Capítulo 34
Abrí los ojos en cuanto sentí una sacudida. De inmediato me incorporé al sentir un terrible dolor en mi cabeza, la cruda me estaba afectando. Fruncí el rostro al ver un lugar completamente diferente a la habitación. Giré mi cabeza hacia varios lugares, hasta que me di cuenta de que ¡seguíamos en el bar! Rápidamente me incorporé y caminé lentamente entre todos los cuerpos de mis amigos que aún dormían profundamente. Con mi mirada buscaba atentamente a una persona en particular, mas solo encontré a su acompañante tendida en uno de los sofás del lugar. Vi a Ki a un lado, así que decidí acercarme a él para despertarlo.
—Ki, despierta —dije sacudiéndolo.
—¿Mmmm? —apenas abrió sus ojos de alcancía—. ¿Qué pasó, mamá?
—¿Dónde está Thomas?
—¿El guero? —asentí—. No sé, déjame dormir.
Rodé los ojos y dejé su cuerpo tirado ahí y comencé a caminar a lo largo de todo el lugar, girando mi cabeza a cada instante para buscarlo, tenía miedo de que se hubiera perdido y haya salido ebrio a la calle.
Pero cuando vi un cuerpo delgado tirado en el suelo debajo de una mesa, sentí que volvía a nacer. Ahí estaba él, babeando y con sus ojitos cerrados. Rápidamente me acerqué a él y acuné su rostro entre mis manos, acariciando sus mejillas con dulzura para despertarlo tranquilamente. Sus ojos se abrieron lentamente, estaban rojos y muy desorientados.
—Tommy... —susurré para no despertar al resto.
—¡Dyl! —chilló y de inmediato cubrí su boca.
—Shhhh, no hagas ruido, debemos regresar al internado.
—¿A darnos besitos? —preguntó haciendo puchero.
—Todo lo que tú quieras, pero ya vámonos —tomé sus manos y tiré de ellas para ayudarlo a levantarse, sin embargo, una vez arriba, cayó contra mí, con suerte alcancé a atraparlo.
—Perdón, perdón, es que todo me da vueltas —dijo abrazándose a mi cuello, era obvio que aún no se le pasaba la borrachera.
—Tranquilo, yo te ayudo.
—¡Dyl, Dyl, Dyl! —gritó mientras se detenía
—Shhhh, ¿qué pasa?
—¡Está pasando un terremoto! ¡Todo se mueve a mi alrededor! —entonces comenzó a llorar mientras me abrazaba.
—Tommy, estás borracho y las cosas dan vueltas por el alcohol, ¿ok? Todo está bien, no dejaré que te pase algo.
—Gracias, Dyl —besó mi mejilla—. Te quiero.
Una corriente helada atravesó mi cuerpo, entonces lo miré, sus ojos hablaban por sí solos y demostraban verdad absoluta. Una leve sonrisa se formó en mi rostro, me sentía completamente feliz al escuchar esas palabras salir de su boca, mejor aún porque sabía que estaba borracho y los borrachos siempre decían la verdad. Me perdí en sus ojos un segundo y llevé mi mano hacia su rostro para acariciarlo con dulzura y sin quitar la sonrisa de estúpido que traía por su culpa. La felicidad y satisfacción me abrumaban, no podía pedir más además de escuchar un "te quiero" de la persona más dulce del planeta, y yo tenía la dicha de escuchar esas palabras, porque eran para mí, no para ella.
—Yo también te quiero, cielo —dije dejando un rápido beso en su frente—. Pero no lo digas tan fuerte, porque tu novia puede oírnos.
—Que se vaya a la mierda —no pudimos evitar reír.
Salimos a tiempo del bar sin levantar sospechas ni ser vistos, caminamos hasta la parada de bus y esperamos hasta que un autobús pasara, eran las ocho de la noche y aún teníamos tiempo.
—Quiero dormir —dijo acurrucándose en mi pecho.
—¿No tienes frío?
