo de problemas, Chin y el resto están en el caso Noshimuri por el momento -responde el rubio antes de lanzar un bostezo algo adorable.

Steve finge indiferencia ante el nombre Noshimuri y el caso, se encoje de hombros sin darle mucha importancia y asiente como si estuviera pensando en el trabajo que ejecuta la policía especial de Hawaii.

- Te ves agotado, Danno -hace notar Steve con preocupación obvia- Tal vez debes tomarte un tiempo libre lejos de aquí, sin cocinas de por medio y clientes molestos.

- El único cliente molesto eres tú, Steven, pero eso no me da derecho a echarte -responde Danny con sarcasmo mientras rueda los ojos- Además, por si no lo has notado no puedo vivir de tus buenas intenciones, los mortales necesitamos del trabajo para subsistir.

Ahora es Steve quien rueda los ojos sin darse cuenta, ciertas mañas de su amigo poco a poco se le van pegando sin darse cuenta.

- No vas a ir a la quiebra por el simple hecho de que te tomes una fin de semana, Danno.

- Escucha a tu amigo, Haole -dice una tercera voz masculina.

Steve frunce el ceño mientras voltea a ver a Kawika, quien toma café en una mesa apartada mientras revisa papeles de lo que cree es algo importante por la forma minuciosa en que lo lee. La familiaridad en su tono irrita un poco a Steve, sus sentimientos no son de mucha ayuda cuando Danny ríe divertido ante la sugerencia.

- Créeme, lo mejor que he hecho hasta ahora es no escucharlo -responde el rubio de Jersey, no haciendo nada al respecto ante el apodo que el otro hombre le regala.

¿Qué mierda...?

- Tómate tu fin de semana, descansa un poco -sigue Kawika como si nada- El próximo lunes estaré aquí para recibirte, Haole.

Steve se remueve inquito en su lugar, los claros celos desgarrando poco a poco su pecho y quemando su estómago.

Danny alza las manos en un gesto exagerado de rendición, si no estuviera molesto, el mercenario se hubiera reido de ello.

- ¡Bien! De acuerdo, ustedes ganan. -gruñe Danny como si realmente no tuviera otra opción allí. Voltea hacia él y Steve siente la necesidad de que la atención completa del otro hombre fuese suya- ¿Qué tienes en mente?

Steve sonríe levemente, encantado ante el hecho de que Danny quisiera pasar con él su tiempo libre de la cafetería, el fuego de los celos totalmente extinto ahora que son sólo ellos una vez más. Así como debe ser.

- Bueno, ya que lo dices he pensado que es una posibilidad de hablar de nuestra cita -responde Steve inclinándose sobre la barra para estar más cerca de Danny- Kono puede cuidar a los niños un tiempo ¿Verdad? Pues tengo un lugar genial que mostrarte.

[•••]

Jenna está muerta y Wo Fat no se lamenta su pérdida, Steve ha dejado en claro su deseo de trabajar solo con respecto a Danny Williams y Reyes casi ha saltado a su cuello cuando no tiene noticias respecto al dinero que una vez Matt robó de él; no como si pudiera decirlo mucho. Después de todo Matt murió en New Jersey hace años atrás, misma fecha en el que Danny se mudó aquí a Hawaii con sus hijos, no se debe ser un genio para notar los puntos huecos de la historia. Pues, es imposible que Danny pudiera saber del dinero cuando ni siquiera estuvo con su hermano en la semana de su muerte.

Steve no discute respecto al tema, solo responde con voz fría que se comprometerá con eficacia en su misión. Claro que nunca aclaró a su "jefe" a que tipo de trabajo se refiere exactamente, ya que en la mente del asesino no hay espacio más para eliminar la amenaza que es Marco Reyes para la familia Williams.

Sacudiendo un poco la cabeza, Steve se concentra en otras cosas más importantes que sólo matar a Reyes: algo más como Danny.

En la mañana, Steve ha llevado a su compañero a ver los petrogiferos -no, Danny. No son grafittis en piedra- para poder deleitarse con la emoción del paisaje hawaiano a su alrededor. Luego, habían almorzado en la agradable compañía del otro y Danny se ha mostrado feliz y relajado. Agradeciendo a Steve por el paseo que le brindó y lo agradable que será llevar a los niños en un futuro. La idea de que Danny pudiera pensar en volver allí con Grace y Charlie, y que el mismo Steve estuviese con ellos, hace que su corazón se hinche en su pecho.

