30.0

Jeon Jungkook

La cara de Nari está apoyada en mi hombro, quiero apartarme para mirarla, pero entonces siento la inconfundible calidez de las lágrimas en mi piel, así que no lo hago. En su lugar, paso un brazo por sus rodillas y la llevo en brazos a mi oscuro cuarto, donde las sombras que se dibujan ocultan en su mayor parte el sol de la tarde. Me siento en el borde de la cama con ella todavía en mis brazos, y me quedo sentado, balanceándola lentamente y descansando mi cabeza sobre la suya.

No le pregunto qué pasó de nuevo, ni siquiera aunque estoy sufriendo de la peor forma por saberlo. La última vez que la vi esta mañana, se veía radiante y sonrojada por su escena con Kendi (y, secretamente esperaba, el momento en que compartiésemos set). Y cuando me dio un beso de despedida, parecía feliz y animada, tal vez un poco nerviosa. Sabía que tenía una escena programada después de la que vi, ¿qué podría estar molestándola? ¿Pasó algo en el set? Estrujo mi cerebro, intentando recordar si me contó algún detalle acerca de la grabación a la que iba a ir.

Generalmente, sus escenas no son más duras que un juego de dildo y tal vez el ocasional bondage suave, pero ciertamente no del tipo de castigos que graban algunos actores. ¿Así que tal vez se peleó con alguien del set? ¿Otro actor? ¿Un director?

—Nari —digo. Es una invitación para que ella hable, pero también una afirmación, un recordatorio de que estoy aquí para ella y solo por ella, y que está completamente a salvo y cuidada en mis brazos.

—No-no te conté algo —consigue decir.

Frunzo el ceño, mis cejas se juntan.

—Lo que quiera que sea, nena, está bien.

Sacude la cabeza contra mi pecho.

—No estuvo bien —dice, las lágrimas ahora caen con más rapidez y fuerza—. P-pensé que podía hacerlo, pero entonces él fue tan agresivo y me acorraló…

¿Él?

¿Un jodido él?

¿Qué mierda estuvo haciendo esta tarde? Mientras yo la extrañaba y me sentía solo, mientras trabajaba en mi sofá, ¿ella estaba en un set con un él?

Mi boca reacciona antes de que mi cerebro se ponga al día.

—¿Qué? —pregunto bruscamente—. ¿Quién es él?

Siento como se encoje entre mis brazos, retrayéndose en sí misma y haciéndose una bola.

—Reservé una escena con Kim Namjoon —susurra entre lágrimas—. Ahí es a donde fui hoy… no a una escena chica-chica, sino a una escena con Mark Madden.

—¿Mark Madden? —demando, cinco tipos diferentes de rabia alzándose en mi pecho, el principal es un instinto demente de protección, porque Mark Madden es famoso por su comportamiento de mierda en el set y que le follen a ese tipo. Mi sangre hierve de inmediato, conjurando los peores escenarios posibles y elaborando fantasías que me involucran en reyertas de ataque asesinas, pero intento recuperar un estado de paciente calma, mediante profundas respiraciones, hasta que sepa lo que realmente sucedió. Es solo que conozco a mi chica, y sé que ella no es del tipo que llora con facilidad. Ella no es del tipo que permite que las emociones anulen su control, así que lo que sucedió debe haber sido grande.

Y malo.

Pienso en algunas de las peores historias que he escuchado acerca de los platós de porno, todas las violaciones que sucedieron en la cámara y nunca fueron procesadas. Lana y yo abogamos mucho por esos intérpretes, y todavía lo hacemos, aunque ahora por separado, pero nunca pensé que podría pasarle a alguien cercano a mí, alguien a quien amo…

Oh, Dios. Si algo como eso le hubiera pasado hoy a Nari, no habrá límite para el infierno que lloverá sobre todos, incluso a los tangencialmente conectados. Ni el infierno, ni las esposas, ni la sangre ni el dinero, y personalmente me encargaré de que el propio Mark sea castrado, seguido por Namjoon.

Aún no sabes lo que sucedió: apaga el cuchillo castrador mental.

—Sí, Mark Madden —resopla—. Él fue… oh Dios, Jungkook, él fue horrible.

—¿Él te…? —Ni siquiera puedo hacer la pregunta, porque estoy haciendo dos, ¿te atacó? Y si no lo hizo, ¿aun así lo follaste? Pero incluso con mi rabia protectora, no puedo soportar preguntarle nada que le haga sentir, por un segundo, que debe culparse o que hizo algo erróneo. Lo que sea que ocurriera fue culpa, al cien por cien, de ese montón de mierda—. ¿Ocurrió durante la escena?

—Ni siquiera pude empezar la escena. Pero entonces cuando él me encontró, mientras estaba intentando irme… —se interrumpe abruptamente y empieza a sollozar, el tipo de sollozos que me dice que ahora no puede haber palabras, así que simplemente la sostengo y la acuno, acariciando su nuca mientras llora.

Luego, a medida que estoy susurrando mis palabras reconfortantes, algo más me golpea y me golpea con fuerza.

Nari reservó una escena hetero. Cuando Nari me dio un beso de despedida esta mañana, se estaba yendo a follar con otro hombre. E incluso a través de la capa de mi rabia hacia Mark Madden y mi miedo desesperado de que ella haya sido terriblemente herida, otra emoción sale a flote, fea e innegable.

Celos.

Recuerdo nuestra primera cita falsa en el parque, cuando vi que Sinner’s Playpen estaba llamando a Nari, y la recuerdo preguntándome acerca de hacer más porno convencional, y recuerdo decirle a Teo que por supuesto que ambos éramos profesionales y que seguiríamos filmando todas las escenas que quisiéramos hacer. Y de algún modo nada de eso importa en este momento, porque antes todo era abstracto, solo cosas que podrían pasar potencialmente, cosas que no parecían reales. Me dije a mí mismo y a todo el mundo que estaba bien.

