24.- Castigo
Anzu, ¿Puede saberse dónde estabas? - dijo mi madre a mis espaldas.
- ¡M-mamá! - exclamé, girándome hacia ella - ¿Q-qué haces aquí?
- Responde a mi pregunta, niña - gruñó - ¿Dónde estabas?
- F-fui a dar una vuelta...
- ¿Con el uniforme de la UA?
- ¿Me dab-ba pereza cambiarme...?
- Claro, ¿Cómo no? - masculló - Digamos que te creo. ¿Cómo te has hecho esos hematomas de los!brazos, y por qué levas apósitos en la cara?
- Ah, p-pues...
Todo mi cuerpo temblaba por el pánico, y me sentí empequeñecer cuando mi madre se levantó de la silla en la que estaba sentada y se acercó a mí.
- ¡Maldita niñata engreída! - bramó, agarrándome del pelo con fuerza hasta el punto de casi levantarme del suelo - ¡Deja de mentir de una vez! ¡Es obvio que has ido al Festival Deportivo!
- ¡P-por favor, para, me haces daño!
- ¡Ah, ¿Te duele?! ¡Claro que pararé!
Me tiró contra el suelo con fuerza y pisó mi pierna derecha.
- ¿¡Has ido a la UA!? - inquirió.
- N-no.
- ¡Dime la verdad! - gritó a la vez que alzaba su pierna para darme un pisotón fuerte.
- F-fui a l-la UA... - confesé, tratando de contener la lágrimas.
- ¿¡Para qué!? - me dio otro pisotón.
- P-para part-ticipar en el Festival D-deportivo... - susurré.
- ¡Dilo más alto!
Recibí un nuevo pisotón, todos en el mismo punto. La zona estaba ya de un tono morado.
- ¡Para p-participar en el Fest-tival Dep-portivo!
- ¿¡Cómo has ido!? ¡Tu bicicleta estaba aquí!
- En t-tren - mentí.
Ella no tenía por qué saber que Hitoshi me había llevado, y tampoco me convenía que lo supiera.
- ¡Así que, recapitulando, no solo me hablaste mal!esta mañana, sino que además te escapaste de casa, fuiste a esa maldita academia y participaste en su jodido Festival Deportivo! - enumeró, dándome un pisotón cada vez más fuerte que el anterior cada vez que añadía algo.
Emití un grito de dolor a la vez que sentí un crujido en mi pierna.
- Vaya, ¿Se ha roto? - masculló mi madre - Genial, ahora tendré que llevarte al hospital. No causas más que problemas.
Rebuscó entre los cajones de mi armario, y lanzó una sudadera vieja ancha y un pantalón de chándal que llegaba por encima de la rodilla sobre la cama.
- Ponte esto y avísame cuando estés lista.
Dicho eso salió de la habitación dando un portazo. Me arrastré con cuidado hacia la cama y me apoyé en ella para levantarme, intentando no apoyar la pierna derecha. Me cambié de ropa como bien pude y busqué mi teléfono en mi mochila.
- ¡Mamá! - la llamé mientras me secaba las lágrimas.
Volvió de nuevo a mi habitación con mi par de muletas y me las tendió. Las agarré y nos dispusimos a caminar fuera de la casa para llegar al coche, con la intención de ir al hospital. Obviamente ella no me llevaría al hospital donde trabajaba, ya habíamos ido allí un par de veces y no querría que sus compañeros empezasen a sospechar.
Una vez allí nos atendieron, pero nos pidieron que esperásemos un poco en la sala de espera. Nos sentamos en las sillas, pero pronto se nos acercó un hombre.
- Me suena haberte visto antes... - comentó - ¿Vas a la UA?
- Así es - respondí, algo dubitativa.
- ¡Ahora me cuadra! ¡Eres Himura, la ganadora del Festival Deportivo de 1°Año! Lo hiciste genial.
- V-vaya, gracias - contesté, nerviosa por la posible reacción de mi madre.
Aunque no me haría nada si estábamos en público, ¿Verdad?
- ¿En qué clase estás?
- 1C - mentí.
- ¿En serio? En la UA están desaprovechando potencial - masculló.
- Ya...
- No me dijiste que habías quedado en primer lugar, Anzu - dijo mi madre, con una sonrisa fingida.
- S-supongo que n-no ha hab-bido tiempo - tartamudeé.
Al cabo de un rato nos llamaron, y me llevaron a hacer una radiografía de la pierna. Mi madre esperaba fuera de la sala, y la doctora me indicaba cómo colocarme.
- ¿Te lo has hecho en el Festival Deportivo? - me preguntó.
- Lo has visto?
- Solo los cuartos de final, tenía unos minutos de descanso. Tuviste un inconveniente, por lo que dijo Midnight.
- No, ha sido después, iba a dar una vuelta en bici y tuve un "pequeño" accidente - mentí de nuevo.
Salió de la sala para poder activar la máquina, y poco después nos enseñó la radiografía.
- Tiene una fisura en la tibia - explicó - No es algo muy grave, pero tendrá que estar 6 semanas con escayola y en reposo.
- Eso le vendrá muy bien - dijo mi madre, con una sonrisa falsa - Mi pequeña Anzu es muy activa, pero igual de torpe y bruta.
- Ya... - susurré.
Me acabaron poniendo la escayola y volvimos al coche. Íbamos hacia casa en silencio, hasta que mi madre decidió romperlo.
