OO2: NUEVA REALIDAD
Cuando miro a su alrededor, se dio cuenta que todo estaba oscuro, solo la suave luz sobre él iluminaba un poco el lugar. Poco a poco el miedo empezó a consumirlo, «¿Dónde estaba?», se preguntó a sí mismo. Cuando sus pies se movieron, se escuchó un suave chapoteo, bajando su mirada para ver que era la humedad bajo sus pies su cuerpo se congeló en cuanto sus ojos chocaron contra el líquido rojo que había en el suelo.
—No... —dijo con voz temblorosa, siguiendo el camino de la sangre hasta dar con un cuerpo, el cual era el de Sunmi—. No, por favor, no... —sollozó con fuerza, cayendo al suelo, manchandose de sangre, poco después apagándose la luz que se encontraba sobre él.
¿Por qué no podía ser feliz?, ¿por qué le arrebataron todo lo que lo hacía feliz?, ¿por qué...?
Despertó con su respiración irregular, sintiendo como si se ahogara mientras su rostro se empapaba con las lágrimas calientes, su corazón se sentía pesado, se encontraba roto. Odiaba con su alma esa sensación de vacío en su pecho, realmente creyó que no volvería a sentirse así, de verdad lo había deseado, pero ahora se encontraba llorando, sintiéndose miserable, cansado, como si su alma hubiera sido drenada.
Tomó sus piernas y las pegó en su pecho, escondiendo su rostro en ellas, empezando a respirar hondo de forma lenta, intentando encontrar algo de calma. Poco a poco logró respirar mejor, relajándose, sin embargo, aquel dolor en su corazón no desaparecería fácilmente.
Luego de que se limpió las lágrimas, empezó a mirar el lugar en el que se encontraba, el cual, no reconocía. La habitación parecía ser la de invitados ya que no había ningún aroma que delatara a un dueño. La siguió mirando, hasta que la puerta fue abierta, entrando por ella un chico.
—Oh, ya despertaste —dijo, acercándose a donde se encontraba.
El omega era de cabellos castaños, sus ojos marrones ligeramente apagados observandolo, como si esperara encontrar algo en él. Cuando pareció estar todo bien para él, le dedicó una suave sonrisa, donde sus labios parecían formar un corazón y su nariz redonda se arrugaba. JiMin sentía que había visto a ese chico en algún lado, pero no recordaba de donde, tal vez fuera solo una coincidencia.
—Ah, no me presente, soy Kim TaeHyung —se presentó aun con esa bonita sonrisa, expresión que no llegaba a sus ojos, detalle que no podía evitar apuntar, pero ahora que había escuchado su nombre, entendió el porqué.
Kim TaeHyung era el hermano menor de Sunmi.
—Park JiMin... —fue lo que logro decir, realmente no tenía fuerzas para hablar.
El omega pareció entenderlo y no insistió, hasta parecía que seguiría hablando, pero fue interrumpido por un suave carraspeo que provenía de un alfa de cabellos cobrizos. TaeHyung volteó hacía donde estaba el hombre, intercambiaron un par de palabras hasta que ambos volvieron su atención hacia JiMin.
—Bueno, aquí me despido, espero podamos hablar mejor en otro momento JiMin-ah —dijo el castaño para luego salir de la habitación.
Luego de que el chico se fuera, los dos que quedaron en la habitación se mantuvieron en silencio durante unos segundos.
—¿Cómo te sientes? —preguntó el alfa rompiendo el silencio, mientras avanzaba hacía el rubio. La voz del hombre era profunda, logrando que JiMin sintiera como su cuerpo reaccionaba a ella, no pudiendo quitarle la vista de encima, apreciando sus rasgos.
Cuando aquellos ojos negros felinos lo miraron fijamente, supo que debía responder y no quedarse embobado con el hombre.
—No lo sé... —respondió sincero, tenía muchos sentimientos encontrados que no lograba saber cuál predominaba, ¿tristeza?, ¿incertidumbre?, no lo sabía.
