76.- Te necesito

¡Advertencia: capítulo +18!

A partir de ahí, la cosa empezó a subir de nivel. Apoyé mis manos en su pecho, besándolo profundamente. Nuestros cuerpos parecía que se llamasen, juntándose el uno al otro, buscando más contacto. Empezó a caminar de espaldas hacia la cama, sentándose en el borde. Me senté en su regazo y mordí su labio inferior, haciéndole abrir la boca y dejando paso a mi lengua. Sus manos me atraían más hacia él, con fuerza y deseo. Nos separamos para recuperar el aliento, con un hilo de saliva uniendo nuestras bocas.

- Quiero hacerte el amor, Anzu... - dijo en voz baja - ¿Tú quieres?

Besó mi cuello, recorriendo toda la extensión en busca de mi punto sensible, hasta que lo encontró y me dejó un chupetón. Me mordí el labio para evitar soltar un pequeño gemido, y empecé a mover mis caderas contra él.

- Sí, sí quiero - suspiré.

- ¿Estás segura? No quiero que hagamos algo de lo que podamos arrepentirnos...

- Te aseguro que no voy a arrepentirme de esto - susurré en su oído.

Mordí el lóbulo de su oreja y aumenté la fricción de nuestros cuerpos.

- Yo tampoco - declaró.

Volvió a devorar mis labios con pasión y deseo. Colé mis manos por los bordes de su camiseta, acariciando su abdomen. Corté el beso un momento para sacarle la camiseta, y la tiré al suelo de la habitación.

- Tengo que preguntarlo... ¿Hasta dónde quieres llegar? - me preguntó con su grave voz.

- Hasta donde tú me lleves... - respondí.

- Entonces... Pienso hacerte ver las estrellas.

Un escalofrío recorrió mi columna, y tuve que ahogar un pequeño jadeo. Coloqué una de mis manos en su pecho y con la otra acaricié sus abdominales, sintiendo como su erección crecía bajo mi intimidad.

- Parece que alguien está despierto... - susurré con una sonrisa.

- Yo no sonreiría así si fuera tú - dijo.

- ¿Por qué?

De un rápido movimiento me tiró de espaldas sobre la cama, apresándome entre sus brazos, que se encontraban apoyados a cada lado de mi cabeza. Se situó de rodillas entre mis piernas, dobladas con los pies apoyados en la cama, teniendo así pleno acceso a mi cuerpo. Acercó su cabeza a mí, hundiendo su rostro en mi cuello.

- Porque por lo sonrojadas que están tus mejillas...

Coló sus manos por los bordes de mi camiseta, para quitármela en un movimiento rápido y dejarme expuesta ante él, sonriendo cuando se dio cuenta de mi falta de sostén. Empezó a bajar su rostro, haciendo un camino de besos hasta el valle de mis pechos.

- Lo acelerado que está tu ritmo cardíaco... - dijo, mordiendo levemente uno de mis pezones.

Me volví a morder el labio, arqueando un poco la espalda. Volvió a subir a mi cuello, deshaciendo el camino. Sus manos bajaron hacia mi abdomen, acariciando mi cuerpo. Metió su mano en mi pantalón, y no pude evitar dar un respingo cuando sentí sus dedos presionando mi clítoris por encima de mis bragas.

- Y lo sensible y húmeda que estás... Diría que tú estás disfrutando la que más de esto.

No sabría decir que fue más excitante: si su tacto sobre mi cuerpo, o el tono grave de su voz en mi oído junto con su cálido aliento en mi cuello.

Siguió jugando con ese cúmulo de nervios, frotándolo en dirección circular con sus dedos, aún con mi ropa interior de por medio. Movía mis caderas contra su mano, buscando más contacto, mientras enredaba mis dedos en su cabellera. Volvió a besarme, devorando mi boca; hacía todo lo posible por corresponderle y seguirle el ritmo, pero me tenía completamente bajo su control.

