09
Narrador omnisciente:
La habitación estaba impregnada de un aire sensual y de mucha pasión. Los años pasaban y al parecer para esas dos mujeres la tensión sexual que sentía no había disminuido ni un poco.
Camila se dejó caer en la cama exhausta con miles de emociones a flor de piel no solo causadas por el orgasmo que acababa de tener, sino por la persona que le produjo tal placer. Lauren no se reincorporó a su lado, al contrario, aun se quedó posicionada en las piernas de Camila mientras tenía un sonrisa de satisfacción.
Las palabras estaban de más y ellas lo sabían. Las ganas por la otra habían ganado. Las miradas que se daban cada minuto y claro, los grandes celos de la ojimarrón causaron que hubieran tenido relaciones. Por un lado Lauren sabía que no se trataba de amor, no era algo que ella se ganó por conquistar a la morena o que su relación estuviera perfecta.
Si algo estaba claro era que Lauren Jauregui todavía amaba a Camila Cabello y nada lo cambiaría.
Mientras, todo lo que implicaba la vida de Camila era una confusión constante. Los padres de Agustín estaban detrás de ella como manera de consuelo, sabía que hacían lo mejor para aligerar la muerte de su hijo pero no la dejaban respirar. La madre de su ex esposo últimamente se enfermó gracias a la depresión por la muerte de su hijo. Lo cual provocaba que la mujer llamara a Camila casi todos los días hasta altas horas de la madrugada hablándole de la infancia de Agustín y contándole sus angustias. Camila sabía perfectamente que no debía molestarse por las atribuciones de la mujer pero su vida era un caos como para añadirle el que su ex suegra dependiera de ella.
—Un dólar por tus pensamientos—. Rompió el silencio la ojiverde después de reincorporarse en la cama, sacando a la morena de sus pensamientos. Por un momento Lauren pensó que en esos ojos marrones brillaron de adoración al verla.
—Tengo muchos dólares ¿Quién dijo que necesitaba uno tuyo?— Bromeó.
—Puede que ese dólar que te regale te haga ganar la lotería. Uno nunca sabe.
—Puede ser pero por el momento guárdalo.— La castaña se levantó de la cama y comenzó a buscar su ropa mezclada por el lugar. El corazón de Lauren dolió en ese momento. ¿Así serían las cosas? ¿Se convertiría en el juguete sexual de Camila?
—Esta será la última vez que pasará algo así— Habló tan fríamente que la mujer que se vestía apresuradamente dejo de hacerlo para ladear su cabeza y mirarla con confusión.
—¿De qué hablas?
—De esto— Señaló a ambas con sus manos— No fui tu juguete sexual antes y menos lo seré ahora.
Camila comprendió a que se refería y de la confusión pasó a la preocupación.
—Escucha, Lauren. Se a lo que te refieres ¿Vale? Solo entiende que es un poco complicado para mí la situación. Mi esposo acaba de morir hace tres meses y me estoy acostando con mi ex y no lo quiero recordar pero tenemos una historia muy fuerte, cosas que no se han resuelto y que no tienes ganas de hacerlo. No quiero que te enamores de nuevo Lauren. Porque estoy segura que no estaré para corresponderte.
Esas palabras le hundieron con todo su ser. Tanto así que sintió su corazón acelerado y con ganas de salir de su resguardo para demostrar todo lo dolido que se sentía. Por un momento el aire se quedó atascado en sus pulmones sin querer salir sintiendo que se ahogaba pero afortunadamente, a los cinco segundos ya había podido respirar correctamente.
—Puedes irte, Camila. Puedes irte y a partir de ahora tendremos algo estrictamente profesional en el trabajo— Esta vez fue ella quien se levantó y se puso solo su pantalón y sostén tirados a un lado de donde la castaña se estaba vistiendo.
—P-pero la estábamos pasando tan bien—. Camila gruñó sabiendo que su placer disminuiría y no iría de nuevo por darse placer por sí misma, era... Aburrido. Lauren la vio incrédula.
