XXI
Las amplias calles de la ciudad de Seúl eran todo un paisaje digno de admirar y más cuando el sol desaparecía del cielo y se posaba la luna, dándole una luz increíble a cada calle. El pelinegro aceptó que el ojeroso lo llevara en su auto hasta donde el menor quería cenar, durante el camino no hubo una charla realmente interesante, sólo el menor le había contado cómo es que había daño el traje.
El auto se estacionó en Aori Ramen, una de las franquicias que el menor había logrado comprar hace poco y que era de donde provenía el dinero de sus gastos. Ambos bajaron y entraron al amplio lugar, el clima ahí era verdaderamente agradable, más familiar que nada. El ojeroso llevó al pelinegro hasta una mesa disponible al fondo y ambos tomaron asiento, la joven apareció después y ofreció ambas cartas a los comensales, los cuales aceptaron y agradecieron con un gesto.
— ¿Es pesado ser modista? – preguntó el ojeroso, levantando la vista hacia el mayor que estaba frente a él, el otro levantó un poco las cejas ante su pregunta, ya que estaba entretenido en lo que leía.
— Un poco, pero es más pasión que trabajo, así que no me pesa demasiado como los demás creen.- respondió de forma suave
— Te creo, me sucede lo mismo, me dedico a las relaciones exteriores así que, para mi es un placer poder hacer ese tipo de negocios.- dijo bajando la carta haciendo que el pelinegro lo imitara
— Creí que era algo más directo a la mercadotecnia, así como DaeSung.- respondió el pelinegro
— Compartimos muchas clases, no te negaré que es un presumido de primera pero, es buen sujeto, muy inteligente, me alegra que esté en tu equipo de trabajo.- hizo un ligero gesto y el pelinegro lo apreció. La joven no tardó en aparecer y tomar su orden para después desaparecer entre las mesas.
— Volviendo al punto, ¿hace cuanto que te gusta mi hermano?- la pregunta lanzada por el ojeroso le hizo sentir un calor abrumador al pelinegro que lo hizo toser en seco.
— Una fecha exacta no la tengo, pero poco a poco se fue ganando mi atención y bueno, tampoco me puedo hacer una idea tan pronto de que pueda suceder algo.- respondió tratando de calmar un poco su timidez
— ¿Por qué lo dices? ¿la boda?
— Es más que obvio, ¿no?
— ¿Y si no se casará con Bom? ¿le darías la oportunidad? - en ese momento sintió como si todo aquello que le pesaba lo liberaba y lo hacía sentir más relajado y tranquilo.
— ¿Por qué no? Digo, tu hermano tiene todo lo que me gusta.- se quedó callado por unos segundos, ¿lo había dicho o pensando? Una ruidosa risa provocada por el menor, inundó el restaurante haciendo que algunos los voltearan a ver.
— Vaya Kwon, si que eres alguien decidido. Tampoco te puedo decir que las cosas se den o no, pero es bueno saber que estas pensando en ello. Pero... bueno ya mejor aquí me quedo callado, ¿no? – la ceja del pelinegro se levantó un poco más, ¿A dónde planeaba llegar?
La joven apareció con los platillos, haciendo que su charla quedara inconclusa. Tampoco el pelinegro quiso forzar a tener respuestas extrañas, así que dejó que la hora de la cena se pusiera entre ambos. Los platillos eran demasiado buenos así que no tardaron mucho en terminarlos así como pedir un par de botellas de soju para acompañar.
— Mi hermano es nuevo en esto. Tiene miedo, tiene desesperación y se estresa por lo que está pasando en estos momentos, según él está entre la espada y la pared. Pero espero yo que pueda decidir.- respondió el ojeroso a lo que el pelinegro no tardó en responder.
— No creas, ya tengo ambas ideas planteadas, si se llega a casar con ella, le desearé felicidad siempre, porque lo merece.-
— ¿Y si se queda contigo?
— Si se queda conmigo, también le daré felicidad, más de lo que podría imaginar. No sé porque me estás dando alas a algo que es más que evidente que no sucederá, los planes de boda siguen en pie y te aseguro que ahora mismo están juntos, disfrutando de su compañía. Quizás me estoy haciendo ilusiones yo solo de algo que no pasará. Porque eso de estar confundido a estar seguro hay una gran diferencia.- dicho esto, se terminó la botella y se levantó de la silla, el ojeroso le siguió de inmediato y llevó su diestra al hombro del mayor.