Ahogaba pequeños gemidos en el beso; si solo besándome, jugando con mi clítoris y con uno de mis pezones ya me hacía estremecer de tal forma, no podía ni imaginarme cómo me sentiría al tener más... ¿Cuándo se había vuelto tan fogoso y pasional? De todos modos, no iba a quejarme...

Abandonó mis labios y empezó a bajar los suyos por mi barbilla, mi cuello, mis clavículas, mi pecho, mi abdomen,... Me deshacía en aquel mar de sensaciones, suspirando y jadeando cada vez que sus besos se convertían en pequeñas mordeduras. Deslizó mis pantalones, quitándomelos junto con la ropa interior. Empezó a besar la cara interna de mis muslos, y no tardé en sentir algo entrando en mí.

- Has aceptado fácilmente dos dedos... - dijo con esa voz ronca suya que me volvía loca - ¿Haces esto a menudo? ¿En qué piensas cuando te tocas?

Empezó a simular lentas estocadas con sus dedos, abriéndolos y cerrándolos como si fueran tijeras. Sus ojos expresaban deseo y lujuria.

- Hi-Hitoshi... - gemí su nombre en voz baja.

- ¿En mí? - preguntó, y asentí con la cabeza, cerrando los ojos - Me halagas...

Aumentó el ritmo de las embestidas, y sentí su lengua sobre mi clítoris. Me mordí el labio inferior para evitar soltar un gemido.

- En otra ocasión me encantaría poder escucharte... - susurró - Pero no podemos arriesgarnos a que mis compañeros te oigan, ¿verdad?

Negué con la cabeza. Arqueé mi espalda al sentir como succionaba mi clítoris, a la vez que ensanchaba mi entrada e interior con sus dedos. Agarré su cabeza con una mano, atrayéndola más hacia mi cuerpo y hundiendo mis dedos en su cabello, y con la otra me tapaba la boca. Las embestidas eran cada vez más rápidas, y no podía evitar emitir pequeños gemidos ahogados.

- Aah, Hitoshi~... Necesito más... - supliqué.

- Tus deseos son órdenes - contestó con una sonrisa pícara.

Metió un tercer dedo, no sin algo de dificultad. Cerré los ojos con fuerza, apretándolo más contra mí. Movía mis caderas al ritmo de las embestidas de sus dedos, buscando más profundidad. Con su mano libre tomó la mía que estaba sobre su cabeza. Sus labios abandonaron mi intimidad y subieron por mi cuerpo, sin dejar un área de piel sin besar, hasta llegar a mi cuello.

- Me encanta lo bien que te abres para mí~... - susurró en mi oído.

Con su mano libre apartó la mano que tapaba mi boca para dejarla en su hombro, y yo la subí hasta su cabeza para enredar mis dedos en su cabellera violeta. Después empezó a jugar con uno de mis pezones, pellizcándolo y tirando levemente de él. Sus labios fueron a mi boca, devorándola de nuevo con ansia y pasión. Bajé mi mano libre hasta su entrepierna, metiéndola en su pantalón y masajeando su erección por encima de su ropa interior. Emitió un gemido contra mis labios, aumentando el ritmo y la profundidad de sus dedos. Mis paredes internas se contraían sobre sus dedos, miles de corrientes nerviosas recorrieron mi columna, y mis músculos se tensaron.

- N-no pued-do m-más... - jadeé - V-voy a...

- Adelante... Córrete para mí, Anzu~... - susurró con su voz grave, causándome escalofríos.

Gemí contra su boca cuando alcancé el clímax, arqueando la espalda y cerrando los ojos con fuerza. Hitoshi rompió el beso y sacó sus dedos con cuidado, haciéndome emitir otro pequeño gemido mientras trataba de normalizar mi respiración; entonces se llevó los dedos a la boca, limpiando mis fluidos con su lengua mientras me miraba fijamente a los ojos.

- 'Toshi... - susurré.

- Sabes tan deliciosa como imaginaba, princesa~ - dijo con un tono juguetón - ¿Puedo probar más?

- Sí, por favor - respondí, casi suplicando.

