CAPÍTULO 3
El asombro que golpeó el rostro del oficial le pareció hasta chocante a HoSeok. Sus ojos y mandíbula se abrieron de forma exagerada, haciendo innecesario el tener que decir que aquello lo había tomado por sorpresa porque era más que obvio que así había sido. El tipo o no sabía disimular en lo más mínimo, o de verdad que lo había atrapado con la guardia baja.
El muchacho tensó la mandíbula de forma involuntaria, molesto por el gesto del hombre que se le hizo hasta ofensivo. ¿Acaso él no parecía ser suficientemente guapo para la chica? ¿De verdad lucían tan diferentes como para que la remota idea de una relación romántica entre ambos pudiera lucir tan absurda?
Jamás se había molestado en querer clasificar un lugar de mala manera, pero en ese instante hasta se le pasó por la cabeza el preguntar dónde se hallaba el libro de quejas y clasificar a ese hombre de mediana edad como un irrespetuoso.
«Dios, hasta en mi cabeza eso sonó patético» Se avergonzó luego, imaginando las expresiones que sus amigos habrían puesto si lo hubieran escuchado decir aquello.
- ¿Habla contigo? - interrogó de la nada, aturdiendo al joven con la pregunta que en un inicio le pareció de lo más rara hasta que recordó sobre quién estaban hablando. - Porque las veces que la hemos traído, no hay manera de hacer que suelte palabra alguna.
"Porque las veces que la hemos traído..."
Joder, ¿pero qué tipo de chica era esa? ¿Cuántas veces había ido a parar a la comisaria? ¿Era si quiera buena idea continuar con esa farsa y fingir un vínculo con alguien tan...?
La miró otra vez desde la distancia.
Ni siquiera estaba muy seguro de como clasificarla. Viéndola, no parecía ser para nada peligrosa, pero teniendo en cuanta lo que él ya sabía, a la chica le parecían faltar un par de tornillos, por lo que los términos chalada o loca le parecían ser los mejores para definirla.
Tragándose un suspiro y percibiendo la insistente mirada del oficial sobre su rostro, se dignó a terminar lo que había iniciado. No supo si lo hizo por miedo a las consecuencias por haberle mentido a un oficial o por algo más.
- Por supuesto - mintió con un tono de obviedad que era totalmente falso.
Después de todo, se suponía que eran novios, ¿no? Y para que eso pudiera haber sucedido, al menos debían poder ser capaces de comunicarse de alguna forma el uno con el otro para que, lo que en un inicio es solo una atracción física, se convirtiera en lo que tanto él como muchas otras personas definían como "amor".
Amor. Estar enamorados. Eso sonaba lindo para él, pero no creía que aquello fuera capaz de sucederle y menos con alguien como ella, que parecía vivir en un mundo completamente diferente al de él.
HoSeok le dedicó una sonrisa sin mostrar los dientes, esperando que con ella ayudara a que el tipo digiriera mejor su mentira que le había soltado. Con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta a la espera de una respuesta u otra pregunta, posó otra vez su castaña mirada sobre la chica que parecía sumida en sus propias cavilaciones. Agradeció el no haber mentido diciendo que eran hermanos como casi hace en un inicio, ya que eso podría traer dudas a los uniformados gracias al poco - mejor dicho, casi nulo-, parecido físico entre ambos. Sus rasgos más occidentales la hacían destacar mucho entre todos coreanos y verse muy diferente a HoSeok.
A menos de que contara como parecido el que ambos tuvieran dos ojos, una nariz y una boca, la mentira le hubiera fallada de una forma muy ridícula. Además, de que con eso se hubiera arriesgado a preguntas más íntimas sobre sus vidas personales como podría ser: quienes eran sus padres, si existía una razón medica por la que no hablaba con la gente entre otras cosas que él no sabría cómo diablos contestar porque, en realidad... ¡HoSeok ni siquiera sabía su nombre!
¡Dios! Y ahora recordaba que con una rápida búsqueda en la base de datos de la fuerza policial, hubieran sabido en cosa de un chasquido de dedos que no existían lazos sanguíneos ni políticos que los unieran.
No, simplemente, fingir ser el novio o amigo era lo mejor que podía haber hecho. En realidad, hubiera sido mejor decir que era su amigo y no novio.
«¿POR QUÉ DIABLOS LE DIJE QUE SOY SU NOVIO?» Se lamentó, repentinamente apanicado con toda la situación en la que se había metido él solo.
