CYJ
Dicen que Dios ayuda a quien madrugada...
Sin embargo, esa madrugada, eran las 6:00 am; mi madre me había despertado, me moría de sueño y frío, y todo esto para recibir una noticia más que desalentadora.
—¿Por qué tengo que volver al hospital? —me quejé cerca de llorar ni bien habló mi madre. Ya tenía que ir varias veces al día por las terapias, que me dijera que ese día sería internado, al parecer, por todo el día, obviamente me dejaba en una posición incómoda, repleto de preguntas.
Ella estaba sentada en una esquina de mi cama, con su falda de tubo, su moño afirmado con gel y su camisa blanca e impecable, maquillada y bonita como siempre, lista para ir a su trabajo. Yo apenas cobraba conciencia cuando vino con las nuevas. Supe que no era nada bueno cuando tomó mi mano y la acarició por sobre las sábanas que aún cubrían parte de mi cuerpo.
—Déjame hablar, Junnie —suspiró exasperada —. Como te dije, será solo por hoy. No ocurrió nada terrible, solo que en tus últimos exámenes de sangre, hubo algunas cifras con valores por debajo de lo normal, eso es todo. Te van a administrar algunas vitaminas y demás por intravenosa.
—¿Y por qué tiene que ser todo el día?
—Bien sabes que eso demora, además, me parece que van a hacerte más exámenes, así que hoy no hay terapia.
—No quiero... —me quejé con un puchero inevitable, sacudiendo nuestras manos juntas.
—Corazón... —Me miró con dulzura y una pizca de tristeza —. Yo sé que estás cansado, pero es importante hacer un seguimiento. Si vas todos los días con Soobin, ¿por qué te agobia tanto?
—Ma, no es el lugar el problema —expliqué —. De hecho, le estoy encontrando sentido a las terapias y me gusta porque ahora hay ciertos avances. Lo que no me gusta es el hecho de estar recostado de nuevo. Por más que no me acuerde de nada, las habitaciones del hospital me dan muy mala vibra.
—Lo entiendo, cielo, es un lugar feo. A nadie le gusta, pero no tenemos opción. Para que no te aburras puedes llevar tu celular o laptop mientras esperas, pero de que vas, vas.
—Creo que voy a dormir, estoy agotado, odio que me despierten tan temprano, sigo con sueño.
Mi madre sonrió ladina, como entendiendo. De pronto, se levantó soltando mi mano, alisó su falda y carraspeó.
—¿Por qué tiene que ser a las 6:00 am?
—El doctor tiene demasiados pacientes después de las 8:00 am y no tenemos cita previa, también quiere hablar contigo. Alístate, ¿sí? Tu padre nos está haciendo el desayuno, te dejamos en manos del doctor y nos vamos a trabajar. Soobin irá a hacerte compañía después de sus clases.
Eso más, fantástico.
Un día más intentando sacar tema de conversación para evitar silencios incómodos. Estaba por quedarme sin ideas.
Me preguntaba cuando acabaría todo aquello.
El día pasó demasiado lento, tan lento que estaba por tener una rabieta.
6: 45 am... Ya eran las 3:00 pm. Me dolía la espalda, el culo y la cabeza. Incluso había dormido unas dos horas, pero estaba tan incómodo con esa cosa inyectada en mi brazo que no pude más. Me hubiera gustado poder estirar las piernas un poco y caminar quizás, pero considerando que estas estaban peor que gelatina y no podía ni mantenerme de pie por más de dos segundos, por obvias razones esa idea fue descartada.
Cada minuto parecía constar de otros veinte... Era la tercera bolsa... creo.
Solo quería desaparecer, estaba harto, odiaba frustrarme tan fácilmente, lo que me hacía sentir peor. Por mi mal humor incluso traté mal a una enfermera, de lo cual me arrepentí tarde por supuesto, para variar.
No sé si decir para mi buena o mala suerte, pero minutos después, la puerta se abrió, revelando a quien ya esperaba desde hace tiempo.
—Hey —saludó sonriente Soobin. Una vez dentro, cerró la puerta.
Lo vi con atención. No era por ser juzgón, pero como que lo observé de pies a cabeza. Lo había notado desde la primera vez que lo vi, solo que con cada encuentro se hacía más obvio: Soobin tenía un estilo particular para vestirse, siempre colorido, jovial, pero a su vez simple y que de alguna forma combinaba. Algo que definitivamente yo no usaría, pero suponía que tenía que ver con sus dotes artísticos. Con razón aparentaba ser más joven de lo que en realidad era...
