Mini historia (parte 4)
(Republicado porque le cambié el final xd)
«Estimada Sra. Spookiest
En esta oportunidad, nos comunicamos con usted para informarle la penosa obligación de tener que despedirla de su cargo laboral.
Es necesario comunicarle que se trata de una situación que previamente habíamos advertido a todos nuestros trabajadores, incluida usted misma. Lamentablemente, hemos tenido que recurrir a recortes en nuestra plantilla laboral, y es por eso que usted queda despojada de su cargo en esta empresa.
Un cordial saludo.»
(Narra Lydia)
Así era la carta de despido que me enviaron.
No podía creerlo.
Estaba en shock. No recuerdo para nada como reaccioné en ese momento. Solo... No podía ser cierto...
Debía ser un error, pues ¿Cómo iban a despedir a uno de sus mejores empleados? Y no lo digo yo, lo dice el tan alto puesto que conseguí en la empresa. Así que conduje el coche hasta la puerta del edificio donde trabajaba.
-No es un error- dijo el secretario, al momento de formular mi pregunta acerca de la carta.
-No, escuche- le repetí, dejando la carta sobre su mesa- Yo no puedo ser despedida, ¡Soy una gran trabajadora de este lugar! Y por cuatro personas que despidan no voy a estar yo entre ell-
-Señora...-dijo él, mirando la carta un momento- ¿Spookiest? Usted ya no trabaja aquí, disculpe.
-Usted ¡NO DECIDE ESO!- grité, golpeando la mesa, lo cual lo asustó un momento. Después, me señaló la puerta, y decidí irme.
(Narra Narrador)
Lydia salió con paso enfadado del lugar. Iba murmurando insultos en voz baja, y de vez en cuando, pateaba algo.
-"Estás despedida, estás despedida, lo sentimos"- decía en tono de burla para si misma- ¡Que hijos de puta!- añadía, pateando una lata de refresco.
Y seguía hablando.
-"Tenemos empleados mejores, sin miedo a hablar en público ni problemas de ira"- siguió, mientras leía el resto de la carta, enojándose más.
Vio un bote de pintura morada en spray en el suelo, en la entrada de un callejón sin mucha luz.
-Toma problemas de ira- murmuró, y le dio una fuerte patada al bote, que entró en el callejón. En vez de hacer el sonido metálico que esperaba oír, se escuchó un quejido.
-A-Ay...- lloriqueó una voz, adentro del lugar. Lydia, preguntándose que era, entró.
Caminó adentro del callejón, mirando de reojo las paredes; todas ellas estaban pintadas con coloridos grafitis, dibujos y frases, que hacían algo más bonito el de otra forma oscuro lugar.
En el fondo del callejón vio a un niño, o eso parecía, debido a su corta estatura. Vestía con un gorro rojo, una camisa de manga corta, y... Tenía el cabello azul. Eso último sorprendió y le pareció raro a Lydia, ignorando su propio cabello morado 100% no raro.
El chico tenía la lata de pintura delante de él, y se cubría la cara, sollozando un poco.
-Oh, disculpa, ¿Te di con esa lata?- se disculpó Lydia, por modales más que por lástima- No... No sabía que había nadie aquí, perdona.
El chico la miró un momento, con los ojos aún empañados por las lágrimas, y siguió sollozando.
-Ehmm...- Lydia estaba algo incómoda, pero acercó su mano hacia él- No llores
Él se estremeció, esperando recibir una colleja, pero ella solo le dio una amable palmadita en la cabeza. El chico sonrió un poco.
-Así mejor- sonrió ella también- ¿Cómo te llamas?
-Soy Benjamin- dijo él, algo más tranquilo ahora.
-Yo soy Lydia, un gust...-comenzó ella, pero se fijó en los brazos del niño- Hem, ¿Qué tienes ahi, Benjamin?- añadió, tocándole el brazo al chico.
-¡A-AH! N-No es nada...-dijo él, intentando bajarse las mangas de la camisa, sin éxito,al ser una camisa de manga corta.
Lydia lo tomó del hombro con suavidad y lo acercó, viendo lo que él tenía por los brazos: Moratones y marcas de golpes.
-¿Que es...? ¿Benjamin, como te hiciste esto?- dijo ella, adoptando un tono más maternal. Al fin y al cabo, era madre, por poco que se le notase a veces.
-Y-Yo... Me caí...- dijo Ben, nervioso
Lydia lo miró con lástima, y volvió a preguntar.
-Benjamin, ¿Como te...?
-¡M-Mi papá lo hizo...!- dijo él, a punto de llorar de nuevo- P-Por no comportarme bien... M-Me dijo que soy una decepción para él... Y-y...
-Okey, tranquilo, no llores...- dijo Lydia, agachándose para estar a su altura- Quizás yo podría...
-¡SPORT! ¿Dónde estás, hijo?
