ii. The night I met him.

"La noche en que lo conocí."

Segundo año escolar. Otro año de soportar las interminables clases, profesores que no tienen idea de lo que realmente pasa por nuestras cabezas, y, como si no fuera suficiente, todo el drama mediático en torno al caso de Jason Blossom. Ahora, como si mi vida necesitara más complicaciones, tengo que compartir los pasillos con él . Austin. Mi mellizo.

Suspiré, apoyando la frente contra el vidrio del auto mientras miraba las casas y los árboles pasar rápidamente. Sidney seguía hablando, pero sus palabras apenas eran un murmullo en el fondo.

—...Quiero que te enfoques en tus estudios este año, Hailie. Es importante que no te dejes distraer —decía con su tono de preocupación habitual.

Mhm —murmuré sin apartar la mirada de la ventana.

Noté cómo me observaba de reojo, claramente insatisfecha con mi falta de respuesta.

—También creo que deberías considerar volver a las sesiones con la señorita Morgan —añadió después de un silencio incómodo.

Giré la cabeza hacia ella, frunciendo el ceño.

—¿Otra vez con eso? Estoy bien.

—Hailie... —Sidney tomó un respiro profundo antes de continuar—. Es para que puedas... mejorar. Ya lo sabes.

Me di cuenta de hacia dónde se dirige su mirada. Mis brazos. O, más bien, lo que mis mangas ocultaban. Instintivamente, tiré de las mangas de mi chaqueta para cubrirme mejor.

—No quiero hablar de eso —dije rápidamente, sintiendo la incomodidad apoderarse de mí.

—Lo sé —respondió con un suspiro, volviendo su atención a la carretera—. Pero ignorarlo no lo hará desaparecer.

No respondí. No quería discutir. ¿De qué serviría? Sabía que sus intenciones eran buenas, pero a veces desearía que simplemente dejara el tema en paz.

Cuando el auto se detuvo frente a la escuela, Sidney giró hacia mí, forzando una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—Tómalo con calma hoy, ¿de acuerdo?

Asentí con un movimiento casi imperceptible, abriendo la puerta del auto.

—Gracias por el aventón —murmuré antes de cerrarla y dirigirme hacia el edificio.

Me puse los auriculares en cuanto crucé las puertas de la escuela. La música amortiguaba el bullicio de los estudiantes, lo que me daba un poco de paz mientras caminaba hacia mi casillero. Bajé la mirada, evitando el contacto visual con cualquier persona que se cruce en mi camino. Abrí el casillero y comencé a guardar mis libros, pensando en qué necesitaría más tarde.

Unos brazos rodeándome por los hombros me sobresaltaron. Estuve a punto de girarme para apartarlos cuando una risa conocida llegó a mis oídos.

—¡Hailie! —exclamó Delia Cooper, mi mejor amiga.

Relajé los hombros y sonreí, quitándome los auriculares.

—Lamento mucho haber cancelado nuestros planes de ayer —dijo con una mueca de disculpa, esos hoyuelos que tenía siempre lograban ablandarme.

Negué con la cabeza y cerré el casillero.

—No te preocupes. En realidad, no tenía muchas ganas de salir.

—Ya sabía que ibas a decir eso. Pero te lo compensaré. ¿Qué tal un maratón de películas el sábado? —sugirió con entusiasmo.

—Está bien, pero tú traes las palomitas esta vez —respondí, soltando una pequeña risa.

Delia me dio un pequeño empujón amistoso.

—Trato hecho. Oh, por cierto, ¿ya te enteraste?.

Levante una ceja, acostumbrada a sus cambios abruptos de tema.

—¿De qué?

—Tenemos un alumno nuevo en la escuela —dijo con tono misterioso—. Además de los Lodge, claro.

Sentí cómo el calor subía a mis mejillas. No podía evitarlo.

—Ya sé. Es mi hermano.

Delia parpadeó, claramente sorprendida.

— ¿Austin es tu hermano? —preguntó incrédula—. Espera...¿tu hermano mellizo ? ¿El hermano misterioso del que nunca hablas?

Solté un suspiro, cerrando los ojos antes de asentir.

—Sí. Es lo mismo.

