25.0
Jeon Jungkook
Sus labios se separan tan ligeramente, y ahora tiemblan, mientras busca una respuesta, y oh Dios mío, voy a devorar su boca si la observo por más tiempo. Con una rápida mirada a nuestro alrededor, tomo su mano y la empujo entre dos de los lienzos del zodíaco, y de repente el ruido se apaga un poco y estamos a solas, intercalados entre la lona y el ladrillo expuesto. La llevo un poco más lejos alrededor del borde exterior de la exhibición, hasta que estamos cerca de la parte posterior del espacio de la galería. Aquí, los espacios estrechos entre los lienzos se cubren con un grupo de paneles de gasas y la escasez comparativa de luces en este rincón da una capa adicional de sombras.
En otras palabras, aunque solo unos pocos centímetros de tela, lienzo y pintura nos separan de las otras personas en la galería, no será fácil de ver, a menos que alguien se tome la molestia de mirar la diferencia de quince centímetros entre el suelo y la parte inferior del lienzo, pero honestamente dudo que eso suceda.
Una vez que estamos lo suficientemente ocultos, tomo su copa de vino y la coloco en una repisa cercana con la mía, y dejo la bolsa en el suelo. Nari parece que ha usado este intervalo para recomponerse un poco.
—No puede ser una cita real si lo estamos filmando —dice, levantando ligeramente la barbilla—. Esto es increíble, Jungkook, no me malinterpretes. Ningún hombre ha hecho algo semejante por mí. Pero una vez que encendemos la cámara, es diferente. Tienes que ver eso. Incluso si no es únicamente planeado, no puede ser completamente genuino.
Ya estoy sacudiendo la cabeza.
—No creo que tenga que haber una barrera entre el arte y la vida. No creo que capturar un momento lo haga menos auténtico.
Me dirige una sonrisa triste.
—¿Pero qué pasa cuando ese momento está siendo capturado para ganar dinero? ¿Cuándo ese momento se está haciendo para vender? ¿Cómo puede eso no afectar retroactivamente al momento en sí?
Una pequeña voz dentro de mí se pregunta si ella tiene un punto, pero la empujo a un lado. Quiero demostrarle que podemos tenerlo todo: la realidad y la cámara, y que todo lo que se necesita es un cambio de perspectiva.
Después de todo, ¿no era eso lo que estaba tratando de explicarme sobre El Colgado? ¿Perspectiva?
Me acerco a ella.
—¿Me dejarás intentar convencerte?
—¿Convencerme de qué?
Me inclino hacia delante y me apoyo contra la pared con mis antebrazos, encerrándola entre la pared y yo.
—Déjame encender la cámara —digo, usando la punta de mi nariz para trazar la línea de su mandíbula. Ella se estremece y la piel de gallina estalla por toda su piel—. Déjame filmarnos haciendo lo nuestro esta noche y mostrarte lo real que puede ser.
—No estoy diciendo que no quiera filmar —dice. Llevo el lóbulo de su oreja entre mis dientes y ella suelta un suave gemido—. Yo solo…
—Sé lo que estás diciendo —le susurro al oído—. Y lo que estoy diciendo es que quiero que estés abierta a la idea de que se sienta real. Quiero que te olvides de la cámara mientras te estoy tocando.
—No puedo —protesta débilmente.
—Creo que puedes. ¿Al menos déjame intentar ayudarte?
Ella suspira, medio resignada, medio rendida al placer porque mi boca está ahora en su cuello.
—Está bien —cede—. Trataré de olvidarme de la cámara esta noche.
Le doy a su cuello un último mordisco suave y luego me estiro, buscando mi bolso.
—Espera, ¿ahora? —pregunta, sonando horrorizada—. ¿Aunque todavía hay gente aquí?
Le doy una sonrisa malvada.
—¿Estás siendo modesta, Min Nari?
—Hay una diferencia entre modesta y respetuosa de la ley —responde.
Decidido, saco la cámara y la enciendo, colocándola en la repisa, de modo que esté dirigida a nuestra esquina.
Mientras ajusto los preparativos para compensar la luz tenue, Nari recita todas las razones por las que es una mala idea filmar en este momento.
—Podríamos ser atrapados. Podríamos ser expulsados. Podríamos ser arrestados. Descubrirán que no tienes los permisos adecuados y podrías recibir una multa. Incluso Alexa podría tener problemas.
Satisfecho con la cámara estando bien montada, camino hacia ella y la devuelvo lentamente a la pared. Su voz vacila y sus palabras se desvanecen cuando mi estómago toca el suyo, y luego ella jadea mientras mis caderas avanzan y presiono mi erección creciente contra ella.
—No estoy ignorando tus preocupaciones —le digo, deslizando una mano alrededor de su cintura y la otra en su cuello para sostener una de sus mejillas—. Pero quiero que confíes en mí. Déjame cargar con tus preocupaciones, y prometo cuidar de ti. Seré responsable de ti, de nosotros, y me aseguraré de que no nos pillen.
