Desperté jadeando, mi pecho dolía y mi garganta se sentía seca.
Tenía un tiempo considerable sin recordar a través de un sueño todo lo que me había pasado hace unos años. ¿Cómo era posible lidiar con el hecho de que la persona que amas te vendiera de una manera tan despiadada y después mienta al respecto?
Desde aquella noche mi madre estuvo más presente en mi vida que de costumbre. Esa noche cuando entre sollozos le conté todo lo que pasaba con dolor, también pude ver el de ella y sus lágrimas caer.
Mi padre hasta la fecha no sabía nada. Él habría buscado la forma de matar a Lauren y a pesar de que había hecho la seguía amando. No quería hacerle daño.
Preferí dejar lo que alguna vez conocí y llorar.
Conocer a Agustín fue un suceso traumático que con el tiempo se volvió acogedor y de mucho aprecio. Cosa que no entendí hasta el día de hoy.
En él vi una nueva oportunidad de amar y así me manejé en nuestros años como matrimonio. Traté de que su esfuerzo valiera de algo. Creo que le di el amor que merecía aun estado obsesionada con Lauren y vigilándola siempre que podía.
—No quiero que me lances una de mis lámparas marroquíes pero debo enseñarte algo importante.
Mi vista que estaba fija en el piso de la habitación fue a dar en la entrada para ver a Shane quién me miraba divertido y con dos tazas humeantes en sus manos.
Ir a casa de mis padres no era buena opción. Sofi había llegado de un campamento después de un mes sin estar en casa y no quería arruinarlo. Mama y papa estaba felices por tenerla de vuelta en casa, no deseaba que al día siguiente se les fuera la emoción por mi rostro lleno de tristeza. De alguna manera lastimaría a mi hermana también.
Ir a casa de Dinah y despertar a Normani tampoco era buena idea. Era capaz de llamar a Lauren y esta llegaría a nada más insultarme.
Mi mejor opción era un hombre solitario, de chistes malos y con un buen bar privado que aprovechar.
Hablamos un poco de cómo sus negocios se estaban manejando. A pesar de que era mayor que yo y era un agente corrupto perteneciente a la mafia; es mi mejor amigo. Cada vez que una conversación sobre aquello acontecía, le recordaba lo importante que es no traficar con mujeres y niños. Estaba segura de que él jamás lo haría. Principalmente por su esposa e hijos.
En ningún momento quise tocar el tema con Lauren. De alguna manera y no sé cómo eran una especie de mejores amigos y diría que soy una completa tonta por dejarla ir.
Una parte de mí le creía todo lo que me contó pero la otra parte necesitaba salpar y encontrarme conmigo misma. No sabía con exactitud el tiempo que tardaría. Si volvía y nuestro amor seguía intacto, juro que estaré con ella el resto de mis días.
—No te mataré. Solo tuve una pesadilla.
—Ya veo. — Shane entró a la habitación por completo y me ofreció una taza de lo que parecía ser café y que con amabilidad acepté. — Lo siento, esa no es la tuya. Me dijeron que despiertas mejor con té. Eres una especie de bicho raro, Cabello. — Rió. Fruncí el ceño. En el trabajo solo tomaba café para aligerar el estrés. Las personas que sabían que tomaba té para despertar eran mis padres y Lauren.
Lauren.
—Shane... — Regañé.
—¡No sabía qué hacer con una depresiva tú y llamé a Lauren! — Comenzó a moverse de un lado al otro por la habitación.
—¿Lauren vino a buscarme? — Pregunté con miedo. Podía venir y comenzar una discusión.
—Creí que te había despertado para hablar. Dijo que estabas mejor aquí y que te diera té en vez de café.
Rodé los ojos. No dije ni una palabra. Shane podía tener la edad que fuera pero al final era un hombre, no entendería nada.
—¿Le dijiste que me iría? — Pregunté. Shane dejó de beber de su taza y negó.
—No. Te lo dije ayer ebria y te lo repito cuerda. No soy quién para decirle que te vas y no estoy de acuerdo en que no se lo digas.
—Si se lo digo buscará de irse conmigo o retenerme. Necesito hacer esto sola. — Aclaré.