—Esto va a ser interesante —comentó, con una sonrisa que no me gustó nada—. Dicen que ya provocó revuelo en su primera clase esta mañana.

—No quiero saberlo —respondí rápidamente, girándome hacia el pasillo para evitar más preguntas.

Delia caminó a mi lado, levantando las manos en un gesto de rendición.

—Está bien, no diré nada más... por ahora. Pero, solo para que lo sepas, el chico ya tiene un club de fans.

Rodé los ojos. Perfecto. Solo lo que me faltaba.

.✧.

Luego de las primeras horas, en donde me las pase completamente dormida, nos dirigimos a la cafetería para tomar nuestras bandejas y luego al patio, donde todos se reunían durante el almuerzo. 

—¿Todo bien? —preguntó Delia, notando mi silencio.

—He estado tratando de evitar a Austin —admití, empujando la comida de mi bandeja con el tenedor.

—¿Por qué? Pensé que sería emocionante tenerlo aquí. Es tu hermano, después de todo.

—Sí, pero no quiero que todos empiecen a compararnos. Siempre ha sido así. Él es el perfecto, el carismático, el que siempre tiene la atención de todos. Yo... prefiero pasar desapercibida.

Nos sentamos con Archie, Betty y Kevin. Delia se acomodó junto a su melliza, mientras yo tomé el lugar al lado de Archie. Dejé que ellos hablaran entre sí mientras me ponía los auriculares de nuevo y me distraía con mi teléfono.

No pasó mucho tiempo antes de que una nueva voz interrumpiera el flujo de la conversación.

—¿Podemos sentarnos?.

Levanté la mirada justo a tiempo para ver a los hermanos Lodge. Verónica, con su porte impecable, y Nicholas, que tenía una sonrisa encantadora pero un poco irónica.

—Claro —dijeron Delia y Archie al unísono.

Verónica se sentó junto a Delia, dejando a Nicholas el asiento vacío a mi lado. Ni siquiera lo noté al principio, hasta que sentí un toque ligero en mi hombro.

Levanté la mirada, y por un momento, nuestros ojos se encontraron.

—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó, señalando el lugar vacío a mi lado.

Me quité un auricular, algo confundida, pero asentí rápidamente.

—Ah, claro.

Lo que siguió fue un intercambio superficial entre Verónica y el resto del grupo, mientras yo volvía a mi teléfono. Pero no podía evitar echar un vistazo de vez en cuando al patio, donde Austin estaba rodeado por un grupo de chicas que reían como si él fuera lo mejor que les había pasado.

Nuestros ojos se encontraron por un segundo, y su sonrisa desapareció. Volví la mirada a mi bandeja, sintiéndome incómoda.

—¿Todo bien? —preguntó Nicholas en voz baja, sacándome de mis pensamientos.

—Sí, todo bien —mentí, devolviéndome a mi pequeño refugio de música.

El rubio arqueó una ceja, claramente intrigado por el repentino cambio en mi expresión, pero decidió no insistir.

—¡Los Hermanos Lodge! —exclamó Cheryl Blossom mientras se acercaba al grupo. Al llegar, lanzó una mirada evaluadora a todos antes de fijarse en su objetivo—. Con permiso, Zafiro —dijo, apartándome con un ligero empujón que me hizo acercarme aún más a Nicholas.

—¿De qué hablaban? —continuó, inclinando la cabeza hacia Verónica con una sonrisa—. ¿De la impresionante eclosión de Archie fuera de su crisálida de pubertad?.

Fruncí el ceño, algo confundida.

—¿Qué es "eclosión"? —murmuré para mí misma mientras me colocaba uno de los auriculares.

—¿Qué es una "crisálida"? —susurró Nicholas al mismo tiempo, con una mueca de genuina confusión. Mi oído captó su comentario y, por primera vez, no pude evitar esbozar una pequeña sonrisa. Al menos no era la única perdida.

—Extracurriculares —respondió Verónica con una sonrisa impecable, ignorando la manera pomposa de Cheryl—. El señor Weatherbee quiere que nos inscribamos en algunas actividades.

—¿Qué tal el equipo de porristas? —sugirió Cheryl con evidente entusiasmo, enderezándose aún más—. Por si no lo sabían, soy la capitana del equipo.

