Capítulo Único

Disclaimer: Yuri On Ice fue dirigida por Sayo Yamamoto y escrita por Mitsurō Kubo. Solo la trama me pertenece. La imagen utilizada en la portada es propiedad de  Whitemop_jog, pueden encontrarle en twiter o pixiv. 

Pareja: Viktor Nikirofov (α) y Christophe Giacometti (α).

Advertencias: Este escrito se encuentra ambientado en el universo omegaverse de mi otro fanfic "Brotes de Invierno". Aunque puede leerse de manera individual. Es un Song.Fic inspirado en su mayoría por la canción Friends de Ed Sheeran, así que a lo largo del relato verán todos lso lyrics. No quise traducir, porque sentí que no lo haría tan bien como en el vídeo que dejé arriba xD

Antes de leer: Para facilitar la lectura, un simple resumen.
Viktor es nieto paterno de Nikolai Plisetsky, primo de Yuri y Mila Plisetsky. El apellido de su madre es Nikirifov. No es que me haya confundido de apellido en el summary. xD Tanto él como sus padres, viven en la misma mansión que su abuelo y sus primos.

Notas de autora: Uuff, costó un montón en que saliera y creo que es el one shot más largo que he escrito hasta la fecha. Contando con 9.4K de palabras, aproximadamente. Realmente, estoy muy conforme con el resultado, VikChris siempre ha sido de las parejas que más me llaman la atención y les guardo un cariño especial a los del universo de Brotes de Invierno. <3 

Espero que disfruten la lectura y si es que han llegado aquí y no les convence, al menos denle una oportunidad~
Y pues, no olviden comentar que les pareció y votar, si es que quieren~

Haré un apartado con la lista de canciones que me inspiraron en esta larga travesía~ Y tal vez cambie la portada cuando encuentre una imagen linda de ellos, siendo adolescentes xD <3


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We're not, no we're not friends, nor have we ever been.

We just try to keep those secrets in a lie

Un roce, suave como las hojas de otoño cayendo sobre la acera. Efímero como un copo de nieve descendiendo sobre su hombro y fundiéndose en el saco de su uniforme hasta convertirse en una pequeña mancha de humedad.

El largo cabello de Viktor cae por sobre su hombro, mientras este termina los ejercicios de álgebra que les dejaron encargados para el día siguiente.

Hombro con hombro. Chris alza la mirada por sobre sus anteojos.

La biblioteca se halla en silencio, pero unas mesas más allá se puede observar otro grupo de estudiantes.

Chris borra un par de ejercicios, sabiendo que están bien realizados. Todo con el fin de poder rozar la pálida y suave piel de Viktor al recoger su goma de borrar.

¿Es normal que un alfa tenga la piel así?

No se lo cuestiona mucho. No le gusta hacerlo.

Solo sabe lo mucho que le encanta acariciarle por debajo de la camisa cuando están a solas en los vestuarios. Con la excusa de ayudarle a estirar un poco los músculos, después de la práctica de rugby. Le gustan las mentiras, le gusta pensar que aquello era simple compañerismo.

Por el rabillo del ojo observa una pequeña sonrisa en los labios de su mejor amigo, como si este adivinara sus verdaderas intenciones.

La pierna de Viktor se remueve un poco, frotando suavemente su rodilla contra el muslo de Chris.

Ese sentimiento cálido volvía a inundarlos, naciendo en sus pechos y comenzando a expandirse hasta volverse un cosquilleo en el estómago.

Entonces escuchaban unas sillas removerse en la distancia, recordándoles que no estaban solos.

El pequeño mundo que se habían construido en esos escasos minutos, desapareció más rápido de lo que se construyó.

Chris y Viktor podían ser enemigos, mejores amigos, podrían ser rivales y a la vez compañeros.

Pero nada más.

And if they find out, will it all go wrong?

And Heaven knows, no one wants it to.」  

Porque si alguien llegaba a descubrir, que entre el heredero de la familia Plisetsky y el heredero de la familia Giacometti existía algo más que amistad, iban a rodar cabeza.

Porque ambos eran alfas.

Y ese sentimiento que se sentía tan endemoniadamente enriquecedor para ellos, era terrible para todos los demás.

Por suerte eran alfas y no omegas.

Con ellos las personas no se atreverían a soltar sus lenguas con tanta facilidad, levantando acusaciones que podrían conducirlos a Siberia.

No, a los alfas se les respeta.

Todo lo que hagan puertas adentro, no les incumbe al mundo.

El problema era, que los sentimientos que se iban acumulando en los corazones de Chris y Viktor, simplemente no cabían detrás de esas puertas.

Y cuando estas se abrieran, enseñando al mundo su "vergonzoso" secreto, que llevaban semanas escondiendo...

Todo iría simplemente mal.

  「 So I could take the back road

But your eyes will lead me straight back home.」  

El entrenador los castigó, alegando que si bien ambos eran excelentes jugadores, no servía de nada si se lanzaban el uno contra el otro en medio de un partido y no contra el oponente.

No podrían participar en las próximas prácticas, sin embargo, al ser ambos piezas fundamentales del equipo decidió que lo mejor era no avisarle a sus padres. Pequeños favores que solo los alfas se pueden ganar.

Y justo en ese momento, cuando buscaban donde pasar el resto de la tarde y que sus padres no pregunten por qué llegaron temprano, cuando se odian más que nunca...

Querían golpearse hasta dejar marcas. Querían arañarse y morderse. Dejar alguna huella suya en el cuerpo del otro.

Sabían que si las cosas seguían así de tensas entre ellos, la próxima práctica podría terminar peor.

El roce del juego brusco. La respiración acelerada en jadeos. Las miradas salvajes por querer gobernar el campo de batalla. El aroma del otro, que era tan jodidamente llamativo y les llenaba las fosas nasales cual perfume maldito, alterando a un nivel aterrador las hormonas adolescentes de quince años.

Chris fue quien tuvo una erección en medio de la práctica, al ver la sección de piel pálida y perlada en sudor que era la nuca de su mejor amigo. Que lo llamaba casi descaradamente a morder.

Y era tan irritante, ya que nunca había sentido esa necesidad con ningún omega. Su cuerpo jamás había reaccionado de esa manera con cualquiera de las otras clases. Entonces llegaba Viktor de la nada y casi sin querer hizo que todas esas sensaciones extrañas se agolparan en su cuerpo.

En su mente, las emociones revoloteaban torpes y errantes como mariposas mareadas.

Este último se volteó y los preciosos zafiros que tenía en lugar de ojos, destellaron con curiosidad al descubrir el problema de su amigo.

El aroma se había puesto pesado, llamativo.

Sugerente.

Entonces Chris empezó con un puñetazo y no se detuvieron hasta que sus compañeros los separaron y cualquier rastro de entusiasmo adolescente hubo desaparecido.

Están molestos, confundidos y contrariados a más no poder. Pero aún así, no pueden separarse. Simplemente sienten que todo será peor si alguno de ellos escapa de esa situación.

Hay que hablarlo, pero ninguno se siente capaz de dar el primer paso.

Viktor terminó con un ojo morado y la nariz de Chris quedó bastante maltrecha.

