One-Shot: "Jueves"

(Song-Fic inspirado en la canción de la multimedia, "Jueves", de La Oreja de Van Gogh. Hoy se celebran 19 años desde que salió la canción)

(Supongo que se entenderá mejor si conocen la historia que la inspiró, pero ese es otro tema)

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Quien estuviese en aquel momento en la estación de trenes de Madrid habría notado a cierta chica joven corriendo a toda velocidad por allí.

No es como si fuese raro ver a gente con prisas en aquel lugar, pero esta chica en concreto iba tan rápida que parecía que la estuviesen persiguiendo... o que estuviese persiguiendo a alguien.

Era, en cierto modo, algo similar a la segunda opción.

—Mierda, mierda, mierda... —se decía la chica a si misma mientras corría, mirando apresuradamente la hora en su teléfono— Me van a quitar el sitio...

Tanto corría que casi ni se dio cuenta de que ya había llegado a su andén. Se detuvo, frenando en seco, frente al guardia de seguridad y la barrera para acceder al tren.

La joven respiró agitadamente por el esfuerzo físico, mientras sacaba algo de su mochila. El guardia la miró con indiferencia, como si viese esas cosas todos los días. Seguramente era el caso.

—¡Hola...! Ah... ¡Aquí está! —ella rebuscó en su mochila unos segundos, y sacó un billete de tren que mostró rápidamente al guardia. Sonrió nerviosamente— ¡Para el 161, el tercer vagón!

Tan agobiada estaba que no se dio cuenta de que le estaba enseñando al guardia el billete al revés, haciendo ilegible el nombre de la chica. Pero el guardia no estaba tan despierto para decírselo, a esas horas de la mañana, así que lo ignoró.

—Han adelantado su hora de salida —le dijo el hombre en tono desanimado, mirando su reloj de muñeca— Dos minutos 

—¿Dos minutos qué? —preguntó la joven 

El guardia la miró como si fuese estúpida.

—Dos minutos para que el tren se vaya —aclaró este en el mismo tono 

La chica se quedó en silencio unos segundos, y después soltó un grito.

—¡AH! ¡Ya voy tarde! —gritó ella, lanzándole el billete al guardia, y saltándose la barra de seguridad— ¡Lo siento, paso, voy tarde! —la escuchó alejarse corriendo

El guardia suspiró con desinterés, y recogió el billete del suelo. Se supone que se lo iban a pedir a la chica en el tren, pero no iba a perseguirla para devolvérselo.

—Que apellido más raro —fue lo único que se dijo el hombre a sí mismo, leyendo el nombre en el trozo de cartón, antes de tirarlo de nuevo

_______________

En cuanto sonó el aviso de que el tren saldría en un minuto, la joven cruzaba la puerta de entrada de este, corriendo, con tan mala suerte que tropezó y cayó al suelo del vehículo.

—¡Bien, llegué! —celebró, aún desde el suelo. Un par de personas se giraron a mirarla, mientras se levantaba— Vamos a ver...

La chica se acercó a una de las ventanas, para mirar su propio reflejo en esta. Se arregló un poco el cabello, oscuro y rizado, se colocó las gafas, y se limpió como pudo la tierra en la falda. Las prenda más bonita que tenía, para días como ese.

—Bien, vamos —se dijo a sí misma en voz baja, antes de alejarse de la ventana 

Caminó a paso acelerado por los dos vagones siguientes, hasta llegar al suyo. Con miedo pero con algo de esperanza, miró al asiento donde solía sentarse.

¡Vacío! Estupendo, llegar tarde no le había supuesto nada malo.

La joven miró al asiento enfrente del suyo, y sonrió profundamente. La persona a quien tanto esperaba estaba allí, mirando por la ventana con desinterés, escuchando música con sus auriculares, dando un bostezo.

La chica, sin decirle nada, solo dirigiéndole una sonrisa —que ni fue notada— , se sentó enfrente suya.

—«Vamos a ver...»

La castaña sacó un lápiz, una libreta y un libro de su mochila, llena hasta los topes. Comenzó a apuntar algo en el cuaderno.

"Jueves, 11 de marzo. Hoy he podido ver a Noah otra vez, como de costumbre, va en el asiento del tren de siempre, enfrente de mi. 

Se ve muy bien hoy, aunque no parece tener ganas de hablar. Tampoco es que sea la persona más habladora del mundo, de normal. Creo que no notó lo de la falda"

Paró de escribir un momento, y miró hacia delante. Le sorprendió ver como quien se sentaba delante, y de quién estaba escribiendo, la estaba mirando.

La chica se quedó en shock momentáneamente, y luego le saludó nerviosamente. Noah solo suspiró y desvió la vista como respuesta.

—«Oh...»

La castaña no dijo nada más, solo volvió a mirar su cuaderno, y a escribir:

"Me pregunto a donde es que viaja siempre. Cuando llego, siempre está aquí, y cuando mi voy, aún no se baja. Su trayecto debe ser largo, me sorprende que tome este tren y no haya una línea directa.