Pero no lo está.

No está bien.

Porque estoy sosteniendo a esta mujer en mis brazos, y quiero ser el único que la sostenga, que la folle incluso, ¿y sabes qué? Eso también va para las actrices que también consiguen follarla, porque quiero ser solamente yo, yo y yo, y tenerla por completo para mí.

Intento recordarme que esto es solo sexo, simplemente follar, y que no significa nada, pero si no significa nada, entonces ¿por qué no me contó acerca de ello? ¿Por qué lo mantendría en secreto?

Y entonces la hermana gemela de los celos aparece.

Sospecha.

La odio. Odio cada pulgada de esa emoción, odio sentirla reptando por mi corazón y rebuscando a través de mis pensamientos, preguntándose si hay alguna razón por la que Nari lo mantuvo en secreto, preguntándome si pronto, voy a despertarme algún día para encontrar a Nari subiendo fotos de sí misma con un italiano. Odio preguntarme si me preocupo más por ella de lo que ella se preocupa por mí, si ella se ha estado follando a otros chicos todo este tiempo, si voy a volver a tener mi corazón roto de nuevo.

Y luego hago oído sordos, a todo lo que siento. Los celos, la sospecha y la rabia. No tengo el derecho a preocuparme de que esté follando a otros chicos porque yo he estado follando a otras chicas, e incluso si no lo he hecho, “algo así como un novio” no es un término que tiene que significar monogamia. Nunca hablamos acerca de ser exclusivos. Somos estrellas del porno. Grabamos porno. Follamos a otras personas. Así es como es.

Y ahora mismo la mujer que amo está sufriendo, y ahí es donde mi atención debe estar. El resto lo puedo averiguar más tarde. Después de un par de minutos, siento que se relaja en mis brazos, sus lágrimas se van ralentizando y su respiración se va relajando. Se seca el rostro con la mano, y se ve con manchas negras por la máscara. Se echa hacia atrás, mirando mi hombro y pecho, que están manchados del mismo modo.

Suelta el tipo de risa que solo aparece en medio de las lágrimas.

—Hice un desastre en tu pecho.

—Podemos arreglar eso —digo tan alegremente como puedo, mientras todavía estoy intentando contener las amargas punzadas residuales de los celos y los instintos sobreprotectores de novio que me están diciendo que vaya a arrasar con todo. Me pongo en pie y la llevo al baño y la siento en el amplio banco de mi ducha.

Mi ducha es grande (del tamaño de los baños completos de la mayoría de la gente) y tiene un montón de cabezales de ducha, chorros y boquillas que no suelo usar, porque, como ya habrás oído, no tenemos agua en California. Pero hoy es una circunstancia atenuante, y enciento todo, tan caliente como salga.

Nari parpadea hacia mí desde el banco, de repente viéndose muy joven y triste. Y entonces todos mis celos y sospechas desaparecen por completo, bajando por el desagüe. En su lugar, siento una sobrecogedora necesidad de cuidarla y protegerla, borrar cualquier cosa mala que haya pasado, pero es demasiado tarde para eso. Solo puedo esperar atenuar el no haber estado allí, por no haber sido capaz de ayudarla.

Me acerco a ella lentamente a través del agua, ignorando el modo en que mis jeans se están empapando. Probablemente ya habrás imaginado esto, pero no me importa que mis ropas se mojen, un hábito del porno, supongo. Pero dejo mis pantalones puestos por otra razón: no quiero que Nari piense que la traje aquí para follarla. No quiero que piense que esto es sobre sexo o sobre mí, o acerca de cualquier otra cosa que no sea ayudarla a sentirse mejor.

Me mira con curiosidad, con ojos cansados a medida que me acerco, hasta que estoy en el banco.

—¿Puedo desvestirte? —pregunto.

Se muerde el labio inferior y luego asiente.

—Sí, por favor. —Su voz es apenas audible por encima del siseo del agua.

El vapor aumenta a nuestro alrededor mientras saco su camiseta húmeda de su cuerpo. Mi pene salta al ver que no está llevando nada por debajo y esas deliciosas tetas están simplemente colgando, maduras y rellenas, pero muevo mi atención a cualquier otra parte, ayudándola a sacarse sus chanclas y sus jeans cortos, tirando todo al borde de la ducha.

Una vez que está desnuda, pongo mis manos en sus codos y la llevo debajo de la cabeza de la ducha, donde le hago quedarse, mientras voy a conseguir una toalla y gel de cuerpo.

—Vas a oler como un hombre, lo siento —me disculpo a la vez que empiezo a lavarla.

—No —me corrige—. Voy a oler como tú.

La forma en que lo dice, como si fuera lo mejor que le pudiese dar, retuerce mi corazón. Rápidamente vuelvo a bajar la mirada al paño para que no vea lo mucho que me afecta, prestándole más atención a los sitios no sexuales como sus manos y pies. Incluso esto, estando así de cerca de su cuerpo, viendo caer el agua sobre sus pechos, caderas y trasero, está provocando cosas incómodas en mis jeans. Espero hasta que voy a por champú y acondicionador para reajustarme secretamente, lo que no es fácil con un jeans empapado, pero lo consigo.Me tomo mi tiempo lavando su cabello, masajeando su cuero cabelludo y frotando los mechones entre las puntas de mis dedos para limpiarlos. Te quiero, pienso, deseando que ella pudiera sentir las palabras irradiando de mi cuerpo. Te quiero tantísimo.