—No siento nada además de sueño.
—Diablos, no debí dejar que bebieras tanto, ven aquí —apoyé mi palma en su mejilla y lo atraje hacia mi cuello.
Así duramos cinco minutos y contados, su cercanía me hacía tan bien y no podía pedir más que estar a su lado, podía estar en el lugar más nefasto del mundo, pero mientras lo tenga conmigo, sabía que nada me faltaría.
—¡Dylaaaaan!
Rápidamente nos separamos al escuchar un grito de Ki. Sostuve a Thomas antes de que se cayera y giré para mirar a mi amigo entrometido.
—¡¿Por qué she fueron?! —gritó mientras se nos acercaba, atrás de él todos mis amigos caminaban tambaleándose—. No nosh dejen, no shabemos cómo regresar.
—¿Y Sebastian? —pregunté al recordar que él tenía el auto.
—Eshtá en la mierda, sholo míralo, ¡hip! —señaló al mencionado, quien vomitaba sobre una pobre roca—. Eresh el único shobrio y nuestra eshperanzha, dijo que conduzhcassss shu carro.
Miré a Thomas, quien prácticamente se dormía en mi pecho y estaba a punto de caer, y luego a todos que cada uno estaba peor que el otro. Rodé los ojos mientras extendía mi mano para que mi amigo me entregara las llaves, debía ayudarlos para que no ocurrieran desgracias. Caminé al auto con Thomas casi arrastrándose en el piso, mientras el resto me seguía. Abrí la puerta del copiloto y me dispuse a cargar a Tommy para subirlo ahí, de no ser porque una mano me detuvo.
—¡No! —era Isabella más ebria que nadie—. Él viene conmigo.
—Él irá conmigo y punto —dije muy serio sin quitarle la mirada de encima—. Sube de una vez y acomódate atrás —giré y me acerqué al asiento con Tommy en mis brazos.
Lo senté en el asiento con cuidado, ya estaba dormido así que debía ser lo más cuidadoso posible, porque no quería arruinar su sueño, aunque muy en el fondo tampoco quería que se pusiera belicoso teniendo a su novia detrás de mí. Le coloqué el cinturón despacio y acomodé su cabeza para que no fuera incómodo en el viaje y no le doliera el cuello al despertar. Se veía como un ángel delante de mí, y en serio me lo comería a besos si no tendría a todos mis amigos subiendo al auto en este momento.
Cuando subí al asiento del piloto, esperé a que todos se acomodaran, algunos tuvieron que ir sobre las piernas del resto, incluso Ki fue durmiendo en la cajuela, pero lo importante fue que entramos todos y que Tommy y yo fuimos muy cómodos en el viaje.
En un semáforo en rojo giré mi cabeza y vi a Tommy con la cabeza girada hacia un lado, no podía dejar de roncar y babear, y a decir verdad se veía hermoso. Sonreí mientras alargaba mi brazo hacia él y acomodarlo de una mejor manera, de inmediato su mano se dirigió a mi brazo y lo abrazó como si fuera un peluche.
—Estoy manejando, Tommy no.
—Ay, bueno —hizo puchero y volvió a dormirse.
Tardamos en llegar más de lo esperado, puesto que no sabía el camino con certeza. Todos bajaron de inmediato, a excepción de Bella y Thomas.
—Bella... —la llamé mientras tocaba su brazo, ella apenas abrió los ojos—. Ya llegamos.
No dijo nada, simplemente bajo del auto con lentitud, agradecí internamente que se haya despertado, de esta forma estaría a solas con Tommy.
Sin embargo, cuando Bella tocó el piso e intentó caminar, cayó al suelo.
Rápidamente bajé del auto y corrí a ayudarla, traía la mirada muy perdida y apenas estaba consciente.
Maldita sea, ni siquiera podía decirle a Thomas que la llevara él, porque estaba en el mismo estado que Bella.
