Capítulo #8 Final
—¿Que estás haciendo aquí? —el ceño de la mujer se frunció—. Y, ¿dónde está mi hijo?
—Ah, él-él está en el...
—Con permiso —entró, sin dejarme terminar.
Comenzó a recorrer con la mirada cada rincón de la casa, buscando a Kris, quién salió del baño segundos después; y gracias a dios lo hice vestido.
—¿Madre? —se acercó a nosotros, observando la situación con confusión. Ella lo miró de arriba a abajo, posando su mirada en mi después.
—¿Me pueden decir por qué están ustedes dos juntos? —ella estaba confundida y algo molesta, se le veía.
—Ah...
—Te lo contaremos todo, ma —me interrumpió—. Pero primero sentémonos.
—Bien —nos sentamos, ella en un sofá individual y nosotros en el más grande—. Los escucho.
Clavó su mirada desconfiada en ambos al cruzar las piernas.
—Bueno, ma, yo y Sam estamos saliendo —una mirada de extrañeza y confusión fue su reacción ante lo dicho, cosa que hizo que me pusiera un poco nervioso.
—¿De verdad? —dijo con un tono neutro.
—Sí, directora —tomé el valor para hablar—. Empezamos no hace mucho pero, de verdad quiero a su hijo, aunque sea difícil de creer —le aseguré
—Ah... no estoy entendiendo mucho esto la verdad —se frotó la sien antes de volver a mirarnos y señalarnos—. ¿Ustedes realmente están saliendo?
—Sé que puede sorprenderte, ma— intervino Kris—. Pero de verdad quiero a Sam. Me costó mucho aceptarlo pero te puedo asegurar que quiero estar con él. ¿Lo puedes aceptar?
—Yo también quiero estar con él, directora. Y siento mucho si esto le incomoda o la hace sentir decepcionada —desvié la mirada.
—Sam —me llamó Kris con preocupación, yo lo miré y asentí para que supiera que estaba bien; aunque realmente me moría de miedo por lo que respondería.
—Mm, mira, Sam —empezó la pelinegra—. Te conozco hace tiempo y sé que eres un buen chico, que no se mete en problemas y que es muy estudioso. No estoy decepcionada de nada, así que no pienses así, solo estoy sorprendida; Kris nunca me había hablado de.... bueno, este nuevo gusto. Pero no me mal interpretes, solo te haré una pregunta.
—Dígame —dije inmediatamente; los me estaban consumiendo.
—¿Por qué elegiste a este idiota, ah? —señaló a Kris, y.... realmente no me esperé eso.
—¡Ma! —se quejó, yo tuve que aguantarme la risa ante su reacción.
—Silencio —lo calló—. Estoy hablando con él —se volvió a concentrar en mí—. ¿Y? Responde, cariño, ¿por qué él?
Me habló con suavidad. Así que decidí serle completamente sincero.
—Honestamente, no tengo una razón específica para haberme enamorado de él —empecé—. Sin embargo, el ver que somos tan diferentes, me crea muchas emociones extrañas pero hermosas, las cuales no quiero dejar ir. Y a pesar de nuestros constantes problemas, logramos superar todo para estar juntos. Me gusta nuestra conexión.
Miré fugazmente a Kris, quién tenía los ojos ligeramente cristalizados por mis palabras.
—Ya veo —asintió lentamente, viéndonos a ambos con una pequeña sonrisa—. Me gusta mucho como piensas, Sam, sobretodo porque sé que esto es nuevo para mi hijo, y posiblemente se negó rotundamente a admitir que le gustaba un chico. Debió hacerte sufrir mucho.
Era como si lo hubiese visto, se notaba que era su madre. Esta dirigió su mirada al pelinegro a mi lado.
—Elegiste a un buen chico, Kris, de verdad que lo hiciste —le sonrió.
—Lo sé —me sonrió y tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos.
—Pero si te hace algo te doy permiso de golpearlo, querido —volvió a burlase.
—¡Ma! —se quejó, otra vez.
—¿Qué? Es tu novio, ¿no? Y tú eres una persona impulsiva e incontrolable, así que él tiene que tener el control de todo, ¿cierto, cariño? —asentí con una sonrisa.
—Increíble, hasta mi propia madre está en mi contra —bufó al cruzarse de brazos, con falsa indignación.
—Lo cuidaré lo más que pueda, señora, y haré que se vuelva una persona más calmada —él me miró con una ceja arqueada y luego se acercó a mi oído.
—Si te vuelvo a ver como ayer, sabes que no estaré para nada calmado y tampoco me controlaré —le di con el codo por el brazo para que se callara.
—Idiota —dije entre dientes, a lo que él sonrió.
—¡Hey! Deja los secretitos, mocoso —regañó.
—Que sí, ma —se recompuso. A lo que reí levemente.
