Capítulo 20
Dylan:
Gay panic.
La verdad soy un tonto.
¡Un tonto de remate!
¡¿A quién diablos se le ocurre decir "y en frente de mi crush" FRENTE A SU CRUSH?!
¿Alguna vez han sentido que desean con todo su corazón que la tierra los trague hasta lo más profundo y nunca salir? Pues ahora me sentía así.
Thomas me miraba curioso, un tanto extrañado, ¡¿y quién no?!
Rápido Dylan, ¡invéntate algo!
—¿Dylan? —preguntó con la voz algo temblorosa, espera, ¿qué?
—Ah... es... —de pronto una genial idea llegó a mi cabeza—. Es una escena de Friends... cuando eh... Ross se cae y le dice lo mismo a Rachell, pensé que sabías el diálogo que venía.
¡Qué mentira tan estúpida! ¡Qué mentira tan estúpida!
—Mmm no, nunca he visto Friends.
—¡Debes estar bromeando! —exclamé levantándome del suelo, una buena técnica para salirnos del tema de mi cagada—. ¡Es la mejor serie del mundo! ¡Me decepcionas!
—¿Qué te diré? No soy muy amante de las series.
Entonces me paré frente a él y lo señalé con mi dedo.
—Algún día te invitaré a mi casa para que veas Friends.
—Claro, está bien —dijo levantándose de hombros—. Oye y, ¿qué le respondió la tal Rachell al tal Ross después de que le dijo eso?
Gay panic, again.
—Ah... esto, le dijo algo como "¿qué cosa?" Y luego Ross le declaró su amor que se lo llevaba guardando desde hace muchos años, entonces Rachell le dice que también siente lo mismo por él, luego se hacen novios y vivieron felices por siempre —mentí para tirarle una indirecta—. Qué suerte tuvo Ross, ¿eh? Digo, que tu crush te haga caso, es genial.
—Obvio —respondió sonriendo y suspiré, soy tan torpe que pienso que Thomas algún día sentirá lo mismo que yo, ya debo bajarme de esa nube de una vez por todas.
Continuamos caminando para volver a entrar al centro comercial, ya que aún nos quedaba algo de tiempo para seguir divirtiéndonos, obviamente procurando no ser vistos por el conductor amargado.
—Detesto estas épocas —comenté frotando mis brazos para tener algo de calor en ellos, ya que apenas llevaba conmigo un suéter delgado.
—¿Estás loco? En pocos días será navidad, es la mejor época del año.
—Para ti, pero para mí no. Todos los días siento frío y no tengo un regalo como todas las personas normales. ¡Aaaah, detesto este frío!
—¿Tienes frío?
—¡No! ¡Estoy sudando de calor! —usé el sarcasmo frente a su pregunta tan obvia.
—Ten —dicho esto se quitó su suéter de lana y me lo entregó.
—Y esto, ¿para qué es? —miré el suéter y lo acaricié con delicadeza.
—Póntelo —respondió con una ligera sonrisa.
—¿Hablas en serio? —pregunté emocionado y él asintió—. Ay, Tommy, no debiste molestarte, pero gracias —dicho esto me la coloqué con lentitud, sintiendo su delicioso aroma impregnado en la lana, olíariquísimo y estaba calientito.
—Quisiera uno de esos suéteres de Navidad, ¿me acompañas a comprarme uno?
—Solo si el suéter tiene un lindo reno en medio —comenté tomando su mano para comenzar a dar saltitos mientras caminábamos hacia la tienda de ropa.
—No voy a comprar eso.
—Oh, sí lo harás.
—¡De ninguna manera!
***
—Listo, un suéter de Rodolfo el Reno y un par de orejitas de reno, ¿algo más? —preguntó la cajera.
—No, gracias —musitó Tommy entre dientes y le entregó su tarjeta.
—¿Desea llevar unas toallas navideñas? —volvió a preguntar, mientras tanto, yo tomé una de las orejitas y me las coloqué en la cabeza—. Están en descuento por la temporada.
—Solo el suéter y las orejas, gracias —Thomas lucía algo fastidiado, así que para que quite su cara de amargado, le coloqué sus orejitas y le sonreí tiernamente, sentí un cosquilleo en mi estómago cuando me devolvió una ligera sonrisa.
—Gracias por su compra.
—A usted —dicho esto, mi amigo sacó su suéter de la bolsa y lo miró con detenimiento mientras salíamos del lugar—. Se ve ridículo.
