✧❝ [12] SINCE I DON'T HAVE YOU ¡! ❞
SINCE I DON'T HAVE YOU
“no tengo deseos profundos y no tengo horas felices, no tengo nada desde que no te tengo a ti, no tengo felicidad y creo que nunca la tendré otra vez, cuando te alejaste de mi, la vieja miseria regresó y ha estado aquí desde entonces”
by gun's n roses/the skyliners
GENEVIEVE BEYER MASCABA SU CHICLE DE MENTA, agudizando sus oídos para, desde la comodidad de la cama, escuchar con atención una de las tantas noticias que Audrey Delpy traía base a sus vivencias durante su estancia al otro lado del mundo. Irían a una de las muchísimas fiestas a las que frecuentemente asistían junto con sus demás amigas. La chica de pecas había ido a la casa de su compañera para arreglarse juntas y tal como acontecía en muchas ocasiones, Audrey resultaba ser la última en terminar de alistarse, ya fuera por las uñas, el labial o las pestañas; esta vez era su cabello.
—Vi el semblante de mi papá, como si le hubiera dicho que tenía una enfermedad terminal o algo así. Obviamente me pareció extraño porque sabemos como es.
—Sí, sinceramente parece más tu amigo que tu papá.
— ¡Exacto! Por eso temí por un posible debate o algo parecido. Me dijo que no dudaba de mis capacidades y luego me preguntó después que haría en caso de no poder ingresar a una universidad, ya sabes, porque le dije que quería estudiar diseño de modas y a la par diseño de imagen.
— ¿Y qué le dijiste?
—Que trabajaría y estaría allí hasta probar suerte otra vez, o irme a Nueva York o regresar. Simplemente quise darle a comprender que, en definitiva, quería cambiar mis rumbos. Estoy harta de Marsella, ¿Sabes?—Dejó de retocarse el peinado para girarse sobre sus talones y dirigirse a Genevieve con más seriedad—, mentiría si digo que nunca me ha incomodado cuando algunas personas me miran despectivamente, como si fuera de otro mundo. O como es que critican lo que haga, con quién estoy y con quién no. Estamos en el puto siglo veintiuno y a veces se comportan como en los años de antaño.
—Es cierto. Son unos imbéciles. Las dos estamos de acuerdo que después de cumplir los quince y arreglarnos más muchos empezaron a incluirnos, ¿Cierto?
—Sí—Afirmó con certeza y cierta molestia por la clara verdad—. Y después comenzaron a gustarnos los clubes, las fiestas...era como si hubiéramos estado aguardando por liberarnos, de cierta manera.
—Exacto. En fin, volviendo al tema de tu futuro—Genevieve se enderezó y explotó una bombita que había hecho con su chicle—, ¿Qué ocurrirá con River? ¿Está finalizado todo eso?
Audrey agachó la cara casi tristemente, acompañada de una fuerte ráfaga de sentimientos que siempre estaban presentes en ella, listos para exteriorizarse con su semblante o movimientos. Y cuando los segundos pasaron, elevó el mentón y Genevieve descubrió una firmeza que daría a entender también con palabras próximas:
—Realmente le quiero. No voy a olvidarlo, eso está más que claro, y a veces mis sentimientos hacia él siguen tan vivos como el primer día. Pero he alargado esta vacilación donde muchas cosas podrían suceder y esta fue una de ellas. Además, no se puede vivir de amor. Nada está garantizado ni con River ni con mis planes, pero al menos haré algo por y para mí.
Audrey no percibió a la primera, que Genevieve se vio herida por la contestación que le hizo acordarse de su ex novio, Marcel, y su decisión que los hizo terminar su noviazgo, sino hasta que endureció su rostro y llevó uno de sus dedos al lagrimal de su ojo izquierdo
— ¿Geni? ¡Genevieve! Lo siento, no era mi intención.
—Así debió de pensar y decir Marcel cuando estaba con sus amigos.
—Lo siento. No, claro que no. No te merecía. Es un idiota.
—No te preocupes, Audrey—Carraspeó un poco y se libró del abrazo que precipitadamente su amiga le había ofrecido.
— ¿Quieres salir? Si quieres podemos quedarnos y ver películas, lo que quieras.
—No. Vamos a la fiesta, es solo que lo recordé. La diferencia que hay aquí es que tú si quieres a River. Las situaciones son muy diferentes. No tienes la culpa, ¿Sí? Ahora vamos.
