Capítulo 48

La electricidad duró menos de lo que esperaba, o ya estaba muerto o alguien había apagado la máquina. Escuché un montón de disparos y percibí un olor raro a humo, luego dejé de sentir presión en mis muñecas y mis tobillos, y en seguida mi cuerpo flotó.

Un momento... ¿flotó?

Abrí los ojos de golpe en cuanto mi cuerpo tocó una superficie plana, respiré profundamente y sintiendo dolor en mi pecho a causa del miedo que experimenté por el impacto repentino. Mi vista borrosa comenzó a aclararse lentamente.
Rápidamente me apegué a lo más cercano que encontré gracias a mi miedo, y una vez quieto vi todo lo que ocurría a mi alrededor:

Me encontraba dentro de un auto blindado, con un chico sentado en el asiento del copiloto, quien de inmediato me entregó un arma para defenderme de cualquier cosa. Espié por la ventana y vi a Gino afuera, quien disparaba a todos los policías con un traje muy grande y un casco para no recibir daño, sonreí contento y decidí sacar mi cabeza para ayudarlo con mi arma, si esta cárcel era corrupta conmigo, merecía vengarme de ellos.

Cuando todos estuvieron muertos, Gino giró y regresó contento, saltó al auto y lo encendió en seguida.

—¡Estás loco! —le grité en cuanto avanzó, un montón de policías comenzaron a seguirnos.

—¡Tenía que compensarte con algo, perdóname!

—¿De qué?

—¡Hablaremos luego, déjame concentrarme para poder salir de aquí con vida!

—¡Espera! ¡Debemos regresar!

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué? ¡¿Se te olvidó tu oso de peluche?!

—¡No! ¡A un amigo le dieron cadena perpetua por mi culpa y no es justo que se quede ahí mientras yo estoy escapando!

—¿A Mars? ¡Es un maldito traficante, se las arreglará para escapar!

—¡Gino! ¡Por favor! —chillé mientras me sostenía del asiento, pues al pasar por una curva el auto giró demasiado.

—¡Agh! ¡Te odio, desgraciado! —dicho esto, dio media vuelta al coche, las llantas quemaron contra el piso y causaron un ruido increíble—. ¡Escúchame! —guardó silencio un rato, pues atropelló a todos los policías que venían en sentido contrario—. ¡Tiraré la bomba, llama a tu amigo y ayúdame a disparar a quienes le impidan la huida!

—¡Entendido!

—¡Solo no dejes que te disparen en la cabeza, ¿oíste?!

—¡No soy idiota!

—¡Lo eres por muchos aspectos!

El auto se detuvo en cuanto le enseñé a Gino la celda de Mick. Rápidamente bajó la ventana y tiró la bomba para derribar la pared, pude ver a Mick corriendo por su vida lo más lejos posible, sin embargo, cuando me miró haciéndole señas para que se nos acercara, corrió sin dudar ni un segundo mientras Gino y yo le cubríamos la espalda. Lo ayudé a subir al auto y cerramos la puerta en seguida. El auto arrancó sin más, provocando que nuestros cuerpos fueran hacia atrás gracias a la fuerza del arranque.

—¡¿Qué es todo esto?! —preguntó mi amigo algo desorientado.

—¡Es mi primo, vino a salvarme y luego fuimos por ti!

—¡Es un placer, Mars! —le dijo Gino mirándolo desde el retrovisor.

—Gracias, amigo desconocido, primo de Dylan.

—¡Amigo, casi me matan! ¡Thomas no vino a verme! ¡Su madre mandó a matarme en la silla eléctrica!

—¡¿Qué?! —un giro inesperado nos hizo caer—. ¡Está loca!

—¡Hermano, la noticia salió en la televisión! ¡Por eso no dudé en venir! —exclamó mi primo mientras atropellaba a un montón de policías—. ¡Además, te lo debía! ¡Fui un estúpido al no comprarte los boletos!

—¡Es cierto! ¡Si no fuera por eso nada de esto estaría pasando! —le reclamé.

—¡Ahora no, ¿quieres?! ¡Cállate un rato! —el auto saltó a causa de un policía—. ¡Aquí vamos, primor! —dicho esto, aceleró aún más y salió por una cerca rota y rodeada de policías, quienes murieron arrollados por mi primo—. ¡Esos desgraciados nos siguen todavía! ¡Dylan, tú y tu amigo encárguense de ellos!

