Capítulo 52

—¡¿Me estás grabando?! ¡Oye, no hagas eso!... Te odio.

—Me amas.

—Sí, te amo.

—Dyl, aún estoy grabando.

—Eso no importa, ¿sabes por qué?

—¿Por qué?

—Dime tú. ¿Qué somos Tommyyyyy?

—¡Noviooooos!

No pude más y tiré mi celular contra la cama. Cubrí mi rostro y comencé a llorar sin control, me dolía la garganta a causa de mis sollozos, pero más el corazón por todo lo que estaba pasando.

Era increíble que un día estuve riendo junto a él y al otro se iba a casar con alguien más, luego de que habíamos jurado estar juntos por siempre a pesar de cualquier cosa. Nunca imaginamos que ocurriría así, éramos tan ingenuos que pensamos que con nuestro amor podríamos todo,está claro que de amor no se vive. Pero ese todo no incluía a su madre, esa persona que no puede ver feliz a su hijo, sino a conveniencias suya. ¿Qué clase de persona hace algo así? Solo Tasha Sangster.

No entendía qué pecado cometimos, no hicimos daño a nadie, nunca robamos, ni matamos, solo queríamos estar juntos y todos nos odiaban por eso.

Sentía rabia, mucha rabia. Por primera vez en mi vida me sentía feliz y a gusto con algo, sentía como si estuviera en casa, a salvo y seguro, un lugar donde nada me pasaría, en pocas palabras, un hogar. Y odiaba a la vida por quitarme mi hogar, ahora no sentía más que miedo y tristeza, no podía dormir, no dejaba de llorar, no podía sentir felicidad en mi vida ni ganas de seguir. Quería que todo acabara, despertar de esta pesadilla y darme cuenta de que solo era un muy mal sueño. Dios, daría todo por eso. Abrir mis ojos y verlo a él frente a mí, con esa hermosa sonrisa y esos lindos ojos cafés achinarse con su sonrisa.

Pero la realidad era otra, por más que me golpeaba o pellizcaba para despertar, la pesadilla seguía ahí porque la estaba viviendo. El amor de mi vida estaba cegado completamente, no tenía conocimiento de quién soy ni de cuánto habíamos vivido. Ahora formaría una vida con otra persona, y eso me dolía. Ya no tenerlo, no poder abrazarlo, besarlo, ni decirle cuánto lo amaba.

¿Y si ese era el destino?

¿Y si en serio estaba destinado a no vivir junto a Tommy y por eso nos pasaron todas estas cosas? ¿Será una señal de la vida para que ambos encontremos nuestra verdadera felicidad?

Si Tommy era feliz con Isabella ahora... debía dejar de ser egoísta y permitirle ser feliz. Tal vez así estaba escrito. Si él era feliz con alguien más, yo también debo ser feliz... por él.

—¿Sigues viendo ese vídeo? —Kaya entró por la puerta con una taza de té y una bolsa de hielo—. No lo veas, solo te dañas a ti mismo.

—Es lo único que me une a él —sorbí mi nariz y suspiré.

—La historia que tienen juntos es lo que los une —me extendió la taza de té—. Ten, para que se te pase un poco el susto.

—Gracias, Kaya.

—No te pongas triste, tenemos una semana para traerlo de vuelta —me sobresalté al sentir la bolsa de hielos detrás de mi cabeza, pues cuando me desmayé, me había golpeado algo fuerte y me dolía.

—No creo que podamos, Kaya.

—¿Por qué? Lograste que recordara, ya es algo, si seguimos con el plan...

—No —me levanté de la cama y la miré—. Yo creo que esto pasó por algo. Tommy merece estar con alguien decente y normal. No merece una vida llena de miedo, que es lo único que yo le puedo dar. Conmigo no hacía más que sufrir, y ahora con Isabella es feliz, no tiene problemas en su casa y nadie lo molesta. Me di cuenta que yo fui su problema y él no merece cargar con un problema tan grande, así que prefiero dejarlo en paz.

Ella guardó silencio por un momento y dijo:

—Él te amaba.

—¡Ya sé que me amaba! ¡Pero es lo mejor! —mi voz se suavizó—. Él es un caballero... y yo solo soy una peste.

—Te equivocas —acarició mi brazo—. Ambos son humanos.