— ¿Sabes que primero necesitamos el ritual, verdad?
—Sí—Finalmente Genevieve se soltó a llorar, abrazando a su amiga a la par que ella ponía las canciones indicadas para desahogarse completamente, hablando de lo que sentía y llorando hasta casi quedarse seca, no importaba el maquillaje, ya lo arreglarían.
De eso se trataba su ritual. No importaba la ocasión, la razón o las circunstancias, si alguna de ellas tuviera un problema que les causara enojo o tristeza, se desahogarían, llorando o hablando, aunque hubiera solución o simplemente todo pareciera estar perdido. A Genevieve le tocó ser la victima de esa sesión.
Al cabo de una hora, las dos chicas se alistaron y emprendieron camino a la fiesta a la que asistirían, en un lugar cerrado; el anfitrión sería Alain, el mismo tipo del que una vez Audrey recibiera un mensaje reclamándole la compañía masculina del irlandés de hacía casi un año, sin ser siquiera pareja. Aunque por suerte, pareció calmar sus episodios extraños de celos ahora que estaba conociendo a más chicas.
La mayor parte de la sociedad juvenil residente en Marsella estaba en ese lugar, bailando, bebiendo y teniendo sexo en los espacios más recónditos del lugar.
Allí, Audrey y Genevieve se encontraron con sus demás amigas y todo marchó de la manera en la que siempre se presentaban los acontecimientos en una noche como esas. O así parecía, porque Audrey no había completado su ritual. Estaba distraída, pensativa, seria. Reflexionaba acerca de su futuro, siendo ese tipo de pensamientos que eran muy lejanos cuando ella estaba en alguna fiesta.
— ¡Ven a bailar!—Le gritaba Nadine, una de sus amigas desde la pista de baile, a lo que Audrey le hizo una seña indicándole que en un momento estaría allí, celebrando con ellas las mieles de sus juventudes y bellezas. Sin embargo, no lo ameritaba así.
El transcurso del tiempo se mostraba alterado, en la forma en la que Audrey de pronto se sentía incomoda y su mente no estaba puesta en bailar, beber y mucho menos fijarse en algún chico guapo que seguramente la correspondería.
Así que se dispuso a beber. Consideró que la sobriedad no la estaba ayudando esa vez y pidió Bacardí y lo combinó con soda. Al primer vaso le siguieron cinco más y el efecto de la ebriedad brotando advertía la misma postura seria. Por ello, buscó con la mirada a Genevieve, le estaba comenzando a dar sueño y deseaba irse ya, y sabía que ella era su amiga más confiable y la llevaría de vuelta a casa. Más cuando pudo encontrarla, se estaba besando con un chico que no reconoció y tenía un vaso en la mano. Chasqueó la lengua y resopló.
Estaba dispuesta a irse. Buscó su celular y pudo darse cuenta que ya no tenía pila, que el haber estado tan concentrada en arreglarse la hizo ignorar la carga de su celular.
—Mierda.
Dio un último y largo trago a su bebida y se paró. Desde su lugar, intentó encontrar a sus demás amigas en vano y tambaleante se decidió por ir a la salida, sin despedirse, solo concentrada en tomar aire fresco y después, o regresar por algo para minimizar su estado de alcoholismo, buscar a sus amigas o pedir un teléfono prestado para hablarle a su padre.
La suerte no estaba de su lado. Y luego sus planes parecieron como sueños inalcanzables cuando se encontró con Luc Cox y sus amigos llegando.
— ¡Audrey! Me encanta verte, ¿Ya te vas?
Apenas pudo reconocer a su ex pareja, rodó la mirada y tambaleante, se pegó a la pared.
—Sí. Adiós.
—No, no, ¿Y tus amigas? ¿Te vas sola?
—Gracias por preguntar, pero no te importa.
Los amigos del hombre levantaron las cejas o reprimieron una risa burlona. Luc les dijo que ellos se adelantaran mientras se ocupaba de Audrey, quién totalmente en negación a ello, miraba hacia afuera, a donde quería estar.
—Audrey, no me trates así. Es solo una pregunta, y quiero ayudarte, porque al contrario de cómo tú dices, me importa. Me importas.
—Solo quiero irme a casa, ¿Bien? Ya vendrán por mí.
— ¿Tu padre?
—Sí, dijo que me mandaría mensaje—Mintió.
