34.0

Min Nari.

Mi teléfono está muerto, así que lo enchufo tan pronto como arranco mi auto. Todavía estoy en la calzada de Jungkook cuando vibra con una serie de notificaciones. En lo profundo, espero que uno sea de él, espero que se haya dado cuenta que me he ido, y que detuvo la escena para venir detrás de mí, aunque solo fuera por mensaje de texto.

Pero me da miedo comprobarlo, en caso de que no sea él. No quiero saber cuánto va a doler. Así que enciendo mi auto, y sin mirar hacia atrás, me alejo de su casa.

En el primer semáforo, no puedo evitarlo, reviso la pantalla de mi teléfono.

Echo un vistazo por encima a los mensajes, determinando rápidamente que ninguno de ellos es de Jungkook. Nada más me interesa en este momento, y empiezo a poner mi celular en mi portavasos cuando capto el nombre de Lana en una entrada en la que estoy etiquetada en Twitter.

@theRealLan ¿Cómo encajará este proyecto en el horario de @JeonJungkook01 con @MinNari?

Jungkook también está etiquetado, e incluso antes de que haya terminado de desplazarme hasta el comienzo de la conversación, siento temor.

La luz del semáforo cambia antes de encontrarlo, y tengo que esperar hasta que esté en otro semáforo con luz roja antes de poder mirar de nuevo. Encuentro el post original fácilmente, es un tweet de Lana. Un anuncio.

Nuevo proyecto con @JeonJungkook01 PRÓXIMAMENTE. #sigueensintonía #grandesnoticias

—¿Qué mierda? —murmuro en voz alta. Reviso las respuestas, buscando más información. Estoy segura que él no ha visto esto o todavía no ha respondido, y me muero por saber cuál es su respuesta, así como qué maldito proyecto ha organizado que implica a Lana en primer lugar.

Recuerdo lo que Jungkook dijo sobre Lana la noche anterior. Había parecido bastante irritado incluso por la mención de ella, y definitivamente cabreado cuando le dije que me confrontó. No era el tipo de reacción que me llevaba a creer que volvería a trabajar con ella otra vez. Pero, ¿alguna vez dijo en realidad cómo se sentía por ella?

Él no lo hizo.

Y si follar es realmente solo un trabajo para él, entonces es lógico que a veces tenga que trabajar con personas por las que él no se preocupa especialmente. Gente que alguna vez le preocuparon mucho.

La cosa es que… no me gusta.

Me había dicho que necesitábamos delimitar nuestros límites; éste es uno de los míos. No quiero que se folle a su ex.

En la próxima oportunidad, doy la vuelta a mi auto, con la intención de ir a exponer esta solicitud a Jungkook, pero antes de llegar muy lejos recuerdo que él todavía está haciendo su escena con Bambi Roo. Que es una especie de bendición en este momento, porque después de pensar más en ello, me doy cuenta que aparecerme toda molesta por su trabajo solo un día después de declarar nuestro amor me haría parecer una novia malvada.

Especialmente después de salirme antes en el rodaje que estaba haciendo esta mañana. Necesito poner límites, pero no quiero que parezca que no puedo soportar su línea de trabajo.

Y entonces la comprensión me golpea… no puedo soportar su línea de trabajo.

Oh, Dios.

Esto no es bueno.

Esto no es bueno para nada.

Probablemente estoy emocional después de lo que pasó con Mark Madden, y con todas las intensas interacciones que han ocurrido durante las últimas doce horas entre Jungkook y yo. Por supuesto que estoy un poco desequilibrada.

Excepto que estoy más que un poco desequilibrada. Estoy hecha un lío y totalmente fuera de sí por los celos. No quiero que Jungkook esté follando con Lana. No quiero que Jungkook esté follando con Bambi Roo. No quiero que esté follando con nadie más que conmigo. Punto. En cámara y fuera de ella. Y, honestamente, preferiría que la mayoría sea fuera de cámara, porque quiero que lo que él y yo tenemos sea solo entre los dos. Solo nuestro.

Lo quiero todo para mí.