Queriendo cambiar de posición, estiró sus piernas, sintiendo entonces una punzada de dolor en su costado derecho. Hizo una mueca volteando a ver hacía el área, sorprendiendose al ver que no traía su ropa, en realidad la que tenía puesta era más grande y tenía un suave aroma a... ¿tierra mojada?, su vista al instante subió hacia el alfa, el cual expelía ese aroma.
—¿Es ropa mía?, sí, pero el que te cambió fue TaeHyung —contestó a su muda pregunta—. ¿Puedo revisar la herida?, necesito ver que no se haya abierto —indago con la calma que parecía caracterizar al hombre.
No había rastros del Min YoonGi de esa noche. Uno donde sus emociones estaban totalmente a la vista, pero ahora solo estaba un hombre con su rostro completamente estoico, era increíble.
JiMin asintió en respuesta, dando el pase libre al alfa de acercarse, tomando asiento a su lado para hacer con mayor comodidad lo que dijo. YoonGi se encargó de solo tocar el vendaje, haciéndolo con una delicadeza que dejó algo atónito al omega, ningún alfa había sido así de cuidadoso con él desde su padre, sinceramente, no recordaba lo bien que se sentía ser cuidado de esa forma. Sus ojos se empañaron, pero JiMin hizo lo posible por no dejar que los recuerdos lo sofocaran.
—Por lo que veo los puntos siguen en su lugar —empezó el alfa—. Posiblemente querrás darte una ducha, así que cubrí el vendaje para que no batalles con él. Te dejaré ropa limpia, cuando estés listo baja al comedor para que comas algo y puedas tomarte el medicamento para el dolor, después de eso el doctor te revisará y hablaremos si es que lo necesitas, responderé todas tus preguntas —finalizó el hombre.
Para muchos, YoonGi era un hombre atemorizante gracias a su aura de alfa dominante, pero para JiMin, aun si el pelirojo lo miraba con esa mirada totalmente indescifrable, se sentía seguro, YoonGi lo hacía sentir como si nadie fuera hacerle daño, era extraño, pero a su lobo parecía encantarle, tantos años sintiéndose siempre a la deriva, inseguro, con miedo al peligro, ese pequeño sentimiento de seguridad lo hizo sentir extrañamente en calma.
—De acuerdo, gracias...
—YoonGi o hyung, cualquiera de los dos está bien —terminó el alfa por él.
JiMin se sorprendió un poco, pero decidió no decir nada, en cambio, asintió como respuesta.
Luego de eso, el alfa salió de la habitación.
Parándose de la cama, el rubio se dirigió al baño, estando dentro, se quitó la ropa, observando el vendaje cubierto, después posó su mirada al espejo, viendo como lo que fueron raspones estaban desapareciendo. Sabía que las perdidas podrían parecerse a las heridas, tardaban en sanar, pero sanaban, a pesar de que a veces dejaban cicatrices invisibles que podrían ser peores que cualquier herida visible.
JiMin conocía perfectamente lo crueles que podrían ser esas cicatrices.
Sin embargo, cada que le tocaba lidiar con el dolor poco después siempre aparecía alguien que lo ayudaba a levantarse, pero ahora estaba solo y realmente no sabía cómo lidiar con esta nueva realidad. No habría nadie que lo ayudara a olvidar o ignorar esas cicatrices, y ahora, no sabía cómo empezar a sanar la nueva herida, ni cómo superar las cicatrices que cargaba.
En cuanto estuvo bajo el agua, dejó que las lágrimas fluyeran sin descanso, dejó que la tristeza y la desesperación lo invadieran. Todo era un desastre...
—La vida siempre te dará obstáculos, algunos grandes y otros más pequeños, pero ¿te cuento un secreto? —le dijo Park Da-mi a un JiMin de doce años, quien asintió hacia la pregunta de su madre—. Nunca me rindo, va a ver un momento en el que no habrá nadie que me ayude a levantarme, así que, es el momento en el que yo debo aprender a levantarme sola, es esencial, ya que nosotros mismos somos nuestro único héroe, ¿de acuerdo?