— Debes dejar que las cosas sucedan, debes dejar que poco a poco te des cuenta que las cosas nacen y aparecen de la nada, no todos tenemos historia escrita para nuestro futuro, nosotros mismos la escribimos. – dio un ligero apretón y el pelinegro asintió muy ligeramente.
Decidió tomar un taxi para regresar a la agencia por su auto y poder irse a casa, ¿tenía razón lo que decía el menor? Había algo de desconfianza de su parte, no estaba totalmente seguro de que fuera a suceder algo entre ellos, no todavía.
Manejó de regreso a casa y se dejó caer en la cama, su gato no tardó en aparecer y colocársele en su cara, a lo que el pelinegro lo tomó y abrazó con fuerza.
— Debo dejar que las cosas sucedan... – besó a su gato y lo soltó para dirigirse a darse una ducha y poder dormir. Después de todo, esa cena le había hecho tener ideas más claras con respecto al mayor.
Un abrazador calor se apoderó de la habitación, el moreno despertó tomando una bocanada de aire ya que sentía que se ahogaba en ese momento. Abrió los ojos de golpe y se dio cuenta de que su chica ya no estaba a su lado y que lo más probable era que ya pasaran de las diez de la mañana. Quitó toda manta que lo cubriese y salió de la cama con dirección al sanitario y así darse una ducha, no planeaba apurarse ya que no serviría de mucho, de todos modos ya iba tarde.
Terminó sus debes y bajó a tomar el desayuno, nadie estaba en la cocina ni en el comedor, eso se le hizo muy extraño, ¿Dónde estaba su hermano?
Se acercó a la cocina y sirvió una taza de café y tomó un par de rebanadas de pan del estante, dio un par de mordidas mientras se dirigía a la barra y revisaba el periódico. No había mucho que ver, noticias de siempre y chismes sin sentido, terminó su café y salió de la casa hacía la oficina, más tarde debería ir a ver al pelinegro y terminar un poco de lo que había estado haciendo la otra vez.
Durante su camino se sintió distinto, según a lo que sabía en la televisión y expresiones de conocidos, después de tener sexo con alguien era una de las sensaciones más gratificantes del mundo. Pero él no se sentía así, se sentía perdido, ido, como si algo le hubiese hecho falta, no era una expresión ni en lo más mínimo a lo que tenía que ver con satisfacción. Se puso a pensar el qué había sido eso que lo tenía así, quizás era la forma en la que sucedieron las cosas y como lo tomaron ambos, tal vez ella no quería tener relaciones con él. Negó en ese momento, si ella no hubiese querido lo hubiera detenido, ¿no?, además ella fue quién dio pie a todo. Suspiró largamente y estacionó el auto una vez llegando a la oficina, bajó de este y se adentró al gran edificio para comenzar sus labores.
Su día iba bastante bien, Dara le estaba ayudando con el armado del vestido de novia mientras él continuaba con el del novio, para ser las primeras piezas en unir era algo rápido, debía darles forma después pero eso sería cuando ambos estuvieran listos. Revisó las telas que acababan de llegar a la oficina y serían llevadas de inmediato con su amiga para que fueran cortadas en las medidas necesarias, sabía que estaba trabajando demasiado pronto para la boda, y es que según sus cálculos, no faltaba más de dos meses para que la ceremonia se celebrara así que sentía el tiempo encima. Dio un sorbo a su café y se percató de que ya eran las tres de la tarde.
— Date un descanso, ve a comer.- dijo el pelinegro a Dara, ella agradeció y de inmediato dejó las cosas para salir después de la oficina. Tomó asiento en su silla reclinable y dejó su cuerpo caer hacia atrás mientras dejaba la taza en la mesa, cerró sus ojos y un ligero sonido salió de su boca provocado por el placer que daba el acomodarse así. No vestía saco en ese momento, subió su mano por su pecho para lograr encontrar la corbata y deshacer el nudo mientras mantenía sus ojos cerrados, logró quitar esta y descansó más su cuerpo, vagamente en su mente comenzaron a proyectase imágenes del moreno, hablando, riendo, cualquier cosa que hiciera en las veces que lo había visto hasta que recordó cuando fue besado. Sonrió y suspiró al mismo tiempo hasta que una voz ajena lo despertó de forma repentina
— Te ves muy lindo así.- dijo aquella voz grave haciendo que el pelinegro abriera los ojos y se quedara sin saber qué decir en ese momento
— Pareces un gato asustado, no era mi intención, creo que debí tocar primero la puerta.- llevó su diestra a rascar su nuca, su plan no era molestarlo ni mucho menos asustarlo. El pelinegro negó ligeramente y se acomodó de mejor forma en la silla
— No te preocupes, simplemente me estaba relajando un poco, ¿cómo estuvo tu día?- preguntó, tratando de evadir cualquier pregunta referente a su momento relax
— Ha estado bien, pero puede mejorar. ¿Tú? – por microsegundos el pelinegro se había trabado, y eso era a consecuencia de estar nervioso por tenerlo cercas
— Ocupado, pero estoy avanzando muy rápido en todo. Eso sí, no puedes ver el traje aún.- llevó su índice a apuntarlo para que no fuera a insistir, el moreno levantó ambas manos de forma inocente
— Yo solo vengo a pintar tu pared.- se defendió aun manteniendo las manos así, ambos comenzaron a reír, el pelinegro se levantó y lo acompañó a mover el sofá para que continuara con el diseño.
