CSB
Cuando vi a Jungkook apoyado en las puertas de cristal, esperando, me sorprendí. Era un amigo que nunca faltaba cuando lo necesitaba; siempre estaba ahí, infalible. Lo que no sabía era cómo se había enterado, ya que él no mantenía contacto con nadie más que conmigo de aquella casa. Ese hombre de oscura vestimenta, tatuajes y piercings, realmente era mi ángel de la guarda.
Plácidamente sorprendido por su visita, me acerqué a él, quien se apoyaba en una de las puertas de entrada del hospital.
—Viniste —comenté sorprendido.
Como siempre, nunca podía saber lo que él estaba pensando. Tenía sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta y parecía casi aburrido, con una expresión seria.
—Sí, bueno, ¿quién más que yo te salvaría cada vez que lo necesitas?
—Buen punto —le concedí con una sonrisa—. Pero ¿cómo supiste lo que pasó? ¿Quién te lo dijo?
—Tengo mis contactos, Choi. Ahora que te veo parado y vivo, creo que puedo volver a casa. Tengo muchas cosas que hacer.
A pesar de su gélida y fría actitud, yo sabía muy bien que se preocupaba por mí.
—No puedo creer que me hayas esperado. Estuve dormido unas tres horas.
—¿Y quién dice que te esperé, señorita? Llegué hace unos 20 minutos.
—Sí, claro —bufé.
—¿Qué te dijo el doctor?
—Los resultados de mi hemograma todavía no están listos. Estarán disponibles hoy a medianoche o mañana temprano, según me indicaron.
—¿Quieres que vayamos juntos a recoger los resultados o ya hiciste planes con tu mocoso ahora pelinegro? —Miró hacia atrás, donde efectivamente estaba Yeonjun con sus padres. No habíamos acordado nada, y él tampoco me había dicho nada, así que acepté su oferta.
—Vamos juntos.
—Perfecto, así podré ser el primero en decirte "te lo dije".
Le rodé los ojos.
—Igual, no creo que sea grave. Seguramente es por el estrés; he tenido evaluaciones en la universidad y bastantes pedidos últimamente.
—Ajá, silencio. Eso lo dirán en los exámenes de mañana. Conociéndote, es mejor que hable directamente con tu médico. Eres el chico más servicial y perfecto hasta que se trata de ti.
—Ugh, eres un idiota. Bueno, como quieras. Nos vemos mañana entonces; los Choi se ofrecieron a llevarme a mi departamento. No quiero hacerlos esperar.
—Comúnmente, pero si mañana quieres asistir a la tienda o a la universidad, te traeré a tu departamento a patadas o de los pelos, como tú quieras, pero te quedarás en tu cama a descansar, ¿me oíste?
—Eres terrible, Jeon... ¡Estoy bien!, pero sí, no soy un idiota. Si el doctor me ha recomendado que descanse estos días, lo haré, pero no porque me lo digas tú, sino porque es lo correcto para mí.
Jungkook rió.
—Deja de pelear, chiquillo. Te llamo más tarde.
—Estaré durm...
No pude terminar la oración porque se escuchó un grito, un quejido bajito, un gemido de la parte de atrás de nosotros. Ese repentino sonido que reflejaba dolor nos hizo voltear a mí y a Jungkook al mismo tiempo. En el hospital, era normal escuchar gritos, gemidos y lamentos de dolor, pero lo que no esperaba era que proviniera de mi bebé.
En su silla, con un rostro que reflejaba dolor y pura incomodidad, sus manos hundiéndose en sus hebras oscuras, mientras su padre y su madre estaban alarmados y asustados, intentaban descifrar lo que estaba pasando con él.
—Es mejor que vayas —escuché decir a Jungkook. Ni siquiera lo vi salir por la puerta porque ya estaba corriendo hacia Yeonjun.
Sentí un nudo en el corazón, una pesadez horrible, porque parecía que le estaba doliendo mucho.
—¡Un médico! —gritó su mamá.