—Tommy, está hermoso, no digas eso. Sonríeleun poco a la vida, de vez en cuando debes usar ropa con dibujitos. Anda,póntelo.
Sangster rodó los ojos y al final cedió. No pude evitar sonreír al verlo con su suéter de Rodolfo el Reno, sus cejas estaban fruncidas y se veía tan adorable así, que me daban ganas de darle un beso. De pronto, llevó su mano a su bolsillo trasero de su pantalón y sacó de él su celular.
—Jaime acaba de enviarme un mensaje, ya está afuera para llevarnos a nuestras casas.
—Ay, yo quería quedarme un ratito más —dije triste.
—Ya nos veremos otro día, descuida.
—Dile que se dé una vueltita y que nos deje más tiempo, por favor —supliqué haciendo un puchero y juntando mis manos.
—No me vas a convencer con esa carita, Dylan O'Brien, ya vámonos —dicho esto tomó mi mano y me dirigió hacia los parqueaderos, esta vez ya no sentí las cosquillas al sentir su tacto, porque estaba triste.
Thomas:
—¿Te puedo confiar algo? —le pregunté a Kaya desde mi cama, mi amiga había venido de sorpresa a mi casa para regalarnos un pedazo de tarta que su madre había preparado, y ahora yacía acostada en la alfombra de mi cuarto.
—Tom, sabes que puedes contarme lo que quieras.
—Es que es algo delicado —en cuanto solté eso, ella se incorporó para mirarme seria.
—Me asustas, suéltalo ya.
Comencé a jugar con mis dedos nervioso, claro que era delicado si el tema por lo general no agradaba a la mayoría de personas, aunque confiaba en que Kaya jamás me juzgaría así llegase a robar un banco. Tomé aire y miré hacia el techo, buscando inspiración y la mejor manera para decírselo.
—Estoy confundido —dije mirándola.
—¿Mhm?
—Creo... creo que después de todo... no soy, no soy tan... tú sabes... —las palabras no podían salir de mi boca—. Eso.
—Eso, ¿qué? Tom, no te entiendo —entonces se levantó del suelo y se sentó a mi lado para después tomar mis manos—. Tranquilo, tómate tu tiempo si así lo necesitas.
—No, no. Ahora te lo digo —retiré mis manos de las de Kaya para limpiarlas, ya que estaban sudadas a causa de mi nerviosismo—. Kaya —la miré y ella asintió con la cabeza—. Creo... creo que no soy tan común como los otros chicos.
—Ajá, eres nerd, ya lo sabía.
—No es eso... sino que... cre-creo que no soy de-del todo heterosexual que... que digamos —entonces sus ojos de mar se abrieron muy grandes.
—Tom... ¿eres gay? —preguntó sonriendo.
—No... no... no tanto, es decir, un punto medio, ¿me entiendes? Creo que soy... bisexual.
—Oh por Dios —musitó—. No sé qué decir en estos casos, es la primera vez que un amigo me dice eso —al escuchar sus palabras, sentí que tenía que bajar mi cabeza, aquí vienen las críticas—. Pero tienes mi apoyo, descuida —entonces tomó mi mentón e hizo que la mirara—. No tengas miedo para decir quién y qué eres, ¿sí? Nadie tiene el derecho de criticarte excepto tú mismo. Yosiempre te aceptaré tal y como eres porque eres mi mejor amigo, y sea cual seatu orientación sexual, eso nada cambia en nuestra amistad —mi corazón se hizochiquito con sus palabras—. Ven, dame un abrazo.
Debo decir que soy bastante sensible, porque cuando Kaya me abrazó, no pude más y comencé a llorar en su hombro. La confusión y la preocupación ganaban en este momento y ya no podía guardármelos más tiempo. Sentía muchísimo miedo, el hecho de ser "diferente" entre comillas podría traerme muchas consecuencias, más si soy hijo de una familia reconocida en todo Londres, además la confusión no me dejaba tranquilo, nunca me había sentido de esa forma.
—Tom, ¿por qué lloras? Tranquilo.
—Es que... tengo miedo y estoy confundido, ni siquiera sé si en verdad soy bisexual.
—Tom —ella me miró a los ojos—. Eres gay.
—¿Cómo estás tan segura? Ni siquiera sé lo que soy y tú ya lo deduces.
Tras un largo silencio en el que mordía su labio al parecer debatiendo en si erabuena idea decir o no lo que pensaba, pronunció:
—Tengo la leve sospecha de que te gusta O'Brien.
