Capitulo 2

-¿Lista para dormir Peggy?- preguntó Angelica que la acompañó a su cuarto viendo a la menor soltar un bostezo agotado.

-Si... es muy tarde- comentó viendo el reloj de su cuarto -Hoy quiero dormir yo sola-.

La mayor arqueó la ceja, sabía que Margarita nunca se quedaba dormida por si sola sin que platicaran ambas un rato, además había bebido un poco de alcohol por lo que estaría dando vueltas unos minutos más. -¿Segura?- preguntó.

La de amarillo desvió la mirada con algo de mentira detrás. -Segura...- contestó frotando sus manos como cuando eran niñas y solían hacer travesuras para luego ocultarlas.

Sin embargo, Angie solo suspiro y la dejó entrar a su cuarto sin más preguntas deseándole las buenas noches y yendo a su dormitorio también.

Un par de minutos pasaron apenas y la chica Schuyler ni siquiera se había puesto su pijama, ni estaba cansada en realidad. Tenía inquietudes y sabía que se debían a Hamilton, a su matrimonio y a esa fiesta donde vio al amor de su vida alejarse con la única persona que amaba más que a la suya.

Una, dos, tres lágrimas empezaron a brotar lentamente, pasó la manga del vestido por su rostro y dirigió la vista a la ventana, ¿Debía hacerlo? Hace mucho que no pensaba en eso, pero sabía que lo haría tarde o temprano y sin más que decir, caminó hacia el balcón mirando al vacío y subiendo al barandal que marcaba su seguridad.

Puso un pie al frente y tocó el pedazo de madera donde empezaba esa escalera café por donde escapaba en las noches para vaciar sus pensamientos, se aseguró de que estuviera firme y empezó a bajar lentamente y con cuidado de que la escalera no rechinara hasta que sintió la tierra firme. Hacer esto con el largo vestido de verdad era digno de admirar.

Caminó un par de calles y llegó a una cantina que estaba extrañamente vacía, unas 6 personas era el total en el lugar, lo que la hizo sentirse cómoda y entrar de la nada sin llamar la atención.

-Buenas noches, Señor Lymann- Sonrió al ver al dueño limpiando los vasos.

Éste sonrió y sacudió el trapo en el aire en forma de saludo, -Buenas noches Señorita Schuyler, ¿Qué puedo ofrecerle ésta noche?¿Algo la acompleja?- él siempre fue muy amable con Angie, conocía a su padre pero jamás habló de las escapadas de su hija, la escuchaba y aconsejaba, incluso le enseñó de alcohol.

-Es complicado- se sentó con un suspiro pesado pero volteando con una sonrisa levemente forzada, -¿Tiene whisky?- preguntó sin más.

-El mejor de Nueva York- guiñó el ojo y se fue al almacén rápidamente mientras ella se quedaba recargada en su mano sobre la mesa viendo la luz de una vela moverse de lado a lado hasta que el señor volvió con una botella de whisky bien destilado en la mano.

-¿Qué le parece el whisky Jameson irlandés?-

Levantó la vista y sonrió levantando su dedo indice -Solo uno, por favor-.

-¡Que sean dos!- exclamó una voz tras ella quien volteó rápidamente y se asombraba ante su presencia viéndolo caminar hacia la barra y sentándose a su lado. -... Por favor- concluyó sonriendo agradablemente ante el cantinero para luego voltear hacia la chica de rosa.

-John Laurens...- Habló primero. -Que sorpresa encontrarte aquí a estas horas- apenas y volteó su cuerpo en su dirección.

-Créame, la sorpresa me la he llevado yo- rió levemente -Para nada esperaba verla aquí-.

-Pero, ¿Qué hace si no está ocupado embriagándose con sus amigos?- algo de ironía venía en su voz y es porque Angie sabía perfectamente la relación de John y el alcohol... Alexander solía llevarle serenata a Eliza con él mientras ambos estaban ebrios.

-Pues me embriago yo solo- sonrió bromista mientras ella viraba los ojos. -Vamos Señorita Angelica, no creerá de verdad que soy un ebrio sin control ¿Verdad?-

-No lo creo, estoy segura- ésto lo dijo con una sonrisa burlona que ocultó en su pelo mientras veía al dueño poner los vasos en la mesa y sujetándolo.

Laurens frunció el ceño y vio el vaso. -Pues no beberé-.