"Nosotros mismos somos nuestro único héroe".
Esas habían sido una de las frases de su madre que más lo habían marcado, él le había prometido que sería su propio héroe, sin embargo, en este momento se encontraba tan perdido que tenía miedo de no poder salvarse, ¿podría lograrlo?, ¿realmente era lo suficiente fuerte para levantarse por su propia cuenta?
—¿Puedo hacerlo?... —se preguntó a sí mismo en voz alta.
Cuando salió del baño, encontró un cambio de ropa en la cama, así que terminó de secarse y se cambió.
Antes de salir de la habitación, se paró frente a la ventana quedando totalmente asombrado con la preciosa vista que había. A lo lejos se extendía un gran bosque, sobresaliendo de manera preciosa los árboles frondosos de un brillante verde oscuro, el cielo se encontraba nublado, notándose por entre las nubes suaves rayos de sol, aquel paisaje lo hacía sentir una tranquilidad aplastante.
Sabiendo que lo mejor era bajar, se alejó de la ventana.
Saliendo, se encontró con un pasillo el cual estaba dividido en tres puertas, una frente en la que se encontraba y la otra a su derecha al fondo. Doblando a la izquierda, dio con las escaleras. Cuando llegó al pasillo de abajo, se encontró con un pequeño espacio al final, donde había un par de sillones y al fondo un librero, se veía realmente acogedor. Al doblar a la izquierda pasando una separación hecha por un ventanal, llegó a la sala de estar, y lo que parecía ser la entrada principal.
Cuando entró a la cocina, JiMin no pudo evitar enamorarse de ella. La línea del ventanal que abarcaba la sala mirando hacia el exterior, llegaba hasta la cocina, dándole una perfecta iluminación, el diseño era totalmente minimalista, dejándolo completamente encantado. Con una cocina así, se la viviría cocinando todo el día...
—Veo que ya estás aquí —hablo YoonGi dándole vuelta a la isla de la cocina para acercarse a él y tomarlo de la muñeca—. Toma asiento, aquí hay un poco de todo —le explico mostrándole la pequeña variedad de platillos sobre la mesa, que era más que suficiente para alimentar bien al omega.
—Gracias, YoonGi-ssi —dijo realmente agradecido.
—No es nada, ahora come, yo ahora vuelvo, llamare al doctor —aviso regalándole una muy ligera sonrisa de labios apretados.
JiMin tomó asiento en la mesa, empezando a comer en cuanto logró decidirse por qué empezar. Disfruto con calma la comida, comiendo despacio y no apresurándose, realmente tenía hambre, pero desde niño había sido acostumbrado a comer despacio, así que sabía que podía enfermarse por acelerar y no masticar bien. Cuando terminó, tomó lo que utilizó y se encargó de lavarlo y ponerlo a escurrir, mínimo podía hacer eso como agradecimiento ante el apoyo que estaba recibiendo.
Aún si sabía, que todo lo hacían por Sunmi y su promesa.
Saliendo de la cocina, regresó a la sala de estar donde se encontró a YoonGi saliendo de una doble puerta, la cual podría ser una oficina o algo por el estilo.
—El doctor Choi está por llegar, ve tomando asiento, te revisara aquí, lo mejor es que no hagas mucho esfuerzo, por ahora con la bajada de las escaleras ya fue mucho —le dijo el alfa, con la orden ligeramente escondida.
El omega simplemente asintió, y tomó asiento en el sofá, siendo así, minutos después, apareció un hombre en la puerta principal. El doctor se presentó con él y le hizo un par de preguntas para después pedirle que se recostara en el sofá donde se encargó de revisarlo. JiMin se había sentido algo nervioso ante la presencia del beta, pero poco a poco logró relajarse al ver a YoonGi atento a todo lo que hacía el doctor, de nuevo transmitiendo esa extraña protección.
Poco después, Choi confirmó que todo se encontraba bien y que dentro de una semana volvería para retirar los puntos, también pidió que hiciera lo posible por no hacer movimientos bruscos o levantara cosas pesadas para evitar que la herida se abriera y pudiera cicatrizar pronto. Sin más, finalmente el doctor se despidió, dejando también la orden de que el rubio se tomara las pastillas recetadas para el dolor.
