CAPÍTULO 07

Mordisqueó su labio inferior en gesto distraído, sin dejar de ver cómo la punta de su lápiz tinta se deslizaba con rapidez sobre la hoja. Su caligrafía jamás se había destacado por ser muy ordenada o bonita. Simplemente, su letra era entendible y para HoSeok eso estaba bien. Los profesores no se quejaban acerca de no poder entender lo que decía en sus trabajos escritos y él, era capaz de estudiar perfectamente de sus apuntes. Sin embargo, en ese momento, hasta él admitía que su letra estaba del asco en aquel borrador en donde se dedicaba a redactar de forma veloz, cada hecho vívido junto a Emily en los últimos días, intentando no olvidar ni el más mínimo detalle para poder enriquecer su historia.

No estaba seguro de si usaría eso para su trabajo de literatura, aún debía meditarlo. Pero, de lo que sí estaba seguro HoSeok, era que no quería olvidarse nunca de Emily —aunque no estaba seguro de que fuera capaz— y de aquellos sucesos tan poco comunes que ocurrieron de forma tan repentina en su aburrida y cotidiana vida, la cual, hasta hace unos días, no se podría destacar ni con ayuda de fuegos artificiales por sobre las demás.

— ¡Hey!

Alzó la mirada de inmediato al escuchar esa reconocible voz, pausando su tarea momentáneamente. Inconscientemente, sus labios se curvaron hacia arriba en una sonrisa igual de brillante a la que le regalaba su moreno amigo.

— ¡Hey! — saludó de vuelta HoSeok, viendo como TaeHyung tomaba asiento frente a él, expulsando felicidad por cada uno de sus poros.

El menor depositó un vaso de Starbucks en la mesa, cerca de Jung, y peinó su cabello utilizando sus largos dedos.

— Te traje un café, hyung.

— ¡Oh, muchas gracias! ¡Eso es muy considerado de tu parte, TaeHyung-shi! — exclamó contento. Estiró su mano para alcanzar el vaso de color blanco con la característica imagen verde estampado en él y lo tomó. Su entrecejo se arrugó y sacudió suavemente el objeto al darse cuenta de que no pesaba nada. Le quitó la tapa y observó el interior. — Tae.

El muchacho, quien se encontraba muy entretenido observando los apacibles alrededores, lo miró.

— ¿Qué pasa?

— ¿Y mi café? — interrogó, enseñándole el envase vacío.

— ¡Oh! De camino para acá me dio sed y me lo tomé — Rió y se encogió de hombros. — Lo lamento. La próxima vez sí llegará, lo prometo. — levantó la mano izquierda mientras su mano derecha se posaba en su pecho, en el lugar en donde se encontraba su corazón.

HoSeok lo miró mal por unos segundos y dejó escapar un pesado suspiro de entre sus labios, negando. Debió haberlo visto venir del chico.

Sus ojos se volvieron a posar en su cuaderno y leyó todo el contenido en murmullos, con la intención de retomar con lo que hacía.

— Y... ¿Cómo está Emily? —preguntó Tae de la nada, logrando que HoSeok tensara la mandíbula y negara molesto.

Habían pasado tres días desde aquella noche en casa de TaeHyung.

Tres días desde la última vez que la vio y supo algo de ella.

Tres malditos días en los que no hacía nada más que pensar y preguntarse a sí mismo en dónde estaba Emily, con quién y cómo se encontraba. Le desesperaba el hecho de ser incapaz de concentrarse en las clases porque su mente, de la nada, decidía que pensar en ella e imaginarse que podía estar haciendo en esos momentos, era mucho más divertido que la explicación del maestro de turno.

«Si sigo así, terminaré reprobando» pensó, agobiado con la situación.

— No lo sé. No la he visto — respondió sin mirarlo. Intentó continuar con lo suyo creyendo que con lo recién dicho el tema quedaría zanjado y olvidado, pero Kim parecía empeñado en querer hablar y mucho más si ella era el tema de conversación.

— Hum... Que mal. Es una chica agradable — dijo, apoyando el mentón en su mano y formando un pequeño puchero con sus labios de un rosa opaco. — ¿Por qué no has hablado con ella? Llámala e invítala de nuevo a pasar la tarde con nosotros.

«Lo haría si tuviera su número»

No dijo nada con la esperanza de que, con su silencio, él también terminara cerrando la boca.