—Genial, entonces lo esperaremos—Se acercó más a ella y cruzó sus brazos, notando de reojo como Audrey apretaba y torcía sus labios. Esperaron veinte minutos y con un semblante de aires victoriosos le comentó—: Se está tardando un poco, ¿No crees? Deberías mandarle un mensaje.
—Estaba en una reunión, es por eso.
—Yo opino que le mandes un mensaje.
—Bien, no traigo carga, ¿Contento? Ahora déjame. Estaré bien.
—Oh, linda, ¿Por qué no empezaste por allí? ¿Tanta desconfianza tienes de mí? Vamos a mi coche, te llevaré a tu casa.
—No, Luc.
— ¿Prefieres esperar a que tus amigas terminen de descargar toda su energía bailando y bebiendo mientras tú estás aquí? No, te acompaño. Te prometo que te dejaré allí. Ven.
Le tendió su mano esperando a sentir el contacto y finalmente Audrey caminó a la par de él, sin haberle tomado su extremidad. Juntos se fueron en silencio, a plena consciencia de lo lejos que quedaba la casa de Audrey. Hasta que en cierto instante, Luc habló con tono sorprendido:
—Carajo, no lo recordaba...Audrey, debo de parar en mi departamento, se me olvidó llevar una cosa a la fiesta, ¿Está bien? Será rápido.
Audrey le lanzó una prolongada mirada, denotando su fastidio por la poca habilidad para mentir. Sabía lo que se aproximaba, sentía un mal presagio de todo ello. Y sin embargo intentaba tranquilizarse en silencio, nada más asintiendo con la cabeza.
Llegaron más rápido de lo normal al gran edificio cerca de una costa, dirigiéndose a la entrada estacionamiento subterráneo, donde les esperaba el portero de aspecto casi débil y que parecía hacer su mayor esfuerzo por dar su mejor servicio.
—Bonita noche señor Luc.
—Ten las llaves, nosotros iremos al elevador.
—Quiero irme a casa—Murmuró Audrey seguido de un inevitable eructo. El muchacho logró escucharla y la tranquilidad de su semblante se transformó en preocupación.
—Creo que deberías de ir a tomar un vaso de agua, Audrey. Ten—Se dirigió al hombrecillo, sacando de su bolsillo no solamente sus llaves, sino también un par de billetes y al dárselos, le guiñó el ojo. El otro tragó saliva—. Ven, vamos al elevador. Tengo un balcón, allí podrás tomar un poco de aire fresco en lo que busco lo que te dije.
—Gra-gracias—Fue lo único que pudo articular el joven tras meterse con rapidez al coche. Siempre cuidadoso y perfeccionista, esta vez había acelerado como si él fuera la víctima e intentara escapar. El silencio que se le había pedido a cambio de un puño de billetes hizo que su voz interior gritara, y solamente fue capaz de ver por el espejo retrovisor como es que Luc Cox se llevaba a otra de sus chicas a su departamento. Como siempre, borrachas y queriendo irse a casa.
...
Audrey consideraba enormemente que estaba retando a su destino. Su consciencia estaba trabajando, analizando como es que podría escaparse a través del balcón, siendo desgraciadamente casi imposible, porque además, le temía a las alturas. Solo estaba allí por el aire fresco, para despabilarse y rogando que el agua mineral le ayudara a bajar un poco su nivel de ebriedad.
Entró nuevamente al departamento de estilo casi extravagante para esperar a Luc, sin haber rastro de él en la sala, donde ella estaba. Tomó con precipitación su bebida y dejó el vaso, segura de que no había nada que Luc le hubiera puesto ya que ella estuvo atenta a todo. Sabía que a veces podía comportarse y pensar razonablemente o siquiera lo intentaba cuando estaba alcoholizada. Esta era una de aquellas veces, por la razón de que se sentía en peligro. Entonces pensó que todo dependía de la situación y de cómo es que se sentía. Resopló y se sentó sobre un largo sofá de piel color negro.
—Espera un minuto, ¿Sí? Es que creo que la otra camisa no me quedaba bien.
Tal escena particular hizo que los límites de su paciencia se desecharan; Luc posó un brazo sobre el borde de la puerta, mientras su torso desnudo estaba expuesto ante ella. Un solo suspiro acompañado de una débil risita irónica fue la sola cosa que Audrey expresó para dar a conocer su coraje.