Guardaban una distancia pertinente al regresar a sus hogares. Desde que su amistad inició, ambos caminaban hasta la parada de autobuses juntos, aún si sus padres insistían en que podían enviar a algún chofer a buscarlos.

Pero no, ellos siempre prefirieron ese pequeño recorrido solo para ellos. A través de un hermoso sendero de robles que unía su academia con la ciudad. El bosque que su instituto ha guardado para sí durante años. Un camino de tierra bastante antiguo, que casi daba la sensación de trascender en el tiempo. De unir dos épocas totalmente distintas.

Llegaron a la parada de autobús, justo cuando en el horizonte se divisaba el bus que acercaba a Chris a su hogar.

Entonces todo ocurre en cámara lenta. Él no desea mirar al rostro de Viktor, ya que sabe que le hizo daño y que la culpa lo consumirá. Como cuando un sentimiento, más refrescante pero igual de culposo, se instaló en su vientre bajo cuando forcejeaba con su amigo en el césped de la cancha de rugby.

Pero su mejor amigo en ningún momento aparta la mirada de su rostro, cosa que lo pone terriblemente ansioso. Chris observa las pestañas rubias y los pequeños vellos rebeldes brotando en su mentón.

No es que fuera más débil, como para resistirse al deseo de observar cómo había quedado de magullada la nariz de su amigo. Todo lo contrario.

Viktor, con toda la valentía del mundo, reflexionó todo el trayecto para encontrar una explicación coherente a lo sucedido.

Entonces como si todos los planetas se alinearan y la espesa bruma que cubría su mente se estuviera disolviendo, Viktor llega a una conclusión.

Es una conclusión terrible, que sellaría un destino fatídico. Pero aún así, sabe que quiere tener la razón.

Que lo desea.

And if you know me like I know you

You should love me, you should know.

Con la fuerzas que le quedan, atrajo a Chris hacia él, sujetando su hombro.

"Vas a entrar en celo, ¿no?"

Susurró contra su oído y la frase provocó a que el alfa gruñera como respuesta.

Viktor intenta separarse, pero Chris se voltea, sujetándolo con fuerza del antebrazo. Se impone dominante, con las hormonas descontroladas, intentando causar miedo o sumisión en el otro alfa.

Pero la respuesta ansiada, no llegó. Viktor solo sujeta de la misma manera, con llamas de fuego dejándose ver a través del hielo de su mirada.

El hielo, sorpresivamente, comienza a derretirse, volviéndose agua. Gotas que comenzaron a caer por las mejillas de Viktor y de Chris ante la realización.

La respiración se aceleró progresivamente, mientras el autobús se acercaba.

Este se estaciona, dejando que algunos pasajeros desciendan sin que nadie sube.

Todos son betas y nadie se percató del aroma pesado que hay, ni de los diminutos círculos trazados por gotas de agua en el piso.

Y mucho menos se percataron, de que varios metros camino dentro del bosque, un chico de cabello plateado y largo, estaba teniendo un apasionado y sediento primer beso con uno rubio.

Se querían devorar.

Se mordían los labios con rabia y las manos recorrían pesadas el cuerpo ajeno. Apretando las espaldas que se han estado ensanchado este último año. Jalando el cabello aún algo sudado por la ducha en los camerinos tras la pelea. Friccionando los cuerpos en una brusca danza sincronizada, casi erótica.

Querían consumirse en ese sentimiento abrasador, hasta que solo quedaran las cenizas.

Los besos descendieron por el cuello del otro y todo se vuelve un "tire y afloja". Con ambos intentando imponer un ritmo. Desesperados por ser quién clave primero sus colmillos en el cuello del otro.

Pero a la vez, ninguno quería ceder. Al menos no todavía.

Entonces nació.

Entre jadeos, suspiros y gruñidos. Entre el aroma denso y territorial.

Chris de la nada, dijo que sentía lo mismo que él. Y es como si eso hubiera sido lo único que necesitaron para frenar esa inmadura guerra por el poder. Lo dice cuando los labios de Viktor se hallan sobre piel. Y los caninos asomándose ligeramente, presionando contra el cuello

Se soltaron con dificultad y las miradas se atraparon durante unos largos minutos que parecieron ser una eternidad.

Las risas no tardaron en llegar, acompañadas inmediatamentes por lágrimas, no tan felices y varias palabras de disculpas.

Los alfas no lloran, pero allí estaban ellos, tallandose los ojos con una mano mientras que rodean el hombro del otro con el brazo libre.

Los alfas no piden disculpas, pero allí estaban ellos, recitando todas las disculpas en los cinco idiomas que habían aprendido en su instintos.

Los alfas no se enamoran entre sí.

Y aún así, allí estaban ellos, reconociendo con toda la resignación del mundo, que se habían enamorado de su mejor amigo.

Porque tenían más que claro que en su situación, ser otra cosa más que amigos era absolutamente peligroso.

Friends just sleep in another bed

And friends don't treat me like you do

Well I know that there's a limit to everything

Viktor entreabre los ojos, percatandose de que aún no amanece y ese tono azul claro del cielo durante las mañanas filtrándose entre las cortinas, lo delata.

Hace frío, lo nota por la manera en que las ramas de los árboles golpean la ventana, impulsadas por las fuertes ventiscas de invierno.

Lo primero que hace, una vez su cabeza comienza a funcionar mejor, es buscar a Chris con la mirada. Sin embargo, el espacio a su lado en la cama individual en la que se encuentra, está vacío.

La cama a unos metros de la suya también sigue como la noche anterior; completamente intacta. Dentro de unas horas tendrá que desordenarla para que los padres de Chris no sospechen nada.

Se incorpora sobre el colchón y nota en su cuerpo algunas pistas del delito que cometió con su mejor amigo durante la madrugada. Algunas mordidas sobre su pecho, donde nadie las vería y el recuerdo de una lengua recorriendo la zona interna de sus muslos, que ahora lucían resplandecientes "besos" amoratados.

Y recién cuando se revisa a sí mismo, es que se percata de la puerta entreabierta del baño personal de Chris. Con luz blanca reflejándose en la alfombra en un halo de luz y el suave zumbido (casi inaudible) del extractor de aire.

—Perdón, ¿te he despertado? —Preguntar eso es lo primero que hace Chris al ver la silueta de su mejor amigo asomándose por la puerta. Lo segundo, es apagar el cigarrillo que estaba fumando en su lavamanos.

—Para nada, me hubiera despertado de todas formas —miente, sabiendo que es muy obvio en eso. La sonrisa de Chris, quien está sentado al borde de la bañera, se lo confirma. Da unos pasos dentro del baño, que no es para nada pequeño, mientras se ata el cabello en una coleta y cierra la puerta con el pie.

Viktor arruga la nariz, algo hastiado por el aroma a tabaco que aún flota en el ambiente. Chris le había asegurado que le dejaría, pero el padre de este también solía insistir en que un alfa de verdad con un habano caro en la boca imponía mucho más respeto.

Solo fumaba cuando se sentía ansioso, lo que hacía que el sentimiento de desconfianza perforara lentamente el corazón de su amigo.

¿Era por lo que hicieron anoche?

No lo "hicieron todo". Solo se entretuvieron un poco. Nada que una ducha caliente no arreglara. Además de que los padres de Chris estaban de viaje y sus sirvientes dormían en cuartos muy alejados del suyo.