Rodeé los ojos y giré mi cabeza hacia el auto, ahí estaba Thomas dormido en el asiento con la boca abierta. No tenía más remedio que llevarlos a ambos a sus habitaciones. Tomé en brazos a Bella y la recosté en los asientos de atrás con delicadeza, primero llevaría a Tommy al cuarto porque él me importaba más.
Cerré las puertas y abrí la de Tommy. Lo tomé en brazos y como pude, aseguré el auto. Caminé con dificultad a la entrada espiando que el guardia no estuviera ahí y no me retara por cómo estábamos entrando. Afortunadamente no había nadie, así que pude entrar con tranquilidad.
—¿Mmmmm? —musitó Tommy levantando su cabeza—. ¿Dónde estoy?
—En mis brazos, bebé, no te muevas.
—¿A dónde vamos?
—A nuestra habitación.
Entonces enredó sus manos a mi cuello, facilitándome la tarea. Sus ojos jamás se despegaron de mí, me miraba como si fuera el bombón más apetecible del mundo.
—Luces como un príncipe —musitó mientras acercaba su cabeza a mi cuello—. Eres mi príncipe.
—Y tú eres mi Bella Durmiente —reí mientras lo besaba—. Bien, llegamos.
Abrí la puerta con dificultad y entré a nuestro cuarto. Caminé hasta el fondo para recostar con delicadeza a Tommy sobre la cama. Lo arropé con las cobijas y él giró para mirarme, no pude evitar arrodillarme frente a él y acariciar su carita con dulzura.
—Gracias por cuidarme, Dyl —sonrió.
—No es nada, ¿cómo te sientes ahora?
—Mejor, ya veo las cosas con claridad y ya no me siento mareado.
—Eso es bueno —levanté las cejas y deposité un besito en sus labios—. Ya regreso, ¿ok?
—¿A dónde vas?
—Dejé a Isabella sola en el auto porque estaba peor que tú, así que debo dejarla a salvo en su habitación, además te traje primero porque me importas más.
—Owww, qué lindo —entonces tomó de mi camisa y tiró de ella con fuerza—. Déjala ahí y quédate —me besó salvajemente.
—Tommy, no...
—¿Sabes cuánto quería hacerlo contigo en el auto de Sebastian? —me susurró al oído—. Te veías tan lindo conduciendo, pero tenía que estar Isabella ahí cagándola.
—Espera dejo a Isabella en su habitación y vuelvo para terminar esto —musité dándole una nalgada.
—Pero no te demores, por favor —sonrió picarón y llenó mi cara de besos.
—Obvio, ya regreso, te quiero —me separé de él y corrí de regreso.
***
—Mañana debo ver a Chad... —dijo de pronto Isabella mientras caminaba a mi lado con mucha dificultad.
—Ah —dije sin importancia mientras la sostenía para que no se cayera.
—Chad es tan lindo...
—Thomas también —la miré enfadado—. Recuerda que es tu novio.
—Chad también —me miró sonriente y justo llegamos a la entrada de su edificio—. Bueno, no puedes venir acá, así que me voy, gracias por la ayuda, Dylan —me dio un beso en mi mejilla y se alejó de mí.
Permanecí parado frente a la entrada con el semblante confundido, ¿qué había dicho? ¿Así que estaba con alguien más además de Thomas? Claro que no importaba, es más, nos beneficiaba a Tommy y a mí para poder estar juntos.
Caminé a paso rápido a lo largo de los pasillos en dirección a nuestra habitación, pensando en si era buena idea decirle a Tommy lo que había escuchado, no sé si se sentiría mal o no, de todos modos él no la ama, pero de seguro se sentiría usado.
Decidí dejar de pensar cuando llegué a la puerta, porque sabía qué pasaría en cuanto entrara. Sonreí dando leves saltitos y abrí sin más la puerta para continuar lo que habíamos dejado inconcluso.
—Cieloooo, ya lleg-
Mi cara de felicidad pasó a ser de completa ternura al ver a Tommy dormido de cara en la cama, su boca estaba abierta y de ella chorreaba un montón de saliva.
