Capítulo 31
—Qué perro sueño —susurró Dylan mientras luchaba por no dormirse sobre su asiento.
—Ya casi llega el recreo, Dyl, tranquilo.
De pronto, el llamado a la puerta lo distrajo de su casi sueño, giré mi cabeza y miré a la directora con una sonrisa en su rostro.
—Maestra, disculpe, traigo a un nuevo alumno de intercambio —se hizo a un lado y dejó pasar a un chinito que se me hacía conocido—. Su nombre es Ki Hong Lee y viene de Corea.
—¡Es mi amigui el chino! —exclamó Dyl en un susurro.
—Cállate —le pegué.
—Trátenlo bien, señores estudiantes, sobre todo usted, señor Overboe.
—Sí, Marshall, no trates mal al chino —habló Garrett en voz alta.
—Garrett Tanner Overboe, hablo en serio —exclamó la directora—. Maestra asegúrese de dejar tarea extra para el señor Overboe.
No sé por qué rayos se me ocurrió mirar a Garrett en ese momento, pero cuando lo hice, me sonrió y me guiñó un ojo para luego pasar su dedo índice por su cuello y señalarme. Mierda, me estaba advirtiendo sobre nuestro trato, ahora también debía hacer su tarea extra, qué estrés.
No hice más que girar mi cabeza y mirar hacia otro lado mientras rascaba mi nuca y sentía un ligero dolor de estómago, me estresaba saber que mi pellejo y el de Dyl estaban condicionados por ese estúpido trato, y que con el poco tiempo que tenía ahora debía hacer la tarea de ese inepto también.
Maldigo el día en el que ocurrió todo eso.
Después de salir de mi realidad llena de sufrimiento, pude notar que Dyl platicaba entre susurros con el chico nuevo, Ki creo que se llamaba, recuerdo que hace semanas se habían conocido cuando vinimos a matricularnos, la verdad no creí que lo pondrían en nuestro salón, pero veía feliz a Dylan por eso y todo valía la pena.
Decidí enfocar mi atención a las clases mientras veía de reojo cómo Dylan hablaba con el nuevo en todo momento. Negué con la cabeza y me concentré en realizar mis apuntes y prestar atención. De pronto, el timbre para anunciar el recreo comenzó, Dyl chilló contento y se levantó de su asiento.
—¡Vamos, vamos! ¡Muero de hambre! —entonces salió soplado de ahí, pero luego regresó y me miró atentamente—. Amm, ¿Tommy? ¿Vienes?
—Claro que sí —le sonreí y me levanté de la silla.
—¿Y tú, Ki? ¿Te animas a unirte a nosotros? —le preguntó Dyl de repente y yo lo miré raro.
—Ah... si no hago mal tercio, claro —respondió con timidez.
—Claro que no —entonces Dyl tomó su mano y lo trajo hacia nosotros—. Vamos por unas papitas o algo.
En todo el camino, Dylan hablaba con el chico nuevo como si lo conociera de toda la vida, él podría ser una persona tímida y tener ansiedad social, pero cuando agarraba confianza con alguien, nada lo podía parar y hablaba como un loro; tal y como había pasado conmigo.
Llegamos al comedor y me pedí un yogurt y una manzana, Dyl compró unas papas fritas y el chico pidió sushi. Fuimos a la mesa a comer, Dylan no dejaba de hablar emocionado junto a Ki, yo me sentía completamente incómodo, porque no sabía de qué hablar, y tampoco me gustaba interrumpir a alguien que está hablando muy emocionado.
Llegué a sentirme incómodo sentado en esa mesa, no podía dejar de mover mi pierna frenéticamente mientras observaba con celos a ambos hablar, sí, estaba celoso, aunque sabía que no era justo ponerme así cuando yo salía con Isabella también, además, era su amigo nada más.
Debo calmarme.
Cuando Dyl dejó de hablar, susurré un "vuelvo en seguida" y me levanté de mi asiento en dirección a la puerta de salida.
—Tommy, ¿a dónde vas? —me preguntó mi chico.