—Bueno, ahora me tengo que ir —anunció—. Solo vine porque estaba preocupada por ti, hijo; ayer te fuiste antes y no contestabas mis llamadas, pero ahora veo que no hay motivos para eso. Cuida de él por mí, ¿si, Sam?
—No le quitaré los ojos de encima —le aseguré, ella me dedicó una pequeña sonrisa mientras asentía, para luego dirigirse a Kris.
—Y tú, trátalo bien, ¿entendido?
—Por supuesto que lo haré. Créeme, ma, aprendí por las malas que no debo lastimarlo —me miró con algo de tristeza, como si en sus ojos se reflejara su arrepentimiento por el pasado.
—Bien, entonces me iré tranquila —se levantó y acomodó su traje, tomando su bolso poco después.
—La acompaño a la puerta —me levanté también y la llevé hasta esta.
—Ah —se detuvo, haciendo que frenara mis pasos—. No se preocupen por la opinión de los demás, ¿de acuerdo? Siempre tendrán mi apoyo chicos.
Esa sonrisa y seguridad, se puede decir que es lo que siempre quise de una madre. Que me defendiera y cuidara, que me aceptara por lo que era y no por lo que la gente opinaba.
—De verdad se lo agradezco —me regalo un fuerte y cariñoso abrazo.
—No tienes que hacerlo, cariño —se alejó un poco, acomodando mis cabellos—. A partir de ahora eres mi segundo hijo, ¿está bien?
Asentí, a nada de romper en llanto. Ella se separó por completo de mí para mirar a Kris.
—Ven aquí hijo —lo abrazó y dió suaves palmaditas en la espalda—. Estoy muy orgullosa de tí —le susurró.
—Gracias, mamá —se separaron, la mujer dejó un beso en su frente, y luego se acercó a la puerta.
—Adiós, niños. No lleguen tarde, ¿entendido? —advirtió, divertida
—No lo haremos, ¡adiós! —nos despedimos, para después ver como su figura desaparecía al entrar al auto rojo que la esperaba.
Dejé salir un largo suspiro que cargaba con todas mis emociones en ese momento, cerré la puerta, girando mi cuerpo hacia Kris.
—Pensé que... —me interrumpió, con un breve beso—. ¡Kris! —lo regañé, pegándole levemente en el hombro.
Él solo rió, rodeando mi cintura con delicadeza, para unir nuestras frentes poco después.
—No puedo creer que en verdad estés conmigo —empezó con una suave voz, manteniendo los ojos cerrados—. Simplemente me encantas, Sam.
Al abrirse, sus ojos mostraron cierto brillo. Haciendo que mi corazón comenzara a latir de tal manera, que pensé que se escucharía por todo el apartamento. Realmente amaba escuchar ese tipo de frases salir de su boca, que me hiciera sentir especial y... querido.
Era una versión que nunca me cansaría de ver.
—Eres un tonto —llevé ambas manos a sus mejillas, acariciándolas—. Pero al mismo tiempo eres tan lindo, que no puedo evitar sentir lo mismo.
Él volvió a sonreír, para luego unir nuestros labios en un breve y casto beso.
—Iré a ducharme para desayunar —empecé al separarnos—. Tú termina de preparar la mesa, ¿vale?
—Como quieras, amor— le sonreí, y me dirigí al baño, mientras que él colocaba lo que comeríamos en la mesa.
Terminamos de desayunar y nos fuimos a la universidad juntos, tomados de la mano mientras caminábamos por la calle. Muchas miradas se posaron en nosotros, algunas de desagrado y confusión, pero otras con ternura. Sin embargo, tenerlo a él, sonriéndome de esa manera, hacía que todo a nuestro alrededor desapareciera.
En el camino, nos encontramos con Ben, quien parecía estar saliendo de una cafetería.
—¿Jefe? ¿Sam? —su mirada de sorpresa se posó en nuestras manos unidas.
—Hola, Ben —lo saludó él primero.
—Hola... —dije en voz baja; seguíamos sin llevarnos bien, así que sería raro que de buenas a primeras lo saludara con entusiasmo.
—Ah, hola... ¿por qué están tomados de la mano? —señaló el lugar, con desconcierto.
—Pues, Ben —colocó su mano en mi cintura y me acercó a su cuerpo posesivamente; poniéndome algo nervioso ya que estábamos en medio de la calle—. Te presento a tu segundo jefe.
A él le tomó unos segundos procesar eso...
—¿¡Eh!? —técnicamente gritó al entender.
—No seré su jefe, Kris —me alejé un poco para que me soltara.
—Eres mi novio, así que es tu deber.
—¿Novio? —susurró—. Ah, Jefe —se acercó a él, como queriendo que yo no escuchara lo que iba a decir; aunque ya me lo imaginaba—. Te das cuenta de que él es un chico, ¿no? —Kris asintió—. ¿Y que lo golpeamos hace unas semanas?