Mick y yo salimos con cuidado por las ventanas y comenzamos a disparar a todos los policías que nos perseguían en motos y en sus patrullas. Las balas iban directo a sus cabezas para así ahorrar munición. Gino aceleró aún más, pero ellos seguían ahí, parecía que con el pasar del tiempo se multiplicaban.

—¡Son una maldita plaga! —Gino estaba muy estresado, a continuación, comenzó a pulsar un montón de botones en la pantalla de su auto.

Cerré los ojos al presenciar una explosión frente a mí, pues Gino les había tirado una bomba que generó demasiado humo, tanto que ya ni siquiera vimos a ningún policía, sino escuchamos solamente el ruido de muchas cosas chocando, de seguro chocaron a causa de la ceguera que les causó la bomba. Entonces Gino se escondió entre el bosque, y ningún otro policía nos siguió, sin embargo, él quería conducir unos kilómetros más para que estuviéramos lo suficientemente lejos como para que no nos encontraran.

Giré sobre el asiento y me recosté sobre él, suspirando pesado y pensando en que estuve a punto de morir, de no ser por mi primo, que aunque haga estupideces, siempre estará para mí. Después de celebrar con Mick por nuestra libertad, recosté mi cabeza sobre la ventana y decidí dormir un momento, sabía que Gino podía conducir sin nuestra ayuda, a la final, los policías habían desaparecido por completamente, y Mick y yo habíamos escapado, no podía pedir más.

***

—¡Arriba, niño imbécil!

Brinqué del miedo frente a semejante grito, al ver a Gino sonriente frente a mí y a Mick muy asustado a mi lado, la tranquilidad me abatió, por un momento pensé que me encontraba en la celda otra vez. Suspiré y salí del auto, observando a mi alrededor, un montón de naturaleza nos rodeaba, parecía que estábamos en la nada, pero también lucía como el paraíso, ese glorioso paraíso llamado libertad.

—¿Dónde mierda estamos? —preguntó Mick mirando con asco el lugar.

—Lejos, donde nadie pueda encontrar a Dylan —Mick miró mal a mi primo—. Encontrarlos, corrijo.

—¿Y cuándo veré a Thomas?

—Ay, Dylan, ¿en serio eso era lo primero que debías preguntar? ¿Ni siquiera me darás las gracias por haber arriesgado mi vida por salvarte?

—¡Gracias! —chillé agitando los brazos—. Ahora sí, ¿cuándo veré a Thomas?

—Eres un idiota —Gino negó con la cabeza y fue a una roca para sentarse y suspirar—. Esa fue la razón por la que no compré los boletos.

—¿Qué?

—¡Porque te preocupas más por ese imbécil que por el resto ypor eso arriesgas tu vida como si todo fuera fácil! ¡Por eso fuiste a parar en la cárcel, por no pensar bien! ¡Ojalá esto te haya quedado de lección para que la próxima no vuelvas a cambiarme por alguien más! ¡Y menos por un ligue!

—Es mi novio, no mi ligue...

—¡Da igual, ¿sabes?! ¡No sabemos dónde está!

—Podemos buscarlo en su cas...

Guardé silencio en cuanto mi primo giró bruscamente y caminó muy enojado hacia mí.

—¡Es que tú eres necio! ¡Necio! ¡¿Quieres regresar a esa casa donde no te quieren?! ¡¿Y que te metan de nuevo a la cárcel incluso arriesgando la vida y libertad de Mars otra vez?! ¡No, Dylan! ¡Usa el cerebro por un momento, joder! ¡¿O no te dolió cuanto te electrocutaron?!

No dije nada, simplemente me senté sobre el pasto y observé mis zapatos sucios.

—Tu primo tiene razón, Dylan. Buscar a Thomas es un maldito suicidio, si tú quieres hacer eso, prefiero mudarme de país y dejarte solo, estuve a punto de quedarme contigo hasta que lo mencionaste. Si piensas arriesgar tu vida de esa forma, está bien, pero conmigo no cuentes. No te vas a morir si no lo ves, espera un momento hasta que las cosas se calmen.

—Sí, porque no compré un maldito auto blindado por ir tras de ti. Ni arriesgué mi vida por ello —soltó Gino cruzándose de brazos.

Suspiré y me levanté del suelo mientras sacudía mi pantalón.

—Bien, no lo haré. Entonces, ¿a dónde iremos?