La siento vacilar, y aunque no quiero nada más que sellar mis labios sobre los de ella y besarla hasta hacer desaparecer la resistencia en ella, tengo que saber si esto es o no es un límite real para ella.
Utilizo mi mano para guiar su cara de modo que me esté mirando.
—Nari, está bien si esto es un límite. Estar en público. Todo lo que tienes que hacer es decírmelo.
Se muerde su labio inferior ligeramente, y entonces finalmente sacude su cabeza.
—Mientras escuches si alguien…
—Te doy mi voto solemne.
—… entonces supongo que está bien.
—¿Supones? Necesito más que eso, Cass.
Toma aliento.
—Estoy segura que está bien.
—No sé si eso es mucho mejor. —Ahora estoy completamente duro, y todo lo que quiero es empezar, pero tengo que saber que ella se siente segura y cómoda. De lo contrario, no sirve—. Parece que no estás segura… ¿quieres intentarlo y luego si necesitas parar, podemos parar?
Su frente se arruga.
—¿Como si usáramos una palabra segura?
—Exacto, pero puedes simplemente chasquear tus dedos si quieres. —He descubierto que a muchas chicas les cuestan vocalizar sus límites, incluso con permiso, y a veces cosas como chasquear los dedos son más fáciles.
—Bien. Chasquearé los dedos si quiero parar. Pero no creo que necesite hacerlo. —Ella me da una pequeña sonrisa—. Confío en ti.
—Gracias a Dios —exhalo—. No sabía cuánto tiempo más podía evitar besarte.
—Entonces, no esperes más —dice, y no lo hago. Tengo algo que demostrar, después de todo.
Bajo la cara, rozando su boca una vez, dos, tres veces antes de plantar firmemente mis labios contra los suyos. Por un minuto, todo parece singularmente lento y distinto: sus pequeñas inhalaciones y exhalaciones cosquillean la piel por encima de mi labio superior, la forma en que su mano encuentra la parte posterior de mi cuello para acercarme aún más a ella, la forma en que mi corazón retumba en mi pecho cuando acuno su rostro contra el mío. Y entonces el tiempo nos alcanza del todo en un borrón, los dedos de Nari encontrando mi cabello y tirando, mi mano cayendo bajo más allá de su cadera. Levanto su falda hasta que mi mano encuentra la piel desnuda de su culo y luego estoy agarrando y apretando la deliciosa curva de carne firme, mi polla saltando cada vez que mis dedos se clavan en su piel.
Ella está tan ocupada, su otra mano encontrando el dobladillo de mi camisa y luego deslizándola por mi estómago para trazar líneas de arañazos ligeros a través de mis abdominales. Siseo cuando encuentra un pezón plano y lo aprieta, la sensación viajando directamente a mi polla.
Profundizo el beso, separando sus labios con los míos y lamiendo dentro de su boca. Es dulce, como el caramelo de algodón que comió antes, y caliente, y como un rayo, recuerdo que me va a chupar con esa dulce boca caliente, y tengo que retirarme por un segundo para aclararme la cabeza.
—¿Qué? —murmura, usando el descanso en el beso para mover su boca a mi cuello, succionando y mordiendo lo suficiente como para dejarme un moretón, y tengo que envolver mis manos alrededor de la repisa de ladrillo para evitar empujarla hasta las rodillas justo entonces y ahí.
Contrólate, jodido idiota.
Después de todo, se supone que estoy probándole algo, ¿verdad? No simplemente demostrando cuánto quiero que ella me toque. Voy a demostrarle lo real y natural que podemos ser, incluso con la cámara encendida.
Con mi resolución renovada, doy un paso atrás.
—Date la vuelta —digo, manteniendo mi voz baja para beneficio de la gente que disfruta del arte a solo unos metros de distancia.
Mordiéndose el labio inferior, gira de modo que queda frente a la pared. Me inclino lo suficiente para que mi boca se acerque a su oído.
—Apoya las manos contra la pared —susurro.
Ella se estremece y más de esa deliciosa piel de gallina aparece, pero obedece, sus delgadas manos extendiéndose amplias y planas contra el ladrillo. El delgado vestido que lleva se ha subido ligeramente en la espalda, y coloco una mano en medio de sus omóplatos y la empujo hacia delante aún más, de modo que el dobladillo del vestido apenas enseña su culo.
Y entonces, caigo de rodillas, mis palmas deslizándose por la parte de atrás de sus muslos hasta su trasero. Levanto el dobladillo de su falda solo un poco hasta que está en su mayoría descubierta y luego separo sus mejillas traseras para ver una fina tira de encaje cubriendo su coño. Lleva una tanga, blanca como la nieve fresca, y tengo los vislumbres más enloquecedores de lo que esconde esa tira: diminutas florituras de brillantes semicírculos rosados y pequeños de suave bronce.