Llevó sus manos a mis muslos, apretándolos con fuerza pero sin llegar a hacerme daño. Bajó su rostro hasta mis piernas, repartiendo de nuevo besos por la cara interna de mis muslos, y después colocó mis piernas sobre sus hombros.

- Quiero tus ojos sobre mí en todo momento, ¿entendido?

- S-sí.

Empezó a lamer mi intimidad lentamente, como tratando de provocarme pero no satisfacerme de por sí.

- Hitoshi, por favor...

- ¿"Hitoshi, por favor" qué? - me preguntó, mirándome directamente a los ojos.

- Hitoshi, por favor, hazme ver las estrellas~ - supliqué.

- Así me gusta - dijo con una sonrisa.

Empezó a lamerme una y otra vez, haciéndome gemir.

- Estás incluso más sensible que antes.

Adentró su lengua en mí y empezó a estimular mi clítoris con uno de sus pulgares. Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, gimiendo levemente, pero Hitoshi volvió a apretar mi muslo con fuerza.

- Te he dicho que me mires, mi amor...

Volví a abrir los ojos y lo miré, sus brillantes ojos morados haciendo que me diera un vuelco el estómago. Volvió a penetrarme con la lengua, dando en mi zona sensible una y otra vez, arrancando más gemidos de mi garganta. En cierto momento cerré las piernas alrededor de su cabeza, apretando más de lo que debería sin darme cuenta. No pasó mucho tiempo hasta que Hitoshi dio varios toques en mi pierna para llamar mi atención.

- P-perdón, perdón, no q-quería hacerte daño - me disculpé, dejando de apretar.

- De todas las muertes en las que puedo pensar, morir asfixiado entre tus muslos es la más apetecible de ellas - dijo con una sonrisa mientras recobraba la respiración.

- N-no es el momento para- Aaahh~ - me quejé, siendo interrumpida por mi propio gemido cuando él dio una lenta lamida - N-no es momento p-para tus bromas.

- ¿Quién ha dicho que sea una broma?

Volvió a meter la lengua, recorriendo mi interior con ella y acariciando mis paredes hasta que volvió a dar con mi zona sensible. Me aferré a la sábana con las manos, apretando con fuerza, tratando de ocultar o al menos disminuir el volumen de mis gemidos.

- Eres perfecta... Eres perfecta para mí, Anzu... - susurró - Eres todo lo que siempre he querido y soñado...

Continuó arrancándome gemidos, uno tras otro mientras me devoraba como si fuera su última cena. Mi espalda empezaba a arquearse y mis músculos se tensaban, llamando la atención de Hitoshi.

- ¿Vas a correrte otra vez para mí? - me preguntó.

Asentí con la cabeza.

- Respóndeme, Anzu - insistió, con un tono autoritario - ¿Vas a correrte otra vez para mí?

- S-sí~

- Déjate llevar, cariño.

Aceleró las embestidas de su lengua, que no por ello dejaron de ser tan certeras como antes, e intensificó el movimiento de su pulgar sobre mi clítoris hasta que consiguió llevarme al orgasmo de nuevo. Me temblaban las piernas y me faltaba el aliento, pero joder, se sentía tan bien...

- E-eso ha sido... - intenté hablar - Ha sido increíble...

- Y solo es el principio - dijo en voz baja, y se lamió los labios.

Se levantó de la cama, y yo me recliné para mirarle. Se acercó a su mesita de noche y sacó un condón de uno de los cajones. Se arrodilló sobre la cama, llevando sus manos al elástico de sus pantalones para bajarlos, pero le frené.

- Espera... - dije, acercando mis manos - Deja que yo lo haga.

Asintió levemente, con una media sonrisa plasmada en su rostro. Bajé sus pantalones lentamente, descubriendo sus boxers. Su erecto miembro se marcaba a través de la tela. Le quité los boxers, liberando al fin su hombría, y no pude evitar tragar saliva al verla erguida ante mí.

- ¿Disfrutas de la vista? - preguntó, bromeando.

- Calla... - me quejé, sonrojada - Está muy duro...

- Tanto que duele... - suspiró - Pero vale la pena por haberte hecho gemir tan preciosamente.

