Capítulo 39
Mis ojos se abrieron gracias al dulce canto de unos pequeños pajaritos afuera en el bosque. De inmediato, la luz del sol cegó mi visión, por lo que tuve que entrecerrar mis ojos. Me senté apegándome al espaldar de la cama y giré mi cabeza al darme cuenta de que Dylan no estaba a mi lado, la cama estaba destendida y su almohada reposaba cerca de la mía.
—¡Aaaaaah esos pájaros conchudos! ¡Déjenme dormir!
Oh, ahí estaba.
Negué con la cabeza mientras reía y me levantaba de la cama, me coloqué mis pantuflas y caminé hacia la cocina, donde provenía el escándalo, ahí estaba él, ahuyentando a unos pobres pajaritos que habían entrado a la cocina.
—Buenos días —comenté riendo y él soltó un grito—. Tranquilo, Dyl, parece que viste a un fantasma.
—¡¿Qué harías tú si hay un montón de pajaritos en tu cocina y de la nada el hermoso de tu novio llega de la nada?! ¡Obvio me voy a asustar, Tommy!
Reí mientras caminaba hacia él y le plantaba un beso, él no dudó en tomar mi rostro acariciarlo con sus pulgares. Diría que esta ha sido la mejor manera de comenzar mi día, de no ser porque Dylan se separó de golpe en cuanto un par de pajaritos comenzaron a picotear su cabeza. Soltó un grito mientras corría de un lado a otro, yo no podía dejar de reír al verlo así, incluso lo grabé con su celular para recordar el momento.
—Mi novio no puede controlar a unos pajaritos y esta es la prueba —le dije a la cámara.
—¡Shu, shu, shu! —gritó haciéndolos volar fuera de la cocina y de inmediato cerró la ventana—. ¡¿Me estás grabando?! —me miró enfadado y yo asentí—. ¡Oye, no hagas eso! —entonces trató de quitarme su celular, pero no lo consiguió—. Te odio.
—Me amas —reí y afortunadamente capturé el cambio de expresión de enojo a enamoramiento en su cara.
—Sí, te amo —entonces me tumbó contra un sofá y me besó el cuello.
—Dyl, aún estoy grabando.
—Eso no importa, ¿sabes por qué?
—¿Por qué?
—Dime tú —tomó su celular y me apuntó con él—. ¿Qué somos, Tommyyyy?
—¡Noviooooos! —dije sumamente feliz y lo atraje hacia mí para besarlo.
—¡Muy felices! —besó mis labios—. Vamos al lago a bañarnos, mi amor.
***
—¿En serio nos vamos meter? —pregunté mirando el lago que no lucía tan bien a causa de la suciedad.
—Sé que no es los mega jacuzzis en los que solías darte un baño, pero créeme que es bonito una vez que lo pruebas —entonces metió su pie en el agua y su expresión cambió de inmediato—. ¡Aaaaah! —su pie salió del agua rápidamente.
—¿Qué pasó? ¿Te comió un lagarto? —pregunté levantando las cejas y él me miró molesto.
—Ja, ja, ja —me sacó la lengua—. Sí estaba fría, entra ya.
—De ninguna manera —dije poniéndome mi bata Versace.
—Te voy a meter con todo y esa bata de niño rico que traes encima.
—¿Tan temprano, Dyl? —abrí los ojos muy grandes y levanté mi ceja, cuando se dio cuenta del doble sentido, cubrió su boca asustado.
—¡No me refería a eso! ¡Puerco!
Reí y me senté en una roca después de haberla limpiado, él caminó hacia mí y se acercó tanto que nuestras narices rozaron.
—¿Entonces me meto yo solito? —preguntó con un puchero en su boca.
—Sí, corazón —acaricié su mejilla.
—Anda, cielo, solo un ratito, hazlo por mí, luego el cuerpo se acostumbra al agua helada.
—¿Qué tendré a cambio? —lo miré a los ojos.
—Lo que tú quieras hacer conmigo, podemos cambiar de roles si deseas.
—Oh Dios mío —sonreí sobre sus labios y lo besé—. Acepto.