La atención fue inmediata. No pude hacer más que quedarme ahí, parado, viendo cómo el personal del hospital se movía con pragmatismo para poder atender a Yeonjun. Solo pude ver que unas enfermeras se lo llevaron, y en cuanto los tres quisimos acompañar, otra enfermera nos dijo que nos quedáramos ahí y que no nos preocupáramos.
No quise pensar en las posibilidades del momento, no quise pensar en lo peor. En ese momento, me concentré en calmar a quienes antes llamaba suegros. A pesar de que no sentía las palabras que estaba diciendo, a pesar de que no tenía la certeza de que fuera verdad lo que decía, les aseguré que todo estaba bien. Hice lo mejor para darles la paz que yo no sentía, que no se preocuparan demasiado.
La posibilidad de que algo saliera mal en los últimos días, como una trombosis o que por fin los efectos secundarios del accidente se empezaran a manifestar, incluso cosas peores, todo eso me lo tragué. No quise compartir mi preocupación y negatividad, que venían conmigo desde que nací. Me encargué de darles ánimo y de decirles que todo estaba bien, mientras acariciaba la espalda de esa pobre mujer que ya había sufrido junto a nosotros por más de un año.
La espera se sintió eterna. No fue hasta quizás media hora después que finalmente su médico salió a dar explicaciones.
—Doctor, ¿qué sucedió? Por favor, dénos buenas noticias —suplicó su padre.
—N-No entiendo, todo iba tan bien... —murmuró su mamá con dolor.
Con profesionalismo y serenidad, el médico, con un gesto de manos que pedía tranquilidad, comenzó a explicar lo que había sucedido con Yeonjun.
—Vea, el que Yeonjun se pusiera así ha sido una sorpresa para todo el personal médico que trata su caso, porque según sus últimos exámenes, todo estaba bien a nivel neurológico. Ya hemos estabilizado el dolor con analgésicos, así que no se preocupen por el estado de su hijo. Está bien y va a estarlo; estos analgésicos tienen un poco de efecto somnífero, recomiendo que, una vez lleguen a casa, descanse. Por la urgencia del asunto, hemos tenido que realizar unos exámenes neurológicos de emergencia, a los cuales ha respondido muy bien: evaluación de reflejos, la respuesta a estímulos dolorosos, la evaluación de la función motora y la función cerebral básica. No ha habido problemas. Sin embargo, sabemos que estos exámenes de emergencia no revelan ni muestran en sí lo que mostrarían una resonancia magnética o una tomografía, entre otros parámetros que cubrimos al realizar una evaluación completa. Por ende, necesitaremos que él venga mañana por la tarde para poder realizar esos exámenes. Los resultados estarán disponibles dentro de unos días, probablemente.
—No hay problema, doctor. Muchas gracias —agradeció su madre, suspirando aliviada.
—Pero, en sí, ¿nuestro hijo no está en peligro de nuevo, verdad? —preguntó su padre, todavía ansioso.
—Como le mencioné, la migraña intensa repentina que acaba de tener es un caso raro. No debería pasar; no creemos que tenga que ver con su respuesta neurológica intrínseca. Debe ser algo más, pero haremos las evaluaciones necesarias para llegar al fondo de ello. No se preocupen; haremos todo lo posible para que este episodio no se repita. Por el momento, pueden llevárselo a casa.
Dicho esto, el doctor hizo una pequeña reverencia con la cabeza, como un asentimiento, y se retiró para atender a sus otros asuntos.
Nos condujeron hacia la habitación donde estaba Yeonjun. Cuando ingresamos, vimos que otra enfermera ya estaba retirándole la intravenosa. Él se veía más calmado y estaba en su silla, listo para irse a casa.
—Ay, mi niño —Su madre fue la primera en entrar, y al hacerlo, lo abrazó, abrazo que él correspondió con cariño—. Nos diste un tremendo susto. ¿Cómo te sientes ahora? ¿Estás mejor?
—Sí, mamá, no se preocupen. Ya me siento mejor —dijo, intercalando miradas entre los tres.
—¿Qué sentiste? —inquirió su padre, acercándose también.
—La cabeza me empezó a doler horrible. Creo que nunca me había dolido tanto —dijo en un tono risueño para alivianar la tensión—. El doctor dice que solo fue una migraña; no quiero que se preocupen demasiado, ¿de acuerdo?
