Capítulo 4
—¡Brodie! —exasperó mi madre muy enojada, cuando me llamaba por mi segundo nombre debía comenzar a rezarle a San Pedro, porque eso significa que estaba en problemas—. ¡¿Qué significa esto?! ¡¿Por qué metiste a un vagabundo a la casa?! ¡Y tu ropa! ¡¿Qué te has hecho?!
—Tasha, tranquila —mi padre intentaba calmar a mi mamá, él era se caracterizaba por ser más sereno, sin embargo, ambos eran igual de estrictos.
—Mamá, mamá, tranquila —de inmediato me coloqué delante de Dylan para protegerlo, puesto que ella se había acercado para retarnos—. Todo tiene una explicación —gracias al cielo, una brillante idea se cruzó por mi mente—: Él es un amigo que vino de visita, salimos un momento a jugar y nos caímos, es todo —ante su mirada severa, tuve que recurrir a otra alternativa—. ¿Recuerdas que te hablé del muchacho que me salvó de los dos rufianes que casi me matan? —sonreí al ver que sus ojos se suavizaron—. Mamá, te presento a Dylan, mi salvador de aquella noche.
Mis padres cambiaron sus semblantes de inmediato, la rabia e indiferencia habían desaparecido, ahora la sorpresa y el agradecimiento relucían en sus rostros.
—¿Tú... salvaste a mi Tommy? —mi madre hablaba pausado debido a la sorpresa, Dylan asintió algo inseguro y temeroso—. Dios mío, ¿de dónde conoces a mi hijo?
—Ah... la verdad yo no...
—En la prepa —interrumpí a Dylan—. Sí, Dylan es nuevo, entrará el siguiente año y me hice su amigo la última semana porque me pidió ayuda para conocer el establecimiento y hacer sus respectivos trámites.
—¿Yo hice es...? —de inmediato pisé con fuerza su pie, pude notar que contuvo un grito.
—¡Sí! ¡Y por eso ha venido!
—Oh, Dios mío, te he juzgado mal, muchacho —comentó mi madre bajando la mirada—. Estoy muy agradecida contigo, salvaste a mi Brodie de la muerte, no sé cómo agradecerte, ¿tienes hambre? Si quieres puedo ordenar a las cocineras a que preparen una cena solo para ti, ¿qué opinas?
—No, señora, no se moleste, debo regresar a mi casa, muchas gracias por su oferta.
—Oh, no, de ninguna manera dejaremos que regreses a tu casa a estas horas de la noche, yo hablaré a tu hogar y les comunicaré que te quedarás a dormir con mi Tommy.
—¡¿Cómo?! —pregunté asombrado.
—¡Sí, mi niño! Mientras la cena está lista, préstale uno de los baños para que se duche y dale algo de ropa limpia también, no, olvida eso, enviaré a Jaime para que le compre una parada de ropa cómoda a Dylan para que pueda pasar la noche aquí, si con eso no siento que he agradecido suficiente, veré qué más puedo hacer.
Estaba atónito, primero mi pellejo estuvo a punto de correr peligro junto al de Dylan, y ahora mi madre lo adora y le quiere regalar cosas, algo que nunca hace con un extraño. Sin embargo, tenía su justificación, Dylan me había salvado, y eso para mi madre sumaba muchos puntos.
—Y dime, Dylan, ¿qué te parece la idea?
—Ammm... si a Thomas le parece, aceptaré con gusto.
—¿Entonces, Brodie?
—Ah... pues, está bien, creo.
—¡Bien! —exclamó mi madre muy contenta—. Lleva a Dylan al baño de huépedes, Tommy, luego le traeré su ropa nueva y cenaremos, podría ser un jugoso pavo o un pernil ahumado, no lo sé, los llamaré en media hora, adiós —mi madre salió con mi padre muy descontento detrás de ella y cerraron la puerta, dejándonos completamente consternados a Dylan y a mí.
—Ok, ¿qué acaba de suceder?
—Ni yo lo asimilo —susurré sin despegar mi mirada de la puerta—. Pero mi mamá te aceptó, que es lo importante, porque de no ser así te hubiese echado de la casa y si es posible te ponía una orden de restricción, para que no te me acerques más.
