∿ 💗 :: O(N)E ຊ

¡Beep, Beep, Beep!

Con un quejido somnoliento el pelinegro apagó el molesto sonido de su alarma,
la qué por tercera vez en quince minutos, y para su desgracia, le recordaba que ya era hora de levantarse.

Como un perezoso infante, se sentó en su cama tomándose un par de minutos extra para estirarse y refregar sus ojos en un intento por borrar todo rastro de agotamiento de su cuerpo. Siempre manteniendo un puchero descontento en su rostro, al no poder seguir durmiendo tan a gusto como lo estaba haciendo.

Quedarse jugando revanchas innumerables con su mejor amigo hasta altas horas de la noche, ya no parecía ser tan buena idea, después de todo.

Aún un poco adormilado, caminó hasta su baño y se dispuso a hacer sus necesidades matutinas básicas, cómo: cepillarse los dientes, darse una despavilante ducha y ponerse un Outfit lo suficiente abrigado para resguardarse de los fríos vientos de mediados de otoño.

Con un semblante más despierto y animado, salió se su habitación para ir en busca de su recarga de energía diaria, como ya era constumbre.

Al ingresar a la cocina y encontrarla totalmente vacía y en silencio, frunció el ceño confundido. Se dirigió de nuevo al pasillo y tocó la puerta aledaña a su habitación.

── ¿Jungkookie? ──Llamó suavemente tras unos toques.

Después de un par de minutos sin respuesta alguna, se atrevió a hacer uso de la infinita confianza que ambos ya compartían, y abrió la puerta asomándose un poco por esta. Lo único que encontró fue la cama perfectamente hecha y el impecable cuarto de su compañero de piso.

Desconcertado volvió a cerrar la puerta y con una mueca de extrañeza, caminó de nuevo a la cocina.

Nunca se va sin avisarme, y mucho menos sin darme los buenos días...

Con aquella preocupación en mente, un puchero descontento y un suspiro pesado, se dispuso a buscar sin mucho ánimo algo para desayunar que no requiriera de sus nulos e inexistentes conocimientos culinarios. Sin embargo, y para su buena suerte no tuvo que esforzarse demasiado, pues sobre la barra de la cocina encontró un plato de pancakes con fruta y un delicioso e infaltable batido de fresas esperando por él, junto a una pequeña nota en un postip rosa:

"Buenos días Taehyungnie.
Tuve que salir temprano y no quise despertarte porque anoche nos dormimos bastante tarde (perdón por eso, debi aceptar mis tres primeras derrotas :c ), pero no me olvidé de tu desayuno ;)
Espero te guste, y te veo en un rato en la cafetería de Jin Hyung, cómo quedamos.

Que tengas un buen día Hyung ♡

- Jk"

Taehyung sonrió enternecido y soltó un suspiro mirando su desayuno con una sensación extraña en su estómago, que no tenía nada que ver con su habitual buen apetito mañanero.

Jeon Jungkook era más que su simple compañero de piso. Era su mejor amigo desde la primaria.

Llevaban más de quince años juntos, y aunque lo conoció casi al mismo tiempo que a Park Jimin, su alma gemela, como bien se habían nombrado mutuamente; lo cierto es que su relación con ambos era completamente diferente.

Y de eso se había dado cuenta en los últimos meses...

A Jimin lo podria describir más como a su hermano perdido. Compartían muchos gustos en común, se protegían y cuidaban desde niños, al igual que se molestaban como cualquier par de hermanos de sangre. Por supuesto, siempre recordandose primero lo mucho que se querían y cómo siempre estarían ahí para el otro, sin importar qué.

Y si bien era cierto que con Jungkook las cosas parecían ser iguales que con el rubio, la realidad es que no era del todo así. Pues con el menor habían momentos y sentimientos totalmente diferentes que no se podían comparar con los que ocurrían con Jimin.