— ¿Ser porrista todavía es una cosa? —preguntó Kevin, alzando una ceja con aire divertido.

— ¿Ser el amigo gay todavía es una cosa? —le devolvió Cheryl con una sonrisa afilada—. Algunos dicen que es retro; Yo digo que es eterno e icónico.

—En Spence, yo era una de las mejores —presumió Verónica, acomodándose un mechón de cabello con fingida modestia.

—Define "mejores" —murmuró Nicholas, lo suficientemente bajo para que solo yo lo escuchara. Solté una pequeña risa sin darme cuenta, y eso lo hizo girar hacia mí con una sonrisa de satisfacción.

—Podría intentarlo —continuó Verónica, ignorando el comentario de su hermanastro. Su mirada se dirige hacia nosotras—. ¿Chicas?

Delia negó de inmediato, levantando las manos como si fuera una orden de alto.

—Paso, gracias. Yo ya tengo lo mío: la pintura.

Antes de que pudiera decir algo, Cherryl intervino.

—Hailie ya forma parte del equipo —anunció, dejando claro que no necesitaba mi confirmación—. Aunque, si esta noche no pone cierta canción, dudo mucho que DJ Zafiro siga siendo parte del grupo.

Me lanzó una sonrisa sarcástica, mientras yo simplemente rodaba los ojos, acostumbrada a su actitud.

—¿DJ Zafiro? —preguntó Nicholas, levantando una ceja con interés mientras dirigía su atención hacia mí.

—Hace las mejores combinaciones de música —contestó Kevin rápidamente. Sacó su teléfono, buscando algo en su galería antes de voltear la pantalla hacia Nicholas—. Mira esto.

El video muestra una de las fiestas típicas del pueblo. En el centro de la escena estaba yo, detrás de una mesa de mezclas, completamente concentrada mientras las luces parpadeaban al ritmo de la música que había preparado. Podía escuchar los gritos y aplausos de fondo en el video, como si estuviera reviviendo esa noche.

Nicholas observó el video con atención.

—Eres realmente buena —dijo después de unos segundos, mirándome con una sonrisa.

Sentí cómo el calor se acumulaba en mis mejillas, así que desvié la mirada hacia mi bandeja.

—Solo hago lo que me gusta —murmuré, encogiéndome de hombros.

—"Solo" dice... —intervino Kevin con tono burlón—. Hailie, por favor, eres básicamente la reina de las fiestas aquí.

—Por eso la tengo en mi equipo, obvio. Nadie maneja el ambiente como DJ Zafiro. Pero no te confies —añadió con un tono juguetón, mirándome directamente—. Si esta noche no cumples, tendré que reconsiderar.

—Claro, Cheryl, lo que tú digas —respondí con sarcasmo, pero ella simplemente escuchó, como si hubiera ganado una pequeña batalla.

Nicholas soltó una breve risa al notar la dinámica entre nosotras, y por un momento, nuestros ojos se cruzaron de nuevo. Había algo en su mirada algo que no lograba descifrar.

.✧.

Cuando terminaron las clases, me dirigí directamente a casa. El trayecto fue tranquilo, y al llegar, la casa estaba en silencio, como de costumbre. Mi tía Sidney todavía no había regresado del trabajo, pero al menos había dejado la comida preparada en la cocina.

Subí las escaleras hasta mi habitación, cerré la puerta detrás de mí y me dejé caer en la silla de mi escritorio. Después de unos segundos de mirar al vacío, abrí uno de mis diarios. Sé que puede sonar infantil que una chica de mi edad escriba en un diario para desahogarse, pero mi terapeuta insistió en que lo hiciera. Según ella, era un hábito que podría ayudar a evitar que tomara "acciones" respecto a las cicatrices en mis brazos.

Pasé mis dedos por la tapa gastada del cuaderno, tomé una pluma y abrí una página en blanco. Por un momento, me quedé mirando el papel vacío, como si esperara que las palabras aparecieran solas. Finalmente, tomé aire y comencé a escribir.