Ahora, ambos se preparan para su cita en el Rainbow Dash, que si bien no es el restaurante de cinco estrellas que puede tener en mente a la hora de invitar a Danny a una cita, ambos estuvieron de acuerdo en que disfrutan de la comida del lugar y su estilo ¿Y para que mentir? Steve está ansioso de volver a conectarse con esa pequeña parte de su infancia que nunca olvidó del todo.

Sonriendo, Steve voltea hacia Danny quien acomoda su cabello en un perfecto ángulo hacia atrás. No puede evitar reírse por ello en voz alta, su amigo es un hombre meticuloso con sus hebras rubias.

- ¿De qué te ríes, Animal? -pregunta Danny molesto, seguramente dándose cuenta por donde va la diversión del mercenario- Anda, vamos antes de que me arrepienta de haber aceptado venir ¿Si? -dice el hombre de Jersey tomando las llaves de su Camaro.

Llaves que no duran demasiado en sus manos cuando Steve acorta la distancia entre ellos y se las roba con una sonrisa sabiendo que se ha salido con la suya.

- ¡Yo conduzco! -canturrea.

[•••]

La habitación está a oscuras, apenas dejándose iluminar por la luna resplandeciente en el cielo nocturno libre de nube alguna. El oleaje de su playa privada es lo único que interrumpe los sin sonidos de la respiración mutua y los besos húmedos que comparten mientras manos ajenas recorren el cuerpo del otro como si desearan ni un recoveco sin descubrir.

Steve guía a Danny a través del lugar para que se acueste de espaldas sobre el colchón de su cama perfectamente hecha, luego desabotona el botón de su pantalón negro y tira de la cremallera de forma descuidada; Danny mira a Steve con los ojos entrecerrados por la lujuria mientras comienza a quitarse el resto de la ropa con una mirada descarada. En cuanto toman el borde de su camiseta verde al mismo tiempo sin dejar de verse a los ojos sonríen de forma despreocupada, alza los brazos para que Danny se la quite y disfruta mucho de la forma en que aquellos bonitos orbes azules lo contemplan con aprobación pese a las múltiples cicatrices que recorren su cuerpo.

Cicatrices.

Mierda...

Steve maldice interiormente, pues en el calor del momento con Danny, por aquellos breves minutos, olvidó lo que es en realidad. Olvidó las heridas de su pasado y como ellas no son agradables a la vista precisamente.

Pero Danny... Oh, Danny. Él pasea la punta de sus dedos contra cada porción de piel imperfecta, por cada fragmento descolorido y sonríe como si todo estuviera bien en el mundo. Toma a Steve de su mejilla y lo besa sin dejar de tocarlo, como si no le tuviera asco por las heridas que mal forman su cuerpo.

Steve casi se siente llorar por el tierno acto, agradece a quien fuese por la maravillosa persona que es Danny Williams y haberlo puesto en su camino.

El mercenario retrocede para agradecer la aceptación de Danny, inclinándose y repartiendo besos y mordidas a lo largo del pecho de su amante, siendo recompensado por los jadeos al ritmo de su nombre bajo el manto de la oscuridad. A medida que continua descendiendo al llegar hasta la parte interna de los muslos del rubio, manteniendo sus piernas separadas y flexionadas, usa su lengua para lamerlo lánguido, acercándose peligrosamente a la entrepierna contraria y varios gemidos llenan la habitación con la fluidez del océano.

El lubricante escondido aún bajo su almohada ayuda a que el hombre más alto evite separarse demasiado tiempo de Danny, con una sola mano es capaz de manejar el pote plástico y lubricar sus dedos generosamente. Danny no pregunta cómo ha llegado allí el lubricante precisamente, Steve no cree poder responder que se ha masturbado pensando en él aquella misma mañana.

