XX

Lo que destacaba del edificio de la agencia, eran sus grandes paredes de color blanco. En la oficina del pelinegro no podía faltar, de hecho, las paredes de su oficina eran más blancas que la de los demás. Él decía que el blanco era un color que daba inspiración, por el hecho de ser muy puro y por ser el creador de todos los demás colores. A veces, las teorías del pelinegro eran un tanto extrañas o esotéricas al momento de explicar el porqué de sus gustos u opiniones.

Ahora, la pared que sostenía el gran sofá de piel de su oficina, estaba dibujado un ángel de espaldas; este le parecía conocido, si no fuera por su abuela y sus creencias en ellos podía asegurar que era algo así como un arcángel.  Su vista se dedicó a apreciar desde la punta del calzado que vestía hasta la punta de las alas, no estaba totalmente completo pero con la silueta que había hecho, podía estar seguro de que sería algo totalmente maravilloso. Después de revisarlo lo más que pudo, miró al moreno que hacía gestos y utilizaba sus manos para medir imaginariamente aquellas partes que necesitaban más de mano de obra.

—   Me gusta mucho.- dijo el pelinegro haciendo que el moreno lo mirara al instante, se notaba un poco nervioso y sorprendido

—   ¿Hm? – apenas pudo escucharse su pregunta, el pelinegro sonrió y respondió nuevamente

—   Me gusta mucho como se ve, lo que llevas... es simplemente genial, no puedo esperar por saber cómo será lo demás.- la expresión del moreno se suavizó, se tranquilizó poco en poco y sonrió de igual manera.

—   Yo pienso que otras dos visitas más y terminaré de hacerlo, bueno, dejémoslo en tres visitas más, para que quede totalmente terminado y con los detalles necesarios. – llevó sus manos a los bolsillos de su mandil y miró el dibujo en la pared.

—   Las visitas que necesites hacer, por mi no hay problema y lo sabes. ¿Tomarás descanso? Podríamos beber un café por mientras.- explicó el pelinegro, el moreno negó ligeramente sin deshacer su sonrisa

—   Prefiero terminar, vamos por el café cuando ambos terminemos y te llevo a casa, ¿Qué te parece? – el pelinegro lo miró un tanto asombrado, no podía negarse a algo así, no, no podía.

—   ¡Perfecto! Entonces, iré a terminar y en cuanto tú estés listo nos vamos – rió ligeramente y regresó al salón. Su sonrisa se había hecho aún más grande, se sentía como chica quedando con un chico popular de la escuela, aunque en este caso, él no era una chica.

Pasaron alrededor de un par de horas más, cuando un sonido vino de la puerta, levantó su vista y vio al moreno limpiándose las manos con una toalla. El pelinegro no tardó en entender su referencia y se levantó, no sin antes guardar todo en un lugar en específico y salir de ahí. Arregló su camisa y tomó su saco, así mismo, el moreno tomó sus cosas y ambos salieron de la oficina. Esperaron pacientemente en el elevador y sin decirse nada, llegaron hasta la planta baja, el moreno guardó sus cosas en el auto y ayudó al pelinegro a entrar al auto después.

No planeaba llevarlo lejos, si no, algo cercas de los dos. Así que no tardó en estacionarse frente a una cafetería y entrar juntos a esta. El ambiente del lugar se notaba muy tranquilo, el mesero les llevó a una mesa un tanto separada de las demás y con una vista hacía la calle principal de la ciudad. No tardaron en tomar asiento y recibir la carta para que comenzaran a ordenar.

—   Si tienes hambre, puedes pedir algo de comer, sin problemas.- dijo el moreno dirigiéndose al pelinegro que miraba la carta con tranquilidad, agradeció con un gesto y decidió qué pedir al final de todo. El mesero se acercó y tomó su orden, así como llevándose las cartas de la mesa, en ese momento, se podía ver uno al otro ya sin ninguna interrupción.

—   ¿Por qué estudiar diseño?- preguntó el pelinegro, se acomodó mejor en la silla mientras el moreno dejaba todo su peso sobre el respaldo de la silla.

—   Porque mi padre estudió lo mismo, esa emoción y pasión me la heredó y por eso decidí estudiar eso. Mis padres me apoyaron siempre, también mi segunda madre lo hizo así que, heme aquí. ¿Y tú? ¿Por qué diseño de modas?- ladeó un poco su rostro mientras el pelinegro se deshacía de su saco y lo colocaba en la silla de al lado.

—   Porque, me di cuenta de que la ropa que usaba no me gustaba. Siempre fui inquieto y hacía mis propias combinaciones. Decidí estudiar eso cuando vi que era bueno arreglando ropa y dibujando los bocetos, mis padres se negaron porque decían que eso no es una profesión en sí, además le atribuyeron que gracias a esa carrera es que me volví gay, pero no fue así. Actualmente no nos hablamos, eso de que su hijo nunca se casará con una mujer aún no lo asimilan del todo.- encogió apenas sus hombros, el moreno se sentía incomodo ahora por lo que había escuchado del menor.