Sin vacilar, entierro mi rostro allí, el dorso de mi lengua corriendo sobre la tira para terminar presionada contra su clítoris. Ella jadea por encima de mí, sus piernas abriéndose más para concederme un mejor acceso, y le agradezco su petición tácita, repitiendo el movimiento sobre su clítoris y luego moviendo mi lengua a su entrada, ella y yo juntos empapando completamente la tira hasta el final. Puedo saborearla a través de la tela, y el sabor es un equilibrio perfecto de dulce y femenino, un sabor que desencadena todos mis impulsos masculinos más primordiales.
Enganchó un dedo en su tanga y la empujo a un lado, y para el momento en que mi lengua hace contacto sin trabas con su coño, ella gime sin aliento y se levanta de puntillas. Con mi dedo todavía sosteniendo la tanga a un lado, lamo de su clítoris al botón pequeño de carne firme entre sus mejillas, y repito el proceso varias veces, hasta que puedo sentir su respiración acelerándose. Entonces añado un dedo, después dos, curvándolos contra la sensible pared frontal de su coño a medida que muerdo y chupo su culo.
Ella ahora respira con dificultad, sus muslos tensos, así que abandono su entrada y empiezo a frotar su clítoris rápido y duro. Lanza la cabeza hacia atrás, sus dedos convirtiéndose en garras contra el ladrillo, y luego me retiro. Completamente.
Se gira, aturdida y enojada.
—No te detengas —jadea, y me encojo de hombros perezosamente. Llevo mis dedos a mi boca para chupar su sabor en ellos, y sus ojos se entrecierran. Hago un pequeño baile interno de victoria cuando ella no mira a la cámara ni una vez mientras da un paso adelante. Sabía que distraerla del rodaje significaría hacerla concentrarse solo en mí, y dejarla enojada y necesitada parecía ser la mejor manera de hacerlo. Parece que lo he conseguido.
—Haz que me corra —dice en una súplica furiosa.
—Pero si eres muy linda cuando estás enojada.
—No jodas conmigo, termina de follarme.
—¿Qué tal… —ofrezco maliciosamente—, si me das una mamada, y luego pienso en acabar contigo?
—Bastardo. Puedo acabar conmigo sola. —Levanta su vestido y luego mueve su mano debajo de su tanga, cayendo contra la pared cuando encuentra su clítoris con sus dedos. Dios, estoy tan jodidamente contento de estar filmando esto, aunque ella lo haya olvidado.
La observo con hambre, viendo cómo sus dedos se mueven bajo el encaje y sus pezones se endurecen y se tensan contra su vestido. No tengo que mirar hacia abajo para ver que mi polla está casi rogándome para que haga algo; puedo sentir la mancha húmeda creciendo en el interior de mis pantalones.
Pero aun así espero, espero hasta que sus mejillas están enrojecidas y sus ojos están cerrados, cuando su orgasmo es inminente, y entonces, agarro su muñeca y arranco su mano lejos de su coño. Sus ojos se abren y una expresión de hermosa rabia incandescente ilumina su rostro.
Detrás de nosotros, oigo que la música de la galería cambia a una suave melodía, lo cual hace que los pasos en las maderas nobles de la galería y la charla animada parezcan aún más cercanos, como si en cualquier minuto la gente pudiera empujar a través de la tela y encontrarnos.
Me encanta jodidamente eso.
Naei, sin embargo, luce como si el amor no estuviera en ninguna parte cerca de lo que está sintiendo, y trata de apartar su muñeca de mí. Cuando no la dejo, intenta empujar su otra mano abajo hasta su coño, y tampoco la dejo hacer eso, atrapando su cuerpo entre el mío y la pared y no dejando espacio para que ella se toque.
—Mierda —gime, intentando retorcerse contra mí, y yo sonrío.
—Parece como si quisieras algo —digo alegremente.
—Jódete.
—Mmm —respondo, lentamente guiando su mano a su boca. Ella no se resiste, dejándome empujar sus dedos por sus labios para tocar su lengua. Lame su propio sabor de la punta de sus dedos con relamidas deliberadas, como un gato, y observo su lengua obsesivamente. Mierda, no puedo esperar hasta que esté sobre mi polla.
—Creo que podrías querer algo —repito, mis ojos todavía fijos en su boca—. ¿Y sabes lo que pienso?
Levanta una ceja hacia mí, pero no muy alto. Sus ojos están vidriosos por la lujuria, su pulso palpita duro en su garganta, y creo que está al borde del pensamiento coherente en este momento.
—Creo que esa cosa que quieres se sentiría incluso mejor con mi boca que con tus dedos. —Su lengua sale para mojar sus labios, y para demostrar mi punto, cuidadosamente chupo uno de sus dedos en mi boca, mordisqueándolo y lamiéndolo.
Gime silenciosamente.
—¿No quieres que use mi boca? ¿Qué ponga mi boca en tu bonito coño?
Asiente.
—También quiero hacer eso. Por lo menos, creo que lo quiero hacer. Tal vez deberías convencerme.
Tan pronto como lo digo, tengo un rápido momento de lúcido pánico. A pesar de que planeamos la escena de esta noche para ser una mamada, creo que he hecho un trabajo bastante eficaz en desorientarla y sacarla de la mentalidad de escena típica. Que era lo que quería, obviamente, pero también necesito asegurarme de que no esté tan aturdida que la esté forzando a hacer cualquier cosa.
