24.
El día era extraño por algún motivo, estaba gris y nublado como si el agua quisiera derramarse con fuerza sobre la ciudad pero no podía, como si algo la retenía.
Mientras iba en el auto, su mano y la de Wonho se mantenían unidas, su mirada clavada en el paisaje que tenía a través de la ventana y su mente viajando a miles de recuerdos del pasado que lo atormentaban desde un par de noches atrás por culpa de haber soñado con sus padres.
— Hyungwon... —volteó al escuchar el susurro de Wonho quien no apartó su vista del camino— ¿estas bien?
Analizó su pregunta mirando hacia la carretera, autoexaminandose y esperando encontrar la respuesta correcta en algún lugar de su cabeza.
— No lo sé —susurró con sinceridad mirando la unión de sus manos— en realidad no lo sé, todo se sintió tan real que...
Detuvo sus palabras al no encontrar la manera de seguir hablando, pero Wonho asintió comprensivo.
— Es un cabo suelto ¿no? —lanzó una rápida mirada a su triste esposo— una puerta que nunca se cerró...
Él asintió cabizbajo sin poder argumentar nada en contra.
— ¿Y si lo que dicen es verdad? ¿Qué tal si es verdad que están muertos? —preguntó con preocupación— ¿Y si...
Wonho le sonrió con un deje de tristeza.
— Hyungwonnie... —suspiró— yo... —el mayor fue bajando la velocidad del auto considerablemente hasta detenerse— lo lamento mucho.
Apoyó su cabeza en el volante sin poder sostener su mirada en la de Hyungwon, nunca era fácil dar una mala noticia, pero no era necesario que dijera nada, bastó con que el menor mirara a su alrededor para que entendiera lo que Wonho quería decirle.
Sus ojos se humedecieron instantáneamente e intentó sonreír pero no pudo, un creciente nudo apareció en su garganta obligandolo a soltar un fuerte suspiro.
— Vaya... —sonrió débilmente mientras sus mejillas se empapaban y su corazón dolía profundamente— al fin existe una respuesta a mis preguntas —susurró con la voz rota mientras miraba a través del cristal.
Wonho, sintiendo una enorme empatía por su esposo también comenzó a llorar en silencio sin poder mirarlo.
— Hace unos días cuando me contaste lo del sueño me esmeré en buscarlos... —sollozó— encontré el paradero de algunos de sus amigos y ellos fueron los que me contaron —Hyungwon se tapó el rostro y comenzó a llorar amargamente en silencio— no tienes que ir si no te sientes bien... Solo quería que tu corazón por fin obtuviera una respuesta a esa gran incógnita...
No podía, de verdad no podía verlo llorar de esa manera pero de cierta forma sentía que no debía limitarlo, a veces llorar es la mejor manera para canalizar el dolor, sobretodo un dolor tan fuerte retenido durante años.
El menor continuó llorando, tocandose el pecho con una mano, sintiendo su corazón desfallecer mientras Wonho simplemente miraba el volante del auto, limpiándose las silenciosas lágrimas que emanaban de sus ojos.
Sólo los sollozos de Hyungwon rompían el abrumador silencio de aquel cementerio frente al cual estaban estacionados, hasta que un nuevo sonido llamó la atención de ambos.
— ¿Ma-má? —susurró la pequeña recién despertando— mamá...
Ambos miraron al asiento trasero y se encontraron con aquella tierna mirada adormilada de su bebé.
— Hola cariño... —Wonho extendió sus manos y sacó a la pequeña de su silla de seguridad para traerla al frente consigo— ¿dormiste bien?
La pequeña Sisi se restregó los ojitos con sueño e hizo un puchero mientras tocaba las húmedas mejillas de Wonho.
No pasó mucho tiempo para que ella desviara su atención hacia el menor quien aún seguía llorando con el rostro cubierto.
— Mama... —la niña se abalanzó hacia él y con sus pequeñas manos intentó apartar las manos de Hyungwon para verle el rostro.
— No bebé, deja a mamá en paz... —susurró Wonho trayendola de regreso a sus brazos, pero ella no planeaba darse por vencida y volvió a repetir la acción— por favor Sisi, solo déjalo un poco...
La atrajo de nuevo hacia él y la pequeña comenzó a balbucear un par de cosas inentendibles mientras hacía un puchero.
Lo único que quería era ver el rostro de quien consideraba su mamá.
Entonces en ese momento Hyungwon apartó la mano de su rostro y miró a Wonho fijamente.
— Dime todo lo que te dijeron... —susurró con la cara empapada de lágrimas— necesito saberlo.
Wonho suspiró y buscó en el bolsillo de su pantalón un papelito que finalmente sacó y entregó a su esposo.
— No fue mucho... —Hyungwon recibió el papel y comenzó a leerlo— solo lo que te he dicho y esta dirección exacta de donde se supone que... —detuvo sus palabras al ver como Hyungwon abría la puerta del auto desesperadamente y comenzaba a correr al lugar que el papelito indicaba— ¡Hyungwon, espera!
Todo llamado fue inútil para detenerlo, él corrió desesperado a través de las lápidas en busca de alguna que tuviera el nombre de aquellas dos personas que eran las encargadas de traerlo al mundo.
Por su parte, Wonho salió del auto con la bebé en brazos perdiendo bastante ventaja en la distancia entre ambos.
Repitió su nombre una y otra vez, pero no podía detenerse hasta que llegara al lugar.
Wonho lo siguió corriendo con mucha más cautela debido a que llevaba a su hija consigo, pero aún así lo mantenía de cerca porque tenía miedo que en su desesperación Hyungwon cometiera una locura.
Y es que lo comprendía.
Hay cosas que duelen tanto que te desesperas al punto de querer correr hasta quedarte sin aliento y ese era precisamente uno de esos momentos.
Cuando Wonho divisó el lugar que se le había indicado sintió un poco de miedo al saber que Hyungwon estaba reaccionando de una manera chocante a ese difícil momento así que intentó acercarse lo más rápido que pudo ya que lo había perdido un poco de vista gracias a una escultura que había sobre una lápida, pero cuando el delgado volvió a estar en su campo de visión obtuvo una imagen de lo más extraña.
Hyungwon estaba de pie, pálido y casi inexpresivo viendo a un anciano que estaba por ahí.
No es la imagen más bonita de ver teniendo en cuenta el lugar donde se estaba, así que decidió asegurarse de que Hyungwon no sufriera un colapso.
— ¿Estas bien? —preguntó el anciano notando como el delgado no le quitaba los ojos de encima— no te preocupes, no estoy muerto aún.
Soltó una risita que nadie más pudo acompañar.
— Hyungwon... —susurró Wonho llegando a su lado y lo abrazó por la cintura— Hyungwon, amor mírame... —acunó el rostro del menor obligandolo a mirar a sus ojos— ¿estas bien? Por favor dime qué sucede...
El delgado abrió la boca intentando decir algo pero parecía que su garganta no quería reaccionar.
— ¿Hyungwon? —susurró el anciano con un hilo de voz— ¿Chae Hyungwon?
Ambos chicos posaron su mirada en el hombre y la bebé se aferró más a Wonho sintiendo la tensión del momento y el miedo de ver aquellas extrañas esculturas que no comprendía.
— P-papá... —susurró.
— ✘—
Cuenta regresiva:
3
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