✧❝ [10] WELL I WONDER ¡! ❞

WELL I WONDER
"bueno, me pregunto, ¿me escuchas cuando duermes? yo lloro roncamente.
bueno, me pregunto, ¿me ves cuando nos cruzamos?, estoy medio muerto. por favor, tenme en mente, por favor tenme en mente.
sofocado, pero de alguna manera todavía vivo, esta es la feroz y última postura de lo que soy, sofocado, muriendo, pero de alguna manera todavía vivo, esta es la feroz y última postura de lo que soy, por favor tenme en mente"
by the smiths

N/A: Dedicada a writtenbymad, quién ha mantenido su apoyo hacia la historia votando en cada parte y aunque pueda parecer un detalle, es muy significativo para mí <3. Espero que quién lea este capítulo pueda disfrutarlo

AGOSTO 2019

     —LOS PUENTES DE MADISON, claro, debí haberlo supuesto. No supero que no me haya dado cuenta desde un inicio.

     Audrey y River Trask estaban sentado uno frente al otro, cenando en el restaurante al que acudían cada mes desde que fue su primera cita formal. Ese regalo que había hecho Audrey a River por su vigésimo segundo cumpleaños hizo carcajear a ambos por el recuerdo. Ahora se encontraban más tranquilos y ella se dispuso a adoptar una seriedad que trajo consigo los sentimientos que su antigua mentalidad le habían hecho hacer.

     —Claro, dos amantes que se aman intensamente durante cuatro días y su amor sigue aun cuando no se envían cartas ni nada por el estilo—Concluyó River antes de dejarle la palabra a Audrey.

     —Estaba totalmente asustada. La cobardía no me permitió ni siquiera escribir un "feliz cumpleaños" porque algo me decía que adivinarías que era yo por mi caligrafía.

     —Definitivamente lo hubiera hecho. Pero ese aun no era el tiempo indicado para que volviéramos a hablarnos y frecuentarnos. Nos quedaba un poco más de vivencias y crecimiento para que estuviéramos listos para encontrarnos.

     —Es cierto—Sentenció Audrey con la mirada a su copa y su mano tomada de la de River—. Aun no estábamos listos...

DICIEMBRE 2017

     Jean-Paul se acordaba en el trayecto de regreso a su casa, de la vez que Julieta y Laura fueron hasta su oficina para simplemente criticar la forma de la vestimenta de su hija. Los años que había vivido en la ciudad y la gente que lo rodeaba, le habían concedido experiencia y conocimiento sobre muchos, especialmente de esas dos mujeres, por lo que su primera y única reacción a los comentarios que por mucho disfrazaran la intención de ofender a su hija con un vocabulario culto, no cambiaban su postura al respecto ni se estaba dejando engañar, fue un estado de molestia limitado por el respeto.

     Al haberlas recibido en su oficina y ofrecido bebidas, caminó de un lado a otro en el lugar, sintiendo las miradas de las mujeres una vez que dejaron de hablar. Exhaló y se sentó, haciendo como un ultimátum a su silencio, una sonrisa falsa.

     —Puede que mi hija sea una libertina, una cabeza hueca. Pero eso no es así, al contrario, tiene una mente brillante, solo que nadie la ha conocido como se debe, no se dan la oportunidad de conocerla sin antes tener la mente llena de prejuicios. Sí, de eso se rige la gente. Agradezco enormemente el que hayan venido hasta mi sitio de trabajo para darme a conocer su opinión, así como también agradeceré que tengan la bondad de retirarse de mi oficina y de las pastelerías, porque no aceptaré que solo entren a cualquiera de las sucursales y sientan el derecho de quejarse del estilo de mi hija. Que tengan buena tarde.

     Apretó sus labios para reprimir una risa al recordar la reacción de las dos mujeres, quienes no creyeron que él defendería a su descendiente.