—Fue buena tu idea —me guiñó un ojo—. Oye, pero debo serte sincero en algo.
—Dímelo de camino al baño, debemos estar listos en media hora —musité mientras tomaba un par de toallas para ambos y guiaba a Dylan por los pasillos hacia el baño, su vista nunca se despegaba de las paredes, se notaba que tenía mucha curiosidad.
—Bueno, la verdad es que... en mi casa no tenemos teléfono.
—Oh no, eso nos pone en problemas, mi madre sabrá que eres pobre y te echará.
—A eso me refería...
—Debemos buscar un número inexistente, de esta forma no contestarán y listo.
—Ok —entonces nos detuvimos frente a uno de los baños de huéspedes.
—Bien, es aquí, solo abre un poco la llave hacia la derecha para que tengas agua caliente, si la deseas fría la giras hacia el lado contrario, no es muy difícil, ten —le entregué las toallas—. Buen baño.
—Igualmente —él rió.
***
Dylan lucía una hermosa y costosa pijama Versace de color azul, mi mamá había insistido en comprar la más cara y elegante para que el castaño durmiera cómodo esta noche. Yo tenía la misma, pero en color naranja, más la mía ya tenía sus pocos días de uso, a pesar de eso seguía flamante como siempre. Ambos caminábamos lentamente por los largos y fríos pasillos de mi casa hasta llegar al comedor, dónde una lujosa cena nos esperaba.
—Debo confesarte que me muero de los nervios —me susurró Dylan.
—¿De qué?
—De tus padres, soy pobre y mis hábitos son distintos.
—Oh, tranquilo, no te preocupes, nada saldrá mal.
Un enorme pavo reposaba en el centro de la mesa, a su alrededor había un montón de comida para acompañarlo, papas fritas, puré de papa, tiras de tocino ahumado, ensalada, cinco tipos de salsas diferentes y demás, con solo ver tanta comida el hambre llegó de repente.
—¡Qué manjar! —exclamó Dylan—. Voy a salvarte más seguido, Thomas —reí mientras nos sentábamos en nuestros respectivos asientos.
Los mayordomos comenzaron a servir la comida, un plato de porcelana con una enorme pierna de pavo y sus acompañados se colocó frente a Dylan, quien no dejaba de ver la comida con deseo. En seguida, mis padres llegaron a sentarse, Ava venía detrás de ellos. Mi mamá se veía muy contenta, mas mi padre y mi hermana se mostraban algo incómodos e indiferentes, y los entiendo, el tener a un extraño comiendo en tu casa y usando Versace es algo que no se ve va todos los días.
Dylan no esperó más, tomó la enorme pierna de pavo y le dió un buen mordisco, mi familia y yo lo miramos asombrado, provocando que interrumpiera su degusto de la comida y la bajara lentamente.
—Ah... ¿se les perdió algo?
—Dylan, primero debemos bendecir los alimentos —le susurré y de inmediato me mostró una mueca de asco, la cual cambió al sentir la mirada de mi padre.
—Oh... lo siento.
Debo decir que la cena llegó a un punto de ser un tanto incómoda y es que primero, Dylan no sabía qué hacer mientras bendecíamos los alimentos, explicando que en su casa jamás habían hecho algo así. Eso fue algo simple, en comparación a lo que se vino después, y es que el castaño no sabía cómo utilizar los cubiertos asignados para cada alimento, tuve que darle una pequeña indicación, sin embargo, aún se confundía, por lo que decidió usar la misma cuchara para todo -incluyendo el postre- a pesar de las miradas de desacuerdo de mis padres, las cuales tuve que tranquilizar con un gesto. La peor parte fue cuando Dylan hizo notar sus muy malos modales en la mesa, como poner los codos sobre esta o hacer ruido al masticar; quería desaparecer de ahí por la incomodidad que notaba en el rostro de mi familia, mas no pude hacer nada más que decirle a Dylan en voz baja que no hiciera esas cosas, porque ustedes saben, en una familia millonaria eso es algo que no se ve todos los días.