Negué con la cabeza mientras me le acercaba con una gran sonrisa en mi rostro. Lo miré durmiendo tan plácidamente y no pude evitar sentirme tan afortunado al tenerlo en mi vida. Besé su frente y fui hasta la escalera para dormir en mi cama y dejarlo dormir.
—Duerme conmigo...
Su vocecita me hizo bajar de inmediato, sus ojos seguían cerrados, pero al parecer aún estaba un poco despierto.
—¿Tommy?
—Abrázame y duerme conmigo... —habló contra la almohada.
—Claro, cielo —entonces me recosté a su lado y él se acomodó para quedar sobre mi pecho y abrazarme.
—¿Ya te dije que eres lo más bonito de mi vida?
Un revoloteo en mi estómago se hizo presente al escuchar sus palabras.
—No, de hecho no lo sabía.
—Pues lo eres, Dyl. Nunca me dejes, por favor.
—El alcohol te pone sensible, ¿eh?
—Podré estar algo borracho, pero estoy completamente seguro de que te amo y te quiero conmigo para siempre.
—¿De verdad?
Pero ya no me respondió más, sus ronquidos eran lo único que se escuchaban en la habitación.
—Lo tomaré como un sí —musité mientras lo abrazaba para dormir cómodo.
-----------------------------------------------Dos días después----------------------------------------------------------
Narrador omnisciente:
—Bien, estudiantes —la maestra se paseaba a lo largo de todo el salón—. Es de mi agrado comentarles que en cuatro meses tendremos un concurso de actuación —el rostro de Thomas se iluminó por la emoción.
—Y supongo que debe ser la típica cliché de Romeo y Julieta —susurró Dylan por lo bajo, pues esa semana estaban sentados al frente y por ende muy cerca de la maestra.
—Shhhh —Thomas le dio un pequeño golpe en su brazo.
—La obra será: Romeo y Julieta.
—Pffff, lo sabía —Dylan rodó los ojos y Thomas le volvió a pegar.
—Y ya tengo a mis personajes principales —la profesora sonrió mirando a la clase—. Obviamente Thomas será Romeo.
—¡Sí! —festejó el rubio en silencio.
—Ay yo quiero ser Julieta si tú vas a ser Romeo —Dylan le susurró con un puchero en su boca, Thomas rio y acarició su mano por debajo de la mesa.
—Isabella Melling del otro salón, será nuestra querida Julieta.
—Mierda, lo supuse —el menor se cruzó de brazos.
—Tranquilo —Tom lo consoló acariciando su espalda.
—Garrett será nuestro temible Teobaldo Capuleto.
La maestra continuó dando nombres y papeles, Dylan rogaba por no tener que hablar en esa obra, pues él tenía mucho miedo de hablar en público. Sin embargo, cuando terminó, él no tenía a cargo ni un papel.
—Bien, nos quedan nuestros compañeros nuevos: Dylan y Ki, quienes se encargarán de interpretar a... —guardó silencio mientras revisaba en su libreta—. Las puertas del castillo.
Todos comenzaron a reír.
—¿Cómo? —Ki se levantó de su silla.
—Que ustedes son las sobras, chinito —habló Garrett entre risas.
—¡Garrett Overboe, otra burla así y te dejo sin tu papel!
—No le beneficiará, maestra —dijo cruzándose se brazos y guiñándole el ojo, la maestra decidió ignorarlo.
—Chicos, ¿aceptan el papel? No importa si no desean, podemos hacer otro tipo de escenografía.
—Por mí está bien si me explica qué debemos hacer, ¿las puertas hablan en esta obra?
—No, Ki Hong.
—Entonces acepto.
—Y yo —Dylan levantó la mano—. Pero, ¿qué debemos hacer?
—Dos puertas largas de madera, que se abran y cierren cuando sea necesario, ustedes se ubicarán detrás de cada una y se encargarán de darles paso a los personajes al castillo.