Entonces, por qué se preocupaba.

—No me arrepiento —dijo Chris en un susurro, alzando la mirada hacia el techo y apoyando las manos en el borde de la bañera, como apoyo. —Te puedo leer como un libro, lo sabes. Y creeme que no hay nada de que debas preocuparte —agregó al ver la expresión de sorpresa de Viktor.

—Sabes que yo tampoco, pero entre nos, solo hay uno que se despertó de madrugada a fumar —respondió con una pequeña sonrisa, sentándose a su lado. No transcurrieron más de unos segundos, cuando la cabeza de Chris ya se reclinaba sobre su hombro.

—Pensaba, en que técnicamente ya es mi cumpleaños. Y que también es el día de los enamorados —Empezó a decir lentamente, como si quien hablara fuera otro y él fuera un tercero atento a sus palabras.—Pensaba en que hace un par de años creía que este día lo pasaría de otra manera. Ya sabes, con... —Se interrumpió, en un silencio que le puso los nervios de punta a Viktor—, alguien más.

—Ah —Fue lo único que respondió Viktor, mientras bajaba la mirada. Ya que sinceramente, no tenía nada que reclamarle. Hace un par de años, el también pensaba que pasaría el San Valentín con otra persona.

Bueno, quizás no tan así. Él deseaba pasar el San Valentín con su persona amada y claramente eso es lo que había hecho. Pero él también creyó, que se trataría de un lindo o una linda omega quien sería su novia.

En cambio, a los dieciséis años, terminó en la cama de Chris luego de que lo dejaran quedarse a dormir con él. Aseguró que debían estudiar para un examen importante.

Tampoco es como si pudieran hacer mucho más que quedarse en la casa del otro. Desde que sus padres descubrieron que llevaban meses sin ir a las prácticas de rugby para ingresar al club de ballet de su instituto, tenían un castigo que parecía eterno.

O mejor dicho, siempre estaban castigados y de vez en cuando habían excepciones. Aunque Viktor era más que consciente de que si no fuera porque su maestra de ballet, Lilya, era amiga cercana de la familia, de seguro lo habrían encerrado en casa con tutores privados el resto de su adolescencia.

Aunque aquel escenario lo entristecía un montón, porque con el tiempo había terminado enamorándose del ballet. Y si no fuera por su destino como la cabeza de su empresa, de seguro habría estudiado algo relacionado con danza.

—Aun así, no hay nadie más con quien quisiera estar hoy —Chris susurra contra su oído, haciéndolo estremecer y guardarse una sonrisa.

—Eres el mejor —Viktor lo halaga, logrando que su amigo se ruborice un poco.

Desliza su mano sobre la otra, acariciando con suavidad y la mirada baja hacia los labios de Chris.

Este pareciera comprender las intenciones de su amigo y, sonriendo con algo de pena, le besa en la frente.

No se besan casi nunca sobre los labios. Es como si esa ternura se la tuvieran prohibida entre ellos mismos. Ya que ambos saben que una vez que empiecen, ya no podrán dar marcha atrás.

A veces no están juntos en ningún momento del día cuando van a la escuela.

Son impulsivos, pero también son conscientes de aquello. Por lo que temen dejarse ganar por las ganas de una muestra de afecto.

Por un cariño que no resultaría invisible ante nadie.

Son esos días en los que dicen haber discutido, o que simplemente no dependen del otro para pasarlo bien.

Pero es mentira.

But my friends won't love me like you

No, my friends won't love me like you

Porque estando con otras personas, hablando, riendo, compartiendo, es cuando la falta del otro se hace más presente.

Más dura y difícil de sobrellevar.

Se dan cuenta de que se necesitan más allá de lo que creen.

Mucho más allá de lo que dos amigos alfas se podrían necesitar.


 「We're not friends, we could be anything

Viktor está algo celoso, pero sabe que no puede decir nada ante la escena que presencia. Sabe que es normal que ya, con diecisiete años, las chicas estén interesadas en Chris.

Sin embargo, le molestaba la actitud de varias de sus compañeras de ballet. A las cuales, si no les resulta el coqueteo con uno de los chicos, van con el otro. Siendo ambos los únicos hombres en el club, era predecible.

Pero la sonrisa se torcía mucho y una nube negra se posiciona sobre su cabeza cada vez que una chica se le encimaba a Chris.

Porque él, al menos, descartaba rápida y cortésmente a cualquier chica que intentara algo con él. Mientras que Chris se daba el trabajo de seguirles un poco el ritmo porque le parecía "interesante" el arte del coqueteo.

"Creo que tu amigo se siente un poco dejado de lado, hablamos mañana" le besaban la mejilla y se despedían. Entonces Chris se acercaba a Viktor quien arrugaba el entrecejo en respuesta.

Él sabía que no eran solo amigos. Pero tampoco eran novios.

Ambos habían descubierto que estaban interesados en alfas y no en omegas. La diferencia, es que a Viktor sólo le atraían los chicos... mientras que Chris estaba interesado en las chicas también.

A partir de eso y viendo que se acercaba su graduación, decidieron establecer ciertas reglas.

Podían seguir siendo mejores amigos en público, Viktor podría hacerle cualquier escena de celos mientras se notara que eran amistosos y no algo más.

Ya a solas, podrían ser amantes. Aunque les resultara casi divertido usar ese término a esa edad. Nada serio, significa que las cosas no dolería tanto si el corazón cambiaba de parecer. O más fácil, así no tendrían mucho que perder cuando sus caminos se separaban.

Porque Chris podría tener una novia alfa. Algo aún aceptable para sus padres, mientras les dieran nietos. Y porque Viktor sabía que posiblemente terminaría con un omega, debido a las peticiones de su abuelo y sus padres. Mientras siguiera en la escuela, podría argumentar que no se fijaba en relaciones por concentrarse en sus estudios.

If we tried to keep those secrets safe

No one will find out if it all went wrong

Y es que mientras más pasa el tiempo, más se percatan de que podría no ser solo "calentura adolescente" o la simple necesidad de explorar su sexualidad.

Lo están arriesgando todo por seguir ese sentimiento confuso, agridulce e intenso que anida en sus pechos.

¿Y si sus padres los atraparan? ¿Si descubrieran las marcas o las cartas?

Aún no eran adultos, no querían comprometer su futuro por lo que podría ser un simple revoltijo de emociones.

Sin embargo, en esos paseos largos que tenían en el jardín de la mansión de Viktor, cuando hablaban sobre cómo jugaban con fuego, es que recaen en una graciosa realidad.

Y esta era, que se preocupaban más con lo que puede sucederle al otro, que a sí mismos.

Después de todo, a partir del primer beso, sus caminos se cruzaron y entrelazaron de manera irremediable.

They'll never know what we've been through

"No hablarlo con nadie, jamás. Ni siquiera entre ellos mismos. Echarle tierra al asunto y simplemente fingir que nunca hubiera existido"

Un juramento con sangre, hecho durante las vacaciones de verano, cuando decidieron ir a acampar y el padre de Viktor le regaló su primera navaja suiza.

Mas, había un "pequeño" detalle en el que no pensaron momento de hacer el juramento.