Sonreí apenas.

—Escucha, Dylan, no podemos rendirnos tan fácil. Si él se casa con Bella, lo perderás para siempre, aún estás a tiempo de impedirlo. Es el amor de tu vida de quien estamos hablando, recuerda que tú también eres el amor de la vida de Tom, aunque él no recuerde nada. Pero lo vamos a lograr, será difícil, pero no imposible. No dejes ir lo que amas, Dylan, en serio. Los he visto un millón de veces juntos y créeme que ustedes tienen la química más bonita en todo el mundo. Por eso no vale tirar la toalla tan rápido, tenemos tiempo y si lo logramos, enhorabuena, y si no, al menos lo intentamos. Por favor, Dylan, no estás solo, yo te voy a ayudar, porque yo también extraño a mi mejor amigo.

No hice nada más que asentir al borde de las lágrimas y abrazarla con fuerza. Lloré sobre su pecho mientras ella acariciaba mi cabeza con delicadeza, tal y como lo haría una madre.

Una madre que nunca más tendré...

Era triste el rechazo que Tommy y yo habíamos recibido por nuestra propia familia.

—Hay que recuperarlo —dije después de haber llorado un buen rato—. Tenemos siete días hasta que llegue el sábado de la boda.

Narrador Omnisciente:

Domingo:

—No sé cuál es su urgencia de tenerme aquí siempre —Thomas sonrió a los cuatro.

—Es porque te queremos —Dylan le devolvió la sonrisa.

—A la mesa, chiquitines —Gino colocó una bandeja de hamburguesas en la mesa y una cerveza a cada uno como bebida.

—¿No tienen otra cosa que no sea cerveza? —preguntó Tom.

—Anda, Thomas, es buena una vez que la pruebas —Dylan palmeó su espalda, sintiendo pena en su interior porque ya había pasado esto con él hace mucho, cuando él odiaba beber y el castaño le enseñó—. Hazlo por el grupo.

—Lo haré porque quiero dejar de ser un niño —tomó la botella e intentó abrirla con sus dedos, al no poder optó por usar la boca.

—No, no, Tom —Dylan le quitó la botella—. Así —colocó la botella bajo uno de sus anillos e hizo presión para que la tapa saliera volando— Listo.

—Gracias —le dio el primer sorbo y frunció el rostro, estaba horrible—. ¡Iug, es asqueroso!

Dylan rio con ternura al ver la reacción de Thomas.

—Siempre es así la primera vez, tranquilo.

—A ver otra vez —volvió a beber y a hacer las mismas caras—. ¡Esta cosa no me va a vencer!

—Ten —el castaño acercó una rodaja de limón con sal a la botella de Thomas—. Con esto sabrá mejor —entonces untó el pico de la botella con la fruta y colocó algunos granos de sal.

—Gracias —le sonrió y volvió a tomar otro bocado, esta vez le supo diferente, por lo que levantó ambas cejas sorprendido—. ¡Mmmmm! ¡Me encanta!

—Eso es —Dylan sonreía mientras lo miraba terminarse la cerveza.

Al notar la sonrisa perversa del castaño, Kaya lo tomó del brazo y le alejó de ahí para susurrarle:

—¿Qué crees que haces, idiota? Te lo quieres besar, ¿verdad?

—¿Qué comes que adivinas? —dijo sin dejar de mirar al rubio.

—No es la forma, Dylan, no lo embriagues para aprovecharte de él.

—No voy a follar con él —rodó los ojos—. Sirve si con un beso me recuerda.

—Pero debe estar ¡sobrio! —dicho esto volvió a su lugar.

Dylan volvió a la mesa con sus amigos, abrió los ojos sorprendido al ver la botella de Thomas vacía, adoraba que había aprendido más rápido de lo que esperaba.

Gino trajo sus cartas de UNO para jugar mientras la cosa se alegraba un poco. Kaya llevaba ganando a todos, quienes se enojaban cada que perdían.

Dylan no se dio cuenta, pero cuando de repente giró su cabeza para mirar a Thomas, se dio cuenta de que el pobre ya estaba mal; se notaba claramente en la mirada perdida del muchacho y en cómo se apoyaba sobre la mesa para no caerse. A partir de ese momento no pudo concentrarse en el juego, pues la mayor parte lo miraba por si algo le pasaba. Detuvo su brazo cuando lo extendió para tomar otra cerveza, la mirada penetrante de Thomas entró en contacto con la suya y le causó escalofríos, parecía que lo quería enterrar vivo cien metros bajo tierra.