Pero por supuesto, no las digo, sabiendo que ahora no es el momento, no con lo que sea que está colgando sobre ella como una nube de tormenta. Le aclaro el cabello, la envuelvo en una toalla enorme y mullida y la llevo a mi cama.

Voy a quitarme los jeans húmedos y agarrar otro par cuando finalmente ella vuelve a hablar.

—No, no te pongas otro par. Ven aquí.

—Cass, no tiene que…

—Lo sé —dice firmemente—. Sé que estás intentando no hacerlo, pero es lo que quiero.

En algún lugar dentro de mí, sé que debería quejarme más, pero no puedo. No solo por lo excitado que estoy tras lavarla, sino porque la cálida confianza de su voz es innegable. Salgo de mis jeans mojados y camino hacia la cama, arrastrándome hacia su lado. Ella va inmediatamente hacia mi polla, pero agarro su mano.

—Sé que ahora me veo listo para follar, y lo estoy, pero Cass, si algo… realmente malo... pasó hoy, necesito saber sobre ello. —No uso la palabra con v, pero a pesar de eso cuelga entre nosotros en el aire.

Tarda un minuto en responder, esforzándose por buscar las palabras.

—No fui… no… —Traga saliva y baja la mirada a mi mano, grande y fuerte, envolviendo su muñeca. La suelto con rapidez.

—Quiero saber qué pasó, pero entiendo si no quieres hablar de ello. Podemos simplemente quedarnos aquí. Pero no estoy cómodo haciendo nada más, hasta que esté seguro que no me estoy aprovechando de ti. —Nari gime ruidosamente y de repente, echándose hacia atrás.

—Desearía que no fueras tan jodidamente cauteloso. Te quiero; te necesito. Solo tú me puedes hacerme sentir mejor, de la forma en que necesito.

—Entonces tienes que decirme por qué.

Parpadea mirando al techo.

—Siempre que me toques cuando esté hablando.

—Cass…

—No tiene que ser sexo. Pero Jungkook, necesito recordar lo que se siente al ser tocada por la persona a la que he elegido dar mi cuerpo. Necesito que un hombre me toque de la manera en que me gusta y quiero, porque hoy no quiero olvidarlo.

En un instante, lo entiendo. Quiero decir, no completamente, porque nunca he sido tocado de una manera en la que no tuviera el control, y porque soy un hombre, probablemente nunca estaré en esa situación. Pero su súplica es tan profundamente humana, tan profundamente vulnerable, y no puedo negársela. No puedo negarle nada, cuando es tan clara.

Me giro y me arrastro sobre ella, descansando mi peso corporal sobre mis rodillas y antebrazos, permitiendo que nuestros pechos y estómagos desnudos se toquen y mi polla rígida se presione en su vientre inferior. Le beso el cuello, los hombros y la mandíbula, y siento que se derrite con mi tacto y suelta sus últimos fragmentos de control.

Empieza a llorar de nuevo, lágrimas lentas y silenciosas, y sigue llorando a medida que dejo caer besos por todas partes, besos ligeros con solo roce de labios, y gradualmente, con la voz entrecortada, la historia emerge. Me cuenta sobre el set, sobre su incomodidad con el director y con Mark. Y luego cuando llega a la parte donde Mark la acorraló en la oficina, mis manos abiertas se aprietan en puños, y vuelvo la cara para que no pueda ver mi expresión. Porque todo en lo que puedo pensar es en asesinato. Castración y asesinato y luego castración de nuevo. Doble castración.

Ella termina y luego se acerca a mi rostro, suavemente me da la vuelta para que me vea forzado a encontrarme con sus ojos.

—¿Qué estás pensando? —pregunta, incierta y vulnerable.

Mi corazón se rompe, pero soy honesto.

—Sobre cómo quiero colgar a Mark Madden y Kim Namjoon del letrero de Hollywood.

Ella presiona sus labios juntos en lo que podría ser una sonrisa.

—Sería muy difícil llegar allí con dos cuerpos a remolque.

—No para un hombre con una determinación. —Suspira por debajo de mí, y le retiro mechones de cabello de su rostro—. No sé qué decir, Nari. Excepto que estoy tan desesperadamente furioso y con el corazón roto por ti. ¡Ojalá pudiera haber estado allí para protegerte!

—Hubiera deseado eso también —murmura, pero luego se queda en silencio, como si estuviera preocupada.

Dudo, pero luego lo digo de todos modos.

—Nari, ¿por qué no me hablaste de la escena? Nunca he mentido sobre el trabajo que estoy haciendo. ¿Tengo que preocuparme de que no estemos en la misma página…? —Mi voz levanta una pregunta al final, traicionando todos mis miedos infundados.

Mira hacia otro lado, con lágrimas nuevas en los ojos.

—Lo siento mucho, Jungkook. No quise mentirte. Pero decirte al respecto, habría significado tener una charla conmigo misma que no sabía si estaba lista para tener. Y todo es tan estúpido porque ahora lo he arruinado todo.

No estoy seguro de lo que quiere decir con lo primero, pero puedo ayudar con lo último.

—Por favor, no te preocupes por las consecuencias. Mientras esté cerca, tendrás trabajo si lo quieres, lo juro. Y personalmente voy a hacer que Mark Madden sea destruido. Ese hijo de puta no se saldrá con la suya en esto. Tampoco Kim.

Otro suspiro.

—Incluso tú tendrías dificultades para enfrentarte a Namjoon. Y gracias por la oferta de trabajo, pero también quiero trabajar en mis propios términos, ¿sabes? Eso es importante para mí. De todos modos, no estoy segura de cuánto quiero trabajar en esto después de todo… —su voz se va apagando.

Estoy confundido.