—Me parece bien —Ki le guiñó un ojo a Dylan, ya se llevaban bien y sabían que sería genial trabajar juntos de esa manera.
—Bien, chicos, comencemos con esto, vayamos al patio para comenzar a hacer nuestra escenografía, la siguiente semana comenzaremos a ensayar, porque esto necesita de mucha práctica para que quede perfecto.
Todos los estudiantes salieron del aula de clases con sus estuches para comenzar con su trabajo. Dylan y Thomas caminaban juntos, pero en silencio, al parecer a ninguno le agradaba la idea de que Isabella y Thomas estarían juntos en la obra y además debían besarse, sería muy incómodo tanto para Dylan como para Thomas.
—¿Me acompañas a mi casillero para ir por dinero por si nos da hambre? —le preguntó al mayor al moreno.
—Claro, bebé —le dio dos palmadas en su espalda y se desviaron del camino de los demás.
Thomas sacaba quién sabe qué de su casillero, mientras tanto, Dylan lo observaba como si fuese el único chico que existiera en el mundo, y es que cada movimiento que realizaba el muchacho le encantaba, podía mirarlo por horas con el cuerpo y cabeza apoyados al frío metal del casillero hasta morir del cansancio.
—Listo —Sangster cerró su casillero, estuvo a punto de regresar con el grupo, de no ser porque Dylan tomó su mano y de un tirón lo metió al salón de química, cuya puerta cerró con llave—. ¿Q-qué haces, Dyl?
Dylan lo miró con deseo, tomó las manos del rubio las unió bajo las suyas y las besó, Thomas sonrió con dulzura ante tal gesto, hasta que el castaño llevó con fuerza sus manos juntas hacia la pared y sobre su cabeza con una mano, con la otra lo atrajo hacia su cuerpo, dejándolo a centímetros de él. Thomas traía los ojos muy abiertos por la repentina acción de Dylan.
—Dyl... —rio nerviosamente—. ¿Qué haces? Nos van a v... —no pudo seguir hablando, puesto que calló sus palabras con un beso salvaje.
—Tommy, lo siento —dijo al separarse de él—. No puedo evitarlo.
—Sí, niño lindo —se acercó a él para besarlo—. Pero no es el momento, ni el lugar, imagínate que entre algún profesor aquí y nos ve —al escuchar esas palabras, Dylan decidió dejarlo libre—. En la noche te daré tu premio en la habitación, ¿ok? —el castaño sonrió pícaramente y le robó un último beso para luego acercarse a la puerta.
—Vámonos, corazón, se nos hace tarde.
***
—Yo les ayudo con sus puertas —Thomas se sentó en medio de Ki y Dylan, quien lo miró con una sonrisa de enamorado y volvió con su trabajo.
—La vieja pidió puertas de dos metros —musitó Dylan mirando su regla de apenas quince centímetros—. Pero me parece muy pequeño.
—Usa el metro —Ki se lo lanzó y él torpemente lo atrapó.
—Me sigue pareciendo pequeño —O'Brien no dejaba de mirar el metro.
—Busca el número doscientos en el metro.
—¡Pero la vieja quiere dos metros, no doscientos!
—¡Dos metros equivale a DOSCIENTOS centímetros! —Ki le quitó el metro y se lo señaló.
—¡No me grites, chino! ¡Ya sé que soy menso!
—¿En serio amas a ese menso? —le preguntó el asiático a Thomas.
—Un montón —respondió acariciando la espalda del moreno, quien luchaba por ajustar el metro.
—Owww, cielo —el castaño giró para mirar a su novio, sin embargo, no se dio cuenta de que el metro no estaba bien ajustado, y con el movimiento, este regresó con fuerza y aterrizó en sus dedos—. ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah!
—Ay, Dios mío —susurró Ki Hong mientras tomaba el metro y miraba a Dylan saltando varias veces por el dolor y a Thomas intentando calmarlo—. Mejor yo me encargo de las medidas.