—Suéltala —balbuceó en voz baja mientras intentaba quitarle la botella, sin embargo, se le complicaba porque no tenía fuerzas gracias a la borrachera.

—No, Thomas, ya bebiste mucho.

—¡¿Y eso qué?! ¡¿Eres mi mamá?! —todos guardaron silencio ante su grito.

—No, pero no quiero que te pase nada.

—¡Pues yo quiero seguir bebiendo!

—Tom, basta —lo reprendió Kaya y se acercó a él—. Será mejor que vayas a descansar al cuarto de Sandro.

—Ay no —se quejó en voz baja mientras caminaba por obligación de Kaya, quien le hizo una señal a Dylan para que se encargara de Thomas.

Dylan tomó con delicadeza el brazo del rubio y lo enredó detrás de su cuello para cargarlo de inmediato, pues el pobre apenas podía mantenerse en pie, y dudaba que pudiera bajar las gradas hasta el sótano. Bajó con cuidado con el muchacho durmiéndose en sus brazos y lo recostó en su cama en cuanto llegó con él a salvo. Lo observó unos segundos, sintiendo aún ese pesar en su corazón de verlo tan mal y tan ajeno, sin embargo, dejó su tristeza de lado cuando lo vio quejarse mientras se tomaba el estómago.

—¿Qué tienes, Thomas?

—Me duele el estómago.

Como en Hawaii, pensó de inmediato en cuanto los recuerdos le llegaron a la mente.

—Si te traigo una pastilla para el dolor y un té, ¿me prometes que no te moverás de aquí?

—Mhm —musitó mientras asentía con la cabeza.

—Ya vuelvo —le sonrió y corrió escaleras arriba.

Sus amigos lo miraban atentos mientras él preparaba un té de anís para el muchacho, admiraban tanto la paciencia con la que trataba al rubio, cualquier persona se hubiese rendido, pero no, Dylan insistía una y otra vez hasta que Thomas lograra recordarlo, lo amaba tanto que era capaz de esperar una eternidad hasta que él pudiera recordar.

El castaño caminó a paso rápido junto a la pastilla y el té, hasta que llegó de vuelta con el rubio, quien yacía dormido sobre su cama en una posición tan tierna, que Dylan no pudo evitar sonreír al verlo así.

—Ey, Tom —sacudió con delicadeza su brazo hasta que finalmente logró despertarlo, se veía muy tierno así—. Te traje tu pastilla.

—Odio las pastillas —musitó cubriendo su rostro con las cobijas.

—Lo sé, te da miedo tragártelas, pero haz el intento.

De inmediato, el rubio se levantó y lo miró atento.

—¿Cómo sabes eso?

—Ahhh... Kaya me lo contó.

—Oh... está bien —tomó la pastilla y la taza de té.

Dylan sonrió al verlo hacer muecas al intentar tragarse la pastilla, lo observó un buen tiempo por si el rubio recibía algún recuerdo de aquella situación, sin embargo, no pasó nada, era un Thomas normal, sin rastros de ningún deja vu.

—Gracias, Sandro —dijo dándole la taza de vuelta—. Eres el mejor.

Como respuesta, Dylan se sentó muy cerca de él. Se miraron a los ojos por un par de segundos, los cuales fueron como una eternidad para el castaño, pues con solo mirar ese par de iris cafés, su vida tenía sentido. Pero esta vez fue diferente, Dylan no sentía lo mismo, pues no era correspondido. Los ojos de Thomas no lo miraban con el mismo amor que hace varios meses y eso lo mataba.

Bésalo, pensó de inmediato y sacudió la cabeza como reacción. Definitivamente era una muy mala idea, ¿qué pasa si se molestaba y nunca más quería hablarle? Porque claramente recordaba cómo se puso cuando recordó su primer beso. Ese Thomas sin corazón es el de ahora, y debía tener cuidado con lo que hacía.

—Descansa, Tom —susurró con dificultad y acarició por un momento el rostro del rubio.