Esta emoción es tan nueva para mí. La falta de familiaridad de la misma me está haciendo dar vueltas por todas partes, girándome de un lado a otro. Estoy flotando libremente sin nada para agarrarme, como un astronauta en el espacio, cuya cuerda no aguantó. No reconozco esta situación. No me reconozco a mí misma en esta relación.

—¡Qué mierda! —Es la segunda vez que he dicho esta frase en voz alta en los últimos minutos, pero esta vez no es una pregunta, es una afirmación y exclamación. ¿Qué mierda tan real? Soy Min Nari. Soy una veterana de tres años en este mundo. Soy una persona que se basa en la lógica y la razón, y no hay razón lógica para sentirme amenazada por Jungkook haciendo el trabajo que ha hecho todos los días desde que lo conozco. Entonces, ¿qué mierda está haciendo esta maldita emoción dentro de mí?

En la siguiente intersección, doy la vuelta a mi auto otra vez, esta vez dirigiéndome a ninguna parte, simplemente no hacia Jungkook. Mientras conduzco, los pensamientos de él y el conflicto al que nos estamos enfrentando se hunden más profundamente en mi alma. El ciclón de la agitación emocional dentro de mí se vuelve cada vez rápido, recogiendo ideas extravagantes e incluyéndolas en la narración en mi cabeza de la forma en que los escombros sueltos quedan atrapados en un tornado. ¿Qué pasa si no puedo soportar esto? ¿Y si no soy capaz de estar enamorada de una estrella porno?

Cada pocos minutos mi teléfono suena con más notificaciones de que la gente está respondiendo al tweet de Lana. Respuestas emocionadas y felices. Esa basura encuentra su camino hacia el ciclón. Entonces el tono de timbre de mi agente suena, y aunque rechazo su llamada, las razones por las que llama también se metieron en la tormenta. ¿Qué pasa si ya no puedo trabajar en este campo? ¿Qué pasa si soy rechazada? ¿Y si de todos modos ya no quiero filmar porno? ¿Qué tan cobarde sería simplemente huir y esconderme hasta que pasara la tormenta?

Bastante cobarde, lo sé. Y normalmente soy una chica valiente, como dice Jungkook. Pero hoy no.

Apago mi teléfono y me voy a casa de mis padres. No es escapar, y conociéndolos, estoy segura que la visita terminará con frustración, pero me dejarán desahogarme. Y tal vez hablar de ello me traerá algún tipo de claridad.

Algo dramáticamente, abro la puerta de la cocina y, al confirmar que ambos están presentes, anuncio:

—Todo es tan terrible.

Mi padre levanta la vista desde su posición encorvada sobre un tablero de backgammon en la mesa de la cocina.

Obviamente está jugando solo, porque mi madre está al otro lado de la cocina limpiando sus pinceles en el fregadero.

—“Cuando te das cuenta de lo perfecto que es todo, inclinarás la cabeza hacia atrás y reirás hacia el cielo”.

Maldito Buda.

Mi madre se da la vuelta del fregadero y se seca las manos en su vestido hawaiano holgado.

—¡Oh, Nari! Prueba el pollo baghali en la estufa, ¿quieres? Y dile a tu padre que necesita más azafrán.

La ignoro porque, bueno, ella me ignoró, y dirijo mi siguiente comentario directamente a mi padre.

—Estoy inclinando la cabeza, papá. —Miro al techo para mayor efecto dramático—. Inclinando mi cabeza y no hay risa porque no hay perfección. No hay nada que se parezca a la perfección. —Eso no es exactamente cierto, la forma en que me siento por Jungkook está muy cerca de la casi exclusiva perfección. Es lo cerca a lo perfecto que hace que los defectos de nuestra relación sean tan evidentes e insoportables.

—Alguien se despertó del lado equivocado de chi. —Mi madre me mira con los ojos entornados—. ¡Te lo digo, Nari, eres una nube de energía enloquecida! Ven a sentarte, y veré si puedo enderezarte por completo.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho y no me muevo.

—No en este momento, gracias.

Mi padre mueve una pieza en su juego y luego se recuesta en su silla.

—Por lo menos dinos qué es tan imperfecto y terrible en este mundo. —Tiene buenas intenciones, pero ya puedo decir que está preparando un argumento filosófico.