Luego de eso, YoonGi tomó asiento al lado del menor en el sofá.
—Como lo prometí, responderé todas tus preguntas, así que siéntete con la libertad de hacerlas —le dijo Min, reflejándose tanto en su voz como en sus ojos.
—¿Por qué me cuida de esta forma? —fue su primera pregunta, tal vez ya sabía la respuesta.
—Porque nadie merece estar solo en un momento tan difícil como este, además, queramos o no, sigues siendo un testigo y podrían estar detrás de ti sin que lo sepamos, así que prefiero que estés aquí, seguro —respondió sin dudar, logrando que el corazón sensible de JiMin se apretara.
—¿Y la promesa de Sunmi?, ¿no es en realidad...por eso?
—En parte, pero todo esto va más allá de esa promesa.
Min sabía que en realidad si, al principio había decidido cuidarlo solo por la promesa de Sunmi, pero durante esos dos días que estuvo inconsciente, realmente llegó a preocuparse, más cuando puso más atención a la historia de JiMin. El, entendía la soledad del chico mejor que nadie, así que de alguna forma quería darle un poco de paz alejándose de todo, ayudarlo a sanar de todo aquello que lo perseguía.
Tal vez su familia podría darle ese consuelo. Ayudarlo a levantarse para que pueda luego mantenerse por sí mismo.
—¿Algo más que quieras saber? —indagó el alfa ante el silencio del rubio.
—Si soy un testigo, ¿no debería declarar o algo?, ¿ya dieron el caso de Sunmi a la policía?
—Bueno, aquí en este mundo, las cosas se hacen de una forma diferente, JiMin —le dijo, confundiendo un poco al menor.
—¿Este mundo? —JiMin realmente no sabía a qué se refería.
—Si, el bajo mundo —empezó a explicar el mayor—. Tal vez Sunmi en algún momento llegó a contarte que trabajábamos en algún tipo de empresa en «conjunto» y tal vez sí es algo parecido a eso, pero en vez de tener contratos legales o limpios es todo lo contrario, soy Min YoonGi o mejor conocido como Alfa Min, líder del clan Min posicionado en el segundo más poderoso del país —terminó de explicar.
JiMin se descoloco por completo, jamás en su vida se imaginó estar sentado frente a un mafioso, ósea tal vez se imaginaba que fuera el jefe, CEO o líder en lo que sea que trabajara, pero lo último que se le cruzó por la cabeza era eso: la mafia.
—Bueno...yo...eso —carraspeó algo mareado, realmente no podía terminar de procesarlo—. Eso significa, que las posibilidades de encontrar al ase...eso, ¿son más altas? —quiso saber, teniendo un nudo en la garganta.
YoonGi asintió.
—Me encargaré de que sea así, te lo aseguro.
JiMin confió en su palabra, así que no dudo de ella.
—Una última cosa, la universidad —dijo, jugando con sus dedos algo nerviosos—. ¿Podré seguir estudiando?, entro de vacaciones en febrero y yo...
—Podrás seguir estudiando —fue su respuesta.
—Ya no tengo preguntas —mintió, ya que en realidad tenía muchas preguntas sobre el trabajo de YoonGi y cómo funcionaba aquel mundo, pero no se sentía con la confianza para hacer preguntas de ese estilo.
—De acuerdo, en un rato vendrá TaeHyung quien te traerá el traje para esta tarde —el alfa carraspeo con ligereza—. Será el funeral de Sunmi —explico.
—Oh... —JiMin asintió bajando su mirada. Cada vez todo se volvía más real—. De acuerdo.
Luego de eso, el alfa se retiró de la sala de estar, explicando que tenía que salir y que volvería en un par de horas, también le dijo que TaeHyung no tardaría, así que no estaría solo mucho tiempo. Si hubiera sido por YoonGi, este se quedaba hasta que llegara TaeHyung, pero tenía un asunto pendiente, el cual ya no podía retener más.