—Te refieres a, ¿no trabajar mientras pones en orden todo esto? ¿O dejar el porno? Porque esto es una mierda y horrible, pero sabes que hay lugares seguros para trabajar. Has estado trabajando en ellos durante tres años. ¡Y eres tan jodidamente increíble! No dejes que un imbécil como Mark te aleje de algo que te gusta hacer y algo que jodidamente haces bien.

—No es… —Toma una respiración profunda—. No es que no me sienta motivada, Jungkook. Pero hay algo más, algo que no te he dicho, y aún no sé qué significa para mí, ni para mi trabajo.

Estoy escuchando, pero no continúa hablando. Parece cerrarse en banda, cerrando sus ojos y apretando sus labios.

—Puedes contarme cualquier cosa —digo, inclinándome para besar la delicada piel cerca de su oído—. Cualquier cosa. Nari, por favor. Me pediste que no te dejara fuera… no me dejes fuera a mí. Cuéntamelo.

Su voz es cautelosa. Lógica.

—No creo que esté preparada para decírtelo. Todavía no lo he pensado…

—No tienes que tener escrita una tesis sobre eso, nena. Si vamos a probar esta cosa novio-novia, parte de eso es hablar uno con otro sobre cosas que pueden ser desordenadas o difíciles. Está bien si aún no lo has entendido todo. Quiero saberlo porque me preocupo por ti, y yo…

Me detengo justo antes de decirlo. No es el momento, Romeo, me recuerdo. Este no es el lugar para mi tendencia a saltar primero con el corazón, y luego con la cabeza. Nari es demasiado preciosa para mi enfoque del amor habitual, desordenado, y a plena voz.

Pero algo que digo parece descongelarla. Sus labios se separan y sus pestañas revolotean y de repente su barbilla comienza a temblar.

—¿Qué ibas a decir? —susurra.

Sacudo la cabeza.

—No es importante.

—¿En serio? —pregunta—. ¿O simplemente dices que no es importante porque no quieres hablar de eso? ¡Acabas de hablar de no dejarnos fuera mutuamente, pero también lo estás haciendo!

Mierda.

—No quiero eso —le digo—, pero tampoco… eres tan joven y no quiero arruinar esto y me preocupa que te esté presionando demasiado rápido para ti.

—No —murmura—. No lo estás haciendo.

—Pero está bien tomar las cosas con calma, quiero decir, eso es algo de lo que hablamos en la galería…

—Estoy enamorada de ti —dice bruscamente.

No hay nada más que estática y chispas en mi cerebro, y un expansivo resplandor caliente se enciende en mi pecho.

—¿Qué? —logro decir.

—He estado pensando en ello, y creo que he estado enamorada de ti durante un tiempo, pero esta mañana, se hizo completamente claro. Estoy tan enamorada de ti, que incluso la idea de correrme por otro hombre, de que me tocara donde me tocaste, me molestaba. Arañaba dentro mí. Casi me alejé de ese plató antes de entrar, porque me di cuenta que no quería hacer ese tipo de pornografía sin ti.

No me entrega esta noticia como si estuviera celebrando una gran revelación o confiando una esperanza. Comparte esto como si confesara un pecado, una debilidad, y entonces me doy cuenta del por qué… no sabe que yo también la amo. Piensa que es la irracional porque normalmente es tan increíblemente racional, y he hecho un trabajo demasiado bueno escondiendo mis sentimientos. Debe pensar que ha ido demasiado lejos, y eso la está haciendo sentirse insegura y nerviosa por decirme estas cosas.

—Sé que suena como algo que la novia más pegajosa de la tierra diría —continúa—. Sé que suena mojigato o estrecho de mente o algo por el estilo, pero toda la experiencia, la forma en que Madden me manejó y Namjoon me despidió, me hizo darme cuenta que no solo eres el hombre con el que me siento más segura en el rodaje de porno, sino que eres el hombre que me hace querer grabar porno. Si algún hombre va a tocarme, quiero que seas tú. No quiero conformarme con nada menos. Pero también entiendo lo completamente fuera de línea que esto es emocionalmente, y qué tan desagradable pueda ser para ti, y si quieres que me vaya, lo entiendo.

De hecho, incluso empieza a salir de debajo de mí, como si se fuera a ir. Pero la mantengo enjaulada contra la cama, y me inclino y reclamó su boca con un gruñido retumbante en mi pecho.

—Eres mía —digo contra su boca—. Tú me perteneces y no irás a ninguna parte.

Retrocede un poco, con las cejas fruncidas de preocupación.

—¿No estás asqueado por lo que dije?

—Nari, también estoy desesperadamente enamorado de ti. Tal vez lo haya estado desde el día en que nos conocimos. No dije nada porque no quería asustarte o abrumarte. —Muevo mi mano para que mi pulgar pueda rastrear su labio inferior—. Pero lo dijiste primero, mi valiente muchacha. Lo dijiste primero, así que sé que no te he empujado ni que estás mintiendo para hacerme sentir mejor. Realmente me quieres, ¿verdad?

Ella asiente, con esos enormes ojos castaños dorados y cristalinos.

—Lo hago —susurra.

—Mierda, gracias a Dios —suspiro, mi pulgar tirando de sus labios hacia abajo un poco. Mi erección, que disminuyó mientras ella describía el asalto de Madden, se remonta a la vida ardiente contra su estómago—. Te quiero jodidamente mucho.

Muevo mi boca contra la suya, y me besa de regreso hambrienta por un minuto, sus manos deslizándose por mi torso y manteniéndose caliente y firme contra mi pecho, pero entonces rompe el beso.

—Jungkook, necesito…

—Cualquier cosa, Cass. Di lo que quieras.