Era un hecho que, entre más pensaba las cosas, más se alteraba.
Suspiró para luego fruncir los labios, dándose cuenta de que el hombre se había sumergido en una conversación con la mujer tras el mostrador sin que HoSeok se hubiera percatado de ello al estar lidiando con su propio y repentino estrés.
- ¿Por qué la arrestaron... está vez? - fisgoneó, intentado lucir acostumbrado a la situación.
- Disturbios en un lugar público. Alguien llamó debido a una pelea - Se encogió de hombros como si fuera algo muy normal viniendo de ella. - Se puede ir esta noche si pagan la multa.
- Una pelea... - repitió en un murmullo. Barrió con la mirada el lugar, en busca de otras personas en el mismo estado que ella o similar. - ¿Dónde están los otros implicados?
- Huyeron antes de que pudiéramos atraparlos. Ella no pudo correr debido a una lesión en su tobillo, tal parece.
- Oh, ya veo... - Asintió, inseguro de cómo debía proseguir. - Antes de pagar y eso... ¿Puedo hablar unos segundos con ella?
El mayor lo escrutó con la mirada de pies a cabeza y asintió, volviendo a tomar el portapapeles que abandonó minutos atrás.
- Sí, claro. Adelante.
- Gracias - Realizó una leve reverencia y caminó hasta la azabache, posicionándose ante ella y, así, llamando su atención.
La chica levantó la mirada con fatiga, luciendo claramente agotada. Con lentitud recorrió el cuerpo de HoSeok hasta llegar a su rostro y, tras reconocerlo, su semblante sereno cambió a uno de completo asombro, debido a que no se esperaba el terminar reencontrándose con la persona a la que, horas antes, había robado con tanta facilidad. Sus ojos pardos se expandieron, luciendo más grandes de lo que ya eran, y sus rosados labios se entre abrieron.
Ya más de cerca, Jung se pudo fijar mejor en las heridas y moretones que adornaban su pálida cara. Se veía fatal. No era consciente del resultado de la pelea en la que ella se metió, pero gracias a su estado, podía declarar que la apalearon. Una fina línea de sangre color carmín que nacía en su frente, se deslizaba con parsimonia por su rostro, recorriendo su cien y parte de su pómulo amoratado sin un destino fijo, decorando todo a su paso.
Sin siquiera pensarlo dos veces, sacó uno de los pañuelos de papel con los que siempre cargaba y se lo tendió para que se limpiara.
La muchacha lo observó con recelo, recordándole a un animal salvaje y temeroso tras ser destrozado. En busca de calmarla, relajó sus fracciones como diciéndole que nada malo pasaría si tomaba el pañuelo y le sonrió con suavidad, para seguido mover su mano en una silenciosa insistencia. Tras permitirse dudar del gesto, la chica se dignó a tomarlo y, de forma cuidadosa pero torpe, limpió toda la zona que ella sentía húmeda por su propia sangre. No hizo un buen trabajo, pero HoSeok no pensaba criticarla.
- Hola... - saludó, y no pudo evitar imaginarse a YoonGi dándole el zape de su vida en la cabeza, por ser amigable con la persona que le robó.
El entrecejo de la joven se arrugó con fuerza. Abrió y cerró la boca, como si estuviera buscando las palabras adecuadas dentro de su cabeza para, finalmente, terminar retractándose de decir algo y guardar silencio al igual que siempre.
«Muy bien... Tampoco es como que me hubiera esperado que hablara. No soy tan iluso»
Extendió su mano derecha en su dirección, con la palma hacia arriba.
- Si quieres salir de aquí, necesito que me des mi billetera - dijo, ofreciéndose indirectamente a pagar la multa que ella no parecía querer cancelar.
La muchacha lo vio como si fuera un bicho raro, cosa que no le iba a quitar el sueño a Jung. No era la primera ni la última vez que alguien lo miraba de esa manera, aunque debía admitir que le parecía audaz viniendo de una persona como ella.
Era obvio que la desconocida no se esperaba que su víctima le dijera eso y, a pesar de que con su mirada le hizo saber que no le creía en lo más mínimo que de verdad pagaría su multa, sacó la billetera de cuero negra de su bolsillo trasero para luego depositarla en su mano. Evitando tocarlo.