No quiero participar en ese debate, pero sí quiero hablar. Es por eso que he venido aquí, para descargar mis cargas, para encontrar quizás algo de claridad.

—Está bien. Te lo diré. —Cruzo la cocina y me reclino contra el arco que lleva a la sala de estar para poder mirarlos a ambos mientras hablo.

Entonces se lo cuento. Todo. Les cuento sobre Jungkook y el programa, sobre mi enamoramiento, sobre mi idea de hacer más pornografía para pagar mis préstamos estudiantiles. Les hablo del día en que me sentí abrumada mirando el catálogo de la escuela y sobre otro día cuando me volví un poco loca y apliqué a un montón de universidades de todo el país antes de que recordara que no tener un título era un problema real. Les cuento sobre Kim Namjoon y Mark Madden, y el probable golpe que tendrá en mi carrera. Les cuento sobre Jungkook estando allí para mí cuando lo necesité y sobre los celos, sobre como odio cómo me siento cuando Jungkook está tocando a otras mujeres. Sobre no saber quién soy o qué quiero.

—Puaj. Celos. “Mantente lejos de la envidia; porque te come y se lleva tus buenas acciones, como un fuego que consume y quema la madera”. —Con eso, mi padre se vuelve hacia su juego.

Frustrada, me clavo las uñas en la palma de mi mano.

—Por lo menos la cita vino de Muhammad esta vez —murmuro.

Mi padre inclina la cabeza y me estudia.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Es agradable saber que hay personas inspiradoras que no son Buda. —Estoy siendo injusta. Mis padres encuentran inspiración en prácticamente todo.

Nunca se han identificado con una religión más que con otra. Ellos aman partes de tantas religiones y filosofías: musulmanes, budistas, cristianos, agnósticos. Son socialistas, comunistas, demócratas, y cada idea hippie por el medio. Básicamente viven de una mezcolanza de buenas ideas. Y mierda, los amo por eso. Amo que me criaran para ser así también.

Pero hoy no parece que pueda ver a través de las mismas lentes de color de rosa por los que miran ellos, como si alguien hubiera pasado un puñado de lodo por encima de ellos, tal vez Lana, o Mark Madden. Porque todas las nociones inspiraciones que tienen parecen triviales e imposibles de asumir.

—“La paz viene desde el interior. No la busques en el exterior”. —Esta vez soy yo la que cita a Buda, y lo hago en mi cabeza, luego lo acompaño con un par de respiraciones profundas.

No parece ayudar.

Paso una mano por mi cabello.

—Lo siento. Pensé que ayudaría hablar sobre todo, pero creo que solo necesito algo de tiempo a solas.

Mi madre me ofrece una cálida sonrisa.

—Pasará al olvido, boombalee. Mientras tanto, el tiempo a solas es bueno. Relájate y quita tu mente de esta energía mala. Haz algo de tai chi y un vapor ioni. Solo espera, el universo te dará las respuestas.

Sé que su corazón está en el lugar correcto, pero mi corazón está desperdigado por todos lados. He alcanzado mi límite. Me pongo a gritar.

—Maldita sea, mamá. No. no quiero hacer vapor ioni o tai chi o tener una sesión de Reiki o una lectura del Tarot. No quiero consejo de Buda o de Susan B. Anthony o William Faulkner o el universo. ¡Quiero un consejo tuyo!

Pincho el puente de mi nariz y cierro mis ojos y cuento hasta diez en voz bajo en Farsi, en un intento de tranquilizarme. Yek, do, se, char, pang…

Mi explosión es seguida por silencio, y cuando me obligo a mirar hacia mis padres, las expresiones en sus rostros reflejan sorpresa y alarma. Posiblemente un poco de dolor, también. Ese pensamiento me rompe. Lo último que quiero hacer es hacerlos sentir mal. Los amo con ferocidad y acabo de atacar todo lo que son, simplemente porque mi inmaduro trasero no puede manejar mi mierda.