- Así que has ganado el Festival Deportivo.
- S-sí...
- Entonces, ya no solo vas y participas, sino que además te esfuerzas lo bastante como para ganar...
Asentí levemente con la cabeza, temiendo su reacción.
- Yo ya estoy bastante cansada de todo esto, cuando lleguemos a casa hablaré con tu padre y que él decida.
Volví a asentir y apoyé la cabeza en la ventanilla. Cuando por fin llegamos a casa, mi padre nos esperaba en la puerta.
- Tu madre me ha contado qué ha pasado - masculló - De verdad, nunca aprendes.
Abrió la puerta para que pasáramos dentro, y una vez pasado el umbral vi por el rabillo del ojo a mi padre alzando la mano. Me encogí, maldiciendo las muletas porque me impedían cubrirme la cabeza con los brazos. Justo antes de que su mano impactará contra mí, se oyeron unos golpes en la puerta. Mi madre abrió de nuevo, encontrándose a Hitoshi, con una mochila a la espalda y la bicicleta agarrada.
- Ehm, buenas tardes, Sra. Himura - saludó - ¿Está Anzu?
- ¡Estoy aquí! - dije, sabiendo que me había "salvado".
- ¿Ya te has vuelto a romper la pierna? De verdad, eres la persona más torpe que conozco - comentó con una risa falsa.
- Querías algo, Shinso? - preguntó mi padre, algo
mosqueado.
- Anzu y yo habíamos quedado en que pasaríamos el finde aquí viendo pelis y haciendo chorradas para celebrar su victoria en el Festival Deportivo - respondió.
- ¿Tú sabías que iba a participar? - gruñó.
- ¡Claro! - exclamó Hitoshi, pasando saliva - Decidimos participar los dos para intentar fastidiar a los del Departamento Heróico.
- ¿Esa era vuestra intención? - preguntó mi madre.
- ¡Por supuesto! - continuó, mintiendo - Tendríais que haber visto las caras de esos imbéciles aspirantes a inútiles cuando se dieron cuenta de que alguien del Departamento de Estudios Generales les había vencido a todos. ¡Incluso venció al hijo de Endeavor! Los gritos de esa bolsa de basura en llamas fueron increíbles, me arrepiento de no haberlo grabado.
Mis padres parecieron relajarse, incluso diría que mi padre sonrió.
- Esa es mi hija - habló, dándome una palmada algo fuerte en la espalda.
- Entonces... ¿Podemos ir Shinso y yo a mi cuarto? - pregunté, encogiéndome un poco.
- Claro, solo llamadnos si necesitáis algo - dijo mi
madre, con una sonrisa.
Hitoshi dejó su bici junto a la mía y fuimos a mi habitación tan rápido como mis muletas me lo permitieron.
- Joder... - suspiré cuando ya estuvimos dentro y con la puerta cerrada con seguro - Buena excusa la que has puesto.
- Sí, sí, lo que digas - masculló - ¿Necesitas ayuda para sentarte en la cama?
- Diría que no...
Con cuidado me senté sobre la cama, apoyando la espalda en la cabecera, y dejé las muletas a un lado. Hitoshi buscó un par de cojines pequeños en mi armario y los colocó bajo mi pierna rota.
- Ya sé que lo he dicho ya "demasiadas" veces, pero creo que es necesario - comentó.
- Ya empezamos... - suspiré - Te he dicho que no.
- Anzu, esto no es normal, ¿Vale? Tienes que denunciar a tus padres.
- Que no voy a hacerlo.
- ¡Estoy harto de verte así! No es la primera vez que te rompen algo, y sabes perfectamente que no será la última.
- ¡Eso no lo sabes! Quizá mañana se despierten y se den cuenta de esto. Quizás me pidan perdón y podamos tener una vida normal. Pero eso no pasará seguro si los meto entre rejas.
- Anzu... No van a cambiar...
- ¡Sí lo harán! - mascullé, conteniendo las lágrimas.
- Si no les denuncias tú, lo haré yo.
- Si lo haces, te juro que no volverás a verme en tu vida.
Abrió los ojos como platos.
- ¿Pero no te das cuenta de cómo suenas diciendo todo eso?
- ¡Me da igual! Por favor, Hitoshi, no los denuncies, te lo suplico...
Las lágrimas terminaron por caer por mis mejillas, y Hitoshi suspiró pesadamente. Se sentó en la cama junto a mí, puso sus manos en la parte de atrás de mi cabeza y en mi espalda y me atrajo hacia él. Dejé fluir mis lágrimas con mi cabeza en su pecho, mientras él me acariciaba la espalda.
- Solo quiero lo mejor para ti, Anzu... - susurró, besando levemente mi coronilla.
- Lo sé... - susurré.
- ¿Quieres ver una peli para calmarte?
Asentí con la cabeza.
- ¿"Pesadilla antes de Navidad"? - volvió a preguntar.
Asentí de nuevo, y Hitoshi se levantó con cuidado. Agarró mi portátil de encima de mi escritorio y volvió a ponerse a mi lado, con el portátil en el regazo. Apoyé mi cabeza en su hombro mientras buscaba la película en la carpeta de películas descargadas. Una vez la puso en marcha apoyó su cabeza en la mía.
Me sentía un poquito mejor...
----------------------------------------------------------- ¡Gracias por leer!
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