— Los chicos también quieren verla — Asintió para sí mismo. — Más que nada Jin. Quedó como loco al probar aquel queque de manzana que hizo. Dice que tiene algo que lo hace saber de esa forma tan única y está ansioso por que le enseñe a prepararlo.

— ¿Sí? Genial... — murmuró, con falsa emoción.


[-]


Admiró su reflejo en el espejo mientras esparcía la crema hidratante que su hermana le regaló hace un par de semanas. A la menor de los Jung, le encantaban los productos para el cuidado de la piel y el cabello y siempre que compraba, pensaba en su querido hermano mayor.

Terminó de alistarse y apagó las luces del baño. Volvió a su cuarto y, tras verificar que la ropa que usaría el día siguiente se encontraba perfectamente ordenado en la silla de su escritorio, se lanzó a su cómoda cama para dormir. Se acurrucó entre las tibias sábanas y cerró los ojos, dejándose caer en los brazos de Morfeo con una facilidad increíble debido al agotamiento que llevaba acarreando desde que el semestre inició.

No supo cuánto tiempo durmió, pero se seguía sintiendo cansado cuando percibió una mano sacudirlo con una fuerza moderada para despertarlo. Se acurrucó entre sus suaves sábanas soltando un ronco gruñido de queja desde el fondo de su garganta que dejara en claro que lo estaban fastidiando.

— ¿Qué quieres? — preguntó, levemente irritado, a la persona que imaginó sería su hermana. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa al abrir los ojos y encontrarse con el rostro de Emily a menos de un metro del suyo, observándolo con esos grandes ojos pardos enmarcados con largas pestañas negras. No solo se sorprendió por verla en su habitación, sino que también por el moretón en su pómulo derecho, el cual era una mezcla de colores entre el verde, el amarillo y el morado, haciendo de este, un diminuto arcoíris. Parecía haber recibido nuevamente una paliza o, eso, demostraban los rasguños que decoraban su blanquecina piel, detalle que le hizo preguntarse a HoSeok acerca de qué diablos fue lo que estuvo haciendo Emily como para quedar en aquel estado. — E- Emily — Se reincorporó de manera veloz, con el sueño evaporándose rápidamente al caer en cuenta de la situación. — ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? y ¿Qué mierda fue lo que te...?

La muchacha colocó su dedo índice sobre sus generosos labios, haciéndolo callar sin decir nada. Estaba hablando muy fuerte.

Señaló la ventana del cuarto, dejando en claro que por ahí fue por donde ingresó a la habitación, y se sentó en la orilla de la cama en un profundo mutismo. La vio morder su labio inferior antes de que sus hermosos orbes, los cuales se veían oscurecidos por una gran tristeza que debía ser el reflejo de cómo se sentía su alma, se encontraron nuevamente con los suyos.

— ¿Puedo pasar la noche aquí? — fue un susurró que escuchó muy claramente y que consiguió que su cara, se desencajara en una mueca de asombro puro.

A pesar de haber entendido perfectamente cada palabra que salió de sus rosados labios, no pudo evitar soltar aquella pregunta con la casi inexistente esperanza de volver a oír su melodiosa voz.

— ¿Qué?

Su pecho se infló y desinfló al respirar profundamente. Desvío la mirada a otro lugar de la habitación y, luego de unos segundos que le parecieron eternos al muchacho, retornó a él con el miedo de ser posiblemente rechazada, pintado en su rostro.

— ¿Puedo pasar la noche aquí?

Muy bien, HoSeok ahora estaba en shock.

Con la boca abierta como un completo baboso, asintió. Emily le sonrió levemente, pensando que se veía tierno de aquella forma, y abrió las colchas para refugiarse al interior de estas, a un lado del chico quien a penas y si, podía analizar todo lo que sucedía.

Se recostó con lentitud junto a ella, con el cuerpo tan tenso como una cuerda y cuidando de no tocar a la muchacha. Respetando, todo lo que se le era posible en esa cama de una plaza y media, su espacio personal.

La observó sonreír sin que se alcanzaran a formar algunas arrugas en las esquinas de sus ojos y correspondió su gesto. Pasó saliva con pesadez y sus ojos se pegaron en el techo de su habitación.

— Buenas noches, HoSeok — la escuchó susurrar, atontándolo.

Dios, estaba encantado con su dulce voz y el que hablara tan poco era como un castigo para el chico.

— Bu-buenas noches, Em.