     Estacionó su carro frente a su casa una vez llegando allí y se bajó tranquilamente, con la sola intención de meterse en la tina a escuchar música clásica mientras leía, aprovechando que la casa estaba sola. Sus ideas se esfumaron cuando vio a su hija comiendo un plato lleno de palomitas de maíz mientras la pantalla reproducía una escena de Los Puentes de Madison.

     — ¿Audrey? Vaya, no sabía que te gustara Clint Eastwood—Habló anunciando su llegada a la par que cerraba la puerta tras de sí.

     —No me gusta, si así fuera, hubiera visto más películas de él y esta es la primera.

     —No es cierto. Recuerda que hace años vimos Gran Torino.

     Audrey se lo pensó unos segundos y finalmente le dio la razón. Cambiando el tema, su padre se sentó a ver la película y habló sobre cómo es que la mayoría del personal había aceptado hacer una fiesta junto con él, sus hermanas y Audrey para año nuevo. Harían un intercambio.

     — ¿Irá Thomas?

     —Él fue el que propuso la idea.

     — ¡¿Es en serio?!—Audrey se enderezó para verle con sorpresa.

    —Sí, ¿Por qué preguntas?

    —No, por nada.

     Audrey disimuló que el dato no le afectó en lo absoluto. Thomas la había besado la semana pasada cuando nuevamente habían sido los dos últimos en estar en la pastelería. Fue sin duda inesperado y algo en Audrey, quizá su concepto que tenía sobre su amistad con él, se vio afectada. Le dejó en claro que lo que sentía por él no era más que una admiración por su trabajo y cariño de una amistad que no dejaría que se transformara en algo más. Y por lo visto, Thomas no lo comprendió del todo bien. Era un buen tipo, su cabello lacio, sus ojos almendrados y su barba eran una combinación agradable a la vista. Y además siempre había poseído de un carácter que lo hacía carismático. Y con todo eso, simplemente Audrey no lo veía más que siendo su amigo.

     —Bueno, sí. Hay algo que no te he dicho—Tomó el control de la televisión para apagarlo, encendió la luz y se sentó frente a su padre—. Parece que le gusto, me besó.

     — ¿Qué dices?—El señor apoyó toda la fuerza sobre sus manos para reacomodarse, pensó que no había escuchado bien—. ¿Te besó?

     —Sí, lo hizo. Me había quedado para cerrar y como él siempre está acostumbrado a adelantar parte de su trabajo, nos quedamos solos. Yo le dije que fuera a descansar y me invitó a charlar un poco con él en lo que acababa unos detalles. Después dejó de hacer su trabajo y no tardó en besarme.

    —Nunca lo hubiera pensado de él. Aunque por una vez me lo imaginé, justamente cuando dio la idea de hacer la fiesta de año nuevo, porque estábamos hablando sobre ti y la labor que desempeñas allí. Se notaba muy emocionado.

    —No quiero que pase a mayores, yo le dejé en claro desde el momento en el que me separé de él, que no quería nada que nos involucrara de una manera, ya sabes, sentimental. No beneficiaría a nadie ni a nada.

     —Mira, en caso de que te agradara como posible pareja sentimental, yo lo comprendería, pero los dos sabemos que no estaría bien, afectaría la relación laboral. Si te incomoda puedo cambiarlo de sucursal y que trabaje donde estoy yo.

     —Audrey sabía que su padre la defendería de cualquier cosa o persona y agradecía siempre su apoyo. Sin embargo, esta vez se negó a su ayuda.

     —No, papá. Él parece una persona razonable, entenderá que si se propasa conmigo puede perder su trabajo y el puesto que ocupa es bueno en su carrera. En todo caso, de cualquier cosa que llegue a ocurrir, yo te diré.

     —No lo dudes—Apuntó con el dedo índice a su hija unos segundos y se levantó para besarle la frente—, sigue viendo a Clint Eastwood y Meryl Streep haciendo el mejor de sus papeles, llorarás en el final, te lo advierto. Yo me daré una ducha y me iré a dormir, buenas noches.

     —Sí, seguramente lloraré—Exhaló serenamente la televisión para seguir viendo la película.