Ese día lleva un binnie verde casi fosforescente, una camisa amarilla, por dentro una camiseta blanca y unos jeans. Parecía un niño skater, se veía adorable, debo admitir, el pensamiento me hizo sonreír.
Su cabello, su ropa, incluso su personalidad, todo en él era una explosión de colores.
—Te ves contento —mencionó dejando su mochila negra en la mesa de la esquina de la habitación.
Sí; no iba a decirle que en realidad mi día había sido una mierda, lo veía innecesario.
Soobin siguió hablando ante mi silencio.
—Lamento la demora —se excusó y atrajo uno de los bancos que había en la habitación para sentarse cerca —. Mis clases terminaron a eso del mediodía, pero alguien vio uno de mis anuncios en Facebook y me pidió hacer un cuadro, así que aproveché para comprar el material, de ahí me fue a recoger esto... —De uno de sus bolsillos sacó un chip y me lo extendió en su palma.
Lo miré con extrañeza. ¿Me lo estaba dando? ¿Qué se supone que tenía que hacer con eso?
—¿Tienes tu celular? —preguntó en cambio.
Frunciendo el ceño, asentí. Lo había guardado en el maletín que estaba debajo de la camilla.
—¿Lo ponemos de una vez?
—Ok, no estoy entendiendo nada —me sinceré.
—¿Tus padres no te dijeron nada?
Negué con la cabeza, a la expectativa.
—Oh, seguro se les pasó, están con mucho trabajo.
—Lo sé, entonces, ¿cuál es el asunto?
—Oh sí, este es tu chip —prosiguió —. Lo sacaron de tu celular cuando todo pasó y se lo devolvieron a la empresa telefónica con una orden de congelamiento. No pude traerlo antes porque había que hacer un poco de papeleo. —Me lo volvió a extender.
Ahora ya menos confundido, lo recibí y miré al pequeño objeto entre mis dedos.
—¿No hubiera sido más sencillo solo apagar el celular y ya? —pregunté con genuina curiosidad. No entendí porque tanta cosa por un chip.
—Cuando hay inactividad por parte de un usuario, es decir, no realiza los pagos, etc. Él número queda a la intemperie por así decirlo y la compañía puede dárselo a otro usuario, entonces, para evitar eso, tus padres lo congelaron para que no perdieras tus contactos y demás cuando despertaras.
Ellos siempre tuvieron fe de que yo despertaría... Felizmente lo hice.
—Entiendo... —musité algo abrumado por la nueva información. Mis padres habían mencionado algo cuando les pregunté por mi chip, pero no se molestaron en explicármelo bien, solo dijeron que lo tendría pronto.
—Mientras lo vas poniendo, iré por un café. Estoy muerto, necesito cafeína.
Sin más se paró y se fue. Ese día aprendí nuevo sobre él: amaba el café, o quizás necesitaba la cafeína en sí; fuera como fuera, siempre lo veía con un vasito de café en mano. Se me hacía curioso.
Cuando volvió, yo ya había puesto el chip, el aparato empezó a vibrar como metralleta por las notificaciones, pero me lo esperaba, había sido un año.
Cuando Soobin volvió a sentarse, me percaté que también había traído una botella que contenía líquido espeso rosado.
—Te traje jugo de fresa —dijo y colocó la botella de vidrio en la mesita que estaba a lado de mi camilla —. Me olvidé de preguntar si querías algo, pero por la hora supuse que querías algo fresco.
Me quede con los ojos bien abiertos mientras modulada un "gracias". Me aterraba un poco que Soobin me conociera tan bien. Literalmente una hora antes de que él llegara, había llamado a mamá para pedirle que me trajera jugo de fresa a casa en cuanto volviera del trabajo, mi favorito.
—¿Por qué esa cara? ¿Todo bien? Si es por el jugo, puedo ir a traer otra cosa, pero que no sea muy pesado, le pregunté a Samantha antes de comprar y me dijo que nada pesado o con mucho condimento o azúcar. El jugo que te traje es natural.
¿Soobin podía leer mentes, o solo la mía?
—No, está bien, gracias por el jugo. —Le sonreí agradecido.
Su sonrisa de labios cerrados me irritó un poco. ¿Cómo podía existir alguien tan amable?
—¿Ya viste tu mensajería?
Cierto, el aparato ya había dejado de sonar.
