19.0

Jeon Jungkook

Nari está en silencio cuando nos acercamos a su apartamento, y no estoy seguro de qué decir. No estoy seguro que pueda decir nada, porque todavía estoy duro como una roca, y cada vez que respiro, respiro su olor. Su olor persiste en todas partes (mis manos, sus muslos, mis labios) y me está volviendo jodidamente loco. Cuando se inclinó hacia mí antes, sus manos desabrochando con impaciencia mi cremallera, casi me corrí en ese momento y lugar. Puede que sea un hombre conocido por su control, y por lo general mis escenas resaltan esto de mí, pero con Nari, no tengo nada. Nada. Ni pizca de paciencia o restricción, y comerle el coño sobre el capó de mi Mustang ya me había conducido a un jodido frenesí. (¿Por qué, qué hombre no fantasea con eso en algún punto; una mujer hermosa extendida en el capó de un auto grande, con su coño expuesto, su cabello como cascadas y alborotado sobre el metal liso?)

Y maldición, si el hecho de que nos atrapasen no me había puesto más duro, enviando a mi mente en espiral a las más sucias y depravadas fantasías posibles; viendo a Nari tratar de “convencer” a los oficiales de que nos dejaran ir, primero con su boca y después con su coño, el tipo de fantasías que nunca admitiría a nadie más. Y entonces llegamos a la autopista y ella se inclina sobre mi polla como una loca, y espero que Dios estuviera viendo que caballero fui, porque apartarla fue la cosa más difícil que he hecho en mi vida.

Excepto que ahora estoy en su camino de entrada diciéndole adiós y estoy palpitando en mi miseria y puedo decir que está un poco herida, y mierda. ¿Por qué la aparté?

No estaba mintiendo cuando le dije que pensaba que sería mejor para el show que ella no me correspondiera esta noche. De verdad pienso eso, y también me gustaría planear otro lugar visualmente dinámico para la mamada, no solo el interior de mi maldito auto (a pesar de que es el mejor auto del mundo).

Pero esa no es la verdadera razón, y la verdadera razón es tan frágil, incluso en mi propia mente, que sé que no tengo esperanzas de explicársela. Debido a esos treinta minutos con ella en mi capó, cuando la llevé al orgasmo con mi lengua una y otra vez, mientras me contaba fábulas persas y griegas con esa voz entrecortada, la gran sensación había llegado, y estaba borracho de ella. Vino con mi boca sobre la piel sedosa de Nari, con sus palabras dejándose llevar en el desierto, y fue más poderosa de lo que jamás había sentido con nadie, nunca. Más que mi primera escena, mis películas favoritas, o mis ideas más elaboradas y creativas.

No, esto estaba más allá de lo que alguna vez he sentido, tan poderoso y elemental que podía sentir como recorría mi cuerpo y bajaba hacia el suelo rocoso bajo mis pies y se extendía hacia el cielo estrellado y brillante por encima de mi cabeza, y el mundo se disolvió en pura magia celeste.

Centelleante.

Atómico.

Sagrado.

Y entonces el mundo se unió de nuevo, normal una vez más, pero todavía cargado con el recuerdo ionizado de nuestra magia, y aceleramos en la oscuridad, riéndonos de que casi nos pillaran.

Entonces, ¿por qué la aparté?

Porque no podía soportar la idea de algo tan insoportablemente sexy, tan indeleblemente perfecto, siendo tirado por tierra como algo mercenario y trillado como obligarla a chupármela en mi auto. Es decir, sé que en ese momento no la estaba forzando a nada, que ella habría estado feliz de hacerlo, pero al final, habría sido yo el que llevó la transición de las estrellas a una mamada, y se sentía mal.

Todavía se siente mal. Elegí lo correcto, lo sé, incluso mientras estoy aquí sentado escuchando a Nari recoger sus cosas y desabrocharse el cinturón.

—Te acompaño adentro —digo de repente, desabrochándome el cinturón también.

—Está bien —dice. Su voz no traiciona nada, y esta es una de las cosas más extrañas que he aprendido sobre Nari en las últimas semanas. Puede ser tan amable, tan sencilla, tan adorablemente joven, que sería tentador pensar que es un libro abierto. Pero no lo es siempre, solo cuando elige serlo, y hay momentos en los que es tan indescifrable como las estrellas. Más Reina Casiopea que Layla.

Salimos y la sigo por el camino, hasta la puerta principal. El momento es embarazoso mientras la abre, mientras ambos recordamos nuestro primer beso abrasador aquí, y me pregunto cómo lo recuerda ella. Lo deseaba, lo sé, como realmente quería chupármela esta noche en mi auto. Nari es una chica moderna, positiva en cuanto al sexo; le gusta tener relaciones sexuales y le gusto como amigo.

Y ha habido algunos momentos en que he pensado que he vislumbrado algo más, anhelo en su voz, una mordedura de su labio o un parpadeo rápido mientras aleja su mirada.

Pero aun así creo que podría haber sido solo un beso caliente para ella y nada más. No la revelación que fue para mí. El momento pasa y entonces estamos subiendo las viejas escaleras de madera a la planta superior y abriendo otra puerta allí.