Ella volteó por completo y rió un poco. -No hace falta- le acercó el vaso, -Creó que ya bebió mucho hoy y sigue cuerdo, una no hará daño-.

-Bien bien, voy a tomarlo pero me ofende muchísimo- elevó el vaso y lo acercó al de ella. -Me recuerda a una canción que cantamos en el bar- sonrió con la luz de esperanza que se reflejó en sus ojos debido a la vela.


-Brindemos por la libertad... Algo que no nos podrán quitar...- canturreó por lo bajo.

-No importa lo que digan... otra ronda vamos a ordenar...- Angie tomó su vaso y lo chocó con el del soldado.

Él sonrió de lado y siguió la tonada a su lado. -Brindemos por nosotros, mañana habrá un millón más.. y esta noche contarán...- terminaron con pequeñas risas.

-¿Puedo preguntar como la conoce?- Laurens estaba confundido en varios aspectos para este momento.

-Ese día en que todo el pueblo se levantó con ustedes y Hamilton me quedé hasta tarde y los escuché en la cantina- soltó otra risa corta al recordar el estado de ebriedad en que los había visto. -Pero no entré-.

-Vaya primera impresión que dimos ¿No es así?- tomó el vaso y lo bebió de un trago sin más. -Espere... Usted estaba en la plaza cuando pasó, un sujeto la empujó entra la multitud- se llevó la mano al mentón haciendo memoria.

-Y usted me ayudó- imitó al otro tomando la bebida de un sorbo -No creo que haya sido tan mala impresión-.

-Eso espero pero, aún tengo curiosidad ¿Qué hace aquí a estas horas?-.

Angelica vio hacia el suelo con las cejas arqueadas, su expresión contagió al castaño. -Yo...- pero él la detuvo haciendo un gesto rápido para detenerla con la mano.

-No, no, no, si se siente obligada a contármelo, por favor no lo haga- sonrió para darle algo de confianza. -Un problema sobre caballeros supongo yo.-.

Sin alzar mucho la cabeza, alzó su vista. -Supone bien... ¿Y usted?¿Un problema de damas?- se incorporó lentamente mientras el cantinero les servía más.

John se mordió el labio e hizo una mueca inconforme. -Es... algo bastante complicado- por los nervios su voz se agudizó un poco, antes de que la chica preguntara más, tomó el vaso y bebió rápidamente. Ella entendió el mensaje, así que cambió el tema.

-Entonces...¿Prefiere el Whisky o la cerveza?-

-Señorita Schuyler, es usted malvada- rió sin saber como elegir.

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Pasó casi una hora entera cuando la vela ya se había extinguido y los dos castaños seguían tomando y charlando, sin embargo, Laurens había parado un par de rondas antes, pero Angie no se detuvo.

-No puedo creer que nos acabáramos toda una botella- reía a carcajadas el de pecas, -Pero, ya es hora de ir a casa- señaló.

-¿Alguna vez se ha preguntado si sus pecas ocultan un mapa?- preguntó Angie ladeando la cabeza. John rió aún más, de verdad que era divertida ebria.

La tomó de las muñecas y la acomodó en su silla, -Escuche, tenemos que ir a su casa por que si su padre o madre descubren que usted no se encuentra ahí, la asesinaran. Y no crea que voy a meterme con Philip Schuyler.-

-Bueno bueno, pero que quede claro que cuando conozca a Thomas Jefferson...- se levantó de su silla y elevó la mano al aire como grito de guerra, su voz se deslizaba como mantequilla.

-Si si, ya me lo contó...¿Lista para irse?-

Angelica se soltó de su agarre y lo vio fijamente, -Yo puedo sola- levantó su pie derecho pero al dar el primer paso se fue de bruces al suelo siendo sostenida por Laurens.

-Tenga, beba esto y volverá la normalidad en un par de minutos.- dijo aguantando la risa que lo estaba llenando en el momento. Ella lo tomó y se quedó quieta mientras sentía mejora poco a poco y él solo veía el rubor causado por el whisky desvanecerse un poco.

Cuando vieron que podía caminar, se despidieron de Lymanny salieron del bar caminando a la mansión Schuyler, pasaron por calles donde los ingleses no pudieran ver como rompían el toque de queda. Sin embargo, mientras hablaban de los mejores caminos para llegar más rápido, se detuvieron en seco tras escuchar el sonido de una carreta grande, el ruido de las cadenas despertó el oído de Laurens que se asomó por un espacio roto de una pared.