JiMin salió al patio trasero cuando el mayor se retiró, necesitaba aire fresco.
El lugar era amplio, tenía una alberca en medio, un par de camastros, sombrillas y hasta cosas para hacer una parrillada, al igual que un jacuzzi en una esquina, pero lo que llamó más la atención del omega fue el gran columpio que había a su izquierda llegando a la cerca. Camino hacía él y tomó asiento, se quitó los zapatos de casa y dejó que la palma de sus pies tocara el pasto el cual estaba húmedo, al parecer había estado lloviendo, el ambiente húmedo también lo delataba.
Su mirada se perdió en el gran bosque que había detrás de la gran cerca, perdiéndose de nuevo en la belleza de este, sintiendo como su cuerpo entraba en un gran estado de paz ante el silencio que había sido ligeramente interrumpido por las aves volando o el aire moviendo las ramas de los frondosos árboles.
Por primera vez en muchos años, sentía de nuevo aquel deseado estado de calma que tanto había necesitado.
—Los extraño —dijo volteando al cielo—. Y realmente no sé si podré salir de esta, así que por favor...mándenme un poco de fuerza...la necesito —sus ojos se empañaron, deslizándose poco después gruesas lágrimas por sus mejillas—. Mamá, papá, por favor...
Bajando de nuevo su mirada, tapó su rostro con sus manos, dejando que el llanto saliera, sin embargo, antes de darse cuenta, unos brazos lo rodearon, abrazándolo con fuerza, dándole suaves palmadas como consuelo. No sabía que necesitaba un abrazo tanto como en ese momento. El aroma de TaeHyung fue un tranquilizador perfecto para su estado sensible.
—Está bien —le dijo en casi un susurro—. Llora todo lo que tengas que llorar, aquí estoy.
Tal vez, antes de poder levantarse por sí mismo, ocuparía un poco de ayuda, justo como en ese momento.
Después de un largo rato, JiMin por fin logró tranquilizarse, sintiendo como si por fin el peso de la agonía había disminuido un poco.
—Gracias —dijo en voz bajita.
—No es nada, es bueno dejar salir nuestras emociones —TaeHyung le sonrió con ligereza.
De nuevo esa sonrisa estaba acompañada de esos ojos tristes.
—¿Y tú?, ¿cómo estás?
—No voy a negar que realmente esto...aún se siente muy irreal, no tenerla con nosotros —confesó, mirando sus manos—. Pero no puedo hacer nada para regresarla, así que haré lo posible por seguir adelante, sé que ella hubiera deseado que fuera así.
JiMin asintió de acuerdo, debía ser fuerte, por Sunmi.
Terminando su pequeña charla, ambos subieron a la habitación en donde había estado el rubio para cambiarse. Estando listo, se miró en el espejo, viéndose a sí mismo con el mismo traje en otras dos situaciones: con dieciséis en el funeral de sus padres, con veinte en el de su abuela y ahora, con veintidós en el de Sunmi. Nunca se imaginó que terminaría despidiendo a tantas personas a su edad, era realmente...triste.
Suspirando con fuerza, se intentó animar como pudo para salir y dirigirse a despedir a Kim Sunmi, su mejor amiga.
Cuando bajó, se encontró a YoonGi, hablando con TaeHyung, quien poco después salió de la casa, siguiéndole ellos dos después. Durante el camino, JiMin miró por la ventana sin decir nada, simplemente, estaba desconectado del mundo, reproduciéndose en su cabeza todos aquellos momentos que vivió con Sunmi.
"Ahora ve y demuéstrale al profesor Lee, de qué estás hecho".
"La vida es una JiMin, ¡hay que vivirla al máximo!".
"Te quiero mucho Mimi, eres increíble".
Cada recuerdo, cada palabra y frase que le dijo había sido combustible para él, un chico que para todos estaba bien gracias a la sonrisa que les mostraba, sin embargo, se encontraba roto por dentro y Sunmi lo había estado ayudando a reconstruirse de a poco, pero ella se alcanzó a ir antes de terminar de lograrlo por completo y ahora debía aprender a poner sus piezas por el solo, y no sabía cómo empezar.