De inmediato sentí cómo mis mejillas ardieron, ni siquiera podía hablar a causa de mi nerviosismo.
—Porque, aunque no lo creas —ella continuó porque me había quedado mudo—, te espié todo el tiempo cuando fuimos a Hawái, quería asegurarme de que estuvieras bien. Pero cuando te vi con él, mis sospechas se elevaron al máximo. Ambos se tomaban de las manos con una naturalidad, que hasta parecían pareja, cuando se besaron, vi muchísima química en ese beso, y ni se diga en cómo lo mirabas cuando estabas ebrio, tus ojos decían más de mil palabras, se notaba que querías comerlo a besos y llevarlo contigo a recorrer el mundo entero.
Volví a quedarme mudo con sus palabras, la verdad había descrito todo a la perfección con su simple instinto, estaba tan impactado que ni siquiera podía articular ni una sílaba, sino ponerme a pensar: ¿en serio me gusta Dylan? Claro que disfruto su compañía, de una forma... diferente, ¡diablos, sí me gusta Dylan!
—Esa cara es de la aceptación —dijo mi amiga con una sonrisa pícara.
—Diablos, Kaya, estoy frito, mis padres me odiarán y toda la ciudad se enterará que el prestigioso hijo de los Sangster es gay.
—¡Lo aceptaste!
—¡Sí, sí! ¡Soy gay, ya me di cuenta! ¡Y todo por culpa de Dylan O'Brien!
Mi amiga soltó una carcajada.
—Si cualquier persona llega a juzgarte —tomó mi mano y la entrelazó con la suya—. Primero tendrá que pasar sobre mí, ¿ok? —asentí con una sonrisa y la abracé—. De tus padres, descuida, al principio se molestarán, pero les pasará, no pueden enojarse para toda la vida.
—Gracias por tu apoyo, Kaya. Ahora... quisiera saber si también le gusto, no sé qué se hace cuando te gusta alguien.
—Tú déjamelo a mí, solo necesito que lo invites a pasar la Navidad con nuestras familias y listo, aunque no me cae del todo bien, te ayudaré.
Narrador omnisciente:
Lunes 24 de diciembre de 2007.
La nieve decoraba las calles de Londres junto a los muñecos de nieve y los niños jugando contentos con ellos. Casas decoradas, hornos llenos de pavos y galletas de jengibre, todo estaba listo para la gran esperada noche buena.
Dos chicos se miraban muy nerviosos frente al espejo. Dylan siempre sentía un ligero dolor de estómago antes de ver a Thomas, todo a causa de los nervios que le provocaba la intriga de qué cosas pasarán cuando esté junto a él. Sin embargo, estaba algo tranquilo, porque sabía que en cuanto lo viera, el dolor de estómago pasaría a ligeras cosquillitas. Por otro lado, Thomas temblaba como viejita con Parkinson, no sabía lo que tramaba su amiga, por lo tanto, se sentía sumamente inquieto, nervioso e intranquilo, temía que todo saliera mal y perdiese la amistad de Dylan.
Saltó del mueble de su sala en cuanto escuchó que alguien tocó la puerta, rápidamente fue a abrirla y se encontró a la elegante imagen de su mejor amiga frente a él, llevaba un vestido rojo que combinaba muy bien con sus tacones negros, un pequeño gorrito navideño adornaba su cabeza, y, a decir verdad, le quedaba increíble.
—Llegaste —musitó abrazándola.
—Kaya ha llegado al rescate —dijo besando la mejilla del rubio.
Saludó a la familia Scodelario con mucha alegría, aunque en el fondo sentía que quería vomitar y en algún momento se desmayaría, al notarlo, su amiga tomó su mano y le dio un ligero apretón para que se tranquilizara.
—¡Hola, señora Sangster! —con solo escuchar su voz, una corriente helada atravesó su cuerpo, por lo que caminó hacia la cocina y lo vio tan sonriente saludando a su madre por la ventana situada frente al fregadero—. ¡Hola, Tommy! —exclamó contento y corrió hacia la casa, en menos de un parpadeo, Sangster sintió que lo abrazaron por la espalda—. Adivina quién soy.
—Ammm, ¿el repartidor de pizzas?
—¡Pizzas no, hamburguesas! —chilló colocándose frente a él—. ¡Feliz navidad, Tommy!
—Feliz Navidad, Dylan —sonrió sin dejar de mirarlo.