Querido diario

Hoy fue uno de esos días en los que todo parece fluir como un río tranquilo, pero debajo de la superficie hay una corriente que amenaza con arrastrarte. Las clases pasaron sin incidentes, lo cual debería ser un alivio, pero en el fondo no lo es. Austin sigue siendo Austin, el centro de atención sin siquiera intentarlo. Es como si su presencia bastara para eclipsarme, incluso cuando no estamos en la misma habitación.

Conocí a los hermanos Lodge, Verónica y Nicholas. Ella es todo lo que nunca podría ser: segura, encantadora, perfecta. Y Nicholas... bueno, no estoy segura de qué pensar de él. Tiene esa manera de mirarme, como si intentara descifrar algo que ni yo misma entiendo. Es incómodo, pero también... interesante, supongo.

Cheryl no cambia. Siempre tiene que recordarme mi lugar, como si yo necesitara que alguien más lo hiciera. ¿Por qué sigo dejando que sus comentarios me afecten? Debería ignorarla, pero en el fondo me molesta. Tal vez porque, aunque me cueste admitirlo, parte de mí piensa que tiene razón.

Luego está lo de la música. Todos piensan que ser DJ es lo único en lo que destaco, lo único que me define. Tal vez tengan razón. Me gusta perderme en las mezclas, sentir cómo los ritmos se entrelazan y crean algo nuevo. Pero a veces me pregunto: ¿qué pasa cuando la música se detiene?.

Supongo que escribir aquí es mejor que dejar que esos pensamientos me consuman. Las cicatrices en mis brazos ya son suficientes recordatorios de lo que pasa cuando no encuentro una salida. Sidney lo sabe, aunque nunca lo diga directamente. Es su forma de cuidarme, de intentar entenderme sin presionarme.

Hoy, prometo intentar algo diferente: no dejar que la oscuridad gane. Escribo esto aquí para recordármelo, porque sé que volverán los momentos en los que todo parezca demasiado. Y cuando lo hagan, quiero leer estas palabras y saber que al menos lo intenté.

Texto traducido por: Jughead Jones.

.✧.

Sé que la mayoría de las chicas prefieren lucirse cuando llevan vestidos, sobre todo en eventos como este. Escotes, espaldas descubiertas, telas ajustadas... todo diseñado para destacar. Yo no soy así. Esta noche llevaba un vestido largo negro con pequeñas brillantinas que brillaban con la luz, un diseño sencillo pero elegante. La espalda descubierta del vestido, que muchos considerarían su punto fuerte, estaba cuidadosamente tapada con mi chaqueta de cuero negra. Tal vez era la única chica que llegaría tan "cubierta" a ese tonto baile, pero, sinceramente, no me importaba.

Suspiré mientras revisaba por última vez mi mochila, asegurándome de llevar todo lo necesario para mi "show". Mi controlador de DJ, cables, adaptadores, y mi lista de mezclas preparada a medias. A pesar de mi apatía hacia el evento, no podía permitirme un error; Cheryl sería implacable si algo salía mal.

Cuando terminé, bajé las escaleras y encontré a Sidney en la sala. Ella me miró con sorpresa y una sonrisa.

—Te ves hermosa —dijo suavemente, dejando a un lado los papeles que tenía en las manos.

—Gracias —respondí, bajando la mirada. Siempre me incomodaban los cumplidos, incluso cuando venían de ella.

—¿Estás segura de que quieres llevar la chaqueta? Podrías quitarla después, si te da calor —sugirió con delicadeza, pero sabía que no insistiría.

—Estoy bien así —respondí rápidamente, ajustándome la chaqueta.

Ella asintió, comprendiendo.

—Bueno, al menos parece que estás lista para hacer que todos bailen —intentó bromear, señalando mi mochila.

—Algo así —dije, esbozando una pequeña sonrisa antes de dirigirme hacia la puerta.

El camino hacia el gimnasio de la escuela, donde se celebraría el baile, estuvo acompañado por el frío nocturno. Las luces del gimnasio se filtraban a través de las ventanas, y la música que ya sonaba dentro resonaba en el aire. Me detuve justo antes de entrar, tomando un respiro profundo.

"Es solo otra noche más", me dije a mí misma. "Entra, haz tu trabajo, y sal de aquí".

