Allí estás, hermosa, radiante como siempre, tus delicadas facciones están sonriendo en todo su esplendor , puedo notarlo, estás feliz. ¿Cómo no? ¡Si hoy es el día de tu boda!

Nunca pensé que este día llegaría tan rápido, le rogué al cielo (sabiendo que era imposible) que no te casaras con él. ¡Dios, cuanto oré por que estés conmigo! Pero ahora no importa, ¿Sabes por qué? Porque a pesar de la agonía en mi interior, tu sonrisa me sigue brindando paz.

Los recuerdos están en mi mente y no se van, ayer traté de ahogarlos con alcohol, pero le terminé gritando a todo el bar lo mucho que te amaba. Suspiré y entré al lugar en el que te alejarás para siempre de mi lado, la oportunidad de que seas mía se esfumó en aquel momento en el que pronunciaste "Sí". Lloré por ti querida, lloré toda la noche, oh cuánto te lloré.

Me acerco a ti, pero de nuevo, él me gana, suspiro y te regalo la mejor sonrisa que se puede dar mientras se está roto, oh, deberías ser mí chica, entre mis brazos hallarías más amor y menos peleas, mientras que con él, solo tendrás problemas, ¿Que cómo lo sé? Los he visto pelear, muy seguido para mi gusto, puesto que cuando estás triste siento como mi corazón duele mientras tu sonrisa se desvanece lentamente, dejando así a la pequeña e indefensa chiquilla de mis ojos, la mujer de mi vida y a quién siempre amaré.

De pronto te veo correr hacia mí, y no puedo evitar pensar en aquella vez en la que estábamos en un paseo y te perdiste, al verme te lanzaste sobre mí y me dijiste "Tonto, no me vuelvas a dejar sola nunca más ¿entendiste?" Sonreí ante aquel recuerdo para luego sentir tus brazos abrazándome.