Volví a prenderlo y entré a la aplicación: Tenía clave de números. Ya lo sabía, la primera vez que intenté ingresar lo vi.
Mi celular en sí no lo hacía, pero ciertas aplicaciones tenían, como esa o la de las fotos.
—No la recuerdo —confesé avergonzado mordiendo mi labio inferior. El puto chip en vano.
Estaba por renegar de nuevo, hasta que Soobin habló, me dictó un número.
"05-12-94".
Lo miré confundido un segundo, sin embargo, al colocar esos números, la aplicación abrió.
No iba a preguntar cómo lo sabía, era obvio. Al parecer la confianza no era nuestro punto débil.
—¿Qué es? —Quise saber.
Soobin se ruborizó por alguna razón, miró a la ventana.
—Nada importante.
Sentí que estaba mintiendo, pero no lo presioné; estaba más concentrado en ver lo que aguardaba en esa pantalla brillante.
Y como lo supuse, muchos mensajes sin leer.
Deslicé mi dedo hacia abajo y los mensajes sin leer parecían nunca terminar. Hasta yo mismo me sorprendí. Me esperé tener mensajes, pero no tantos, de tanta gente.
—Dios...
—Eres un chico bastante querido, Yeonjun.
No es por exagerar, eran más de cien. Los mensajes más antiguos eran cosas irrelevantes, otros eran plegarias hacia mi persona, otros eran testamentos disfrazados de bombas lacrimógenas, y los más recientes, que eran la mayoría, eran mensajes expresando felicidad al saber que había despertado.
"¡Es un milagro!"
"¡Lo sabía, Dios es bondadoso!"
"Estaba aterrada de no volver saber de ti"
"Por fin TT"
"¡GRACIAS AL CIELO!"
"Eres más fuerte de lo que aparentas, huh. Bienvenido"
"¡Estoy llorando de felicidad! Apenas puedas, llámame, todos te hemos extrañado como no tienes idea"
"Sabía que volverías TT, tenemos que salir"
"Me debes mil abrazos de todas esas veces que lloré pensando en ti, estúpido"
"Joder, el susto que nos diste, ¡ven ya!"
Muchos, muchísimos más.
Los ojos se me aguaron un poquito. Tal vez no estaba tan solo como me sentía.
Mordí mi labio para intentar retener esos impulsos que decían que llore. No, no lo haría, las lágrimas ya no serían parte de mi vida.
Pude reconocer algunos nombres; familiares y amigos de la escuela, pero de la gran mayoría no tenía ni idea.
—Esto es... —Me permití hablar al recordar que no estaba solo en esa habitación. No podía dejar de ver la pantalla en mi celular —. Se siente tan irreal. Es... wow... no sé qué decir. Es solo que... Estoy muy agradecido.
Después de un momento escuché a Soobin musitar casi sin aliento.
—Lo sé.
—P-Pero, no recuerdo a estas personas —Y más allá de frustrarme, me instalaba una dolorosa pena.
—Mmm... Creo que puedo ayudar con eso.
Levanté mi vista del celular para ver a Soobin, él se había apegado un poco más a mí en su banquito para alcanzar a ver la pantalla. Estaba concentrado en eso.
Eran mis mensajes, mi privacidad, pero por alguna razón no sentí que estuviera invadiéndola. Curioso, porque solía molestarme con Yeonwoo cuando intentaba ver mis conversaciones.
—Díctame los nombres que no conozcas, para que tengas siquiera una idea de quiénes son.
—Bien —acepté sin más. Por lo menos me ayudaría a saber un par de los tantos que eran. Dudaba mucho que conociera a todos —. Lia.
—Universidad —respondió con confianza.
—Juyeon.
—Universidad.
—Chaeryeong.
—Universidad.
—Jihoon
—Universidad.
Intercale mirada entre él y la pantalla, suspicaz.
—Jihyo, Daniel, Irene, Yoon...
—También universidad.
—¿Todos estudian Arquitectura conmigo?
—No, solo los primeros que dijiste, Yoon también. Jihyo, Daniel e Irene son mayores y estudian otra cosa.
Ahora, pregunta seria, ¿cómo sabía tanto?
—¿Te parece si ahora me dices así? Respuestas más completas.
—¿Crees que te ayude a recordar?
—Es una posibilidad.
Su asentimiento fue bandera verde para mí. Y como parecía saberlo todo, le pregunté por cada nombre que desconocía.