Ella enciende una luz, y una lámpara fluorescente compacta y amarilla ilumina una acogedora sala llena de estanterías y dominada por el sofá más feo que he visto en mi vida, una cosa descomunal de terciopelo naranja. Es, o bien el tipo de sofá que encuentras en el sótano de tu tía abuela o bien el tipo de sofá por el que pagas demasiado dinero en un lugar como Anthropologie.

Me acerco para investigarlo más a fondo, y entonces escucho a Nari aclararse la garganta como si fuera a hablar, como si fuera más fácil para ella hablar cuando no nos estamos mirando. Me preparo para lo que sea que va a decir.

—¿Por qué no me dejaste chupártela en el auto? —pregunta en voz baja.

Maldita sea. La única pregunta por la que pagaría dinero real estadounidense para que no me la preguntase.

Me giro hacia ella, mi cerebro de director de cine teniendo pequeñas convulsiones cuando veo cómo de dulce y vulnerable parece enmarcada en contra de sus flácidas y llenas estanterías.

—Nari, es solo por el espectáculo, no es porque yo no…

—Mentira. —No hay amenaza o calor en su voz en este momento, solo la voz clara que usaría para hablarme sobre la formación de las estrellas.

Dudo por un momento. Ella inclina su cabeza hacia mí.

Hablo después de un largo momento, tratando de buscar a tientas mi camino hacia la verdad sin exponer cuán profundamente, locamente y ridículamente estoy atrapado por ella.

—No quería usarte, Nari. No quería abaratar lo que compartimos en el desierto.

Levanta una ceja, y me doy cuenta de repente que he dicho algo malo.

—Primero —dice, usando sus dedos para marcar la casilla correspondiente a sus palabras, de repente no pareciendo una chica en absoluto, sino una mujer confiada… e irritada—. No hay nada barato en cuanto a mi elección de hacer cualquier acto sexual contigo. Yo tomo la decisión… decido usar mi cuerpo, ya sea por trabajo o por placer, y esta noche estaba eligiendo chupártela, a pesar de que sabía que las cámaras estaban apagadas. Cuando llamas a esa elección barata, me haces sentir barata.

Mierda, mierda, mierda.

—Eso no es en absoluto lo que quería decir —me apresuro a explicar—. Solo quería decir…

—Y segundo —continúa, como si no hubiera hablado—. Me siento como si te estuvieras reteniendo conmigo, y no lo entiendo en absoluto. Jungkook, tu cuerpo no es una máquina, y no espero que lo sea; no espero que te apagues como un interruptor cuando las cámaras se apagan. Eres humano, continuarás necesitando y queriendo, incluso después de que la escena se termine. Por supuesto, no deseas utilizar a las mujeres, y por supuesto no eres el tipo de persona que intenta follar con las chicas del plató cuando las cámaras no están rodando. Es una de las cosas que más me gusta de ti.

No sé qué decir a esto, porque estoy tan sorprendido y agradecido con que se haya dado cuenta de esas cosas sobre mí, pero también sé que no ha terminado de hablar y que todavía estoy en problemas.

—Pero Jungkook… —da un paso hacia adelante—… me ofrecí. Me estaba ofreciendo porque quería. Quería y lo escogí, y no me habrías manipulando o incluso persuadido a que lo hiciera. Por favor… a medida que avancemos… por favor ábrete más a mí. Soy tu amiga y creo que estoy… —Se rompe, tragando con fuerza y alejando la mirada—. Estoy tan excitada por ti todo el tiempo —termina, y eso hace que mi polla duela y mi corazón lata con fuerza, incluso cuando mi mente reconoce que ella cambió de rumbo en el último momento.

Ella cambió de rumbo… ¿por qué? Mi corazón late más fuerte y rápido. ¿Qué iba a decir? ¿Porque qué pasaría si fuera a decir que está enamorándose de mí? ¿Qué siente algo por mí? ¿Qué le diría?

La respuesta llega a mis labios de inmediato: Yo también, yo también, yo también.

Aleja mi mente de esos pensamientos con un suave suspiro, el tipo de suspiro que me hace recordar los ruidos que hizo en el capó de mi auto. Algo se rompe dentro de mí, algo grande.

—Siéntate en el sofá —le ordeno. Mi voz es firme, fuerte y un poco dura en el espacio pequeño y cálido. Alguna parte distante de mí se pregunta si he cruzado una línea.

Pero se sienta.

Me acerco a ella.

—En el borde —digo, y obedece, y luego bajo a abrir sus piernas, por lo que no solo está sentada en el borde, sino que tiene sus piernas abiertas a lo ancho. Su falda va hacia arriba, dejando al descubierto su coño.

Se levanta la mirada hacia mí, con esos ojos dorados, al mismo tiempo que huelo su perfume de nuevo. Mi pulso late en mi cuello, mis muñecas y mi ingle, y la comprensión me golpea.

No solo estoy atrapado por Nari. Estoy realmente y honestamente enamorado de ella. Tengo sentimientos.

Sentimientos con S mayúscula.