— ¿Realmente me crees estúpida, verdad? Me voy.
Sin seguir fingiendo naturalidad, la expresión de Luc se tornó ansiosa y corrió hasta la puerta para evitarle el paso a Audrey. Luego sonrió:
— ¿Por qué dices eso? Es verdad lo que te estoy diciendo, solo estoy buscando una camisa mejor, ¿Quieres ver mi armario? Está hecho un desastre porque estoy buscando algo indicado, no miento. Mira, ven.
— ¡Claro que no!—Audrey se soltó violentamente de su agarre a medio camino a la habitación—. Sabes que todo, absolutamente todo terminó con nosotros. No te creo amable y no me creo ilusa. No me llevarás a tu estúpida cama.
— ¿En serio piensas que me voy aprovechar de ti?
—Sí. Adiós.
Audrey dio la media vuelta y emprendió camino a la puerta, cuando las palabras de Luc la detuvieron.
—Yo no, pero los hombres de afuera sí. Hay muchos turistas que realmente son unos depravados y en cuanto sepan que vas sola y un poco fuera del estado de sobriedad, te seguirán. Yo no podría con la consciencia sabiendo que te he dejado ir sola. Hagamos esto, te daré un poco más de agua carbonatada, ahora que lo pienso creo tener una botella en el refrigerador.
Sin dar lugar a alguna contestación fue a la búsqueda de la botella de manera exitosa y se la ofreció, aceptando ella con una suma seriedad que se prolongó hasta que sin concebir el más mínimo pensamiento, ella ya estaba en la puerta de la habitación, observando cómo Luc ordenaba un poco su ropa y dejaba una camisa a rayas verticales de colores azul y blanco en una esquina de la cama, esa era la que se pondría. Más tarde tomó la camisa y la fue abrochando con una lentitud casi desesperante, pero aprovechando y utilizando cada segundo gastado cuando notó que Audrey la veía. Ese era el momento indicado, pensó él. Todo fue en silencio, incluyendo el beso que le dio y que ella no evitó ni hizo nada por hacerlo.
—Audrey, no sabes cuánto te he extrañado. Tantas mujeres...tantas han sido con las que he tratado de olvidarte y ninguna hizo sacarte de mi cabeza—Besó su oreja, su cuello y sus mejillas hasta acabar nuevamente en sus labios. Audrey se encontraba tan pasmada que sus brazos seguían inmóviles, no se había molestado en al menos tocarlo—. Por favor, dame una oportunidad. Contigo es con quien quiero estar.
River. De nuevo River Trask acechando en su mente. Se complació con vigor imaginándolo en uno de esos días tan soleados que los rayos del sol impactan contra la pastelería haciendo el espacio más caluroso, haciendo del día algo más enérgico y luminoso cuando aparece destacadamente de entre toda la gente, con la mirada al suelo dando a conocer su nerviosismo, cruzando la puerta, caminando casi a zancadas a la par que sus rulos danzan con alegría ferviente y alzando la vista con una sonrisa que había estado reprimiendo hasta verla a ella, sin importarle ya que sus mejillas estuvieran teñidas de rojo y ardiendo tanto como seguramente su corazón lo hacía también.
Todo había perdido ya su color. Ese espacio, con Luc enfrente suyo, era gris. Los acontecimientos se daban, buenos, malos o con el propósito de dejar aprendizaje, pero siempre faltaba algo. Siempre faltaba River.
Sabía que estaba mal lo que haría. Más el desdichado poder de la mente no hacía que recurriera a otra cosa más que a la que estaba a punto de hacer.
—Creo que sabes a la perfección que no te quiero yo a ti. Y no me imagino estando a tu lado. Y no siento ni sentirá nada por ti una vez estando allí—Dirigió la mirada a la cama—. No seas iluso.
Con una ferocidad latente y tal como si hubiera sido inmune a los obvios comentarios hirientes por parte de ella, la besó y la cargó. Esta vez ella le abrazó y siguió dando continuidad al gesto hasta que la lanzó a la cama, quitándose la camisa y el pantalón.
— ¿Tienes condones?
La calló dándole otro beso y entre suspiros pesados le dijo que sabía controlarse. La quietud se fue adueñando de ella que no hizo más que extender sus brazos a cada lado y dejar que las cosas siguieran su transcurso, aunque todo estuviera en contra suya.
by bogiehxartsss.
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