26.

En el lugar podían escucharse las amenas conversaciones de los invitados por sobre la tranquila canción que se escuchaba de fondo en el bonito salón en el que se encontraban. Todos vestían alguna prenda con lunares y claramente también portaban las famosas orejitas de Mickey Mouse en su cabeza, ya que debían estar acorde a la fiesta.

Wonho y Hyungwon decidieron combinarse las camisas con colores suaves y lunares muy pequeños. En cambio los padres de Wonho optaron por vestir ropa negra y lunares blancos mientras Ruby robaba miradas con su bonito vestido blanco con lunares rojos y su rojizo cabello ondulado cayendo por sus hombros. Pero sin duda la personita que más sonrisas se robaba era aquella pequeña niña que ingresaba al salón caminando con ayuda de uno de sus padres.

Su bonito vestido rosado con negro hacía juego con la diadema de orejitas que llevaba en su cabeza. Eso sin contar que cada vez que daba un paso, la falda de su bonito vestido se movía dándole un toque de ternura con cada pasito.

Las fotografías no se hicieron esperar al ver tan hermosa imagen y Wonho decidió aprovechar su momento de fama y sonreír con coquetería hacia las cámaras, ganándose un par de miradas molestas de parte de su celoso esposo quien le quería dejar más que claro que sólo podía sonreírle así a él.

Sonrió con ternura al ver el puchero de Hyungwon y a veces se cuestionaba si esa era la misma persona que hacia cosas tan descaradas en privado con él o la misma persona que bailó como un profesional en aquella tarima la noche de su reencuentro, pero por más vueltas que le daba al asunto siempre llegaba a la misma conclusión; Hyungwon había cambiado y él también, por eso se encontraban en la fiesta del primer añito de su hermosa hija, disfrutando con familiares y amigos y no en otro sitio, con otras personas.

La atención se desplazó de él una vez que la bebé fue arrebatada de sus manos por la abuela loca llamada Ruby, entonces ella también aprovechó su momento de fama posando como toda una profesional con la pequeña que llevaba su nombre.

— Es tan... —susurró Wonho llegando al lado de su esposo sin poder dejar de ver la deslumbrante sonrisa de Ruby junto a su pareja—...desgraciada. —culminó arrancando una risita de parte de Hyungwon.

— Pensé que por una vez en la vida dirías algo bueno de ella... —bromeó dándole un suave golpe con el codo.

Wonho gruñó y negó.

— Nunca, jamás podría. —respondió.

Hyungwon volvió a reír y le dio un besito en la mejilla para finalmente ir a donde su suegra quien lo llamó hacia la barra de comidas.

Wonho tomó asiento en un sofá cercano y se quedó embobado viendo la imagen que tenía delante. Era una bonita fiesta, pero lo mejor de todo era tener una bonita familia.

En ese momento sus ojos se posaron en una persona que ingresaba lentamente al salón pasando desapercibido por todos los presentes quienes no lo conocían, sin embargo él no pudo evitar soltar un suspiro de alivio frente a toda la situación vivida.

Se puso de pie y caminó entre medio de la gente para llegar hacia el anciano que hasta ahora conocía como su suegro y le sonrió.

— Bienvenido... —susurró llamando su atención— me alegra que le haya llegado la invitación.

El hombre asintió con una sonrisa triste, sintiéndose fuera de lugar porque pese a ser un invitado era el único que no andaba acorde a la fiesta. Al contrario, su ropa parecía desgastada y su semblante no parecía ser el mejor.

— No sé si ha sido buena idea... —comentó con un hilo de voz.

Pero Wonho conocía muy bien la sensación de pensar en si algo era correcto o no simplemente porque no encajaba a la primera, así que sonrió y tiró de él con suavidad para salir al balcón, alejados del ruido de la gente y de la música.

— ¿Cómo se siente? —preguntó apoyándose en la barandilla.

El anciano miró al suelo y negó con suavidad.

— No lo sé. —suspiró— quizá fuera de lugar. Ni siquiera merezco estar aquí rodeado de profesionales muy bien vestidos —sonrió con tristeza— yo... Ni siquiera traje un regalo, soy un pésimo abuelo... —Wonho le sonrió con tranquilidad— si mi mujer estuviera aquí...

Wonho le puso una mano en el hombro y negó levemente.

— ¿Sabes cual es el problema, Señor Chae? —cuestionó en un tono suave y el anciano negó— usted y yo teníamos el mismo problema. —sonrió— siempre estábamos mirando lo menos importante de la vida. Yo creía que debía estar con alguien para no estar solo y trabajar para vivir “bien”... Pero no es así. —suspiró y apartó su mano del hombro del señor para finalmente volver a apoyarse en la barandilla mirando hacia dentro— ahora he entendido que hay cosas demasiado invaluables como para compararlas con dinero... —sonrió sin dejar de ver adentro— señor, le aseguro que si pudiera pagar todo el dinero del mundo por mantener viva la sonrisa de Hyungwon para siempre, lo pagaría.

El anciano asintió mirando a Wonho quien no tardó en señalarle hacia dentro donde el delgado parecía estar en el centro de algún tipo de juego en rueda, con la pequeña en su espalda, saltando animadamente entre risas.

— Parece muy feliz contigo... —susurró con nostalgia y la voz rota.

Wonho negó mirando fijamente.

— No se trata de quien, se trata de cuanto amor recibe. —susurró dejando al anciano totalmente pensativo— créame, ese es el mejor regalo que nos puede dar en este día tan importante para nosotros.

El anciano miró a Wonho y luego volvió a mirar adentro con los ojos cristalizados al ver a su pequeño-no-tan-pequeño divirtiéndose, compartiendo con todos, pasando ratos agradables con su familia y más que nada, siendo feliz.

— Yo... —susurró. Entonces Wonho interrumpió sus palabras con una señal y se quitó las orejitas que andaba en la cabeza, para finalmente extenderlas hacia él.

— Usted y su mujer trajeron al mundo a la persona que amo con todo mi corazón, también es parte de esto. —comentó sin dejar de extender la diadema hacia él— usted es nuestra familia ahora, así que vaya adentro, diviértase y dele a nuestra hija todo el amor y los buenos recuerdos que no le dio a Hyungwonnie...

El hombre miró las orejitas una vez más y después de soltar un largo suspiro, las tomó y se las puso en la cabeza aún con los ojos cristalizados.

Wonho sonrió feliz de ver que él estaba atando un cabo que quizá Hyungwon nunca pudo haber hecho por su cuenta, pero en ese momento fue sorprendido por un abrazo repentino del anciano.

— Gracias... —susurró y lo soltó para finalmente volver a la fiesta e intentar incorporarse lo mejor que pudiera.

Y todo lo que restaba era disfrutar de aquella maravillosa tarde donde la música tranquila, la deliciosa comida, el enorme pastel, las bonitas sonrisas y los muchos lunares eran los protagonistas de la fiesta.

Pero sobretodo, abundó el amor de una familia que seguía creciendo.

Cuenta regresiva:

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