CSB
Cómo había cambiado mi vida. Hacía tan solo un año atrás de ese entonces, solía despertarme, o por el peso de Yeonjun, sus besos, o algo que tenga que ver con su persona, no por dolores de cabeza, por resaca... Era aún más irónico porque yo odiaba tomar mucho, se supone, pero bueno, como mencioné, sí que cambié mucho durante esa época oscura de mi vida, no tuve opción, o... tal vez la tuve, pero dejarme caer era más sencillo; y en ese entonces, tampoco tenía las fuerzas suficientes como para levantarme.
La luz parecía tener algún asunto personal conmigo ese día, porque por primera vez en una quincena nublada, se le dio por brillar con más fuerza que nunca, y como en la casa del gran Jungkook no había cortinas, entonces digamos que no fue mi mejor inicio de semana.
Apenas desperté, olvidé por un momento lo que había pasado, el cómo había llegado hasta ahí, pero felizmente antes de que la ansiedad terminara de construirse y asentarse, poco a poco los recuerdos de la noche anterior volvieron a mí.
Kai, el fracaso de mi plan, el bar de Jungkook, unos cuantos lamentos, un par de botellas, y bueno, su casa, suponía. No recordaba cómo había llegado, seguramente Kook había tenido que arrastrar mi trasero irresponsable de nuevo. Bueno, amor con amor se paga dicen muchos, y de las tantas que he salvado a ese imbécil...
Cuando pude abrir los ojos, con molestia y aún más dormido que despierto, busqué a tientas mi celular en la mesa de noche de mi amigo. Cuando prendí mi celular, lo primero que me llamó la atención, fueron dos notificaciones en la pantalla de bloqueo, dos llamadas para ser más preciso, de Yeonjun, de hacía dos horas.
Me senté totalmente renovado, el sueño se había ido.
—Mierda, verdad, ¡Yeonjun! —exclamé para mi mismo. Ya estaba desbloqueando el celular para llamar a disculparme cuando Jungkook apareció.
—Buenos días, bella durmiente —se burló. Subí mi vista un segundo para verle la cara a ese idiota que no pudo hacerme un favor. Tuvo los huevos para reírse y apoyarse tan relajadamente en el marco de la puerta, y eso no fue lo peor; él muy idiota estaba vestido, tenía sus accesorios de malandro puestos y su cabello largo bien peinado; o sea que probablemente se había despertado hace mucho. Imbécil.
—¿Se puede saber por qué mierda no me despertaste? —escupí con el mayor recelo posible. Le marcaría a Yeonjun después de hablar con Jungkook, igual ya era demasiado tarde.
—¿Se puede saber por qué mierda me estás tratando y mirando así cuando te salve el trasero dos veces en un lapso de... no sé, diez horas?
Jungkook no estaba ofendido, le gustaba pretender estarlo.
—Sabías que tenía que llevarlo a su terapia, lo sabías —le reclamé —, te lo pedí ayer y me dijiste que sí, me dijiste que me despertarías. Y no te atrevas a decir que te olvidaste cuando te lo repetí tantas veces. Con mi compromiso no se juega, Jungkook.
Tragó una risa y entró a la habitación.
—Tengo tantas cosas en las que pensar, que claramente mi prioridad va a ser tu mocoso, sí —Eso era claro sarcasmo, me encargué de fulminarlo con la mirada. —. Oye, no me mires así, ¿vale? Imposible que me olvidara si me lo repetías cada cinco segundos ayer.
—Incluso antes de que accediera tomar contigo —especifiqué.
—La verdad sí me olvidé cuando desperté, pero tu alarma de mierda, no, TUS VEINTE ALARMAS DE MIERDA, me lo hicieron recordar muy bien, no te preocupes. Gracias por arruinar mi sueño de belleza.
Así que sí habían sonado... ¿Por qué no me pude despertar con ellas si siempre funcionaba?
—Ya, ¿y no pudiste despertarme en ese momento? Sabes que es importante para mí.
—Pff, ¿cómo iba a hacerlo? Si ni esas alarmas de camión de bombero pudieron, ¿qué iba a poder yo? ¿Querías que te echara agua o una mierda así? Estabas babeando la almohada, amigo. Realmente necesitabas dormir, no iba a quitarte esa oportunidad.