-Ingleses...- susurró con odio. Angelica se acercó a ver para fruncir el ceño con disgusto igual que Laurens pues estaban presenciando como metían esclavos negros en el carruaje, todos arrastraban cadenas largas y lucían demacrados, el corazón de ambos se detuvo con repudio. Cuando la chica volteó, John apretaba el puño con rabia pura, el estaba listo para atacar y dio un paso al frente.

-¡Laurens, no!- susurró ella tomándolo del brazo. -No podemos solo ir y...-.

Él se detuvo y volteó a verla, Angelica retrocedió algo asustada, los ojos brillantes de Laurens ahora estaban cargados de odio e ira, de ganas de... algo más que solo golpearlos.

-¿John? escucha, si nos ven...- retrocedió unos pasos -Van a matarnos- concluyó firmemente. La mirada de Laurens cambió.

El de rizos retrocedió y volvió a la dirección inicial. -Lo lamento, suelo ser impulsivo a veces- se disculpo mientras ella volvía a caminar a su lado. -Solo me siento tan débil e...-

-Impotente, lo sé, pero no podíamos arriesgarnos así- ella caminaba con la mirada baja, su padre le había inculcado siempre el mal de la esclavitud y lo detestable que era ese acto, comprendía el sentimiento de John bastante bien, entre los ricos es muy común ver esos casos.

-Gracias por sacarme del trance, si hubiera estado yo solo, tal vez ya estaría encerrado.- la animó un poco mientras veían la mansión a solo una calle.

-No hay de que- Sonrió ella con su voz aún agotada, pero no sabía si era el alcohol o el hecho de que ya eran las 2:30 de la madrugada, como fuera, ya estaba cerca de su casa.

Cuando llegaron, rodearon la casa y entraron por el establo, Angelica señaló la escalera y corrió hacia ella, sin embargo aún se tropezaba y temblaba en el camino pues iba muy rápido, jamás había estado ebria en su vida, y, aunque no sentía nauseas, le era dificil el andar de modo que cuando puso un pie en la escalera apenas pudo llegar al siguiente paso.

Mentalmente se hallaba cuerda, pero físicamente no del todo.

Laurens solo reía a sus espaldas -Déjeme ayudarle- se ofreció bajándola de ese primer escalón. -Yo subiré y la iré jalando de los brazos por si llega a perder el equilibrio.- no sabía si era una buena idea en realidad, pero sabìa en que problema se meterían si algún centinela los veía fuera entrando por una escalera a la mansión Schuyler con una de las hermanas ebria.

-Pero yo puedo sola...- titubeo la de rosa.

Él negó con la cabeza. -Si nos atrapan aquí nos asesinarán ¿Quiere morir?- ella negó con la cabeza -Déjeme ayudarla entonces.- finalizó mientras subía rápidamente por hasta el balcón para luego estirar sus manos hacia ella.

Angelica subió hasta tomarlo de los brazos y justo cuando sintió el equilibrio desvanecerse, Laurens dio un último tirón y la subió a tiempo donde la bajó a la tierra firme y segura de su cuarto el cual admiró con la boca abierta, nunca había visto algo tan elegante.... bueno, si. Pero hace mucho que no se daba una vuelta por la casa de sus padres. Acomodó su camisa y volteó hacia ella.

-Me temo que es hora de irme, pero, la veré mañana.. o bueno, en unas horas-.

Angelica se despistó un poco -¡Es verdad! La comida de compromiso, lo había olvidado por completo- se llevó la mano a la frente con fatiga, sin embargo, algo la hizo levantar la mirada. Ambos se quedaron en completo silencio, apenas y podían verse mutuamente por la luz de la luna.

Sonidos de pasos aproximándose se oyeron en el corto eco, ambos se vieron asustados y trataron de ocultarse, pero el tiempo no fue suficiente y la puerta se abrió lentamente mientras una persona sostenía una linterna apagada que encendió apenas entrando al cuarto, alguien más venía detrás, entonces movieron la perilla de la linterna aumentando la luz de la lampara de aceite que iluminó el cuarto entero dejando ver a todos en el mismo.

-¡¿Peggy?!-

-¿¡Lafayette?!-

-¡¿Angelica?!-

-¡¿Laurens?!-

-¡SHHHHHH!- cerraron todos al unísono.

-¿Qué está pasando aquí?- preguntó Angelica molesta. -¿Por qué metiste a alguien a la casa?-

-Quería preguntarte lo mismo- Se defendió la menor.

