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☁️Reino del Bosque☁️
Habían pasado ya varios días, Naomi estaba profundamente dormida en el suelo, se movía de vez en cuando y también murmuraba cosas sin sentido.
Eso fué hasta que comenzó a pronunciar esos murmuros más claramente...
– No... No tienes que hacer ésto... P-Por favor... ¡A ellos no!
Se levantó de golpe en la tierra, estaba sudando frío, temblando y con lágrimas en los ojos.
Había tenido una pesadilla de las que no tenía en años.
Vió que recién estaba amaneciendo, se paró del suelo, se sacudió un poco la ropa debido a que estaba llena de polvo y salió de su casa.
En esos días se de dedicó a recolectar madera, tenía planeado hacer la mejor casa de todas; inspirada en la casa zanahoria... Pero más del bosque.
– Se parece mucho al bosque de los Chitayras... ¿Qué tal si lo llamamos el Reino del Bosque? –Estaba hablando con Marquitos, el lepisma árbolicolo, esté solo chilló mientras se movía de lado a lado.
Ya tenía la base de todos los pisos de la gran casa, eran dos pisos y medio, porque el tercero era su Mirador.
– Necesitaré muchas bolas de limo, para hacer bloques de limo, y con ellos al saltar subir bien al siguiente piso... Y luego al siguiente, y luego al siguiente –Le hablaba a Maniquí-kun que tenía un casco de constructor... Bueno en realidad era un casco de oro que Naomi le había quitado a un zombi, pero contaba.– Son demasiadas escaleras y a mí me dan miedo las alturas... Y eso que a mi no me da miedo nada
Eso era verdad, desde los 2 años iba de aventuras con sus padres y era ella quién no le temía a los mounstros y enemigos que enfrentaban.
Una vez, ella fué quién se enfrentó a Merengueman ella sola.
Aunque nadie lo supo.
Volviendo a los planes de construcción, era hora de empezar...:
Paso 1, ir al pantano a cazar slimes.
Naomi puso a Marquitos encima de su gorro, tomó su mochila que tenía todas sus cosas dentro y se puso en la entrada de su hogar.
– Maniquí-kun, cuida la casa –Dijo para empezar a adrentarse en el bosque.
Caminó por varías horas, tenía miedo de que los animales salvajes la atacaran a ella y a Marquitos, pero no pasó, solo se le quedaban observando, lo cual la hacía sentir algo nerviosa.
Llegó a una sábana, estaba llena de leones, gacelas, cebras, elefantes y jirafas; ya era de noche y todos los animales se acomodaban para dormir, Naomi tomó a Marquitos, el ya estaba dormido, se quitó su gorro y lo puso dentro con su fuera una cuna. Se sentó en el pastizal, las estrellas ya habían salido y la luna ahora era menguante; solo se quedó observando al cielo fijamente.
– Algún día dejarás éste mundo atrás...~ –Empezó a cantar mientras miraba las estrellas– Así que vive una vida que recuerdes...~, mi padre me dijo a muy corta edad...~, estás son las noches que no morirán...~ Mi padre dijo...
Le llegaron a la mente varios momentos que pensaba que ya no podría recordar, debido a que era muy pequeña.
Aquí viene el recuerdo...
«Cuando era pequeña, mi papá era quién más se la pasaba conmigo, me llevaba a todas partes con él, hasta me usaba para ligar jeje... Me enseñó a defenderme, a cuidar de los demás y, sobretodo, quererme a mí misma.
Luego conoció a mi mamá, ni siquiera sé cómo, pero se enamoraron perdidamente... Se solían pelear muy seguido, pero no era nada grave, ya al día siguiente estaban dándose besos en la mejilla. Me gustaba cuando se mostraban afecto, ellos me explicaron que eso se hacía cuando querías mucho a alguien, así que era algo muy bueno...
No sé porqué siento que... Alguien falta...
Alguien falta...»
7 y 48 de la mañana; Naomi y Marquitos estaban de camino al pantano, pasaron por al lado de una playa; la pelirroja se quedó observando al mar y vió en el fondo una clase de edificio color verde aqua
– ¿Qué sopas es eso? –Encaró una ceja, Marquitos también.
Sacudió la cabeza y siguió su camino, pasó por un bioma de taiga, que tenía muchos osos pardos; la pelirroja pensaba que alguno lo atacaría, y otra vez se equivocó, más bien uno de ellos la tomó y la llevó hasta afuera del bioma.
Ella le agradeció al animal y siguió su camino, hasta que por fin llegó a los grandes pantanos.
Estaba dividido en islas, el agua era marrón y profunda, y los árboles lo hacían un ambiente aterrador.
– Éste lugar es feo... ¡Pero necesitamos los limos! –Dijo mientras alzaba el puño y Marquitos se movía lado a lado.
La noche empezó a caer y los mounstros hicieron su aparición, Naomi sacó su espada de hielo y se lanzó al ataque, zombies, esqueletos, arañas y ahogados, y a pesar de que dieron pelea ella logró ganar la batalla; no se detuvo hasta encontrar un montón de slimes, todos apenas la vieron se lanzaron a atacarla, pero ella pudo defenderse con algo de ayuda de Marquitos.
Obtuvo su recompensa, muchas bolas de limo; taló un árbol y de ahí creo una mesa de crafteo, hizo bloques biscosos y que rebotaban, se fijó en el número y vió que no eran suficientes.
– ¡Rayos! ¡Faltan más! –Dijo frustrada mirando a Marquitos, quién asintió y se arrastró hasta el suelo.
Pasaron dos días y una noche, ya habían conseguido los limos necesarios para su casa.
Naomi tenía la cara lleno de esa biscosidad de color verde, se la limpió y puso a Marquitos en su gorro.
– Es hora de volver a casa... –Le acarició con su dedo índice, el lepisma sonrió.
Fué menos de una semana para volver a casa, debido a que caminaron sin detenerse a descansar, por suerte llevaban agua suficiente y Naomi tenía mucha energía guardada.
Por fin llegaron al Reino del bosque, estaba tal y cómo lo habían dejado.
– ¡Maniquí-kun volvimos! –Entró a la casa y abrió los ojos como platos al ver al animal que estaba ahí.
Una gran pantera negra de ojos morados, se acercó amenazante a la niña, se le quedó mirando fijamente.
– M-Marquitos... ¿Tu no... Conoces a éste señor, verdad? –Dijo nerviosa mirando al mencionado, éste también estaba temblando y dijo que no con la cabeza.
Naomi tenía su espada apoyada en su espalda, lista para atacar, tragó duro y miró a la amenazante bestia.
Ésto se iba a poner feo...
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