—Se volverá loca.
—Lo sé.
—Camila...
—No, Shane. Sé lo que hago.
~~~
Aquel hombre tenía algún parecido con alguien en el pasado pero no recordaba a quien. Era frustrante no saber si confiar en ese sujeto o no. Ser agente era estar siempre alerta sobre cualquier situación o persona alrededor. Con él no sabía que hacer.
¿Y si le daba una oportunidad? Era un café. Conversaríamos un rato sobre la vida y correría al mi vuelo programado a Texas en unas horas.
Bufé resignada y entre finalmente a la cafetería. Él estaba en una de las primeras mesas en la entrada cerca de la ventana. Eligió bien.
—Llegué muy tarde o tú llegaste muy temprano. — Dije apenas me senté y lo miré dándole vueltas a la cuchara de postre en su taza de café. Vaya, había ordenado sin esperarme.
—Dejémoslo como un punto medio. — Respondió con una sonrisa en su rostro. Le devolví el gesto. — Te debo una disculpa. Pedí un café fuerte apenas llegué porque no he dormido bien en días y necesitaba despertarme pero puedo pedir otro café para acompañarte.
La media sonrisa que me dio después de que se disculpó me hizo dudar. Sus manos no estaban puestas en la mesa con naturalidad, podría decir que estaba tenso. Era uno de los signos de alguien que deseaba hacer algo pero que no podía. Se estaba retrayendo.
—¿Por qué no has dormido durante estas noches? — Traté de preguntar lo más casual que pude. Mientras esperaba su respuesta, llamé a la mesera y le pedí un capuchino con algunos brownies.
Al volver mí mirada a él, sus manos estaba presionadas contra la esquina de la mesa apretando con más fuerza.
¿Qué estaba pasando?
Había platicado con él el día en que los celos de Lauren trataron de explotar por algo estúpido como preferir el café de un piso y no de otro. Quería arreglar cualquier malentendido y disculparme de parte de ella. Sabía que no haría nada ya que veía todo completamente normal.
—He visto cosas que han perturbado mi sueño. — Fue lo único que respondió con sus ojos fijos en la taza de café.
—¿Quieres hablar al respecto? — Indagué tratando de establecer una comunicación que no fuera incomoda pero lo estaba haciendo difícil.
—No. No hay mucho por decir. Las cosas mejoraran y poder dormir muy tranquilo. — Sus ojos se fijaron en mí de una manera nada agradable haciéndome sentir de vuelta a la noche dónde intentaron violarme.
—Em, yo... — Dije dándole una sonrisa ladeada a la mesera quién se acercó con mi pedido. — ¿Podría dármelo para llevar? Voy con prisa. — Pedí. Ella asintió y se alejó.
—No tienes que irte. — Volteé a verlo. Su preocupación era notable.
—Solo vine por unos minutos. Tengo cosas pendientes por hacer pero al mismo tiempo no quería dejarte plantado. — Inventé la mejor excusa que pude en ese momento. En parte era verdad. Hoy me iría a Texas con Ally. La mentira era sencilla: Mi vuelo no era hasta dentro de cuatro horas. Tengo tiempo de sobra.
—Entiendo, no te preocupes. — Sus expresiones se relajaron visiblemente. Al llegar a Texas hablaría con mi padre sobre Marcelo. No inspiraba confianza en lo absoluto.
Le di un apretón de manos que duró menos que nuestra junta y caminé hasta la caja para pagar y retirar mi pedido.
Entre a mi auto y con calma conduje hasta un parque. El día estaba calmado y soleado. Perfecto para que los niños jugaran y los adultos caminaran.
Me senté en unos bancos disponibles cerca de un árbol gigante que me daba la suficiente sombra para no tener que insultar el sol.
Suspire pensando una manera de no dañar a Lauren con mi ida pero no encontraba nada. Si ella me daba la oportunidad. Volvería en el momento adecuado y estaríamos juntas. Amo a Lauren, lo hago.
Lo que nadie entendía era las cosas que me mataban todos los días. Agustín murió por su culpa. Él todavía tenía un lugar en mi corazón y si estaba con Lauren no podía angustiar lo que sentía y saber que pasó verdaderamente ese día.