—Iré por unos libros, no me tardo —dicho esto, salí de ahí en dirección al jardín para despejar mi mente un poco.
***
En realidad sí fui por un libro, puesto que mientras caminaba recordé que desde hace días quería leer un poco sobre Julio Verne. Así que fui a la biblioteca, pedí el libro con mi carnet estudiantil y compré una botella de agua y un paquete de galletas para finalmente ir al cuarto a descansar un poco y despejar mi mente.
Una vez adentro, dejé mis cosas sobre una mesita y fui al baño para lavarme las manos. Cuando salí, fui por mis cosas y caminé hacia la cama, sin embargo, me detuve al ver un pedazo de papel de color azul sobre el colchón. Dejé mis cosas de lado y me senté para leer su contenido:
"Tú, yo, las estrellas, el canto de los pajaritos, el ruido de las hojas de los árboles chocar unas con otras y un delicioso plato de comida esta noche a las 7pm en el restaurante que queda al lado del internado, me importa un pepino que mañana tengamos clases. Ponte bonito, bebé, te esperaré con ansias.
Con cariño: el chico más guapo de este internado, después de ti (DO'B)."
No pude evitar sonreír al leer aquel mensaje. Suspiré y abracé la hoja contra mi pecho mientras sentía un montón de mariposas en mi estómago. Miré el reloj: once de la mañana, aún quedaban ocho interminables horas para cenar con él en una... ¿cita? ¡Voy a tener una cita con Dylan O'Brien! ¡¿Qué más puedo pedir?!
Comencé a bailar en el cuarto de felicidad, sintiendo un montón de animales batallando en mi interior, estaba tan feliz de por fin haber encontrado a alguien que me correspondiera y no que estaba conmigo por mi dinero. Lo quería tanto y moría por que el tiempo volara para cenar con él, sabía que esta noche me divertiría.
El sonido de un campanazo retumbó en mis oídos y me distrajo de mi celebración, era hora de entrar a la siguiente clase: biología, una de mis favoritas, así que con mucha más emoción fui a mi salón, el libro y mis galletas podían esperar, ahora estaba feliz por Dylan. Sin embargo, cuando entré al salón, me llevé la sorpresa de él no estaba ahí, ya era un poco tarde y me preocupaba no verlo.
—No vendrá —la voz del chino me asustó—. Dijo que le perdones, pero se saltaría una clase porque no quería verte hasta su cita de hoy —hizo una cara pervertida.
—Tú no tendrás nada que ver en esto, ¿verdad?
—No —sonrió tiernamente y miró hacia un lado.
—¿Qué te dijo? —pregunté mientras espiaba que el maestro no viniera.
—Dylan es una persona muy confianzuda —rio—. En un recreo me resumió todo lo que había pasado entre ambos.
—¿Y?
—Está tan enamorado de ti que me dijo que cuando tenga dinero, te iba a comprar todos los libros de Julio Verne que tanto te gustan.
Otra vez las mariposas en mi estómago, ¿ese hombre no podía ser más perfecto?
—Nunca había visto a una persona así, Thomas. Cuídalo, en serio, porque me dijo que esperaría lo que fuera para que dejes a la chica y así poder estar contigo.
—Gracias por hacérmelo saber, Ki —sonreí rojo como un tomate.
—No es nada —dicho esto fue a su asiento a sentarse mientras yo sonreía como un imbécil bajo el marco de la puerta.
—Parece que te fumaste un montón de marihuana y andas ido por eso —Kaya se apareció delante de mí—. ¿Qué pasó y por qué O'Brien no está aquí?
—Siéntate, Kaya, te tengo un chisme que contarte.
—Ah claro, ahora que O'Brien no está, ¿te quieres sentar conmigo? Me siento usada.
—Te compro un vestido si dejas de chillar.
—No necesito tu dinero, Sangster. Voy a tomar tu propuesta, pero me ofende muchísimo.
***
—Estoy nervioso.