Se volteó en la cama dándole la espalda y acomodó su cabeza en la almohada. Su corazón dio un salto al percibir como la azabache se acurrucaba contra su espalda y se quedó admirado la pared con los ojos abiertos a toda su capacidad. Sintió el calor que emanaba su delgado cuerpo y, si no fuera porque sus pulmones le pidieron aire, él ni siquiera se habría percatado de que estaba aguantado la respiración desde que la chica se le acercó.

«Estoy durmiendo con una mujer que no es mi hermana o mi madre.... ¡Mierda, estoy durmiendo con Emily!»


[-]


— ¿Estás seguro de que vendrá? — volvió a preguntar un ansioso Jimin, meciéndose sobre sus pies mientras miraba a su alrededor en busca de la chica a quien esperaban desde hace unos minutos.

— Sí, sí vendrá — respondió por tercera vez, aburrido de sus preguntas y desconfianza.

Por alguna razón que desconocía, Emily le había pedido que, al día siguiente, todos la esperaran fuera de su universidad ya que debía entregarles algo. Los chicos, contentos de poder verla nuevamente y curiosos acerca de lo que se podía tratar, aceptaron de inmediato sin pensarlo dos veces cuando HoSeok se los mencionó.

— ¿Por qué no la llamas? — sugirió Jin, apoyándose en la pared.

— Porque me envió un mensaje de que ya venía en camino— dijo HoSeok, feliz de ahora tener el número telefónico de la muchacha. Ahora podría estar más conectado con ella. — Sean pacientes.

— ¡¡Estoy aburrido~!! — se quejó TaeHyung. — ¿Por qué se...?

— ¡Ahí viene! — Señaló Jimin, boyante, chillando como un niño pequeño al divisarla.

Los cinco chicos se giraron para ver como la muchacha se acercaba a paso tranquilo hacia ellos, con una sonrisa bailando entre sus labios al verlos a todos reunidos tal y como lo pidió.

— Ho... ¿Qué es esto? — interrogó HoSeok, sin ser capaz de terminar de saludarla cuando Emily le tendió un sobre de color blanco. Dudoso, el chico lo tomó bajo la atenta mirada de todos los presentes, quienes olvidaron los saludos para fijar toda su atención en aquel sobre. — ¿Qué es?

No respondió. Solo realizó un gesto con la cabeza para que lo abriera y YoonGi palmeó su hombro, metiéndole prisa.

— ¡Ya! ¡Ábrelo, hombre!

— Okeyy... — Y eso hizo. Lo abrió con cuidado, temeroso de romper el contenido, y sacó lo que se encontraba en el interior. — Son... Entradas.

— ¿Para qué? — Jin se asomó por encima de su hombro izquierdo y dejó escapar una exclamación de fascinación con la que logró que todos se aproximaran más al moreno. — Para la Real life Tokyo Drift — habló sin poder creerlo.

— ¿Estás de broma? — YoonGi le arrebató el sobre para verlo él mismo. — ¡Maldición! ¡Son reales! — chilló al igual que lo haría un niño al recibir lo que deseaba en Navidad.

— ¿No las estás dando? — TaeHyung la miró sin poder contener la emoción. Emily asintió y expulsó un gran grito de celebración junto a Jimin.

— Solo hay un problema — YoonGi llamó la atención de todos, dejando a un lado la efímera alegría que sintió al ver las entradas y deteniendo las celebraciones de sus amigos. — Esto queda en Tokio. ¿Algunos de ustedes tiene para los pasajes? Porque yo no tengo dinero.

Las expresiones de Jimin y TaeHyung se fueron descomponiendo en muecas de pesadumbre al caer en la realidad. Ninguno de ellos tenía dinero para pagarse un pasaje a Tokio.

— Es un lindo gesto, Emily — comenzó HoSeok, guardando las entradas en el sobre dispuesto a devolvérselo. — Pero noso... — Pero no pudo terminar al ver lo que ella, ahora, les extendía.

Pasajes para Tokyo.

— ¡NO LO PUEDO CREER! — Tae exclamó, chocando los cinco con Jimin sin dejar de sonreír.

La emoción junto con los agradecimientos no se hizo esperar. Los chicos estaban eufóricos. Envolvían a Emily en afectuosos abrazos mientras la hostigaban con muchas preguntas que la hacían reír. Todos parecían estar en las nubes a excepción de HoSeok, quien no podía dejar de preguntarse acerca de cómo fue que consiguió todo eso. Porque... ¡Dios, era muchísimo dinero!

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