Me inclino hacia delante, mis labios moviéndose contra su oreja.
—Recuerda, puedes chasquear tus dedos en cualquier momento, ¿de acuerdo?
—Lo sé —murmura y cuando muevo mi cabeza para mirarla, sus ojos están claros y lúcidos. Perfecto.
Manteniendo mis dedos enrollados alrededor de su muñeca, alcanzo con mi otra mano y abro la hebilla de mi cinturón. Ella mantiene sus ojos en los míos a medida que desabrocho mis pantalones, mientras tiro mi cremallera hacia abajo con un débil ronroneo.
—Dios, he estado deseando esto —murmuro—. Jodidamente mucho.
Mi polla está finalmente libre, y Nari me da un pequeño pellizco travieso en mi mandíbula antes de agacharse hasta arrodillarse frente a mí. Jesús, mierda, incluso solo eso es casi demasiado, con la forma en que el mordisco envía una pequeña ráfaga de dolor hacia abajo por mi espina dorsal, con la mirada en su rostro a medida que se arrodilla, como si estuviera a punto de darme la mamada más feroz de la historia.
Sí, por favor.
Empuja mis pantalones más abajo para que todo mi eje esté expuesto, y me toma en su mano. Normalmente en este momento, una actriz porno bombearía mi polla unas cuantas veces, tal vez incluso jugaría con sus labios con ella, y siempre me gusta, en cualquier momento, que las actrices hagan eso, porque oye, una mujer jugando con tu polla es una mujer jugando con tu polla. A caballo regalado no se le mira el colmillo y todo eso.
Pero Nari hace algo diferente, y me hace algo a mí, me vuelve loco. Sostiene mi polla y la mira, sus labios entreabiertos y sus ojos muy abiertos, como si no pudiera creer que realmente me está sujetando. Desliza sus dedos de arriba hacia abajo lentamente, no para estimularme, sino para sentirme y tocarme, medirme y pesarme. Aprenderme y memorizarme.
Todo acerca de sus manos y su expresión hace que parezca que está aturdida, ansiosa y agradecida, y maldita sea, es tan jodidamente sexy. Y para el momento en que presiona sus labios en la parte inferior de mi polla, estoy listo para explotar.
Más que nunca, soy consciente de la gente arrastrándose alrededor de nosotros, del hecho de que si alguien mira debajo de la pintura verán mis jeans caídos alrededor de mis tobillos, las rodillas de Nari en el suelo. Pero siempre y cuando permanezcan en su lado del arte, no me importa. De hecho, hace que sea mucho más caliente, pero no importa eso ahora, porque Nari está besando mi polla.
No chupando. No lamiendo.
Sino besando.
Pequeños y dulces besos, desde mi base hasta mi punta, suaves y cálidos. Y luego el sentimiento de que ella es tan jodidamente joven regresa, pero estoy demasiado lejos para preocuparme o sentir cualquier cosa al respecto en este momento. En cambio, me deleito, me deleito con los pequeños besos inocentes y sus ojos abiertos y oscuros, que han pasado de enojados a implorantes.
Y como un destello, mi mente está de vuelta a Real Playdates, a la Nari de dieciocho años adorando mi polla con su boca. Tan pronto como la vi en ese set, me sentí hechizado. Era hermosa, fresca, suave y firme todo al mismo tiempo, y después de verla ponerse encima de Lana, su grueso culo en el aire, no necesitaba preparación alguna cuando llegó el momento para mí de entrar. Verla con mi entonces novia me había puesto duro como una piedra, y luego cuando se arrodilló frente a mí, lamiendo y besando mi polla con el tipo de inexperiencia y vacilación ansiosa que me decía que no había dado muchas mamadas antes…
Bueno, la directora casi consiguió un disparo más del que ella me había pagado.
Solía justificar la respuesta de mi cuerpo a Narii ese día como una reacción pervertida a su juventud o tal vez solo una reacción natural a una mujer nueva, pero la verdad me está mirando a la cara ahora mismo con dilatados ojos ámbar: no es ninguna de esas razones . Es Nari. Ella me hace esto, me lleva al borde, y sin importar cuántas veces me chupe, cuántas veces me toque o yo la toque, siempre será así.
Demonios, en este punto, incluso me he olvidado casi por completo de la cámara, y sé que debería hacer que esta mamada durara más, debería retroceder un poco, porque si estoy así de lejos sin ella llevándome a su boca todavía, si estoy así de cerca solo con estos besos… Pero mierda. Quiero esto. Lo quiero así.
Me agacho y le acaricio el cabello.
—Lámelo —la instruyo, y lo hace, empezando con mi base y lamiendo hacia la punta. Una y otra vez, burlonamente, desesperadamente, y me doy cuenta que está imitando cómo la follé con la lengua antes, con los largos y burlones golpes—. Muy lindo —digo. Mi pulgar encuentra su labio inferior, y atraigo su boca abierta—. Pero sabes lo que quiero.