     Seguía careciendo de la valerosidad para decirle a su padre que no solo había estado a punto de tener una relación con River Trask cuando él seguía comprometido, sino que seguía sintiendo algo por él y que hacía menos de una hora había ido hasta la casa de sus padres para entregarle un regalo por su cumpleaños, dato del que ella se enteró ese mismo día gracias a publicaciones en redes sociales.

     No era casualidad que le regalara ese libro. Lo había leído casi apenas después de distanciarse de él en la pequeña biblioteca de su madre y al saber de su cumpleaños, se apresuró a comprarle la edición más reciente. Dudó después un poco, sentía vergüenza porque River se enterara de que ella le había entregado ese obsequio mediante la trama. No quería que dedujera un concepto negativo sobre ella, que pensara que era demasiado atrevida y aun tuviera el coraje de mandarle ello. Dicho sentimiento la consumía y sabía que era demasiado tarde. Era una lucha constante contra sus nervios acechantes. Sin embargo, los mismos calmaron cuando no recibió ningún mensaje de River. Eso la hizo pensar que él nunca se dio cuenta de que ella fue quién le había entregado ese libro y se tranquilizó, pues también sentía cobardía por hablarle.

     La fiesta de año nuevo se dio, el intercambio resultó un éxito y todos observaron las luces centelleantes de pirotecnia con las campanas sonando fervientemente cuando dieron las cero horas del primero de enero del dos mil dieciocho. Audrey recibió el nuevo año junto a su padre y como era de esperar de entre todos los invitados, al lado de Thomas. Este mismo le hizo saber de manera discreta en un momento dado, cuando estaban en la pequeña terraza del lugar en el que celebraban la fiesta, que lamentaba haberla besado sin su consentimiento y se sacrificaría suprimiendo todos sus sentimientos con tal de que las cosas fueran como antes. Más la verdad de sus intenciones indudablemente vigentes se mostraron cuando Audrey, enternecida por lo que le dijo, tomó su mano:

     —Hey, eres grandioso. Me elogias bastante al fijarte en mí cuando seguramente tienes a muchas chicas detrás de ti.

     —No realmente—Se apresuró a interrumpirle—, de igual manera tengo la certeza de que ninguna podría llamarme la atención como tú lo haces.

     —Thomas, te lo pido, no hagas esto más difícil. Sólo podemos ser compañeros de trabajo y amigos.

     —Audrey, dame la oportunidad. Mira donde estamos, los dos solos en plena víspera de año nuevo. ¿Sabes dónde podríamos estar al final del último día de este año? No lo sabemos. Pero no sabes cuánto me es difícil ahora poder fingir que no siento nada y decir que así será cuando la verdad es que mi corazón siente muchas cosas por ti. Por favor, Audrey.

     El silencio de ella otorgó la precipitada oportunidad que Thomas vio para besarle una segunda vez. El acto fue corto pero apasionado, lejano a una posible parsimonia y delicadeza. Thomas no se veía rendido y el que Audrey continuara con el beso creaba en él ilusiones. Esto hubiera acrecentado y los problemas hubieran surgido si ella no se hubiera separado y retirado de allí. 

     Por semanas no hablaron y pronto el plan que tenían los Delpy de, en efecto, irse a Estados Unidos fue lo único que los tuvieron juntos, para discutir cómo se distribuirían todos para seguir abriendo el negocio en las tres semanas en las que ellos estarían fuera del país.

     La boda se celebraría en el treinta y uno de marzo, por lo que se irían veintisiete y regresarían el veintiuno de abril. Nunca habían tenido un evento de ese tipo y se dieron cuenta que deberían aprovecharlo como unas buenas vacaciones que nunca antes habían tenido como padre e hija.