Sus padres se miraron a los ojos algo dudosos pero terminaron por asentir.
—Vamos todos a descansar —declaró su padre—. Vámonos al carro.
—Soobin —me llamó Yeonjun. Ver esa expresión cansada en él, cuando habíamos tenido un día tan bonito horas antes, me dolió —. Lo siento por esto. Sé que estás cansado y que también querías descansar. No sé por qué a mi cuerpo le dio la gana de fallar de nuevo.
¿Cómo podía decir eso?
—Oh, no, tranquilo. No te disculpes. Ninguno de los dos eligió esto. Pero mira el lado positivo; al menos obtuviste ese cambio de look que tanto te gusta.
Fue un placer para mí, que cualquier cosa que dijera o saliera de mi boca, le devolviera la sonrisa a la suya.
—¿Te lo vas a dejar morado?
—Mañana seré un Soobin nuevo, ya verás.
Su hermosa sonrisa resurgió, y me concentré mucho en ella, porque quería que eso fuera lo último que mi mente recordara al cerrar los ojos, y quizás hasta después, porque soñar con ella sería una bendición.
Como habíamos planeado el día anterior, Jungkook vino a mi departamento para recogerme y juntos fuimos a recoger los resultados de los exámenes. Lamentablemente, el doctor no estaba disponible para explicárnoslos en ese momento, así que tendríamos que volver más tarde para ello.
A pesar de que había tenido una noche decente de sueño, me sentía cansado, como siempre. No era algo nuevo, pero ahora que era más consciente debido a la intervención médica, parecía que el cansancio se hacía más evidente en mi cuerpo.
Llegamos a su casa, donde supuestamente íbamos a comer juntos. Sin embargo, no tenía mucha hambre, así que decidí dirigirme a su cama, me tiré en ella y me puse cómodo. Escuché sus pasos acercándose por el pasillo, sabiendo que me regañaría por mi falta de apetito.
—¡Choi Soobin!
Hundí mi cabeza entre mis brazos, haciendo un esfuerzo para que no escuchara lo que él quería decir, aunque sabía que no iba a funcionar.
—Tengo sueño. Por favor, quiero dormir...
—Entonces, ¿me haces comprar un desayuno decente, algo que ni siquiera hago por mí mismo, solo para que cuando lleguemos a casa me digas que no tienes hambre? No me jodas.
—Comeré más tarde —refunfuñé—. Realmente no tengo hambre ahora mismo. Tengo mucho sueño. Deja que un hombre duerma y sea feliz. —dije, sintiéndome cada vez más adormecido, en parte gracias a las sábanas suaves de su cama.
—¡Te sientes así porque no comes bien. Por un carajo, Soobin! ¿Cuándo me vas a hacer caso?
—Te estoy haciendo caso ahora mismo. Si no he ido a la universidad, a la tienda o con Yeonjun, es porque no me ibas a dejar tranquilo si lo hacía.
Escuché una respiración frustrada de su parte, supongo que estaba renegando, pero como estaba tan cómodo con los ojos cerrados y a punto de dormir, no pude verlo.
—¿Por qué siempre te tengo que cuidar como a un bebé? Sé que te llevo varios años, pero vamos.
—Eso te lo tendría que decir yo a ti. ¿Se te olvida quién es tu niñera el 90% del tiempo?
De nuevo, escuché la misma exhalación frustrada. No podía negármelo.
—Bueno, dormirás unas horas, y te bajaré de las orejas para que comas hasta el último puto arroz, ¿me entendiste? Luego iremos al hospital, hablaremos con el médico y de ahí te encargarás de tu vida de mierda. No sé por qué todos los empleados decidieron pedir el día libre justo hoy.
Quise burlarme de él, así que me volví hacia su persona, acomodé mejor la almohada bajo mi cabeza y abrí un ojo para mirarlo con diversión.
—Entonces, ¿si voy al bar hoy, el sexy dueño con coletita me atenderá?