—Y dime, Dylan... ¿en dónde vives? —le preguntó mi padre con el semblante serio.
—Ah... en las afueras de la ciu... —su voz fue interrumpida ya que pisé su pie con fuerza para que no continuara hablando, de inmediato me miró con una mueca de dolor reprimido.
—¿Cómo? ¿Donde viven los pobres? —preguntó mi madre algo consternada y palidecí.
—Es que Dylan apenas se mudó, ¡sí! —respondí nervioso volviendo a pisar el pie del castaño para que me siguiera la corriente—. Y mientras busca una casa de lujo por aquí se quedará a las afueras con una de sus tías.
—Mis tías no viven aq... —volví a pisarlo, esta vez más fuerte.
—¡Tías políticas! —por Dios, este chico no podía ser más tonto—. ¿Verdad, Dylan? ¿Te duele el pie? ¿Estás bien?
—Sí, son mis tías políticas —respondió adolorido, vaya, por fin entendió.
—Me alegra que vayas a estudiar con mi Tommy, dime, ¿eres de buenas calificaciones?
—Ah... de hecho...
—¡Es el mejor! —lo interrumpí—. Cuando lo conocí me enseñó su boleta y tenía calificaciones similares a las mías.
—Eso es genial, podrían hacer su tesis juntos si es que consigues un cupo en el mismo colegio que mi Tommy —mi madre no dejaba de sonreír.
—Eso espero, señora Sangster —habló Dylan algo incómodo e intimidado.
***
—¿Por qué mentiste todo sobre mí? —me preguntó el castaño mientras caminábamos por los pasillos, mi madre iba delante para guiarlo a su habitación donde pasaría la noche.
—Luego te lo explico —le susurré—. No es bueno hablar de eso delante de mi madre.
—Bien, mi querido Dylan, aquí está tu habitación —habló mientras abría la puerta con sus llaves—. Vayamos hacia el teléfono para hablar con tus padres.
—¿Tienes el número falso? —asentí ante su pregunta.
—Es del primo de mi mejor amiga, le pedí de favor que le dijera que no contestara su teléfono.
—Eres un genio —me guiñó un ojo.
—El mejor de la clase —le devolví el guiño.
En cuanto entramos al enorme cuarto en el que Dylan dormiría esta noche, mi madre corrió hacia el teléfono, enseguida le entregué un pedazo de papel en el que había anotado el número que Kaya me había dado y marcó mientras cruzaba su pierna izquierda sobre la derecha y mordía levemente la piel muerta de sus dedos, un mal hábito dentro de nuestra familia que no hemos podido corregir. Por obvias razones, nadie contestó del otro lado de la línea, por lo que mi madre se mostró impaciente y preocupada, en cambio, Dylan y yo conteníamos la risa para no ser descubiertos.
—Nadie contesta —musitó mi madre.
—De seguro están todos dormidos, por lo general mi madre baja el volumen del teléfono para que nadie nos interrumpa el sueño —agradecía a todos los santos por aquella mentira por parte de Dylan.
—Cielos, ¿y ahora qué?
—No se preocupe, señora Sangster, ellos sabían que vendría a la casa de Thomas, así que no me regañarán por quedarme aquí, muchas gracias por intentarlo.
—Oh, no es nada, querido —entonces se levantó de la cama con una sonrisa—. Bueno, espero que duermas bien y muy cómodo, iré a mi recámara con Mark, espero que tengan una linda noche los dos, descansen y nos vemos mañana en el desayuno, hasta mañana —ambos asentimos en señal de despedida y mi madre salió de ahí.
—El plan salió de maravilla —exclamé sentándome en la cama.
—Para ti, pero cuando mañana regrese a mi casa veré estrellas por los regaños de mis padres.
—Un momento, ¿no sabían que vendrías aquí?
—Solo sabían que iría por una hamburguesa, no que me quedaría a dormir en la casa de los Sangster, pero ya que, prefiero mil veces quedarme aquí que estar en casa —se encogió de hombros—. Pero ahora sí dime: ¿por qué me obligaste a mentir sobre mi vida?