—¡Pero si habíamos quedado en algo ayer!
—Ay, no seas exagerado, por un día el mocoso no te va a odiar.
—No se trata de él, Jungkook, es sobre mí, que tú te comprometiste a hacerme un favor el cual no hiciste.
—Te hice otro más grande.
—¿Así, cuál? —pregunté incrédulo.
—¿Cómo que cuál? Que duermas, joder. Ayer estuviste llorando, tomaste mucho, no fue una buena noche. Aunque... tú nunca tienes buenas noches.
¿Qué estaba insuando?
—¿Huh?
—De que te vas a enfermar un día de estos por no dormir ni comer bien.
Suspiré cansado, ya habíamos hablado antes de eso.
—Sabes que no duermo tanto porque tengo mil cosas que hacer.
—¿Sabes? No voy a hablar de esto contigo de nuevo. No soy tu jodida madre para hacer esta mierda. Yo te advertí, y sobre lo de Yeonjun, deja de hacer tanto lío.
—¡Lo dejé plantado! —Me seguía pareciendo desconsiderado e irrazonable —. Sus padres ni siquiera pudieron llevarlo porque ya fueron a trabajar. Ni le di una explicación, o-
—Yo lo hice.
Mi cerebro se tomó sus segundos para procesar eso, varios segundos.
—¿Qué?
—Pues el mocoso llamó ayer y-
—¡¡Mierda, verdad!! —Dramáticamente y afligido, me tiré a la cama de nuevo, cubriendo mi cara para que el sol no me molestara —. ¡Ugh, puta madre, me olvidé totalmente de ayer!
—Sí, pero ya te dije que-
—¡No lo planté una, pero dos veces!
Tenía por seguro que Yeonjun me iba a odiar, si es que no lo hacía ya.
—¡Bájale a tu TOC, puta madre! Relájate, ¿sí? Ayer le respondí al mocoso y le dije que no ibas a poder llevarlo a casa porque te sentías mal, y luego en la mañana llamé a los Choi para avisarles lo mismo, ellos lo iban a llevar, ¿me entiendes?
Sus palabras... me tranquilizaron mucho. La preocupación abandonó mi cuerpo. El sol ya empezaba a ser molesto así que me volví a levantar de la cama.
—Bueno, hubieras empezado por ahí, ¿no?
—Cállate y agradece que tenga tanta paciencia contigo. Si supieras como soy con los demás -
—Ya sé —Le entorné los ojos —, eres un puto ángel, Jeon Jungjook.
Me sonrió ladino.
—Lávate los dientes y ponte tu ropa rápido, ya debemos irnos.
—Uy qué mandón —me reí.
—Tengo cosas que hacer, Bin.
—Ya entendí, ya entendí, a veces das miedo, ¿sabes?
—Te daré diez minutos, si no estás abajo, te jodes; a ver quién te lleva al estacionamiento del hospital para que recojas tu carcacha.
Esa más...
—¡Verdad, mierda... Mi carro!
Jungkook chistó una risa.
—Eres literalmente de esos que " si tu cabeza no estuviera pegada-
—Oh, cállate y baja —reí un poco por mi inadvertencia —. Tú mismo lo dijiste, fue una mala noche. Ya voy.
Jungkook me dió un asentimiento de cabeza y se retiró, siendo mi señal para hacer lo que me dijo y apurarme, porque algo que Jungkook sí era y siempre va a ser, es exagerar de puntual.
En cuestión de dos minutos terminé de cambiarme. Tal como dijo, entré a su baño, me lavé los dientes y me lavé la cara esperando que el agua fría me aliviara aunque sea un poco esa sensación terrible de la resaca. Arranqué un pedazo de papel higiénico para secar mi rostro, y cuando lo fui a botar al tacho de basura, me llevé una ingrata sorpresa, una muy mala, que me removió la bilis...
Rectangular, y para la mala suerte del fervor de mi curiosidad , vacía.