Jungkook y Taehyung a simple vista eran como el agua y el aceite, dos polos totalmente opuestos e imposibles de mezclar:

El mayor, siendo alguien tan apegado a sus gustos clásicos, elegantes y refinados; Un bohemio nato, amante del arte en todas sus facetas y un apasionado por la música, la pintura, el Jazz, y las películas antiguas y llenas de romance. Alguien pacífico y reservado, quién odiaba el café y la comida picante tanto cómo amaba las fresas y las cosas dulces. El mismo que prefería mil veces sentarse en calma y silencio frente al mar para ver el atardecer, antes que asistir a tumultuosas y agobiantes fiestas, dónde tanto ruido, alcohol y hormonas descontroladas siempre habían.

Y luego estaba Jungkook. Un alma jóven, audaz y desbordante de energía. Un niño curioso e hiperactivo atrapado en el cuerpo de un adulto guapo y musculoso. Alguien más apegado a lo moderno y contemporáneo. Fan de los videojuegos, el boxeo, el deporte, las motocicletas, lo extremo y las películas de acción o superheroes. Un adicto a la comida picante, las bananas y el chocolate. El que amaba ver las estrellas desde su balcón cada noche y adoraba las fiestas de fines de semana, tanto como la cerveza que en estas siempre había.

Tenían tan poco en común que parecía imposible que se llevarán tan bien...

Pero lo cierto es que nadie sabía que en la intimidad de su relación, existía más complicidad y compatibilidad que en cualquier otra.

Pues ambos no necesitaba compartir gustos para hacer funcionar su amistad, no cuando se complementaban de una forma inigualable.

Asi mismo como el agua calma al fuego, y las llamas irrumpen en la calma de la misma.

Eso mismo parecía suceder con ambos chicos.

Cómo cuando Jungkook escuchaba a Taehyung practicar en su saxofón, mientras él entrenaba concentrado en su saco de box, o cómo el mayor podía escucharlo hablar de cómics y películas por horas mientras pintaba uno de sus cuadros. Tal y como también podrían pasar horas enfrascados en videojuegos, viendo maratones de películas, jugando como un par de chiquillos o simplemente hablando de banalidades y riendo por cualquier tontería que el otro hiciera o dijera.

O esos inumerables fines de semana que compartían, dónde se dedicaban a estudiar juntos para sus respectivas carreras, entre juegos y risas. O la forma cómo Jungkook cocinaba cada día en la mañana y Taehyung se encargaba de los quiaseres de la casa, además de traer la cena en las noches sin siquiera pedírselo.

Ambos compartían secretamente rutinas y pequeños actos que dos amigos no tendrían...

Y es que también compartían el secreto de ese brillo mágico que nacía en sus ojos al mirar al otro, o la sonrisa boba que aparecía en sus labios con solo verse a lo lejos, y esos Te amo, que se murmuraba de repente tras un momento acurrucados en sus camas, frente a la televisión o con un par de copas de vino encima.

Y ambos podrían describir mil momentos más y jamás acabarían de expresar o tratar de explicar una relación tan inusual pero hermosamente única, como la que ambos tenían.

Aparentemente, nadie parecía notar que ambos aparentaban ser más una pareja de esposos de años, a un simple par de amigos y roomies.

Y eso, los incluía a ellos mismos.

Sí, definitivamente estaban ciegos.

O así era, hasta que Taehyung hace un par de semanas, había empezado a prestarle más atención a los retumbantes latidos de su corazón y a las revoltosas mariposas en su estómago que aparecían cuando estaba cerca del menor.

No es normal.

Se dijo a sí mismo, incontables veces en los últimos días.

Negó levemente, con una sonrisa nerviosa en su rostro, mientras tomaba su desayuno y se dirigía al solitario comedor con un suspiro pesado y ruidoso.

Ya es hora de dejar de fingir y ponerle fin a esto, Taehyung...

Entre tarareos y silbidos al ritmo de la suave música que se reproducía en sus oídos, el pelinegro se bajó del autobús y caminó con calma hacia la cafetería retro que se encontraba a unos cuantos metros.