La espalda de Danny se arquea e inclina su cabeza hacia atrás mientras el dedo de Steve empuja suavemente hacia adentro. Con un movimiento practicado, dobla su dedo hacia arriba y roza la almohadilla contra el bulto de la próstata del hombre de Jersey. La reacción es instantánea y explosiva, lleno de gemidos pronunciados en voz alta. Empuja su dedo hacia dentro y hacia fuera un par de veces antes de agregar un segundo y hacer tijeras con los dedos, una vez que considera que su compañero está listo, Steve retira los dedos con cuidado mientras no deja de besarlo.

- Me encantas, Danny, he fantaseado mucho con tenerte de esta forma.

- Steeeveee...

Presiona a su amado amigo en el colchón con todo el peso de su cuerpo musculoso, dejando que Danny se acostumbre a él y se sienta cómodo por su cercanía, inclinandose y marcando sus dientes en cada centimetro de piel a su alcance mientras disfruta de los jadeos contrarios y las manos inquietas que acarician su espalda, apretando los dedos de vez en cuando.

El condón escondido en uno de los bolsillos de su pantalón cargo lo salva de tener que abandonar a Danny en su cama para ir a buscarlo, rompe el envoltorio y la coloca sobre su palpitante polla antes de cubrirse a sí mismo con más lubricante.

Toma su erección en una mano y juega con la cabeza roja contra la entrada del otro hombre, presiona ligeramente cuando Danny rodea su cintura con sus fuertes piernas; como si así evitara que Steve pudiera escapar. No que fuera hacerlo, nunca podrá abandonar el cuerpo de Danny estando cuerdo.

Una vez que consigue estar dentro por completo, le da un tiempo a su pareja para que se acostumbre a la nueva intromisión mientras reparte besitos por su mandibula y parte de su cuello. Danny gimotea contra su piel, sus manos aferrada a su piel mientras balancea las caderas contra él. Pronto, está moviendo sus caderas a su ritmo y follando a su compañero con fuerza, la lubricación del hombre más bajo logra un sonido obsceno de chapoteo cada vez que su piel choca contra la contraria.

Steve presiona suavemente su lengua contra sus labios, suplicando silenciosamente la entrada y, después de unos momentos de broma, Danny le concede acceso al hombre, sus labios se separan lo suficiente como para invitar al calor inquisitivo a mezclarse con su propio calor y mierda... bien. La boca de Steve se desliza a lo largo de la mandíbula de Danny, mordisqueando suavemente la piel cuando sus manos aterrizan en los muslos de Danny, apretándolos bruscamente.

Danny gime bajito, balbuceando incoherencias y masturbándose al ritmo de sus embestidas. El calor se apodera de su cuerpo, Steve no se detiene en ningún momento, atrapado en el placer que le brinda el interior apretado de Danny.

- Steven...

El mercenario se inclina y atrapa la boca de Danny en un fogoso beso, la saliva de ambos cae obscena por la mandíbula del hombre más bajo.

- Danny... Danny... -jadea Steve sin dejar de embestir.

Danny comenza a gemir declaraciones incoherentes, instando a Steve a ir más rápido, más fuerte. Con un último empujón, el cuerpo de Danny se tensa y grita el nombre de Steve cuando llega, derramándose sobre su propio pecho y barriga y se desploma sobre la cama, sin poder sostenerse más. Danny ya parece arruinado y Steve sale de él antes de volver a golpear a la próstata de Danny una vez más y llenar el condón con su esencia.

Steve se levanta lentamente de Danny y se deja caer a su lado. Su brazo se envuelve alrededor de la cintura de Danny, acercándolo a él.

Por largos segundos, todo lo que se escuchan son sus agitadas respiraciones y cuando logra reponerse un poco, reparte varios besos por el rostro contrario. El moreno esboza una sonrisa al escuchar la acompasada respiración de su pareja, lo cual le indica que se ha quedado profundamente dormido entre sus brazos.

[•••]

El sol de un gran día se cuela por entre las cortinas azules de su habitación, el sonido de la vida urbana fuera de la Casa McGarrett invade el lugar de una forma que Steve puede jurar que es pasable dentro de lo que cabe; al menos no es ese ritmo movido latino que lo tenía en vilo durante aquellos días en Cuba junto a Alicia hace años. Por no decir de la tensión en Corea del Norte o aquel desastroso regreso de Japón a Estados Unidos. En realidad, aquí entre nos, éste es el mejor despertar que ha tenido desde que tiene memoria.