Una vibración en mi teléfono hizo que volviera al mundo real. Si eran mis padres, Dinah, Lauren o Shane no contestaría. Solo a dos personas estaban permitidas.
—Hola, Ally ¿Todo bien? — Saludé.
—Hola, Mila. Te llamo para asegurar que tomarás el vuelo hoy. Ya tengo tu habitación lista. Solo quiero saber que deseas cenar y-
—Als, respira. — La interrumpí riendo y ella me siguió segundos después. — Sí, en realidad ya debo ir en camino al aeropuerto. Por la comida no importa mucho, cocinas genial.
—Entonces te espero. — Dijo. Iba a colgar pero mi nombre en su voz hizo que colocara el teléfono en mi oreja de nuevo. — ¿Lauren ya sabe?
—No. Tiene que darme espacio.
—Y puede dártelo. Tienes tiempo de mandarle un mensaje. Se volverá loca el lunes cuando no te vea y-
—Ally... — Traté de cortarla.
—Piénsalo, Mila. Por favor.
~~~
Lauren:
El tiempo pasaba con lentitud estando sola en casa. no tengo un buen presentimiento sobre la situación. Camila se había ido con una declaración de amor y ojos tristes.
Shane me llamó hace algunas horas para informarme que una Camila muy borracha estaba en su casa y no sabía muy bien qué hacer. Llegué a casa de ese viejo gracioso en menos de media hora. Al llegar ella estaba durmiendo plácidamente en la habitación de invitados de Shane.
Me rendí al verla. Ella me pidió tiempo. No la fastidiaría, por los momentos. Le dijo a Shane que le diera té cuando se despertara y partí a mi apartamento.
No estaba tranquila ni por un segundo y apenas se fue hace treinta y tres horas. La necesitaba.
Estaba en el mesón de la pequeña cocina de mi apartamento terminando la segunda cerveza de la mañana. Pensaba mejor con ella.
Iba por la tercera cerveza cuando unos golpes en la puerta sonaron. Miré el reloj de pared. Ocho y media de la mañana.
Descarté que fuera Camila, estaba en casa de Shane durmiendo. Abrí la puerta de mal humor.
No esperaba esa mierda por ningún motivo.
—¡Hola Lauren! — Katherine gritó tan fuerte que me hizo parpadear con sorpresa. ¿Por qué gritaba?
—Hey Kath.. — Susurré achicando los ojos. — ¿Qué haces aquí? — Pregunté.
—Solo vine a hablar un poco contigo, saber cómo estás. Ya sabes...
Katherine llevaba puesto un abrigo que tapaba cualquier cosa de su cuerpo que no quería que nadie viera. Fruncí el ceño ¿Quién llevaba puesto un abrigo en Miami?
Mis sentidos se pusieron en alerta. Podría tener algo escondido en esa prenda de vestir.
—Oh, bueno. — Respondí pasando una mano por mi cuello. — Todo está bien. Lo que pasó ayer es algo normal en el oficio. Estoy acostumbrada.
—Pero capaz tu cuerpo no. — Katherine se me acerco lo suficiente para tocar mi pecho con su mano derecha. La maldita mujer ya estaba dentro de mi casa. — ¿Segura que estás bien? puedo cuidarte.
—Camila no está aquí. — Hablé con dureza. Katherine me miró confundida.
—¿Eso que tiene que ver? — Preguntó.
—Que no hay que fingir que hay algo entre las dos. De hecho, casi me mata cuando vio tus mensajes. — Reí al recordar a la hermosa mujer de ojos chocolate.
—¿Por eso respondiste evasivamente? ¿Te estaban jalando de las orejas? —Rió. Rodé los ojos. Quería a Camila, ya no le quería dar motivos para que me matara, por así decirlo.
—Respondí así porque quise. No quiero nada con-
Mis palabras fueron interrumpidas por unos labios puestos sobre los míos. El movimiento de estos eran rápidos, sin esperar que yo pudiera reaccionar. Los ojos de Katherine estaban completamente cerrados. Sus manos estaban entre mí nunca y mi cintura. Las mías estaban en cada lado de mi cuerpo.