¿Cómo era posible? En ese momento sentí una opresión fastidiosa en el pecho. Me sentí traicionado. No tenía derecho de ponerme así porque al fin y al cabo solo éramos amigos, pero para mí siempre las promesas eran algo que se debía respetar.
Tomé la caja del basurero, y con la mente más nebulosa por la molestia e indignación, bajé las escaleras casi trastabillando para enfrentar al que se supone que no me mentiría más, mi mejor amigo.
—Jungkook... —llamé antes de llegar a la primera planta sin poder controlar mi tono de voz. Él estaba parado en la sala viendo su celular —, ¿qué mierda es esto?
Como yo esperaba, apenas vio el objeto, maldijo por lo bajo.
—Nada, Bin —le intentó quitar importancia —, es antigüo, déjalo. Vamos de una vez, tengo que ir a-
Él no quería hablar de eso, claro que no iba a querer. Todos odiamos hablar de esas cosas, pero sino quería hablar, me iba a escuchar.
—Si es antigüo, ¿por qué está en la parte superior de tu tacho de basura?
—Bin, ya deja eso, se me hace tarde, vam-
—¡No! Dime, Jungkook, ¿dónde está la prueba?
Hasta el momento todas mis preguntas habían sido pasivas y calmadas. Él sabía que no iba a poder engañarme. Así que sus ojos evasivos me miraron, quizá arrepentidos o culpables, pero también molestos. Ese idiota solo sabía enojarse cuando se sentía vulnerable.
—¡Agh! —Lanzó un grito al techo —. ¿Por qué carajo tienes que ser tan observador y meticuloso? ¡No puedo contigo!
Era increíble, en el peor de los sentidos.
—¡¿Ahora es mi culpa por enterarme?! ¡¿Dónde está la prueba?! —Igualé su volumen. Si por gritar él creía que tendría la discusión ganada, que ganara el mejor entonces.
El volumen estaba subiendo por ambos lados. No me gustaba hacia dónde estaba yendo todo el asunto.
—¡Da igual, Soobin! No pasó nada, ¿ok? Salió negativo, ¿feliz? Ahora vámonos —dictaminó con esas miradas que harían mear a cualquiera. Mal para él que yo no lo era.
Vi la caja de la prueba de embarazo entre mis dedos y me sentí decepcionado, recordé los viejos días y mi dolor de ese entonces, pero sobre todo aquel día en el que casi lo perdemos todo. Lo vi a la cara con mis descontroladas emociones aflorando por mis poros, esperando que se sintiera algo culpable. ¿Cuándo cambiaría?
—Me lo prometiste y aún así tú... —le dije tranquilamente, cabizbajo.
—No hagas una escena, ¿quieres? Ahora mismo no. —me advirtió, y por más que ya estaba usando ese tono, no me importó, estaba molesto y dolido.
—Algo me decía en mi interior que todas esas promesas y conversaciones incómodas no iban a parar a ningún lado —Bufé una risa, o por lo menos lo intenté. Al final tuve razón —. ¿Una promesa vale eso para ti? ¿Cuánto tiempo has seguido con esto?
Enojado, dolido, decepcionado, preocupado. Todo a la vez.
Miró abajo incómodo. Creí que no me iba a decir nada, pero entonces abrió la boca.
—Tú... Tú sabes perfectamente cómo soy.
La excusa fue tan ridícula que incluso él sabía; era lo peor que pudo haber elegido para decir. Ni siquiera puedo decirlo con convicción.
Y no tenía por qué doler tanto como lo hizo.
En alguna parte de esa habitación había un Soobin escondido y triste, de 21 años con el corazón roto, existía en alguna parte de mí mente, mirando dicha escena en prospectiva, ciertamente ofuscado. Pero no quería que Jungkook se diera cuenta de que todavía pensaba en eso. Ese no era el problema mayor.
—¿Por lo menos conoces a la chica? —Fue lo que atiné a cuestionar.
—Sí.
—¿Entonces cómo se llama?
Y dudó, demoró mucho para responder algo tan simple.
—Mina.
Me estaba mintiendo. El que creyera que su mentira sería efectiva en mí, no era más que echarle sal a la herida.
—Mina —me burlé.
