0.5
Me conoces.
Vamos, sabes que lo haces.
Tal vez finges que no. Tal vez limpias el historial de tu navegador religiosamente. Tal vez finges estar horrorizada cuando alguien incluso menciona la palabra porno en tal presencia. Tal vez incluso desearías no saber mi nombre, así como desearías no tener ese cajón con la loción o el juguete.
Sí, sé lo del cajón.
Pero la verdad es que sí me conoces. Conoces la forma de mis manos cuando están envueltas alrededor de las caderas de una mujer, conoces la forma en que brillan mis ojos cuando miro a una mujer desde entre sus piernas. Conoces la forma de mi polla, la longitud de ella, el grosor de la misma. Conoces mi cabello negro y mis brillantes ojos negros, y conoces los ruidos que hago cuando me corro.
He ganado todos los premios, acumulado cientos de miles de seguidores en las redes sociales, y he sido nombrado en todas partes, desde Cosmopolitan a NPR hasta esa hora en el programa Today, donde esas dos mujeres se emborrachan a las nueve de la mañana.
Todo el mundo conoce a Jeon Jungkook, la estrella porno mundialmente famosa.
Al menos, todo el mundo piensa que me conoce. Para un país con el mayor consumo percápita de pornografía en el planeta, un sorprendente número de personas asume que estoy viviendo como el personaje de Mark Wahlberg en Boogie Nights, o como Hugh Hefner, o alguna extraña amalgama de los dos. Que todos los días no es más que sexo, glamour y dinero, como si caminara en una burbuja al estilo Studio 54 todo el tiempo, vistiendo una bata de seda y lleno de joyas de oro, siendo seguido por tontas rubias cachondas.
Pero no es la verdad.
Sí, me follo a las mujeres por dinero, y sí, me encanta mi jodido trabajo. ¿A quién no? Soy bueno haciendo que las mujeres se corran, y por cualquiera que sea la razón, a la gente le gusta verme hacerlo. Soy el hombre más afortunado del planeta en ese aspecto. Pero no hay montones de cocaína por ahí al estilo Scarface, ningún tren de necesitadas mujeres desesperadas por ser folladas. Tampoco hay dinero mágico, cortesía de la piratería alimentada por Internet y el aumento de la pornografía amateur.
La verdad es que trabajo siete días a la semana para conseguir ahorros de beneficio estrechos, con una gran variedad de personas complicadas, inteligentes, a veces dañadas y a veces encantadoras. La verdad es que, descaradamente, me encanta este negocio, y me encanta follar, aunque incluso a veces deseo más, algo más grande, más real y más profundo.
La verdad es que ser una estrella porno a veces es jodidamente increíble, a veces jodidamente terrible, a veces simplemente es aburrido y a veces tan mágico que quiero llorar. Pero a pesar de los dolores de cabeza por el dinero, el drama de la industria y un gobierno estatal que se empeñó en impulsar nuestro sustento por el suelo, estoy enamorado de mi trabajo. Estoy enamorado de ser Jeon Jungkook, de ser una estrella porno, y planeo hacerlo hasta que mi pubis se ponga canosa, pase lo que pase.
Así que, adelante y finge que no me conoces, pero la verdad es que no voy a ninguna parte.
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ᴬˡˡ ᵗʰᵉ ᶜʳᵉᵈⁱᵗˢ ᵗᵒ ᵗʰᵉ ᵒʳⁱᵍⁱⁿᵃˡ ᵃᵘᵗʰᵒʳ
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