—Igual, Sandro.

Y ahí, bajo la luz de la luna y el frío del sótano, Dylan observó dormir almuchacho que tantos suspiros le sacaba, deseando en su interior que todo acabara de una vez por todas.

Ese día no hubo ningún recuerdo, quedaban cinco días más.

Lunes:

—¿Lista?

Kaya asintió y junto a un Dylan muy camuflado entró a la clínica. La muchacha temblaba de miedo, la culpa no la dejaba tranquila, pero, ¿qué podía hacer? Cuidar un bebé tan joven, nunca, ni así le pagaran millones. El castaño percibió el miedo en su amiga, así que no dudó en tomar su mano y apretarla en todo el camino para darle algo de seguridad hasta que llegaron a la recepción. Kaya explicó a la recepcionista con sutileza su situación, en ningún momento Dylan soltó su mano, quería hacerle saber que la apoyaba en todo momento.

—Necesito un consentimiento de sus padres —pronunció la enfermera—. Señorita Scoderario usted aún no completa la mayoría de edad como para realizarse un aborto y por eso necesito que traiga este documento firmado por sus padres. De preferencia quisiera hablar con ellos para saber que están de acuerdo con esto.

—Señorita, debe ayudarme, mis padres no saben nada de esto —el miedo en la voz de la muchacha se notaba demasiado—. Si los llamo, obviamente no me lo permitirán.

—Lo siento, señorita, no puedo darle otra solución.

—Pero es mi cuerpo —su voz se quebró—. Y no quiero tener un bebé, ¡ni siquiera he terminado la preparatoria!

—Eso debió pensarlo antes de tener relaciones sexuales sin protección.

No dijeron nada, giraron sobre su sitio muy desanimados y caminaron lentamente hacia la salida. Kaya se adelantó y cayó de rodillas al piso para comenzar a llorar sobre sus manos.

—Ey, tranquila, shhhh —Dylan trataba de consolarla, pero cualquier intento era inútil.

—Es inútil, ¡estoy condenada! ¡Mis padres me matarán si les cuento y me obligarán a tener al bebé!

—Dios, lo siento, ven aquí —la abrazó con ternura—. Ya buscaremos la solución, no te preocupes, no te dejaré sola, ¿ok? —ella solo sollozó y asintió con la cabeza como respuesta.

En cuanto Kaya se calmó, ambos fueron por un helado, Dylan buscó la manera más rápida para que la muchacha olvidara sus preocupaciones por un momento, la hizo reír incontables veces y con suerte funcionó, no quería verla así, de por sí ya tenían un dolor enorme de cabeza gracias a lo de Thomas, ahora con esto era peor.

Dylan disfrutaba de su helado de mora mientras hacía un montón de bromas para mantener tranquila a Kaya, hasta que ella cambió su expresión de felicidad a curiosidad y confusión. Señaló discretamente detrás del hombro de Dylan, quien giró de inmediato y sin precaución para mirar a lo que su amiga le señalaba. Kaya giró de vuelta a Dylan para que no fuera descubierto y le dio un pequeño golpe en el brazo para que no lo volviera a hacer.

—¿Qué viste?

—Es Isabella.

—¡¿Isabella?! —entonces se escondió bajo la mesa, Kaya imitó su acción.

—¡Idiota, no hagas escándalo! —lo regañó en un susurro.

—Perdón, no quiero que me vea.

—No te va a ver, tranquilo, no eres reconocible.

—Entonces dime, ¿qué viste además de la rubia oxigenada rompehogares?

—Estaba con un chico, ambos se abrazaban como si fueran pareja.

—Chad —pronunció el chico después de haber pensado algunos segundos.

—¿Quién es Chad?

—Su novio, con él engañaba a Thomas. Me lo contó ebria cuando hicimos nuestra integración.

—Y el imbécil de Tom sigue con ella —dijo Kaya mirando a la pareja sentarse en una mesa algo lejana a la de ellos.

—No es su culpa, Kaya. Tenemos que decírselo, puede que con esto cancelemos la boda, así tendré más tiempo para enamorarlo, quién sabe y dice: "Dylan, mi héroe, me salvaste de la infidelidad de Bella, me gustas por eso" —fingió una voz aguda mientras hacía ademanes chistosos.