—Si me dejan en mi casa con mi familia, les estaré agradecido, sé cómo cuidarme de la policía, luego veré si escapo con ellos a otro país, Canadá quizá.

—¿En serio, Mick? —pregunté con pena y él asintió. No creí que nos despediríamos tan rápido.

—Claro, no tengo nada que hacer aquí, aparte de esconderme de la policía, soy un fugitivo y no quiero vivir así.

—Perdón —abracé a mi amigo—. Todo es mi culpa, si no fuera por mí estuvieras tranquilo.

—No, Dylan, es culpa de la madre de Thomas, no te culpes. Todo estará bien, descuida. Recuerda que después de la tormenta viene la calma.

—Lo sé —forcé una sonrisa.

—Entonces vayamos a dejar a Mars —dijo Gino subiendo al auto—. No podemos estar a la intemperie por mucho tiempo, suban.

***

—Así que aquí vives —musité mirando un edificio de varios pisos y con un montón de luces.

—Sí, señor, aquí me quedo —cuando me miró, su sonrisa desapareció—. Oye... prométeme que ya no te meterás en problemas con esa familia, por favor.

—No lo haré. Solo buscaré a Thomas después de un tiempo y escaparé con él, así como habíamos planeado.

—Ten cuidado, por favor —me abrazó y suspiró con preocupación—. No quiero que te pase nada, cabeza hueca —sollozó.

—Mick... no llores —reí levemente, sin embargo, el llanto también llegó a mí—. Gracias, en serio, nunca te olvidaré.

—No es nada, cuídate mucho y cuida de Thomas. Cuando tengas bebés preséntamelos.

—Claro que sí, te dirán el abuelo Mick —comencé a reír y sentí un golpe en la espalda—. Ya, ya, perdón.

—Te quiero, Dylan —finalizó el abrazo con dos palmadas en la espalda y fue hacia la puerta del auto—. Gracias por todo, adiós.

—Adiós, Mick, cuida esa espalda, anciano —le sonreí, pero él me enseñó el dedo del medio mientras bajaba del auto, una vez afuera corrió hacia la puerta del edificio, donde de inmediato sus amigos lo recibieron muy alegres, llenándolo de abrazos y besos por toda su cara.

Antes de entrar al edificio, me miró muy alegre y melancólico mientras se despedía de mí con la mano, hice lo mismo y finalmente el auto avanzó, alejándome para siempre de mi único amigo de la prisión.

—Entonces, ¿a dónde vamos, Dylu? —me preguntó Gino sin despegar su vista de mi reflejo en su retrovisor.

—A mi casa —dije sin más—. Quiero ver a mi familia. Deben estar muy preocupados por mí.

Noté que hizo una mueca, mas no le presté atención y continuamos con el trayecto.

***

Gino se fue en cuanto me dejó en mi casa, no sin antes decirme que si necesitaba algo le avisara de inmediato. Aún estaba resentido conmigo, pero a pesar de eso mencionó que estaba para mí todo el tiempo.

Nervioso, golpeé la puerta de mi casa con dos débiles golpes, esperando ansioso ver a mi mamá o a mi hermana, de verdad deseaba que mi padre no estuviera aquí.

Como nadie abrió decidí usar la llave de repuesto que siempre dejábamos en una maceta. Abrí la puerta despacio y entré sin más.

—¿Hola? ¿Mamá? ¿Julia? ¿Hay alguien aquí?

Nadie respondió, así que no dudé en revisar todos los cuartos, al no encontrar nada, subí las escaleras y caminé directo a mi habitación, estaba cerrada con llave, finalmente me quedaba la habitación de mis padres, la cual toqué levemente, sintiendo temor de que nadie me abriera y la casa estuviera sola. ¿Y si alguien les había hecho algo? No quería ni imaginarlo.

Pero al escuchar un sollozo detrás de la puerta cerrada, sentí un alivio tremendo, el cual se esfumó de inmediato cuando me di cuenta de que mi madre lloraba. Entré sin más y la vi sentada en la cama, dándome la espalda.

—¿Para qué viniste? —su voz se escuchaba terrible.

—Escapé de la cárcel, nunca me fueron a visitar...

—¿Para qué? Visitar a mi hijo gay obvio me pondrá feliz, claro, sobre todo a tu padre que no ha dejado de golpearme por eso y aesa estúpida familia de ricos que no ha dejado de hacernos la vida miserablepor tu culpa.

Cerré los ojos con fuerza al escuchar eso.