—¿Eso es lo que te importa, cierto? ¡¿El sexo es lo único que te importa?! ¡Pues consíguete otra persona!
—¿Estás hablando en serio? Si quisiera a otra persona la hubiera tenido hace mucho tiempo.— Respondió.
Las miradas que se daban ahora no eran las mismas de hace media hora atrás. En realidad, ahora eran de una furia potente, como si alguna esperara que la otra le saltara encima y comenzara a golpearla hasta morir pero no lo harían.
—Creo haber dicho que te fueras y aun te veo aquí.— Fue la última mirada que le dio la ojiverde antes de salir de su habitación hacia quien sabe dónde.
Camila dio una última mirada al entorno donde no había mucho tiempo de estar ahí. Si, quería pasar por ese mismo lugar un par de veces a la semana y salir de nuevo a su vida de caos pero su ex había terminado con todo apenas en una sesión.
¡Demonios! ¿Por qué las cosas no le salían según lo planeado? No le pediría disculpas, para empezar ¿Por qué debía? Hizo lo que muchas personas actualmente no hacían y era hablar con sinceridad y decir lo que realmente esperaba. No tendría a la ojiverde esperando que correspondiera su amor. Solo quería sexo. Sexo fuerte y placentero donde sintiera que nada importaba por unas horas.
Con los tres meses que pasaron volando, su vida dio un giro mucho más inesperado que la muerte de Agustín. Ya no se sentía en casa y eso lo sabía, por lo que procedió a venderla y darle un fin a la casa en la que soñó vivir con Lauren por un periodo corto de tiempo para después pasarla a su matrimonio fallido. Por el momento vivía en casa de sus padres, si, a su habitación con una puerta de pintada de rosa y miles de recuerdos con Lauren en ella. Maldijo entre dientes diciéndose a sí misma que debía darle un cambio a esa puerta. Ya no más azul cielo, ya no más rosado. Quizás un rojo o verde. No lo sabía con exactitud.
Tanto Alejandro como Sinuhe la convencieron de que no era momento de que viviera sola y se diera un tiempo con su familia. No se negó, tenían razón. Sofía llegaba en uno días de la universidad y necesitaba verla con todas sus ansias y abrazarla fuerte hasta que doliera.
La pequeña de la familia rompió totalmente los esquemas cuando a los diecisiete años les dio la noticia que no estudiaría para ser agente o algo que tenga que ver con la rama. La adolescente sabia de los riesgos de tener unos padres y hermana policías. Como todo aquel, sentía miedo de que algo le pasara en cualquier momento y para no ahora sentir miedo de que pudiera morir en una misión. Suficiente tenía con una Camila muy terca arriesgándose en las misiones. Por eso decidió estudiar fotografía. Era un arte magistral para la pequeña Cabello viajar y capturar las emociones de las personas y sus movimientos, la energía y mucho más.
Alejandro se había sorprendido en su momento pero la dejó volar. Sus padres en ningún momento le negaron ser agente del gobierno y mucho menos el cometería un error el no dejar a sus hijas ser felices con lo que sentían y querían.
Ahora, la otra cosa era volver a trabajar. Los de la oficina la habían recibido muy bien. Le enseñaron la nueva tecnología que tenían y la nueva manera de trabajar porque apenas pisó ese lugar se dio cuenta de que Lauren Jauregui había cambiado muchas cosas y todavía no aceptaba que esa mujer no estuviera en negocios turbios e implicación por la muerte de su esposo.
A unas semanas de acoplarse al trabajo, su compañera Sam le avisó que llegaría de una misión la persona más ególatra de ese edificio a lo cual Camila bromeó diciendo que ya Lauren se encontraba en su oficina, haciendo que Sam soltara una carcajada. Poco le importó si alguien llegara, nunca le había importado. Hasta que aquella chica llegó como si fuera un Dios mandando a todo aquel y presumiendo lo que quizás nunca hizo en aquella misión pero lo que más le incomodó fue ver a esa rubia intentando besar a Lauren en la salida. Detonando que ahora estuviera en su apartamento con la ojiverde enojada en alguna parte de ese lugar.
