CYJ

Tenía que ser en ese preciso momento, si no era en ese momento no iba a ser nunca y ya habían sido noches enteras de insomnio pensando en lo mismo, además que mis padres parecían tener una buena cara, se les veía felices desayunando tranquilamente en la mesa, manteniendo una charla amena con Soobin. Esperaba que no fuera demasiado imprudente de mi parte el dar dicha noticia, pero se supone que ya era un adulto, no tenía por qué pedir permiso si eran mis decisiones.

Ojalá mis padres no me mataran por decir en voz alta la simple idea que concretaría después.

—Familia... —Creo que me levanté muy bruscamente de la mesa, pero bueno, buscaba atención, los tres pares de orbes estaban sobre mí. Expectantes me observaron los tres.

—Qué sucede cariño, ¿más tostadas? —preguntó mi madre.

Me había sentido muy sensible los últimos días, entonces por ello, al momento que lo dije, cerré los ojos no queriendo ver su primera reacción.

—Me voy a tatuar...

Esperaba escuchar reclamos inmediatos, no silencio, entonces abrí lentamente los ojos solo para encontrarme tres expresiones algo curiosas y en parte burlonas.

—Bueno cariño, pero no nos asustes así, dios mío, sientate a comer, ¿sí?

Me congelé en el momento, porque, a ver, ¿cómo era posible que mis dos padres estuvieran tan tranquilos? Yo no sabía la opinión de Soobin en cuanto a los tatuajes, así que no sabía qué esperar por su parte, pero mis padres tranquilos cuando mencioné la palabra tatuaje, no tenía sentido para mí, no después de todo lo que había pasado.

Me volví a sentar lentamente bajo la mirada curiosa de Soobin, no se la devolví porque realmente estaba intentando entender por qué mis padres estaban actuando así.

—No, es que... a ver, ¿cómo es posible?, me están jodiendo, ¿no?

—Ese vocabulario en la mesa... —regañó papá.

—Es que no lo entiendo, yo les había mencionado antes esa idea de hacerme un tatuaje y casi me botan de la casa en ese entonces. ¿Cómo es que pasaron de ser los haters número uno de las tintas y los piercings a decir "bueno"?

—No es para tanto, son solo cosas que pasan, cariño, las personas cambiamos de opinión, es completamente natural —me respondió tranquilamente mi madre con porte y gracia.

—Entonces pretenden que me olvide de que casi no vuelven a recibir a Wooyoung en casa cuando se hizo ese tatuaje en el cuello.

—Como dijo tu madre, las personas cambiamos y ahora tenemos una perspectiva diferente en cuanto al asunto, es muy simple, hijo mío, no le des tantas vueltas y come, que tienes que tomar tus pastillas.

El hecho en sí era estupendo, obviamente siempre había querido hacerme un tatuaje, pero era raro como el demonio ver ese cambio tan abrupto en ellos. Por alguna razón no se me hacía del todo cierto, quise buscar una reacción un poco más realista en ellos.

—Sí, bueno, me voy a tatuar los dos brazos por encima de la cicatriz para ocultarlas.

Y como esas cosas eran gigantes, obviamente el tatuaje también iba a ser gigante, eso tenía que descolocarlos un poquito, ¿verdad?

—Bueno, cielo, es tu cuerpo.

De seguro unos aliens raptaron a mis padres, y en ese momento, los que estaban en la mesa hablando conmigo eran otros.

—De hecho se me hace una buena idea para ocultarlas, con tal que te sientas más seguro, está bien por nosotros —complementó papá.

—Ok wow... —suspiré desconcertado —. Creí que dirían algo más, no sé, como: "okay, haces tu tatuaje, pero no sin antes consultar con un médico o hacerte un examen de sangre o algo por el estilo". Yo sé que en mi cabeza son tres años borrados y que en tres años pueden pasar muchas cosas, pero simplemente se me hace raro considerando lo meticulosos que eran los dos siempre, eso es todo.

Mamá se limpió la boca con una servilleta y negó con la cabeza.

—Podremos ser más liberales ahora, pero nunca vamos a ser padres descuidados, no dijimos nada del examen ahora porque ese ya lo tienes Junnie, te lo hiciste cuando te hiciste tu primer tatuaje.

—¡¿Cómo?!

Si hubiera estado bebiendo agua la hubiera escupido.

—Sí, corazón, ¿no sabías? —siguió ella —Con razón esa sorpresa tuya... Ya tienes uno.

—¿Qué?, ¿cómo?, ¿cuándo? ¿Cómo es que sigo viviendo bajo su techo?

Ya todos habían terminado su desayuno, mamá se levantó de la mesa, se bajó un poco la falda entubada y se acercó a mí para jalarme de la oreja juguetonamente.

—Siempre has sido un dramático, Junnie. Soobin te puede comentar sobre ello, nosotros ya tenemos que irnos a la oficina —dejó un beso en mi frente, papá también se levantó de la mesa y recogió su maletín del otro lado de la sala —. No te olvides de tomar tus pastillas y de hacer tus ejercicios de calentamiento, sabemos ahora que los sábados no hay terapia, pero eso no quiere decir que tengas que relajar los músculos tanto, además Soobin mencionó que te quería llevar a comprar ropa.

—¿Ropa? ¿Para qué ropa?

—Para el cumpleaños de Taehyn, cielo.

El dichoso cumpleaños, lo había olvidado por completo.