Oculté mi rostro tras mis manos para tapar lo roja que me había tornado.

- ¿Ahora te pones nerviosa? - dijo con una pequeña risa.

- D-deja de jugar conmigo... - farfullé, llevando una de mis manos a la base de su miembro - Y déjame solucionar esto...

Empecé a mover la muñeca de arriba a abajo suavemente, bombeando el miembro, bastante nerviosa. Arranqué un suspiro del fondo de su garganta y me miró a los ojos.

- Ey, relájate... - susurró con una pequeña risa - Se te notan los nervios a kilómetros de distancia.

- Es que... No quiero hacerlo mal y no hacerte sentir bien...

- Lo harás bien, solo tienes que calmarte... Pero, si no quieres hacerlo, no hay ningún problema.

- E-entendido...

Poco a poco aumenté el ritmo de mi mano bajo la atenta mirada de Hitoshi. La punta de su miembro empezaba a soltar líquido preseminal, y usé el pulgar para acariciarla. Echó la cabeza hacia atrás levemente mientras continuaba con el movimiento de muñeca, acelerando un poco.

- Así, muy bien... - susurró.

A medida que fui tomando algo de confianza empecé a bajar la cabeza hacia su entrepierna.

- ¿Q-qué haces? - preguntó, nervioso.

- ¿Puedo l-lamerlo...?

- Joder, sí... - fue su respuesta.

Lamí levemente la punta del miembro, sin dejar de bombear la extensión. Deslicé mis labios hasta la base del tronco, para después subir acariciando la parte inferior de este con la punta de la lengua. Cuando el miembro estuvo cubierto de saliva y líquido preseminal, lo adentré en mi boca, para empezar a subir y bajar la cabeza, mientras masajeaba los testículos con una mano y la base del miembro con la otra.

- Anzu~... - gimió.

Succioné un poco el miembro, creando un vacío en mi boca, causando que Hitoshi temblara. Él llevó una mano a mi cabeza, hundiendo sus dedos en mi cabello. Saqué el miembro de mi boca, mirándole fijamente a los ojos.

- ¿L-lo hago bien? - pregunté.

- Agh, increíblemente bien... - asintió, jadeando.

Volví a meter su miembro en mi boca, para después soltar un leve gemido, cuya vibración le hizo gemir. Yo subía y bajaba los labios, paseando la lengua por todo el tronco del miembro. Los gemidos guturales de Hitoshi no se hacían esperar, excitándome al saber que le estaba dando placer. Subí la mirada para verle la cara, roja y con los ojos entrecerrados.

- Anzu, no voy a aguantar mucho más... - me advirtió - S-sácalo si no quieres que me c-corra dentro...

Hice caso omiso y él llegó al orgasmo, echando la cabeza hacia atrás y emitiendo un gemido ronco. Me levanté de la cama rápidamente y tomé la pequeña papelera que había junto a su escritorio para escupir ahí el semen.

- L-lo sient-to, no podía-

- No, no, tranquila, e-está bien...

Volví hacia la cama mientras Hitoshi seguía inclinado hacia atrás, jadeando y sonrojado.

- ¿Q-qué tal? - pregunté, limpiándome los restos de semen que habían quedado en mis labios con el pulgar.

- Lo has hecho muy bien, cariño... - respondió con una leve sonrisa.

Me acarició la mejilla con suavidad, y volví a sentarme en la cama, mirándolo a los ojos.

- ¿Cómo d-deberíamos continuar...?

- Quiero sentir tus uñas arañando mi espalda. Quiero ver tu cuerpo dando espasmos de placer... - se inclinó hacia mí, acercándose hasta que quedé tumbada sobre la cama - Quiero escuchar como gimes mi nombre en voz baja, tratando de ocultarlo. Quiero saborear las gotas de sudor que caigan por tu cuello mientras lo beso. Quiero oler el aroma a sexo inundando mi habitación, probando que esta noche realmente habrá pasado... Quiero disfrutarte con y en todos los sentidos. Quiero hacerte mía, Anzu.