—Dyl, tranquilo, déjame ver —el rubio tomó las manos del castaño, una de ellas tenía una cortada muy pequeña—. Sana, sana, colita de rana.
—Tommy, ¿qué haces?
—Shhhh —continuó sobando la mano herida de su novio— Si no sanará hoy, sanará mañana. ¿Pasó el dolor?
—No, pero es lo más tonto y lindo que alguien pudo hacer por mí —sonrió—. Si pudiera, te besaría ahora.
—En nuestra habitación lo que sea.
—Ya sé, joder, pero dame un pico por lo menos.
—Tú quieres que nos expulsen en serio —el rubio negó con la cabeza.
—¡Thomas! —la voz de la maestra llamó su atención—. ¡Ven aquí, necesito que ensayes desde ya con Isabella!
—Maldita gata rompe hogares —Thomas rio ante el comentario de Dylan.
—Te amo, vuelvo en seguida.
—Ve —respondió desanimado mientras lo veía irse, pensando en que nuevamente Isabella logró quitárselo.
***
—Mira nada más cómo la niña anda pegada a tu hombre —mencionó Ki mientras miraba a Isabella abrazada al brazo de Thomas.
—Me cae gorda —musitó cortando el cartón y sin quitar su mirada de ambos.
—Tranquilo, hermano. Algún día podrán estar juntos, solo deben ser pacientes.
—Lo sé, mientras tanto debo soportarla.
—Mira el lado bueno —volvió a hablar el asiático—. Todos la miran a ella —tomó la mejilla de O'Brien y la giró para que observara a Isabella—. Pero él te mira solo a ti.
Y en efecto, Thomas se encontraba sentado en una silla mirándolo con una enorme sonrisa, como si Dylan fuese su razón para sonreír.
—Estoy tan enamorado de él, Ki —musitó para después dedicarse a su trabajo.
***
Dylan se encontraba solo en la habitación editando un vídeo para su canal de YouTube, toda la tarde Thomas estuvo afuera por cuestiones de su postulación para el consejo estudiantil, lo que significaba que había pasado todo ese tiempo con Isabella y eso lo carcomía por dentro gracias a sus celos.
Subió el vídeo después de una hora, una hora más había transcurrido y Thomas jamás apareció. Se sentó en la cama algo frustrado y suspiró mientras cubría su rostro con ambas manos. Entonces se le ocurrió una enorme idea, fue por un abrigo y dinero, y salió corriendo a la entrada del internado para ir a la tienda más cercana por un regalo para Thomas, sabía que este llegaría cansado en cuanto acabara, así que quería darle un pequeño obsequio para subirle el ánimo. Encontró un bello y radiante girasol y no dudó en comprarlo, gastaría sus pocos ahorros en aquella flor solamente para hacer feliz a la persona más especial de su vida. Salió de la tienda y entró nuevamente, dio algunos saltitos a lo largo del pasillo mientras tarareaba una canción de Queen.
Una gran sonrisa se formó en su rostro en cuanto miró a su novio parado cerca de las oficinas de administración, así que no dudó en caminar en silencio para sorprenderlo, moría por darle su regalo sin importarle dónde se encontraba.
—¡Tommy! —exclamó en un susurro y provocó que el rubio brincara del susto—. Tranquilo, soy yo.
—¡Dylan, qué susto! ¡No vuelvas a hacer eso! —lo regañó.
—Perdón, amor, tenía que hac...
—Pero, ¿por qué me tratas así? ¿Bebiste acaso? —le preguntó con nerviosismo.
—Porque eres mi novio, tontito —intentó besarlo, pero el rubio se alejó.
—¡Basta, Dylan! ¡¿Qué haces?!
—Ok, entiendo, entonces esto te va a animar —dicho esto, sacó el girasol de la funda que traía consigo y se lo extendió—. Para ti, mi amor.