Ella sonríe, mi pulgar todavía en su labio.
—Entonces, ¿por qué no lo tomas? —bromea.
Bien, entonces.
Me empuño a mí mismo cerca de la base y empujo mi coronilla contra sus labios, trazando el puchero en forma de corazón una vez, y luego una vez más, antes de pasar perezosamente de ese puchero al calor húmedo que hay dentro. Por un momento, ella no hace nada más que mirar hacia arriba, hacia mí, su lengua suave y todavía contra mi polla. Y no es como si estuviera siendo pasiva por inexperiencia o renuencia o incluso picardía… una vez más, tengo la sensación de que ella está tratando de guardar esto en la memoria, la forma en que mi cara se ve ahora mismo y tal vez la forma en que me siento contra su lengua.
No puedo culparla. Quiero guardar esto en la memoria también, cada detalle, el mechón de cabello en su frente, la forma en que sus labios se extienden alrededor de mi eje, la forma en que sus ojos buscan los míos, pidiendo permiso o afirmación o absolución.
Y entonces sus manos se deslizan alrededor de mis caderas y sus dedos encuentran mi culo, apretándome mientras empieza a chuparme.
—Santa mierda, Nari —digo entrecortadamente (y tal vez un poco demasiado fuerte), pero no puedo evitarlo. Su boca es como este Valhalla de seda mojada, sus labios sellados para crear el tipo de succión que haría a un hombre llorar. Y créeme, estoy a punto de llorar.
Sostiene mi culo y traga contra mí, haciéndome gemir, y luego se retira para concentrar su atención en la punta, chupando y arremolinando.
—Quiero ir más profundo —me las arreglo para decir después de algunas respiraciones profundas—. ¿Puedo ir más profundo?
—Sí —susurra con sus labios todavía mayormente ocupados, sonriendo como si solo le ofreciera un auto nuevo en lugar de pedirle que llevara mi polla por su garganta.
Qué mujer.
Extiendo mi mano hacia atrás para atrapar una de sus manos y luego la muevo al frente para que esté apoyada contra mi cadera y ella pueda fácilmente detenerme si voy demasiado profundo. Y luego acuno su cara con una mano a medida que le doy de comer mi polla con la otra, empujando más allá de sus labios, dientes y lengua hasta que le golpeo la parte posterior de su garganta, y que me jodan pero es tan perfecta, incluso más perfecta de lo que yo recuerdo de Real Playdates. Me toma tan voluntariamente, tan fácilmente, y siento que las placas blindadas de mi control comienzan a abrirse y desmoronarse.
Me retiro, dándole un minuto para respirar, y luego empujo de nuevo, un poco más áspero esta vez. Estar de rodillas no es la forma más fácil de llegar a la garganta profunda, y no quiero lastimarla ni hacer que se atragante. Pero a pesar de que sus ojos lagrimean un poco, me traga sin problema, sus pestañas incluso aleteándome coquetamente. Confiando en que ella me detendrá con su mano o chasqueando sus dedos para señalarme si necesita ralentizar o detenerse, recupero el ritmo, conduciéndome más profundo y más rápido ahora. Mis manos se ven tan grandes envueltas alrededor de su cabeza de esta forma, grandes y poderosas, y yo estaría mintiendo si no digo que esto alimenta mi lujuria aún más. El intercambio de poder, esta jovencita arrodillada frente a mí mientras me follo su cara, me vuelve loco, y el hecho de que es una mujer joven a la que amo y respeto, eso hace que la degradación fingida sea aún más sexy.
Me impulso de nuevo, esta vez tan profundamente que siento su nariz presionarse en mi estómago, sus labios y lengua reflexivamente tragando y apretándose alrededor de mi base, y podría venirme así, justo así, sintiendo esa nariz contra mi estómago, su cabeza en mis manos, y mi punta siendo apretada tan firmemente.
Mis bolas se preparan con anticipación, pero todavía no estoy listo para venirme. Quiero que esto dure para siempre.
A pesar de que ella no está chasqueando o empujando, siento que necesita un respiro y me retiro, dejándola respirar, y lo hace con un jadeo, las lágrimas acumulándose en las esquinas de sus ojos y manchando su maquillaje. Se ve tan hermosa ahora, su maquillaje borroso y su cabello increíblemente enredado, y tomo algo de ese cabello en mi puño ahora y la empujo hacia arriba, no fuerte, pero lo suficientemente fuerte para que ella se levante.
Mi boca cae sobre la suya y siento rastros de mí mismo, sal y jabón, y su boca está húmeda y jadeante. Me besa de vuelta desordenadamente, desesperadamente, como si estuviera luchando contra su propia necesidad de respirar, y estoy prácticamente desgarrando el cordón en sus caderas para tirar su tanga hacia abajo. Finalmente me las arreglo para bajarlo por sus rodillas y luego mis dedos están allí en su lugar secreto, el cual está imposiblemente mojado ahora. Está tan mojada que su entrepierna está lisa, y es puro instinto el que me hace dar un paso adelante y mover mi polla contra ella. Siento la piel de su estómago, los sedosos rizos entre sus piernas, y luego sus manos se están deslizando entre mis jeans y mi trasero de nuevo, jalándome aún más cerca.