Al cruzar las puertas, el ambiente de la sala me golpeó de inmediato. Globos, serpentinas, luces de colores que parpadeaban al ritmo de la música, y decenas de estudiantes bailando y charlando animadamente. Algunos me miraron de reojo, pero la mayoría estaba demasiado ocupada en su propio mundo como para notarme.

Caminé hacia la cabina de DJ, ubicada en una esquina del gimnasio. Mientras conectaba mi equipo, sentí una presencia detrás de mí. Al girarme, me encontré con Nicholas Lodge, apoyado contra la pared con las manos en los bolsillos y esa sonrisa fácil que parecía venir con él a donde fuera.

—Así que esta es la famosa DJ Zafiro —dijo con un tono divertido.

—No sabía que tenías interés en la música —respondí, evitando su mirada mientras terminaba de preparar mi controlador.

—Siempre tengo interés en lo que destaca —replicó con una ligera inclinación de cabeza—. Y, al parecer, tú lo haces bastante bien.

No pude evitar soltar una risa irónica.

—¿Destacar? No creo que seas muy bueno leyendo el ambiente.

Nicholas no dijo nada al principio, pero su sonrisa se volvió más suave.

—Bueno, solo diré que espero que me sorprendas. —Y con eso, se giró para unirse al resto de los estudiantes.

Solté un respiro que no sabía que estaba conteniendo y me centré en mi trabajo. El controlador estaba listo, las canciones programadas, y las luces ajustadas. Cuando tomé el micrófono para anunciar el inicio de la noche, mi voz resonó firme y clara.

—Bienvenidos al baile. Espero que hayan traído sus mejores pasos, porque esta noche nadie se queda sentado.

.✧.

Delia

La noche pasó de bien a mejor, y la verdad, no me sorprende. Hailie realmente tiene el don de crear ambientes como este. Ella estaba en su elemento, dominando la cabina de DJ como si fuera su propio mundo. Todos estaban bailando, disfrutando y viviendo el momento. Yo, por mi parte, no podía dejar de sonreír mientras me movía al ritmo de la música, especialmente cuando vi que Austin se acercaba.

Al principio, no entendía por qué, pero de alguna manera, Austin y yo comenzamos a hablar. Fue raro al principio, claro. Ni siquiera sabía que era el hermano de Hailie hasta mucho después. Para entonces, ya estábamos hablando de todo y nada al mismo tiempo. La verdad, me sorprendió lo fácil que fue hablar con él. Lejos de ser ese chico popular y arrogante que todos parecían esperar, Austin era genuino. Como si el hecho de que fuera el "hermano de Hailie" no lo definiera.

De hecho, algo que me llamó la atención fue lo mucho que parecía estar fuera de lugar con la fama de mujeriego que tenía. Yo, que he oído todo tipo de rumores sobre él, me di cuenta de que no encajaba para nada en esa imagen. Lejos de ser un chico superficial, Austin parecía tener una personalidad más reservada, algo tranquilo y calmado, que no necesitaba llamar la atención de las chicas para sentirse bien consigo mismo.

Poco a poco, entre risas y algunas anécdotas de la escuela, Austin y yo comenzamos a tener una conversación más profunda. Me contó sobre su vida fuera de Riverdale, lo difícil que había sido adaptarse al cambio, y cómo, a pesar de todo, siempre se sintió un poco como el "extraño" en un lugar donde todos parecían tener ya su grupo, su identidad.

—No es fácil, ¿sabes? —me dijo, sonriendo levemente mientras nos apartábamos un poco del bullicio para tomar un respiro—. Todos piensan que soy alguien que solo está aquí por ser el hijo de los Miller. Pero, en realidad, ni siquiera me siento cómodo en esa etiqueta.

Escuchar eso me hizo darme cuenta de algo. Tal vez, Austin no era tan diferente a Hailie. Ambos parecían estar huyendo de algo, pero a su manera. Mientras él buscaba una forma de deshacerse del peso de su apellido, Hailie luchaba por no ser puesta en una caja solo por ser su hermana. Todo eso lo entendí mientras veíamos cómo los demás seguían bailando y celebrando a nuestro alrededor.

—Tienes razón —respondí—. A veces la gente solo ve lo que quieren ver. Pero, en el fondo, no somos nuestros apellidos.

