CAPÍTULO 14

— ¿Estás seguro de que estarás bien? — cuestionó por décima vez.

— Claro que sí, mamá — volvió a asegurar con cansancio el moreno, dedicándole una suave sonrisa en busca de disipar los miedos e inseguridades que invadían la mente de su madre por dejarlo a solas. — No te preocupes por mí. Ve a divertirte — le pidió desde el sillón de la sala.

HoSeok nunca se imaginó el peso que tendría para su familia el que él se hubiera herido de esa manera, debido a que de por sí, jamás se vio a sí mismo en aquel estado en un futuro ya sea lejano como próximo. El estar con un brazo y una pierna inmovilizados le dificultaba hacer muchas cosas de su rutina diaria, y necesitaba ayuda para cosas que jamás creyó necesitarla. Casi todo había subido un grado de dificultad, y si aquello ya de por sí ya era desagradable, el sentirse un obstáculo para que su madre hiciera las cosas que le gustaban era detestable.

Ya llevaba dos días en casa y se sentía como un enorme estorbo para todos y, en particular, para su progenitora. Él no estaba acostumbrado a estar tirado en un lugar sin poder cooperar. Le frustraba toda la situación, dado que siempre era el primero en ayudar a hacer la comida, poner la mesa, con la limpieza, etc.

— Además, Jimin vendrá a verme en un rato y me ayudará a lavarme el cabello — mintió al ver la inseguridad de su madre escrita en su rostro.

— Yo puedo ayudarte a hacer eso.

— Mamá, Jimin también puede ayudarme. Además, él y YoonGi son expertos con el tema del cabello — los halagó. — Se lo han teñido tanto y aún no están calvos. Así que supongo que algo deben estar haciendo bien — Su comentario logró sacarle una suave risa que fue suficiente para elevar su espíritu. Al menos, todavía era capaz de hacerla reír. — Tú disfruta de tu tarde — le pidió, rogándole con los ojos que obedeciera su petición.

HoSeok sabía cuánto disfrutaba su madre en el club de artesanías con sus amigas, además, de que se notaba lo mucho que le ayudaba a despejarse. Y aquella era la razón principal por la que le rogó que asistiera ese día al club. Ya había faltado una vez para centrarse solamente en su hijo herido y eso, lo hacía sentir mal.

— De acuerdo — Suspiró profundamente, notablemente nerviosa aún con la idea. — Tienes tu móvil junto a ti. Cualquier cosa me llamas. Por más mínima que sea, Jung HoSeok. Me llamas y vendré corriendo.

— Sí, sí, mamá. Ya, ve. Que se te hace tarde.

La mujer asintió. Antes de irse definitivamente se aseguró de que el chico tuviera: una sábana para taparse, comida cerca, su móvil, cargador portátil y otras cosas triviales que creyó que, en algún momento, el muchacho necesitaría. Todo para asegurarse de que el chico no tuviera la necesidad de levantarse.

Se despidió de él con un sonoro beso en su cabeza y la promesa de volver apenas terminara el club, cosa que él sabía que ella haría sí o sí.

Ya solo, HoSeok se dedicó a ponerse al día con un anime que estaba viendo y cuando ya estuvo listo con ello, se puso a leer un libro para matar el tiempo. En un momento dado, las ganas de ir a orinar lo invadieron y, a pesar de que le costó un poco llegar al baño de la primera planta para satisfacer sus necesidades, pudo realizar la tarea con éxito. Y se sintió orgulloso.

Se dejó caer nuevamente en el sillón, exhalando un profundo.

— Necesito lavarme el cabello — bisbiseó, tomando un mechón y acariciándolo.

«Tal vez no sea mala idea llamar a Jimin, así no estaré tan solo...» Pensó, cogiendo su móvil y el número del chico.

Mientras su dedo se deslizaba por la pantalla con descuido, un suave toqué en su hombro consiguió sacarle un grito de horror desde el fondo de su garganta y hacer que se sacudiera con furia en el sillón. Intentando alejarse de sea lo que sea que le tocó su hombro.

— ¡MIERDA! — chilló volteándose, con el corazón en la garganta. Sus orbes se posaron en la reconocible figura tras del sillón, quien reprimía una divertida sonrisa debido a la reacción del moreno. — ¡POR LA...! — Inhaló y exhaló de forma exagerada, con su mano sana sobre su pecho, percibiendo como los efectos de sus movimientos bruscos atacaban. — ¡¡EMMILY!! ¡¡Casi me matas del susto, mujer!! ¡¿Qué diablos eres?! ¡¿Un ninja?! ¡¡Por el amor a todo lo bueno!! — Pasó una mano por su rostro, concentrándose en normalizar su ritmo cardíaco y desplomándose nuevamente en el sofá con un quejido. — ¡¿Po-por dónde entraste?! No escuché la puerta y...

— La ventana.

Alzó una ceja, viendo como ella tomaba asiento a su lado, dejando un espacio considerable entre ambos.

— ¿La ventana de mi habitación? — Asintió. — Es muy peligroso que subas por ahí. Pudiste haber tocado la puerta como la gente normal y yo te habría abierto.

«Bueno, no es como si Em estuviera dentro de lo que se podría categorizar como normal»

Se encogió de hombros como respuesta.

La vio agachar la cabeza. Sus manos jugaron entre ellas sobre sus muslos con incomodidad y HoSeok se acomodó en el sillón sin saber qué más decirle. Rememoró la noche en el hospital, en donde creyó haber visto a la chica durmiendo junto a él y la decepción que se llevó a la mañana siguiente cuando no la encontró. Estaba seguro que aquello no había sido un sueño, pero se le era imposible no dudar de su cordura cuando todo parecía tan imposible.