—Sí, Mina —rebatió molesto —. ¿Cuál es tu puto problema?
No iba a permitir que siguiera con su teatro, no conmigo, no cuando yo fui, toda una vida, tan transparente con él. Negué con la cabeza varias veces, en desaprobación.
—¡Eres un jodido mentiroso! Creí que ya habías aprendido con lo que pasó ese día. Pero todo te importa una mierda, ¿no? ¿Qué quieres, Jungkook? ¿Qué es lo que buscas comportándote así?
—Soobin, no quiero hacer esto ahora... por favor—Su tonalidad fue de ruego, pero fue tanto rencor acumulado que no pude callar. Pasó una mano por su cara, arrastrando piel pero no arrepentimientos.
—No, ¿dime qué carajo quieres conseguir? ¿Que te vuelvan a drogar?, ¿que te secuestren esos mafiosos con los que te juntas? ¿Quieres volver a estar al borde de la muerte, Jungkook? Hmm —Me acerqué a enfrentarlo cara a cara —, ¿qué putas buscas? —Empujé su frente con mi índice, él no se resistió, en cambio, miró abajo —¿Ahora no hablas? —No dijo nada, ni siquiera me miró. Una carcajada amarga brotó de mi garganta —Claro, porque eres un cobarde de mierda cuando te conviene, ¿no? ¡Habla maldita sea! ¿Quieres eso entonces, huh? O supongo que quieres morir igual que tu promiscuo padre.
El enojo cegó mi juicio, moral y uso de razón. Me arrepentí tan pronto lo dije, yo no suelo ser tan hiriente, así que fue infortuito y sorprendente.
Jungkook había sido una cuerda tensa todo este tiempo, un volcan dormido, pero como cualquier ser humano, con una provocación como tal, no soportó más; me tomó del cuello de la camiseta y me sarandeó con una fuerza que rompió un par de costuras del mismo. Cara a cara, acompañados de unos ojos más húmedos de lo normal incandescentes en furia.
Nunca había sido agresivo conmigo, pero estaba por cambiar, pudo cambiar en ese momento y estaba más que justificado.
Mis ojos se agradaron a la par con los suyos, pero por diferentes razones. Esperé un golpe, pero en cambio, a mis oídos llegaron unas palabras asfixiadas, y claramente dolidas.
Sus ojos consumieron los míos, tuve miedo.
—Di una maldita palabra más y eres hombre muerto, Choi Soobin.
Mi respiración agitada fue lo único que él recibió de mí después de dicha amenaza. Jungkook me soltó y me empujó atrás haciendo que me tambaleara.
Hubiera preferido que me golpeara.
—L-Lo siento, yo no debí... —me disculpé.
Jungkook se volteó sosteniendo su cintura, se tomó su tiempo para volver a hablar. Lo conocía lo suficiente como para saber que estaba ocultando de mí su debilidad.
—No toques fibras sensibles, Soobin. —Fue lo único que pudo decir después de varios segundos taciturnos.
Quería que la tierra me tragara vivo.
Volví a intentarlo, pero me sentí tan mal que estaba seguro de que no merecía siquiera tener la opción de disculparme.
—De verdad lo siento... —musité avergonzado. ¿Cómo un momento de frustración me pudo convertir en alguien tan cruel, aún así fuera por un segundo?
Jungkook suspiró, todavía no me daba la cara.
—¿Por qué no te encargas de tu mierda antes de estar criticándome a mí y a mi difunto viejo, que lo único que hemos hecho ha sido darte asilo y cariño cuando no tenías una puta mierda, hm?
Yo hablé sin pensar, y me sentía un grandísimo idiota por esa razón. Pero Jungkook, oh Jungkook... Cuando él se molestaba, se volvía una serpiente venenosa, su lengua viperina no conocía límites, a pesar de que fuera yo quien recibiría todo su veneno.
Esa era la peor parte, que yo había sido quien lo había lastimado. Por eso tenía miedo, no de que me pegara, temía por lo que me iba a decir; Él tiene un don: el ser directo como nadie.
Fue cuando se giró a verme con una sonrisa burlesca que quise no haber nacido.