— ¿Harás solo la silueta de espaldas?- preguntó el pelinegro al verlo ya acomodado y listo para empezar
— No, es de frente. Pensaba hacerlo de espaldas como el de mis sueños, pero preferí de otro modo. – en ese momento se quedaron mirándose, el pelinegro levantó un poco su ceja e hizo un gesto como si no entendiera.
— ¿Sueño? ¿Tú lo soñaste?- preguntó, curioso
— Sí, de hecho me ha salvado. Así que creí conveniente dibujarte un ángel que me ha cuidado hasta en mis sueños.- respondió el moreno, de inmediato, el pelinegro llevó el dorso de su mano derecha y la colocó en su frente, se sentía mucho más nervioso
— Seung... – habló en un hilo de voz, el moreno rápidamente lo volteo a ver, esperando respuesta.
— Ese ángel nos une, a mí también me ha salvado. Y creo que ahora tiene un significado más especial entonces.- habló con un poco más de fuerza, no quería mostrarse más tímido o inseguro cuando le hablaba el mayor, le era imposible no mostrarse así, SeungHyun le bajaba sus defensas en el buen sentido de la palabra. El moreno se movió de su lugar y se acercó hasta el pelinegro, este se quedo sin saber qué hacer hasta que fue tomado por los grandes brazos del mayor, cerró sus ojos apenas sintiendo el tacto ajeno y dejó que sus manos le respondieran al gran abrazo que recibía. En su vida había recibido un abrazo tan protector como ese, ni los que provenían de su padre cuando era pequeño, ahora sabía que no quería perderse de estos.
— Tenemos otra cosa en común, hm – sonrió en ese momento, separándose un poco del pelinegro, bajó un poco su rostro y depositó un beso sobre la frente ajena, en ese momento el pelinegro estaba siendo muy feliz, su abrazo y su beso era algo que lo tenía embobado completamente. Después de unos minutos, se separaron y dejó que le moreno continuara con su creación mientras él debía terminar lo que tenía pendiente.
El ojeroso había salido temprano de su casa, tenía en mente un plan y quería que este realmente funcionara. Contactó a YoungBae, quién había hecho una buena relación desde que salieran todos juntos. Le gustaba mucho ese sujeto, tenía imaginación, elegancia e inteligencia, las tres cosas que volvían loco al Seung menor. Pero, el sabía que no debía ir deprisa, no sabía si el peliblanco fuese a aceptar su orientación y gusto, pues él mayor era realmente muy apuesto y varias chicas estaban detrás de él. Su autoestima era demasiado alta, así que debería aprender a lidiar con ella antes de salir con alguien que era “más guapo” que él, porque realmente le encantaba.
El peliblanco aceptó ayudar en su plan, el ojeroso quería que tanto su hermano como el mejor amigo del otro, tuviera una cita que terminara con un final feliz, conocía a su hermano y sabía que había pasado la noche con su prometida la otra vez, pero quería que experimentara las dos cosas y se sintiera capaz de elegir. El peliblanco quería ver a su mejor amigo feliz, y cada que salía al tema el moreno a este le era inevitable poner cara de interés o sonreír bobamente cuando se hablaba de él. Lo conocía a la perfección y sabía que caería en la cita con el moreno, porque realmente le encantaba.
— Bueno, ahora el punto es que los dos asistan a ese lugar y ¡Pow!, las cosas saldrán a la perfección. – festejó el ojeroso al ver que ya todo estaba listo.