Y es que, fácilmente se puede apagar una fogata con un poco de tierra encima. Pero ellos, habían iniciado un incendio.

Desde el primer beso con uno de ellos al borde del celo, hasta su primer contacto "íntimo" superficial.

Todo, todo del otro les encantaba profundamente. El cabello largo y suave de Viktor. La manera en que Chris se veía con anteojos, aun si los odiaba y prefería usar lentes de contacto.

Tienen la sensación, de que aún si lo "mejor" para sus futuros, es separarse y quedar en términos amistosos, eso solo termina haciendolos profundamente infelices.

Pero mientras nadie sepa. Mientras nadie se lo imagine. Mientras nadie escuche o vea lo que sucede cuando ellos están solos, todo está bien.

Pueden seguir con su aventura adolescente, jugando a fingir que nada malo les puede suceder.

So I could take the back road

But your eyes'll lead me straight back home

Cuando Viktor faltó a la escuela durante tres días, supo que las cosas habían dado un vuelco irremediable.

"Lo siento" fue lo primero que dijo el chico, una vez se sentó en el pupitre junto al suyo. Chris quiso responderle, pero las miradas indiscretas de todos sus compañeros de salón no le daban buena espina.

Pero, ¿cómo no mirar a Viktor? si la preciosa melena plateada que llevaba atada todos los días al instituto, había desaparecido.

Decidieron no almorzar, tenían mucho de lo cual hablar y muy poco tiempo. Algo le decía a Chris, que ese día no podrían tomar el autobús juntos.

—Fue durante la cena —Viktor empezó su relato, una vez se sentaron sobre la hierba, en una de las canchas alejadas del edificio central—. Yura había empezado a decir que le gustaría tocar el violín de adulto y realmente fue muy adorable —Se mordió el labio y sus ojos relucieron con tristeza. Sin el cabello largo ya no tenía donde ocultarse.—El abuelo se mostró muy comprensivo y fue tan dulce con él.

Puso su mentón en alto, dando una gran bocanada de aire, mientras sonreía con algo de tristeza. Sin embargo, las palabras seguían sin salir.

Bastó que la mano de Chris se deslizara sobre la suya, para tener ese pequeño empujoncito que necesitaba.

—Le comenté que a mi me gustaría seguir el camino de la danza, entonces, todo explotó —declaró finalmente, pasando saliva por la garganta.

Y el panorama que Chris imaginó cuando Viktor dijo "explotó", no era muy distinto de la realidad.

Todo empezó con su padre diciendo que no hablara estupideces, que él ya sabía cuál era su lugar. Luego siguió su madre con una mirada suplicándole que guardara silencio. El ambiente en la mesa era tan tenso, que hasta su pequeña prima Mila se percató, obligando a llevarse a Yura de la mesa con la excusa de jugar en el jardín.

Entonces su abuelo hizo un comentario que simplemente le dolió demasiado como para quedarse callado.

Y es que estaba cansado de guardarse tantas emociones. De seguir el protocolo. De ser el heredero perfecto. Así que una respuesta algo sarcástica abandonó sus labios inmediatamente.

Entonces su abuelo empezó "la guerra".

No quiso incomodar a su amigo con los escabrosos detalles de todo lo que sucedió a continuación. Sobre las cosas horribles que dijeron abuelo y su padre, con la excusa de buscar lo mejor para él. Tampoco habló de cómo su madre también fue arrastrada en esa vorágine de creencias conservadoras y comentarios filosos, al intentar defenderlo.

Al acabar la cena, la sentencia quedó clara. Viktor tenía estrictamente prohibido ir a ballet. Debería retomar clases de rugby.

Y por sobre todo, era momento de cortarse el cabello que le hacía parecer una chica. O peor aún, un omega afeminado.

—Si hubieras visto como palpitaba mi mejilla luego de la bofetada de mi padre~ peor que cuando nos peleamos aquella vez en la cancha. Recién hoy en la mañana se desinflamó, aunque mamá tuvo que ponerme un poco de maquillaje para que no nota...

Fue interrumpido por los fuertes brazos de su amigo rodeándolo con fuerza, en un efusivo abrazo. No pudo siquiera preguntar qué pasaba, cuando lo escuchó sollozar sobre su hombro, apretando el agarre del abrazo como si temiera que alguien se lo fuera a llevar de su lado.

Viktor esbozó una pequeña sonrisa, abrazandolo de vuelta y dándole palmaditas en la espalda. Comprendía las lágrimas de su mejor amigo y no pudo evitar sentirse profundamente conmovido.

De pequeños, a los alfas se les enseña a no llorar. Algo muy difícil para Viktor, quien siempre se consideró alguien bastante emocional. Y fue Chris, quien hace un par de años le dio un consejo que grabó en su memoria con letras de oro.

"No regales tus lágrimas a tus enemigos. Solo a tus seres queridos".

En otra época de su vida, Chris estaba seguro de que él hubiera sido quien secara las lágrimas de Viktor por discutir con su padre. El hecho de que su amigo le revelera que no lloró ni una sola vez, le lastimaba profundo en el alma.

Y es que si su padre había dicho o hecho cosas tan horribles, como para causar tal quiebre en la relación con su hijo, el corazón de Viktor debió haber sido lastimado a un nivel inimaginable.

Su padre ya no era un ser querido ante esos preciosos ojos color zafiro.

Todo a causa de Viktor comentando que era lo que deseaba en la vida. Que tipo de cosas le gustaría hacer en el futuro. No la respuesta predeterminada que sus padres le inculcan en la cabeza y que repetían como autómata en cada presentación formal.

Viktor habló desde su corazón. Desde su alma. Habló queriendo hacerlo por él mismo y por nadie más.

Y todo resultó en su familia intentando romperlo. Quebrarlo. Cortándole las alas de la misma manera en que le habían cortado el cabello.

Ese motivo era precisamente el que impulsó las lágrimas de Chis. Quien no lloraba por él mismo, sino por Viktor.

Lloraba porque intentaron destruir a su persona más amada en el mundo.

And if you know me like I know you

You should love me, you should know

—Quédate conmigo —pidió Chris, una vez el abrazo se deshizo. Era mejor buscar las gafas en el pequeño morral en el que trajo el almuerzo, llorar con lentes de contacto no le parecía la cosa más agradable del mundo.

—No —respondió Viktor, tajante. —No quiero tener problemas con tu familia. O peor, hacer que tú los tengas con ella —agregó, con algo de tristeza, mientras abrazaba sus rodillas con ambos brazos—. Además, siento más que nunca que podría morir si no me dejan estar contigo.

—¿Tan rápido empezamos con las cursilerias? —dijo, sonriendo un poco, mientras le revolvía el cabello ahora corto.

Al menos seguía sintiéndose sedoso al tacto.

—Perdóname, pero quien se puso a llorar como una viuda en pena, no fui yo —alegó, su voz sonaba mucho más tranquila que hace un rato.

—Sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras. Desde una tarea de historia, hasta llorar porque tu no puedes —aseguró, echándose sobre el césped, agotado por tantas emociones.

—Lo sé~ por algo eres mi mejor amigo —aseguró, ladeando un poco la cabeza al mirarle.

A pesar de la dulzura puesta en las últimas palabras, dejaron un regusto algo amargo en la garganta de Viktor.