—Yo solo… —Parpadea hacia mí, y sus ojos están húmedos con nuevas lágrimas, su cara abierta con esperanza y dolor—. ¿Esto es real? ¿No estás diciendo esto para Star-Crossed?

—¿Ves cámaras aquí? —pregunto con brusquedad.

—No pero…

Aplasto mi boca contra la de ella, cortándola.

—Esto es real —gruño entre besos—. Solo somos tú y yo en esta cama, y voy a mostrarte exactamente lo jodidamente real que es.

Una lágrima se derrama de un ojo y desciende por su sien. La atrapo con mis labios antes de que llegue a su cuero cabelludo. Se inclina hacia delante y entonces siento sus manos acunar mi polla hinchada. Dejo salir un gruñido bajo.

—Por favor, hazme olvidarme de Mark —me suplica—. Demuéstrame que me amas.

—Mi chica valiente —digo, apartando el cabello de su rostro—. Tan valiente en el set y luego tan valiente conmigo. —Es su valentía lo que me lleva hacia abajo, moviéndome hacia atrás hasta que puedo acomodarme entre sus muslos y empezar a acariciar la piel suave de allí. Quiero prodigarla con montones de dinero y joyas; Quiero comprarle una casa nueva y un auto nuevo. Quiero darle algo, cualquier cosa, que le muestre cómo estoy de agradecido y desgarrado por la felicidad que siento. No solo de que ella me ame, sino porque ella me lo dijo en primer lugar, porque cada otro paso adelante en nuestra relación han sido míos, yo persuadiendo y yo liderando, y ella cautelosamente pensando las cosas antes de decir que sí.

Pero no hoy.

Hoy, ella se lanzó y desnudó su alma, sin ninguna garantía de que yo sintiera lo mismo, y sin su habitual red de seguridad de lógica y análisis. Y ver a mi Nari toda temeraria e inquieta por mi causa; me dice que tiene que amarme. Debe amarme. Debe sentir el mismo empuje turbulento y consumidor que yo siento, y eso me hace sentirme desesperado por agradecérselo, por tocarla, mostrarle exactamente como la amo también.

Como no puedo darle montones de dinero, estoy decidido a venerar su cuerpo para mostrarle mi adoración, en su lugar. En el momento en que mis labios rozan los rizos suavemente recortados justo encima de su clítoris, ella se estremece y ensancha sus piernas.

Me acomodo, deslizando mis brazos debajo de sus muslos y luego curvando mis manos sobre la parte superior para mantener sus piernas extendidas tan ampliamente como yo quiero. Y luego me sumerjo, corriendo mi lengua por todas partes y probándolo todo y sin parar, para hacer que se retuerza y lloriquee. Huele a agua limpia y a mi gel de ducha, pero cuando la abro aún más y dejo que mi lengua trace círculos dentro de su entrada, pruebo una dulzura que es suya y solo suya.

Ella se retuerce en la cama, sus manos se acercan a mi cabello, y es una de mis cosas favoritas de cuando le como el coño a una chica (tal vez lo que más me gusta) sentir sus dedos en mi cabello lacio y como tira, sintiendo sus manos en la parte posterior de mi cabeza, mientras sus caderas se levantan para frotar su coño contra mi cara.

En mi carrera del porno, he filmado algunas escenas en las que he estado juguetonamente atado, pero nunca han sido nada más que la sombra más floja de la sumisión. Pero cuando estoy entre las piernas de una mujer de esta forma, los talones clavándose en mi espalda y las manos despeinándome y rodeándome la cabeza, creo que entiendo el atractivo. Porque mientras yo sea el que está sobre mi vientre, desde mi ventaja, soy el que tiene todo el poder. Levanto la mirada hacia arriba por la elevación del hueso púbico de Nari y más arriba por la pendiente de su estómago hasta su rostro, que actualmente está arrugado por el absoluto placer, y yo soy el que le está provocando eso. Tal vez sus manos son las que tiran de mí y ella es la que me urge (más duro, más rápido, dentro, por favor lámeme dentro) pero es mi boca, mi lengua, mis habilidades. Yo soy el que la deshace de placer, y eso me hace sentir más poderoso de lo que me he sentido con una fusta en mi mano.

No estoy diciendo que quiera renunciar a la fusta, eso sí. Pero esto es igual de asombroso.

La miro de nuevo, todavía chupando y lamiendo, y la observo mientras muevo mi mano desde debajo de su muslo hasta encontrar sus pliegues. Le acaricio por todas partes (el culo, los muslos, su coño) pero es cuando finalmente deslizo un dedo dentro de ella que la veo empezar a deshacerse verdaderamente. Esta mañana se corrió con Kendi, y ahora se corre por mí, y creo que es una puta belleza, como un ciclo de vida de lamer coños, pero entonces me pregunto por un minuto si ella siente una diferencia entre Kendi y yo. Si no en su coño, en su corazón o en su mente, porque tiene que ser diferente, ¿verdad? ¿Cuándo te toca alguien que te ama?

Haré que se sienta diferente, me juro. Voy a hacerlo para que no tenga duda de que la amo, que su cuerpo aprenda maneras de responder a mí y solo a mí. Quiero poseer sus fantasías, quiero que ella piense en mí cada vez que cierra sus ojos en el set. Cada vez que otra actriz folla a Nari con su lengua, quiero que Nari se imagine mi boca, y siempre que cuando se folle con un consolador, quiero que sea mi polla con la que sueñe.

Nari tira de mí hacia ella, y me fuerza, limpiando la boca con mi brazo, a colocarme sobre ella.

—¿Qué pasa, Cass?

Su mirada se encuentra con la mía, las pupilas tan dilatadas que sus ojos son charcos negros.