—Listo, chicos, cualquier cosa nos llaman, vamos a estar en la oficina probablemente hasta las 7:00 de la noche, cuídense, mis amores. —Fue lo último que dijo mi madre antes de salir por la puerta y cerrar esta detrás de sí.

Cuando mis padres se fueron, devolví mi mirada desde la puerta hasta quién se había convertido en mi compañía diaria. No había dicho ni una palabra desde que anuncié lo del tatuaje.

—Mamá dijo que tú me ibas a explicar cómo es que tengo un tatuaje.

—En tu hombro —dijo con simpleza.

Señale por mi clavícula, pero eso era imposible porque me hubiera dado cuenta al darme las duchas.

—No, ahí no, en la parte de atrás, bueno, en sí es en tu espalda, pero en la altura de tu hombro.

—¿Qué?, ¿cómo diablos no sabía esto? Necesito verlo.

Bueno, había un millón de cosas que no sabía para ese entonces, pero ya que.

—Tengo una foto.

—Muéstramela, por favor —pedí ansioso —, ¿es muy grande?

—No, realmente es un poco más pequeño que tu palma.

—Es un tamaño decente.

—AsÍ es —Vi cómo estaba buscando en su carrete de fotos, hasta que encontró la foto y me enseñó la pantalla —. Este es.

La foto tenía un ángulo acercado por lo que solo se veía piel y el tatuaje. Era un farol con tinta negra. Era muy bonito, pero no me hubiera hecho algo así. Tenía que verlo en carne propia, literalmente.

—Acompáñame arriba —le pedí.

Soobin me cargó gradas arriba y devolvió a la silla del segundo piso fuimos hasta mi habitación quería verme en el espejo de cuerpo entero me saqué la camiseta y volteé viendo por fin el reflejo de lo que tanto quería ver no podía verse todo pero sí una parte. Así que era real.

Empecé a sentir frío así que me volví a colocar mi camiseta.

—¿Por qué un farol? —le pregunté a Soobin, quien había estado sentado en una esquina de mi cama todo ese tiempo, en silencio.

Me sonrío flojamente cuando nos vimos; no sé si su sonrisa pretendía ser coqueta o si solo era su esencia natural, porque creo que ni lo intentaba.

—¿Te gusta? —preguntó en cambio.

—Está bonito, pero no sé, no me hubiera elegido eso. Personalmente hubiera hecho otra cosa.

Miró a un costado intentando suprimir una sonrisa, lo cual no le funcionó, porque yo logré captar el fantasma de esta.

—¿Qué?

—Nada, solo que es irónico.

—¿Qué cosa?

—Que digas eso, porque tú escogiste los tatuajes.

—¿Los? Creí que solo era uno.

—Así es, tú solo tienes uno.

—Mmm... No entiendo.

Soobin negó con la cabeza sonriendo.

—No es importante. Más bien, ¿ya sabes qué es lo que te vas a hacer en los brazos?, porque sonabas muy seguro de hacerlo.

—Oh, sí lo haré, solo que no sé qué, soy nuevo en este tema, no sé qué podría hacerme que sea lo suficientemente largo y delgado para cubrir la cicatriz. Podría preguntarle al tatuador por recomendaciones.

—Es una opción.

—Tú... ¿Tienes ideas?

—Ahora mismo no. No está en mis planes tatuarme de nuevo, no he pensado en ello durante un buen tiempo.

—¿De nuevo? Eso quiere decir que ya tienes uno.

—No uno, pero sí, ya me he tatuado antes.

Intenté hacer memoria de algún momento donde le haya avistado un tatuaje, mas no tuve éxito... y eso que yo me consideraba bastante observador. Fruncí el ceño levemente.

—Deben estar bien cubiertos entonces, porque nunca vi nada.

—Bueno, no es como que ande caminando desnudo por ahí para que sean visibles. —Me sonrió.

Ese idiota... A veces era un burlón sin sentido, otras, un coqueto insufrible,; cuando ambas facetas se encontraban, no me gustaba.

—¿Pero acaso el punto de los tatuajes no es que se note? Para qué me querría tatuar si nadie lo va a ver —cuestioné con genuina curiosidad, porque no le veía sentido.

—Mmm... Yo lo veo de otra forma. No creo que tengamos la misma visión acerca del tema: yo siento que cuando nos tatuamos, es más espiritual que nada. Nuestro cuerpo se convierte en un lienzo temporal para que con tinta indeleble, quede grabado aquello que va a portar a nuestra alma hasta que el mismo deje de tener uso.

Sí... No le entendí.

Soobin también solía confundirme con su forma de expresar ciertas ideas. Era un rompecabezas de pies a cabeza. Normalmente solía sentir que teníamos la misma edad, pero en momentos así, en las que él daba firmemente su opinión acerca de un tema, me daba cuenta de lo sabio que era, por lo menos en ciertos ámbitos. Tenía una forma única de ver la vida, nada igual a la mía, y eso lo hacía aún más interesante.

—Vaya, y yo que solo veía los tatuajes como tinta indeleble en piel.

Soobin soltó una risita agraciada.

—Es literalmente lo que es, Junnie, Solo que por alguna razón me parece que es un arte, y para mí, siempre lo artístico va a estar conectado con lo espiritual, llamame freaky si quieres —finalizó con un ápice de gracia.