Ignorando por completo como sus vecinos, Yeonjun y Soobin se encontraban de nuevo discutiendo por cuarta vez en la semana frente al local de su amigo, ingresó con una sonrisa alegre y retiró sus audífonos.

Sonrisa que se borró tan pronto cruzó la puerta.

── ¡Pero no fue con intención, te lo juro! ──Fue lo primero que escuchó al acercarse a la barra del ──por suerte── aún solitario lugar.

── ¡Rompiste y quemaste la sarten Namjoon, y tiraste todos los Omelettes que íbamos a servir de desayuno! ──Se escuchó recriminar a SeokJin con molestia. ── ¡Vine temprano para adelantar trabajo y ahora gracias a ti tendré que hacerlo todo de nuevo!

── ¡Hyung, yo solo la tomé, no era mi intención tirarlos ni mucho menos romper otra sarten! ──Se disculpó el moreno con un tono frustrado y también molesto.

Taehyung dejó de prestarle atención a la discusión de la pareja de mayores cuando vió salir a su mejor amigo de la bodega con una expresión cansada.

── ¿Otra vez están discutiendo? ──Susurró preocupado.

Jimin suspiró y asintió acercándose a él.

── Nam ha rotó cinco cosas esta semana y hoy tiró la comida que Jin había dejado preparada ──Explicó el rubio. ── No es su culpa ser torpe o tener mala suerte, lo sabemos, pero Jin no ha tenido sus mejores días y también hay que entenderlo.

── ¿Están mal las ventas? ──Preguntó con la misma preocupación el menor de los dos.

El rubio simplemente asintió y apoyó la mejilla en su mano con pereza, viendo la mueca de pesar del pelinegro.

── ¿Y Yoongi? ──Curioseó el azabache, al no ver por ningún lado al de cabellos plateados.

── Se fue de vacaciones con su familia, y ni siquiera se despidió de mi, ¿Puedes creerlo? ──Puchereó el rubio con molestia, soltando un bufido indignado.

── ¿Otra vez están mal? ── Taehyung se cruzó de brazos, sorprendido.

── Yoongi está molesto porque no acepté irme a vivir con él ──Murmuró cabizbajo. ── Le dije que simplemente aún no me siento listo... Es que...¿Y si todo sale mal TaeTae?, ¿Y si la convivencia lo empeora todo y nos terminamos odiando como mis padres? ──Lo miró angustiado y con el terror brillando en sus ojos. ── No quiero que Yoongi y yo terminemos como ellos, no quiero mandar lo nuestro a la mierda de esa manera ──La voz del rubio se quebró con miedo, viendo a su mejor amigo.

El azabache le dedicó una sonrisa cariñosa, y acarició con calma los claros cabellos del otro.

── Mimi, es normal tener miedo, no te culpo, pero la situación de tus padres es muy diferente. ──Señaló──, ellos ya no se amaban y no se entendían, esperaron mucho tiempo para divorciarse y dejaron que las cosas empeorarán y escalaran a un nivel extremo y lastimosamente terminaron en fatales terminos, pero eso no quiere decir que tu tengas que repetir la misma historia ──Intentó calmarlo. ── Si no te arriesgas nunca sabrás el verdadero resultado de las cosas. Además, Yoongi hyung y tú se aman de verdad, solo tienen que hablar con sinceridad, comentarse sus miedos, dudas y objetivos como pareja y llegar a un acuerdo juntos, y ya verás que podrán sobrellevar mejor la relación.

Con un suspiro abatido, Jimin asintió débilmente aceptando silenciosamente el consejo de su amigo. Cuando pensaba responderle con uno de sus tipicos comentarios bromistas para esconder su angustia, su mirada se desvío hacia la calle a través del inmenso cristal que rodeaba la fachada del setentero lugar, sonriendo de repente.

── Ahí llegó a quién esperas ──Sonrió con picardía.