     Mientras transcurrió el tiempo hasta la fecha esperada, ambos siguieron ahorrando, haciendo todos los preparativos de su viaje y trabajando arduamente. Audrey comenzó a asistir a clases de canto, pero abandonándola a la semana, rindiéndose por no tener el talento suficiente para cantar. El mismo dilema de siempre convertido en diferentes tipos de clases e intentos de aprendizajes dejaba irritada y desesperada a Audrey. Se había propuesto enormemente a investigar también algunas carreras universitarias disponibles en Marsella y ninguna le convencía. Se preguntaba si realmente era buena para algo, siquiera para ser constante en darle una oportunidad a un nuevo hábito o enseñanza.

     Esto cambió con su viaje a Estados Unidos.

...

     —No me esperaba esto—Musitó Jean-Paul. Habían llegado al aeropuerto y toda la familia Pérez los recibió; desde tíos hasta sobrinos.

     Todos sus anfitriones a cargos de su estancia no esperaron a saludarles con un fuerte abrazo, llenando especialmente a Audrey de cumplidos por su belleza. Como se suponía, fueron directo a la casa de la tía Elsa, madre de Pete, el primo que se iba a casar al finalizar el mes.

     — ¿Cómo que se hospedarán en un hotel?—Se precipitó a decir Elsa en cuanto escuchó la idea de los recién llegados durante la cena.

    —Bueno, no queremos incomodarlos. Me imagino que tienen muchas ocupaciones que podríamos ser una carga—Sugirió Jean-Paul.

    —Nada de eso. Ustedes se quedarán aquí, una habitación para Audrey y otra para ti, Paul. Hay suficiente espacio para ambos y siempre serán bienvenidos en nuestra casa, saben que nos les faltará donde quedarse cada vez que vengan.

     —Muchas gracias Elsa—El francés dibujó una sonrisa en su rostro, apreciando la rápida calidez con la que los habían recibido. Por un instante pensó en los antiguos años en los que Audrey era una bebé y temía que la reclamaran los hermanos de su esposa cuando falleció, algo que por fortuna nunca ocurrió y comprendió que todos ellos sabían que la pequeña debía de crecer al lado de su padre, y así fue.

    —En fin, ¿Cómo se conocieron, Pete?—Inquirió Audrey frente al mencionado y su prometida, Lucy.

     — ¿No sabías su historia, prima?—Exclamó divertida una de sus parientes y hermana de Pete, la bromista Elena que con sus ocurrencias siempre mantenía a toda su familia alegre y en un constante estado de jocosidad—, es como de esas películas juveniles donde la tímida del salón y más guapo del instituto se enamoran.

     —Oh ya Elena, deja que cuenten la historia—Le interrumpió la hermana mayor de ambos, Silvia.

     —No hay que engañarnos, si parece como telenovela juvenil—Siguió Chris, uno de los dos hijos de Gloria, una de las hermanas menores de Verónica.

     —Ya cuéntenle la historia a Audrey y a Paul, los van a estresar con sus interrupciones—El tío Julián le dio un trago a su cerveza antes de prestar atención a uno de los acostumbrados alborotos que siempre causaban entre todos.

     —Disculpen, aquí todos nos interrumpimos—La más cercana a Audrey y su padre, Kate, quién era hija de Julián, les murmuró eso a los dos antes de sonreírles.   

     —No hay cuidado—Supo replicar Jean-Paul de forma sincera.

     —Ya basta, dejen contar mi historia digna para telenovela—Concluyó Pete—. Bueno, Audrey, tío Paul, resulta que yo conocí a Lucy por Ricky, nuestro primo, hijo de la tía Virginia que como sabemos, no están ni tampoco sus hermanos Alexa, Ángel ni Oscar porque me están preparando una sorpresa que se supone que no sabemos.

     Hubo unas carcajadas de por medio antes de que prosiguiera Lucy.

     —Ricky y yo somos mejores amigos desde la universidad, estudiamos juntos mercadotecnia y siempre nos manteníamos muy unidos.

    —De hecho Pete pensaba que Lucy era novia de Ricky y una vez casi se emborrachó por ello, lo digo porque yo le acompañé—Añadió Andy, hermano de Chris, haciendo que todos volvieran a reír.