—¿Y quién no lo estaría? —exclamó mi amiga mientras caminábamos por el pasillo—. Vas a salir con tu crush, Dios. El sueño de cualquier adolescente.
—Ni siquiera sé si me veo bien para hoy.
—De eso me encargo yo, tranquilo —mi amiga me guiñó un ojo y caminó un par de pasos adelante de mí—. A pesar de que me cambies por ese chico, te sigo queriendo y te seguiré apoyando.
—¿Sabías que te amo, Kaya?
Ella me miró y sonrió.
—Claro que lo sé, ahora vamos a ponerte guapo y bien oloroso para tu cita con tu niño.
—Oloroso, ¿por qué?
—Pa que no apestes a axila cuando estés con él, así que a bañarse, mocoso.
***
—Sal, quiero verte.
—Espera —dije mientras me veía en el espejo, estaba muy nervioso.
—Tom, no tengo todo el tiempo, apresúrate.
Suspiré dándome una última mirada al espejo y salí a paso lento con la mirada gacha, sin embargo, mi seguridad regresó al escuchar los halagos de Kaya:
—Con razón O'Brien te invitó a cenar hoy, estás guapísimo.
—¿Tú crees? —levanté la mirada con un puchero.
—Exacto, pero —se me acercó y llevó sus manos al cuello de mi camisa—. Desabróchate esto, no seas ñoño esta noche, sé un chico salvaje. También súbete las mangas.
Entonces mi camisa negra quedó abierta hasta mi pecho y mis mangas levantadas, mis pantalones y zapatos negros combinaban a la perfección, parecía que iba a un velorio, pero a mi parecer, el negro significaba elegancia y quedaría perfecto para esta noche.
—Ahora el cabello —ella llenó de saliva su mano y peinó mi cabello hacia arriba.
—No me llenes de tus babas, ¡iug!
—Cállate, niñito —entonces giró mi cuerpo y me puso frente al espejo.
Me veía completamente diferente, no era el mismo niño ñoño que se vestía como señor, ahora me veía mejor que antes, y en parte me emocionaba saber cómo reaccionaría Dylan.
—Estás perfecto, ahora ve a conquistar a O'Brien.
***
Nunca había sentido tanta ansiedad como ahora, en todo el camino no había dejado de temblar ni de sentirme mal, quería salir corriendo y huir de todo, pero no, ya estaba aquí y no quería dejar plantado a Dyl.
—Ahí está él —habló mi amiga, había estado tan distraído que ni siquiera me di cuenta de que ya habíamos entrado—. Ve por él, grandote.
—Tengo miedo —la voz se me quebró.
—Agh, Thomas, ya te vio desnudo, ahora solo vas a comer, así que deja de llorar y vete.
—Me apeno cuando recuerdo esa noche —dije enrojeciéndome.
—Bien, ahora ve y no estés llorando, que te vaya bien —entonces me empujó y provoqué ruido al chocar con un mesero.
—Lo siento —musité al hombre y luego levanté la mirada, genial, Dylan me estaba mirando.
De inmediato se levantó de la mesa y caminó hacia mí, los nervios atacaron mi cuerpo de inmediato, no sabía por qué me sentía así si ¡hasta habíamos tenido sexo!
¿Hicimos el amor o tuvimos sexo? Olvídenlo,es la primera opción.
—Tommy, ¿estás bien? —sus manos comenzaron a acariciar mi brazo y mi rostro.
Joder, qué lindo es.
Apenas me di cuenta de que traía una camisa negra sencilla con un moñito gris, sus pantalones y zapatos también eran negros, su cabello alborotado lo hacía ver muy guapo, tierno, lindo, cualquier adjetivo que significaba belleza le quedaba bien. Es que él podía traer una manta vieja encima y aún así se veía hermoso.
—Ahora estoy mucho mejor —sonreí y caminé hacia la mesa, la más alejada del lugar, probablemente para que nadie nos viera, es astuto.
De inmediato, Dylan jaló la silla para que me sentara
—Qué lindo caballero, gracias.