Tomó mi mano y me llevó hacia allá. Me deshice de mi bata y miré el lago con curiosidad, luego miré a Dyl, quien me dio la suficiente seguridad para poder entrar junto a él. Susurramos un 3...2...1... y juntos metimos el primer pie, cerré los ojos al sentir el frío recorrer mi piel.
—Uh, uh, uh, ¡está fría! —exclamó Dyl con los ojos cerrados y apretando mi mano—. Machos, machos, Tommy, ¡toda la pierna ahora!
—Dyl, ya estoy adentro.
Mi novio abrió los ojos y me miró asombrado al darse cuenta de que yo estaba completamente normal con el agua hasta mi pecho, y es que a decir verdad, el agua no estaba helada como para que Dyl exagerara de esa forma.
—¡¿Cómo...?!
—No está tan fría, Dyl, entra —dije tirando de sus manos para atraerlo hacia mí.
—Ah... ahhhh —alargó la a en cuanto el agua le llegó hasta el pecho igual que a mí—. Joder, necesito un trago para calentarme un poquito.
—¿No te soy suficiente? —pregunté mirándolo con mis cejas juntas.
—¿Qué? ¡Tommy! —rió pasándose las manos por su cabello, lo que provocó que lamiera mis labios sin dejar de verlo—. No me refería a eso, sí hace frío.
—Eso se puede arreglar —dicho esto nadé hacia él, lo acorralé contra la orilla y enrollé mis piernas al rededor de su cintura para comenzar a besarlo con pasión.
Sonreí en cuanto noté que cerró sus ojos para disfrutar el beso, llevé mis manos a su cara y luego a su nuca para intensificar el beso, gemí en cuanto sentí sus manos apretar mi trasero con firmeza.
—Eres increíble, ¿lo sabías? —me preguntó en cuanto nos separamos, sus mejillas estaban rojas al igual que sus labios.
—Sí —y lo volví a besar.
Sentí que Dyl agarró mi trasero nuevamente, pero esta vez fue para caminar conmigo sobre sus labios hacia el centro del lago. En cuanto me separé porque sentí que estaba a punto de quedarme sin aire, él sonrió y me lanzó al fondo del agua. Nadé hacia la superficie y lo miré enojado, él reía sin parar.
—¡Dylan! ¡¿Qué hiciste?!
—Te tiré al agua, ¿no? —rió de nuevo.
—¿Por qué?
—Para bajarte la calentura —dicho esto comenzó a chapontear el agua hasta que logró empaparme por completo.
—¡Basta! ¡No planeaba esto!
—Pues deja de ser caliente por una vez en tu vida —rió y se acercó a mí para acariciar mi rostro helado—. Hagámoslo más romántico.
—Bueno, bueno, como lo ordene su majestad —dije empujándolo contra el agua.
Salió del agua riendo y se lanzó contra mí para hundirme, con suerte logré zafarme de su agarre y lo volví a hundir.
—¡Yo soy el Iceberg y tú eres el titanic! —exclamó hundiendo mi cabeza con ambas manos.
—¡Rose! ¡Te amo, Rose! —simulé hundirme y de inmediato sentí las manos de Dyl sostenerme.
—¡Descuida, Jack, te tengo! —Dyl simuló la voz de una mujer, aunque le salió pésima, caminó hasta el borde de la laguna y me recostó ahí—. Debo darte respiración boca a boca —entonces se colocó sobre mi y me besó con delicadeza, lo más dulce del mundo darte un baño en una laguna llena de suciedad con tu novio y luego besarlo.
—Tenemos que desayunar —sonreí sobre sus labios.
—¿Qué quiere comer mi rey hoy?
—Lo que haya —reímos y entramos de vuelta a la cabaña.
Dyl reprodujo una canción de Queen en su celular, me senté en una silla y observé la mesa, de inmediato sentí una fea sensación al ver mi celular apagado lo más alejado de mí, ayer Dyl me dijo que lo apagara para no preocuparme por si mis padres me intentaban contactar. Sin embargo, preocupación era la palabra que más rodaba en mi cabeza. Desvié mis pensamientos cuando Dylan tomó mi celular y lo guardó en un cajón, luego regresó conmigo y besó mi frente para calmarme.