Casi pude llegar al clímax de nuevo solo por oírle decir todo eso. Abrió el envoltorio y colocó el preservativo en su miembro, y después una cantidad considerable de lubricante. Se situó sobre mí, entre mis piernas, y apartó un mechón de mi flequillo de mi rostro.

- ¿Me permites hacerte mía? - preguntó con una voz suave - ¿Me permites ser tuyo?

Su rostro había cambiado: ya no mostraba esa lujuria pura anterior. Su mirada era de amor, ternura y cariño. Ese era el Hitoshi del que me había enamorado. Puso una leve sonrisa sincera, y no pude evitar levantar las manos para acariciar su rostro. Me incorporé un poco, posando un delicado beso en sus labios.

- Nada me gustaría más, Hitoshi... - susurré.

Sonrió y entrelazó sus dedos con los míos, dejando nuestras manos apoyadas sobre la cama a cada lado de mi cabeza. Situó su miembro frente a mi entrada y me miró.

- Tengo entendido que al principio puede resultar molesto, o incluso llegar a doler - dijo - Por favor, avísame si te hago daño...

- Tú nunca me harías daño - corté - Por eso te amo.

- Yo también te amo...

Besó mis labios y movió su pelvis hacia delante, penetrándome con cuidado. Fruncí el ceño y apreté sus manos; pese a todos los preliminares, la "intromisión" resultaba algo molesta debido a los nervios.

- ¿Estás bien? - preguntó.

- Sí, no te preocupes - contesté - Puedes seguir...

Siguió entrando poco a poco hasta estar completamente dentro, y emitió un leve gemido gutural.

- Avísame cuando estés lista... Y si en algún momento quieres que pare, por favor, dímelo y pararé al instante.

Asentí con la cabeza y volví a besarle, mientras me acostumbraba a esa nueva experiencia. Poco después moví mis caderas lentamente.

- Estoy lista - susurré - Hitoshi, te necesito...

Sacó su miembro hasta la mitad y lo volvió a meter del todo lentamente, una y otra vez. Eran embestidas lentas y cuidadosas. Soltaba pequeños gemidos contra los labios de Hitoshi para evitar que nadie los oyera. Poco a poco fue aumentando el ritmo, al tiempo que solté sus manos y rodeé su cuello con mis brazos.

- Se siente demasiado bien... - gruñó, abandonando mis labios y hundiendo su rostro en mi cuello - Joder, eres perfecta.

- Puedes ir más rápido - susurré.

- ¿Estás segura?

Asentí con la cabeza, él tomó mis caderas entre sus manos y empezó a embestirme más rápido. Rodeé su cintura con mis piernas, aferrándome más a él, y cerré los ojos. Llegaba más profundo, siendo cada embestida más placentera que la anterior.

- 'Toshi~... - gemí en voz baja - Por favor, no pares~

Mordió mi cuello y succionó esa zona, dejando una marca que seguiría notoria al día siguiente. Pasé mis brazos por debajo de los suyos y me aferré a su espalda con fuerza, arañándole sin querer. Sus grandes manos apretaban mis caderas con fuerza, dejando una imprenta roja con la forma de sus dedos. A parte de nuestros suspiros y gemidos ahogados, en la habitación solo se escuchaba el ruido de nuestros cuerpos chocando rítmicamente.

- ¿Te gusta? ¿Te sientes bien?

- S-sí~

Aumentó un poco más el ritmo, golpeando una zona sensible y haciéndome gemir más alto.

- ¿Ahí? - me preguntó.

- Sí, p-por favor, justo ahí~

- J-joder... - masculló entre gemidos - Se siente muy bien...

Entre-abrí mis ojos, viendo su rostro sonrojado y su frente levemente perlada en sudor. Hitoshi sonrió al verme con los ojos abiertos, y me dedicó una suave sonrisa.

- Eres preciosa, ¿sabes? - susurró.

Quité uno de mis brazos de su espalda y lo usé para taparme la cara, en un vano intento de ocultar mi sonrojo.