Después de salir de sus pensamientos nostálgicos con querer ver a su hermana y el trabajo. Sus oídos captaron un sonido muy común. Era el tono de un teléfono. El de Lauren.
La curiosidad la mató buscando el teléfono de su ex que se encontraba en una de las mesitas al lado de la cama. Tomo el iPhone color negro y lo desbloqueó dándose cuenta que a veces Lauren pasaba por ingenua dejando su teléfono sin alguna clave, era una agente del gobierno. Mínimo debía tenerlo bloqueado con identificador de huella.
Sintió como su sangre hervía al ver la notificación.
''Adoro un dicho que dice: 'Si la montaña no va a Mahoma. Mahoma va a la montaña' y bueno, esta vez yo, Katherine, iré por alguien y ese alguien eres tú, Lauren.''
Adjunta tenía unas fotos y era la maldita mujer rubia por la cual su día no había sido bueno.
En ese momento no podía despegar la mirada del teléfono de Lauren, esa misma abrió la puerta de la habitación más calmada para despedirse de Camila.
—¡¿Por qué carajos esta mujer tiene tu número de teléfono?!— Exclamó Camila, casi tirándole el teléfono a Lauren y está atrapándolo en el aire. Una muy confundida vio que se dio cuenta de lo que hablaba la mujer y se sorprendió de lo atrevida que era Katherine. Casi se reía porque esa mujer iba con todo pero aquella mirada que explotaba fuego lo evitó.
—En primer lugar, ¿Por qué revisas mi teléfono?— Actuó como si eso no le gustara cuando en realidad sí. Era una agente pero no tenía códigos especiales en él. Al menos que por códigos especiales sea Normani mandándole videos de gatitos y la mujer de su oficina Sam mandándole mensajes de superación personal y frases motivadoras— Segundo, pensé que ya te habías largado.— Mintió. Sabía perfectamente que la castaña no se iría sin antes por lo menos verla una última vez— Tercero, puedo hacer con mi vida lo que me plazca y si esa mujer me envía desnudos ¿Quién soy para negarme?— Se encogió de hombros mientras le respondía un ''Nos vemos mañana en el trabajo, Katherine. Descansa.''
—Espera ¿Le respondiste?— Camila habló entre dientes y Lauren asintió— Mierda, Lauren. Te dije que no te quería ver cerca de esa...— Buscaba las palabras mientras se movía de un lado a otro por la habitación— De esa.... ¡Pues de esa zorra! Listo. Lo dije.— Aplaudió dándose motivación a sí misma. Ella no era de insultar a las mujeres a lo fácil y menos por celos.
—Mira, Camila. Hace un momento dijiste que no viera las cosas más allá de un simple acostón entre nosotras y ahora estas cambiando las cosas.
Lauren agarró la cartera de la morena mientras unía sus manos confundiendo a la otra mujer pero en ningún momento dudo para entrelazar sus dedos y siguiéndola a la sala de aquel apartamento. Se confundió aún más cuando Lauren abrió la puerta principal que daba al pasillo de aquel edificio y le tendió su cartera para después desunir sus manos.
—No quiero que te enamores de nuevo de mí, Camila Cabello.— Le guiñó un ojo y le cerró la puerta.
Aquel día, Lauren se concentró en buscar pistas sobre el asesino de Agustín para no hacerle caso al dolor en su pecho.
Aquel día, Camila se concentró en la historia que Dinah le contaba en su habitación para no hacer caso a su corazón y su conciencia.
¿Cómo terminarían aquellas dos almas que pedían a gritos unirse una vez más pero sus cerebros se rehusaban?
***
Hola, necesito inspiración para Divorce, fuck.
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