—¿Quieres bailar? —preguntó, con una sonrisa tranquila.

Lo miré, parpadeando sorprendida. No porque me pidiera bailar, sino porque no lo había visto bailar en toda la noche.

—No soy mucho de bailar —contesté con una sonrisa y encogiéndome de hombros—. Pero creo que mi hermana sí.

Señalé a Betty, quien estaba algo apartada, con la mirada distraída y los brazos cruzados. Parecía sumida en sus pensamientos, ajena al bullicio a su alrededor. Austin siguió mi gesto y asintió, su sonrisa se ensanchó.

—Quizá tengas razón —dijo, y me dejó con un leve asentimiento antes de dirigirse hacia Betty.

Los observé desde mi lugar mientras intercambiaban unas pocas palabras. Betty, al principio, pareció sorprendida, pero luego esbozó una sonrisa tímida antes de aceptar su invitación.

Decidí apartarme un poco del bullicio. La atmósfera en el gimnasio ya no me parecía tan agradable, así que tomé mis cosas y me dirigí a Pop's. Necesitaba un respiro y algo dulce para despejarme.

El tintineo de la campana sobre la puerta me dio la bienvenida cuando entré al diner. Pop's estaba tranquilo, como siempre, con el reconfortante aroma a café y comida recién hecha. Me dirigí directamente a mi mesa favorita, al lado de la ventana, y me dejé caer en el asiento con un suspiro.

Mientras hojeaba el menú, aunque ya sabía qué pedir, alguien se aclaró la garganta a mi lado. Levanté la mirada y me encontré con Jughead Jones, con su característica gorra de lana y una expresión que parecía siempre a medio camino entre el sarcasmo y la curiosidad.

—¿Te importa si me siento? —preguntó, levantando su plato con una hamburguesa a medio comer y un lado de papas fritas.

—Claro, adelante —respondí, haciéndole un gesto hacia el asiento frente a mí.

Jughead se dejó caer en la silla con su plato, tomando una papa frita mientras me estudiaba por un momento.

—¿Dejaste el baile? —preguntó, como si fuera obvio.

—Sí, ya había tenido suficiente —contesté con una sonrisa ligera—. Además, necesitaba algo de calma. ¿Y tú? ¿Ni siquiera fuiste?

Él se encogió de hombros, como si la pregunta no tuviera mucho sentido.

—No soy exactamente un fanático de los bailes escolares. Prefiero mi tiempo aquí, con un café y algo de comida.

—Lo suponía —dije, apoyando mi barbilla en mi mano—. Aunque tal vez te habrías divertido. Austin estaba por ahí rompiendo el hielo con Betty.

Jughead arqueó una ceja, claramente sorprendido.

—¿Austin? ¿El hermano de Hailie? —preguntó, y al ver mi asentimiento, dejó escapar una breve risa—. Interesante. Aunque no sé cómo Betty lo verá.

—Yo tampoco —admití—. Pero... ¿quién sabe? Quizá funcione.

.✧.

Hailie

Tengo derecho a divertirme, ¿verdad? Esa pregunta me rondaba mientras dejaba que las bocinas hicieran su trabajo. Me permití darme un respiro y pasear por el lugar, observando las sonrisas, los movimientos torpes y las risas compartidas entre amigos. Tomé un par de bebidas de la mesa de refrescos y probé algunos bocadillos. Honestamente, les daría un sólido cinco de diez. No eran malos, pero tampoco dignos de recordar.

Los primeros acordes de The Night We Met  resonaron a través de las bocinas, las parejas comenzaron a moverse hacia la pista, tomándose de las manos con algo de timidez. Me quedé donde estaba, cruzando los brazos y observando. Este no era mi tipo de momento. Las baladas lentas y las luces tenues eran para los románticos y los soñadores, yo no era eso.

—¿No vas a unirte a ellos? —dijo una voz a mi lado.

Me giré para encontrarme con Nicholas, con una media sonrisa. No lo había visto acercarse, lo cual decía mucho de lo perdida que estaba en mis pensamientos.

—No soy de las que bailan lentos —contesté, volviendo la vista a la pista.