—Entonces te enteraste...

—Salió en las noticias, Rhodes. Todas las vecinas y nuestra familia saben las cochinadas que hiciste. No sabes la vergüenza que he pasado por eso, ya ni siquiera puedo salir a la calle sin sentirme mal.

—Mamá... —me acerqué sumamente dolido hacia ella, quien traía la cabeza gacha—. No robé, ni maté a nadie, simplemente encontré a una persona a quien amar, ninguno de los dos hizo nada malo.

—No vuelvas a llamarme así —me miró, su mirada fue tan dura que la desconocí. Nunca había visto así a mi madre—. No soy tu madre, yo no tengo hijos maricones.

Me alejé un par de pasos de ella y de inmediato las lágrimas salieron sin avisar de mis ojos. Definitivamente esto acabaría muy mal.

—¿Me discriminas por ser diferente? —no respondió, solo me miró con asco.

—Vete de mi casa.

—¡Dile lo mismo a mi padre! ¡Ese no es un santo! ¡Nos ha golpeado un millón de veces y lo has perdonado! ¡¿Por qué no puedes hacer lo mismo conmigo?! —mi voz sonaba terrible a causa de mi llanto contenido—. No soy un monstruo, mamá, no hice nada malo.

—Eres un cínico —se levantó de la cama y caminó hacia mí, provocando que retrocediera algunos pasos—. Dices que no hiciste nada malo. ¡Pero ve afuera a ver si alguien quiere darle trabajo a tu padre o a mí! ¡Somos los fenómenos! ¡Los padres del gay que se revolcó con el niño Sangster! ¡Qué asco!

Más lágrimas cayeron de mis ojos, sollocé y caminé hacia una de las paredes para reposarme en ella y controlarme a no tener un ataque de pánico.

—Lárgate de mi casa—susurró con la voz temblorosa y me empujó hasta llegar a la puerta—. ¡No te quiero ver, asqueroso, hijo del diablo!

—¡Mamá, basta! —Julia salió de nuestra habitación con un montón de lágrimas frescas en su rostro—. ¡Dylan no tuvo la culpa de nada! —corrió hacia mí y me abrazó con fuerza, no pude evitar llorar al sentirla conmigo otra vez después de tanto tiempo. Me llenaba de satisfacción que por lo menos ella me apoyaba.

—¡No te metas en esto, Julia! ¡Vete de aquí! —mi madre tiró el brazo de mi hermana con tanta fuerza, que logró tirarla al suelo—. ¡Y tú! —me miró enojada—. ¡Lárgate de mi casa! ¡No te quiero ver, me das asco!

—Pude esperar de cualquier persona —ayudé a Julia a levantarse—. Pero jamás creí que mi propia madre me heriría de esa forma.

—¡No soy tu madre, ya vete! ¡Regresa a la cárcel, porque allá mereces estar encerrado!

Suspiré pesadamente y abracé con fuerza a mi hermana, llorando sobre su hombro y dejando que ella llorara sobre mi pecho. No sabía si me estaba despidiendo de ella, pues gracias al odio de mi madre, creo que nunca más podré pisar esta casa. Y me dolía, porque no solo la familia de Thomas me hizo un problemón por esto, sino también mi madre, mi propia sangre, la persona que me dio la vida, y en verdad me dolía no tener su apoyo.

—Te amo, Julia, ¿me prometes que serás una chica buena? —le pregunté mientras ella lloraba sin dejar de verme—. Tienes que prometerme que estudiarás mucho y serás una gran doctora.

—Sin ti no voy a poder —sollozó contra mi pecho—. No quiero que te vayas, Dylan, por favor.

—Tengo que hacerlo, Julia. Mamá no me quiere aquí —sollocé con fuerza mientras la volvía a abrazar—. Te amo, no lo olvides —después de dejar un beso en su frente—. Vendré por ti algún día —le susurré al oído fingiendo que la estaba abrazando.

—Cuídate mucho, Dylan, te amo —me abrazó por última vez.

En cuanto nos separamos, miré a mi madre con rabia y caminé hacia las escaleras para salir de mi casa. Saqué mi celular y marqué el número de Gino.

—¿Qué pasó? ¿No estaban o qué? —preguntó en cuanto contestó.

—Solo ven a verme —dije conteniendo las lágrimas.

—Bien, solo iré por un helado y voy, bye —y colgó.

