Capítulo #5

Las manos de Kris se sentían calientes, y cada vez apretaba con más fuerza la mía.

«¡Estoy muerto y ni siquiera es mi culpa! A partir de ahora no volveré a ayudarte, ¡ingrato!»

—Kris, Kris suéltame. Por favor, me estás lastimando —decidió soltarla, pero en segundos me miró y empezó a acercarse, haciéndome retroceder.

‌—¿¡Por qué lo besaste, ah!? —me gritó, exigiéndome una explicación.

‌—¿Qué? Yo no lo besé, sabes perfectamente que él lo hizo —mi cuerpo se juntó con la pared y su mano se encontró apretando mi cuello—. Ah... ¿qué haces?.... ¡Suéltame!

Pronuncié como pude.

‌—Escúchame bien, Sam; no te puedes andar besando con todo chico que pase, ¿entendiste? —su mirada comenzaba a darme mucho miedo—. ¡No te lo permitiré!

‌—¿¡A tí qué te importa!? ¡Suéltame! —me siguió apretando—. Me-me estás.... las-timando —me soltó, al darse cuenta de que realmente me estaba faltando el aire. Apenas dejé de sentir la presión, comencé a toser, tratando de recuperar el aire.

‌—No vuelvas a meterte con otro chico, ¿me oyes? No tendré compasión contigo la próxima vez —me advirtió, como si no se arrepintiera de haberme lastimado hace un momento.

‌—Idiota —dije al abofetearlo con todas mis fuerzas—. Eres horrible, ¿sabes? —mis ojos se comenzaron a cristalizar por la rabia y el dolor que me causaron sus palabras—. ¿¡Por qué me tratas como si te engañara!? —él no me miraba.

—¿¡Te das cuenta de qué casi me matas!? —empujé su pecho—. No sé qué te da el valor de hablar como si estuviéramos juntos, porque como tú mismo dijiste, no te gustan los chicos. Además, me habías pedido que me alejara de ti, ¡así que no me puedes reclamar nada! —se me salieron las lágrimas del enojo.

‌—... No pongas mis palabras en mi contra, y no te atrevas a golpearme otra vez —volvió a advertirme.

«¿En serio no te vas a disculpar...?»

‌—No puedo creer que estés diciendo eso. ¿Pero sabes qué? Ya no me importa. Púdrete Kris —me alejé de él para irme.

«No sé por qué pensé que sería diferente. A él simplemente no le importo...» —pero sus brazos me detuvieron al abrazarme por detrás.

‌—No irás a ningún lado —dijo cerca de mi oído.

‌—Suéltame, Kris —cerré los ojos, tratando de calmarme y de no ceder ante aquella parte de mí que se moría por abrazarlo.

‌—No lo haré —me giró y me agarró por la cintura, atrayéndome hacia él—. No te dejaré ir.

‌—¿Qué crees que haces? —coloqué las manos en su pecho, para tratar de alejarme, pero él solo reafirmaba el agarre.

‌—Yo.... lo siento. Sé que no debí hacerte eso —subió una de sus manos hasta las marcas rojizas que dejó en mi cuello, rozándolas y observándolas con cuidado—. Pero es que verlo besándote me hirvió la sangre, Sam. No pude controlarme.

—¿Y crees que a mí me gustó? —le cuestioné—. Ni siquiera lo conozco, Kris.

—Y lo sé —se apresuró a responder—. Por favor perdóname, Sam, sé que no tuviste la culpa.

‌—Si te ibas a disculpar después, ¿por qué lo hiciste entonces? —a estas alturas, ya estaba un poco más tranquilo—. Tienes que pensar en las consecuencias antes de hacer las cosas, ¿sabes? Porque aunque no lo creas, tus palabras y acciones me lastiman mucho, Kris.

‌—Yo..... yo estoy consciente de que soy muy impulsivo y un completo idiota pero, de verdad lo siento —empezó a secar las lágrimas que corrían por mis mejillas—. Solo cuando se trata de ti me desconozco y actuó por impulso. Realmente lo siento, Sam.

«Es... idea mía o... está empezando a aceptar lo que siente...»