El castaño llevaba un suéter navideño de color rojo con muchas franjas verdes, en las franjas rojas había un par de dinosaurios y en medio de estos un árbol de navidad, era original según Thomas. Unos jeans algo desgastados lucían en sus piernas y un gorrito de navidad reposaba en su cabeza.
—Ten —dijo colocando un gorro sobre la cabeza de Thomas—. Para que estés a la onda.
—Ah... no, Dylan, prefiero no...
—Ay, Tom. No seas amargado —Kaya se metió en la conversación—. Discúlpalo, Dylu, a veces a Thomas le gusta comportarse como un adulto amargado.
—Ah —fue lo único que pudo decir O'Brien, ya que no esperaba que Kaya estuviera ahí, aún no olvidaba las veces que lo hizo de menos.
—¿No me saludas? ¿Acaso no me extrañaste?
—La verdad no —musitó soltando una carcajada y la cara de Kaya provocó la risa de Sangster también—. Es broma —mintió—. Hola, Kaya, feliz navidad.
—Igual, Dylu —ella le enseñó una sonrisa falsa para después acercarse al oído de Thomas—. ¿En serio te gusta este?
—Shhhh —rápidamente el rubio colocó su índice sobre sus labios.
—Ponte tu gorrito, Tom —Kaya le sonrió picarona mientras le colocaba el gorro en su cabeza—. ¿Les parece si vamos a la habitación de Tom a pasar el rato hasta que la cena esté lista? —Thomas la miró asustado y ella le guiñó un ojo para que se tranquilizara.
—Ah... claro, vamos.
***
—Yo digo que juguemos a verdad o reto, esto de ver Mi Pobre Angelito me está aburriendo —comentó Kaya pausando la película.
—No tengo bonitas experiencias con ese juego, prefiero...
—¡Ay, tranquilo! —la chica interrumpió a Dylan—. No será nada malo, lo haremos con cosas suaves.
—Bueno... si Tommy quiere —el castaño miró al rubio, quien había permanecido callado al recordar todo lo que pasó en Hawái por culpa de ese juego.
—Claro que quiere —Kaya pellizcó su hombro para que reaccionara.
—Ah —Sangster comenzó a parpadear muchas veces—. Claro, claro. ¿Por qué no? —soltó una risita muy nerviosa—. A jugar.
Bajaron al suelo para sentarse en una especie de círculo con forma de triángulo. Thomas acarició levemente la espalda de Dylan al notarlo nervioso, aquella acción llenó de brillo el alma del castaño, porque solamente Thomas podía calmarlo de una tempestad. Sonrió con dulzura y le dio un leve golpecito en su brazo como agradecimiento. Kaya los miró de reojo y no pudo evitar sonreír al darse cuenta de que ambos se gustaban y nadie saldría herido en lo que se venía de su juego.
Las primeras rondas fueron pan comido, ambos chicos comenzaron nerviosos, mas, a la segunda ronda se mostraron más serenos, incluso Dylan le había agarrado un poco más de confianza a la muchacha, quien estaba a punto de hacer hablar a ambos. Los retos eran divertidos, no tenían nada que ver con algo comprometedor. Por otro lado, las verdades tampoco eran muy atrevidas, al contrario, aprovechaban para reír y contar anécdotas sin parar, de hecho, Thomas se había reído tanto que ni siquiera pensó en lo que pasaría esa noche.
—Bien, Dylan. ¿Verdad o reto? —preguntó Scodelario mirándolo con una sonrisa, porque su plan estaba marchando a la perfección.
—Va, reto —respondió riendo junto al rubio.
—Bien, pongámosle algo interesante —ella ladeó la cabeza para pensar—. Te reto a que le llames a tu crush, finjas que estás borracho y le digas que te gusta.
El corazón de ambos se detuvo. El de Dylan porque su crush estaba a su lado y sabía que estaba frito, y el de Thomas porque se sentía en una balanza, si su celular sonaba, podía estar tranquilo, pero si no, sentía que su corazón se partiría en mil pedazos y sus ilusiones se irían hacia el inframundo. El castaño no sabía qué hacer, ni qué escusa inventarse, en un momento de desesperación como ese, no podía concentrarse, podría arriesgarse y llamar a Thomas de una vez, de todas maneras, había el cincuenta por ciento de probabilidad que él sintiera lo mismo y todo fuera felicidad, sin embargo, existía el otro cincuenta por ciento que lo llevaría a perder la amistad del rubio. Su cabeza era una batalla de pensamientos, se sentía tan confundido que no sabía si salir corriendo o llorar, a veces el llanto era su escapatoria.