- Ey, no... - trató de apartar mi brazo - No te pongas tímida ahora, por favor, quiero verte...

Cuando apartó mi brazo y dejó al descubierto mi rostro, vio algunas lágrimas cayendo de mis ojos, y paró en seco.

- ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño? ¿Incomodado?

- No, no, tranquilo - contesté con una sonrisa mientras me secaba las lágrimas - Estoy bien, perfectamente, en realidad. Es solo que... Poder estar aquí, contigo... Me parece demasiado bueno para ser verdad.

- Te aseguro que esto es de verdad, mi amor... - dijo él.

Me tomó del mentón de nuevo, haciendo que me reclinase levemente. Me besó con dulzura y rodeé completamente su cuello con mis brazos. Continuó con las embestidas, algo más lentas que antes, pero todavía más pasionales, si es que era posible. Me derretía completamente debajo de él. Su cabello estaba despeinado hacia abajo, cayendo hacia mi rostro e interponiéndose en nuestro beso de vez en cuando. Separé nuestros labios con una pequeña risa y aparté su cabello con las manos, sujetándolo detrás de su cabeza.

- ¿Mejor así? - dijo con una de sus sonrisas torcidas.

- S-sí.

Embestía contra mí con cada vez más fuerza, golpeando siempre mi zona sensible. Cuando empezó a acelerar el ritmo de manera algo errática, supe que estaba cerca del límite. Y a mí tampoco me faltaba mucho más.

- 'Toshi~ - gemí, sintiendo sus dientes en mi cuello.

- Te amo... - susurró en mi oído.

- Yo también te amo - respondí.

Él sonrió y me besó. Cerré los ojos, recibiendo sus embestidas contra mi zona sensible y sintiendo mis paredes internas contraerse a su alrededor.

- N-no voy a- Aaah~ No voy a aguant-tar mucho más...

- Ent-tonces, no te res-sistas...

Clavé mis uñas sin querer en sus manos cuando volví a llegar al orgasmo, al mismo tiempo que Hitoshi, y me besó profundamente para ocultar los gemidos de ambos.

- ¿Estás bien...? - me preguntó, con una voz suave.

- S-sí, creo que sí... - suspiré, aunque no muy convencida, tratando de recuperar la respiración.

- Me alegro... - dijo, y me dio un beso en la frente.

Intentó incorporarse para separarse y salir de mí, pero se lo impedí.

- N-no, por favor... - me aferré a él, rodeando su cuello con mis brazos - ¿P-podemos quedarnos así u-un poco?

- Claro que sí, mi amor... - susurró - Todo el tiempo que necesites, y más...

- Gracias... - respondí, y un par de lágrimas cayeron de mis ojos - Te amo tanto... Me haces muy feliz...

- Tú también me haces feliz, Anzu... - susurró, y me dio un beso en la punta de la nariz - Eres lo que más amo en el mundo...

Nos quedamos así un rato, abrazados, hasta que logré calmarme.

- Ya estoy bien... - susurré.

Me dio un beso en la frente y se separó de mí. Tras quitarse el condón, lo anudó y lo tiró a la papelera.

- Ve al baño a asearte - dijo, y me tendió una camiseta grande y unos boxers - Puedes ponerte esto para pasar la noche.

Asentí con la cabeza, me levanté de la cama con cuidado, cogí la ropa y me metí en el baño. Después de asearme y vestirme, salí del baño y me tumbé de nuevo en la cama. Hitoshi se metió en el baño después y salió con un pantalón de pijama puesto. Se tumbó en la cama a mi lado y me acarició la mejilla.

- ¿Seguro que estás bien...? - insistió.

- Que sí, tranquilo - reí levemente y le di un beso suave - No podría estar mejor...

Me dedicó una pequeña sonrisa.

- Te amo - susurró.

- Yo también te amo - respondí con una sonrisa.

Apoyé mi cabeza en su pecho, y no tardé mucho en dormirme mientras él pasaba sus dedos por mi cabello.

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¡Gracias por leer!

Bueno... Creo que voy a huir 🏃‍♀️💨

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