—Ven, cocinemos algo —me sonrió y me levantó de la silla, sabía que lo hacía apropósito para que dejara de pensar en ello.
Dyl y yo preparamos cereal con algo de jugo y unas galletas, debíamos comer poco para no terminar con los pocos suministros que poseíamos. Las risas no tardaron en llegar, es que Dylan era tan risueño y tenia una personalidad tan increíble que podías sentirte cómodo y tranquilo con él de inmediato.
Fuimos afuera con la comida y nos sentamos a la orilla de la laguna mientras observábamos la naturaleza, el canto de los pajaritos hacían más pacífico al ambiente, cuando terminamos, dejé mis platos a un lado y me recosté sobre el hombro de Dyl mientras observaba la laguna y pensaba en que de seguro mis padres ya debieron comenzar una búsqueda por mí.
—Tommy, no lo pienses demasiado —dijo abrazándome contra su pecho.
—Perdón, no puedo evitarlo.
—Mejor pensemos en cómo saldremos del país.
—He pensado en decirle a Kaya para que nos ayude, es mi mejor amiga, así que supongo que aceptará.
—¿Y si no?
—Mmmm, tenemos a Ki, ¿no?
—¿Y si Ki se niega?
—¿Tu primo el marihuano?
—¿Gino? —me miró raro—. Bueno... sí, es mayor de edad, podría ayudarnos, pero... no lo sé, se enojó mucho conmigo cuando le dije que me iría contigo.
—Es nuestra última salida si Ki o Kaya no pueden —tomé su rostro—. Por favor, Dyl, por favor.
—¿Cómo puedo negarme a esos ojitos? Ven aquí —entonces me tumbó contra el césped y me besó con dulzura—. ¿Y si vamos a caminar?
—Dyl, hay que contactar a Kaya.
—Mañana lo haremos, anda, nos merecemos un día de relajación aquí —se levantó del suelo y me extendió su mano, después de negar con la cabeza, la tomé y él tiró de mí para levantarme—. Te llevaré a un lugar especial.
En todo el trayecto, jamás soltó mi mano, y la apretaba cada que atravesábamos algún camino resbaladizo o un montón de lodo donde podríamos quedar atorados, él me cuidaba más de lo que podía imaginar, y eso me hacía sentir tan seguro y querido que sentía que no necesitaba más en este momento además de su presencia. Solté su mano y rodeé su cintura con mi brazo, él bajó la mirada y me robó un beso rápido sin quitar la sonrisa de su rostro.
Cinco minutos después, llegamos a una colina grande, donde había una silla larga de madera y a un lado una fuente de los deseos. Al frente se podía apreciar la hermosa vista del campo: la naturaleza, los animales, las personas trabajando en los cultivos y el hermoso cielo. Caminamos hacia la silla, y antes de sentarme, Dyl me cargó y me sentó sobre sus piernas, inmediatamente besó mis labios sin dejar de reír.
—¿Te gusta?
—Es hermoso, Dyl —y lo volví a besar colocando mi mano detrás de su cuello para atraerlo más hacia mí.
Así permanecimos mucho tiempo abrazados y admirando la hermosa vista que teníamos frente a nosotros, deseaba con todo mi ser que el tiempo se detuviera y quedarnos aquí para siempre, eliminar cualquier problema a futuro y ser feliz junto a él.
—Vayamos a la fuente —dijo de pronto mientras tomaba mi mano y me llevaba hacia allá.
Se sentó al borde y me miró mientras sacaba una moneda brillante de su bolsillo y me la colocaba delante de mi rostro.
—Deseo —cerró los ojos aún con la moneda frente a mí, en seguida tomó mi mano—, quedarme para siempre con Tommy, amarlo hasta que mi piel sea una pasa y sobre todo formar una familia con él —dicho esto, tiró la moneda a la fuente.