Confundido, Taehyung se giró para ver a qué se refería el contrario, viendo a través de los cristales la inconfundible motocicleta Harley de Jungkook aparcarse frente al local, y al mencionado bajarse de ella.

Embobado, el azabache no despegó sus ojos de allí, apresando entre sus dientes su labio inferior con nerviosismo, mientras veía como el castaño se retiraba el casco y sacudía un poco su ya larga cabellera, tras unos meses sin su habitual corte.

Jimin no pudo evitar soltar una risa y darle un codazo para traer de vuelta a la realidad a su mejor amigo.

── ¿Por fín le vas a decir?

Taehyung frunció el ceño sin entender, girandose a ver al rubio nuevamente.

── ¿Decirle qué?

El mayor rodó los ojos.

── Me ofendes, Tae ──Lo miró indignado. ── O nos crees muy tontos a todos para pensar que nadie más se da cuenta, o definitivamente tú eres el idiota para no darse cuenta.

El moreno resopló, derrotado e hizo una mueca de niño descubierto tras una travesura.

── ¿Es tan obvio? ──Se quejó entre un resoplido, cubriendo su rostro con vergüenza.

── Como que el cielo es azul, mi querido amigo ──Asintió divertido el rubio. ── Además, soy tu mejor amigo, y sí él, qué también dice serlo, no lo nota, entonces el idiota es otro ──Señaló con disimulo al recién ingresado.

Taehyung le dio un leve golpe disimulado, provocando las risas del contrario quién trató de calmarlas cuando vió al menor caminar hacia ellos.

── Ya díselo ──Susurró entre risas Jimin.

── Ya cállate mejor, es solo mi amigo ──Respondió entre dientes el pelinegro, avergonzado, dándole una mala mirada al rubio.

── Solo por ahora... Y eso porque les da un gay panic del tamaño de Rusia ──Contraatacó Jimin de igual modo, haciendo rodar sus ojos al pelinegro.

── Hola, Hyungs ──Saludó decaído, Jungkook cuando estuvo cerca, sin siquiera mirar al azabache qué inmediatamente se giró a verlo preocupado al escuchar su tono.

── Uy, al parecer alguien necesita una buena dosis de azúcar ──Murmuró Jimin, cambiando su expresión ahora por una también preocupada. ── Vayan a sentarse mejor, les llevaré un par de batidos tan pronto logre calmar la troya en la cocina ──Susurró con voz cansada, antes de dirigirse hacía la mencionada.

Taehyung miró con preocupación al castaño y simplemente le hizo una señal para ubicarse en una de las mesas del fondo, a lo cuál el otro solo asintió para después seguirlo en silencio, tras un suspiro que sonó más triste y preocupante de lo que al mayor le hubiese gustado.

Solo esperaba que lo que sea que Jungkook tuviese que decirle y la razón de su estado, no fuese tan grave para interfirir con su reciente ──un poco, impulsiva── pero firme decisión de terminar de una vez por todas con su amistad.

Jimin había dejado sobre la mesa el respectivo par de batidos de fresa y chocolate con banana, hace un par de minutos atrás; sin embargo, el ambiente inusualmente tenso y silencioso, parecía no querer desaparecer entre el par de amigos.

Jungkook mantenia su mirada apagada y perdida en la madera clara de la mesa, con su malteada intacta, mientras Taehyung por su parte jugueteaba con la pajita de su bebida con ansiedad, intentando darle su espacio y tiempo al menor, por más que los nervios e intriga se lo estuviesen comiendo vivo.

¿Acaso él también estaba sintiendo el extraño cambio de su relación últimamente?

¿Él también se sentía igual de nervioso con su precencia?

¿También le temblaba el cuerpo con su cercanía o le cosquilleaba el estómago como a un pobre adolescente, por una simple mirada?

¿También quería hablar de como su corazón parecía brincarle del pecho cada mañana al despertar y ver su sonrisa?

O...