Su pasión por el arte dejaba a cualquiera boquiabierto. Aparte de todos los dones que poseía, él tenía ese atractivo especial cuando hablaba de las cosas que amaba, ese brillo único que aparece en la mirada de uno cuando su corazón revolotea por la dicha y el placer. Esa peculiaridad irresistible hacía que lo escucharas hablar de arte horas enteras por más que no te interesar en lo absoluto. Él te despertaba ese interés.

—¿Y esos que se tatúan cosas estúpidas? Recuerdo que un amigo en la secundaria se tatuó un Scooby Doo por un reto. ¿Eso también es espiritual? —No era por ser burlón, pero no aplicaba en todos los casos.

—Todo tiene una razón, supongo —respondió. Me gustó que se mantuviera ese ambiente amical y divertido en todo momento —, siempre he sido fiel creyente de que todo tiene un porqué, Yeonjun, hasta ese Scooby —rió con suavidad —, aunque personalmente no me haría tatuajes así.

—Entonces todos los que tienes tienen un significado especial, por así decirlo.

—Oh eso sí, algunos son más simples que otros en cuanto a ejecución e interpretación, pero lo que todos tienen en común es que significan algo muy valioso para mí; igual no tengo muchos.

—¿Puedo verlos?

Sonrió ladino, no entendí en su momento.

—¿Seguro?

—Eh, ¿sí?

Soobin se levantó de la cama y de pronto se quitó la camiseta. Se me estancó una inspiración en la tráquea, no sé de qué me sorprendía tanto si prácticamente lo había anunciado cuando dijo que no estaban a simple vista.

Oh, y vaya que sentí envidia, a simple vista no parecía alguien que ejercitara, pero solamente hacía falta que removiéramos un pedazo de tela para exponer tales abdominales, tal cintura y tales músculos. Diablos, yo quería tener ese cuerpo.

Pasó a señalar los tatuajes que tenía en el torso y espalda. Se veía muy bien.

—En la espalda tengo un barco —Señaló por su omóplato —, y un dragón chino pequeño —Señaló en la parte central baja de su nuca —luego se giró para mostrar los de su torso.

Y wow, solo wow. Tenía una cruz con detalles en el pectoral y una fila de helechos rodeando su cintura y parte de la cadera. No sabía qué tan largo era porque el pantalón cortaba el tatuaje.

Estaba bastante impresionado, me quedé viendo unos segundos antes de volver a hablar.

—¿Qué tan abajo va ese tatuaje? —pregunté por curiosidad, ¡era enorme!

Soobin volvió a lanzar una de esas sonrisas, mientras sus manos se iban a la cinturilla de su pantalón

—No creo que quieras ver, ¿o sí?

¿Qué iba a hacer? Mi cara inevitablemente se tornó colorada y más caliente que el mismo sol. No había forma de que se desvistiera ahí mismo, ¿verdad?

—N-No, solo tenía curiosidad.

Soobin soltó una carcajada que expuso su dentadura de revista. Era tan injusto... ¿cómo alguien podía ser tan alto, tener una cara tan delicadamente preciosa, con facciones tan bonitas, y un cuerpo tan masculino y envidiable? No era justo que personas asi existieran.

Se puso la camiseta encima de nuevo haciendo que me relajara.

—Va rodeando hasta parte de mi muslo izquierdo.

«No lo imagines, no lo imagines».

No me podía quedar callado.

—Ohh... Están... Están muy bonitos, se te dan bien.

—Gracias —Me sonrió —. Cuando sepas qué quieres hacerte en los brazos, me avisas para acompañarte al mismo lugar donde te hiciste el primero.

—Sí, yo creo que debí pensar con anticipación en qué podría hacerme antes de anunciarlo tan aleatoriamente hoy en la mesa, supongo que solo me emocioné.

—¿Siempre fue tan grande tu deseo de tatuarte?

—Más que nada para cubrir estas cosas horribles —Miré con disgusto las dos enormes cictarices.

El semblante en su rostro cambió, se volvió más serio.

—¿Solo lo haces por querer cubrirlas?

Asentí desganado. Mirarlas era un equivalente a un bajón de autoestima.

—Me siento horrible con ellas —me sinceré. Soobin me transmitía esa confianza de poder ser honesto, tal vez por la cantidad de tiempo que pasábamos juntos.

—También tengo alguna cicatriz desagradable en el cuerpo de ese día, pero con el tiempo, así como todo en esta vida, le quise ver el lado bueno a las cosas. No te presiones mucho.

—No hay nada de bueno en esto.

—Todo tiene un balance, Yeonjun, todo tiene su parte hermosa, de alguna forma.

—Yo no definiría un accidente como algo hermoso —No fue una burla como tal, pero sí fue algo gracioso; no entendía su forma de pensar.

Cursó las comisuras de sus labios y negó con la cabeza.

—No seas tan superficial.

—¿Y qué puede tener de bonito dos tajones enormes en mis brazos?

—En parte, el significado detrás.

—Que se me rompieron todos los huesos del brazo en ese accidente. Buena respuesta, Soobin —me reí.

—La resiliencia.

Se me borró la sonrisa de la cara y sus ojos se encontraron con los míos en un ambiente mucho más serio. Su interpretación me hizo sentir estúpido.

—Entiendo que te puedo sentir inseguro con ellas, pero eso no quita que seas la persona más valiente que conozco. Cositas estéticas que creo que le dicen a cualquiera que las vea, lo fuerte que eres, que somos, y solo en parte, porque solo nosotros sabemos todo lo que hemos pasado y lo difícil que ha sido.