—   ¿Tú crees que un hombre se puede volver gay de un momento a otro? – el moreno se quedó quieto, no sabía si lo había dicho o pensado en voz alta, pero al ver al pelinegro preparándose para responder, se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta.

—   Si, el amor es amor y, cuando te toca con una persona que jamás creíste, es cuando te das cuenta de que en verdad existe y debes darle esa oportunidad. – respondió de forma tranquila, el moreno estaba a punto de decir algo más cuando el mesero apareció con su orden. A partir de ahí, no hablaron más. Al terminar lo llevó a su casa y se despidió de él, anunciándole que le avisaría cuando volvería ya que su agenda estaba un poco apretada, el pelinegro no se quejó, al contrario, sacudió el cabello del más alto y entró a su casa después, dejándolo al otro afuera y sonriendo como un tonto.

Quizás y lo que planeaba hacer era algo loco. Quizás no. Pero es que si no lo hacía estaría con la duda y alejando a ambos de su vida. Como le había dicho su hermano, debía experimentar desde los dos lados, aunque fuera peligroso pero, ¿cómo era posible que esas dos personas le hicieran latir su corazón de una manera desmedida?, algo estaba mal, algo debía soltar para tomar de lleno al otro y poder ser feliz.

La semana había transcurrido de manera rápida, así que el fin de semana ya tocaba su puesta, de la misma forma que su novia tocaba la puerta para avisarle que ya estaba lista. El plan era salir a un antro y pasar tiempo juntos, como lo hacían las parejas de hoy en día, beber un poco, bailar, pasar momentos juntos y regresar a casa como la pareja de comprometidos que eran. SeungHyun opto por usar algo un tanto relax, camiseta y jeans con tenis, parecía que estaba acoplado al ambiente juvenil al que asistirían, casualmente al ver a su novia, vestían de forma complementada.

¿Desde cuándo se había vuelto una persona que se preocupaba por su apariencia? Desde que conoció a Ji-Yong.

Bossé era un antro conocido por su alta influencia de personas jóvenes, el lugar se llenaba de forma bárbara, así que decidieron llegar con tiempo al lugar y tener una mesa disponible cercas de la pista. Una de las cosas que al moreno le molestaban era que otras personas vieran a la persona que le acompañaba cuando salía. Sabía que su prometida era una mujer preciosa en toda la extensión de la palabra, pero también sabía que era una chica coqueta y que al tener la atención del otro le provocaba subir más su ego.

El mesero apareció y ella tomó el mando en qué pedir las bebidas. Ya llevaba dos cosas que le molestaban en la vida, el que pidieran por él en algo que era sumamente cuidadoso y meticuloso. Trató de no hacer algún gesto de desagrado en ese momento, quería pasarlo bien y tranquilo con ella. Después de haber bebido, invitó a bailar a su chica, pero ella se negó, quería beber más. Desanimado, se quedó en su asiento esperando que el mesero llegara con la segunda ronda de alcohol, después de la tercera ronda él ya estaba aburrido, miraba a su alrededor tratando de buscar algo con qué entretenerse sin lograrlo. Su prometida se levantó y lo invitó a bailar, el moreno a duras penas logró levantarse y seguirla a la pista, por unos momentos quiso desaparecer su aburrimiento y meterse al ambiente del lugar. Un par de canciones más y sintió acoplarse al ritmo y sentirse más relajado, pero notó que un par de hombres miraban a su chica desde su mesa y ella lo había notado. Sintió el enojo por todo su cuerpo haciendo que la tomara de la mano y la llevara al pasillo que daba al sanitario.

—   ¿Qué te pasa, Seung? – protestó la chica, el moreno trataba de controlarse y bajarle a su nivel de celos

—   Esos tipos, ¡Te están mirando y tú les respondes! ¿acaso no estoy yo aquí? – levantó la voz, haciendo que la chica inhalara profundamente y se mostrara molesta

—   ¿Tú crees que les hago caso? ¡Claro! Piensas que soy ese tipo de mujer.- respondió en un tono molesto

—   Como si no viera lo que haces, Jennifer.- la chica abrió los ojos en ese momento y se dio vuelta para dirigirse al sanitario. El moreno le siguió y al verla entrar, él decidió entrar al de caballeros y lavarse un poco el rostro, se estaba saliendo de control y debía calmar sus celos. ¿Por qué apenas se comportaba así? No lo entendía. Al salir del sanitario, la vio de espaldas y llamar por teléfono. Esperó un poco hasta que le viera, ella se dio vuelta y de golpe colgó, de ahí le nació molestia al moreno.

—   Amor, no debemos pelear, perdón – se acercó ella y se le colgó de los hombros, se acercó demasiado y besó los labios del moreno, el no pudo negarse y respondió, así como llevando sus manos hasta las caderas de la chica, ella se acercó más hasta que no hubiera espacio entre los dos mientras el beso subía poco a poco de intensidad.