—¿Eso es una regla personal o simplemente una excusa? —preguntó, apoyándose en la pared a mi lado.

Solté una risa seca.

—Llámalo una filosofía de vida. ¿Y tú? ¿Por qué no estás ahí afuera, deslumbrando a todos?

—Me gusta observar más que participar —dijo con un encogimiento de hombros. Luego me miró—. Aunque a veces me pregunto si observar demasiado significa perderse algo importante.

Antes de que pudiera pensar en escapar, él se acerco. No dijo nada al principio, simplemente extendió su mano hacia mí. Lo miré, sorprendida, sintiendo cómo mi corazón comenzaba a latir con fuerza.

—¿Qué haces? —pregunté en voz baja.

—Lo que debería haber hecho hace rato.

—Ya te dije, no soy de las que bailan lentos —murmuré, intentando mantenerme firme.

—Entonces considéralo un experimento. Una oportunidad para probar algo nuevo —insistió.

Vacilé, pero algo en la manera en que me miraba hizo que soltara un suspiro y aceptara. Su mano era... cálida, y su toque era sorprendentemente suave mientras me guiaba hacia la pista. Era consciente de las miradas que algunos nos dirigían, pero por primera vez, no me importó. Todo lo que podía sentir era su mano en la mía y su presencia.

Nos detuvimos en el centro de la pista. Nicholas me colocó una mano en la cintura, mientras que yo apenas pude reunir el valor para apoyar mi mano libre en su hombro. Estaba tensa, lo sabía, pero él solo sonrió.

—Relájate, Hailie. No es un examen —dijo en voz baja.

—Eso dices porque no me has visto tropezar con mis propios pies —respondí, tratando de aliviar mi propia incomodidad con humor.

Él se rio, un sonido cálido que pareció derretir un poco mi sistema de vulnerabilidad.

—Confía en mí. Si tropiezas, te sostengo.

Sus palabras hicieron que algo en mi interior se ablandara. Lentamente, comencé a seguir su guía. No era un baile perfecto; mis pasos eran torpes al principio, y probablemente pisé sus pies más de una vez. Pero Nicholas no se quejó. Al contrario, parecía disfrutar del momento, como si no hubiera lugar en el mundo en el que prefiriera estar.

Oh, take me back to the night we met

Con el tiempo, me permití relajarme un poco. Levanté la mirada, encontrándome con sus ojos. Había algo en ellos, algo que me hacía sentir como si el resto del mundo se desvaneciera. En ese instante, las palabras de la canción parecieron adquirir un significado personal, casi como si estuvieran hechas para nosotros.

—¿Sabes? —dijo de repente, rompiendo el silencio entre nosotros—. No entiendo por qué siempre estás al margen. Tienes más brillo del que crees.

Mi respiración se detuvo por un momento, atrapada en la manera en que me miraba. Intenté reír para restarle importancia, pero la verdad era que esas palabras habían atravesado algo dentro de mí.

—No estoy acostumbrada a ser el centro de atención —admití, más para mí misma que para él.

—Tal vez deberías intentarlo más a menudo —replicó suavemente, inclinándose un poco más hacia mí.

Por un momento, el mundo pareció detenerse. La música, las luces, las personas alrededor... todo desapareció. Solo estábamos él y yo, moviéndonos lentamente en el centro de la pista. Su mirada bajó a mis labios, y mi corazón comenzó a latir aún más rápido. Por un instante, pensé que iba a besarme.

Pero justo la música terminó, y el ruido del gimnasio regresó. Me separé de él, sintiendo el calor en mis mejillas, y miré a otro lado para recuperar la compostura.

—Gracias por el baile —dije.

Nicholas sonrió, como si entendiera perfectamente lo que estaba sintiendo.

—Cuando quieras, Hailie.

Sonreí mientras tomaba mi camino hacia las afueras del gimnasio. Aún podía sentir su mirada clavada en mí. Mi instinto me decía que continuara y me alejara, pero no pude evitar girarme un poco para mirarlo. Fueron solo unos segundos en los que nuestras miradas se encontraron, pero para mí significaron mucho más. Con una última sonrisa compartida, seguí mi camino y me fui.

Sin embargo, siempre quedará grabada en mi memoria la noche en que lo conocí.

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