Entre sus brazos, Danny duerme luego de pasar el fin de semana más maravilloso de su vida, ni siquiera se le acerca a su aventura en Madrid con aquellas bonitas modelos españolas que tuvo a sus veinticinco años. La sensación de éste grandioso hombre a su lado opaca cualquier recuerdo feliz que ha guardado en su mente para evocar cada vez que siente que su mera existencia se va a la mierda, la idea de simplemente tener a Danny para él no puede compararse y eso no es algo que ponga en duda.

Sonriendo más feliz de lo que ha imaginado, Steve besa la mejilla de su compañero y pasea la palma de su mano por sobre su estómago en un gesto que el hombre más alto quiere pasar por algo tierno y suave. A su lado, Danny gruñe como si el mercenario hubiera cometido el peor error de su vida.

- Imbécil, intento dormir aqui -Danny murmura con el rostro hundido en la almohada, su irritación es bastante obvia cuando arrastra las palabras por el sueño- Por si no lo recuerdas, me mantuviste despierto anoche.

- Lo recuerdo bien, Danny -responde Steve burlón- Lo que no recuerdo es que te quejaras de ello, sobretodo cuando tuve mi lengua dentro de ti ¿Recuerdas? Pues lo único que oía es que pedias más.

Como respuesta, Steve recibe un codazo en las costillas. Se hubiera sentido ofendido de ello si tan sólo el rubio no tuviera la punta de sus orejas rojas por la vergüenza, así que no hace más que besar su coronilla mientras mima a Danny con parsimonia quien se acomoda entre las mantas como si lo disfrutara en su totalidad. Como si realmente gustara de estar allí con él, en un mismo espacio, compartiendo una intimidad que Steve no ha compartido con nadie jamás.

Y puede que una pequeña parte de él sienta miedo por éstos nuevos sentimientos que lo ahogan, que le aterran si no tiene a Danny allí para ayudarlo a sobreponerse a ello ¿Pero la otra parte de sí mismo? La otra parte es simplemente el mercenario, aquel ser egoísta que asesinó a Jenna Kaye para proteger a Danny, que le está dando la espalda a Wo Fat después de toda una vida para estar con Danny aquí en Hawai. Que por sobretodo, hará lo imposible para protegerlo, incluso si eso significase hundir todo en fuego y miseria.

- En vez de mirar la nada y pensar en todo ¿Por qué no mejor haces café, cariño? -dice Danny por lo bajo como un indicio- ¿Y panqueques? -agrega sin abrir los ojos- Con chispitas de chocolate.

Danny no dice por favor en ningún momento. Steve sonríe.

- ¿Nada más?

- Eso por ahora, McGarrett. Ahora puedes retirarte. -murmura el rubio mientras se acomoda para seguir durmiendo un poco más.

- ¡Señor, si, señor! -responde Steve en un burdo gesto militar.

Pero antes de que pueda levantarse e ir a su cocina a preparar un desayuno especial que hará que Danny se enamore perdidamente de él -o que al menos le ofreciera un trabajo en la cafetería- una mano se aferra con tenacidad de su muñeca que lo atrae una vez más a la cama. Steve cae con un suave uff junto a Danny, quien le sonrie suave por su infantil travesura.

- También quiero un beso, Steven -dice el rubio por lo bajo, íntimo.

Steve sonríe suave mientras se inclina por sobre Danny para tener la oportunidad de alcanzar sus labios.

- De acuerdo, Danno.

Ambos juntan sus bocas en un beso casto y dulce por unos breves segundos, uno de esos que Steve nunca tuvo la oportunidad de dar antes. No se extraña que Danny fuera el indicado de darle algo más de sentido a su existencia, después de todo Danny se ha convertido en ese alguien que le ha dado su primer todo en muchas cosas. Steve espera que su amigo pudiera seguir ofreciéndole esa clases de experiencia por mucho tiempo más a futuro.

Danny es quien rompe el beso primero y vuelve acostarse firmemente en la almohada blanca como si nada hubiera pasado, como si frente a él no tuviera a Steve medio drogado por un beso que le ha volado los sesos, con una mirada perdida entre el cariño y la lujuria pura.

- Ahora vete.