—Tommy, ya hablé con la directora, vámon... ¿Dylan? —la voz de Isabella provocó miedo en ambos chicos—. ¿Qué haces con eso?
—Ah, Dylan, creo que estás equivocado —Thomas dio unos pequeños pasitos hacia atrás hasta llegar con Isabella y abrazarla por la espalda—. No soy gay, no me gustas y amo a Bella, no puedo aceptarlo.
—Tommy... —la voz de Dylan se quebró, su mano aún estaba extendida con el girasol.
—No me llames así, solo haces más incómoda la situación —dijo con incomodidad.
—Pero tú...
—Bueno, creo que debemos irnos, ¿no, Bella? —ella asintió—. Perdón, Dylan. Pero te prometo que no dejaré de ser tu amigo con esto, ¿sí? —entonces besó a Isabella delante de él—. Te veo luego, adiós —entonces se alejó de ahí junto a la rubia.
Dylan sintió cómo sus ojos ardían por las lágrimas acumuladas, no sabía si sentirse estúpido por lo que acababa de hacer en el lugar equivocado, o enojado porque Thomas no se atrevía a correr el riesgo de confesar todo. Tal vez no era correcto haberle hablado con esas palabras, sin embargo, Thomas pudo medirse con sus palabras y ser menos hiriente, porque ahora Dylan sentía un dolor horrible en el corazón gracias a eso.
Tiró el girasol a la basura después de haberlo roto en pedacitos mientras lloraba sin consuelo. Su corazón se estrujaba cada que veía los pétalos en ese basurero. Quería gritar por lo mal que se sentía, pero no podía hacer un escándalo donde estaban todas las autoridades del internado.
Entonces caminó hasta donde sus pies lo llevaron, no quería ir a su habitación, porque sabía que Thomas lo esperaría ahí, posiblemente con la misma excusa de siempre. Estaba cansado de todo, ya no sabía si quería seguir jugando a eso, pero luego recordaba todo el amor que le tenía y descartaba todo mal pensamiento.
Ya vería qué hacer, por lo pronto quería desahogarse con alguien y un par de botellas.
O tal vez un polvito no vendría mal.
***
Isabella se había despedido hace unos minutos, Thomas corría desesperado por los pasillos mientras en su cabeza solamente habitaba un pensamiento: "herí a Dylan y debo arreglarlo."
No había sido su intención, no tenía de otra porque Isabella estaba cerca y por ende debía comportarse completamente indiferente, pero al parecer, Dylan no se lo tomó de la mejor manera. ¿Y quién no? Él amablemente le había comprado un girasol y Thomas se había comportado de esa forma. Ni siquiera él mismo podía perdonarse, pero todo tenía una explicación que esperaba que Dylan entendiera.
Llegó a su cuarto y ni siquiera se molestó en tocar, entró con prisa y buscó en cada rincón a Dylan. La preocupación llegó a él cuando no vio ni un alma ahí dentro. Maldijo por lo bajo y volvió a salir, fue a la habitación de Ki, pero al ver las luces apagadas por debajo de la puerta y escuchar unos fuertes ronquidos, supo que Dylan no estaba ahí, sabía perfectamente que su chico no dormiría así de fácil y rápido después de lo que había pasado.
Sin embargo, la inseguridad se apoderó de él y decidió tocar y luego entrar sin permiso para continuar buscando.
—¡Ladrón! —el grito del asiático lo asustó.
—¡No, no, no, Ki, soy Thomas, soy Thomas! —tragó saliva en cuanto lo vio delante de él con un bate en sus manos luego de encender la luz.
—¡Thomasito! —exclamó dejando el bate de lado— ¡Casi me matas! ¡Ya le comencé a rezar al San Pedro por tu culpa!
—¡Perdón, perdón! Solo venía a ver si Dylan está aquí.
—¿Quién puso el cuerno a quién?
—¿Qué? Nadie, solo está enojado conmigo por un malentendido.