Las intenciones de sus palabras estaban empezando a llegar a la parte más recóndita de mi pensar. Miré mis cicatrices de nuevo, reflexionando sobre sus palabras.

—Si te quieres tatuar, está bien, si quieres ocultarlas, también. No son recordatorio de algo bonito, pero son prueba de que seguimos aquí, y agradezco cada maldito día de mi vida que los cuatro lo estemos.

Lo había dicho con tanta sinceridad, con tanto sentimiento... que una vez más me hizo cuestionarme mi existencia entera, más porque en ese momento no tenía una base firme de ello.

—Cuatro... —Cada vez que los mencionaban era como volver a recibir esas noticias impactantes y dolorosas. Por alguna razón, siempre me costó aceptar que yo había sido víctima de una situación tan deprimente, pero no le expuse a Soobin mis sentimientos de aquel día, no lo vi necesario—. Mamá dijo algo del cumpleaños de ese chico, Taehyun.

—Su cumpleaños es pronto y creo que ninguno de los dos tiene un traje decente. Pidió etiqueta, ¿recuerdas?

—No tengo, es verdad. Mmm... cualquiera negro está bien.

—Hay muchos diseños, ya elegirás uno.

—¿Me mandaras foto?

—No, irás conmigo.

Mi ansiedad no me lo permitía. Podía hacerlo, pero mi cuerpo y mente iban a matarme.

—¿Qué? No quiero ir.

—¿Razón o motivo?

—¿Y preguntas? ¿Cómo voy a salir así? —Me señalé.

—No entiendo, has estado saliendo para tus terapias muy bien.

—Del hospital a casa y viceversa, no a otros sitios

—¿Cuál es el probelma?

—¿Estás viendo mi apariencia?

Yo sabía que Soobin estaba leyendo entre líneas, porque frunció el ceño.

—Sí, y te ves lindo como siempre, no entiendo el problema.

—No quiero llamar la atención, Soobin. Un chico en silla de ruedas, con dos cicatrices horribles en los brazos, y encima con este color de cabello asqueroso...

Aj, odiaba hablar de cosas que me hacen sentir inseguro, feo e inútil, Pero tenía que hacerle entender para que no me presionara; no obstante, eso no quiere decir que fuera fácil mantenerle la mirada, por lo que la bajé evitando cualquier tipo de contacto visual: me incomodaba mucho, pero no por el hecho de que fuera él, yo ya había superado esa etapa; era justamente porque me sentía muy poca cosa y odiaba tener que decirlo en voz alta, pero no tenía opción.

Entonces sentí unos fríos dedos en mi barbilla, esta fue inclinada hacia su dirección para hablarme directamente, sin tapujos ni ataduras. Mi corazón se disparó dentro de mi pecho. ¿Cuál era la necesidad de acercarse tanto?

—Te acabas de describir —Se me detuvo la respiración por lo cerca que estaba, pero a él no pareció importarle, ni siquiera parecía hacerlo a propósito, era como natural para Soobin. Yo, por mi parte, no podía escapar aunque lo intentara, estaba atrapado entre su gran mano y el respaldar de cuero de la silla. —, ¿por qué lo haces sonar como algo malo?

Me esforcé en devolver mi concentración total en la conversación, al fin y al cabo esta era seria, y sobre mí.

—No sé —Bajé la mirada. No me gustó que se comportara así conmigo, que se tomara esas molestias, pero en parte, no podía negar que me transmitía ese algo que hacía que no lo apartara por completo. No quería herir sus nobles sentimientos de nuevo, además que sabía que solo estaba tocándome de esa forma porque quería devolverme la seguridad .

Sus dedos comenzaron acariciar casi imperceptiblemente. No había malicia en el tacto solo cariño, podía sentirlo.

—¿Crees que hay algo mal con este Yeonjun? Dime honestamente.

Fue desconsolador que al momento de pensar en la respuesta a la pregunta, en mi mente se formara una lista tan larga. Sin embargo, preferí resumirlo en una oración con la que sabía que Soobin no podría discutir.

—Muchas cosas. No recuerdo nada, Soobin.

Me arrepentí de mencionarlo tan pronto como vi a toda la esperanza y positivismo decaer y abandonar su cuerpo. Con cuidado soltó mi barbilla y se enderezó mejor.

—No me refería a eso.

—Igual, hay muchas cosas malas de dónde elegir.

Soobin exhaló viéndose frustrado, suavizando su mirada esta vez.

—Eres un chico hermoso sabes eso, ¿no?

Realmente tenía que detenerse con sus cumplidos, los odiaba, pero eso no evitaba que me pusiera rojo y que me avergonzara como nunca cada vez que hacía comentarios similares. No quise decir nada, lo dejé hablar.

—En esa silla de ruedas que dejarás pronto, cicatrices que nadie notará porque seguro que se la pasarán viendo tu rostro tan bonito, incluso con ese cabello amarillo que no te gusta pero te sienta perfectamente —Tincó suavemente en mi cabeza sacándome a la fuerza una sonrisa, él también mostrando su sonrisa cálida —. Todo lo que veo es a Yeonjun. Sigues siendo tú solo que un poco más fuerte que antes. Qué te importe un diablo lo que opinen los demás, lo único que siempre va a importar es lo que pienses tú mismo y los que en verdad te importan.