—Yeri.
—Arquitectura contigo, pero es mayor.
—Mía, Onda.
—Tu año, pero son de otra universidad, psicología, creo.
—¿Cómo las conozco? —No podía saber eso también, ¿o sí?
—En una fiesta. No te haces una idea de la cantidad de gente que hemos conocido en fiestas, eventos universitarios y en la misma universidad. Creo que más de la mitad de tus contactos son de la etapa universitaria.
Sorprendente. Era sorprendente y quizá un poco arrogante por su parte que creyera saber todo sobre mi vida.
—Doyoung, Mark, Yedam...
—Todos de la universidad, de diferentes, Danza y Yedam estudia producción musical, ¿o era canto? Ay, no recuerdo, pero algo relacionado a la música.
—Arin.
—Ella estudia conmigo artes.
Eso me dejó pensando, si yo era amigo de sus amigos, eso explicaba por qué él lo era de los míos. Deduje que teníamos el mismo círculo social, o bueno, por lo menos compartíamos muchos amigos en común.
—¿Hui?
—Ah, él es novio de Soojin.
—Espera, ¿conoces a Soojin? —Soojin es de mi promoción del colegio, mejor amiga de Yeonwoo, Ia conocía desde mucho antes, o sea, mucho antes de él y todo aquel drama, por lo que se me hizo más que extraño que supiera de ella.
—Claro, la conocí a ella y a Hui en tu reunión de ex alumnos.
Y hasta ahí llegan mis recuerdos.
—¿Te lleve? —pregunté incrédulo, quizá un poco más agresivo/ disgustado de lo que debió ser.
Soobin esbozó una mueca algo incómoda, luego una sonrisa pequeña ladina, luego asintió.
—¿Entonces conoces a mis amigos de escuela? —Volví a preguntar cada vez más impresionado —. ¿Keeho, Serim, Changbin?
Asintió de nuevo.
Realmente, ¿cuál era el alcance de nuestra relación? ¿Por qué él parecía más dueño de mi vida que yo? ¿Por qué me conocía tan bien? ¿Cómo podía leerme con tanta facilidad? Habían sido dos años, dos malditos años de conocernos: un año de amigos y otro como pareja. Mi vida no podía haber cambiado tanto en tan poco tiempo.
Pero lo hizo.
No dije más, no quise saber más tampoco. Percibí la situación poco familiar y espeluznante.
Seguí bajando lentamente por los chats, intentando ignorar ese sentimiento de ansiedad que me abarcó después de esa pequeña conversación.
Pare al leer dos nombres, curiosamente uno debajo del otro.
"Maldito idiota, voy a golpearte cuando te vea, cómo te extrañe, joder. Necesito verte, tenemos que hablar, pero antes de eso me veo en la necesidad de pasearte el trasero mínimo unas 100 veces por haberme hecho pasar por ese infierno. Tranquilo, Soobin me contó de la amnesia, sé de dónde retomar la conversación, te voy a ayudar a recordar de a pocos. Sé que esto debe ser abrumador como la mierda, pero tranquilo, no será raro conmigo, llámame cuando puedas, te hago compañía en tu camilla."
El mensaje era de una semana atrás y un poco más. Por eso estaba algo abajito porque fue de los primeros en escribirme.
—Woo... —susurré. Acariciando con mi yema su nombre en la pantalla.
Amigos hay muchos, mejor amigo solo hay uno.
—Sobre eso... —musito Soobin —. Woo quiso venir apenas despertaste.
—¿Tú le dijiste?
—Tus padres y yo. Él estuvo tan pendiente de la situación como todos nosotros.
Sin poder evitarlo, sonreí. Me hizo sentir cálido, yo adoraba, adoro y adoraré siempre a ese idiota.
—¿Puede venir? —pregunté con emoción.
Soobin me sonrió, sereno.
—Pudo hacerlo desde el día uno, pero prefirió esperar a que tú se lo pudieras.
Algo parpadeó en la expresión de Soobin, identifiqué culpa, pero como desapareció tan pronto apareció, no estoy muy seguro.
—Quiero verlo.
—Puedes escribirle tú mismo —alentó con una sonrisa cerrada de hoyuelos, señaló el celular en mis manos.
De inmediato le escribí
"Estoy en el hospital, quinto piso, habitación M-4, ven y trae gomitas camufladas o no te dejo entrar. Por cierto, también te quiero, pedazo de inútil <3"
Su respuesta inmediata me hizo sonreír. Me necesitó tanto, huh.