No era Camila.
Reaccioné separándome rápidamente de la mujer. Katherine me miró confundida nuevamente y yo la miraba enojada ¿Quién era para atreverse a tanto? Cada vez que podía le decía que Camila era la mujer que quería por el resto de mi vida, le preguntaba si estaba de acuerdo con el tema de los celos y lo aceptó sabiendo que no pasaría nada entre nosotras.
—Kath, confundiste las cosas... — Dije. Caminé hasta el mostrador de la cocina y tomando la botella de cerveza y dándole otro trago.
—Dentro de mí quería creer que no. Eres una mujer increíble, Lauren. Me gustas. — Soltó sin pudor acercándose hasta donde estaba pero esta vez con una distancia prudencial.
—Estoy enamorada de Camila. — Respondí. La mujer bufó.
—Camila no está. A ella no le importas. Solo le importa su marido muerto y clavarte una bala en la cabeza. — Gruñó. Bajé la cabeza, podría tener razón. Recuerdo la tristeza que sentí el día que me dejó y se fue a New York definitivamente sin darme la oportunidad de explicar las cosas y es casi la misma que estaba sintiendo ahora, capaz era más fuerte. — ¿En serio creíste que estaría contigo después de todo este desastre? Eso es ser una idiota, Lauren. Mira, yo en serio te quiero. Mi teléfono y apartamento estarán esperando por ti. Pero no por mucho. — Dio una media vuelta para salir. Caminé hasta ella.
—No necesito que tu teléfono u apartamento esperen por mí. No los quiero, no te quiero. Aléjate. — Dije entre dientes. Katherine, quién ya estaba en el pasillo, iba a decir algo pero empujé la puerta tan fuerte contra el marco que pensé que se rompería.
Mi cuerpo se sentía tan agotado y desgastado como nunca lo sentí antes. Solo deseaba estar acostada y sumida en mis más profundos pensamientos. Habían casos que resolver, tenía que presentarme a un juicio interno para aclarar de una vez por todas que no maté a Agustín. Los juicios internos de los agentes pueden clasificarse como los más despiadados que los públicos. Nadie más que tu familia se enteraba de lo que pasaba en realidad. Si morías en la cárcel nadie era notificado hasta meses después y si era por orden del juez, pasaban años.
—¿Hola? — La voz de aquel hombre se escuchó después de dos pitidos. Ahora estaba sentada en uno de los muebles de la sala. Necesitaba hacer esto ahora.
—Hola, Ale. Es Lauren. — Respondí lo más calmada posible.
—Oh, hola pequeña. ¿Sucede algo?
—Pasan muchas pero no tienes que preocuparte. ¿Sinu está cerca?
—No. Está en su oficina. Si quieres la llamo y-
—¡No! — Grité interrumpiéndolo. Me maldije en silencio. — Quiero conversar contigo sobre una decisión que tomé y sé que no se lo tomará bien. — Comenté. Respiré profundamente.
—¿Qué pasa? Me estás preocupando. — Ahora la voz fuerte de Alejandro se había ido. La reemplazó una voz más baja y nerviosa.
—Me retiraré de la agencia por un tiempo. No estoy bien y no quiero entorpecer cualquier caso que se me sea dado. Sé que te encargarás de mi equipo bien.
—Lauren...
—Es una decisión ya tomada. — Lo interrumpí. — Sé que el juicio de Agustín sigue en pie. Tengo buenos abogados. Me presentaré y estarás orgulloso de que no lo maté. Me creerás por fin y Camila también.
—Pequeña, siempre he creído en ti. No tienes que pensar en ello.
—Es algo que necesito demostrar. Nos vemos luego. Te quiero.
~~~
Un ruido en la puerta principal era tan molesto que no me dejaba dormir en paz. Capaz había dormido un par de horas después de una docena de cervezas tomadas, no tengo idea. Solo quería dormir. Me levanté de la cama gruñendo y maldiciendo al inventor de los timbres. ¿Por qué son tan molestos y ruidosos?