—Lamentablemente.... sí.
—Entonces.... ¿¡Me puedes decir por qué demonios estás con él!? —le gritó al oído.
—¡Ah! ¡Ben! —tocó su oreja; ese grito lo aturdió por un segundo.
—¿Si?
—... Acércate, ven —lo hizo y Kris agarró su oreja con fuerza; era su castigo por decir algo y usar el tono que no debía.
—Auch, Auch, Auch —empezó a quejarse, mostrando una expresión de dolor—. ¡Espera, eso duele!
—¿¡Por qué me estás gritando, eh!? —lo regañó, exasperado—. ¿¡Se te olvidó que sigo siendo tú maldito jefe!?
—No, cómo cree —se apresuró a decir—. Nunca se me olvidaría eso.
—Solo déjalo ir, Kris —le pedí, tomando su mano.
—Hágale caso al jefecito, ¿si? —suplicó sin poder aguantar más el dolor; quién diría que el chico que me había dicho que no era nadie para darle órdenes, ahora me decía "jefecito" para que lo ayudara a persuadir a Kris, queriendo que lo soltara. Que ironía.
—... Bien —lo soltó.
—Vámonos, llegaremos tarde si seguimos aquí —agarré su brazo, aferrándome a él.
—Vale, luego hablaré contigo, ¿oíste? —señaló a Ben.
—Ok —dijo en un intento de sonreír.
—Adiós, Ben.
—Adiós, jefecito —empezamos a caminar—. Ah, mi pobre oreja —comenzó a sobar la zona enrojecida.
Llegamos a la escuela unos 35 minutos después; hubiésemos llegado mucho antes en su auto, pero ese pelinegro egocéntrico quería pasearse conmigo de la mano delante de todo el mundo.
«Creo que se adaptó demasiado rápido a esto de salir con un chico. Es muy raro, pero me gusta.»
«Además, se siente bien ser el novio del rey de la universidad y tener todas esas miradas de envidia encima.»
«Ahora realmente me importaban un carajo sus opiniones; yo me centro en ser feliz y ellos se centran en odiarme. Al final, ellos son los que pierden el tiempo.»
Al entrar a nuestro salón, el profesor aún no había llegado, así que nos pusimos a hablar un poco mientras sus manos acariciaban el dorso de las mías. Pero en ese preciso momento, una chica se nos acercó.
—Hasta que al fin te encuentro —colocó las manos sobre la mesa con cierta fuerza aquella pelinegra de ojos verdes y estatura media.
—Ah, ¿Sofía? —empezó Kris, sorprendido.
—Claro que soy yo, idiota.
—¿La conoces? —pregunté, la curiosidad de saber quién era empezó a nacer, pero por la expresión nerviosa e incómoda de Kris, presentía quién podría ser.
—Bueno, yo...
—¿Tú quién eres? —lo interrumpió, refiriéndose a mí, yo me giré hacia ella completamente.
—Eso te debería preguntar yo, ¿no crees? —hablé con tranquilidad.
—Soy su exnovia —soltó, con una media sonrisa, creyendo que eso era un gran logro.
—No eres mi ex —la cortó el pelinegro —. Ni siquiera tuvimos una relación.
—Eso no importa, igual estuvimos divirtiéndonos por un tiempo. ¿Acaso no era tu favorita? —este rodó los ojos ante lo dicho, mientras que ella se volvió hacia mi—. Y tú, ¿me vas a decir quién eres o qué?
Dejé salir un suspiro.
—Soy su novio —respondí con firmeza, algo que al parecer, le dio gracia.
—Ja, ¿novio? —se burló—. Por favor, créeme, a Kris le gustan mucho las mujeres como para tener un "novio" —hizo comillas con sus dedos, sin parar de reír.
—¡Sofía!
—Déjala. Mira, Sofía —me levanté y me puse en frente de ella.
Mirándola con seriedad, no iba a perder la paciencia por alguien tan insignificante como esa perra despechada.
—Me importa un carajo el pasado de Kris —dije, viendo su nulo interés en mis palabras—, porque es solo eso, pasado. Yo soy su presente y su más probable futuro, así que si no te importa, piérdete si no quieres que te saque a la fuerza.
—Ja, ¿en serio me estás retando? —dio pasos firmes hacia mi—. Si ya me habían hablado de tí, sabrá dios cuántas relaciones habrás destruido por tus... —me escaneó con la mirada —, calenturas obscenas.
—Sofia, te estás sobrepasando —le dijo Kris al levantarse con notable enojo, queriendo acercarse a ella.
Acto que detuve al posicionar mi mano sobre su pecho.
—No, amor —le hablé lo más firme que pude, girándome hacia ella poco después—. Te pueden haber contado muchas cosas y por tu corta capacidad intelectual debes haberlas creído con facilidad. Pero no creas que difamándome lograrás algo, Sofía. Kris es mío, ¿lo oyes? Y no pretendo perderlo, mucho menos por algo como tú.