—Yo deseo —saqué una moneda de mi bocadillo—, escapar de mi maldita vida heterosexual aquí en Londres, ser feliz por siempre con Dylan y amarlo todos los días de mi vida.
—¿Promesa? —levantó su meñique.
—Promesa —tomé su meñique con el mío sin quitar la sonrisa de mi rostro.
No tardamos mucho en regresar a la cabaña para almorzar un sabroso sándwich de atún con patatas de una bolsa que tenía más aire que papas, malditas empresas engañosas.
—Deberíamos encender una fogata —propuso Dyl.
—Voy por gasolina y fósforos.
—Y yo por leña —nos guiñamos un ojo y fuimos por las cosas.
Cuando salí de la cabaña con todo lo que necesitábamos, vi a Dyl corriendo hacia mí con un montón de leña en sus brazos, que tiró frente a mí. Me miró sonriente y me dio un abrazo muy tierno.
—A trabajar.
Comenzamos a apilar los troncos para darle la forma de fogata. Cuando estuvo lista, eché un poco de gasolina encima, en seguida Dylan echó un fósforo encendido y una pequeña llama apareció al instante.
—¡Bieeeen! —exclamó dando saltitos—. Pero nos falta un poco de viento —comenzó a agitar una tapa delante de los troncos—. Tommy, necesito unos palitos, por favor.
—A la orden —dicho esto, salí corriendo en busca de las ramitas.
Fui detrás de la cabaña donde hasta encontré hojas secas, las cuales guardé junto a los palitos dentro de mi suéter. Traté de llevar las más gorditas para que ayudaran con el fuego y que luego Dylan no se ande quejando. Ya estaba de regreso, de no ser porque escuché el llanto peculiar de un tierno animal, caminé hasta escuchar el sonido y me encontré a un pequeño cachorro que apenas podía caminar bien. No dudé en acercarme para verificar cómo estaba, lucía muy enfermo e incluso parecía que estaba agonizando.
—Hola, amiguito —susurré dejando las ramas de lado y cargándolo en mis brazos—. ¿Qué te ocurrió?
El perrito automáticamente recostó su cabecita en mi pecho, buscando calor en mí, pues estaba temblando bastante. Al verlo tan mal, no dudé en correr de vuelta a la cabaña. En cuanto llegué, no encontré a Dyl, así que entré a la cabaña por alguna manta para el pequeño, sin embargo, me detuve al ver a mi novio inhalando una línea sobre la mesa.
—¡Dylan! —grité sin poder creérmelo, él saltó ante mi grito.
—¡Tommy! ¿Trajiste la leña? —dijo sorbiendo su nariz con miedo, mas su expresión cambió al ver al cachorro en mis brazos.
—¡Te estás drogando!
—¡Y tú trajiste un perro! Te dije que me trajeras leña, no un perro, las palabras ni siquiera suenan igual —exclamó señalándolo y luego miró la bolsa de cocaína que tenía en su bolsillo—. ¿O esto ya hizo efecto?
—¡No puedo creerlo! —me le acerqué y le quité la bolsa—. Me dijiste que lo ibas a dejar.
—Iba, del verbo pasado, tú lo has dicho, es solo que encontré esa bolsita antes de venir acá y como tardaste pues...
—¡Tardé porque encontré a este cachorro abandonado muriendo de frío! Por cierto, ve por una manta.
—Sí, patrón —dicho esto, sacó una manta de su mochila y me la entregó, recosté con cuidado al animalito en los muebles de la sala y lo acaricié.
—Hablaremos de eso después, trae un poco de leche —lo miré enfadado y él obedeció—. Tranquilo, amiguito, estarás bien, no tengas miedo.
—¿De dónde sacaste al animal?
—Cállate, marihuano, y trae esa leche.
—Era coca —dijo sentándose a mi lado y dándome un pequeño plato con leche y un trocito de pan.
—Da igual, la cosa es que me mentiste.
—Cielo, lo siento, pero es que en serio mi cuerpo me lo pidió.
Inmediatamente lo miré preocupado.