Te amo —susurra, inspeccionando mi rostro—. Te amo y quería decirlo de nuevo. Quería asegurarme de que todavía era real... que tú también me amas.

Su honestidad rompe mi corazón.

—Nunca dudes de eso por un puto segundo. Siempre es real. —Me inclino para besarla y ella me besa de vuelta con hambre, lamiendo y chupando su propio sabor de mi boca, lo que hace que mi polla se ponga tan jodidamente dura que puedo sentirla dejando un lugar húmedo contra su vientre. La quiero, y quiero follarla hasta que no pueda caminar. Quiero conocer su alma, y quiero atarla y poseer su coño durante días, al mismo tiempo. Quiero venerarla como un esclavo del templo, y quiero penetrarla con tanta fuerza y tantas veces que ella me recuerde cada vez que se ponga de pie. Me toma toda mi fuerza de voluntad no apuntalar con mi polla su interior ahora mismo, mantener mi mente en el presente cuando mi cuerpo y corazón están tan singularmente unidos en el objetivo de fusionarme con ella.

Estoy temblando por mantener el control, mis músculos literalmente luchando contra sí mismos, cuando ella susurra:

—Por favor.

—¿Estás segura? —Me obligo a preguntar—. Solo porque hemos compartido cosas no significa que tengamos que… —Estoy tan duro que apenas puedo respirar y mi voz suena ronca y tartamudea—. No tenemos que hacerlo hoy.

—Quise decir lo que dije —me dice con esos ojos oscuros—. Sobre necesitar tu toque. —Ella cierra los ojos por un minuto—. Muéstrame que es real —suplica—. Fóllame como si fuera real.

—De acuerdo —digo con voz ronca—. Dame un minuto. —Extiendo mi mano hacia la mesita de noche, donde guardo un pequeño tarro de cristal de condones, pero entonces ella me detiene.

—No —dice con seriedad—. Sin protección. Te quiero desnudo. Estoy tomando la píldora, así que está bien.

Bajo la mirada hacia ella.

—¿Estás segura? —pregunto. Me tomo pruebas cada dos semanas, y sé que ella también lo hace, pero sigue siendo un gran salto de confianza—. Sé que estás limpia, nena, y sé que estás tomando la píldora, pero es un gran paso, y estamos empezando. Tenemos mucho tiempo para dar grandes pasos.

Sacude la cabeza.

—Lo quiero… a ti. Todo de ti. Nada entre nosotros.

Me apoyo sobre mis manos y dejo caer mi cabeza por un minuto, tratando de recuperar el aliento y decidir si puedo decir que no a esto. No quiero y no hay razón lógica, pero esto se siente grande. El tipo especial de algo grande que solo Nari y hacer películas me hace sentir, y me aterra.

—Tengo miedo —admito—. Nari, de estar contigo desnudo, sin barreras ni cámaras... Tengo miedo. Lo que sea que haya entre nosotros, es tan real que duele.

—Yo también estoy asustada —dice—. Pero estoy contigo. Si caemos, caemos juntos.

Si caemos, caemos juntos.

Mi corazón late con alivio y terror al mismo tiempo, y me inclino de nuevo para capturar su boca en un beso abrasador.

—Dios, te amo —digo con ferocidad—. Jodidamente mucho.

—Hazlo, Jungkook —respira ella—. Por favor. Lo necesito. Te necesito.

Me muevo poco a poco un centímetro más bajo, y (nuestras miradas están fijas la una en la otra todo el tiempo) me agacho y me tomo en mi mano y guío mi glande hinchado hacia su entrada mojada. Solo empujo dentro la cabeza de mi polla y entonces me detengo. Tomo otra profunda respiración, casi incapaz de soportar lo apretado que su coño está alrededor de mi punta. Me aprieta, se adapta a mi glande mejor que cualquier puño real, y casi quiero quedarme así para siempre, con ella mojada y rogándome, y haciéndonos prácticamente insensibles y sin hablar, solo con la mínima penetración.

Y entonces me deslizo más profundo.

Sus muslos tiemblan y sus manos se mueven en mi espalda, y siento mi polla estirándola hasta el máximo, forzando a mi eje más profundamente en su calor húmedo y suave, hasta que estoy enterrado por completo. Estoy entre sus piernas, nuestras pelvis presionadas, tocando nuestros estómagos y mi pecho rozando contra sus rígidos y oscuros pezones. Me inclino sobre mis antebrazos y la beso de nuevo, todavía sin moverme dentro de ella, dejándola que se acostumbre y permitiéndome a mí mismo enfriarme antes de que me avergüence y explote como un adolescente antes de hacer que Nari se corra.

Nos besamos largo y lento, ella se mueve suave y suspirando debajo de mí, hasta que ella está prácticamente rebosante de felicidad, hasta que ella se mueve contra mí y con el tipo de expresión abierta y cálida que irradia puro amor.

Está frotando su clítoris mientras se mece debajo de mí, y veo un oscuro rubor surgiendo en su pecho y mejillas y sé que será en cualquier momento ahora, y bastante seguro (a pesar de que no me estoy moviendo en absoluto) que ella se está moviendo a sí misma para alcanzar el orgasmo debajo de mí, las puntas de sus pies se mueven contra las sabanas, mientras busca más fricción y profundidad.

—Eres tan jodidamente hermosa —susurro, observando cómo su rostro se ruboriza, mientras trabaja en mi polla, viendo esas fugaces sonrisas sexuales que persiguen sus labios mientras se acerca al borde. Se me ocurre que no he follado a una mujer en la posición de misionero en no sé cuánto tiempo, porque no es una gran posición con la que filmar. Prefiero las posiciones donde los espectadores pueden ver mi polla y el coño precioso y rosado, mientras se están jodiendo, y el misionero oculta tanto de lo bueno.