Entonces él se sentó frente a mí y cruzó las manos en la mesa muy nervioso, se le notaba en la sonrisita que traía en su rostro.
—Te ves bien... —susurró mientras jugaba con sus dedos—. En serio te ves muy lindo.
—Ey, pero tú no te quedas atrás, muñeco.
Él rio y agachó la mirada.
—¿Se me nota que estoy nervioso?
—Bastante —respondí riendo.
—Es tu culpa, tonto —dijo tomando mis manos—. Me tienes mal, Thomas.
—¿Y tú crees que no? Vine temblando como viejito todo el camino.
—Pero ya estás aquí —dijo besando mis manos, no pude evitar sonrojarme.
—¿Qué pedirán, caballeros? —preguntó el camarero.
—Quiero una hamburguesa doble con queso, tocino y huevo —habló Dyl.
—¿Y el caballero?
—Ah, un... —me quedé pensando sin despegar mi vista del menú.
—Pide lo que sea, yo pago —Dyl me guiñó un ojo.
—Estás loco, de ninguna manera permitiré eso.
—Lo siento, Tommy Boo, pero yo te invité, yo pago.
—Vuelve a llamarme así y te parto el menú en la cabeza —lo miré serio.
—¿Va a ordenar, señor? —preguntó el camarero cansado de la situación.
—Oh sí, lo siento —volví mi vista al menú—. Entonces, como Dylan va a pagar, tráigame un vaso de agua —Dyl no quitaba su mirada enojada de mí.
Entonces me quitó el menú de las manos, le dio una ojeada rápida con las cejas juntas y bajó el pedazo de cartón con fuerza, provocando un fuerte ruido.
—Tráigame una langosta, la más cara que tenga.
—¡Un vaso de agua y punto!
—¡Déjame comprarte la langosta!
—¡Déjanos a mi agua y a mí en paz!
—¡Tú deja de ser ridículo y pide algo decente!
—¡Bien, quiero agua de la llave entonces!
—Ah... señores...
—¡¿Qué?! —chillamos ambos al unísono.
—Para que no peleen, pueden pedir el combo de alitas para pareja, incluye diez alitas con las salsas que elijan, papas fritas y un dulce para la... novia.
—Pido ser la novia —dijo Dylan.
—Ni en tus sueños, papito —susurré dándole un pequeño pellizco—. Entonces queremosese combo, por favor.
—Claro, regreso en 10 minutos —dicho esto, el mesero se fue.
—Me ganaré ese dulce —Dyl me susurró al oído con su preciosa voz gruesa.
Las alitas no tardaron en llegar, aunque diez minutos era bastante, cuando hablaba, reía y pasaba el rato con Dylan, el tiempo volaba. Mi estómago dolía tanto por todo lo que había reído gracias a él, quien simplemente me miraba como si fuera el tesoro más valioso en el mundo, a veces su mirada me ponía rojito, y no lo culpo, tenía al hombre perfecto frente a mis ojos y tenía todito el derecho a mirarme lo que quisiera.
—Qué buenas alas —exclamó Dyl mientras mordía una de ellas y su nariz se ensuciaba con la salsa BBQ.
—Dyl, te estás manchando —reí nervioso mientras tomaba una servilleta para limpiarlo.
—Ay gracias, Tommy —me sonrió y luego ensució su boca con salsa—. ¿Me limpias?
—Eres un niñ... —guardé silencio cuando bajó mi mano que estaba a punto de limpiarlo.
—Hazlo con tus labios.
Sonreí nervioso y negué con la cabeza mientras dejaba la servilleta a un lado, luego me acerqué a él lentamente, tomé sus mejillas y lo besé con delicadeza, mordiendo su labio inferior para poder quitarle la salsa demás. No me molestaba, ni mucho menos me daba asco, de lo contrario, me sentía en casa, Dylan me hacía sentir como si estuviera bajo el techo de un alegre hogar, donde un montón de mariposas volaban contentas hacia mi estómago y hacían fiesta en él, era la sensación más perfecta que algún día había experimentado.
