Alone

Ese mismo día había llamado a Toru, pero no me contestó.

Con más razón fui al trabajo de mi otro hermano. Y al reencontrarnos, la distancia que se maduró entre ambos no permitió que existiese algún tipo de familiaridad.

Cuando me invitó a seguirle para conversar en su oficina y así conseguir algo de privacidad, asentí sin añadir nada más. Mientras caminaba varios pasos a sus espaldas, observé con curiosidad las ropas que cargaba puestas, pues eran sobretodo formales. Un sobrio traje de color chocolate oscuro, con camisa de botones blanca y una linda corbata para hacer juego. No necesitaba que alguien me lo dijese, supe por mi propia cuenta que apenas había terminado su reunión, Tomohiro había salido apresurado a recibirme.

—Disculpa que viniera a molestarte cuando estás tan ocupado — dije en voz baja una vez entramos en su pequeña oficina.

—Está bien. Nunca habías venido antes — comentó yendo directo a su escritorio, y con un ademán de su mano, me pidió que me sentara frente a él —. Algún día tenías que conocer mi empresa.

Su voz era exactamente la que yo recordaba, pausada y apenas pretenciosa, asegurándose de destacar que aquel lugar le pertenecía. Mis ojos se posaron en su rostro, luego subieron a su cabello, demasiado corto para mi gusto y de un negro muy oscuro.

—Me parece genial... ¿Te ayudó papá? — me atreví a preguntar fingiendo inocencia, no quería que se enojara, pero tampoco podía no preguntar.

Tomo me miró en un reproche. La influencia de nuestros padres siempre sería una carga.

—No lo hizo, aunque si quieres no me creas — dijo antes de tomar entre sus manos una taza blanca que yacía a un lado de la laptop cerrada —. Me asocié con un par de compañeros de la universidad. ¿Quieres café?

—No, gracias — sacudí con ligereza la cabeza, pero rápidamente me lamenté de no haberlo aceptado, puesto que la taza humeante de Tomo, hizo que se removiera mi estómago. Sin embargo, debía dejar de tomar tanta cafeína —. Deberías estar muy feliz, cumpliste tu sueño.

Mi comentario no tenía la intención de incomodar, ya que pensé que Tomohiro debía lucir menos amargado. Para mí era sorprendente todo lo que mi hermano había logrado en un corto plazo. No obstante, él sonrió con amargura a la vez que se recostaba del espaldar de su asiento.

—¿Tú lo estás, Hiro? — contraatacó sin bromear —. Siempre escucho hablar de My First Story, seguro estas orgulloso.

Fruncí el ceño, la migraña también me estaba dando dolor de cabeza. Por supuesto que estaba orgulloso de mi banda, entonces ¿por qué no pude decirlo?
Porque tal vez, aún había algo que no me dejaba satisfecho y seguramente, a Tomo le pasaba igual.

—No me mires así — habló destensando los músculos de la espalda y hombros —. Siempre terminas molestándote conmigo.

—Porque nunca recibes bien una broma — me quejé intentando no sonar tan relajado, no era como en los viejos tiempos.

—Como sea... ¿Por qué estás aquí? — inquirió por fin.

—Yo... Necesitaba hablar un poco, ¿tienes tiempo?

Tomohiro miró el reloj en su muñeca izquierda y asintió, se acomodó mejor y procedió a prestarme atención.

—Seguro pienses que es extraño, pero pensé en ello por mucho tiempo.

—Ve al grano — me interrumpió con cansancio y yo sonreí apenado.

—Debido a que era el menor, no estoy seguro de que pueda confiar en cada uno de mis recuerdos. Dime, ¿cómo era vivir en la casa de nuestros padres?

Mi hermano abrió los ojos cual platos de exhibición. Claramente no se esperaba que eso saliera de mi boca y quizás tardaría un poco en recordar. Atónito, parpadeó a la vez que sonreía.

—¿Por qué preguntas eso tan de repente?

—Tengo curiosidad.

Tomo meditó unos segundos, como si revolviera la caja de los recuerdos en su cabeza. Me alivié al verlo gustoso de contarme, era una escena muy familiar para mí.

—Pues, ¿qué quieres saber? Si no lo has olvidado, me enfermaba mucho y papá nunca estaba.

Yo asentí.

—Mamá siempre te sobre protegía por eso.

—Contigo era peor, no se movía ni un centímetro de tu lado durante las noches que tenías fiebre.

Esa fue una revelación que me tomó desprevenido, no lo sabía.

—No lo recuerdo — confesé apenado.

—Pues claro, eras muy pequeño. Por suerte fuiste igual de sano que Takahiro.

—Antes de que yo naciera, ¿tú eras unido a Taka?

—¿Qué clase de pregunta es esa? — dijo muy sorprendido, entonces lo pensó un poco y contestó con una mano sosteniendo su mentón —. Takahiro y yo no congeniamos mucho en primer lugar, pero sí habían momentos en que jugamos y todo eso.

Era la primera vez que hablaba con Tomo sobre su infancia en mi vida, parecía bastante cómodo al respecto. Ligeramente emocionado, continué sonriendo ante su expresión.

—¿Y después de qué nací? — seguí preguntando.

—Enamoraste a todo el mundo en esa casa — soltó como si nada, logrando que un imperceptible rubor subiera a mis mejillas —. Yo estaba celoso, pero Takahiro en cambio lucía fascinado contigo.

Mi corazón retumbó cálidamente, no me costaba creerlo en absoluto.

—¿Estabas celoso? — repetí sin saber muy bien qué decir.

—Pues claro, toda la atención la acaparaste para ti sólo.

Ambos reímos entre dientes.

—Taka se veía muy feliz a tu lado, te cuidaba mucho.