Aún feliz en su novena nube, Steve asiente como un cachorro fiel y se dirige escaleras abajo para cumplir su cometido de darle un desayuno a su amante como merece: Si Danny le pidiese incluso ahora mismo matar al jodido presidente de los Estados Unidos, Steve lo hará sin pensar.

Hará cualquier cosa que Danny le pidiese que hiciera.

[•••]

El desayuno se lleva a cabo sin complicaciones de ningún tipo, con el estómago lleno Danny es como un gatito complacido y manejable que es más propenso a ser tranquilo y relajado, un poco más diferente a como cuando está falto de cafeína en su sistema. Incluso ha dejado a Steve besarlo cuanto quisiera durante su tranquila mañana antes de tomar las llaves del Camaro e irse a por los niños en casa de Kono tras sonrisas idiotas de adolescentes, siempre bajo la firme promesa de traer nuevamente a Grace y Charlie para pasar una tarde de surf. Y si están de buenas, Danny puede permitirle llevar al pequeño Charlie al agua y jugar un rato; tal vez de aquella manera podrá convencer al otro hombre que el agua no debe ser precisamente un lugar horrible y tenebroso.

Ante la perspectiva de unos días brillantes y felices en su porvenir, Steve sopesa la idea de tener una lista de actividades. Porque debe tener alguna clase de lista con planes para ellos ¿Verdad? Debe organizar una comida saludable -debe evitar que Danny siga llenando sus venas con colesterol-, tener un espacio libre para que el niño ponga sus juguetes y no ser molestado, liberar el equipo de audio del garaje para Grace -aunque fuese un aparato un poco viejo- y limpiar las tumbonas para más tarde. Si, definitivamente Steve deberá hacer una lista y, ya que por esas está, ir al mercado para reavastecerse. Si va a tener a Danny y los niños en casa, bien podrá estar listo para cualquier contingencia.

Danno estará orgulloso de él cuando le cuente su progreso cuando vuelva a verlo. Ya casi es toda una mamá gallina.

Sonriendo, porque ahora puede permitirse tal cosa, Steve casi se decide a limpiar la sala de estar para tener un poco más de orden en su hogar cuando la puerta de entrada es golpeada en un claro llamado.

Steve deja su actividad a medio hacer con la idea clara de que la otra persona tras la puerta puede ser Danny, quien tal vez olvidó algo como su billetera en la mesita de noche en su habitación, o el celular en el mostrador de la cocina o simplemente extrañó a Steve y volvió para otro beso. Ese pensamiento es lo que lo apresura a abrir la puerta, le es impensable dejar a Danny esperando afuera ¿Acaso será muy pronto para darle un juego de llaves? De esa forma su amante no tendrá que esperar afuera y simplemente entrar si es que desea estar con Steve. Porque obviamente Steve desea pasar todo el jodido tiempo con el rudo tipo de New Jersey.

Al abrir la puerta con una sonrisa en sus labios, ésta es borrada de inmediato ante los oscuros ojos que le reciben al otro lado del marco de entrada.

- ¿Catherine? -pregunta sorprendido, pues no la ha visto desde aquella incursión con los talibanes hace un año y medio.

- Buenos días, marinero -responde ella entrando a la Casa McGarrett sin ser inventada.

Steve aún está sorprendido de verla allí, ya hacía tiempo que no piensa en ella o de la última "misión" que tuvieron juntos. Lo último que supo de ella es que pasó un tiempo trabajando para Billy en espionaje.

- ¿Qué haces aquí, Cath? -pregunta mientras la sigue hasta la sala.

- Bueno, me enteré por terceros que volviste a Hawaii hace tiempo.

- ¿Y?.

- ¿Y? -repite ella como si no lo pudiera creer- Eso fue hace siete meses, Steve, lo último que hubiera creído de ti es que trataras de establecerte en tu tierra natal -dice Catherine tomando uno de sus mechones para colocarlo tras su oreja- Por lo que antes de morir contacte a Jenna, ella me dijo que volviste a tomar el caso de Williams de Newark -agrega antes de acortar la diferencia entre ellos- Por lo que vine aquí, tal vez podamos hacer memoria de lo que ocurrió en Jersey una vez más.