Eso lo aterraba.
Llegando al lugar, varias camionetas aparcaron, bajando de ellas ocho personas. JiMin observó a los desconocidos, TaeHyung se encontraba a lado de un hombre alto, quien tenía un aura dominante y ni hablar de aquella mirada tan penetrante, dedujo también que era la pareja del castaño por la forma en la que el alfa pelinegro lo estaba abrazando, un abrazo lleno de seguridad.
Luego estaba otra pareja, quienes eran una mujer embarazada de cabellos castaños claros y su alfa, un hombre delgado y de facciones marcadas. Al final, se encontró con dos hombres, de quienes ubicó a uno, Kim NamJoon, el hermano mayor de Sunmi y TaeHyung, quien estaba a lado de un omega un poco más bajo que el, su rostro era suave, escondiéndose sus ojos cafés detrás de unas gafas.
Todos ellos debían ser aquella familia de la que Sunmi le había hablado tanto, aquellos que, a pesar de no estar todos ligados por la misma sangre, eran parte importante de su vida. Tantas personas la iban a extrañar.
La ceremonia avanzó, dejando como último, que cada uno de los presentes se acercaron al ataúd de Sunmi, para susurrarle un par de palabras de despedida. Cada uno se tomó su tiempo, especialmente los hermanos. El último en tocarle era a JiMin y realmente no sabía si quería pasar, sin embargo, YoonGi, quien se encontraba a su lado, lo animó.
—Yo... —suspiro con pesadez, pasando la yema de sus dedos sobre la madera que cubría el cuerpo de la última persona que le quedaba en el mundo—. Lo siento...no sabes lo que desearía poder cambiar de lugar contigo, que todas estas personas no tuvieran que extrañarte, si hubiera sido yo...tal vez por fin podría encontrarme con mis padres y mi abuela...si hubiera sido yo, todo sería mejor —sus labios temblaron mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
Cuando se alejó limpiando con el dorso de su mano la humedad de las lágrimas, el ataúd fue enterrado, el cielo se oscureció y la lluvia comenzó a caer. Diversos paraguas fueron abiertos sobre las cabezas de los presentes cubriéndose de la lluvia, JiMin se sorprendió al ver como un gran hombre musculoso se encargaba de cubrirlo, de verdad lo estaban cuidando.
Al finalizar la ceremonia todos se dirigieron de vuelta a sus vehículos.
Durante el camino de regreso, el omega volvió a perderse mirando por la ventana, su mente se encontraba dispersa, sintiendo como la pesadez en su pecho aumentaba. Todo estaba oscuro a su alrededor, como en aquella pesadilla, donde al final, al perder a Sunmi, la poca luz que le quedaba se apagó.
Sin embargo, una mano se posó sobre la suya, sacándolo por completo de aquella tormenta de pensamientos. Cuando volteo a su izquierda, sintió como su corazón se apretó al ver que la mano era la de YoonGi, quien poco después le dio un suave apretón, queriendo consolarlo. No había sido su imaginación jugando con él.
El alfa ni siquiera lo estaba viendo, pero aun así el gesto se sintió tan...cálido, lleno de sinceridad.
Pero algo que ninguno admitiría, es esa sensación de electricidad que los recorrió al tocar sus manos, ni mucho menos el cómo sus lobos deprimidos habían salido de su escondite al sentir esa conexión, queriendo reconocerse entre ellos.
Tal vez Kim Sunmi se había ido, pero su partida se encargó de juntar aquellos que estaban destinados a encontrarse.
❝ Otro ángel se fue antes de tiempo.
Pero ella sigue viva en nuestros
corazones y mentes ❞.
KODALINE ; ANGEL
no voy a negar que me dolió este
capítulo, pero aquí está :')
en fin, todo se ve muy sad, pero
ya verán que pronto las cosas mejoran,
así que paciencia ^^
se les quiere, mena.
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