Sorbí mi nariz mientras me apoyaba en la cerca de mi casa, mirando al cielo y deseando que todo esto fuera una pesadilla de la que despertaría pronto. Cerré mis ojos e imaginé mi vida antes de que todo esto se fuera al carajo, cuando Thomas y yo éramos felices en la cabaña y nadie nos molestaba. Si no fuera por Garrett...

Ese maldito idiota, me las va a pagar.

Abrí los ojos de golpe en cuanto sentí una mano tomar mi cuello con fuerza. Mi cuerpo se elevó algunos centímetros. Miré hacia abajo y me llevé la sorpresa de ver a mi padre debajo de mí, se notaba a leguas que estaba muy borracho, aquí era cuando comencé a sentir miedo. Como me estaba quedando sin respiración, no dudé en soltar una patada a su estómago para que me soltara, era riesgoso, pero era eso o morir asfixiado. Caí al suelo y de inmediato me incorporé para huir de él, sin embargo, alcanzó a tomar mi tobillo y arrastrarlo para que pudiera atraparme. Por más que intenté escapar, él fue más rápido y me acorraló en el suelo. Me miró con rabia desde arriba e inmovilizó mi cuerpo colocando sus rodillas a cada lado de mi cintura. A continuación, soltó un fuerte puñetazo a mi mejilla, donde experimenté el peor de los dolores que pude sentir.

—¿Qué haces aquí? —preguntó mientras tomaba mi camiseta y tiraba de ella con fuerza para levantarme.

—¡Eso no te incumbe, igual ya me iba!

—¡Tú no irás a ningún lado hasta que te mate! —golpeó mi mejilla otra vez—. ¡Maldito gay asqueroso! ¡Yo no te eduqué así! —comenzó una serie de golpes en mi rostro.

En cuanto pude detener uno de sus golpes, lo miré con rabia a los ojos y dije: —No hables de educación, ¡si nunca estuviste presente en un momento importante de mi niñez! ¡Yo no aprendí nada de ti!

Eso fue combustible potente para que se enojara más y me golpeara aún más fuerte.

Golpe tras golpe iba perdiendo el conocimiento, hasta que uno demasiado fuerte me llevó a abrir los ojos. Otra vez me había roto la nariz. Grité fuertemente y salté hacia adelante para esta vez quedar sobre él. Mi nariz comenzó a gotear sangre sobre él. Al tenerlo acorralado debajo de mí, le devolví todos los golpes que me dio. No me medí ni siquiera porque era mi padre, ese idiota debía pagar por todo lo que nos había hecho. Puede que mi madre me odie en este momento, pero aún la amo y si tengo que matar a este imbécil por todo el daño que le hizo, soy capaz. 

Mi mano fue detenida por él antes de darle otro golpe, me empujó hacia adelante y me dio otro golpe en el rostro que me hizo ver estrellas. Mientras intentaba recuperar el conocimiento, se levantó y comenzó a patear mis costillas una y otra vez. Luego tomó mi indefenso cuerpo y lo arrastró por todo el piso con brusquedad, como si fuera un simple trapo sucio. Apenas podía gritar por todo el daño que estaba recibiendo, ya casi no tenía consciencia, lo único que sentía era dolor y cómo la sangre brotaba de mi nariz, incluso uno de mis ojos ya no podía abrirse de lo hinchado que estaba a causa de los golpes. Este era mi fin, no me mató la cárcel, pero sí mi padre y su homofobia. Solo esperaba el momento en el que finalizara mi vida con cualquier golpe, porque la verdad ya había perdido fuerzas para defenderme.

Cerré los ojos cuando vi su pie sobre mí, este sin dudarlo sería un golpe doloroso, sin embargo, al no sentir nada, pensé que ya estaba en el más allá, así que abrí los ojos y me incorporé. ERROR ENORME. Pues el dolor insoportable se apoderó de mí en seguida. Fruncí el rostro y como pude, busqué a mi padre. Abrí los ojos muy grandes cuando lo vi dormido a mi lado y a Gino asustado con un bate muy cerca de él.

—Tenía que hacerlo, lo siento —dijo aún asustado y yo me volví a recostar en el suelo a causa del dolor—. Dylan, Dylan, ey —chasqueó sus dedos sobre mí para que reaccionara—. No te duermas.

—Dile que lo amo... y que a él —señalé a mi padre—. Lo odio.

Fue lo último que dije antes de desmayarme.

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Holiii subiré dos caps para compensar mi ausencia c:

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