Como arrepentimiento actual, tengo entre los primeros lugares de mi lista el haber tratado tan fría y secamente a Soobin cuando él hacía de todo, literalmente de todo, para hacerme sentir mejor. Como al principio me costaba tanto hablar de mis sentimientos abiertamente, cuando ya me sentía demasiado vulnerable, decidía cambiar del tema o cerrarlo, pero no era que no me importara, solo necesitaba protección, y esa era mi defensa.

Y en esa oportunidad deseé escapar como nunca antes, de sus palabras y mirada.

—¿R-Realmente no pudiste elegir otro color?

Por una fracción de segundo quise saber qué pasaba por su mente, así que me animé a verlo: Había una sonrisa floja decorando su rostro, probablemente porque le había dado gracia que solo hubiera rescatado eso de todo lo que mencionó. Quería pensar que Soobin sabía en el fondo que sus palabras   habían calado en mí.

—Tenía que ser divertido.

Felizmente, Soobin mantuvo el ambiente bromista y amical después.

—No lo es —refunfuñé —. Yo te elegí el morado. —Y él sonrió, mostrando su dentadura. Entonces noté algo, el pensamiento simplemente vino a mi mente una vez que mencionamos los tintes—. Oye... Yo no he podido cambiarme el color porque estuve en coma, pero, ¿por qué te lo seguiste tiñendo de morado cuando pudiste cambiártelo? Sabes que el negro te queda mejor, vi fotos.

Pudo haberme parecido, pero vi la ilusión de una mirada triste por un momento, sin embargo, fue tan fugaz que no supe si había sido mi imaginación, porque parpadeé y él seguía sonriendo.

—Me gusta el morado —respondió con simpleza, alzando los hombros —, pero tienes razón, es hora de un cambio. Ahora que estamos los dos, podemos teñirnos ambos, claro, si quieres.

—¡Por favor! No sé porque no lo hice el primer día —admití riendo —. ¿Cuando?

—¿Gustas que sea hoy después de ir a la tienda?

Suspiré sabiendo que no me dejaría salirme con la mía.

—¿En serio debo ir?

—Si quieres comprar el tinte y un traje que te guste, sí, no sé cuál te gustaría, en ambos casos.

—Ugh, bien, pero que sea rápido.

Cuando cruzamos la puerta del mall, recuerdo que casi me da un paro cardíaco.

Personas por doquier, era demasiada bulla después de haber estado semanas acostumbrado a tratar con las cinco mismas personas y a un silencio consumidor. No me sentía cómodo, es más, me estaba dando un ataque de paranoia. En mi cabeza todos me miraban con burla, pero en la realidad, nadie lo hacía, sino más con curiosidad, y quiza hasta pena, lo cual detesté desde lo más profundo de mi ser, porque yo nunca le había provocado esa reacción a alguien.

No quería ser objeto de burla, ni de pena, pero de nuevo: desde que desperté, ¿qué había sido mi elección?

Cerré los ojos inspirando aire, pues mis pulmones ya se sentían llenos por la angustia; me aferré a los posaderos de la silla con tanta fuerza que me dolieron los nudillos. Tenía que tranquilizarme o colapsaría... Había sido una mala idea ir, lo sabía.

Mi silla giró abruptamente y la velocidad con la que íbamos, aumentó. Ni siquiera abrí los ojos para ver a dónde me estaba llevando Soobin, estaba más concentrado en no morir ahogado.

—Yeonjun —Sentí un pequeño sacudoncito en mi hombro —. Yeonjun —presionó, pero no hice caso —. Vamos Junnie, mírame —Y como a la tercera es la vencida, me rendí y abrí los ojos de golpe.

Mi mirada estuvo desenfocada por segundos, pero cuando ese efecto pasó, pude ver con claridad a Soobin, cerca mío, de cuclillas, demasiado cerca para mi gusto. Al parecer estábamos en el baño del mall, felizmente solos.

Su mano sobre la mía en el reposabrazos me hizo exhalar todo el aire que tenía acumulado. Nunca me había sentido tan pequeño en comparación a alguien.

Me acarició los nudillos con suavidad, y su mirada, dios santo... En ese momento no lo pensé mucho, más bien le agradecí mentalmente que estuviera ahí para mí, porque fue paliativo.

Me susurró que me calmara y así lo hice, no cuestionando nada; porque por más que yo no pudiera recordarlo, siempre fue su voz la que me hizo sentir en paz. Dicen que los ojos son el portal del alma, entonces eso explicaba porque yo al ver los suyos, me sentí protegido. Si yo no podía recordarlo, el Yeonjun que vivía en mi cuerpo, lo hacía.

—No - estás - solo, Yeonjun —Se tomó la molestia de enfatizar palabra por palabra para darme la seguridad, todo esto mientras me miraba con una seguridad que casi no había visto en él —No estás en peligro —Me sonrió, y esa fue la gota que colmó todo —Estoy aquí contigo. No hay nada de malo en esto. Solo somos dos chicos yendo de compras, recuerda lo que te dije más temprano. No tienes porque avergonzarte de nada, ¿entendido?

De repente todo era más nítido, y el oxígeno más puro.

—O-Okey.

Esa sonrisa se hizo más grande.

—Vamos.

Se levantó e iba a volver detrás de mi silla para empujarme de esta, pero antes de que lo hiciera,  mi llamado lo detuvo.

—¿Soobin?

Volteó a verme con las cejas arqueadas. Yo no era un chico de muchas palabras, pero esperaba que aquella única pudiera expresar aunque sea una cuarta parte de lo que estaba sintiendo. Quería decirlo, y lo hice con una sonrisa sincera.