De alguna manera mi enamoramiento ha pasado de “casualmente obsesionado con” a “ven a vivir conmigo”, y no tengo ni idea de qué diablos hacer con eso, y mucho menos qué haría Nari con ello si lo supiera. Obviamente se siente atraída por mí, pero eso de ninguna manera equivale a romance, especialmente en nuestra línea de trabajo. Es demasiado pronto para que me sienta de esta manera, y no es adecuado arrastrar eso en medio de un proyecto. Y si estoy siendo honesto, estoy asustado. No es un poco de miedo, sino mucho miedo, porque la última vez que tuve de sentimientos con S mayúscula, perdí a mi perro, mi corazón y mi sobriedad de un solo golpe.

Pero no puedo ignorar esto, y claramente, no puedo ocultárselo a Nari, ni quiero.

Tiene que haber un término medio, ¿verdad? ¿Entre pretender y proponer matrimonio?

Caigo de rodillas entre sus piernas, sin perderme su pequeño escalofrío mientras lo hago.

—¿Estás excitada por mí todo el tiempo? —le pregunto—. Bueno, estoy peor. Soy jodidamente miserable por la necesidad de tocarte y saborearte. Estoy obsesionado con ello. Estoy obsesionado contigo. —Me encuentro con sus ojos—. Tienes que decirme si eso te hace sentir incómoda. Porque la forma en que pienso en ti, la forma en que te deseo, no es solo como dos artistas. No es como dos amigos. —Mis manos encuentran sus tobillos y se envuelven alrededor de ellos, más para evitar tocarla en lugares más interesantes mientras contesta. Puedo ver su pulso latiendo en su garganta mientras traga—. ¿Entiendes lo que estoy diciendo? —pregunto tentativamente.

—Sí —susurra.

—¿Y estás de acuerdo con esto?

Una pausa. Y entonces un asentimiento. Bueno, no es la respuesta más entusiasta que podría haber esperado, pero ¿qué esperaba? Incluso evitando ir de Romeo con ella, todavía es mucho para dejar caer sobre una chica, que pienso en ella todo el tiempo, y no de una manera solo de amigos. Empiezo a levantarme sobre mis rodillas, pero ella me detiene con una mano sobre mi hombro. La lleva a mi garganta, donde su pulgar acaricia ligeramente mi nuez de Adán.

Es mi turno de temblar.

—Lo siento —murmura—. Solo me tomaste por sorpresa. Lo que quiero decir es que está más que bien conmigo. Estoy… estoy un poco obsesionada contigo, también.

Siento que mi pecho va a explotar.

—¿En serio?

Ella sonríe.

—En serio.

—Pero también entiendes por qué quiero reprimir algunos de… sea lo que sea esto… y usarlo para el espectáculo, ¿verdad?

Ella asiente, pero su sonrisa se desvanece.

—Entiendo. Queremos que se sienta real.

—Porque es real. El calor entre nosotros, es especial, Cass, y si jugamos bien nuestras cartas, todo aquel que nos mire lo sentirá.

—Lo entiendo.

Pero algo se nota apagado en su voz, y no sé cómo solucionarlo. Salvo hacer lo que había planeado hacer originalmente cuando la hice sentarse: inclinarme y enterrar mi cara entre sus piernas.

Ella deja escapar un bajo sonido (medio gemido, medio suspiro) y soy gentil con ella, sabiendo que probablemente esté un poco dolorida por todas las veces que la hice venirse en el desierto. Voy suave y constante, movimientos largos de mi lengua y ligeras pasadas sobre su clítoris, y su orgasmo es lento pero inexorable mientras se retuerce delante de mí, con sus dedos entrelazados en mi cabello y tirando con fuerza. Y cuando se corre, grita mi nombre, y casi pierdo toda mi resolución y la follo allí mismo.

—Solo necesitaba saborearte de nuevo antes de irme a casa —explico, amedida que me enderezo, limpiándome la boca.

—Me gusta eso —murmura aturdida—. Me gusta cuando sucede sin las cámaras… me hace sentir como si me quisieras.

—Jesús, mujer. Puedo demostrarte que te quiero cada segundo del día, si lo deseas. Pero por esta noche, estaré feliz con mi degustación.

Cae de nuevo contra el sofá, con una risa cansada.

—Puedes tener todas las degustaciones que quieras.

—Puede que te tome la palabra, Cass.

Y más tarde esa noche, cuando me estoy desvistiendo, descubro que todavía tengo en mi bolsillo sus bragas: rosas, de seda, bragas del sueño húmedo de un adolescente. Y así finalmente, finalmente alivio el dolor, acaricio mi polla abandonada con la seda hasta que estalla en densos hilos de esperma. Grabo todo con mi teléfono y se lo envío a Nari.

Te dije que estaba obsesionado, escribo justo después de enviarlo.

No puedo escribir, mis dedos están demasiado ocupados, responde después de algunos minutos.

Me quedo dormido con la imagen de su masturbación con un video de mí masturbándome con sus bragas, y tal vez mi depravado corazón porno nunca ha estado más feliz de lo que está ahora.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top