‌—Ah.... está bien. Pero no vuelvas a lastimarme, ¿entendido? —fruncí levemente el ceño al hablar—. O seré yo quien no tendré compasión.

«Soy un completo idiota, uno que no puede decirte "no"»

‌—No lo haré, solo es que, no quiero que se te acerquen, ¿vale? Mucho menos él —dijo; al parecer ellos dos han tenido varios conflictos y realmente no se soportan.

—Mm. ¿No te parece irónico? Porque hace unos días tu tampoco querías acercarte a mí —le recordé.

—Ah... eso. Lo dije porque estaba muy confundido. Pasar tanto tiempo contigo, tenerte detrás de mi cada vez que me volteaba, oír tu irritante voz al decir frases seductoras o cualquier otra tontería.... se me había echo costumbre —confesó con sinceridad—. Pero no podría permitirme corresponderte ni hacer lo que deseaba en ese instante; te hice demasiadas cosas en el pasado, Sam.

Y sí, era verdad. Nunca nos habíamos llevado bien desde que nos conocimos. Él siempre buscaba una forma de molestarme o de desahcerse de mí, todo el tiempo. Pero centrándose en la profundidad de sus palabras, en mí siguió creciendo la esperanza de que realmente se confesara, y quería escuchar más.

—Tienes un punto. Pero todavía no entiendo porque besaste a esa chica aquel día —mis labios se abultaron levemente, aunque mi ceño fruncido no cambió.

—¿Chica? —preguntó confundido y trató de recordar.

—Oh, esa chica —mordió levemente su labio inferior al humedecerlo—. Bueno, eso fue porque cuando estábamos en el baño.... tenía tantas ganas de besarte, que si ese chico no nos hubiera interrumpido, lo habría hecho..... Solo quería olvidarme de ti, por eso la besé, pero no sentí nada al hacerlo.

Una pequeña sonrisa se formó en mis labios.

—Sabes que estás admitiendo que te gusto, ¿no? —le obvié.

—Ah.... no, no lo dije —su rostro y expresiones delataban lo nervioso que estaba.

—Ya, ¿entonces por qué te enojaste tanto cuando ese chico me besó? —le cuestioné, esperando por una respuesta que evidenciaba aún más lo que pretendía ocultar.

—Porque lo odio —respondió con rapidez—. Y no aguanté cuando te tocó, por eso.

‌—¿Lo ves? Estabas celoso.

—Eso no tiene nada que ver con celos —volvió a negar.

«¿¡Por eres tan ciego cuando se trata de sentimientos, Larsen!?»

«Ni porque te estás delatando solito lo admites.»

‌—No puedo creer que seas tan tonto —llevé mis dedos hasta el puente de mi nariz por segundos—. Ya deja de mentirte, Kris, tu rostro lo dice todo. Y por si no te has dado cuenta, me estás agarrando por la cintura hace un buen rato.

‌—¿Y? Solo quiero impedir que trates de escapar. Eso no quiere decir que...

Coloqué mis manos en su rostro al momento en que rodé los ojos y lo acerqué, juntando nuestros labios al fin. Sé que lo tomé por sorpresa, pero segundos después me correspondió.

El tacto de sus labios era mejor de lo que imaginé, y los movimientos de estos, hicieron que nuestro beso pasara de ser uno lento y cariñoso a uno mucho más rápido y posesivo. Esas ganas que tenía de probarlos poco a poco se saciaban con cada segundo que permanecían juntos y el latido de mi corazón demostraba la emoción y la felicidad que en ese instante sentía; el suyo latía con la misma rapidez y su mano atraía con más fuerza mi cintura y acariciaba por momentos mi espalda. Pero las  consecuencias de un beso tan deseado, es que la falta de aire se interpone ante la idea de continuarlo, así que tuvimos que alejarnos.

‌— ... ¿Y eso? —preguntó, algo agitado al relamer su labio inferior.

‌—Tu sabes perfectamente lo que fue, ya le traía ganas a tu boca, así que me desquité —él sonrió, negando ligeramente con la cabeza.