─ Me mudaré, Taehyungie.

El mayor regresó de un cruel golpe a la realidad, al escuchar el débil pero perfectamente entendible murmuro del otro.

Parpadeó un par de veces y fijó su mirada en el rostro serio del contrario que lo observaba sin emoción alguna, mientras jugueteaba ansioso con el piercing en su labio, como un típico hábito suyo.

Todo rastro de emoción y euforia en su cuerpo se esfumó tras esa simple frase.

Tragó con dificultad su sorbo y carraspeó su garganta intentando disolver esa horrible sensación que de repente se instaló en su pecho.

La sorpresa fue clara en su mirada, más su tono al hablar fue calmado e impasible como de constumbre.

── ¿Ah si?, ¿Por fin conseguiste un apartamento de tu agrado, Kookie? ──Inquirió con tono curioso y una sonrisa amigable, bastante forzada de su parte pero que para su fortuna se vio natural a ojos del otro.

Llevaban dos años compartiendo apartamento. Todo empezó como un simple favor de Taehyung cuando Jungkook comenzó su carrera. Se supone que el menor sólo se quedaría unos días con él mientras encontraba un sitio adecuado y lo suficiente accesible económicamente para su bolsillo de joven recién independizado, lo cuál el mayor no dudó en entender y aceptar de inmediato.

Hasta que sin darse cuenta su convivencia se volvió tan cómoda y la compañía del otro se sintió algo tan común y agradable para cada uno, que sin si quiera quererlo, Jungkook dejó de buscar otro lugar, y Taehyung inconscientemente también dejó de cuestionarle cuando se iría.

Y a pesar de todo, el mayor en el fondo siempre se recordaba que esto podía ocurrir algún día.

Que existia la posibilidad de que Jungkook, ──tan independiente y autosuficiente como era──, en algún momento iba querer tener su propio espacio y su privacidad; pero esa pequeña esperanza que crecía con el pasar de los días en su interior de qué la sensación acogedora, la calidez y la cotiniadad que él sentía al compartir su hogar y sus rutinas con el menor, era un sentimiento mutuo, le hacía creer por momentos lo contrario.

Aunque aparentemente también estaba muy equivocado.

Jungkook negó con una débil sonrisa triste.

── No hyung, no es eso a lo que me refiero exactamente... ──Le aclaró, calmando inconscientemente asi los pensamientos negativos del otro. ── Jamás me cansaría de compartir un espacio y mi propia vida contigo, ni por el mejor de los pent-houses, claro hasta que tu también me lo permitas.

Taehyung rogó que el sonrojo de sus mejillas no fuera evidente, mientras intentaba no ahogarse con su bebida, al mismo tiempo que se percataba de como el menor lo observaba de esa forma que le hacía temblar el cuerpo entero.

Sin evitarlo, su naturaleza coqueta salió a la luz, tomando el control, regalandole una sonrisa orgullosa al castaño. Siendo ahora este quién tuvo que desviar la mirada y disimular su sonrojo, tomando por fin de su bebida.

── Me alegra escuchar eso Jungkookie... Eso quiere decir que soy un buen anfitrión ──Se relamio en una risita confiada de las suyas, con el rostro apoyado en su mano y sin borrar su expresión de pura coquetería, a la que el contrario ya estaba acostumbrado, pero no siendo aún inmune a ella. ── ¿Entonces, Kook?, ¿A que te refieres con que te vas a mudar? ──Lo miró ahora confuso y con un puchero tierno, que de forma inconsciente desvío la mirada del otro hacía allí por unos segundos.

No era momento de recordar que había probado esos labios, hace una semana exactamente...

Y ese solo pensamiento lo frustró el triple.

La leve sonrisa que quizó asomarse en el rostro de Jungkook volvió a desaparecer con la misma rapidez que con la que llegó, dando paso de nuevo únicamente a la tristeza y el desconsuelo total.

Se tomó unos minutos para digerir sus propias palabras, antes de decirlas en voz alta.