Pero... me alegra. Así puedo verle, al menos, y a veces charlar un po

—¿Que escribes? —preguntó Noah, incorporándose un poco, interrumpiendo la escritura de la chica

—¿¡E-Eh!?

La joven cerró la libreta rápidamente, para que no pudiera verla.

—¡Solo es tarea! ¡Tarea para la uni...!  —explicó ella rápidamente, mintiendo, buscando algo en el libro aleatoriamente— Tengo que... analizar e interpretar el poema deee... "Volverán las oscuras golondrinas", de Bécquer

—Ah... Está bien —dijo Noah, en un tono ligeramente extrañado, volviendo a sentarse bien

La chica se puso a escribir partes de el poema, para fingir que realmente hacía algo de tarea, y definitivamente no estaba escribiendo sobre la persona que le gustaba.

"Volverán, del amor, a tus oídos,

las palabras ardientes a sonar;

tu corazón, de un profundo sueño, tal vez despertará.

Pero mudo, absorto y de rodillas,

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido, desengáñate... ¡nadie más te querrá!"

Leyó un par de veces la última parte del poema, pensando en que un poco tenía que ver con lo que estaba haciendo.

Adoraba a esa persona... ¿y qué más daba, si lo hacía en silencio?

No podía evitar pensar qué habría en la cabeza de Noah cada vez que se veían, si es que realmente había algo, si es que realmente le ilusionaba que se viesen.

Lástima que no pudiesen verse más allá de aquel tren...

—Estudias desde muy temprano, ¿eh? —le preguntó Noah a la chica, sacándola de sus pensamientos— Debes ser muy inteligente 

—¡Si! O-O sea, bueno, para algo voy a la universidad en tren... —contestó esta, algo sonrojada por lo que pareció ser un halago— De alguna manera me tendré que sacar la carrera, jaja...

Rio nerviosamente. Pero, ahora que habían iniciado una conversación, no podía evitar hacer una pregunta.

—¿Y tú? ¿A donde viajas todos los días? —preguntó la chica— Cuando vengo, ya estás aquí, y cuando me bajo, aún no te bajas. Debe ser un trayecto largo 

Noah se sorprendió notoriamente por el comentario.

—Ehh, bueno, yo voy a... trabajar, trabajo un poco lejos de mi casa —respondió, rascándose la nuca— Salgo de Chamberí y voy a Salamanca. Tardo un rato, si

—Juraría que hay una ruta más corta para eso —dijo la chica, ladeando la cabeza— El 158 va directamente de un lado a otro sin dar tanta vuelta, ¿no?

—Ehhh, no sé... 

Esto fue dicho por Noah en un tono algo más bajo, como si estuviese mintiendo, casi. Después añadió.

—Solo... bueno, ya sabes, el horario, los asientos, la comida... me... me gusta más este

La chica no terminó de entenderlo, pero asintió. Cosas de gustos, quizás.

—Si, a mi también me gusta tomar este —respondió la joven, con una risa tímida

—¿Y... por qué es eso? —le preguntó de vuelta

Hizo una pausa ante tan inesperada pregunta.

—Pues... —la chica dudo si decir la verdad o mentir. Se decantó por solo decir la verdad a medias— Um, siempre que tomo el tren veo a alguien, de camino hacia aquí, y a veces hablamos. Me gusta hablar con esa persona 

Hizo una pausa.

—Y me gusta un poco esa persona, también —admitió la chica, medio confesando su amor

Noah se quedó en silencio.

«¿Por qué no responde?» —se dijo la joven a sí misma en su mente— «Oh no... ¿Habrá entendido que me refiero a... Oh no, ya lo hice mal, no puede saber que me gusta... Mierda, mierda... Vamos, dile que... ¡cambia de tema, idiota! ¡Di algo!»

—A mi me pasa algo parecido

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Noah diciendo esas palabras.

La chica volteó a mirarle, para ver si había escuchado bien. Noah solo miró al suelo con una ligera sonrisa, y siguió hablando.

—Yo solía tomar el 158, el tren que, como decías antes, va directo a mi destino sin dar tanta vuelta —explicó, con un punto tímido— Hace... unos meses, ese tren se averió por un par de semanas, y tuve que tomar este en su lugar para ir a mi destino

Hizo una pausa, y miró a la chica, que solo devolvía la mirada con curiosidad.

—Durante ese tiempo estaba esta persona... esta chica... que hablaba siempre conmigo en ese nuevo tren —continuó, tímidamente— Yo difícilmente le respondía, solo la escuchaba hablar y hablar...

Hizo otra breve pausa, con la vista aún fija en el suelo. Después siguió.

—Cuando se arregló mi tren habitual, yo... no volví a usarlo. Prefería seguir yendo en el mismo tren que esta chica 

Noah desvió la vista del suelo, y miró a la joven, con una sonrisa tímida. Esta se puso algo nerviosa solo con el hecho de mantener contacto visual.

—Era como... hombre, no te conocía  y ya te echaba de menos 

Al escuchar estas palabras, la chica se sonrojó visiblemente.

¿Eso significaba que...?