—¿Por qué no arreglas tu vida de mierda antes de criticar la de los demás? ¿Por qué... Por qué no empiezas por arreglar las cosas con tu noviecito, huh?
—Jungkook... —Ahora era yo quien le rehuía la mirada; porque la conocía, y no era nada bueno.
—Vamos, se honesto con él, tal vez ahora que no le importas le duela menos saber la verdad.
—Basta.
—No sé, hay tanta mierda rodeándote, estás hundido en tanta miseria... que no sé por dónde comenzar, ¿con cuál empezamos?.
No estaba para escuchar, no podía, no cuando sabía perfectamente lo que diría, lo vivía en carne propia a diario. Siempre fui un chico sensible.
—Jungkook, ya...
—¿Que le fuiste infiel sin remordimientos con uno de sus enfermeros mientras era la bella durmiente? O no, ya sé, mejor preséntamelo por fin, ¡así le cuento cómo casi terminan muertos por mi culpa en ese maldito accidente!
—¡¡Dije que basta!!
Lágrimas retenidas, respiraciones rápidas, silencio mortal y unos corazones dolidos enmascarados por una voz maligna, la de la venganza, o quizá justicia.
—No juegues con fuego si no te quieres quemar —advirtió en un susurro después de unos segundos.
Se dirigió a uno de los sillones viejos para apoyarse, no me fijé de dónde lo había sacado, solo vi que encendió un cigarrillo y se lo llevó a sus labios resecos.
—Ya estoy harto de que saques tu carta de víctima —le reproché por lo que había dicho antes —. Ya te dije que no fue tu culpa.
—Que su relación se fuera a la mierda, sí. No se hubieran accidentado si no hubieran ido a ese estúpido viaje de reconciliación, y eso no habría pasado si yo-
«Cállate».
—Las cosas pasaron como pasaron y ya. No pienso volver a discutir contigo de esto.
Jungkook se encogió de hombros.
No quería volver a tocar el tema porque sentía que si lo hacía, otra discusión se avecinaría y era lo último que deseaba, pero era una necesidad quitarme esa espina del corazón.
—¿En serio no ibas a decirme lo de la chica?
Caló su cigarrillo profundamente y me miró directamente de los ojos.
—¿Para qué? ¿Para que traigas a mi fallecido padre a colación? —se burló.
Me haría sentir culpable hasta las lágrimas, y vamos, me lo merecía.
—E-Eso fue un error.
—Aunque —rió con sutileza —quizá tengas razón y termino muriendo como él. Sida, sífilis... mi hipersexualidad solo es una excusa. No tengo propósitos en esta vida.
—Jungkook...
Levantó su índice, callándome.
—Lo lamento —dijo de pronto, triste.
—No, yo realmente lo lamento,. Nunca debí haberlo mencionado, lo dije sin pensar, estaba enojado, pero es que me importas mucho, maldita sea. No quiero volver a vivir lo de esa noche. Por favor, sabes que solo me pongo así porque tengo miedo de que algo te pase, lo hago por tu bien. Lamento haber mencionado lo de tu padre. Y si quieres enojarte-
Jungkook podía ser tan impredecible a veces, que te dejaba sin aliento, como yo en ese momento por ejemplo. Se levantó y en un movimiento brusco y rápido me abrazó con fuerza. Congelado en mi sitio, no supe muy bien qué hacer; solo sé que mis manos por inercia y quizá por costumbre, se aferraron a su espalda, a esa típica chaqueta de cuero viejo, justo como lo hicieron tantos años. Entendí que después de todo, él siempre sería mi lugar seguro.
—Shh. Estamos bien —susurró en mi oído y mis ojos se atiborraron de lágrimas retenidas una vez más.
¿Por qué teníamos que pelear así cuando ambos habíamos quedaríamos la vida por el otro? No era justo que nosotros mismos fuéramos los villanos de nuestra propia historia.
Me separé del abrazo con una sensación de alivio que necesitaba, por el movimiento, una lágrima resbaló por mi mejilla. Jungkook sonrió ante eso, seguramente burlándose de lo sensible que fui. Acunó mi rostro y dio pequeños masajes circulares a mis mejillas con sus pulgares, a su vez limpiando cualquier rastro de tristeza de mi cuerpo.