—Tú no vas a ir a ningún lado. Cállate y duerme. —No me dio la oportunidad de decir algo más, cerró la puerta de la habitación con fuerza, pero pude escuchar cómo murmuraba "cómo me estresas". Dejé escapar una última risa antes de caer dormido en los brazos de Morfeo.
Había pasado mucho tiempo desde que dormí tan bien...
—Tenías más hambre de la que aparentabas —comentó, mientras me veía engullir.
—Creo que es la primera comida decente que tengo en semanas —dije, esperando a que me entendiera mientras hablaba con la boca llena de comida, sabiendo que tal vez no me entendería del todo.
—Dormiste demasiado...
—Bueno, por fin te hice caso, ¿no? Tú deberías estar en el bar ya.
—Estaba terminando de resolver algunos asuntos administrativos aquí mientras esperaba a que te despertaras. Y ahora que ya tragaste todo, es hora de que me vaya.
—¿Me puedo quedar?
—¿Desde cuándo preguntas?
—Por si traes a uno de tus...
Su expresión mostraba lo incómodo que le resultaba hablar de esos temas conmigo, aunque, siempre y cuando fuera cuidadoso, a mí me parecía hasta divertido.
—Incluso si quisiera, no podré. Tendré que hacer el trabajo de tres incompetentes. Probablemente vuelva más cansado que tú, así que caliéntame esa cama.
—Hecho —dije mientras agarraba mi celular para efectuar la llamada que había querido hacer apenas desperté.
—¿Llamas al doctor? Creí que íbamos a ir mañana temprano.
Negué con la cabeza, cada "peep" proveniente de mi teléfono aumentaba mis nervios.
—Quiero salir con Yeonjun.
—¿Ahora?
—No, mañana. Tengo una idea. Estamos cerca de recuperar sus recuerdos. Investigué cuando sucedió lo de la migraña y leí que son comunes cuando la memoria quiere regresar. Hay esperanza.
—Entonces... tú...
—¿Yeonjun?
Cuando me atendieron al otro lado de la línea, vi a Jungkook terminarse de un solo sorbo su taza de café y luego levantarse de la mesa, luego se fue escaleras arriba. Le agradecí mentalmente, ya que quería tener privacidad en mi llamada.
—Hey, ¿cómo te sientes? ¿Hubo más migrañas?
—Oh, hola Soobin, felizmente no. Gracias por preguntar. ¿Cómo estás tú?
—Bien, gracias. Tú... Sabes que no suelo llamar a estas horas, pero quería preguntarte algo.
—Mmm... adelante, dime.
—Considerando que tu descanso médico se extiende hasta mañana. No sé... Estaba pensando, no sé si te gustaría venir a conocer mi estudio...
Si me rechazaba me iba a sentir lo suficientemente decepcionado como para no poder dormir el resto de la noche. Hubo un breve silencio en la línea.
—¿Hablas de tu estudio de arte?
—Sí, eso mismo. ¿Por qué no? Siento que sería divertido y nos ayudaría a distraernos de todo el ajetreo de estos últimos días. ¿Qué opinas?
—Eh... Sí, supongo. Es mejor que estar aburrido solo en casa. Está bien. ¿Podría ser mañana por la tarde?
Tan solo con eso, ya estaba sonriendo como un imbécil, una sonrisa que se extendería hasta mi despertar al día siguiente.
—Eso estaría perfecto, pasaré por ti entonces.
—Bueno, descansa.
—Hasta mañana, Yeonjun.
Yo, un adulto de 27 años, colgué la llamada y me emocioné peor que niño en preescolar al recibir una respuesta positiva de la chica que le gustaba. Eso era algo que solo él podía lograr.
Mi estudio era un lugar especial para ambos. Habíamos vivido tantas cosas allí... Esperaba que mostrarle ese lugar y las cosas que habíamos pintado, así como todo lo que habíamos hecho juntos, de alguna forma le ayudara a recordar algo, porque teníamos tantos recuerdos y tantas cosas hermosas que recordar en ese lugar, que esperaba que eso contribuyera al proceso de recuperación de su memoria.
Mañana iba a ser un buen día, lo presentía.
Nota:
Me van a ver más activa que nunca <3. Besos y abrazos.
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