Wooyoung me llamó, pero le colgué.
"Hablemos aquí"
"Mierda, casi lloro, no puedo creer que esté hablando contigo de nuevo. Vas a hacer que me salte clases, ¿estás orgulloso?
"No me sorprende nada de ti. Trae tu apestoso trasero aquí"
"Ahí voy, mi rey"
Ese idiota me hacía reír siempre. Solté una carcajada.
Por un momento sentí que Soobin me estaba observando, y no me equivoqué, porque lo atrapé mirándome con esos ojos, sonriendo embelesado, por más que lo intentó disimular tanto.
Se puso a toser, pero como que el color en sus mejillas no ayudaba mucho con su acto.
Y eso me pareció entrañable.
Muchas veces Soobin me hacía sonreír inconscientemente, me provocaba ternura en ciertos momentos, irritación en otros. Era un poco jocoso.
—Ya viene —le avisé, introduciendo un nuevo tema. No quería que se sintiera avergonzado con lo que acababa de pasar.
—S-Sí, creo que voy a hablar con él un poco también. M-Me voy yendo.
Tuve que hacer un gran esfuerzo por reprimir mi sonrisa. ¿Cómo este joven adulto podía ser tan... adorable?
—Supongo que eres amigo de Woo también.
Asintió.
—Mmm... Podrías quedarte hasta que venga...
Sus ojos se abrieron un poco más al oír mi petición. Su reacción me hizo sentir un poco mal: había sido tan patán con él que un poco de amabilidad de mi parte era así de sorpresivo.
—¿Seguro?
—Claro —Le sonreí —. Igual no tarda en llegar. Termina tu café y luego puedes irte a tu estudio, sé que tienes trabajo pendiente.
Asintió sonriente, renovado, como si alguien le hubiera cambiado la batería.
—Sí, bien, claro, perfecto.
Con un poquito de emoción de sobra, agarró el vaso de cartón de café y se lo llevó a los labios.
—Ah, verdad —dijo —, ¿quieres que te traiga un vaso de la cafetería para que tomes tu jugo?
—Está bien así, no te preocupes, puedo tomarlo de la misma botella.
—Es cierto, puedes. Pero no te gusta.
Ya no sé de qué me sorprendía. Una sonrisa cerrada de realización se dibujó en mi rostro.
—Tienes razón, pero no me molesta tampoco.
—Hay vasos en-
—En la máquina expendedora —complete por él —. Agradezco mucho el gesto, pero ahí solo hay de plástico y od-
—Odias lo poco firmes que son, lo sé —exhaló divertido como si estuviera reuniendo paciencia —. ¿Escuchaste la parte de "cafetería"? Me iba a prestar uno de ahí, de vidrio, ojo —aclaró con ligera gracia al final.
—Pero que yo sepa no prestan implementos...
—No lo hacen —Estuvo de acuerdo conmigo y asintiendo, tomó la botella de jugo de la mesa —, pero venir todos los días por un año entero, como que me permite darme ciertas libertades. —Me guiñó antes de girarse sobre sí mismo para salir de la habitación. El gesto fue... desconcertante, gracioso y extraño. Y sólo era un guiño. Por dentro estaba intentando calmar mis revoluciones, sobre todo quería entender cómo me sentía con aquello —. Ya vuelvo~ —canturreando salió.
Soobin era tan... raro.
Por un momento lo veía triste, luego estaba feliz, luego... No sé. Soobin era un individuo extraño, en el buen sentido.
Pensamientos sobre lo que habría sido nuestra relación me inundaron en el momento que los dejé pasar. Aproveché que estaba solo. Y por primera vez, pensándolo bien, me di cuenta que Soobin era probablemente la persona más amable y tierna que había conocido jamás, guapo también; no me iba a engañar. Una punzada de culpa me atravesó el tórax entero al comprender que alguien así de bueno, estaba pasándola mal por mi culpa, y encima, indirectamente.
Habría sido más fácil si yo no hubiera perdido mis recuerdos, pero debido a que la realidad era otra, no podía darle lo que quería, y eso era triste, hasta para mí.
El chico que me amaba de una forma irremediable, que me había acompañado en todo ese horrible proceso, aquel que había ido a pedir favores solo por un capricho mío, tenía que sobreponerse por alguien como yo, que hipócritamente leía con devoción el último mensaje de su aparente ex novia.