Oh sí, claro que se molestó, aunque intentó disimularlo sin éxito alguno.
—Ja, yo tampoco voy a pelear contigo por un hombre.
—Que bueno que recapacitas, así te ahorras la vergüenza de perder —ella bufó, sintiendo la impotencia y furia crecer en su interior, para luego marcharse.
Al verla desaparecer tras la puerta, tomé asiento con los brazos cruzados, y el ceño fruncido; esa chica en serio me amargó el día. Sin embargo, Kris no hacía más que mirarme con una estúpida sonrisa.
—¿Qué?
—Me gustas mucho más cuando estás celoso —rozó mi mentón, sin borrar aquella sonrisa de lado.
—Escúchame y respóndeme con la verdad —despegué mi espalda de la silla y me le acerqué—. ¿Con cuántas chicas de la Universidad te acostaste?
—Pues... —desvió la mirada.
—Lo sabía —volví a recargarla—. Eres un mujeriego, ¿¡cómo quieres que confíe en ti, ah!? —le reproché.
—Aww —puso sus manos en mis mejillas, abultándolas—. ¿Mi amor está celoso? Es que tienes que entender que tú novio es muy deseado por la sociedad, cariño.
—Lo que entiendo es que eres un descarado —soltó mis mejillas y luego rió.
—No deberías tener celos. Sabes que eres la primera persona con la que tengo algo serio en mi vida, no te dejaré ir tan fácilmente —hizo un leve toque en la punta de mi nariz.
—... ¿De verdad?
—Sabes que sí, y la razón es que — posó su intensa mirada en mí, y mostró una sonrisa de boca cerrada —, simplemente te amo.
«Mierda... él sabe cómo ablandarme.»
—Lo sé, yo también te amo —al escuchar lo que dije, sonrió, esta vez mostrando sus dientes.
Ahí comenzó a acercarse a mi rostro, juntando nuestros labios en un lento y suave beso, el cual fue interrumpido por un super agitado Ben Dizon.
—Jefe.. —dijo con dificultad, y luego se apoyó sobre sus rodillas para tomar algo de aire.
Kris se separó lentamente de mí y miró a Ben de reojo.
—¿Qué no ves que estoy ocupado? —dijo entre dientes, cosa que hizo que riera un poco.
—Perdón, jefe... pero Spencer y su banda lo están esperando en el comedor.
Escuchar eso devolvió su mal humor, por lo que echó su cabello hacia atrás, desordenándolo un poco
—¿Ese tipo no se va a cansar? —preguntó con fastidio—. Reúne a los chicos entonces.
—Sí, jefe —se alejó, prácticamente corriendo.
—¿Vas a volver a pelear con él? —pregunté, elevando ambas cejas.
—Tengo que vengarme, así que sí. Y no trates de detenerme, por favor; por su culpa te hice mucho daño y no lo perdonaré.
—¿Quién dijo que te iba a detener?
—¿Um?
—No te pensarás ir sin mí, ¿cierto? También tengo ganas de desquitarme con ese tipo por lo que nos hizo —una gran sonrisa iluminó su rostro al oírme.
—Ese es mi chico —pellizcó mi mejilla, dejando luego un beso en mi frente—. Vamos a darle una merecida paliza a ese imbécil, amor.
—Vamos por él.
Tomó mi mano y ambos nos dirigimos hacia donde estaba ese maldito de Spencer.
¿Qué pasará? No lo sé. Pero no dejaré que nadie se meta con lo que quiero, aunque eso amerite traspasar mis propios límites para protegerlo.
Pequeño Spoiler: A todos nos suspendieron por tres días después de la pelea, pero Spencer terminó en la enfermería. Así que, de igual manera, fue bueno ganar.
¡Muchas gracias por leer y llegar hasta aquí hermosas personitas!
Si bien esta historia ha tenido muchos cambios desde sus inicios, y aunque posiblemente le falta mucho por mejorar, es una de mis más adoradas creaciones.
Fue algo diferente que se me ocurrió cuando pasaba por un momento en el que conocí a un chico que era realmente insoportable y presumido, pero que en el fondo me gustaba. Era un sentimiento de amor-odio.
No hubo una relación formal entre nosotros al final, pero pasaron muchas cosas que se convirtieron en un recuerdo lleno de emociones y sensaciones intensas, especialmente porque era a escondidas (¡No me juzguen! 🤧). Por eso pienso en esta historia como una forma de transformar parte de lo que viví en algo que ustedes pueden disfrutar, obviamente aumentando la ficción y convirtiéndolo en un bl.
Pero realmente les agradezco por pasarse por aquí y leerla, personitas.
¡Disfruten el extra!
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