Sonriendo, le anuncié que tenía que irme a clases y le agradecí por haberme salvado el trasero, de nuevo.
Él asintió y me soltó con delicadeza.
Antes de irme, me hizo una pregunta que me dejó pensando el resto del día.
—Fuera de bromas. ¿En serio no le vas a decir nada a Yeonjun?
—No, como dijiste: considerando que apenas me tolera, si se entera de la mierda que hice me va a odiar con ganas, va a tener una buena razón.
—No sé si me da más pena el muchacho o tú.
Me burlé yo mismo.
—Gracias, amigo.
—No, en serio —insistió —. Yo sé que te metiste con Kai porque necesitabas una salida, distracción o como quieras llamarlo, pero sé que tú no buscabas nada fuera de sexo. Encariñarte con él nunca fue parte del plan, ¿verdad?
—Nunca hemos hablado de Kai, ¿por qué ahora?
—Nunca habíamos hablado de sustos de embarazo. Es mejor soltar toda la mierda densa de una vez. Además que quise preguntar antes pero no lo hice porque sabía por lo que estabas pasando.
Odiábamos las conversaciones serias.
—No era parte del plan —admití.
—Te llegó a gustar —Ni siquiera me lo preguntó.
—Eso es obvio.
—Es un chico muy bonito y bueno.
—Sí.
—¿Amor?
—No.
—Wow, ni lo dudaste.
—Por más que odie admitirlo, Kai fue el escape que necesitaba. Mi verdadero hogar es y será siempre Yeonjun.
—Ayer no lo parecía mucho cuando fuiste al bar a llorar otro nombre.
—Uno ebrio hace muchas cosas.
—Seguro, sí.
Tuve ese presentimiento de que íbamos a volver a los ataques personales.
—¿Qué carajo quieres que admita?
—El mocoso merece saber la verdad, ¿no crees?
No le iba a contar del beso.
—Le daría igual de todas formas. ¿Para qué empeorar las cosas?
—¿Quieres conquistarlo así? —se mofó —Mostrando esa careta de mierda que muestras a tus amiguitos de universidad? El estudiante perfecto, el-
—Cállate, Jungkook.
—Es que en serio, ¿qué le has dicho? Tu puto nombre y que haces arte. No sabe de tu oscuro pasado, lo de tus padres, no sabe lo de tu alcoholismo temprano, tu depresion o ansiedad, no sabe de Kai, no sabe de nosotros, ¡no sabe nada de ti!
—¡¿Crees que he tenido tiempo como para sentarme a tomar café con él para explicar dos putos años?! ¡Cómo si tuviera el tiempo!
—¡Sabes de lo que te hablo! No quieras ser tan egoísta, don perfecto. Recuerda que Yeonjun se enamoró de ti, no del Soobin pintor y caras felices. Tuvo la suerte de conocer al verdadero Soobin, así que si esperas conquistarlo de esa forma y no sale, no te cuestiones mucho el porqué.
¿Y de pronto Jungkook era el justiciero del pueblo?
—Eres un hipócrita de mierda —inculpé —. Yo me preocupo, te corrijo y te enojas.
—Para eso son los amigos, Choi. Por más que uno se esté hundiendo, jamas dejaría que lo hagas conmigo. Los amigos te dicen las cosas que odias pero necesitas escuchar.
Realmente odiaba cuando se ponían los pantalones del mayor.
—Te odio.
—Yo también.
Nos retuvimos la mirada unos segundos hasta que se tornó ridículo, por lo que bajamos la mirada con una sonrisa cómplice.
—Gracias. —dije, esa era la traducción.
—Suerte en clases, campeón.
Nota:
Yo entiendo que quieran actualización seguida, pero por favor entienden que también soy una personita que tiene una vida complicada fuera de la aplicación entonces agradecería mucho que dejen el spam y no me dejen mensajes ofensivos a mí DM o por lo menos sean un poquito amables Al momento de pedir actualización estaré esforzándome para poder actualizar más seguido pero en verdad no he estado con muchas ganas de escribir, lo siento.
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