CSB
——Esta es tu sexta botella, bájale un poco, ¿no?
——Callado Kook ——renegué ——. Estoy bien.
Jeon Jungkook, uno de los pocos amigos que tengo. Dueño de un bar, treinta años, cabello largo hasta por encima del hombro, castaño oscuro, ojos oscuros y tan penetrantes que podrían absorber tu alma, piercing en la ceja, brazos rayados, y bueno, básicamente es el tipo de chico malo que tiene a todos babeando.
La barra del bar estaba casi vacía, solamente por eso, Jungkook podía darse el lujo de hablar conmigo en vez de trabajar.
——Solamente por tu buena resistencia.
——¿No tienes mesas que limpiar? ——bufé con mi vaso en mano, removiendo lo poco de ron que quedaba, viendo al líquido chocar con los cubos de hielo.
——Número uno, idiota, este bar es mío, y yo hago lo que me dé la gana. Número dos, cuando te dije que podrías venir cuando quieras, no me refería a que te terminaras toda mi mercancía, sabes ——rió al final.
——¿Vas a cobrarme? ——Alcé una ceja concentrado en el licor en mi vaso. Me sentía mareado, pero estaba lo suficientemente bien.
——Sabes que no ——resopló.
Yo ya no respondí. No podía. Sentía que iba a llorar si hablaba mucho.
Jungkook se acomodó mejor en la silla y la acercó más a la mía.
——Bin, ¿por qué tan decaído? ¿Pasó algo con Yeonjun? ——inquirió, sintiendo su respiración muy cerca de mi rostro. Su familiar aroma a cigarrillo haciéndome sentir más mareado.
Pensarlo dolía, decirlo era peor, ya lo había comprobado, pero... ¿a quién podría decirle si no era a Jungkook?
Él me había apoyado muchísimos años, desde que nos conocimos, precisamente, en el bar del que su padre era dueño en ese entonces.
Exhalé antes de hablar.
Duele.
——Él no me recuerda, no pudo hacerlo ni ayer ni hoy. Debería... Debería ya haber podido hacerlo. Y Yo...
——Bin... No llores...
No estaba llorando.
——No estoy llorando.
La mueca graciosa de Jungkook, no me hizo gracia. ¿Por qué tenía que burlarse?
Lo escuché suspirar.
——Bien, pero entonces déjame limpiarte las perlitas que caen de tus ojos ——Dicho esto, sentí a sus ásperos dedos limpiar grácilmente por debajo de mis ojos. Se extendió un breve silencio ——. Tú... lo amas mucho, ¿no?
Sabía que él buscaba mi mirada, pero no podía quitarle la mirada a los cubos de hielo en mi vaso. Además que si lo veía, probablemente volvería a llorar como un niño necesitado.
Claro que lo hacía.
Yeonjun fue la chispa de vida que le faltaba a la mía.
Todo era rutina y monotonía hasta que el castañito se acercó a mí, entrando a mi tienda por primera vez.
Pero esa... Esa es otra historia, que no se preocupen, les aseguro les contaré pronto.
Me limité a asentir, bebiendo de mi vaso.
——Y yo que justo había vuelto de viaje para por fin conocerlo... ¿Crees que pueda verlo?
——Considerando que soy más como una molestia para él en este momento, creo que no. No es una buena idea.
Con mi vista periférica, vi la mueca apenada de Jungkook.
——Va a recordarte ——Su voz firme —— . No eres alguien que pueda olvidarse con facilidad, angelito.
Esperanza.
Volteé hacia Jungkook y me encontré con sus ojos brillantes.
——Todos me han dicho eso. ¿C-Crees que de verdad pueda hacerlo?
——No te puedo prometer nada porque uno nunca sabe, pero... ——Me sonrió ——. Tu mocoso te amaba, y esas cosas quedan en el alma.
Devolví mi mirada al vaso como si sus ojos esperanzadores me quemaran por dentro.
——Si eso no pasa, de verdad, realmente, no sé que carajos será de mí. ——Intenté reír, intenté.
——Puedes tomar lo que gustes ——dijo levantándose ——. Solo no te muevas. Si llegas a estar muy mal, tengo que llevarte a tu departamento cargado como princesita, a salvo ——se burló.
Sin Jungkook hubiera estado solo prácticamente toda la vida. Le debía mucho.
——Entendido capitán ——Sonreí vacío. Ahora los hielos se habían derretido ——. Gracias Kook.
Él ya estaba de pie a mis espaldas, pero me lo imaginé sonreír.
——Siempre, Bin.
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