── Voy a... regresar a Busan.

Taehyung palideció, deteniendo cualquier movimiento para asegurarse de haber escuchado correctamente.

── ¿Q-Qué?... P-ero, ¿Por qué?, creí que estabas contento aquí ──Casi que sollozó el azabache, haciendo a un lado lo que quedaba de su bebida, ahora con el mismo semblante decaido del contrario.

Este asintió levemente y suspiró con pesadez imitando al mayor, perdiendo todo apetito y ganas por tomar su malteada, por más deliciosa que esta estuviera.

── Y lo estoy, Taehyungnie, créeme que soy muy feliz aquí ──Sus ojos brillaron por las lágrimas acumuladas. ── Pero, tengo que irme, Hyung... Mamá... Ella tuvo una recaída de su Neumonia y no puede cuidar de mis hermanos, menos ahora que mi papá se fue a trabajar a Londres, así que me pidió que fuera a ayudarle... No tengo otra opción, no puedo dejarla sola en este momento ──Desvió su mirada de los oscuros orbes del otro, cuando sintió los propios picar a causa de las lágrimas retenidas.

Taehyung no tuvo palabras para responder a aquello. Simplemente permaneció en silencio siendo ahora quien tenía su vista fija sobre la aburrida mesa.

Sin esperarlo, las silenciosas lágrimas de ambos comenzaron a caer por sus rostros, sin permiso alguno.

Jungkook sonrió sin alegría.

── T-Tenía planes totalmente diferentes para hacer juntos hoy, Hyung... No esperaba que mamá me llamará en la mañana y me diera esta noticia ──Sollozó intentando limpiar sus incontenibles lágrimas. ── Ta-ehyungnie, yo...

── ¿C-Cuando te vas? ──Preguntó fríamente el mayor, limpiando también todo rastro de llanto de su rostro, para mirarlo con un semblante aparentemente impasible.

Jungkook suspiró con tristeza.

── En... un par de dí-as... No sé c ──

── ¿V-Volverás, Jungkook? ──Sonó más como una suplica, qué como un pedido.

El menor, pensó la respuesta, y aunque quiso afirmarle firmemente que lo haría, era algo que desgraciadamente no podía asegurar, pues nunca sabría que tan grave era la situación de su madre, ni mucho menos como evolucionaria esta.

El pelinegro desvió su mirada hacia el cristal, entendiendo perfectamente el silencio del nívea. Observando el cielo opaco que de repente había cubierto la ciudad, ambientando perfectamente aquella horrible escena de repentina despedida.

Se tragó el nudo en su garganta con más dificultad de la querida, y volvió a su expresión calida y alegre en medio de un suspiro fuerte, para intentar auto-animarse.

── Bueno, es lo que debes hacer, Kook... ──Observó las manos temblorosas del otro, a causa de como este retenia su llanto, mordiendo también sus bonitos labios cereza con demasiada fuerza. Las tomó entre las suyas y acarició el dorso de sus dedos con cariño. ── Solo espero que tu madre pueda mejor pronto... es lo más importante.

Y se intentó también convencer internamente a sí mismo de ello, con demasiado desespero.

No podía ser egoísta, no con Jungkook.

── T-Tae, yo... nunca t-te voy a olvidar... ──Murmuró entre sollozos debiles el menor, apretando sus manos como si aquello los fuera a dejar unidos para siempre, tal y como ambos deseaban en ese instante.

La vida era tan injusta. Cuando encontró lo que tanto buscaba, lo separaban de ello: De su mejor amigo.

El mayor sonrió con tristeza y limpió las lágrimas del contrario con delicadeza, mientras luchaba con las suyas propias.

── T-Tonto Jungkookie, no vamos a separarnos por siempre... ──Sonrío debilmente. ── Prometo visitarte, e iremos juntos a las playas de Busan como siempre hemos querido. Tendremos que llamarnos constantemente y escribirnos todos los días, pero no dejaremos de estar en contacto, ¿Hecho? ──Otra sonrisa, esta vez cubierta de un par de lágrimas rebeldes cayendo por su rostro.