—De seguro por culpa de la gata rompe hogares —susurró mientras dejaba el bate en su lugar—. Pues aquí no está, síguelo buscando y déjame dormir.
—Va, descansa, Ki.
Continuó caminando por los pasillos hasta que dio con la habitación de Blue, donde se escuchaban unos ruidos tremendos: gritos, música, risas, etc. Abrió la puerta sin antes tocar, y sus ojos se llevaron la peor sorpresa de su vida: Dylan, Blue y Grey se encontraban sentados frente a una mesa fumando marihuana.
—¡Vaya, vaya! —gritó Grey y todos lo miraron, Thomas palideció—. El cobarde llegó por su juguete.
Entonces Dylan se levantó de su silla y fue al baño a encerrarse sin decir nada, no quería hablar con el rubio y ponerse triste con esa situación, así que buscó paz por un momento, sabía perfectamente que sus amigos lo ayudarían en este caso.
Blue y Grey se acercaron al rubio y lo miraron con los brazos cruzados sobre sus pechos, sus miradas llegaron a intimidar al muchacho.
—Vete, ya déjalo en paz.
—Solo quiero hablar con él.
—Él no quiere verte —Blue se acercó aún más para intimidarlo.
—Chicos, somos amigos, échenme una mano.
—La única mano que te voy a echar va a ser la mía en tu patética cara si no te largas de nuestro cuarto —entonces Grey lo empujó.
—¡Oye, ¿qué diablos te ocurre?! —Tom le devolvió el empujón.
—¡No te queremos aquí, vete! —Blue y Grey forcejearon con él hasta que echarlo y cerrar la puerta, sin embargo, Thomas fue más rápido y metió su pie antes de que la cerraran.
Thomas no se caracterizaba por ser un chico fuerte, pero esta vez estaba usando tanta fuerza contra la puerta para abrirla, que se sorprendía de sí mismo. Tal vez era su desesperación por hablar con Dylan que lo incitaban a hacerlo.
Logró abrir la puerta y miró con furia a ambos, sin embargo, no se dio cuenta de que al emplear mucha fuerza, consiguió golpear en la nariz a Blue con la puerta. Enojado y harto de la situación, el chico se lanzó contra Thomas para comenzar a golpearlo sin control, Grey decidió unirse también y darle una lección, levantó al rubio y lo acorraló contra una esquina de la casa para golpearlo junto a Blue, en el camino tumbaron algunas cosas que hacían un gran ruido al caer contra el piso.
Por más que Sangster quería defenderse o escapar, se le hacía imposible, ellos eran el doble de fuertes que él y además le superaban en número. Los golpes de ambos iban directo a su torso, pecho y costillas, Thomas no podía hacer nada más que cubrirse torpemente mientras intentaba acurrucarse en la esquina para no sentir tanto dolor. Pero fue imposible, pues cada vez sentía más dolor que antes.
—¡Ya... basta, por favor! —gritaba con su voz entrecortada mientras temblaba bajo los golpes—. ¡Dyl! ¡Ayúdame!
—Oh no, él no te va a ayudar —dijo Blue mientras lo tomaba de la camisa y lo tiraba contra el piso.
El rubio se quejó del dolor mientras apenas gateaba para levantarse, sin embargo, sintió que alguien lo giró para que quedara boca arriba, ahí pudo ver a Blue mirándolo sonriente, quien comenzó una paliza directo a su cara.
A su lado izquierdo podía ver apenas el baño, no dejaba de mirarlo mientras le pedía ayuda a Dylan.
Sin embargo, la puerta jamás se abrió.
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Capítulo re largo pk decidí unir dos capítulos en uno solo para llegar más rápido al drama jnakasjdasjkdjsd
pd: Lo de la obra y de las puertas es algo que me pasó a mí en el colegio pk no tenía dinero para el disfraz ni ganas de actuar, tons le sugerí a mi maestra ser la puerta con otra amix y así fue como tuve el papel más importante de la obra jsasjdjas
*Se va*
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