Catherine coloca sus manos en sus hombros, una caricia mientras sus dedos se balancean sobre la tela nueva de su polo negro. Hay una sonrisa juguetona bailando en su rostro, su cuerpo delgado pegándose al suyo y Steve no duda en alejarla de un empujón que casi y la envia al suelo. Catherine lo observa con gran des ojos incrédulos, como si realmente no pudiera comprender el hecho de que Steve no la quiere cerca.

Tal vez tiene un poco de culpa en eso, cuando se conocieron hace diez años Steve siempre le permitió muchos avances a la mujer. Claro que por aquel entonces el mercenario no tenía nada que perder, ahora la situación es diferente y no puede permitirse el lujo de dejar entrar a Catherine nuevamente en su vida, la castaña frente a él es un peso muerto que no puede permitirse.

- Necesito que te vayas -ordena con voz firme, un tono de voz que no deja a lugar a otras interpretaciones.

Catherine parpadea sin entender.

- ¿Sucede algo, Steve? -pregunta ella sin moverse de su posición- ¿Estás en problemas? Puedo ayudarte, no tienes que hacerlo todo tú solo.

Steve ríe sin gracia alguna, no recuerda realmente cuando fue la última vez que Catherine le fue de ayuda en algo que fuese importante para él. En realidad, siempre ha sido al revés en su travesía de ser amantes. Steve era quien debía ayudarla porque Catherine no era lo suficientemente lista como para salir de sus propios problemas.

- No sucede nada, Cath. Lo que quiero es que salgas de mi casa, tomes una avión y desaparezcas -dice Steve sonando cruel incluso a sus propios oídos.

Catherine, tan terca y tonta como la recuerda, se planta en su lugar con una determinación que tiene la cordura de Steve pendiendo de un hilo.

- ¡No! Escucha, no voy a irme ¿Si?-dice ella en un tono suave, como si estuviera tratando con un animal salvaje herido, listo para atacar a la mera oportunidad- Si ésto es por tu misión con Williams yo puedo ayudarte, estará muerto antes de que...

Catherine no llega a terminar sus palabras con respecto al caso que tuvo al mercenario anclado a Oahu por siete meses, ni Steve tiene tiempo de interrumpirla por siquiera pensar en el hecho de que fuese capaz de lastimar a Danny. El deseo de gritar su ira queda en un segundo plano cuando su móvil vibra ante la locución de una canción en uno de los bolsillos de su pantalón cargo.

Con una mirada fría y resentida en su dirección, Steve toma el celular y revisa tener un mensaje de Victor. Ante ello, frunce el ceño extrañado. No duda en abrir la casilla de mensajes y su sangre parece abandonar su cuerpo ante lo que ve.

Víctor Hesse:

Tengo a tu novio ¿Listo para terminar la misión, McGarrett?

[11:30]

Junto con el mensaje, una imagen acompaña la amenaza de Víctor. En él puede ver a Danny, atado a una silla y con un ojo morado. No hay lineas de sangre fresca ni herida de arma blanca a simple vista, aunque eso no ayuda a su paz mental. Steve siente que su mundo pierde su eje, todo desmoronandose a su alrededor con una rapidez que le altera.

¡Hijo de una gran puta!

- ¿Qué? -pregunta Catherine preocupada- ¿Qué ocurre?

Steve gruñe, apenas controlandose de tomar su móvil y destruirlo. Ya no desea tener que volver a ver la imagen de Danny herido y en peligro.

- Víctor tiene a Danny -responde Steve con el cuerpo tenso.

Catherine sonríe en alivio.

- Oh, bien -dice ella- Eso quiere decir que el trabajo está hecho y Reyes puede estar tranquilo que los Williams no...

Antes de que pudiera terminar de hablar, Steve toma dos pasos en su dirección con el rostro desfigurado en ira, alza las manos a los lados de su cabeza y con un movimiento natural gracias a sus años como asesino rompe el cuello de la mujer. Su cuerpo cae sin vida contra el suelo alfombrado.

Steve, aún furioso por el hecho de que tomaran a Danny cuando se supone que debe protegerlo, vuelve a su celular, ignorando deliberadamente el mensaje de Víctor y buscando entre sus contactos antes de hacer una llamada.

- Freddie, necesito un favor.

Fin de la segunda parte.

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