Es un accidente, o al menos pienso que lo es, la primera vez que ella se levanta sobre los dedos de sus pies y mi polla se desliza en su entrepierna. Un segundo, me estoy acomodando contra ella como un adolescente caliente, y al siguiente segundo, mi polla está apretada entre su entrepierna mojada, las cuales están tan resbaladizas que me puedo deslizar dentro y fuera de ellas fácilmente.
—Maldición —balbuceo, porque se siente bien, porque quiero que siga sintiéndose así de bien, pero la fricción entre muslos no es exactamente la categoría sexual más caliente en mi web, y tampoco es peligrosamente cercano a lo real y ese no es el plan para la noche.
Pero luego sucede de nuevo, y deja de importarme. Mis manos están por todos lados dentro de su vestido, en su trasero, tocando sus pezones, y se siente tan jodidamente bien empujar entre sus piernas, especialmente con ese coño mojado moviéndose contra mi miembro. Sin que yo diga nada, ella junta sus pies y cruza sus tobillos, haciéndolo más ajustado para mí. Siseo una sarta de maldiciones, y ella se ríe, y yo decido que quiero ver cómo es cuando sus risas se convierten en gemidos. Así que tomo una mano que está alrededor de su muslo y la jalo hacia mi cintura, levantándola lo suficiente para que pueda inclinar mi cabeza y tomar un pezón en mi boca a través de la tela de su vestido.
Empieza a gemir, y yo estoy succionando la punta de su pecho tan fuerte como puedo, y ambos, inconscientemente, estamos retorciéndonos y presionándonos entre nosotros, y luego de repente sucede. Siento mi hinchada corona pasar sus paredes, y durante el más mínimo de los segundos, empujo en su interior.
—Mierda —susurro, levantando mi cabeza para mirarla.
—Mierda —concuerda en un gemido, y su rostro está enmascarando la desesperación, deseándolo frenéticamente.
Parece que no puedo sacarla, incluso aunque esté apenas dentro, y luego ella dice:
—¿Y si lo hicieras solo una vez? ¿Sentir mi interior solo una vez y luego salirte? Eso no contaría, ¿cierto?
—Cass… —digo, mi voz tensa hasta el punto de quiebre. Puedo sentir cuan húmeda está ella contra mi punta, como si su coño estuviera besando mi corona, y estoy a punto de ignorar todo lo que sé que debería hacer (como detenerme y apartarme, realmente, detenerme) y tan solo empujarme hasta el fondo. Pero no puedo, y las razones son legionarias: el show, además de que aún no hemos discutido sobre sexo aún, además incluso si vamos a hacer esto, necesito conseguir un condón.
—Solo una vez —ruega—. Luego podemos detenernos. Pero no puedo… no me puedo detenerme ahora. Solo una vez, Jungkook, por favor.
Y luego está empujando más cerca y murmurando esas peligrosas palabras, solo una vez por favor, por favor, por favor. Y no hay forma en el infierno en que pueda ganar esta batalla, incluso si quisiera.
Lo cual no quiero.
Nunca abogo por no pensar cuando se trata de filmar pornografía, nunca abogo por cambiar una escena de un acto que está fuera de la lista acordada previamente, pero estoy tan lejos y estoy tan fuera de lo que constituye una escena normal ahora que quizás Dios y el condado de Los Ángeles me puedan perdonar por lo que estoy a punto de hacer.
Envuelvo un brazo con fuerza alrededor de su cintura, presiono mi mano contra su mejilla, y me encuentro con su mirada mientras muevo mis caderas y luego lentamente, tan lentamente que se siente como si casi no me estuviera moviendo para nada, presiono hacia dentro. Al momento en el que realmente la penetro, ella suelta un fuerte jadeo, y yo presiono una mano contra su boca para mantenerla en silencio.
Su cabeza cae hacia delante para inclinarse contra mi hombro y yo continuo moviéndome. Tengo que doblar mis rodillas y colocarme en ángulo por mí mismo, inclinándome hacia abajo y alzar su pierna de nuevo, pero se siente tan jodidamente bien que me pregunto cuan enojada estaría ella si me corro justo ahora.
Su coño es apretado, más apretado de lo que pude imaginar, y tan mojado que incluso con la presión de su canal me puedo deslizar casi sin resistencia. La acampanada orilla de mi punta se arrastra contra su punto G y ella gime y se sacude contra mi mano, y luego estoy impulsándome una y otra vez hacia arriba, cada vez más profundo, hasta que su coño está abierto ampliamente alrededor de mi base, su pelvis nivelada con la mía. Tomo su otra pierna y la empujo hacia arriba para que sus piernas estén alrededor de mi cintura y soportando todo su peso con mis manos bajo su trasero. Me inclino hacia atrás un poco para poder ver en donde estamos unidos, y entonces levanto la mirada hacia ella.