—¿E-Eh..? —tartamudeó ella, sin estar segura de si lo que cruzaba su mente era cierto

Noah se puso en pie y dio un paso corto hacia adelante, sin mucho espacio para avanzar, siendo que se encontraban en un tren.

—Supongo que ya iba siendo hora de decírtelo...

—¿D-Decirme el qué? —preguntó la chica

Noah dio otro paso corto, y se inclinó un poco hacia la contraria, que seguía sentada.

—Cada mañana, rechazo el directo, y elijo este tren

Dijo, tomando las manos de la joven con cuidado, sin que esta se resistiese.

—Y lo hago por ti

La chica no dijo nada, solo sonrió profundamente, aún con las mejillas sonrojadas, mientras ambos seguían mirándose con dulzura.

Fiuummm...

El tren entró en un túnel, haciendo que todo se volviese oscuro alrededor de ambos, quienes seguían sumidos en un silencio.

La chica podía sentir la respiración lenta de Noah delante de ella.

Visto el descubrimiento de que ambos se gustaban, además de la felicidad del momento, decidió ponerle la guinda al pastel.

Tanteó en la oscuridad del tren, encontrando la cara de Noah. Le tomó con cuidado de las mejillas, sonriendo, aunque nadie pudo verlo.

Y, sin decir una palabra, le besó.

El beso más dulce de su vida.

...

...

...

"Oh, no puedo creerlo, ¡en serio me ama! Quien habría dicho que era un amor correspondido... estoy tan feliz, quiero que este día dure para siempre.

De ahora en adelante todo será muy distinto... podremos hablar más, saber más de nuestras vidas, vernos más allá de este vagón.

Lo escribiré aquí más a detalle en cuanto salga del tren... oh, quien diría que mi vida cambiaría en un simple viaje en tren. ¡Bendito sea este 11 de marzo! ¡Estoy tan feliz!"

...

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¡BOOM!

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¡CRASH!

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...

Un par de hombres trajeados recorrían el final del andén, a paso rápido pero atento, mirando lo que quedaba del tren y las vías.

—¿Ve a alguien más? —preguntó el que iba por detrás. Era el guardia de seguridad de principio de capítulo, y se le veía agobiado y sudoroso 

—Nadie —respondió el otro, ajustándose la gorra de policía. Después agarró su walkie-talkie, y preguntó— Control, ¿recuento de heridos y víctimas mortales?

Quien hubiese al otro lado de este ofreció dos cifras, que el policía apuntó.

—Está bien, no hemos tenido que lamentar ninguna más en la última zona de las vías —dijo este— Apenas hay restos... el tren debió de pasar por aquí mucho antes del atentado

—¿Agente?

El guardia, que estaba ahora entre las vías, llamó la atención del policía. Cuando volteó a mirarlo, este levantó un libro con la cubierta llena de pegatinas.

—¿Que es eso? —preguntó el agente

—Parece algún tipo de diario —contestó el contrario— También hay otros objetos repartidos por aquí... una mochila, un coletero, varios libros... oh, un teléfono móvil 

—Oh, eso puede servir para identificar a la víctima —dijo el policía, dirigiéndose 

Encendió el teléfono. Estaba bloqueado, claro. Solo podía verse la hora y el salvapantallas, una foto de una chica sonriente con un perro.

—Bloqueado, bueno, le pediré a control que lo desbloqueen. Podría servirnos para identificar a alguna víctima, o darnos pistas del atentado —dijo el agente 

El guardia de seguridad echó un vistazo al teléfono. Su mirada se ensombreció al ver el fondo de pantalla, reconociendo a la chica que aparecía en este.

—Oh...

—¿Sucede algo? —le preguntó el agente— ¿La reconoce usted?

El guardia asintió lentamente, sin despegar la vista del celular. Parecía... algo afectado.

—Es... Oh, ni siquiera recuerdo su nombre —admitió el hombre, sintiéndose algo culpable— Es una universitaria, siempre llega al tren muy pronto, la primera... menos hoy, justamente... 

El policía asintió, sin estar seguro de decir lo que cruzaba su mente.

—Bueno, sabe usted que... todas las víctimas de esta zona han sido mortales hasta ahora —intentó explicar con delicadeza— Así que es poco probable que ella-

—Si, lo sé —lo interrumpió el guardia, asintiendo lentamente 

—Bien... 

El agente apuntó todo en su cuaderno

—Una lástima que gente tan joven tenga que morir así... —añadió— ah, bueno, nos llevaremos el diario y el teléfono, pueden ayudar a identificarla

El agente guardó ambos objetos, y habló a su walkie-talkie 

—Control, en el kilómetro 0.79 de la vía hay más restos. Llevaremos los más relevantes, incluye un móvil para desbloquear —anunció el policía, y después habló al guardia— Bien, no hay nada más aquí, continuemos 

El contrario asintió, sin terminar de procesar lo sucedido, y siguió caminando junto al policía. No pudo evitar soltar un comentario por lo bajo.

—Desde luego... hay que ser un desgraciado para poner bombas en un tren 

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