Pocos segundos después, sonó la campana que indicaba el final del almuerzo.

—Mm... creo que será mejor que salgamos, tenemos que volver al salón.

‌—No —se negó, aferrándose más a mi cuerpo.

—¿Cómo que no? —fruncí levemente el ceño—. Tenemos que volver, Kris.

—¿Pero no podemos quedarnos aquí? —inclinó levemente su rostro para unir su frente con la mía y rozar nuestras narices suavemente—. Nadie se dará cuenta. Además, a diferencia de tí, yo no me desquité del todo. ¿Sabes lo tormentoso que es soñar contigo cada noche y no tenerte a mi lado? No puedes irte ahora después de empezar a provocarme —su tono era muy seductor y más con la forma en la que me miraba.

«Demonios, si sigues así terminaré cayendo en tu trampa. ¿¡Cómo puedes ser romántico a la vez querer seducirme!?»

«¿¡Acaso no sabes que soy débil ante las tentaciones!? Da gracias a Dios porque mi mente no controle a mi boca, listillo.»

‌—¿Estás loco? No podemos seguir aquí. Créeme que no comparto la idea de hacerlo en un baño, así que suéltame para irnos —intenté alejar sus manos antes de cometer una locura, pero él se rehusó.

‌—Dije que no quiero.

Tomó mi rostro entre sus manos y volvió a besarme cortamente, para después alejarse con una expresión algo avergonzada.

—Yo.... aún no te he dicho que me gustas.

«Por favor no te rías. ¡Sam, no te rías!»
«¿Cómo es posible que este tipo pueda llegar a actuar de esta manera? Realmente quiere darme un ataque al corazón.»

—Eso lo sé. Lo que si sigues poniendo esa cara no me dejarás más opción que...

Me interrumpió al acercar su rostro, uniendo nuestras frentes nuevamente, dejando salir un leve suspiro.

—Solo quiero que pasemos todo el tiempo que podamos juntos, Sam— habló, después del silencio, y fue  prácticamente un susurro—. Quiero hacer que olvides todo lo malo que te hice y mostrarte que en verdad quiero tenerte a mi lado.

«Eres un idiota, si sigues así lloraré...»

Déjame enseñarte otra versión de mí —continuó, al separarse un poco—. Una en la que no te haré daño y tampoco te abandonaré.

‌—.. Está bien. Sé que puedes cambiar —le sonreí, y él de igual manera me la devolvió—. Pero ahora tenemos que irnos, ¿vale? Me gusta que digas lo que sientes, pero para la próxima elige un lugar un poquito más romántico.

Ambos reímos; se nos estaban haciendo costumbre las reuniones en el baño.

‌—Prepararé algo mejor para la próxima —aseguró, acariciando suavemente mi cabello—. Aunque sigo pensando que nadie notaría nuestra ausencia, no sé por qué quieres ir —murmuró.

—Podemos hacer esto en cualquier momento —dije mientras lo arrastraba fuera del lugar—. Pero no perderé clases por quedarnos en el baño.

—Vale, lo entiendo, tendrás que venir a mi casa entonces —me hizo un guiño al sonreír de lado.

—Solo camina, ¿quieres? —dije entre risas—. Llegaremos tarde.

—Bien, señor perfecto, ya estoy caminando —negué con la cabeza; yo aún seguía arrastrándolo.

«Realmente no sé cómo alguien tan vago e irresponsable podría ser tan inteligente en los estudios. Quizás nació con un cerebro avanzado, debe ser eso.»

Volvimos al salón, dónde retomamos nuestros asientos juntos bajo las miradas curiosas de los demás. Durante las clases que siguieron, nuestras manos no se despegaron ni por un instante; él es zurdo, así que no tuvo problemas para tomar las notas. Kris daba leves caricias en ellas o acomodaba mi cabello cuando el aire lo despeinaba, y eso me daba cierto cosquilleo en el estómago, provocando que no parara de sonreír.

Se estaba mostrando tan dulce que llegué a pensar que había sido poseído. Pero me gustaba, adoraba tener su atención y mimos.