HoSeok no esperó para revisar el interior y respiró aliviado. Las pocas tarjetas que poseía se encontraban ahí y aunque faltaban unos cuantos billetes, no eran algo de qué preocuparse. La pérdida parecía ser mínima... Hasta que pagara una multa que no le correspondía.
¿De verdad iba a hacerlo? Ya tenía su billetera y la criminal estaba pagando las consecuencias de sus propios actos. Sí, le había dicho que pagaría para que la liberaran, pero no eran amigos. No eran nada. Ni siquiera sabía su nombre y no tenía por qué darle explicaciones de su cambio de opinión. Podía romper su palabra y no tenía por qué sentirse mal por ello...
«Solo vete por donde llegaste»
Pero no lo hizo.
Sí, Jung HoSeok era un idiota. Hasta él mismo se consideraba como uno mientras miraba a la chica ante él con un fuerte sentimiento en su pecho que le impedía darle la espalda a la muchacha.
- Muy bien... - murmuró. - T-te sacaré de aquí...
[-]
- Si te quedaras quieta, esto sería mucho más fácil. Lo sabes, ¿verdad? - preguntó, ya algo irritado con la chica cuando esta alejó su mano derecha, por tercera vez, de entre las suyas apenas sintió como HoSeok rozaba los raspones con una gasa con povidona yodada para limpiar los rastros de tierra y, así, impedir que estas se terminaran infectando. - Ya. Dame tu mano y aguanta - ordenó.
La azabache tensó los labios y, a regañadientes, le entregó su mano. Lucía como una niña al ser reprendida por su madre, lo cual hasta le pareció adorable al moreno.
Después de salir de la jefatura, Jung arrastró a la muchacha a una de las farmacias más cercanas para comprar gasas, povidona yodada, unas tijeras pequeñas y parches curitas con unos dibujos de ositos que le parecieron muy tiernos a primera vista. Todo eso para curar las heridas de la más pequeña en la banca de un diminuto parque.
Sabía que, si YoonGi o cualquiera de sus amigos estuvieran ahí, le habrían roto el trasero a patadas por ser tan idiota. Sin embargo, no pudo evitar ayudarla. No se sentía bien dejándola sola en la jefatura y, mucho menos, en aquel estado. Él no sabía si llegaría a su casa (si es que tenía una) para sanar sus heridas ella misma o las dejaría así para que, al final, se terminarán infectando, convirtiéndose en algo peor de lo que ya eran.
- Listo. Ahora, ven. Déjame ver esa cortada - La tomó por el mentón desprevenidamente y la acercó a él, acortando la distancia más de lo que debería haber hecho. HoSeok humedeció sus labios, nervioso por tener tan cerca los profundos y oscuros ojos pardos de la muchacha, que se movían levemente de un lado al otro, observándolo. Cuando realizó aquel confianzudo acto, no recordó lo torpe que se volvía cuando del otro sexo se trataba. - A- así que te llamas Emily... - habló con torpeza, intentado calmar un poco sus nervios, recordando lo que vio escrito en la ficha del policía, la cual ella se dedicó a rellenar en silencio. - Es un lindo nombre.
No respondió a su alago, cosa que a HoSeok le dio igual. A este punto, el chico hablaba sin esperar una respuesta de su parte. Ya no tenía esperanzas de que se dignara a decirle algo, por lo que simplemente lo hacía porque al contrario de ella, Jung era alguien muy conversador y no podía evitar soltar algún comentario de vez en cuando. Hasta cuando estaba solo, hablaba en voz alta consigo mismo.
Mentalmente se dijo así mismo que se concentrará en las cortadas y, sin quererlo, todo a causa de su mano temblorosa, presionó con más fuerza de la que debería su labio inferior, sacándole un gemido de dolor a Emily.
- ¡Ay! - La azabache se alejó de inmediato.
- ¡Ah, pero sí hablas! - bromeó, aunque no sabía si eso se consideraba hablar o no. Recibió un puñetazo, algo rudo, en el hombro por parte de la más joven. - ¡Ay, pero que agresiva mujer! - se quejó, sobando la zona aporreada y haciendo un puchero como si de verdad le hubiera dolido.
Vislumbró una leve sonrisa tirar de las comisuras de sus labios que, prontamente, desapareció, siendo un gesto muy fugaz pero que le alegró poder captar.
- Ya. Estamos por terminar así que ve...
- ¡EMILY!