Y Chris no pudo sino sentir la misma sensación en su pecho. Una realmente desagradable.

Si su padre y su abuelo reaccionaron de esa manera ante la proposición de seguir el camino de la danza, la sola idea de mencionarle que tenía otro tipo de "intereses" en su vida íntima, era simplemente impensable.

Los labios del otro sabían tan dulce. Pero tragarse toda la impotencia de la realidad de su relación se sentía, a su vez, terriblemente amargo.

Era mejor aceptar que su relación era un delicioso platillo agridulce. 

Friends just sleep in another bed

And friends don't treat me like you do

Well I know that there's a limit to everything

But my friends won't love me like you

—¿Quieres salir un rato? —Viktor pregunta, poco antes de llevarse una copa de champaña a los labios, bebiendo su contenido.

—Por favor, siento como si me estuviera sofocando —responde Chris, aflojando un poco el cuello de la camiseta. Aún si llevaba su saco colgado del hombro, seguía teniendo un calor indescriptible.

La ceremonia de graduación ya había acabado hace varias horas. Se había preparado una cena, para los recién egresados y sus familiares más cercanos, que terminó cerca de las dos de la madrugada.

Pero claro, varios de ellos ya habían cumplido la mayoría de edad, así que las ganas de seguir bebiendo y divirtiéndose, impulsó a todos a terminar la fiesta en la casa de alguno de sus ex- compañeros de salón.

Obviamente, Chris y Viktor no eran la excepción a ellos. Deseando saborear un poco más la "libertad" antes de que sus padres los metieran a estudiar a la universidad más cercana y mejor.

Y decir que fue la mejor noche de su vida, quedaba corto.

Se ocultaron entre las sombras del patio, más allá de la gran colección de estatuas de mármol que la madre de su amigo coleccionaba.

Entre las preciosas estatuas, que poseían un aire fantasmagórico debido a los rayos de luna bañandolas, empezaron a bailar un lento vals. Danzaban al compás de una melodía que ambos tarareaban, su favorita del club de ballet. Ambos coincidían en los movimientos, dejándose llevar con total confianza, sabiendo que el otro no se empeñaría en tomar el mando.

Era casi divertido cómo ambos, lentamente, habían comenzado a renegar bastante de los impulsos de su clase. Solo en la "intimidad" se ponían algo brutos y apasionados, pero solo cuando el otro también lo buscaba.

Ya que el resto del tiempo, cuando estaban solos desde luego, se trataban con dulzura y delicadeza. Como si la piel estuviera echa de porcelana y los cabellos se deshicieran al tacto.

Las manos se entrelazaban y sostenían con cuidado, el calor se transmitía con sutileza, contrastando con el frío de la noche. Era incómodo apoyar la cabeza en el hombro del otro, debido a que ambos medían exactamente lo mismo, pero en cambio podían escudriñar sin pena los ojos contrarios.

—Si te beso ahora, ¿cómo te lo tomarías? —preguntó Chris, deteniendo de manera brusca el baile.

Viktor enarcó una ceja, sonriendo en un intento de contener una risa, como si le hiciera gracia la pregunta. Ante esa respuesta, Chris frunció un poco los labios y lo soltó, cruzándose de brazos.

—¿Tantas ganas tienes de besarme? —respondió, retrocediendo algunos pasos. Se balanceó de un lado a otro mientras cruzaba las manos tras su espalda—. Porque yo igual las tengo, pero tengo un cierto temor que me impide preguntarlo tan directamente como tú —declaró finalmente, con su espalda dando contra la figura de un ángel. Du rostro tallado en piedra blanca, miraba con severidad a los chicos.

—¿Y cuál vendría a ser ese miedo, señor Nikirofov? —El tono de Chris fue juguetón, mientras se acercaba a Viktor, acorralando lentamente contra la estatua. Y este último, contuvo el aliento de la emoción.

Estaba tan cerca, se sentía realmente surreal. Lo único que en ese momento le recordaba que no estaba soñando era la sensación fría de la superficie contra su espalda. Se permitió suspirar, bajando la mirada antes de responder.

—Que este sea un beso de despedida —Alzó la mirada apenas dijo la última palabra y contrario a lo que espera, no halló sorpresa en la mirada de Chris. Al contrario, se topó con una mirada seria que no se apartaba de él.

Sin embargo, lo observó negar con la cabeza, dando indicios de alejarse. Y eso estaba bien, después de todo Viktor no dijo nada del otro mundo. La escuela terminaba y con ella debían terminar todas sus aventuras y deslices de la edad.

Despedirse era lo más sano. Dar un último beso que sellara ese capítulo en sus vidas y así seguir sin culpa.

Las manos de Viktor actuaron antes de que él pensara en qué iba a decir, sujetando las mejillas de Chris, obligándole a mirarlo.

—No te martirices, por favor —rogó finalmente, acariciando su piel con los pulgares. —Está bien, sabes. El besarme y decir adiós. Sophia se mostraba interesada en tí... —prosiguió rápidamente, sonriendo con algo de resignación—. Es alfa y podrías tener hijos con ella si lo intentan. Tú familia lo aceptaría bien y pues, seguiríamos siendo amigos.

Soltó a Chris con algo de dificultad, sin embargo, este se enfocó en mantener una de las manos de Viktor sobre su mejilla.

Ambos bajaron la mirada, debatiéndose sobre qué hacer.

Ya que decir adiós, sería tomar una dirección totalmente opuesta a que querían. La felicidad no siempre va de la mano con la facilidad.

—Quiero besarte, Viktor —dijo Chris en un suspiro, llevándose el dedo pulgar e índice hacia las sienes, frotandolas.

Tragó con fuerza al oír tal declaración, sintiendo como si su corazón se detuviera. Aun si se sentía romper, frunció los labios y alzó el mentón, mirándole fijamente a los ojos.

Si Chris podía intentar ser feliz. Si su adorado Chris podía tener una vida normal a cambio de dejarlo ir, él aceptaría su destino.

—¿Y por qué no lo haces? ¿Debo ser yo quien dé el primer paso? —Le preguntó, sonando casi un poco arrogante. Bueno, si debía ser cortante con Chris para darle el empujón necesario, no había por donde perderse.

No obtuvo respuesta.

Viktor insistió nuevamente, dando algunos pasos hacia su amigo, quien seguía frotando sus sienes. Sabía que era una táctica barata de Chris para evitar cruzar miradas con las personas.

Entonces comenzó a desesperarse. La tensión crecía segundo a segundo. Sentía cómo el sudor frío comenzaba a perlar su nuca, ya sin cabello largo que le cubriera, sentía escalofríos.

Frunció el entrecejo, decidido a ponerse firme con su mejor amigo si era necesario. Pero apenas Viktor abrió los labios para decir algo, Chris lo interrumpió con palabras que hicieron tambalear su decisión cual terremoto.

"Te amo, Viktor Plisetsky"

No, my friends won't love me like you

Su expresión era todo un poema. Y pudo ver en la mirada vidriosa de Chris que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para hablar.

Aquellas palabras pesaban toneladas. Y le llenaban el pecho con tantas sensaciones irreconocibles que temía explotar.