—Cállate, eso no pasará, seamos realistas —negó con la cabeza—. Debemos ir ya por Tom. Sé discreto y salgamos de aquí sin que nos vea.

—Espera —él detuvo su paso—. Escuchemos de qué hablan, puede que ni siquiera siga su relación.

—Te acompaño solo porque amo el chisme —dicho esto, ambos se levantaron de la mesa y caminaron hacia ellos, afortunadamente no vieron a Dylan y había una mesa detrás de ellos.

—Solo eso nos queda...

—Descuida, amor, este sábado me casaré con él, dejaré que el imbécil ponga todo a mi nombre, y finalmente le quitamos todo.

Dylan y Kaya se miraron aterrados.

—Esa es mi nena, luego iremos a vivir a los Cabos.

—¡Sííí, Chad, te amo!

—Ok ya escuchamos suficiente, vámonos, Dylan.

***

—¿Isabella? ¿Mi novia? —Dylan y Kaya asintieron al mismo tiempo—. Qué estupidez, chicos, ella me ama con todo su corazón, jamás me haría eso.

—Tom, la escuchamos hablar con su novio, ella lo llamaba amor...

—¡Hasta se dieron un beso antes de que nosotros nos fuéramos!

—Sandro, eso es imposible —el rubio rodó los ojos—. ¿No será que tienes envidia a mi relación?

—¿Qué? ¡No!

—¡Admítelo!

—Thomas —Dylan tomó ambos brazos del muchacho para inmovilizarlo—. No es envidia... —su voz se quebró—. Te hicieron algo... algo muy feo...

—Dyl...¡Sandro! —Kaya intentó callarlo, pero él no se dejó.

—Tú... antes... amabas a alguien más...

Thomas guardó silencio y lo miró mal.

—¿A quién?

—Era... era un chico...

No se lo esperaba, pero un golpe cayó contra su cara. Miró con susto al rubio sin despegar su mano de su parte afectada, la mano de Thomas temblaba frente a su rostro, al parecer él también estaba en shock por lo que acababa de hacer. Y es que Dylan jamás pensó ser atacado por el chico que amaba, pudo esperarse de cualquiera, pero de él nunca, él que ni a una mosca tocaba. Pero claramente él no era su Thomas, lo desconocía por completo.

—No... vuelvas... a decir... eso...

—¿Qué? ¿Que eres gay? —exclamó con la voz quebrada y otro golpe fue a su cara.

—¡Tom! —Kaya lo alejó de Dylan—. ¡Sandro, ya cállate!

—¡Yo no soy gay! —Thomas se arrodilló en el suelo, una sensación extraña abatió su cuerpo, su pecho dolía y le faltaba un poco la respiración—. ¡Mis padres me educaron bien!

—¡¿Ah sí?! —se acercó a él con fuerza, lo tomó de ambos brazos para inmovilizarlo y darle un beso.

Antes de que sus labios pudiesen entrar en contacto, Thomas lo empujó con fuerza y se levantó del suelo sin despegar su mirada llena de terror de él.

—¡Estás enfermo! —le gritó con asco, a Dylan se le partió el corazón por completo—. ¡No vuelvas a tocarme o...! —su voz fue interrumpida por el tono de llamada de su celular, el cual contestó luego de alejarse de ambos—. ¿Hola? Sí, yo soy su hijo... No... ¿que está qué? Dios mío... no —un sollozo se escapó de su boca y soltó el celular sin importar que este se estrellara en el suelo, cayó de rodillas y comenzó a llorar.

Kaya y Dylan se acercaron de inmediato, pues se preocuparon frente a tan repentino cambio de humor y semejante acción. Dylan tomó la cabeza de Thomas y la recostó suavemente sobre sus piernas para que estuviera cómodo; lo miró atentamente, su rostro mostraba shock por completo, así que Dylan no dudó en acunar el delicado rostro y acariciarlo lentamente para tranquilizarlo un poco.

—Tom, ¿qué ocurre? —preguntó Kaa al notar que el muchacho comenzó a llorar desconsoladamente.

Thomas tardó un montón en reaccionar e incorporarse. Respiró pesadamente unos cuantos segundos y miró a su amiga.

—E-e-e-e-está-está muerto.

—¿Quién?

—Mi- mi... mi padre.

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