Su cuerpo no había experimentado algo así con ella, nunca. Ella nunca dejaba que le besara de esa forma o que la tomara como ahora lo hacía, su ser comenzaba a despertarse y a sentir aquellos roces que le provocaban placer por muy ligero que fuera. Se separó un poco y llamándola con la vista, salieron de ahí. No podía creer que ella estuviera cediendo a eso y que diera partida a todo, el viaje no fue muy largo o eso parecía, pero justamente cuando llegaron a casa, ella nuevamente se fue contra él, besándolo con fuerza y rapidez a lo que el moreno respondió de la misma forma. La casa parecía estar sola y eso les daba más ventaja, el moreno cargó el cuerpo de la chica y ella llevó sus piernas a rodearle la cintura de su prometido, el vestido perdió la forma en ese momento ya que le importaba más el sostenerse del moreno.

Justamente la colocó en la cama y dejó que su cuerpo respondiera de forma natural, siguió con el ritmo de sus besos y sus manos recorrían cada parte del cuerpo de ella hasta que ayudó a desprender la ropa que ambos vestían en ese momento. Al ver el cuerpo desnudo y bien proporcionado de su chica, provocó que su satisfacción aumentara y comenzara a repartir más caricias en su cuerpo así como disfrutar de los ligeros ruidos que provenían de ella. En un momento, el quedó abajo y ella arriba, sin saber cómo, apareció un sobre el cual no tardó en abrirlo y colocar el preservativo sobre el miembro del moreno, haciendo que se quejara de placer por los movimientos que recibía y de un momento a otro, sintió húmedo su miembro, estaba ella lamiendo desde la punta hacía abajo. Gimió de una forma maravillosa para todo su cuerpo y una vez separándose de este, vio como ella se ponía sobre él y el placer lo inundó completamente, ese vaivén de su cuerpo contra el de ella era una sensación nueva en su cuerpo y que no quería que se fuera, era otra cosa el ser tratado de esa manera que el recibir placer por su propia cuenta. Tenía una vista privilegiada, le estaba gustando todo hasta que sintió su cuerpo liberarse completamente y ver como ella se acomodaba a su lado mientras le daba muchos besitos en su cuerpo. Suspiró lentamente y miró el techo, ¿eso era lo que se sentía el tener relaciones? Suponía que había estado bien, aunque hubiese querido disfrutar mucho más ese momento. Volteo a su lado y miró a la chica que ya comenzaba a dormir. Una pizca de celos le hizo sentirse incomodo, si nunca había tenido relaciones y se suponía que ninguno de los dos había estado con alguien, ¿cómo es que ella sabía hacer todo eso que hizo?

Negó un par de veces, había estado muy celoso el día de hoy y debía descansar, dejar que su mente se dejara de pasear tanto en crear teorías sin evidencia.

Para el pelinegro, la semana había transcurrido de forma rápida y más con los preparativos de la boda. Ya tenían el 70% del vestido hecho, se había quedado en la oficina esa misma noche y dedicado a armar el traje del novio el cual, puso toda su atención, trabajo y cariño en que quedara perfecto. El maniquí que lo posaba tenía exactamente la altura y corpulencia del moreno, así que cuando terminó de poner la última manga, se acercó mucho más y subiendo un poco de puntas, le habló.

—   Qué guapo se ve usted, señor Choi.- dicho esto, comenzó a reír bobamente. Apenas se había dado media vuelta cuando dio un salto un pequeño grito al ver a una persona conocida ahí parada.

—   ¡Perdón! Mi intención no fue esa, es que, cómo no hay nadie en la oficina y ChaeRin dijo que estaba aquí, quise venir, mis disculpas.- comenzó a hacer un gesto de disculpas hacía el mayor, el pelinegro negó y se acercó hasta él

—   No te preocupes, normalmente a esta hora no hay nadie en la agencia, pero, ¿Qué te trae por aquí, SeungRi?- el ojeroso sonrió al saber que él si recordaba su nombre.

—   Solo venía por una reparación, lo usaré en la boda.- tomó del respaldo de la silla, un cubre traje, lo abrió y le mostró el lindo smoking que venía dentro. El pelinegro lo tomó con cuidado y lo revisó con delicadeza.

—   No es muy grave pero estará listo pronto.- le aseguró con una sonrisa, el ojeroso asintió, se acercó un poco más y preguntó sin tacto alguno.

—   ¿Te gusta mi hermano, verdad? – el pelinegro se quedó quieto mientras el ojeroso sonreía divertido

—   Bueno... yo...

—   No me respondas, venga, vamos a cenar y hablamos, ¿te parece?- ante su invitación y la pregunta que había hecho, sabía que la plática era en torno a su hermano y, eso le interesaba. Debía responder a esa pregunta antes de que él se fuera sin respuesta alguna.

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