«Me estás haciendo sentir lo que en años no había sentido, Kris. Reviviste mi corazón después de que pensé que jamás volvería a querer a alguien otra vez....»

Al finalizar nuestros turnos, Kris tenía que quedarse en detención junto con Spencer, y a ninguno le agradaba la idea.

‌—¿Seguro que no quieres que me quede contigo? —le pregunté cuando llegamos a la puerta que daba al salón donde debía quedarse, aún sosteniendo su mano.

‌—Créeme, si tú vienes las cosas se pondrán peor de lo que están, y no quiero que te roben otro beso —acarició mi mejilla—. No sé lo que haré si lo vuelvo a ver tocándote.

«Cierto.... volverían a pelear por mi culpa si me quedo....»

‌—Bien —acepté con desánimo—. Me iré entonces. No quiero que tengas problemas por mi culpa.

Él hizo un leve asentimiento, y yo comencé a alejarme.

—Espera —me detuvo al acercarse y unir nuestros labios.

Formando un lento movimiento que duró solo un par de segundos.

—Esto es una compensación —mostró aquella hermosa sonrisa, causante de los vuelcos que daba mi corazón.

‌—Vale, ahora sí me voy. Adiós.

‌—Adiós —me di la vuelta, alejándome por los pasillos, mientras que él suspiró y se dispuso a entrar.

El aula estaba literalmente vacía. Solo la ocupaba aquel castaño quién le daba la espalda, pero igual lo sintió llegar.

‌—Te estaba esperando —empezó Spencer, sentado sobre una de las mesas del medio con los brazos cruzados.

‌—Lo sé, sé que te importo mucho —se sentó en la última de la otra fila, con la espalda recargada en la silla y su ceño fruncido—. Pero desgraciadamente no comparto la misma felicidad al ver tu cara otra vez.

‌—Mm, di lo que quieras, no me importa tu maldito sarcasmo. Pero quiero hablar sobre Sami —esto provocó que rodara los ojos.

—Primeramente, no lo llames así, o mejor, no digas siquiera su nombre si no quieres tener problemas —no lo miró hasta decir la última palabra.

‌—Se ve que te gusta. Nunca pensé que alguien como tú fuera a enamorarse de un chico, pero no te culpo, a mí también me llama mucho la atención —admitió.

—Te lo prohíbo —zanjó, haciéndolo reír.

—Tú no eres nadie para prohibírmelo. Él es un chico muy lindo, fuerte pero al mismo tiempo débil y terco; eso me gusta. Y aunque no duró mucho el beso —rozó su labio inferior—, con solo recordarlo quiero volverlo a hacer.

Esas palabras terminaron de colmar la paciencia de Kris, quien no esperó a que terminara y se levantó de una para acercársele.

‌—Si te acercas a él, no respondo por mí —fue frío, serio y directo, características fundamentales de su tono hacia alguien que despreciaba.

‌—Uh, que miedo —se burló—. ¿Pero te cuento un secreto? Lo quiero, quiero que sea mío y tú no te vas a interponer —habló muy seguro de sí mismo.

‌—¿De verdad lo piensas? —soltó una carcajada—. ¿Crees qué voy a dejar qué me lo quites así como así? ¿¡Ah!?

—Pues tendrás que dejarme el camino libre, a no ser que quieras que tú madre sea destituida de su puesto y vaya directamente a prisión —ahora su rostro mostraba confusión.

‌—¿Qué tiene que ver mi madre en esto? ¿Por qué estás hablando de ella? —el contrario solo sonrió de lado.

‌—Tú y yo sabemos perfectamente lo que le pasó a tu padrastro, Kris —le recordó—. Y también hay pruebas muy claras de eso.

Él pelinegro comenzó a analizar lo que decía, atando los cabos sueltos en su cabeza del día del robo, y solo pudo llegar a una conclusión.

—Fuiste tú, ¿cierto? —lo señaló—. Tú mandaste a ese chico a robar en mi casa, ¿no? —él rió cortamente

—Eres algo lento, ¿sabías? —mostró unas llaves que parecían ser de casa de Kris—. Fue muy fácil tomarla. Además, solo me llevó unos minutos transferir el vídeo. Aunque lo siento por aquel hombre, ustedes son demasiado crueles.