—Te amo, te amo y te amo —Las palabras salían casi sin pensarlo. Como la pequeña grieta en una represa, que da pie a que ésta caiga a pedazos debido a la presión del agua—. Solo pienso en ti, en tus ojos, en tu cabello, en tu sonrisa, tus labios y tu forma de hablar y caminar. Lo pienso todo y tanto que se siente como un hechizo, ya que no puede ser posible que me tengas tan perdido. Es irreal. Tu voz es preciosa, siempre lo ha sido, desde que te conocí en jardín de infantes hasta hace unos años cuando la cambiaste por una más gruesa. Y siento mi moral temblar cada vez que me llamas por mi apodo. Todo en mí flaquea con tu presencia, me ahogas, me hundes, me asfixias y llego a creer que en algún punto te entregué mi vida. 

El pecho de Chris subía y descendía con rapidez. Gesticulaba mucho, hacía expresiones mientras movía las manos y empezaba a caminar alrededor de Viktor. Y este último no sabía si era la figura circundante de su amigo o sus palabras, lo que le mareaba.

—Bien que has cambiado esa cara de niño desde que nos conocimos, pero sigues teniendo la actitud de uno —dijo con sencillez. Quizás demasiada luego de haber recibido semejante confesión de amor.

La expresión de Chris se desfiguró en una mueca de terror que no duró ni tres segundos.

Al primero Viktor acortaba la distancia entre ellos de una zancada.

Al segundo, le sostenía el rostro con ambas manos.

Y al tercero, ya tenía los labios sobre los suyos. Robándole el aliento y la vida como si su boca siempre le hubiera pertenecido. Insuflándole la valentía la suficiente para combatir el temor de lo que realmente significaba ese beso. Al menos, por esa noche.

Deseaban sentirse invulnerables, hasta que el amanecer llegará y debieran enfrentarse a la adultez.

But then again, if we're not friends

Someone else might love you too

Su padre le enumera todas las virtudes de la universidad a la que desea enviarlo. Demasiado concentrado en el libro del cual lee las frases que proclama, que no se percata en que Viktor tiene la mirada perdida en el infinito, a través de la ventana de su cuarto.

Bueno, tal vez si se da cuenta de ello, pero prefiere ignorarlo. Viktor ya tiene dieciocho años y no se puede dar el gusto de complacer sus berrinches. Y es que su hijo ha estado así desde que le comentó que debía cortar relaciones con Giacometti.

Lo intentó convencer por todos los medios que ese alfa era una mala influencia. Que los alfas debían estar con omegas y punto. Que siendo alguien en una posición tan económicamente buena, era "raro" que optara por un matrimonio con una alfa, siendo que los omegas son la opción perfecta para tener rápido una amplia descendencia.

En ese punto, su padre había hecho un par de comentarios desagradables sobre cómo "demonios" dos alfas serían en la cama.

Necesitaba a su hijo lejos de todo eso, ya se hacía una idea que ese tal Christophe lo había corrompido en cierto punto. Ya que, puede que él no pasara mucho tiempo en su hogar, pero sus criados más fieles eran sus ojos y oídos sobre lo que ocurría en su hogar. Y ya una idea tormentosa se formaba en su mente desde el momento en que escuchó que "en realidad, el joven Viktor nunca ha traído un o una omega a casa", cuando él a la edad de su hijo ya había roto un par de corazones.

Ya había tenido discusiones con su esposa sobre esas cosas. Mientras él le recriminaba el no ponerle suficiente atención a su hijo y ser demasiado blanda con él, ella le respondía con que si tanto le preocupaba la educación con su hijo por qué no pasaba más tiempo con él.

Alzó la mano en su dirección, amenazante, solo para dejarla caer a su costado al darse cuenta de que no podía acertar la cachetada.

Y es que en sí, ella quizás tenía la razón.

Por eso mandarlo a una universidad excelente, pero lejana, sería la opción ideal.

—¿Estás escuchando, Viktor? —le pregunta molesto, al no ver ningún tipo de reacción al hablarle de su nuevo lugar de estudio.

Silencio.

Iván, su padre, finalmente opta por dejarlo a solas. Pensando en que ya se le quitará esa actitud.

Sin embargo, aun estando solo, Viktor no puede dejar de pensar en Chris.

No sabe si es correcto tener el corazón roto, pero se siente así.

Sabe que no está bien querer ir a ver a Chris. Besarlo, abrazarlo, sostener sus manos y decirle que no podrá dejar de amarlo.

Esconde el rostro entre sus manos y se muerde la lengua al punto de hacerla sangrar un poco, gracias a sus colmillos.

No puede llorar en casa, eso está terriblemente mal.

Hay tantas cosas "malas" en Viktor. Desde ese amor pecaminoso, hasta los sentimientos que le ensucian el alma.

Escucha la puerta abrirse lentamente, mientras las lágrimas caen sin que pueda detenerlas. Un par de golpes serían más fáciles de tolerar que el terrible vacío en su persona.

—¿Vitya? Creo que debemos hablar, ¿te parece? —pregunta con timidez la dulce voz de su madre. Quien cierra con cerrojo la puerta tras de ella.

Prácticamente corre a abrazar a su hijo, escondiendo su cabeza sobre su pecho, besando su coronilla mientras lo arrulla con cariño.

Siempre ha sabido que su Vitya es un chiquillo especial, y no por eso cambió su manera de quererlo.

El chico la abrazó con fuerza, sollozando contra las ropas de la mujer. Se tranquiliza con los latidos de su corazón y el olor suave a omega madre.

Ella suspira, sonriéndole enternecida al recordar al pequeño niño que tenía miedo de abandonar sus brazos el primer día de kinder. Y con pesadez y la voz trémula, él confiesa que "lo ama", sin agregar más.

"Tranquilo amor, ya lo sé".

Una madre siempre sabe. Y si no sabe, intuye. 

And then again, if we're not friends

There'd be nothing I could do

—¿Así que es un adiós? —pregunta Viktor en un susurro, mientras Chris lo sujeta de la muñeca y lo arrastra lo más rápido posible a su cuarto. Ignora la pregunta y comienza a sacar cuentas de cuánto rato pueden estar juntos antes de que sus padres regresen a casa.

Chris ha tenido una semana de mierda sin ver a Viktor, desde que acabaron la escuela, y para peor no puede hacer mucho por remediarlo.

Su ama de llave, una vil serpiente traicionera, terminó con denunciar con sus padres las "conductas escandalosas" de las que había sido testigo la última vez que Chris trajo a su amigo a casa.

Desde luego, hubiera preferido una manera menos brusca de "salir del closet". Tal vez a los veintialgo, cuando ya estuviera viviendo solo y tuviera sus propios ingresos. No hace una semana, con su padre iracundo entrando en su cuarto, echando fuego por los ojos y reduciendo a cenizas sus sueños de poder estar algún día con Viktor.

Recuerda que luego de una discusión, que terminó con varios gritos y su padre casi agarrándose a puñetazos con él, confesó que sí tenía interés en otros alfas.

Por un momento, creyó que vendrían más ataques, pero para su sorpresa su padre guardó silencio. Chris lo conocía, notaba en su mirada y en su manera de tallarse las sienes, que algo estaba tramando.

Finalmente su padre le preguntó si le gustaban los chicos y las chicas alfas. A lo que Chris respondió con un confuso "ambos, supongo", obteniendo como respuesta a su padre saliendo de su cuarto y su madre siguiendo a este último.