Excepto que se siente jodidamente increíble, para mí y para ella, y hay algo más. Olvidé lo íntimo que es. Nuestra piel se está tocando por todas partes, por todos lados, nuestros muslos deslizándose juntos, nuestros estómagos, nuestros brazos y nuestros labios. Estoy tan cerca de ella y puedo ver cada expresión, cada uno de sus pensamientos no expresados, y sé que ella puede ver los míos. No hay nada entre nosotros: no hay condón, ni cámara, ni paredes invisibles de negación o miedo. Solo nos estamos moviendo juntos como uno solo, una intimidad tan profunda y febril que casi me siento fuera de mí, como si mi alma realmente estuviera dejando mi cuerpo para buscar la de Nari.

Es lo más cercano que me he sentido a cualquier mujer, alguna vez.

Justo cuando comienza a llegar al clímax, tengo este pensamiento incómodo, ese pensamiento que viene de la nada, de que esto es lo mejor que nunca voy a tener. Que voy a mirar hacia atrás, a este momento, un día y darme cuenta que fue cuando éramos los más cercanos, los más sencillos, los más enamorados. Y me doy cuenta del hecho de que no hay cámaras entre nosotros en este momento, no hay cámaras para capturar este momento para siempre. Hace que se sienta tan frágil, como si pudiera desaparecer en cualquier segundo, y ¿cómo soporta la gente esto? ¿Este sentimiento, de amor y de éxtasis, que se están resbalando de entre sus dedos? Con una cámara, podría aferrarme a ello, congelarlo en el tiempo. Pero sin una, no hay nada que proteja este momento de ser arrastrado al olvido.

Y luego llega la comprensión del olvido mientras ella se deshace a mí alrededor, mientras grita, se flexiona y se estremece con las olas de su liberación.

Quiero todos estos momentos. Quiero solo estos momentos. Porque la única manera de aferrarme a ellos es retenerla, y la forma en que quiero mantenerla es algo que nunca antes había sentido. Quiero darle todo de mí, todo el tiempo, siempre, y ¿qué diablos significa eso? ¿Significa eso que no quiero follar a otras mujeres? Eso es ridículo, por supuesto, pero la respuesta está justo debajo de mí, recuperándose de su orgasmo, con ojos vidriosos y sin aliento.

Creo que podría solo querer a Nari.

Creo que la amo de una manera que nunca había amado a nadie antes.

Creo que quiero darle todo de mí. Todo de mí. Lo que significa que no voy a entregarme a nadie más.

Porque esa es una cosa que la economía del porno no puede borrar; estar compartiéndote a ti mismo, sin cesar, una y otra vez. Piezas privadas de ti mismo, y quiero darle a Nari todos mis trozos, todas las partes de mí que tengo para compartir.

Una bola de pánico se aprieta en mi estómago, porque no sé cómo digerir nada de esto. Trato de apartarlo todo a un lado, pero cuando empiezo a friccionar mis caderas contra las suyas, veo mi cámara en mi mesa de noche. Está oscuro y no se ve nada, pero su presencia me tranquiliza y me preocupa a la vez. ¿Quién es Jeon Jungkook, en serio? ¿Y qué quiere?

Entierro mi rostro en el cuello de Nari, oliendo su piel y mi cuerpo limpio y la más ligera esencia de canela, y no puedo saber todas las respuestas a esas preguntas todavía, pero sé que todas esas respuestas comienzan con la misma mujer.

—¿Se sintió bien correrse en mi polla, nena? —pregunto, todavía moviéndome adentro y afuera, despacio y con calma.

—Sí —dice aturdida—. Tan bueno.

Me muevo hacia arriba sobre mis manos, empujando sus piernas más abiertas. La observo, mientras ella me observa, sus ojos en donde estamos unidos mientras empiezo a entrar y salir, la gruesa cresta y las venas de mi polla relucientes en su coño. Su mirada se transforma de satisfecha a hambrienta, y miro hacia abajo también, amando la vista de mi polla extendiendo su agujero, de sus piernas abiertas para mí y solo para mí.

Pero no, ese pensamiento trae de vuelta las preguntas sin respuestas, y por lo tanto me concentro en follarla, tomando el ritmo y penetrándola cada vez más rápido, hasta que estoy gruñendo y ella está jadeando. El color es agudo en sus mejillas, y siento que mis bolas se aprietan ante la idea de venirme en ella de esta manera, pero no estoy listo, no estoy listo en absoluto. Quiero que este momento dure para siempre.

Así que reduzco la velocidad y cambio mis golpes cortos a golpes largos y profundos. Voy tan profundo que siento su cuello uterino, y ella deja escapar medio jadeo, medio gemido.

—¿Te gusta esto?

Cierra los ojos y asiente.

—Eres tan grande —dice en un susurro tenso—. Incluso después de correrme. Pensé que podría ser menos ajustado, pero me siento tan llena…

—Una chica tan valiente —tranquilizo a Nari con un ronroneo bajo, profundo—. Una chica tan valiente por tomar una polla tan grande.

Se ruboriza por el elogio, viéndose tan vergonzosamente orgullosa y joven que tengo que agachar la cabeza y morder su hombro para no mirarle el rostro, porque me correré en un instante si sigue usando esa mirada.

—Es la polla más grande que has sentido dentro de ti, ¿no? Dime lo grande que es. Dime qué tan grande se siente dentro de ti. —Para puntuar mis palabras, empujo con profundidad, amando lo apretado que su coño se siente a mí alrededor, como un torno apretado y caliente.

Sus pestañas revolotean cuando golpeo ese lugar profundo en ella, y entonces gime.