La de rosa dio un paso al frente, -Responde tu primero, hermanita-. cuando se acercó más, la otra pudo percibir el conocido olor alcohol.

-¿Estuviste tomando?- preguntó con un tono manipulador -No puede ser que el orgullo de la familia; la Schuyler mayor esté llegando ebria a casa-.

Los dos chicos solo intentaban entender como es que le otro terminó ahí mientras con miradas ideaban un plan para calmar a las hermanas pues podría terminar demasiado mal.

-Ok, suficiente.- Lafayette se paró frente a Peggy y extendió ambos brazos cubriéndola. -Si me permite Señorita Schuyler- se aclaró la garganta y bajó los brazos lentamente viendo a Angelica. -Su hermana menor me invitó a pasar el rato y he aceptado, nos pareció divertido hablar en la fiesta y ella quería oir más historias.-

Peggy se pusó a su lado, -Es verdad, escuché muchas historias del ejercito y Francia, ¡Es un lugar increíble!- sonrió con confianza, -No hay nada de lo que debas preocuparte Angie, te lo prometo-

El tono de su hermana y Laf la calmaron por completo, respiró hondo y accedió a lo que propondría su hermana -Está bien, hagamos un tra...-

-Oh no, ahora me cuentas que haces con John Laurens y porque hueles alcohol- objetó Margarita que estaba con la duda dando vueltas.

-Número uno- se defendió -John solo me ayudó a llegar, no lo metí a la casa. Y número dos, solo tome una o dos copas.-

-O ocho...- masculló Laurens. La mirada penetradora de Angelica se clavó en él quien trago saliva con temor. -E-es broma- sonrió nervioso.

Ella se aclaró la garganta -Como decía, es una larga historia y prometo que te la contaré toda...Mañana y si te vas a dormir ahora mismo.- extendió la mano. -No diré ni una palabra a nuestros padres y te contaré todo SI tu no dices ni una palabra tampoco y nos vamos a dormir ahora ¿Trato?-

Peggy sonrió convencida y le estrechó la mano -Trato-

-En mi experiencia como negociante, jamás había visto semejante negociación.- rió Lafayette con Laurens. -Bueno, supongo que nos retiramos, ¿Pero por dónde?-.

-Aquí en el balcón hay una escalera, bajen por ahí- señaló la hermana mayor. -¿Borraron toda la evidencia?-.

Ambos intercambiaron miradas -¡Tu chaqueta!- señaló Peggy corriendo a su cuarto con el otro detrás pues su chaqueta de la armada se le había olvidado en la habitación.

Laurens caminó al balcón mientras Angie solo tocaba su hombro para llamar su atención. -¿Pasa algo Señorita Schuyler?- preguntó.

-Basta de taanta formalidad- rió ella -Solo Angelica- sonrió con confianza.

-¿Qué tal Angie?-

-Si, no, todavía no llegamos a ese punto -le negó con un pequeño codazo. -¿Evitarás problemas de aquí a tu casa, John?-

-No prometo nada- se encogió de hombros. -Muchas Gracias Angelica, realmente creí que pasaría la noche encerrado y bebiendo solo en mi habitación- sonrió hacia el firmamento -Me la pasé bastante bien.-

Ella regresó la sonrisa hacia abajo. -Gracias a ti, te aseguro que nunca imaginé que todo ésto pasaría, también me divertí.- ambos soltaron una risa apenas perceptible y se quedaron en silencio hasta que llegaron los otros dos.

-Hora de irnos Mon ami- volteó hacia la menor -¿Te veré entonces?-

-Tenlo por seguro- asintió con un pequeño rubor que subió cuando el francés besó su mano y después bajó por la escalera.

-Pasen buena noche- se despidió Laurens bajando en silencio y saliendo entre los corrales mientras las dos hermanas los veían por le balcón.

-Así que... ¿Laurens?- sonrió Peggy picara.

-No empieces Margarita.- negó la contraria escoltándola a su habitación.

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¡YA SE QUE TARDÉ! Espero les haya gustado, se me hizo muy divertido escribirlo pero el tiempo de los exámenes y la familia no me dejaron, no tengo celular por lo que estaba aferrada a mi escritorio para escribir, lamento muuucho la demora.

También espero que disfrutaran el comic, lo hice en la escuela XD.

¡Gracias por su paciencia! ¡LLL!

-Annie <3


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