Dijeran lo que dijeran los demás, no cambió el hecho de que cuando leí su mensaje, una oleada de amor puro me revolcó en la orilla del pasado.
Yeonwoo.
No podía pensar en ella como mi ex si en mis recuerdos de un día antes de despertar, podía recordarnos a ambos diciéndonos "te amo" mutuamente, yo besando su mano y ella apoyándose en mi hombro mientras veíamos una película...
Soobin era un buen chico, en definitiva, pero así como yo hacía un esfuerzo por entenderlo, esperaba que los demás hicieran lo mismo conmigo cuando les expresara mis verdaderos sentimientos, por quien latía mi corazón.
El tema de la amnesia no era mi culpa, pero tampoco la de Soobin, y eso era lo que más me rompía.
"¡Yeonjun! Woo me llamó hace poco para decirme que estás despierto. Siempre supe que darías luchar, eres un guerrero, Junnie, lo hiciste TT"
"Sentí como si hubiera sido liberada después de mucho tiempo. Estoy muy muy muy feliz, no sabes cuanto TT. Espero poder verte pronto ^^"
No había corazones, no había motes cariñosos, no había nada. Era evidente te que habíamos roto. No me sentía así en lo absoluto.
Para entender un poco el porqué, me dispuse a subir en nuestro chat para leer conversaciones pasadas. No pude leer mucho, porque Soobin volvió, y no iba a ser tan cínico como para hacer eso en su cara, así que bloqueé el celular y lo puse contra mi regazo, recibiendo a Soobin con la sonrisa más natural posible, o por lo menos eso esperaba, que así se viera.
No obstante, cuando Soobin volvió, ni siquiera me prestó mucha atención, pues estaba hablando muy animadamente con alguien por el teléfono. Sus manos estaban ocupadas por el vaso y la botella de vidrio, por lo que su celular se sostenía gracias a la presión que ejercía su hombro por sobre su mejilla.
Esta vez no pude escuchar lo que decía la otra persona.
—Eres un tonto —Soobin regañó, de alguna forma oyéndose cariñoso y divertido. Apoyó el vaso en la mesita, abrió la botella y lo llenó —. Esas cosas no se olvidan, cuantas veces tengo que repetírtelo... —Entornó los ojos.
Me dio el vaso, lo recibí e inmediatamente me puse a beber en silencio, sorbo por sorbo, disfrutando sin apuros por más que tuviera una botella entera solo para mí.
Fresco y delicioso, la fresa nunca decepciona.
—¿Cómo que no encuentras tus pantalones? —preguntó Soobin tan sonriente que casi le llegaba a las orejas. Ya con las manos libres sostuvo el celular con normalidad, yéndose a sentar al fondo de la habitación, donde había un pequeño sillón de cuero negro —. Tienes que estar jodiéndome —rió. No lo había visto reír así nunca antes —. ¡Ew! ¡No quiero saber detalles, marrano asqueroso!
Escuchar conversaciones ajenas sin contexto siempre fue algo incómodo para mí. Apoyé el vaso en mi regazo y vi con mucho interés el contenido de este.
Rosa pastel, un color bonito.
—Quieres que vaya yo mismo y te golpee, huh.
Dirigí mi vista a la aguja atravesando mi carne. La sensación era fría, pero ya estaba acostumbrado.
—Detente o te juro por la mierda que no me voy a contener contigo hoy.
Me dispuse a terminar todo el contenido de mi vaso de un trago, estaba dándole el último trago, sintiendo que no debía estar escuchando sus risas escandalizadas, su conversación...
—¡JUNGKOOK!
Perdí el hilo de los acontecimientos después de eso.
Era blanco, negro, vacío, ensordecedor.
Solo sé que cuando reaccioné (cierto tiempo no identificable después) solo pude hacerlo porque la cara de Soobin estaba muy cerca a la mía, sus dedos firmes en mi barbilla obligándome a verlo, su ceño fruncido y su mirada preocupada sobre mi rostro, analizándome.
Estaba hablándome, pero su voz se oía tan lejana... Apenas podía sentir mi rostro, por alguna razón congelado, con los ojos bien abiertos, como si hubiera visto un fantasma. Sabía que tenía esa expresión en la cara.
Ni siquiera la cercanía de Soobin me sacó de quicio. Eran escalofríos en mi piel, un nudo en mi garganta, una presión en mi caja torácica.
Sentí a sus dedos firmes asegurando mi rostro, su mirada angustiada inquisitiva, su voz...