     —Y bueno, yo sabía que era familiar de uno de los más populares de la facultad, Pete. Pero a decir verdad lo detestaba—Dicho esto, la mayoría de los presentes silbaron a modo de broma, como si apenas hubieran descubierto ese dato cuando ya lo conocían—, yo pensaba que era un presumido, porque era tan inteligente que muchos de sus profesores lo exentaban y lo dejaban salir de sus clases, tuvo muchas novias y era parte del equipo de baloncesto. Yo agradecía que nunca se hubiera fijado en mí...

     —Hasta que a la señorita se le ocurrió llevar varias cajas de pizza a su clase que sus padres habían hecho—Pete rodeó con uno de sus brazos el cuello de Lucy para atraerla hacia él y besarle la sien.

     —Es muy chistoso que cuando se trata de una historia de amor entre dos personas, todo comienza con el detalle más banal del mundo—Comentó la tía Gloria.

     —Exacto, todo fue porque mi padre había vuelto a hacer pizza margarita y como mi cumpleaños fue durante clases, le pidió permiso a uno de mis maestros para dejarme llevar pizzas. Sé que suena como fiesta de niños, pero en ese tiempo todos estábamos demasiado contentos.

     —Entonces yo pasé por allí en el momento exacto y cuando vi a Ricky le hablé para que me ofrecieran pizza. Lucy se acercó y literalmente fue como amor a primera vista. Me pareció la chica más linda que cualquiera que hubiera conocido y poco me importó que me diera la pizza un poco molesta, realmente quedé tan anonadado que solo le pregunté su nombre con una sonrisa boba. Ella me respondió y se fue, y me evitó así por semanas cuando yo trataba de acercarme a ella.

     —Y también por obra del destino, tenía malas calificaciones en una materia, y yo era de esas chicas que se comprometían totalmente a sus estudios con tal de aprobar así que le pedí una oportunidad a mi profesor de que me impartiera clases después del horario escolar. Él me dijo que no podía y simplemente me dio el número de un estudiante que era muy bueno en esa materia y que podría ofrecerme su ayuda.

     —Ese alumno era yo—Sonrío Pete.

     — ¡No lo creo!—Exclamó Audrey, verdaderamente interesada en la historia—, ¿Y luego?

     —Tuve que soportar durante un mes a él y sus invitaciones de citas. Al final me rendí y le dije que sí, pero al mismo tiempo les dije a mis amigas y las persuadí de salir a algún lugar ya que pensé que Pete no asistiría, porque estaba segura que hacía lo mismo con sus demás conquistas. Yo me fui con ellas y por pura curiosidad pasamos casi una hora después por el lugar que Pete y yo habíamos acordado, ¡Y él estaba allí!

     —Pobre muchacho—Jean-Paul emitió una leve risita y ladeó su cabeza hacia un lado—. Al final quién hizo sufrir a quién fue Lucy a Pete.

     — ¡Exacto!—Continuó Pete con el relato—, juro que estuve todo el rato allí, esperándole con un ramo de rosas. Cuando llegó me alegré bastante, algo que no hubiera hecho si hubiera sido con otra chica porque Lucy realmente me había llamado la atención. Ella me confesó lo que había hecho y rápidamente lo resolvimos, siendo así nuestra primera cita. Y el resto es historia.

     —Todos pensábamos que no durarían ni un mes. Pasó un mes y todos dijimos que durarían dos meses, pasaron dos meses, tres, y todos los que completaron los tres años que tienen juntos. Y miren—Freddie, uno de los hijos de Julian, hizo un ademán alegre.

     — ¿Tú tienes novio, Audrey?—Inquirió Marcela, la hermana de Freddie.

     La joven se removió en su propio asiento y de sus labios no salió ninguna palabra en los primeros segundos, aun sabiendo la respuesta.

     —No, no tengo novio.

     — ¿Y ningún muchacho te interesa? Me imagino que debes de tener bastantes pretendientes—Curioseó la esposa de Julián, Luisa.