Me inclino contra la pared y me deslizo hasta el suelo, deseando poder desaparecer en la afelpada alfombra verde limón de la sala de estar. Una vez ahí abajo, decido que bien puedo derrumbarme por completo. Me muevo y me estiro por completo sobre el suelo. Con mi brazo lanzado sobre mis ojos, muerdo mi mejilla para evitar llorar en pleno, pero no puedo prevenir las lágrimas que se derraman por mis mejillas. En solo unos minutos, estoy perdida en mi propia miseria, así que me toma más tiempo de lo normal notar el cambio en la energía a mi alrededor.

Levanto mi brazo ligeramente, echo un vistazo y encuentro tanto a mi madre como a mi padre parados por encima de mí. El dolor que pensé que había visto en sus ojos un momento atrás, todavía está ahí, pero ahora que están más cerca, puedo ver que no están dolidos por mi culpa, sino que están heridos en mi nombre.

Cualquiera que fuera la resolución que tuviera, desaparece, y un sollozo se escapa de entre mis labios.

Mi madre se agacha junto a mí, y como un niño herido que desesperadamente necesito el abrazo de su madre, me enderezo y caigo en sus brazos.

—He sido El Tonto —digo, como si me estuviera confesando. Es una referencia a la primera carta del mazo de Tarot. O la última carta, dependiendo de cómo lo mires, dado que cada viaje termina en donde comenzó. El Tonto es exactamente lo que suena, tonto. Es el demente, el bufón, el mendigo. El Majnun—. Me he estado tambaleando alrededor, tranquila, tomando riesgos sin preocuparme por las consecuencias. Y no sé si estoy al principio o en el final de este viaje en particular. Simplemente me siento perdida, sin una guía, y no sé cuánto más vaya a aguantar mi fe.

Algunas veces, con Jungkook, me había convencido a mí misma que estaba siendo una adulta, que teníamos una relación madura. Y con la ingenuidad de un niño, me dejé enamorarme ciegamente.

Y había sido maravilloso.

Pero ahora ya no lo es. Ahora estoy enredada y retorcida por dentro. Ahora estoy perdida en la oscuridad, temerosa de dar un paso por miedo a caerme por la ladera de la montaña.

—No sé qué hacer. —Mis palabras son amortiguadas en la tela de la túnica de cáñamo de mi madre, pero de alguna manera sé que entiende el punto esencial—. Dime qué hacer.

Mi madre me mece gentilmente, su mano acariciando mi cabello.

—Oh, cariño. Sé que duele, y desearía poder decirte que…

Sé hacia dónde va este discurso. Desearía poder decirte que hacer, pero no puedo porque bla, bla, bla, viaje personal de vida, madurez. Toda es basura.

Pero antes que pueda terminar, mi padre, quien todavía está cernido sobre nosotras, la interrumpe.

—¿Quieres nuestro consejo, Nari? Déjame darte algo de consejo. —Es firme y hay suficiente impaciencia en su tono como para ocasionar que mi madre detenga su balanceo.

Sostengo mi respiración y me sostengo de su vestido. Él tiene toda mi atención, aunque estoy demasiado asustada para mirarlo directamente.

—Regresa a la universidad. Eres una principiante. Tienes la mente de una persona que piensa mucho. Ve a la universidad.

—Pero… —empiezo a decir todas mis protestas habituales, ¿qué estudiaré? ¿Y si no elijo la especialidad correcta?

Parece leer mi mente.

—Solo elije una especialidad, Nari. Si es la incorrecta, te cambiarás a otra. Y si esa es la incorrecta, te cambiarás de nuevo. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Altos préstamos estudiantiles? ¿Realmente vas a dejar que el miedo te aleje de la felicidad?

Lo dice como si el dinero no debiera ser un factor en mi decisión, lo que es completamente poco realista.

Excepto que en realidad no puedo discutir con él porque, al mismo tiempo, ¿en serio quiero dejar que mis sueños sean decididos por el saldo actual de mi cuenta de banco?

Papá se agacha más cerca de mí y su tono es más suave cuando habla de nuevo.