—¿Cass?
Su boca se abre y sus pupilas son grandes y negras.
—Muévete dentro de mí —me ruega—. Solo por un minuto.
Jesús, mierda. Cierro firmemente mis ojos por un minuto para mantener a raya todas las ondas de calor que sus palabras encienden en mí.
—Está bien —murmuro, mis ojos aún cerrados—. Solo por un minuto.
La empujo contra la pared y me muevo, movimientos profundos y ondulantes, del tipo que esas cámaras no capturan bien, pero maldición, mi cuerpo puede sentirlo perfectamente, y el de ella también, juzgando por la cantidad de ruido que mi mano está bloqueando. Puedo sentir mi punta trazando círculos, líneas y ángulos en las partes más profundas de su interior; puedo sentir cuan apretada se vuelve alrededor de mí, y cada vez que me muevo dentro de ella, gime contra mi palma.
Me muevo, tan ligeramente, moviendo mi pelvis contra la de ella para que mis abdominales bajos presionen su clítoris mientras me aprisiono contra ella. El efecto es instantáneo; sus gemidos amortiguados se elevan en volumen y en frecuencia y su entrepierna se aprieta alrededor de mi cintura.
—¿Te vas a correr, Cass? —susurro en su oreja.
Ella asiente.
—Porque… porque no sé si pueda contenerme contigo corriéndote —confieso—. Si te corres, entonces me correré rápidamente… —Decirlo en voz alta me ayuda a pensar, me ayuda a pensar en lo que voy a hacer. No puedo venirme dentro de ella. Esto está tan fuera de las restricciones de filmar pornografía y de lo que yo considero que está personalmente bien, y asumo que ella está tomando anticonceptivos, pero ¿qué pasa si no? Esa sería una conjetura muy idiota, cuando tengo tanto poder para ser cuidadoso como ella.
Por otro lado, ahora que he sentido su coño, estoy hambriento por hacer que se corra, deseoso por sentirla apretarse y estremecerse alrededor de mí. Y la idea de sostenerla tan cerca mientras me estimulo mi propio camino al clímax… atrayente no es si quiera una palabra que sirva para definirlo.
Más como necesario.
Por suerte para los dos, soy bueno resolviendo problemas.
Levanto mi mano de la boca de Nari, y luego me separo de la pared y nos maniobro para que nos separemos y pueda colocarla sobre sus pies. Es la tercera vez que le he negado un orgasmo en el espacio de veinte minutos, y sus ojos salvajes y su puchero me dicen todo lo que necesito saber.
—No te muevas —le digo, y luego alcanzo mi billetera en el bolsillo trasero de mis pantalones. Localizo un condón y lo saco, dejando caer mi billetera en el suelo, donde aterriza con un golpe sordo. Mi paciencia es tan fina que mi mano está temblando mientras elevo la envoltura a mis dientes y lo abro. Los ojos feroces de Nari están fijos en mí todo el tiempo, a medida que ruedo el condón sobre mi polla, la cual está tan dura en este momento que la punta está hinchada y de un color granate caliente. Me la sacudo un par de veces mientras me observa, y siento como lo último de mi control se desvanece, desintegrándose por completo.
—Gírate hacia la pared, como antes —dije. Mis palabras son cortas, una estocada raspada, y espero que ella me perdone por ser brusco, porque no puedo ser nada más ahora. No, con ese coño mojado a mi alcance. No, sabiendo que puedo follarla sin ninguna preocupación ni reserva.
Para el momento en que se gira y separa sus piernas, estoy detrás de ella y solo me toma medio segundo para que mi polla encuentre lo que necesita. Me introduzco de golpe, dejando salir un siseo bajo al mismo tiempo en que ella suelta un gemido gutural, y creo que escucho a alguien preguntar:
—¿Escuchaste eso?
Pero no hay forma de detenerse ahora. Envuelvo su largo cabello de color café alrededor de mi mano y la tiro hacia mí.
—Si quieres correrte, tienes que estar callada. ¿Puedes hacer eso?
—Sí —suspira—. Oh Jungkook, estoy tan cerca, haz que me venga, haz que me venga, haz que me venga.
Uso mi otra mano para encontrar su clítoris y comienzo a masajear ese punto. Estoy follándola duro ahora, las mejillas de su trasero sacudiéndose, los mojados y dulces sonidos de su coño volviéndose más fuertes y distintivos contra el fondo de la música y la conversación.
Mantengo mi agarre en su cabello, forzándola a arquear su espalda y manteniendo su trasero en un delicioso ángulo hacia mí, y masajeo su clítoris más duro y más rápido, hasta que puedo sentir cada músculo de su cuerpo tensarse. Sus piernas, hombros y estómago, todo ella tensándose cada vez más como la cuerda de una guitarra. Y yo estoy tan cerca ahora, tan cerca de explotar dentro de la chica que he deseado por tanto tiempo, y siento los años de tensión, los años en que secretamente me masturbaba pensando en Nari cuando Lana estaba dormida, retorciéndose en la base de mi espalda.