—Ya te lo dije, si mis padres se enteran de que no tienes la vida perfecta te echarán porque piensan que serás una mala influencia para mí. Por lo general no he traído a nadie aquí además de mi mejor amiga, porque no tolero a las personas.
—O sea que a mí sí me toleras —sus ojos pardos se llenaron de brillo—. ¿Por eso mentiste? —asentí con la cabeza y él sonrió—. ¡Owww, Thomas! ¡Eso me pone muy feliz!
—Bien, creo que ya debo irme a mi recámara, es hora de dormir.
—¿No te vas a quedar? —el tierno puchero que hizo me conmovió—. Pensé que haríamos cosas divertidas como jugar Play Station o contar historias de terror, esto es una pijamada, ¿no?
—Es una pijamada improvisada por ti —él sonrió infantilmente y me sacó la lengua.
—Anda, Thomas, quédate un ratito.
No pude evitar sonreír frente a su tierno puchero.
—Está bien, me quedaré, iré por botanas y regreso.
—¡SÍÍÍÍÍÍÍÍ! —chilló y yo cubrí su rostro.
—No grites, tonto.
—Sííííí —ahora susurró y ambos reímos,
Narrador omnisciente:
Las risas, bromas y charlas profundas no habían parado desde que Thomas entró por la puerta con sus brazos llenos de chucherías y botanas, ambos se encontraban sentados en la cama, su espalda reposaba sobre la pared ubicada a un lado del mueble y un montón de pedacitos de papitas picantes lucían en la sábana. Habían planeado contar historias de terror o paranormales que habían experimentado, sin embargo, a los diez minutos, su plan se había echado a perder gracias a las constantes bromas del castaño, quien no dejaba descansar a Thomas de las carcajadas, el pobre ya no podía más, su rostro estaba rojo y su estómago dolía a causa de las constantes risas que le provocaba.
Eran las dos de la mañana, cuando Sangster le ofreció jugar Mario Kart para descansar un momento de las carcajadas, sin embargo, fue una mala opción, ya que volvió a reír al notar la torpeza de Dylan al jugar y su frustración por no poder ganarle al rubio, quien no tuvo más opción que tenerle paciencia y enseñarle cómo se jugaba, Dylan era un completo inútil en ese juego.
Jamás había tenido un amigo con el que había congeniado tanto, no tenían los mismos gustos ni congeniaban en nada y eso hacía que su relación fuese más fuerte, ambos sentían que se conocían de toda la vida y estaban muy agradecidos de haber coincidido, ninguno de los dos tenía amigos -a excepción de Tom que tenía a Kaya- y sentían alegría absoluta al darse cuenta de que por fin consiguieron un amigo en quien confiar, muy en el fondo deseaban que su amistad durara para toda la vida, que sean compañeros hasta ser un par de pasas viejas que habían culminado con su ciclo de vida.
Entonces a Thomas se le ocurrió una magnífica idea:
—Dylan —lo llamó colocando pausa al juego.
—¡Thomas! ¡Estaba a punto de llegar segundo! —reprochó el castaño.
—Escúchame, lo que te diré es importante.
—¿Me preguntarás sobre algún tema intelectual que posiblemente encontraste en tu libro de física esta mañana y en este momento lo recordaste? No, Thomas, lo único que sé de física es de Newton y su manzanita estúpida que nos cagó la vida a muchos estudiantes imbéciles como yo.
—¡¿Qué?! ¡No! —el rubio hizo una mueca—. Quiero proponerte algo.
—¿No crees que estamos muy chiquitos para casarnos? Además, no soy ga...
—¡Dylan, ¿quieres por favor escucharme?! —O'Brien guardó silencio frente a ese grito, al notar esto, Thomas se tranquilizó—. Mi colegio está organizando un paseo a Hawaii en el que debemos llevar un acompañante fuera de nuestra familia y compañeros de clase y como sabes, no tengo amigos aparte de Kaya, mi mejor amiga, así que... ¿quisieras acompañar a este torpe nerd a Hawaii?
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