El moreno dio un respingo al escuchar tan potente y grave grito que quebró toda la calma que los envolvía. Giró su cabeza, encontrándose con la figura de un muchacho, un poco más alto que él, avanzando a paso firme y decidido hasta ellos.
- ¡¿Dónde diablos te habías metido?! ¡¿Y qué es lo que te pasó?! - interrogó con fervor, posicionándose ante Emily e ignorando completamente a HoSeok, quien se encontraba sentado a su lado mirando en silenció la escena que se comenzaba a desarrollar frente a él. Se sentía como el hombre invisible, ya que el chico ni siquiera le dedicó una mirada. Era como si HoSeok no existiera para el desconocido. - ¡Llevo dos putos días buscándote! ¡¿Es que acaso tú no piensas en mí?!
Sus ojos irradiaban furia mientras taladraban el rostro de la muchacha. Ella bajó la mirada luciendo arrepentida y apretó los puños sobre su regazo, como si se estuviera conteniendo a sí misma.
- Yah, deberías calmarte - HoSeok se levantó e intentó poner su mano sobre el hombro de aquel desconocido, quien, de un grosero manotazo, se lo impidió.
- ¿Y tú quién eres? ¡¿Cómo conoces a Emily?! ¡¿Qué haces con ella en un parque solitario a las diez de la noche?! - interrogó, sin siquiera tomarse un momento para respirar, despedazando con sus profundos y furiosos ojos cafés a HoSeok, quien solo podía imaginarse que cada vez se iba metiendo en peores situaciones conforme avanzaba el día.
- Y- yo solo... - comenzó, algo tartamudo, intentando no cohibirse ante el chico de cabellos castaños que poseía un aura que infundía miedo y respeto debido a su tamaño. Se imaginó enfrentándose a una pelea con él. Estaba claro que no saldría ileso ni por asomo y no solo por la contextura que su posible contrincante poseía, sino porque también, su experiencia en peleas era completamente nula. Jung no era un hombre de peleas, ¡Ni siquiera le gustaba la violencia! - ¡No tienes por qué hablarme en ese tono! - gruñó, sonando lo más firme que pudo e irguiendo sus hombros, sacando pecho en un intento por verse más confiado de lo que en verdad se sentía. - ¡Solo...!
Una de las grandes manos del desconocido atrapó el cuello de su chaqueta y lo obligó a ponerse de puntillas, haciendo que se tragara sus palabras antes de que pudiera sacarlas.
«Es muy fuerte» Pensó, tragando con pesadez, preparándose mentalmente para una pelea y el cómo le explicaría a su madre los moretones que tendría.
- ¿Le has hecho algo a Emily? Porque si es así te... - Pero se interrumpió a sí mismo cuando la azabache tiró de su otro brazo para que dejara al moreno, insistente y hasta desesperada. - ¿Qué pasa? - cuestionó, soltándolo lentamente y fijando toda su atención en ella, bajando de forma automática unos niveles su agresividad.
La chica se colocó de puntillas y le dijo algo al oído que HoSeok no fue capaz de escuchar, para después aferrarse a su brazo como lo haría un koala a la rama de un árbol.
«¡A él sí le habla!» Chilló en su cabeza con sorpresa y algo de celos, los cuales le confundieron.
- Ya veo... - Ambos chicos se miraron. El cuerpo del desconocido se destenso al igual que el de HoSeok, y la furia que parecía haberse apoderado de él, se fue apagando lentamente conforme los segundos pasaban. - Emily me dijo que solo la estabas ayudando. Lamentó haberte gritado de esa manera y muchas gracias por cuidar de ella. - Se reverenció con una diminuta sonrisa avergonzada ante HoSeok, quien tenía una expresión de incredulidad estampada en su rostro ante el cambió tan drástico en su comportamiento. - Nosotros debemos irnos - informó mirando a la azabache, quien se reverenció en dirección a HoSeok como agradecimiento por lo que hizo (o así lo tomo él), sin soltarse del chico.
- Y- yo... Sí. - fue lo único que dijo el moreno mientras veía como ambos se alejaban. Dejándolo solo, desconcertado y con muchas preguntas en su cabeza comenzando por: ¿Quién era él? y ¿Qué era de Emily? - Par... de locos... - farfulló, posando su mano sobre su pecho, en la zona de su corazón, sintiendo el cómo este todavía seguía latiendo con desesperación dentro de su pecho gracias al susto que se llevó.
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