—No puedes saber si tu camino es el correcto hasta que te hayas convertido por completo en El Tonto. Tienes que dar ese paso a ciegas para ver si estás caminando sobre terreno sólido o si estás cayendo por una cornisa. “Eso es lo que se supone que tienes que hacer”. Crees que no estás segura de ti misma. Se supone que tienes que atreverte, no quedarte quieta. Arriésgate. Toma las oportunidades. Resolverás cómo vivir, viviendo.

Trago para pasar el nudo en mi garganta.

—¿Quieres decir: “No puedes recorrer el camino hasta que te hayas convertido en el camino en sí mismo”? —pregunté, dándole a Buda un agradecimiento por las palabras tan perfectas que mi padre me había entregado.

—Sí, algo así. —Golpea mi nariz ligeramente con su dedo antes de ponerse de pie de nuevo—. Y si no es la escuela lo que te interesa, eso también está bien. Solo que… ¿lo que estás haciendo ahora es lo que quieres estar haciendo para siempre?

Sacudo mi cabeza.

Levanta una ceja.

—¿Te está llevando más cerca de cualquiera que sea ese lugar?

Esta vez no digo o señalo nada porque no sé la respuesta.

—Bueno, entonces —dice, como si todo hubiera sido resuelto. Entonces se desliza de vuelta a su juego de backgammon, y sé que no es porque no esté interesado en lo que está pasando conmigo. Solo reconoce que cada tonto tiene que hacer el viaje solo. Estoy agradecida de que haya señalado el camino que piensa es el correcto para mí. Puede que aun así, no sea el que elija, pero se siente como que me dio un lugar para empezar.

Mi madre limpia una lágrima de mi mejilla con la almohadilla de su pulgar.

—Mira. Todo se ha resuelto solo.

Dejo salir una corta risa.

—No lo diría como tal.

—¿Por qué no? Tu padre te digo que regreses a la escuela. Así que regresarás a la universidad.

—Mamá, ¿quieres que regrese a la universidad? —Sé que sí. Es lo que dice a través de cada lectura del Tarot que me hace, pero se sintió bien escuchar a mi padre decirme lo que pensaba y también quiero escuchar consejo de parte de ella.

—Lo hago —responde con confianza, pero entonces añade—. Si eso es lo que quieres.

Contengo mi diversión. Es lo más cerca que estará de decirme qué hacer, demasiado preocupada de interferir en quién se supone que soy.

La amo por eso. Muchísimo.

—Gracias, mamá. Es bueno escucharte decir eso. —Pero todavía hay otro tema en que estoy completamente perdida—. ¿Y qué hago con Jungkook?

Mi madre se echa para atrás para mirarme, su expresión ligeramente perpleja.

—Parece que ya has resuelto que hacer con eso, ¿cierto?

—No, no lo he hecho. —Ni en lo más mínimo.
Sacude su cabeza, desechando mi respuesta.

—Lo has hecho. Cuando realmente quieras verla en tu mente consiente, lo harás.

Sé que ella ya ha resuelto algo que yo todavía no, ya sea porque es más grande y más sabia, o simplemente porque es más sabia en general. O tal vez porque es mi madre y me conoce mejor de lo que me conozco yo, o porque realmente está más a tono con el universo que yo. Es frustrante que pueda ver una respuesta que todavía está oculta para mí, pero no la presiono. Porque confío en ella cuando dice que lo veré cuando esté lista.

Entender eso no aligera mi actual angustia. Echo un vistazo hacia ella, repentinamente sintiéndome de la mitad de mi edad y muy vulnerable. Mi voz es temblorosa cuando pregunto:

—¿Cómo puedo siquiera esperar ver algo cuando todo a mí alrededor está tan oscuro?

—No tan oscuro. —Me aprieta más en su abrazo—. Solo tienes que encontrar a tu estrella del norte. Deja que eso sea lo que te guíe.

Hay una aguda perspicacia en sus palabras y un consuelo en la energía que da, y aunque todavía no estoy segura de qué, o quién, es mi estrella del norte, me acuerdo de la lectura de Tarot que me hizo no hace mucho tiempo y la carta estrella que se mostró en mi futuro, esperanza.

Y con nada exactamente resuelto, me aferro de nuevo a esa esperanza, confiando en que el universo pronto me dará la respuesta.

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