—Gracias.

Lo que siguió de nuestra tarde fue en medio de lo cotidiano, lo mejor. Hasta fue divertido. Como la tienda que habíamos elegido para comprar los ternos era en sí pequeña y no había más clientes a parte de nosotros, fue un ambiente cálido, bromista y hasta hogareño gracias a sus chistes y ocurrencias.

Probarnos ropa, discutir sobre moda, modelar, etc. Hasta la señorita que atendía se unió a nuestro pequeño debate/ show de moda. Debo admitir que me divertí más de lo que esperé. Fue realmente un alivio que todo terminara tan bien.

Una vez compramos los ternos, pasamos por otra tienda para elegir los tintes de cabello. Los dos optamos por colores oscuros, yo negro y el un castaño oscuro. Curiosamente, algo tan simple me tenía tan emocionado como un niño pequeño.

Llegando a casa, lo primero que hice fue pedir ese cambio de look que tanto añoraba.

—¡Hora de los tintes!

—¡Ya voy! —rió exclamando desde la sala

Los dos subimos al baño de mi cuarto y fue ahí donde empezó la magia de la transformación.

Creía que íbamos a teñirnos a la par, pero por insistencia suya, y bueno, emoción mía también, quiso darle atención a mi cuero cabelludo antes. Y sí, él quiso darle atención, insistió que debía hacerlo porque como yo no podía verme la nuca, seguro terminaría dejando zonas mal teñidas, y como también podía estar en lo cierto, preferí no arriesgarme. Se puso los guantes de plástico que venían en el paquete y también manos a la obra.

Cerré los ojos tan pronto sentí sus dedos masajeando.

—Ah, esto es relajante...

Oí una risilla tierna.

—¿Te hace cosquillas?

Nunca había recibido un masaje en la cabeza, para ser la primera vez, me gustó, fue realmente relajante.

—Mmm, creo que ya está —comentó después de unos minutos —, veo que todo está cubierto de negro.

Me revisé en el espejo, y efectivamente, hasta parte de mi frente y orejas.

—Esto sale de la piel, ¿no?

—Ojalá.

Lo miré feo y se rió de nuevo. Su risa aparte de bonita era contagiosa, madre mía.

Soobin se sacó los guantes manchados, los botó en el tacho de basura y nos sacó del baño.

—Bien, ahora te toca a ti.

—Dejemos que el color repose unos minutos. Y antes de eso, iré a cocinarte el almuerzo.

—¿Y tu tinte?

—Después de que comas, chico impaciente. Picaré unas verduras con arroz, algo simple, luego te lavamos el cabello y vas a poder comer tranquilo y feliz.

—Mmm... Bien, entonces te espero aquí, supongo.

—Precisamente, esperame aquí, ya vuelvo.

Soobin bajó a hacer lo que dijo, y mientras tanto, me puse a ver una serie en mi celular. Como la trama estaba buena, el tiempo pasó volando, y cuando menos lo esperé, Soobin ya estaba de vuelta conmigo, ayudándome a lavar mi cabeza.

Eché la cabeza hacia atrás en el lavabo, dejando que el agua tibia cayera y sus dedos masajearan mi cuero cabelludo.

—Mmm... podría quedarme así todo el día —Después de todo el reciente estrés, era lo que necesitaba.

Soobin exhaló agraciado, sin cesar su tarea.

—Te tendrías que buscar otro peluquero, porque este ya se tiene que ir.

—Oh... —La idea de quedarme solo de nuevo no me agradó, cada día era más aburrido el tener que sobrellevarlo —. Yo... yo creí que te quedarías a teñirte y al almuerzo.

—Volveré, descuida, solo debo hacer un recojo rápido —Dejé de sentir el agua tibia, siendo esta reemplazada por una sensación helada debido al ambiente frío seco. Soobin fue rápido al pasarme la toalla que estaba detrás suyo. La colocó por encima con cuidado, secando con movimientos gentiles —. Está listo. Vamos abajo.

Parecía más apurado de lo usual, de hecho estaba casi trotando. Cuando me dejó en el primer piso, vi que mi plato ya estaba lleno, acompañado de un vaso de agua, cubiertos, servilleta y hasta un individual. Solo había uno: no tenía la intención que quedarse.

Sus llaves estaban sobre la mesa, las tomó decidido a irse, pero yo ya había notado algo raro desde que estuvimos en mi baño; sin embargo, en la sala, con una mejor iluminación, lo confirmé.

—Soobin...

Hizo caso omiso, revisó la hora en su celular y lo guardó en su bolsillo con una mueca.

Estaba pálido, muy pálido.

—Diablos, voy tarde. T-Tengo que ir a recoger unas pinturas, demoraré un poco. Mientras vuelvo, come y a-avanza tus calentamientos.

Algo claramente no estaba bien, su piel empezó a verse perlada por la fina capa de sudor que la cubría, se podía ver a leguas que su respiración no era uniforme. Su estado general cambió en cuestión de segundos.

—B-Bien, ya me voy. —Mi preocupación se disparó cuando lo vi apoyarse de más en una silla del comedor. Con cada segundo estaba más pálido, casi verde, se veía enfermo. Me dio mucha ansiedad el no poder pararme a asistirlo.

—¿Soobin? —Eso había salido con la misma fuerza con la que maullaría un gatito asustado, probablemente porque yo lo estaba. Siempre fui muy nervioso.

Cerró los ojos, y de dónde se estaba agarrando, apretó la esquina de madera.