Al abrir la puerta me encontré con las personas que menos me imaginaba. Todavía no me acostumbraba a que aparecieran y desaparecieran en cuestión de días.
—¿Qué mierda hacen aquí? — Pregunté entre dientes después de que les dejé pasar a mi apartamento.
—Primero, deja de insultar, maldita perra. Segundo, agradécenos porque trajimos comida y te aseguro que no has comido.
—¡Dinah! — La morena le dio un golpe tan fuerte a su esposa que la otra gruñó y fue a la cocina. — Te pediría disculpas por su lenguaje pero eres peor. — Rió y la acompañé. La invité a la terraza mientras esperábamos a Dinah para comer. — Me siento apenada por desaparecer de esa manera. Uno de los hermanos de Dinah se metió en problemas en Los Ángeles el día del funeral del esposo de Camila. No la quisimos dejar sola y viajamos un día después. Queríamos estar para ustedes.
—No te preocupes, Normani. Todo está bien. Aparte, me gusta el nuevo estilo de tu esposa. — Mencioné. Normani sonrió como una adolescente enamorada. Dinah podía ser muchas cosas y haber cometido locuras pero Normani estaba siempre para ella. Se ganó la lotería.
—Es una demente. — Dijo dándose la vuelta y viendo a su esposa, quién estaba sirviendo la comida y se movía por la cocina como una loca. Sonreí con tristeza, esperaba tener eso con Camila. — Estábamos hablando en la estación de policía con el abogado de su hermano y de repente se le ocurrió volver a su color natural de cabello. Ya estaba acostumbrada a que fuera rubia pero me gusta ese estilo, ya sabes. — Me guiñó un ojo. Reí.
Estuvimos un rato hablando un poco de todo aprovechando que Dinah maldecía mi cocina y los utensilios que se escondían de ella. Sus palabras, no las mías. Conociendo a Normani, sabía que quería preguntar por Camila. Lo último que supo era los momentos esporádicos donde tuvimos relaciones y no le quise contar mucho más allá del deseo carnal ganándonos cada cierto tiempo. Ya teniendo la comida servida, las dos mujeres se sentaron frente a mí sosteniendo sus platos.
—Ya díganme la verdad ¿Qué hacen aquí? Dinah me odia por lo que supuestamente le hice a Camila hace años y tú solo te aferras a ella cuando tienes tiempo libre. — Le pregunté a Normani. Probé un poco de la comida y dejé en la mesa esperando una respuesta de las dos. Dinah rodó los ojos mientras bebía de su agua y Normani terminaba de tragar lentamente la comida.
—Estamos aquí porque queremos saber de tu vida. Como mejor amiga necesito estar más tiempo en tu vida. — Respondió Normani. Hice una mueca, Normani no era muy demostrativa para decir aquellas palabras. Era una mujer que estaba para donarte todos sus órganos si era posible pero no para visitarte para chismosear.
—Es mentira. Camila nos dijo que te vigiláramos, quiere corroborar que estás bien. — Dijo Dinah. Normani abrió los ojos y le dio una palmada fuerte en la espalda. — ¡Auch!
—Nunca puedes hacer nada bien, Dinah Kordei-Hansen. — Gruñó. Reí.
—En la cama no dices lo mismo. — Murmuró mirando al suelo.
—¡Dinah! — Le gritamos Normani y yo al mismo tiempo. No quería detalles.
—El punto es que no te odio, nunca lo hice. Camila ha sido mi mejor amiga desde siempre y recuerdo todos sus llantos, los miles de consejos que Ally y yo le dimos. Laur, fueron momentos muy fuertes. Te tenía rencor, te quería buscar, golpearte, lanzarte en un pozo lleno de cocodrilos hasta que imploraras por piedad pero nunca te odié. — Rodé los ojos. — Camila me contó que te investigó y también tu caso encubierta hace años. Si ella no cree en ti, yo lo hago. Solo dale tiempo.
Dinah era una de las personas más importantes e influyentes en la vida de Camila después de sus padres y yo lo sabía muy bien. Creo que, si no fuera por el apoyo de la polinesia en esos momentos, Camila nunca hubiera aceptado estar conmigo. Mi reputación en el pasado fue construido a base de mentiras, el gobierno necesitaba que fuera lo suficientemente sucia para que me aceptaran en el negocio. Era suficiente para nunca haber tenido a Camila.