Cuando terminamos la comida, Dyl ordenó una jarra de vodka preparada, no pude evitar cruzar mis brazos al escuchar su petición al camarero.
—¿Qué? —me preguntó.
—No me gusta que bebas.
—Agh, admítelo que también te gusta gracias a mí.
—Sí, pero me gusta más el café, ¡mozo! —llamé al camarero.
—¿Qué haces?
—Cancele la jarra de vodka y tráigame dos cafés bien cargados.
—¡Tommy! ¡¿Quién diablos bebe café después de comer alitas?!
—Shhhh —cubrí su boca—. No te quiero ebrio esta noche tan especial —eso fue suficiente para callarlo—. Así que no reclames y bebe tu café.
—Te odio.
—Es no me dijiste ayer —le guiñé un ojo.
—Siempre a un paso de mí, Sangster —me sonrió tiernamente y me robó un beso.
***
Cuando nos trajeron nuestros cafés, Dylan hizo algo que me alborotó las hormonas, y es que empujó su silla hacia la mía para sentarse muy cerca de mí, lo cual me ponía bastante nervioso, ysé que ya ha pasado de todo entre ambos, pero cuando lo tenía cerca, sentía tantos nervios que a veces pensaba que iba a explotar.
Entonces me miró con sus ojitos achinados y una sonrisa en su rostro, luego me besó con lentitud, la sensación de felicidad me atacó de nuevo, Dylan lograba alborotarme las hormonas con solo tocarme con su pulgar. Entonces sus manos fueron hacia mis piernas y las acariciaron con lentitud, su pulgar trazaba suaves trayectos de adelante hacia atrás sobre mi piel, y eso me hacía sentir tan bien.
Cuando nos separamos, decidimos concentrarnos en nuestros cafés, sin embargo, de vez en cuando, él me robaba un beso y acariciaba mi mano, lo cual me ponía más nervioso de lo normal.
—Esto es... ah... una cita, ¿verdad? —lepregunté.
—Si lo quieres tomar así, pues claro que lo es —le dio un sorbo a su café—. Porque para mí lo es, por algo todo fue muy especial —dijo acariciando mi mano con ternura.
Permanecí un momento con la vista fija en sus ojos, pensando en lo feliz que era a su lado y con mi mano a punto de tocar la taza de café, cuando de repente sentí la mano de Dylan cerca de mi entrepierna, lo que provocó que... el café cayera al suelo por el susto que me dio.
—¡Dylan O'Brien! —lo regañé en un susurro y tiré de su cabello.
—¡Lo siento, lo siento! ¡Ay mi cabellito!
—¿¡Y ahora qué hacemos?!
—Mira, tranquilicémonos —susurró con delicadeza—. Primero, dejamos el dinero aquí —colocó un par de billetes en la mesa—. Luego tomas mi mano —lo hizo—. Y ahora... ¡Corre como el viento, tiro al blanco, porque ahí viene el mesero! —entonces tiró de mi mano y salió conmigo del restaurante a paso rápido.
—¡Dylan, eres un idiota! —grité al ver al mesero persiguiéndonos.
—¡Tú sigue corriendo por tu vida! ¡Luego me castigas como quieraaaaaaaaaaaaas...! —el muy menso tropezó con sus propios pies y cayó de cara al suelo.
—¡Aparte de idiota, eres un cerdo! —entonces lo ayudé a levantarse y continuamos huyendo, giramos una esquina y nos escondimos en un arbusto, de inmediato vimos al mesero correr en línea recta, afortunadamente no nos había visto.
—Pero así me amas, ¿verdad? —Dyl me miraba preocupado.
Solté una carcajada y lo abracé.
—Obvio.
—¿Y me vas a castigar esta noche?
—Claro, pero sin romper la cama esta vez, por favor.
—Es un hecho.
---------------------------------------------------------------
En el capítulo 4 de la segunda temporada Dylan y Thomas hablan de lo terrible que fue su primera cita, so, aquí está jsjs
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top