—¿Soobin, qué ocurre?

—Estoy bien —suspiró. Quería pretender estarlo, porque me intentó sonreír, mas sus labios partidos y resecos fueron delatadores —, solo me mareé un poco, no comí mucho en el desayuno, d-debe ser eso.

No podía decirme que estaba bien si su rostro estaba casi verde.

—Soobin, mejor siéntate un segundo.

Me acerqué con prontitud con mi silla, Soobin sudaba frío.

Viéndose más débil y con movimientos mucho más torpes y casi ciegos, volvió a sacar su celular para ver fugazmente la hora y luego guardarlo en el mismo sitio.

—Carajo... —Para ese punto ni siquiera podía hablar bien —. Son las 5:00, los de la distribuidoras son puntal-

Era evidente que sucedería, aún así cuando se dió, sentí un sacudón interno producto del susto, como si mi alma hubiera abandonado momentáneamente ni cuerpo.

Soobin solo cerró los ojos y cayó estrepitosamente al suelo; un sonido sordo y un golpe seco, ni un movimiento más. Nunca había visto a una persona colapsar de esa forma, por lo que mi pánico se incrementó.

Soobin se había desmayado, había caído al suelo como una bolsa inerte de papas, su cabeza había golpeado el suelo directamente, su piel blanca como la nieve, sudorosa...

—¡Soobin! —Me acerqué más a intentar que reaccionara con mis gritos, pero no lo hacía, en cambio sus respiraciones eran cada vez más lentas.

Como la persona nerviosa que era (y soy), desesperarme fue fácil.

—¡Soobin! ¡¡Soobin!!

Grité su nombre como si fuera un mantra una y otra vez, pero no reaccionaba, en lo más mínimo.

—¡SOOBIN, DESPIERTA! ¡SOOBIN!

Me dolía el pecho por la preocupación. Lo que más me frustraba era que desde mi silla de mierda no podía ayudar de ninguna forma, porque esta era demasiado alta y estaba demasiado lejos del suelo. Ni siquiera tenía mi celular conmigo, lo había olvidado en el piso de arriba. Pero no iba a quedarme sin hacer nada, mi mente tan solo entró en blanco, no pensé en las consecuencias, así que con mi razón nublada por el deseo de ayudarlo, me lancé de la silla, todo mi peso cayendo sobre mis rodillas.

—¡Ah!

Fue un dolor agudo en mis rodillas, una punzada de dolor insoportable, sentí como si todos los músculos de mi pierna fueran desgarrados uno por uno, y seguro eso había pasado, porque si el doctor me había dicho que no hiciera movimientos bruscos y que tuviera paciencia, era por algo.

Mis lágrimas de dolor no importaron en ese momento, era algo manejable, o por lo menos, eso esperaba.

Acerqué mis manos a su rostro con cuidado, despegué los cabellos gruesos sudados de su frente a la vez que revisaba su respiración: estable, más o menos...

Ya no sabía si estaba llorando por el dolor o por la preocupación y ansiedad, tal vez fueron ambos.

—Soobin, responde —rogué con una sensación prieta en la garganta, pero de nuevo, nada.

Su apariencia tan enferma me hizo sentir terrible, a pesar de que no fuera mi culpa. Maldije en voz alta, la situación me había asustado mucho. Sin embargo, si no buscaba una solución pronto, algo me decía que las cosas podrían terminar mal.

Nunca antes había actuado con tanta rapidez. Mis manos temblorosas buscaron su celular en el bolsillo, pero al intentar desbloquearlo, me di cuenta de que estaba bloqueado. En ese momento, no me quedó más opción que llamar a emergencias, ya que era la única función que el celular permitía sin necesidad de desbloquearlo.

—¡Una ambulancia, por favor!

Proporcioné todos mis datos, incluyendo mi dirección, y al otro lado de la línea me aseguraron con firmeza que su respuesta sería inmediata, que no tardarían en llegar.

Casi estaba todo resuelto, la ayuda estaba en camino, aunque la situación seguía siendo terrible, al menos estaba respirando. Mis piernas ya no me dolían tanto. Sin embargo, no entendía por qué no podía contener las lágrimas. Odiaba llorar, maldita sea.

Una profunda oleada de pena me invadió mientras cuidaba de él. En el corto tiempo que lo conocía, había demostrado ser una persona increíblemente buena y amable. Verlo sufrir por las injusticias y dificultades que enfrentaba a diario me rompía el corazón. Sostenía su mano fría en su inconsciencia, apretándola con el cariño que había crecido en mí en tan poco tiempo. Era mucho más de lo que había esperado. En ese momento, me pregunté cómo el universo podía ser tan injusto.

—Tranquilo Binnie, estaremos bien.

Pasé varias horas en la sala de espera, lo que me dio tiempo para pensar en muchas cosas. Cuando finalmente llegaron mis padres y les conté lo que había sucedido, intentaron tranquilizarme al decirme que el chico estaba a salvo y mejorando. Aunque esas palabras no aliviaron por completo mi preocupación, al menos me dieron algo de consuelo. Sin embargo, cuando les expliqué la serie de eventos que me llevaron a llamar a la ambulancia, sus rostros reflejaron desaprobación, y sabía que vendría un sermón, el cual también me llegó por parte de mi doctor. Me aseguró que me había lastimado los músculos y las articulaciones, lo que significaba un retraso en mi proceso de recuperación en terapia. El doctor señaló que no debería haberme arriesgado de esa manera, pero yo solo había intentado ayudar. Sin embargo, preferí guardarme eso, no le diría a Soobin nada pues no deseaba cargarlo con una culpa innecesaria.