—Dyl, no caigas en la adicción, por favor, no quiero verte mal ni perderte por esa estúpida droga.
—Tommy, escúchame —tomó mi mano—. No soy adicto, simplemente me gusta la sensación que me provoca de vez en cuando.
No pude decir nada, sentía miedo y decepción a la vez.
—Dyl, ¿te das cuenta que en el futuro nos vamos a mudar juntos fuera de todo? Si tú llegas a morir porque te gusta esa sensación, no puedo dejar todo para quedarme solo en una ciudad desconocida.
—¿Qué insinúas?
—Que tengo miedo de que mueras y y me dejes solo en una cuidad donde no tengo a nadie. Quiero que te controles un poco, por favor, hazlo no solo por mí, sino también por tu bien.
Su mirada nunca se despegó de mí, a pesar de todo, ese lindo cachorro apenado y en aprietos no dejaba de hacerme feliz y llenarme de coraje a la vez. Luego de algunos segundos, rodó los ojos y dijo:
—Está bien, Tommy, esta vez sí lo cumpliré —se sentó a mi lado y miró al cachorro junto a mí—. ¿De dónde lo sacaste?
—Lo encontré afuera a punto de morir de hipotemia, pero estará bien aquí
—Sí, tendrá unos buenos padres.
Giré mi cabeza y lo miré asombrado.
—¿Lo vamos a adoptar?
—Tú querías un bebé, no será uno que hable, pero por lo pronto un perrito está bien.
—¡Te amoooo! —exclamé abrazándolo—. Creí que no querrías adoptarlo.
—¿Estás loco? Está precioso, amo a los perritos, deberíamos llamarlo Freddie.
—¿Por Freddie Mercury?
—No, por el chico rubio que sale en Scooby-Doo. Se me hace muy cliché llamarlo Scooby.
—Tienes razón —miré al bebé y acaricié su carita—. Freddie será.
—¿Seguimos con la fogata?
—No lo creo, ocupémonos de él.
—————————————————————————————————————————————————————————————Al día siguiente———————————————————————————————————————————————
—Hagámoslo con calma.
—¿Por qué, Dyl?
—¿No es obvio? Esa cosa puede explotar.
—Estás exagerando —negué con la cabeza mientras encendía mi celular—. No puede pasar na...
Apenas se iluminó la pantalla, un montón de mensajes y llamadas perdidas aparecieron en ella, eran tantos que mi celular llegó a trabarse a causa de la saturación de elementos. Tenía más de doscientos mensajes y cien llamadas perdidas de mi mamá, Kaya casi le igualaba, me tomé el tiempo de leer algunos, y no pude evitar derramar algunas lágrimas al notar la preocupación que yo les estaba causando.
Pero no era mi culpa, yo no quería hacer algo en contra de mi voluntad.
Dyl me abrazó en cuanto el primer sollozo salió de mi boca, escondí mi rostro en su pecho y lo atraje hacia mí con fuerza.
—¿Por qué tiene que ser así, Dyl? ¿Por qué no puedo tomar mis propias decisiones?
—Porque lastimosamente los estereotipos y prejuicios pueden más que cualquier cosa, amor.
Antes de poder separarme de él, escuché a mi teléfono vibrando sobre la mesa, giré y vi el número de Kaya resplandeciente.
—¿Vas a contestar?
—No sé.
—Hazlo, Tommy. Debe estar preocupada, es tu mejor amiga, no es justo que le hagas esto. Solo dile que no hable sobre esto con nadie y que sea un apoyo para ti, ella entenderá.
No dije nada, tomé con nerviosismo el celular y deslicé el dedo por la pantalla mientras temblaba, a continuación, me llevé el teléfono a la oreja.
—¡Dios, contestó! ¡¿Tom?! —mi corazón se estrujó al escucharla llorando—. ¡¿Eres tú, Tom?! ¡¿Estás bien?! ¡Dime que estás bien, por favor!
—Hola, Kaya...
—¡Oh, por Dios! —chilló llorando sin control—. ¡Tom, Tom, no cuelgues, dime que estás bien, por favor!