—Será difícil ver a Camila todos los días en el trabajo y tener que darle su tiempo. La conocen, actuará como si nunca me vio en su vida.
—Es por eso que se fue.
—¡Normani!
El reproché de Dinah fue un sonido parecido al de un pequeño pitido. ¿Camila se fue? ¿A dónde? ¿Con quién? ¿Para qué?
—No te molestes. Tú empezaste a decir información que no te correspondía.
~~~
No sé cuánto tiempo pasó hasta que vi por la ventana y todo estaba completamente oscuro afuera. Las chicas y yo estuvimos en la sala de estar bebiendo cerveza, riéndonos y platicando de todo. Al ver el reloj de pared me di cuenta de lo tarde que era.
—Creo que ya nos vamos. — Noté que Normani miraba atenta el reloj un poco más que yo. El alcohol estaba haciendo efecto.
—Es imposible que se vayan a esta hora y en ese estado. — Hablé. — Es mejor que se queden aquí hasta mañana. — Pedí.
—No queremos molestar, Laur. Podemos pedir un uber. — Dijo Dinah quién ya se estaba levantando del sofá y buscaba sus cosas.
—¡No! — Exclamé. Dinah dejó de recoger sus cosas y Normani dejó de ver el reloj para verme. Las dos estaban confundidas. — No quiero quedarme sola. Camila me dejó y todo esto se siente tan vacío sin ella. Casi todas las noches estaba por aquí así fuera por cuatro horas. Tampoco quiero que estén por las calles en la madrugada. No quiero ser culpable de más muertes... — Miré el suelo. No quería que me vieran llorar.
—Oh Laur. — Sentí dos cuerpos apretándome contra ellos. Era bonito ser consolada. En su momento todos estaban para Camila y se alejaron de mí. ¿Quién me podía abrazar en esos momentos cuando corrí a otro país? La soledad. — Calma, ella volverá cuando lo crea conveniente. Nosotras nos quedaremos hoy ¿Verdad, Mani? — Normani asintió. Sonreí aliviada.
Normani se ofreció a recoger un poco el desorden que estaba en la sala de estar ya que les dije que dormirían en mi habitación. Fue un poco difícil que aceptaran dormir hay ya que juraban que no cambié las sabanas donde tuve relaciones recientemente con Camila. Tenían razón. Al final accedí a cambiarla si Dinah me acompañaba.
Dinah entró primer que yo como una loca quitándose los tacones y pidiéndome que cambiara la cama rápido o se dormiría en el piso. La calmé mientras cambiaba todo pero no para de hablar sobre cómo las relaciones entre dos mujeres era lo mejor del mundo.
—Dinah, ya basta. No quiero saber cómo Normani usó un strap-on contigo.Es asuqeroso.
—Asqueroso hasta que Camila lo pruebe en ti. — Dijo. La miré con el ceño fruncido. — Bueno, cuando se digne a volver.
—Eres una mierda, Dinah Jane. ¿Sabes qué? No debí pedirles que se quedaran. Era mejor mandarte en el uber y que Mani se quedara porque-
—Emm, Lauren...— Escuché la voz de Dinah llamarme preocupada.
—¿Si? — Respondí callando mi discurso no tan serio. Me acerqué hasta la mesa de noche en donde estaba viendo algo entre sus manos.
—¿Qué es esto? ¿Alguna bomba?
—¿De qué hablas Dinah? — Pregunté confundida. Me acerqué a ella. — ¡Lanza eso al suelo! — Grité asustada al ver el pequeño aparato en la mano. Mi amiga saltó al escucharme y lo soltó.
Me agaché para tomarlo, era un dispositivo del tamaño de un botón pero cuadrado totalmente negro. Es tan pequeño que por cualquier cosa el lente de este pasaría inadvertido.
Es una maldita cámara.
***
El capítulo fue un asco, admítanlo. Hagan sus preguntas a cualquier personaje de la historia, haré una entrevista especialmente para ellos. Claro, si quieren.
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