No comprendía lo que le había pasado a mi cuerpo, solo sé que fue una sensación horrenda, tan horrible como repentina.
—Yeonjun —Pude escuchar por fin. Probablemente había repetido mi nombre unas veinte veces antes de que yo reaccionara. Necesitaba aferrarme a algo, sentía que me iba a desmayar, mis músculos no se movían, joder. Me concentré en los labios de Soobin, los leí, invertí toda mi concentración en ello... poco a poco los sonidos dejaron de ser un pitido, volví a entender —. Cariño, mírame —Él me seguía inspeccionando, yo ya estaba regresando a la normalidad. Cuando por fin pude mover los ojos de nuevo, mi mirada se asentó en su celular apagado en su otra mano —. Voy a llamar al doctor —anunció a punto de soltar mi rostro.
Cuando dejé de sentir que mi cuerpo era una roca, por puro impulso, con mi mano atrapé su muñeca. Su mano no se movió de mi rostro y la mirada confundida que me dio, fue un restablecimiento.
—No —negué. Por alguna razón mi voz se sentía ajena. Sus ojos profundos tiritaron sobre los míos —. Estoy bien, Soobin, estoy bien.
No parecía creerme en lo absoluto.
Con una mirada aguda, seria y acongojada, colocó su otra mano por encima de mi agarre y acarició levemente, como pidiendo que lo soltara. Sentí el peso de su celular en mis piernas... Solo en ese momento pude darme cuenta de la fuerza que estaba ejerciendo en él.
Turbado por mi propio comportamiento, lo solté como si su piel quemara, entonces vi las marcas rojas de mis dedos en su piel lechosa.
Me inundó el pánico, vi a cualquier sitio menos a él.
—L-Lo siento. No sé qué me pasó. N-No entiendo lo...
Soobin tomó mis dos manos y me hizo callar, su acción inesperada hizo que volviera a fijarme en él.
—Yeonjun —enunció, firme. La ansiedad quería ahogarme, mas Soobin sería mi salvavidas —, tranquilo, ¿ok? No pasa nada, ya está. Todo está bien. Voy a traer al doctor, un momento, ¿sí? —En todo momento me miró a los ojos, asegurándose de transmitir seguridad, cosa que logró —. No demoraré ni un minuto. Ya vuelvo, mi niño, ya vuelvo.
Por más que ya me encontraba totalmente consciente, todo se seguía sintiendo muy lejano.
Soobin me acarició la cabeza antes de irse.
Qué carajos Qué carajos Qué carajos Qué carajos Qué carajos Qué carajos Qué carajos Qué carajos Qué carajos.
Me sentí tan vacío después de ese... episodio tan extraño. Es que... maldita sea, ni siquiera puedo ponerle nombre a esa cosa.
Soobin volvió en menos de un minuto, como dijo, corto de aire. Sé que me vio viendo los vidrios rotos en el suelo; no había mucho líquido entre ellos, eran en realidad gotas. También luego noté que un par de estas estaban en mi bata blanca.
Ya estaba más estable. Confundido y avergonzado como la mierda por supuesto, pero por lo menos no sentía que me caería a pedazos.
—Lo siento —dije más fuerte, firme. Todo era como un sueño febril. Me perdí en el espacio tiempo viendo esos vidrios rotos.
Ni siquiera me percaté cuando solté el vaso...
Con mi vista periférica vi a Soobin negar con la cabeza mientras se volvía a sentar en la banqueta.
—No tienes que disculparte de nada.
—No sé qué me pasó.
Y era la verdad, no tenía ni puta idea.
—¿Cómo te sientes?
—Más tranquilo, gracias.
Mi voz salió tan monótona y autómata que parecía chiste.
—El doctor demorará una media hora en venir, está en consultorio. ¿Quieres que te deje un momento solo? ¿Te parece si te traigo agua?
Agua, tiempo para respirar, sonaba bien. Asentí con lentitud.
Soobin volvió a salir de la habitación.
Me tomó más de veinte minutos volver a la normalidad.
Volví a tomar de la botella.
—¿Listo? —preguntó Soobin quién no se separó de mí por mucho tiempo.
Asentí y le di la botella de plástico, la cual tapó y dejó sobre la mesa.
Los vidrios ya no estaban, una señorita de limpieza los había barrido, así que miré la ventana.