—Estoy bien, tranquila, necesito hablar contigo, pero no quiero que nadie se entere de esto.
—Tom, ¿estás loco? Me tuviste asustada, tus padres están desesperados, ¿y ahora me dices esto?
—Todo tiene una explicación, tranquila, no me odies. Pero en serio necesito que nadie sepa que estás hablando conmigo.
—Ok, espera —se escucharon algunos pasos y finalmente el sonido de una puerta cerrarse—. Estoy sola, ahora sí te escucho, espero que no sea algo estúpido y que ya regreses pronto.
Tomé aire mientras apretaba la mano de Dyl para agarrar fuerza de voluntad, mi novio acariciaba mi espalda para calmarme un poco.
—Escapé con Dylan.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!
—Ya puedes imaginarte por qué.
Se escuchó un suspiro al otro lado de la línea.
—Guau, no creí que te rebelarías de esa manera, por un momento pensé que aceptarías casarte con Bella y ser amante de O'Brien.
—No iba a aguantar eso, Kaya, no quiero vivir así.
—Y estás en todo lo correcto.
—¿Qué? —pregunté confundido, por un momento creí que me regañaría.
—Sí, Tom, lo más importante es tu felicidad, no lo que decidan tus padres por ti.
—¿Eso quiere decir que me apoyas?
—Completamente, Tommy, nunca estuve de acuerdo con que tus padres tomaran tus decisiones y esta, es una decisión que tú puedes tomar.
No pude más, solté un sollozo y rompí en llanto mientras cubría mi rostro, me sentía aliviado de haber soltado eso que tanto me había guardado, y por lo que tanto temía. El miedo de ser juzgado por mis propias decisiones me estaba acabando, y el saber que contaba con el apoyo de Kaya, me ponía tan feliz hasta el punto de llorar de felicidad.
Sentí los brazos de Dylan rodear mi cuerpo, me recargué en su pecho y lloré sin control, pude notar que tanto mi amiga como mi novio, lloraban conmigo también.
—Tom, ¿dónde están? ¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó aún con la voz quebrada.
—Sí, de hecho —sorbí mi nariz—. Necesito que compres dos boletos para ir a Estados Unidos.
—¿Estás loco?
—Es la única salida, mis padres me encontrarán tarde o temprano.
—¿Dónde están?
—En una cabaña a una hora de la ciudad.
—Sí, los van a encontrar, tus padres están enviando a un montón de policías para buscarte a lo largo de la ciudad, tardarán poco en llegar hasta donde están ustedes. Tus fotos están por todos lados, hasta en las noticias, y toda la ciudad te está buscando porque tus padres ofrecieron un millón de dólares de recompensa.
No pude decir nada por el shock que estaba experimentando, el miedo nuevamente me atacó al saber que mis padres estaban más cerca de lo que imaginaba.
—No puedo comprar los boletos, porque me tienen vigilada, Tom. Tienen vigilados hasta a la familia de Dylan.
—¿Mi hermana y mi madre están bien? —preguntó Dyl muy preocupado.
—Están bien, pero tienen prohibido a muchas cosas, o sino los arrestarán.
—¡¿Por qué hacen eso?!
—Es el poder de la familia Sangster, Dylan, perdieron al heredero, la cabeza más importante de la familia más poderosa de Londres.
Dylan se levantó del sofá y comenzó a caminar preocupado a lo largo de la sala mientras tomaba su cabello, acción que despertó a Freddie, quien dormía plácidamente en el sofá.
—Tom, tienen que buscarse a alguien que les compre unos boletos lo más rápido que puedan, o tus padres los encontrarán pronto y estarás muerto, sobre todo Dylan, quien sabe las cosas terribles que le hagan por descubrir con quién huiste de casa.
—¿A-a qué te refieres?
—Tus padres dijeron que matarían al culpable de tu desaparición.
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Referencias time:
El perrito de Clau en la segunda temporada se llamaba Shaggy por Scooby-Doo, aquí el perro de Dylan y Thomas se llama Freddie por la misma razón jsjasjasjs
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