Esa misma tarde, le dijeron que estaba comprometido.

—Viktor, ambos lo sabíamos —Empezó a decir Chris, si creerse sus propias palabras. —A veces el amor no es suficiente para mover el mundo. Todo sería hermoso si así fuera, pero...

Fue interrumpido por unos temblorosos labios sobre los suyos y un par de manos agarrando con fuerza sus hombros. Y es que, simplemente, Viktor no lo podía dejar ir tan fácil.

Tuvo la suerte de coincidir con Chris en esa vida, de ser correspondido, se sentirse amado y respetado. Chris lo hacía sentir seguro y le hacía sentir que todo iba a estar bien si se mantenía a su lado.

Christophe Giacometti, quien tenía una sonrisa que brillaba como el sol naciente, aun en medio de la noche. Esa era la persona de la que Viktor estaba perdidamente enamorado y con quién sería capaz de "perderse" para siempre, en un lugar donde la sociedad no los marginara.

El beso seguía, se intensificaban y las bocas se atraían con una vehemencia implacable. Se mordisqueaba los labios, rozandolos intencionalmente con los colmillos. Gruñian, volviéndose algo brutos en su besar.

Y es que en sí, era un tipo de pelea. En la que Viktor le decía "quédate" y Chris intentaba reafirmar que no podía.

Intentaba, porque sus piernas no reaccionan en dar un paso atrás y alejarse del otro alfa. Porque tenía tanto por perder, pero aún así, sentía que ninguna perdida podía ser tan dolorosa como perder a Viktor.

¿Cuándo ocurrió? ¿En cuál momentos de sus vidas surgió el amor?

Ya sea la la primera vez que hablaron, ese día de primaria, luego de ser los únicos sin paraguas en esperar a sus niñeras. O tal vez más atrás, cuando en kindergarden se peleaban por quien iba primero en la fila. El punto era que ese cariño especial, esa distinción tan única, siempre estuvo allí y fueron ellos quienes se tardaron en vislumbrarla.

No, Chris simplemente no podía renunciar a todo ello como si nada. Y menos si lo hacía solo para tener una simple vida fácil e infeliz.

—¿Aún te quieres casar? —Viktor lo abraza con fuerza, mientras formula la pregunta, escondiendo el rostro en el pecho ajeno. Escucha un corazón, latiendo desbocado, como el suyo.

—Sabes que no tengo a nadie aparte de mis padres —Evadió la pregunta, acariciando su cabello con ternura. Era divertido pensar que Viktor debía inclinarse un poco para acurrucarse de esa forma.

—Me tienes a mí, siempre me has tenido y siempre me tendrás —declara con firmeza, alzando la mirada.

Ojos de un color tan azul como el mar. Enseñaban un alma profunda, a veces calma, a veces tormentosa. Chris podría ahogarse en ellos todos los días de su vida.

Le robó un pequeño beso en los labios y ese era el único "acepto" que ambos necesitaban en sus vidas.

Viktor, entonces, tuvo ganas de reír de la emoción, ante la mirada confusa del otro.

Y es que era simplemente hermoso que Chris hubiera aceptado quedarse con él, sin saber que la madre de Viktor apoyaba la relación.

Aceptó quedarse a su lado, aun creyendo que serían solo ellos dos contra el mundo.

Ahora solo faltaba que Chris abandonara definitivamente su hogar, con la esperanza de que sus padres comprendieran algún día. Y Viktor dijera su último adiós a sus adorados primos menores, deseando de corazón que ellos también lo llegaran a entender.

And that's why

Friends should sleep in other beds

And friends shouldn't kiss me like you do

Viktor despierta con una sonrisa en los labios, causada por las cosquillas que le produce la barba incipiente en el mentón de Chis al besar su frente. Lo obliga a removerse un poco en su cama, frotando el rostro contra la almohada en un intento por despertar.

—¿Un día agotador? —pregunta, sentándose al borde de la cama, prosiguiendo a acariciar los largos cabellos plateados.

—Algo así —Viktor responde, casi en un suspiro. Se despereza un poco, estirando los brazos y bostezando. Dirige una mirada fugaz al reloj de mesa, para percatarse de que ya es hora de cenar.

Ha dormido por horas.

—¿Yuri sigue molesto? —Se aventura a deducir y la amarga expresión de su novio comprueba su teoría. —Dale un poco más de tiempo —pide, con suavidad, queriendo confortar a Viktor. Aunque hace meses que aquellas palabras no surten efecto.

El clima en la mansión Plisetsky, se volvió intolerable desde que Irina demostró un apoyo inquebrantable respecto a la "condición" de su hijo. Y como era de esperarse, el abandono del hogar que lo vio nacer, por parte de Viktor, fue inevitable.

Y es que tener un heredero "gay", traía consecuencias terribles para la familia. Aquello significaba que la línea sanguínea que se ocupaba de la empresa, se cortaría con él y su incapacidad de tener un hijo con algún omega o una beta. Así como tampoco creían que el tiempo diera para que Mila creciera y pudiera tener un hijo antes de que Nikolai se jubilara

Solo quedaba Yura.

Su Yura.

—Soy un primo terrible —Se lamentaba, volviendo a esconder el rostro en la almohada. Aunque en ese punto, suponía que ya no le quedaban lágrimas.

Quizás el verdadero castigo de decidir pasar su vida con Chris, no era que la sociedad le diera la espalda, ya que eso lo podía tolerar con mayor felicidad. Sino el desprecio de una persona a la que realmente amaba.

¿Culpa por estar enamorado de Chris? Jamás.

¿Culpa por haber roto su familia? Le consuelan las palabras de su madre, diciendo que su matrimonio estaba roto desde un inicio.

¿Culpa por haber dejado un peso tan profundo sobre los hombros de un pequeño chico, que con su ayuda se había sobrepuesto un poco a la muerte de sus padres?

—Amor... —Chris lo obliga a apartar el rostro de su almohada y besa con delicadeza su rostro, enjugando sus lágrimas. Haciéndolo sentir más culpable por llorar, siendo que no es el único que perdió a su familia.

Ha ido a la mansión durante los últimos meses, aprovechando el cariño de quienes fueron sus empleados de confianza, va cuando sabe que no está su abuelo. Visitaba a Mila y pasaba tiempo junto a ella, fingiendo que nada malo había sucedido, aún si en la mirada de la chica él podía notar que ella ya lo sabía todo. El problema era Yuri, aunque fuera un niño, lo juzgaba de manera tan ruda con la mirada que le partía el corazón cada vez que iba.

No se sentía capaz de decirle todo de frente. Aun si él sentía que a pesar de la tragedia, lo suyo con Chris seguía siendo una historia de amor.

Quizás escribiría una carta uno de esos días.

—Te amo —dice con la voz temblorosa, alzándose para abrazar a Chris por sobre los hombros.

—Y yo te amo a ti —canturrea enternecido, buscándole los labios para plantarle un dulce beso al tiempo que lo recuesta sobre la cama. —¿Sabes que siempre estaré a tu lado, cierto?

Viktor asiente y como premio por responder correctamente, su novio se inclina a besarle el cuello. Un último beso, antes de ir a cenar. Que Chris está llegando de clases y también está muy hambriento.