—Hasta que venga el doctor, ¿te parece hablar sobre lo que acaba de pasar? Si te incomoda no hay problema, no tenemos que hacerlo.
—No es que me incomode —dije disgustado porque sabía que no me iba a poder explicar —. Es que no sé qué pasó.
—Ok, entonces vamos por partes. ¿Qué sentiste?
—No sé. Literalmente nada, fue como... como si mi cerebro se hubiera apagado por completo. Ya cuando medio salí de ese trance o lo que sea que haya sido esa mierda, me di cuenta de que no podía moverse, estaba algo así como paralizado y sentí escalofríos. Luego mis sentidos volvieron uno por uno...
—¿Sentiste miedo?
—No que yo pudiera reconocer.
—¿Recuerdas todo?
—Sé... Sé que antes de reaccionar estabas hablándome, pero no pude identificar qué decías.
Soobin se veía bastante preocupado.
—Estuve intentando hablarte y no reaccionabas a ningún estímulo, ni por reflejo de parpadeo.
¿Y si era mi cerebro? ¿Y si algo más había pasado en ese tonto accidente? Los pensamientos malos me invadieron, sin embargo, me esforcé por mantener serenidad.
—¿Cuánto tiempo estuve así?
—¿Así congelado?
—Como un minuto entero.
—¿Qué viste?
—¿Qué vi? —preguntó de vuelta confundido. No entendió mi pregunta.
—Desde tu perspectiva, cuéntame lo que viste.
—Yo estaba hablando con un amigo, y de repente escuché el impacto del vaso contra el suelo, te vi y estabas totalmente congelado, con los ojos bien abiertos. Me acerqué súper preocupado y ahí me di cuenta de que tus pupilas se dilataron un montón. Te quedaste mirando a la nada, con los labios entreabiertos, como si hubieras visto algo o ... —Las muecas de Soobin me confirmaban que él tampoco sabía cómo explicarlo muy bien —. Como si hubieras entrado en un estado de shock. Intenté de todo para sacarte de ahí, pero no respondiste, solo sabía que estabas respirando porque tu pecho se movía cuando lo hacías. Quería ir por el doctor, pero tampoco quería dejarte solo. Llamé por alguien del personal, pero nadie vino porque es su hora de almuerzo y no están, entonces yo estaba entrando en pánico, pero entonces reaccionaste, gracias al cielo.
No sabía que mierda decir. Todo seguía siendo confuso.
Nublado por la idea de que algo no estaba bien conmigo, hablé.
—¿Dijiste que era una emergencia?
—Iba a hacerlo, pero respondiste y hablaste conmigo, entonces solo le dije a una de las enfermeras lo que había pasado y que viniera algún doctor cuanto antes.
—¿Vendrá el mío? Creo que es el único que puede decir algo sobre esto. Los demás desconocen mi historia clínica.
—Si, de eso no te preocupes.
Asentí una vez.
Tenía que dejar de sobrepensar. Mis exámenes neurológicos habían salido bien, nada malo iba a pasar, debía convencerme de ello.
—G-Gracias —musité.
Soobin iba a decir algo, pero Sammy, mi enfermera, estaba en la puerta.
—Joven Soobin, le tengo que pedir que se retire un momento, el doctor va a revisar a Yeonjun.
Soobin asintió y rápidamente recogió sus cosas, me miró.
—Te enviaré un mensaje en la noche —me dijo antes de irse —. Por favor responde. No podré dormir sin saber el desenlace de esto.
Una mirada apenada se posó en mí.
—Está bien... —Bajé la cabeza, me sentía totalmente mortificado, tanto que ni pude verlo a los ojos.
—Cuídate mucho, por favor, Junnie —me pidió severo, luego dirigió su mirada hacia Samantha —. Cuídalo, te lo encargo.
Como si no estuviera ahí, como si fuera un niño chiquito. Me hubiera irritado más en otras circunstancias, pero yo estaba asustado a cagar.
—Vuelva a casa seguro, joven Soobin.
Un "hasta luego" por mi parte no hubiera estado de más. Solo que mi mente no estaba ahí.
Poco sabía yo en ese entonces, que todo aquello que había ocurrido, era el Yeonjun olvidado y desprotegido, llorando en alguna parte recóndita y bloqueada de mi memoria, pidiendo auxilio, buscando a ciegas el corazón que yo me negaba a aceptar.
Nota: Lamento la demora, se vienen actus seguidas <3. Dedicado a mi bonita @Mari-Unicorn
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