Entonces había llamado a nuestro hermano igual que antes, fue reconfortante para mí, más de lo que creía, pero el tono en la voz de Tomohiro se iba apagando a medida que hurgaba en su mente.

—Nunca supe por qué cambió tanto ese inútil — comentó con la vista perdida en la nada y yo miré en la misma dirección inconscientemente — Después de cumplír los quince o dieciséis años, no pude reconocerlo más.

Para ese momento yo tendría a lo mucho 10 años recién cumplidos y ya habría comenzado a querer estar con mi hermano mayor todo el tiempo. Fue un momento dónde ambos nos habíamos acercado bastante, volviéndonos muy unidos. Sin embargo, si era así, ¿por qué no recordaba ese cambio que mencionaba Tomo?

Taka aún me sonreía de oreja a oreja.

—¿Qué clase de cambio? — tenía que continuar.

—No lo tengo muy claro, empezó a faltar a clases, también tuvo varias novias — el desconcierto no salía de mi rostro, y en cambio Tomo mantenía su semblante fruncido —, fue entonces cuando empezaron las discusiones. Papá se molestaba como no tienes idea. Espera, ¿estamos hablando de Takahiro a propósito?

Reponiendo mis fuerzas, me erguí en la silla, ya debía confesar todo lo que había mantenido oculto, pues no había ido sólo a conversar.

—Sí, verás, quisiera que me prestaras tu ayuda, Tomo, ¿cuándo fue la última vez que hablaste con mamá?

—Hace unos días, pero no pude atenderla por mucho tiempo. He estado muy ocupado — dijo mi hermano volviendo a un tono indiferente. Yo insistí.

—¿De qué hablaron?

—¿Acaso importa? — sentenció de repente —. Los problemas de Takahiro están al otro lado del mundo.

Parpadeé confundido. El Tomohiro de ahora no podía ser el mismo que minutos atrás hablaba con una sonrisa sobre nuestra infancia.

—Pero, Tomo, ese tonto lleva más de una semana desaparecido, ¿no lo sabías? Te comportas como si no fuese nuestro hermano — exclamé lo más calmado que pude. ¿Así yo me había visto días atrás? La frustración me calentaba la sangre, él no podía ser tan indiferente.

—¿Ahora sí es nuestro hermano? — preguntó alzando una ceja e inclinándose hacia delante —. ¿No se suponía que no le hablabas?

Las palabras se esfumaron de mi boca al verme acorralado, y al mismo tiempo me estrellaba contra la realidad. Tomohiro era realmente despiadado al momento de juzgar personas, de hacerlas caer con sus propias acciones, además de alguien rencoroso. Por eso ganaba casi todos los casos que caían en sus manos. Su mirada impenetrable y la seguridad al hablar, lo convertían en una persona hábil en los debates y foros en que participaba.

Yo no tenía como defenderme.

—Te recuerdo que Takahiro tiene más de veintiséis, es un adulto ya como para estarlo cuidando. Siempre prefirió a otras personas que no fuéramos nosotros — continuó con voz firme y obstinada a más no poder.

—No podemos dejarlo así, mamá está muy preocupada — trataba de excusarme con lo que estuviera a mi alcance, si le demostraba la gravedad de la situación, podría apoyarnos a quienes prometimos encontrarlo.

—Cuando se trata de Takahiro todo se vuelve un drama, ya lo sabes, ¿o acaso nuestra madre te preguntaba cada semana cómo estabas?

Todo lo que salía de su boca iba dispuesto a herir a quien le oyera, Tomo parecía descargar ello que le venía ahogando. Las ojeras casi desaparecidas por la base de maquillaje, y el cansancio general demostraban que había tenido unos días malos.

—Después de que él huyó de casa, las cosas no volvieron a funcionar igual.

La situación era parecida a la de hace unos años, mi otro hermano se había enfadado mucho por cosas que se escapan de nuestras manos.

Ya lo sabía, no tenía por qué recordármelo.

—Pensé que odiabas a nuestro hermano mayor, ¿acaso todavía te gusta?

Mi corazón se detuvo de repente. Había sido la gota que derramó el vaso.

Mis ojos ardieron ante la impotencia y cerré las manos en un puño, apoyándolas en mis piernas sin poder disimular mi rabia. No era justo. No tenía que burlarse de mi de esta manera.

Tomohiro pareció caer en cuenta de la gravedad de sus palabras, desviando su vista sumamente apenado, más guardó silencio. Sin echarse para atrás, su mano derecha peinó sus cabellos y se quedó un rato en su cuello.

Mi corazón volvía a golpear con rudeza contra mi pecho haciendo eco en mis oídos. Ahora me encontraba confundido, no conseguía dar una respuesta.

Sí, seguía estando enojado. No quería saber de Takahiro.

Todo esto lo hacía por mamá, esa mujer que adoraba a su niño inmensamente.

No podía seguirme gustando esa persona.

—Oye, Hiro..., yo.

—Hice una promesa — Le interrumpí con todo el esfuerzo del mundo para que mi voz no saliera quebrada. Sin embargo, ya un par de lágrimas habían caído. Y antes de continuar, me sequé las mejillas —. Encontraré a Takahiro, y no te necesitaré para ello.

—¡Oye!

—Tienes razón, tal vez nuestra familia no es la mejor y se haya torcido, pero sigue siendo eso — dije poniéndome de pie, ya. Ya había oído suficiente y nada nuevo para variar —. Nada podrá cambiarlo, y créeme, yo soy quién más desea que las cosas fueran diferentes.

De esa manera, hice una pequeña reverencia y me di la vuelta.

Visitar a Tomohiro trajo consigo cosas buenas, incluso había oído una nueva versión de la historia.

Sin embargo, mi herida no hacía más que abrirse.



************🔆************

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top