Fingió preocupación por el hombre que había sido golpeado hasta prácticamente desmayarse para darle algo más de tiempo.

—Te lo advierto, Spencer, deja a mi madre fuera de esto.

—¿Por qué lo haría? Te sabes el dicho, ¿cierto? :"En la guerra y en el amor, todo se vale". Solo me apego a él — volvió a sonreír.

‌—No serías capaz de hacerlo —él quería creer eso.

‌—Oh, sí lo haría —se levantó de la mesa, poniéndose a su altura con total seriedad—. Quiero destruir tu vida como tú lo hiciste con la mía. ¡Por tu culpa perdí a mi madre, imbécil!

‌—¡No lo hice intencionalmente! —le gritó con exasperación—. Escucha, yo solo estaba hablando con tu padre en el hospital, y tu madre escuchó por accidente.

‌—¡Tuvo un infarto cuando se enteró de que me gustaban los hombres! ¡No pudiste esperar hasta que su condición mejorara siquiera! —se acercó a él, con la furia desbordándose al recordar todo lo que sucedió tiempo atrás.

—¡No lo hice a propósito, pero lo que tú quieres hacer no es justo!

‌—¡Si lo es! Tu madre por mi madre. Hasta sales ganando, por lo menos seguirá viva, pero en prisión por matar a tu padrastro.

—¡La estaba golpeando, joder! —le recordó, perdiendo cada vez más la paciencia—. Ese hombre no valía nada, tú mismo veías como la golpeaba cada vez que tomaba —lo agarró por el cuello de la camisa—. ¿¡Qué carajos querías que hiciera!?

‌—Eso no es mi problema —separó sus manos con brusquedad—. Tú solo aléjate de Sam, y yo te daré las pruebas que tengo una por una.

Eso.... ¿Cómo podría dejarlo...?

—¿Cómo sé que dices la verdad? —preguntó, sintiendo cierta presión en el pecho.

—Mm, no tengo razones para mentir aquí —se cruzó de brazos, apoyándose en la mesa—. Solo quiero que te alejes de Sam. Si te alejas sufres y si sufres, yo estaré feliz. Además, el solo imaginarme tu cara cuando conquiste a Sam... —sonrió, viendo como el semblante del pelinegro se endurecía cada vez más—... me muero por verla.

Kris suspiró con enojo; no quería dejar a Sam, ya que unas horas atrás había logrado confesar lo que sentía y por fin pudo ser honesto consigo mismo, logró admitir que por primera vez estaba dispuesto a ser una mejor persona solo por él. Pero tampoco quería que su madre fuera a prisión; era la persona más importante en su vida, la que luchó por sacarlos adelante cuando las tragedias venían hacia ellos: la inesperada muerte de su padre, su siguiente matrimonio fallido que terminó en un accidente, y muchos más problemas que casi los separan, pero ella nunca se rindió. Así que estaba entre la espada y la pared, por lo que no le quedaba nada más que ceder.

De verdad lo siento, Sam. No quiero hacerte daño otra vez, pero no tengo opción...”

‌—¿Me-me las darás de verdad? —preguntó con temor; nunca había sentido lo que era ser manipulado o chantajeado, normalmente era al revés, pero definitivamente no le gustaba esa sensación.

‌—Todas y cada una de ellas —aseguró. Kris cerró los ojos con fuerza, para luego suspirar al asentir.

‌—Bien, pero grábate esto, Radcliffe: Si le haces daño a Sam, no me van a importar las malditas pruebas que tengas, te voy a matar —lo amenazó; y su mirada claramente mostraba que no bromeaba. Spencer decidió no darle importancia.

‌—Mm, no lo creo.

Kris bufó, se alejó de él para sentarse en su puesto y agachar la cabeza, ocultándola entre sus manos. No quería que Spencer se diera cuenta de las pequeñas lágrimas que caían de sus ojos por la impotencia de no poder contraatacar. De no poder conservar a las dos personas que actualmente, eran las más importantes para él.

¡gracias por leer!

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