— ¿De verdad crees que los dos caigan?, digo, Ji-Yong no es nada incrédulo, lo parece pero es mucho más inteligente de lo que crees.- respondió el peliblanco, el ojeroso negó un par de veces a su pregunta
— Debes confiar en que saldrá todo bien, además tu amigo no creo que se quiera perder de salir con mi hermano, ya se besaron, se gustan, ¿qué más falta?- preguntó curioso
— Que deje a esa chica y sean felices.- se cruzó de brazos y se mostró protector
— Ah... cierto, pero, ese no era el punto.- defendió el otro
— SeungRi, no entiendo. Si tu hermano le gusta mi amigo, ¿por qué no detiene la boda?
— Porque está tonto, además le gusta la acción.- bromeó un poco pero se dio cuenta de que el mayor no bromeaba en nada
— La chica sufrirá también y le reclamará cosas, le dirá que su vida es miserable después de eso y muchas cosas, ¿habías pensado en eso? – a la defensiva que se había mostrado el mayor, el ojeroso debía hacer algo al respecto
— Mira, estoy creyendo que ella engaña a mi hermano. – dicho esto, el peliblanco soltó sus brazos y se acercó al menor
— ¿Por qué lo dices?
— JiSoo, la secretaria de Ji-Yong es pareja de Lisa, la secretaria de mi hermano. Me dijo que ambas frecuentan mucho un café y que le han visto entrar a ella después del horario de trabajo, que se dirige a una zona distinguida y que sale después con alguien, la deja en el auto y espera hasta que ella se vaya. Aun no saben si es hombre o mujer con quién se ve pero, eso lo hace diario según le comentó un camarero.- la expresión del más alto reflejaba angustia en ese momento.
— ¿Lo hace por el dinero entonces?- preguntó el otro haciendo que el ojeroso levantara sus hombros
— No lo sé, ellas dijeron que se encargarían de investigar quién era y porqué se veían, así que estoy en espera de saber más información.-
— Por cierto, ¿cómo porqué le hablas a JiSoo? ¿Hm? – aquella pregunta hizo alzar la ceja del ojeroso y mirarlo con una sonrisa lasciva
— ¿Y por qué no lo haría? Mis amistades suelen ser mujeres en su mayoría además, lo hice en plan de ligue cuando le hablé hasta que me dijo que tenía pareja.- dicho esto, el peliblanco comenzó a estallar en risas haciendo sentir incomodo al menor
— Eso te pasa por estar buscando pareja a lo loco.- sacó su lengua haciendo enojar más al menor
— ¡No te estés burlando! Algún día tendré pareja, ya verás.- se cruzó de brazos haciendo un mohín en sus labios. Ante tal acto tan tierno del menor, el mayor se acercó y comenzó a hacerle cosquillas al otro, entre risas logró acercarse más a él hasta que quedaran cercas uno del otro, casi rozando su nariz y pudiendo sentir la respiración uno del otro.
— Lástima que seas heterosexual.- dijo en voz baja el mayor, el ojeroso quería reírse en ese momento pero dado que estaban muy cercas, decidió decirle que se equivocaba. Cortó toda distancia y lo tomó entre sus labios, dándole un beso largo y apasionado, el peliblanco no se negó a tal acto y continuó, llevando sus manos a colocarlas sobre las mejillas del menor y así intensificar este. Se separaron para tomar aire y ahí, el peliblanco pudo observar más detalladamente aquellos ojos cafés oscuro que poco a poco le comenzarían a robar el aliento.
El plan era sencillo, Ji-Yong recibiría una invitación de un evento para el próximo fin de semana, esa misma invitación la recibiría SeungHyun y así, ambos podrían asistir a la fiesta donde se planeaba que terminaran juntos en un hotel.
Solo esperarían que el día se acercara y así ambos se vieran en un ambiente diferente. Por mientras, la semana transcurría de forma lenta, el pelinegro terminaba el traje y vestido de la boda mientras el moreno terminaba de decorar la pared, ya que no descansaría hasta que ese ángel estuviera terminado, no quería dejarlo a medias, quería tener algo pagado con el menor y quería pasar más tiempo con él.
Poco a poco, en casa con su prometida las cosas fueron dando un vuelco diferente. La indiferencia de ella comenzaba a hacerse presente, el moreno insistía en hablar y pasar tiempo juntos pero ella saltaba al tema de la boda o al de tener un hijo. ¿Un hijo? Eso no lo había pensado el moreno, pero no quería hablar de ello en ese momento, quería saber el porqué se mostraba diferente con él. El tiempo se acababa, él debía decidir con quién debía quedarse y eso lo lograría descubrir después de salir con Ji-Yong el próximo fin de semana.
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