── S-Si, Hyung, p-rometo hacerlo.

Ambos se quedaron observándose, con los rostros empapados de tristeza, los ojos brillantes y rojos por las lágrimas, sus manos aferradas a las del contrario, y las pulseras de amistad que habían comprado hace seis años y que contenían sus iniciales, brillando con melancolía en sus muñecas.

Dos pares de corazones latiendo con desenfreno...

El mismo par de corazones que silenciosamente habían sido rotos...

Cuando Taehyung vió el rostro del menor acercarse al suyo con lentitud, y sintió el temblor en sus labios, rompió el agarre y se levantó de repente de la mesa.

── I-ré al baño, y luego... podemos ir al departamento y t-te ayudo a hacer la maleta, si quieres...

Jungkook cerró sus ojos y simplemente asintió en silencio, escuchando al mayor alejarse, al mismo tiempo que el lugar comenzaba a llenarse de comensales.

Taehyung al llegar el baño se encerró en uno de los cubículos y rompió en llanto en total soledad, apoyado a una pared.

Era ridículamente irónico.

Después de todo, si se había cumplido su objetivo inicial...

Su amistad con Jungkook había terminado.

Aunque no de la forma que esperaba...

Seís Meses Después...

Con su habitual semblante serio y una expresión vacía, salió del local, tras despedirse de sus ya un tanto ebrios y alegres amigos; quienes celebraban emocionados, el sorpresivo y repentino compromiso de la pareja.

Para nadie era un secreto que Taehyung odiaba el alcohol y las fiestas, mucho más desde hace unos meses. Por eso, simplemente felicitó a sus Hyungs, se quedó un rato a escuchar los sueños a futuro de la recién comprometida pareja y a acompañar a su mejor amigo, antes de disculparse y despedirse al par de horas con la excusa de tener un exámen a la mañana siguiente.

Excusa medianamente real, porqué lo que menos quería hacer era estudiar esa noche para ser sincero.

Con una inhalación profunda salió del local, hasta que escuchó a lo lejos su nombre por lo cual detuvo su andar y se giró levemente de nuevo hacia el interior, parándose en medio de la desolada carretera.

── ¡Taehyungnie, volví Hyung!

La sangre del pelinegro pareció drenarse al instante, su corazón nuevamente se aceleró como hace meses no ocurría al reconocer el rostro que desde el interior del lugar lo observaba con una sonrisa calida y unos brazos abiertos en su espera.

Su ceño se frunció en desconcierto, pues en todo lo que permaneció en la fiesta nunca lo vio, y ahora de repente estaba allí, frente a él, sonríendole de esa manera, como si el tiempo no hubiese pasado.

Como si no hubiese sido él quién rompió su promesa durante seís largos y tortuosos meses...

Al ver que Taehyung no se movia de su lugar, y permanecía con una expresión confusa y molesta, la respiración acelerada y las manos apretadas en el interior de los bolsillos de su saco, el castaño comenzó a caminar hacía él, en lo que el mayor también retrocedía sus pasos negando en su dirección.

La sonrisa de Jungkook se borró de repente, siendo reemplazada por el dolor y el miedo.

── ¡Hyung, cuidado!

Fue el eco de ese grito lo último que el azabache alcanzó a escuchar, antes de ver una luz cegadora venir hacia él con demasiada prisa, al mismo tiempo que Jungkook corría desesperado intentando ser más veloz que esta.

Pero en el momento que la bocina del auto resonó con fuerza y un terrorífico estruendo eclipsó el ruido de todo lo demás, ambos supieron que ya era demasiado tarde...

El fin de su amistad de nuevo había llegado, y esta vez parecía ser el definitivo...

>> 💗 To (Be) Continue...

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∿ᨘ ⊹ . ▹ VanTTGirl 💗🧸

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