— ¿Qué pasa, Em? — interrogó preocupado al verla tan nerviosa, pero a la vez feliz por volver a verla.

El muchacho la observó debatir internamente algo que él desconocía en su totalidad y que le creaba gran curiosidad. Con paciencia, esperó a que Emily se dignara a decirle qué era lo que le atormentaba en aquel momento. No pensaba presionarla. Quería que lo hiciera a su ritmo y es, por eso mismo, que se asombró tanto cuando, en cosa de un parpadeo, tenía a la chica casi sobre él. Abrazándolo con fuerza mientras repetía, sin parar y en suaves murmullos, las palabras "lo siento" como un mantra.

Tardó un par de segundos en reaccionar, ya que no se esperaba en lo absoluto aquello.

Sonrió enternecido y, con su brazo bueno, rodeó la anatomía de Emily, disfrutando de su calor y el dulce aroma que emanaba su pelo, el cual le hacía cosquillas en la nariz.

HoSeok no la culpaba por lo sucedido. Es más, en ningún momento pasó por su cabeza que Emily hubiera ocasionado aquel accidente. Desde el comienzo, se culpó a sí mismo por ignorar una de las primeras cosas que le enseñaron sus padres y que, además, era tan importante. Porque, a pesar de que ella estaba molesta y no le hablara, eso no le impedía detenerse un momento y asegurarse de que ningún vehículo se acercara antes de continuar su persecución.

Podía ser que ella se comportara como una suicida, pero él no tenía por qué hacer lo mismo.

Para Jung HoSeok aquel error, fue solamente suyo y de nadie más, por lo que le dolía verla así de triste.

— ¡Hey! ¡Yah! ¡No llores! — La alejó de él y limpió algunas lágrimas que lograron escaparse de sus hermosos ojos pardos. Era la primera vez que la veía llorar y, podía decir con toda seguridad, que no le gustaba en lo absoluto. — No tienes por qué disculparte. Fue mi culpa, ¿sí?

— Si no te hubiera ignorado...

— Yah... Yo fui quien hizo que te molestaras desde un principio. Así que, de todas formas, la culpa es únicamente mía. ¿Okey? No llores, sigo vivo y pronto me recuperare, ¿sí? Solo olvídalo — Emily asintió, pasando la manga de su polerón por sus mejillas aún un poco sensible con la situación. Ella estuvo aterrada en aquel momento y el miedo que sintió, ahora se reflejaba en las lágrimas que ya habían salido y las que otras que aún querían salir. — Oye, te voy a dar un consejo...— Bajó el tono a uno más confidencial y se inclinó en su dirección. —, no quiero decir que te veas fea cuando lloras, pero... Mejor sonríe, se te da mejor.

Tras decir eso, Emily rió y HoSeok sonrió para sí mismo, satisfecho por haberlo logrado. Suspiro y, tras un mutismo en los que Emily se dedicó a calmarse entre sus brazos, Jung recordó su cabello. Frunció los labios, inseguro, y miró a Emily hasta que esta le correspondió la mirada pero con un gran signo de interrogación dibujada en ella.

— Y-yo... No quiero sonar como un abusivo, pero... Iba a llamar a Jimin para que me ayudara a lavarme el cabello, pero... Hum... ya que tú e-estás aquí... me preguntaba... Si no quieres hacerlo está bie...

— Yo te ayudo — lo cortó, extrañamente enternecida por su tartamudeo y el suave sonrojo que se apoderó de sus mejillas.

— ¿En serio? — Sacudió la cabeza de manera afirmativa. — ¡Oh! Eso es magnífico. Muchas gracias.

Para lavarle el cabello a HoSeok, Emily colocó una silla frente al lavaplatos de la cocina. Con su ayuda, HoSeok se dejó caer hacia atrás hasta adoptar una posición cómoda en contra del borde del lavaplatos, el cual poseía una toalla para hacerla menos dura e incómoda.

El silencio entre ellos era igual de cómodo que siempre. Y el tener los delgados dedos de Emily entre las hebras de su cabello, masajeando su casco con ternura y cuidando de que el agua no le cayera en los ojos, lo hacían sentir en las nubes. La posición en la que se encontraba era perfecta para poder admirar su rostro de cerca y, de vez en cuando, se sonrojaba con los ocasionales pensamientos cursis que invadían su mente y que la tenían a ella como protagonista.

«¿Qué carajos pasa conmigo?» Se preguntó, enderezándose en la silla con ayuda de la azabache tras haber terminado.

Sin decir nada, la chica comenzó a secar su cabello con la toalla, siendo siempre cuidadosa con sus movimientos. Cuando los restos de agua desaparecieron, tomó la secadora de pelo con su mano derecha y la conectó a un interruptor cercano. Le sonrió con dulzura antes de ganarse nuevamente tras de él y encendió el aparato para comenzar la labor de secar completamente el pelo del chico.

Tras unos minutos, Emily cambio el secador por un peine, trayendo de vuelta esa tranquila atmosfera mientras deslizaba el objeto entre las delgadas hebras de su cabello.

— Lo lamento...— susurró HoSeok, sintiendo como los movimientos de Emily se detenía al no comprender sus palabras. No podía verla, pero suponía que la chica estaba desconcertada. — Yo no debí intentar intervenir en tus temas familiares. No es de mi incumbencia y entiendo que te hayas enoja...

— Mató a mi madre — confesó de la nada, interrumpiéndolo y consiguiendo que la expresión de HoSeok se desfigurara, de a poco, a una de total consternación debido a sus palabras que explicaban más de lo que él pedía.

Realmente... Él no se esperaba algo como eso.

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