And I know that there's a limit to everything

But my friends won't love me like you

Si bien no pueden cogerse de las manos en público, el precio es bajo si al menos pueden ser cariñosos en su nuevo hogar. Si pueden robar besos mientras ayudan a preparar la cena o si pueden tener encuentros "más cercanos", cuando se saben solos en casa.

Con ayuda de Ekaterina, la madre de Viktor, habían logrado asentarse en la casa de vacaciones perteneciente a un primo de ella, llamado Dimitri.

Su primo era un alfa y mantenían buenas relaciones desde que eran niños. Lamentablemente, el matrimonio terminó por separar sus caminos, haciendo que se enfocarán en sus familias. Aunque mantuvieron correspondencia y llamadas telefónicas durante ese tiempo.

Dimitri, como jugarreta cruel del destino, era infértil. Lo que le costó su matrimonio y le obligó a retirarse de la mirada inquisidora de la sociedad. Hay ciertas cosas que pueden golpear duro el autoestima de un alfa. Trabajaba en una prestigiosa firma de abogados, escondiendo su vida personal de los curiosos.

Así que cuando su prima lo llamó una madrugada, diciendo que necesitaba su ayuda con desesperación, él no dudó en tenderle una mano.

Y vaya que divorciarse de alguien como Iván, era una misión aparentemente imposible. Sin embargo, nada que Dimitri no pudiera manejar. Y mucho menos era algo que pudiera dejar pasar, ya que desde hace años su prima le había contado sobre lo tormentoso de su matrimonio.

De cierta manera, el vivir de esa forma, les otorgaba a todos una sensación de calma y de familiaridad, que no habían sentido antes. Dimitri, ante los ojos de los chicos sí se sentía como un modelo de alfa a quien les gustaría aspirar a ser.

Si bien algunas cosas se tornaron más tormentosas respecto a sus relaciones familiares, como el hecho de que la familias de Chris no quisieran saber nada de él. Había encontrado varias sorpresas igualmente gratas y emocionantes. Como descubrir que Lilia, se encontraba de su lado.

"Talento es talento, por donde se le vea". Le había dicho a Chris, cuando este fue a explicarle porque no podría asistir a las clases de verano, tal y como le prometió. Ella, quien siempre se hizo una idea de qué ocurría entre sus dos alumnos alfas, no tardó en adivinar cuál era el "asunto" con su familia que le hacía abandonar su hogar.

Le dejó una invitación abierta, tanto a él como a Viktor, para visitarla en su estudio de danza cuando gustasen. Y eso era lo que deseaban hacer.

Después de todo, la vida de ahora en adelante sería un poco más difícil. Así que, por qué no intentar rescatar todos esos pequeños detalles que les causaban gozo en el corazón.

No, my friends won't love me like you do

Oh, my friends will never love me like you

—Si bebo otra de tus horribles malteadas creo que moriré, amor —Viktor se queja de manera dramática, mientras deja caer su cabeza sobre la mesa de la cocina.

—Eres el rey del drama —responde Chris, bebiendo el licuado de color sospechoso y aroma indescriptible—. Es saludable y me servirá para empezar bien el día —canturreó, mientras avanzaba hacia su novio sobre la punta de sus pies, con pasos gráciles.

Viktor resopló al ver eso, con razón los zapatos de Chris se gastaban tan rápido, hasta en casa los usaba.

—Ya lo sé, es solo que no me terminan de convencer —dice, con un puchero diminuto y la mirada baja, mientras se incorporaba en el asiento. Era sábado, por lo tanto, a Chris le tocaba preparar el desayuno.

Una mano bajo su mentón le obligó a levantar la vista hacia su pareja.

—¿Y ese ánimo? Demonios, Viktor. Si hubiera sabido que con ese corte de cabello acabarías como Sansón, de seguro te hubiera detenido de ir al peluquero —Le da un beso sonoro sobre los labios y lo deja, para ir a preparar algo más contundente para su quisquilloso novio.

—Me estaba aburriendo el cabello largo, lo había llevado demasiado tiempo —Juega con el vaso que hay ante él, distraído de lo que empieza a decir Chris.

En realidad, quería llevar el cabello corto porque sentía que lucía mejor con el traje que compró para la boda de Georgi.

Si bien Georgi siempre fue más cercano a Mila que a él, al ser el hijo de Lilia terminó por establecer una relación de complicidad bastante decente conforme pasaron los años. Aun si Yakov miraba con mucho recelo a Viktor, todavía, no podía hacer nada contra este en su hogar. Después de todo, Lilia era quien mandaba en esa casa.

Además de que Yakov (al igual que todos los externos a las familia Plisetsky y Giacometti) creía que Viktor había sido desheredado por querer estudiar danza junto a un amigo.

Junto a su mejor amigo.

A Viktor y Chris les llegaba a causar gracia cómo en público la gente cuchicheaba al verlos cercanos, pero que callaban en el acto al topar miradas con ellos. Porque a fin de cuenta, nadie quería meter la pata con un par de alfas.

Porque claro, dos hombre de su clase podrían ser perfectamente mejores amigos cercanos. Tal y como dos betas, o dos omegas.

Sin embargo, Viktor y Chris no eran amigos.

La manera en que la voz se volvía algo dulce a referirse al otro. El brillo especial reflejándose en sus pupilas al cruzar miradas. La manera tan única que tenían de acariciarse, de conocer los puntos débiles del otro y explotarlos. Desear ser mejor, gracias al otro.

Cada beso.

Cada vez que hacían el amor.

Todos y cada uno de los "te amo" que soltaban cuando se sabían solos. Aquellas palabras que debieron suprimir tantos años.

Eso era amor, simple y sencillo amor.

¿Por qué entonces la sociedad metía las narices donde no les incumbía? Dispuestos a destruirles la vida, si demostraban abiertamente no sentirse atraídos a omegas.

Y aún está, si prefería un millón de veces que entre ellos hubiera amistad, esta no tenía derechos sobre su relación.

Aun separados, se amarían.

Aun con alguien más, se amarían.

Aun formando otra familia, se amarían.

Y aún si murieran, de seguro en otra vida buscarían amarse nuevamente.

Donde no estuviera mal que dos alfas quisieran estar juntos. Donde dejarán de encerrarse en esa norma "alfa-omega".

Donde los corazones reinaran por sobre los egoistas deseos de poder, dominación y sumisión, que las mentes de las altas esferas de la sociedad albergaban.

Ese era el mundo, que ellos deseaban ver y vivir. Y pecarían de ingenuos si era necesario, con tal de conservar ese sueño.

Viktor era un hombre, con ojos color mar reflejando el cielo despejado. Un océano calmo, que arrullaba con sus olas e invitaba a sumergirse en él.

Mientras que el sol, radiante y ostentoso, brillaba y danzaba de manera preciosa sobre los cabellos de Chris.

Su amor era como el ocaso, sobre ese punto donde el cielo y el mar se fusionan. Aun pareciendo efímero, era un ciclo que se repetiría hasta el fin del mundo.

Tibio, reconfortante y magnificente.

Esos eran sus sentimientos. Y así serían, hasta el último atardecer de la Tierra.


Fin.

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