     —Si hay demasiados muchachos en Marsella que aspiran a ser pareja de Audrey.

     —Pero ahora no hay alguien que me llame la atención.

...

     —En realidad si hay alguien que me llame la atención.

     Audrey reconoció sus sentimientos delante de Silvia, cuando estaban ordenando la alcoba en la que la francesa se quedaría por veintiún días. La otra se dispuso a contemplar a su prima con una expresión emocionada por el descubrimiento.

     — ¿Y cómo se llama?

     Audrey dejó que de su alma se liberara la ternura y de su mente la imagen del hombre en quién pensaba, anterior a responder:

     —River.

     — ¿River? ¿Cómo River Phoenix?

     — ¿Quién es River Phoenix?—Despidió una ligera risita de sus labios como motivo de nerviosismo.

     —El hermano de Joaquin Phoenix, el tipo que actuó en Ella, esa película donde el protagonista se enamoró de su sistema operativo. River Phoenix se murió en el 93 de una sobredosis.

     — ¡Ah, sí! Creo que ya los recuerdo. Sí, se llama como River Phoenix.

     — ¿Y es igual a River Phoenix?—Silvia le observó con aires de diversión, emoción a la que no correspondió del todo Audrey.

     —No, no es rubio. Tiene el cabello ondulado de color castaño, es muy delgado y tiene algunas pecas en su rostro. El color de sus ojos es extraño, es verde pero a veces también luce un color azul. Tiene una mandíbula perfectamente delineada y siempre huele bien.

     —Santo cielo, sí que te gusta, lo describes perfecto. ¿Y has hablado alguna vez con él?

     —Sí. De hecho tuvimos una bonita amistad.

     — ¿Y luego?

     —Ya no hablamos. Él estaba comprometido y al parecer no le agradó eso a su novia.

     Adjudicarle la culpa a Chantal Férber sin decir la otra parte de la historia por no tener plena confianza en su familiar, hizo sentir mal a Audrey. No importaba que hubiera una alta probabilidad de que se conocieran, sin embargo la verdad de lo que ella reconocía casi como un desacierto la estaba atormentando.

     —Oh, seguramente es de esas novias celosísimas. ¿Se casaron al final?

     —No. Rompieron su relación meses después.

     — ¿Entonces por qué no te acercas a hablarle nuevamente?

     Sin decir nada, ella se fue sentando con suma lentitud sobre una esquina de la cama y cruzó su pierna, pensativa. Finalmente confesó:

    —Es que siendo sincera, yo comencé a sentir cosas por él cuando seguía comprometido. Y él también sintió cosas por mí—Su voz se quebró con un llanto pronto a brotar en cuanto dio a conocer eso, más logró comprimirlo—. Creo que Chantal no lo supo, pero yo decidí mantenerme firme y acabar con nuestra amistad cuando los dos supimos lo que sentíamos. Papá no lo sabe, a él lo conoce muy bien y por eso no quiero decirle. Sé muy bien que si se lo digo, me apoyará y me comprenderá, o al menos lo intentará, pero no me siento preparada.

     Silvia sacó a relucir una expresión empática y se sentó a su lado.

     —Sinceramente pienso que no deberías de perder el tiempo negando tus sentimientos, es como negarte a ti misma. Podrías hablarle y darte cuenta que muchas cosas podrían cambiar con tan sólo hacerle caso a tu corazón, algo que es válido hacer. Ahora él está soltero y tú también, y muchas cosas no pueden pasar no de un día a otro, sino de un momento a otro. Creo que eso sería lo mejor.

     Audrey hizo un solo asentimiento acompañado de una media sonrisa y se despidieron. Se desmaquilló, desvistió, se metió a la cama y trató de dormir, tratando de incorporarse al horario del lugar. Sin embargo falló y a las tres de la mañana se sentó sobre la cama y observó el cielo a través de la ventana abierta, debatiéndose en sus adentros si hacerle caso a sus claros anhelos de poder hablarle a River otra vez.























































by bogiehxartss

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