—¿En serio? —preguntó con la voz temblorosa—. Entre todas las cosas que podías retarme, ¿tenía que ser eso?
—Ay, Dylan, pero, ¿qué puede ser lo peor que puede pasar? ¿Que te diga que no? ¿Que te rechace?
—Salir lastimado, me importa mi corazón —dijo mientras no dejaba de pensar en todas sus posibilidades.
Pero su corazón terminó ganando la batalla, lo haría, se arriesgaría, porque tenía la esperanza de que Thomas no lo rechazaría. Porque si no se arriesgaba, jamás llegaría a saber si le gusta al rubio que tanto ha movido su corazón en los últimos meses.
—Está bien —dijo después de un largo momento de silencio—. Lo haré.
—¡Eso mamonaaaa! —chilló Kaya muy emocionada, por otro lado, Thomas era un manojo de nervios, al notarlo, su amiga le guiñó un ojo para que se tranquilizara.
—Bien, aquí voy —Dylan sacó su celular de su bolsillo, no podía dejar de temblar gracias al miedo, buscó el número de Thomas, lo observó durante un momento y sin dudarlo, le dio al llamar.
Llevó su celular a su oreja sin dejar de temblar, el rubio acarició el dorso de su mano para darle seguridad, lo cual provocó una sonrisa nerviosa en su rostro. Sin despegar su mano de la de Dylan, Thomas espero a que su celular sonara, cerró sus ojos sin que Dylan lo notara, y esperó.
Pero el celular nunca sonó, directo le envió al buzón de voz.
—Buena suerte para mí, no me contestó, ¡yeih! —dijo el castaño después de soltar un suspiro y comenzó un baile chistoso.
Kaya miró con preocupación a Thomas, quien había agachado su cabeza para suspirar con pesadez, decepcionado de haberse hecho tantas ilusiones y al final haber terminado con el corazón roto.
Nunca debió enamorarse de él... pero, ¿y todo lo que habían pasado qué significaba?
Se levantó sin decir nada y fue hasta su mesita de noche donde reposaba su celular, simuló beber agua ahí, para revisar si en algún acaso había rastros de llamada en él. Una lágrima bandida se escapó de su ojo mientras tomaba su celular, sin embargo, la tristeza se esfumó cuando vio que su teléfono no respondió. Soltó la botella de agua y presionó el botón de encendido, de inmediato el anuncio de la batería en cero se mostró en la pantalla.
Qué idiota soy. Pensó y de inmediato cargó su celular.
Kaya lo miró confundida, preguntándole con los labios qué había pasado, Dylan aún bailaba, así que no notaba la conversación de ambos. Sangster le enseñó el celular de inmediato y la muchacha se llevó un golpe a su frente.
—¡O'Brien! —pegó un grito para que se detuviera—. Si no eres gallina, llámalo de nuevo.
—A mí nadie me dice gallina —dijo sentándose otra vez, Thomas ya estaba a su lado—. Lo haré —dijo sin titubear porque sabía que nuevamente no entraría la llamada, porque el buzón de voz le diría otra vez que el celular estaba apagado.
Pero lo que no sabía era que Thomas ya había encendido su celular.
Se llevó el celular a la oreja después de marcar y esperó con una sonrisa a que la contestadora hablase, sin embargo, cuando escuchó un tono de llamada, la sangre se le heló y sus ojos se abrieron muy grandes.
Rápidamente, Thomas se levantó del suelo y corrió hacia la mesita de noche donde se cargaba su celular, llevó una mano a su boca cuando vio la llamada entrante de Dylan en la pantalla. Rápidamente desconectó el aparato y giró con él, enseñando su pantalla a sus amigos.
—¿Por qué llamas a mi celular? —preguntó lo más calmado posible, aunque en el fondo quería bailar el Rasputin de la felicidad que sentía.
Dylan no podía hablar a causa del shock, la mirada de sorpresa de Kaya y la de confusión falsa de Thomas estaban pegadas en él. En ese momento quiso que la tierra lo tragara otra vez.
—Dylan —la voz de Sangster se suavizó, sin embargo, el menor aún se sentía presionado, tanto que las lágrimas salieron sin avisar—. ¿Me explicas esto, por favor?
Sabía que todo se había echado a perder, así que, sin decir nada y soltando un sollozo, salió corriendo de la habitación.
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Por fin Thomas lo asumió c:
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