—Tú coño se siente tan bien —le digo en voz baja —. Voy a correrme tan duro por ti, voy a correrme tan jodidamente duro…
—Jungkook —jadea—. Oh maldición, Jungkook, eso, eso es, oh Dios…
Siento su clímax, un segundo antes de que toda la tensión se desenmarañe, y luego se está corriendo a mi alrededor, tensándose y liberándose, y presionándose de nuevo, y bajo la mirada hacia donde mi polla desaparece dentro y fuera de ella, y recuerdo lo tierna que ella se sentía y pienso en como de bueno se sentiría correrme dentro de ella sin condón, como de satisfactorio sería ver mi semen derramándose fuera de ella, y entonces mis bolas se tensan en anticipación y me estoy corriendo tan jodidamente fuerte que mi visión se vuelve borrosa y mi oído se atenúa y solo existe el calor ceñido de su coño y el placer que surge mientras me muevo tan fuerte y tan hasta el fondo como puedo.
Mi polla convulsiona, y estoy gruñendo, aun penetrando mi camino a través del orgasmo, y siento como ella llega al clímax una vez más, sus manos volando hacia arriba para agarrar el estante de ladrillo a medida que intenta mantenerse sobre sus pies, pero sus rodillas están temblando y va a colapsar. Envuelvo un brazo alrededor de su estómago, sosteniéndola erguida mientras ella resiste sus temblores, mientras yo termino de liberar mi lujuria acumulada dentro de ella, y nos desmoronamos gradualmente a la vez, jadeando y sudando y me doy cuenta que no estoy seguro de cómo de ruidoso fue todo eso.
No me importa. Mereció la pena.
Una vez que estoy seguro que puede mantenerse de pie por su cuenta, atrapo la base del condón con mis dedos y lentamente me salgo de su coño. Todo está mojado (ella, el condón, yo dentro del condón) y este es uno de los momentos que, normalmente, amo menos en una escena, el sacarla con todo mi semen aún contenido. Lo sé, es probablemente dominante y malo por mi parte, pero hay algo tan gratificante sobre este nivel tan profundo y primitivo de ver mi semen en el coño de una mujer o en sus pechos o en su trasero. El condón hace las cosas seguras, y yo respeto eso, pero al mismo tiempo, hace las cosas estériles, y Min Nari es con la última mujer en la tierra con la que quiero ser estéril.
Pero a pesar de todo eso, a pesar de la esterilidad, mientras la saco, mayormente solo siento este intenso sentimiento de gratitud y maravilla. Conseguí estar dentro de Nari, pude sentirla correrse en mi polla, logré tocarla y hacer que lo sintiera de la forma más íntima posible, y es como si follarla hubiera tomado la antorcha que llevaba por Nari y la hubiera avivado como un jodido incendio.
Estoy tan duro que ni siquiera voy a perder la erección que tengo justo ahora. Podría ponerme un condón nuevo y comenzar de nuevo… y probablemente unas cuantas veces más después de eso.
Aún estoy con la mirada gacha hacia mi polla y Nari aún está aferrada contra la pared tratando de recuperar su respiración normal, cuando unas pisadas se aproximan, y no hay tiempo, no hay nada de tiempo, y entonces una pequeña mujer de cabello blanco (con gafas y viéndose perdida) rodea la esquina con su bastón. Nos congelamos y ella sigue caminando, murmurando algo para sí misma mientras lo hace, y luego de repente, nos ve, y su cabeza se mueve sobre nosotros y sus ojos se amplían como monedas de dólar.
—Um —digo, mi mano alrededor de mi polla cubierta por el condón lleno de semen y mis jeans alrededor de mis tobillos—. Hola.
—Hola —repite Nari, todavía inclinada hacia delante con su vestido subido por encima de su culo.
Durante unos segundos que parecen estirarse hasta el infinito, la señora mayor parpadea hacia nosotros, demasiado atónita para hablar. Y entonces hace una rápida retirada, moviéndose entre los lienzos, por donde había venido, hasta que está fuera de la vista.
Nari explota entre resoplidos y risitas nerviosas, y yo comienzo a reírme como un maníaco, mientras frenéticamente me quito el condón e intento levantar mis pantalones hacia arriba de mis piernas y agarrar todas mis cosas al mismo tiempo. Mis pantalones están abrochados pero no abotonados y mi bolsa colgada sobre mi hombro, mientras tomo la mano de Nari y la empujo hacia la puerta de la salida de incendios, por donde emergemos hacia la noche de California, respirando con dificultad, con jadeos de risa típicos de la gente que ha sido atrapada teniendo sexo en público y atrevido por una abuela bajita.
Y luego dejo caer todo en el suelo y atraigo a Nari para darle el beso más feroz y largo que he dado jamás, deseando que sea capaz de sentir con cada trazo de mi lengua y cada roce de mis labios cómo de enamorado estoy de ella.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top