Se escuchó una voz con eco a la espalda de ambos, acompañado de un olor a tabaco. Se le hizo muy familiar a Lydia, y sobretodo, a Ben.
-¡Sport!- sonrió el hombre- Te encontré... ¿Quién es esta mujer, hijo?
-¿E-Es usted?- dijo Lydia, emocionada, mientras se levantaba- ¿El Sr Fairest, es usted?
-¡El mismo!- sonrió él
-Oh, me encanta su música- dijo ella, nerviosa, y le estrechó la mano- S-Soy Lydia, por cierto
-Un gusto, querida. Si no le es molestia, ¿Podría dejarme hablar con el chico? Es mi hijo- añadió eso último con una sonrisa encantadora... Y falsa. Benjamin se echó a temblar.
-Por supues...-comenzó Lydia, pero se cortó a mitad de frase, y se quedó en silencio.
-¿Ocurre algo?- le dijo Fairest
-¿Su padre?- dijo la mujer, poniendo un brazo delante de Ben, para evitar que Fairest se le acercara- No, me parece que usted no se va a llevar a este niño.
-Oh, tranquila, él sabe quién soy- siguió sonriéndole el padre del niño
-Ese es justamente el problema- dijo Lydia, en tono amenazador- Váyase, mejor.
-Quiero llevarme a mi hijo- replicó el hombre, algo más molesto
-NO HE PREGUNTADO- respondió ella con autoridad- FUERA
-Intenté ser amable con usted, pero bueno, fuera de aquí- dijo Fairest, empujándola fuera de su camino, y vía libre hacia el niño.
Agarró a Benjamin de la oreja, y sonrió malvadamente, mientras el niño asustado intentaba escapar. Lydia lo vio, y no pensó en quedarse de brazos cruzados. Agarró un cubo de pintura cercano y se lo tiró por encima al cantante.
-¿PERO QUE-? ¡¡AGHHH!!- gritó él, mientras la mujer tomaba de la mano a Benjamin y escapaba de ahí.
-¿Estás bien?- le preguntó Lydia al chico, recobrando el aliento, en un lugar algo lejano a ese callejón.
-Si... Gracias- dijo él, sonriendo
-No es nada, no mereces que nadie te trate así- le dijo ella
-Es muy amable por su parte, Lydia...- respondió él- Mis papás no me hacen mucho caso...
-Ni mis hijos, pero es comprensible, no estoy con ellos todo lo que querría...- musitó ella, algo triste
Silencio
-Así que ya sabes, si vuelven a hacerte algo, ¡Yo te defenderé! Y tiraré pintura a quién haga falta- rio ella, y también el niño
- Gracias de nuevo- dijo Ben- Nunca nadie hizo eso, solo Pico...
-¿Pico? Que raro nombre- dijo ella
-Es mi amigo, y no le agrada nada mi papá- siguió Benjamin- A veces le gusta ir a los lugares donde él da los conciertos, y los llenamos de grafitis.
-Oh, ¿Hacen grafitis?- dijo Lydia, pensando en algo
-¡Si! No soy muy bueno, pero...- continuó el niño, pero ella lo cortó
-¡No te preocupes! Cualquier cosa que hagas estará bien, de seguro eres un artista-rio la mujer, provocando una amplia sonrisa a Ben.
-¡Está bien! ¿Dónde vamos a pintar?- dijo él
-En... Un lugar donde yo solía trabajar hace no mucho, si no te importa. Sígueme- dijo ella, caminando, con el chico de cabello azul detrás, feliz.
-Última hora- dijo el hombre del telediario- Una serie de graffitis han aparecido misteriosamente en la sede de Pelo Productions, una de las empresas más importantes de la ciudad.
-¿Hmm? ¿No era ahí donde trabaja mamá?- le preguntó Skid a su hermana, que también estaba mirando la televisión.
-Eso creo...- respondió Lila, tomando el control de la televisión y subiendo el volumen a esta.
-No se sabe quien o quienes han sido los autores de estas pintadas- siguió hablando el periodista, que aparecía en la pantalla.
Y, acto seguido, el hombre se apartó, dejando que se viera el edificio que tenía a su espalda. Efectivamente, este estaba lleno de graffitis de palabras, garabatos y, sobre todo, dibujos de un hombre con un cigarro tachados en rojo.
-Un par de testigos afirman haber visto a dos personas, un niño con un gorro rojo y una mujer alta, rondando el edificio poco antes de que las pinturas aparecieran- explicó el periodista- Seguiremos informándoles si descubrimos quienes son esas dos personas. Buenas tardes.
La cámara enfocó de nuevo al edificio, y Lila pudo ver más de cerca los dibujos. Reconoció que el niño del que hablaban podría ser Benjamin, pero... ¿Y la mujer?
Se le pasó alguna idea por la cabeza, sobre todo al ver el graffiti de una enorme L morada en el edificio, pero nada que no acabara por descartar.
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