Como mencioné antes, me quedé reflexionando sobre muchas cosas, y una de ellas era la irónica inversión de roles en nuestra situación. Cuántas noches, días y semanas... Maldita sea. Durante un año él había estado en el hospital para acompañarme día tras día, y ahora era yo quien estaba esperándolo en una sala de hospital. Qué ironía, qué triste. ¿Acaso nuestra historia siempre estaría relacionada con salas de hospitales?

Minutos después, mis padres aparecieron y me dijeron que podía ingresar a su habitación, ya que había despertado. Una mezcla de ansiedad y nerviosismo se apoderó de mí después de todo lo que había pasado. Me sentía un poco avergonzado por haber llorado y desesperado de esa manera, pero considerando la delicadeza de la situación, esperaba que él lo entendiera y no se burlara de mí, aunque sabía que él no era capaz de hacerlo.

Ingresé tímidamente y lo vi postrado en la camilla, lucía aún pálido, pero mucho mejor que cuando se desmayó. Había recuperado algo de color en su rostro; sus labios estaban rosados y sus ojos parecían más vivos. Fue un alivio verdadero. Ingresé con una sonrisa tímida, la cual él respondió de inmediato.

—Hola —le dije, entrando torpemente

—Hola —me saludó de vuelta.

Suspiré porque realmente no sabía cómo iniciar la conversación. .

—¿Cómo te sientes?

Su sonrisa desapareció, suspiró antes de responder.

—Tus padres me contaron lo que hiciste —dijo mirándome con seriedad.

En ese momento, me sentí incómodo porque no quería que todos se enteraran de lo que había hecho. Él continuó:

—Te pudiste haber lastimado, Yeonjun. No vuelvas a hacer eso.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero sentí un calor reconfortante en mi interior al darme cuenta de cuánto le importaba mi bienestar. Su preocupación por mí, incluso en un momento tan delicado, me dejó asombrado. Sabía que se preocupaba por mí, pero su nivel de amor y consideración era diferente.

Me explicó que el doctor había dicho que todo estaba bien, y que en poco tiempo terminaría el suero y podría irse a casa. Aunque yo asentí y dije que estaba bien, no quería quedarme solo en la habitación con él. No era que me sintiera incómodo con él, sino que simplemente quería alejarme de toda esa situación tan emotiva. Entonces, inventé una excusa sobre ir a comprar algo de comer en las máquinas expendedoras y salí de la habitación.

Saliendo fui a sentarme con mis padres de nuevo, como ellos se habían ofrecido a llevar a Soobin a su departamento porque aún estaba débil, obviamente debíamos esperarlo, entonces para eso matamos el tiempo conversando un poco de cómo nos había ido en el día: Elogiaron mi cambio de look y también les conté que habíamos comprado los ternos para el cumpleaños de Taehyun, ya se los mostraría en casa.

Poco tiempo después, vimos a Soobin salir de su habitación. Verlo de pie nuevamente fue un gran alivio. Mientras lo observaba, me invadió el deseo de querer salir pronto de ese lugar, pues
los hospitales me resultaban cada vez más tediosos, especialmente porque tenía que visitarlos casi a diario.

Se acercó a nosotros con una sonrisa cálida.

—Espérenme un segundo aquí, voy a firmar algunos papeles para que me den el alta.

Luego, Soobin se encaminó hacia recepción, y mientras esperábamos, anticipé que llenaría los papeles necesarios y regresaría pronto. No obstante, mi atención se desvió hacia otro chico que estaba apoyado en la puerta de entrada del hospital. Cuando notó a Soobin, se aproximó a él, y comenzaron a entablar una conversación animada. Este nuevo individuo, aparentemente mayor que nosotros, destacaba por su cabello largo que llegaba hasta la nuca, decorado con tatuajes y piercings. Sus ajustados jeans rasgados, combinados con un polo negro, evidenciaban un físico trabajado, indicando su dedicación al ejercicio. Mi sorpresa no pasó desapercibida para mi madre, quien respondió a mi interrogante implícita.

— Oh, ese hombre estuvo aquí hace unas horas cuando Soobin ingresó al hospital, pero luego se fue. Al parecer, ha vuelto.

Mis cejas se arquearon inconscientemente. La situación me parecía extraña, como si algo no encajara del todo. En ese momento, no entendía por qué me sentía así, dado que no conocía al chico en absoluto; era la primera vez que lo veía.

Manteniendo la mirada fija en él, me acerqué a mi madre para hacerle otra pregunta.

—¿Sabes quién es?

—Mmm, Soobin mencionó que era amigo suyo.

No podía detener mis preguntas ni frenar mi curiosidad.

—¿Sabes cómo se llama?

— Jungkook, creo, no estoy segura, cielo.

Las cejas se me fruncieron más involuntariamente, casi se fusionaron en una sola. Mi mente estaba llena de pensamientos confusos, y aunque siempre me había esforzado por no juzgar a las personas por su apariencia o antes de conocerlas, este caso me desconcertaba profundamente, incluso antes de descubrir la verdad.

De repente, un dolor punzante atravesó mi cabeza, como un agudo zumbido.

No era posible.

— ¿J-Jungkook?

Nota:

Cap largo porque hacía falta. Besitos <3

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