—Se siente como si me estuvieras dividiendo por la mitad —dice con voz estrangulada—. Puedo sentirte en todas partes.

Guio sus piernas hacia arriba para que sus tobillos se enganchen más allá de mis hombros, y luego me inclino hacia adelante en mis brazos, hundiéndome en su coño. Puedo llegar más profundo en esta posición, y lo uso a mi favor, acariciando y frotando ese lugar especial.

—Mierda —gime, girando su cabeza de lado a lado—. Jungkook, oh Dios mío.

—Voy a hacerte venir tan duro, Cass.

—Jungkook, yo-yo no creo que pueda… oh Dios, oh Dios, oh Dios…

—Mírame, cariño. Solo sigue observándome, ¿de acuerdo?

Está temblando incontrolable, y puedo sentir la punta dura de mi polla masajeando su útero, besándola una y otra vez, me retiro lo suficiente como para arrastrar la ancha cresta contra su punto G antes de empujar de nuevo hasta presionar contra su cuello uterino. Su cabeza se sacude, sus muslos se estremecen contra mí, y puedo decir que está luchando porque se siente demasiado grande, demasiado intenso.

—Nari, mírame —le insto, y ella finalmente lo hace, sus ojos abiertos y desesperados—. Eso es —digo persuasivamente—. Déjame cuidarte. Déjame hacerte sentir bien.

—No creo que pueda —dice, un poco violentamente, pero sigo adelante, susurrándole palabras de aliento, vas a sentirte tan bien y qué chica tan buena y valiente y estoy tan adentro, nena, tan jodidamente adentro, y entonces veo sus manos arañando las sábanas y los músculos en su cuello muy tensos.

Y luego sucede. El estómago de Nari empieza a tensarse visiblemente y cada músculo de su cuerpo se estremece y se arquea sobre la cama, su rostro se contorsiona de éxtasis. No puede hablar, apenas puede hacer ruido que no sea el suave lamento que viene de algún lugar de su garganta, y está en otro plano, en otro mundo, su cuerpo convulsionando en contracciones largas, profundas y lentas que la consumen, la devoran, la transforman.

Orgasmos cervicales, señoritas. Son una gran cosa, y son intensos. Nari se ha desmoronado por completo debajo de mí, ajena a todo, excepto a las profundas ondas de liberación que salen desde su útero hasta las puntas de sus dedos y las plantas de sus pies. Y a diferencia de sus orgasmos clitorianos, esto dura una eternidad. Segundos y minutos y lo que se siente como horas viendo (y sintiendo) a la mujer más hermosa del mundo temblar y fracturarse en miles de millones de piezas brillantes. Ningún hombre puede durar sintiendo eso alrededor de su polla, viendo que sucede bajo él, y no soy la excepción, porque nunca ha sido tan increíble, nunca se ha sentido tan bien, y maldito Dios, si no me he perdido completamente en ella.

—Hazlo —jadea—. Córrete dentro de mí.

—Lo haré —gruño, dejando sus piernas caer de nuevo a la cama y conduciéndome en ella rápido y duro—. Va a ser tan increíble para ti, Cass.

Sus manos encuentran mi trasero, sus dedos clavándose en mis cachetes e instándome a ir más fuerte, más rápido, y se siente tan bien y se ve tan bien, toda suave y saciada debajo de mí. Su coño es tan jodidamente apretado, aferrándome y apretándome, y santa mierda, quiero casarme con esta mujer, y luego con un gruñido entrecortado, mis bolas se contraen y exploto.

Me corro duro dentro de ella, bombeando chorros calientes de semenprofundo dentro de ella, nuestros ojos fijos el uno en el otro y el aire pesado con magia. Todo mi torso se sacude, mi pelvis llena de una liberación ardiente y feroz como el sol, desatándose olas y olas de placer profundo y agitado. Bombeo, empujo y follo a través del clímax, sintiéndome drogado, ebrio, vertiginoso e intoxicado por Nari, apoderado por ella, totalmente vivo y extasiado por ella. Siento el calor húmedo de mi orgasmo dentro de ella, veo los puntos oscuros de sus pezones erectos y la lujuria ardiente en su cara, y eso hace que me siga corriendo. Y los pulsos siguen llegando, una y otra y otra vez, y me vacío dentro de ella, drenando mis bolas hasta que ella se llena de mí. Hasta que está goteando entre nosotros dos.

Cuando los pulsos finalmente disminuyen, la habitación huele a sexo terroso y canela, y terminamos hechos un desastre. Con sudor en nuestros estómagos, así como semen y sus jugos manchando nuestros muslos. El cabello largo de Nari está enredado como una maraña, parece que un huracán destrozó mi cama, y puedo sentir rasguños floreciendo en ligeras y provocativas punzadas de dolor en mi espalda y las mejillas de mi trasero.

Estoy tan jodidamente enamorado.

Me inclino para besarla, un profundo beso sentido, sin la urgencia de antes. Me tomo mi tiempo explorando su boca, prodigando atención en cada pliegue de sus labios, cada deslizamiento sedoso de su lengua. Ella deja sonar un ronroneo en su pecho, un ronroneo feliz y contento, y me retiro con una sonrisa.

—¿Estás… ronroneando?

Ella se ríe.

—Sí. Supongo que lo hago.

Mi pecho se hincha un poco. He dado a muchas mujeres muchos orgasmos, pero creo que esta es la primera vez que he hecho que una mujer ronronee de satisfacción.

—Vamos a ver cuánto tiempo puedo hacer que ese ronroneo dure, gatita. Date la vuelta.

Después de esto tan intenso, creo que me retiro hasta prontito, es que... Uff, diganme ustedes si no les gusta los encuentros entre estos dos.

Me despido.

Lxs sarangheo

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