13.0
Min Nari
Estoy parada en la fila de la oficina de correos cuando mi teléfono empieza a sonar “Pussy Monster” de Lil Wayne, y me doy cuenta que no había considerado plenamente esta situación posible cuando programé todos mis contactos la noche anterior para tener tonos distintos. En ese momento, asignar esa canción para el número de Jungkook parecía una sexy broma secreta. Pero ahora que mi celular está cantando, “I’m the Pussy Monster, and you better feed me pussy, pussy, pussy, pussy, pussy” (“Soy el monstruos de los coños, y es mejor que me alimentes coño, coño, coño, coño, coño”) en un edificio público lleno de gente, creo que muy posiblemente tomé una mala decisión.
Con las mejillas calientes de humillación y nerviosismo (¡Jungkook me está llamando!), abandono mi lugar en la fila y me dirijo a la salida buscando dentro de mi bolso para encontrar mi celular. Estoy sin aliento cuando finalmente presiono la tecla de llamada.
—¿Hola?
—¿Nari?
—¡Hola! Jungkook. Yo… —No puedo creer que de verdad seas tú y OhDiosmío no puedo creer que me estés llamando a pesar de que me escribes mensajes casi todos los días. No voy a decirle eso—. Hola —digo de nuevo en su lugar—. Hola. —Soy una idiota.
Jungkook es tan calmado que me hace sentir a gusto, incluso cuando ríe.
—Creo que tenemos los saludos establecidos. ¿Deberíamos seguir adelante?
—Sí. —Cubro mi cara con mi mano—. Sí. Lo siento. Estaba… distraída… cuando llamaste.
—¿Distraída? Eso suena intrigante. Cuéntame más de eso.
No tiene ni idea de que tengo un enorme flechazo secreto por él, pero a veces, cuando su voz está cubierta con abundantes insinuaciones e indirectas como ahora, me pregunto si probablemente podría saberlo. Lo que es una cosa ridícula de preguntarse. Probablemente trata a todas las mujeres como si estuvieran locamente enamoradas de él, y probablemente todas las mujeres están locamente enamoradas de él. Así que por supuesto sabe que también estoy albergando afecto por él. Porque, ¿quién no? Pero qué me jodan si voy a admitir el tono de llamada que le he asignado.
—Yo simplemente —suspiro, reagrupando mis ideas—, estaba en la fila de la oficina de correos, y no me había dado cuenta que mi teléfono no estaba en silencio. Así que tu llamada me sorprendió.
—Ah. Ya veo. —Se queda en silencio, y decido que está tan decepcionado con mi respuesta patética como yo. Probablemente se arrepiente de haberme llamado.
—Pero gracias a Dios no estaba en silencio. Porque entonces me habría perdido la llamada. —Sí, soy totalmente transparente.
Y definitivamente quiero morir.Pero dudo que me vaya a caer muerta espontáneamente, y también tengo curiosidad acerca de lo que quiere, así que pregunto:
—De todos modos, ¿qué pasa? —Nunca antes me ha llamado, y las razones por las que podría estar llamando ahora están nadando en mi mente.
O una de las razones está nadando: podría estar llamando para pedirme una cita. Las otras ideas se están ahogando en mi optimismo.
—De hecho, yo… —Hace una pausa, como si también estuviera nervioso, lo cual, por supuesto, es imposible, pero ¿no sería bueno si pudiera dejarme pensar eso? ¿Que está tan fuera de equilibrio a mi alrededor como yo lo estoy a su alrededor?
En su vacilación, la tensión esperanzadora crece hasta que no puedo soportarlo.
—¿Sí?
—Me preguntaba si estabas libre más tarde —dice rápidamente; entusiasmado, tal vez—. Necesito verte.
—¿En serio? —Probablemente no sea genial cuestionarlo—. Quiero decir, no, no lo estoy. O… ¿me preguntaste si estaba ocupada o si estaba libre?
—Sabes, ahora no lo recuerdo.
Dejo escapar una risita que suena muy parecido a las risitas de las chicas colegialas.
—Bueno, lo que sea que dijiste, no estoy ocupada. Podría verte. Si quieres. —Buena manera de sonar indiferente, Nari.
—Lo hago. —Su tono es tan bajo que casi no estoy segura que eso es lo que dijo realmente. Pero añade, más fuerte—: Estupendo. Tengo una reunión ahora mismo, pero ¿podría ser como a las tres?
De alguna manera logro hablar como un ser humano inteligente mientras organizamos los detalles. Luego colgamos, y aferro el teléfono a mi pecho y suelto un chillido inusual.
Dos mujeres haciendo jogging me lanzan miradas extrañas, pero ¿a quién le importa? Ahora tengo que encontrar otra oficina de correos a la que afiliarme, y tengo una cita con Jeon Jungkook.
•••
Cuando llego a la cafetería donde acordamos reunirnos, lo encuentro ya en la fila de pedidos. Todavía no me ha visto, y aprovecho la oportunidad para examinarlo. Lleva jeans y camiseta negra, no demasiado ajustada, pero lo suficientemente fina como para distinguir los músculos de su espalda. Estoy abrumada por los recuerdos sensoriales: la forma en que olía, la forma en que sus dedos se clavaron en mi mandíbula mientras sostenía mi cara, la forma en que su lengua se sintió sobre mi piel, entre mis labios.
Me estremezco. Han pasado tres años, y aun así, el suyo es el único toque que recuerdo. Aparezco por detrás de él en la fila y empujo mi hombro contra la parte posterior de su brazo.
—Hola, ahí estás. —Se gira para darme el abrazo que es estándar en Europa y Hollywood, y tengo que contenerme para no suspirar audiblemente ni aferrarme demasiado.
Estoy decepcionada cuando se aleja. Pero luego desliza sus ojos por mi cuerpo, y creo que no me importaría si no me toca nunca más, siempre y cuando siga mirándome como lo hace ahora. Su mirada es invasiva, caliente y exhaustiva.
De pronto me siento tímida, lo cual es extraño. Porque he estado desnuda con Jeon Jungkook, y sin embargo nunca me he sentido tan desnuda como ahora cuando me mira. Mi atuendo es casual: pantalones cortos de color tostado y una blusa sin mangas color crema. Pasé una eternidad eligiéndolo, pero echo un vistazo a mi apariencia, intentando verme con ojos diferentes, imaginando lo que ve, y no puedo entenderlo. La chica que veo es curvilínea y exuberante con oscuras facciones exóticas y ojos penetrantes. Es hermosa, nunca he dudado de mi atractivo, pero en comparación con las mujeres con las que pasa su tiempo a diario, soy más de lo mismo de siempre.
Entonces, ¿por qué me está mirando como si nunca antes hubiera visto algo como yo? ¿Por qué estoy tan segura que nadie más me volverá a mirar de esta forma otra vez?
En un esfuerzo por romper la tensión deliciosa, pregunto:
—¿Llego tarde?
—No. Yo llego temprano. —Y todavía me está mirando como si pudiera devorarme, y el aire en la tienda es sofocante, y mi ropa se siente pesada y apretada, y no estoy segura de cómo podré estar un minuto con él, mucho menos una tarde entera, y luego es nuestro turno en la caja, y finalmente rompe su mirada y puedo respirar de nuevo.
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