✧❝ [04] JAMES DEAN AND AUDREY HEPBURN ¡! ❞

JAMES DEAN AND AUDREY HEPBURN
"Quédate por esta noche,
si tú quieres puedo mostrarte de que están hechos mis sueños,
así como sueño con tu rostro, he estado lejos por mucho tiempo,
un largo tiempo, y te extrañé allí,
no me imagino estando en otro lugar, no me imagino estando en otro lugar más que aquí..."
sleeping with the sirens























FEDERICO DARBON gozaba de una virtuosa e implacable seguridad cuando se movió sigilosamente entre el mar de gente, manteniendo su atención centrada en la búsqueda de aquella cabecita dominada por rulos, con la única misión de darle un aviso, desconociendo que estaría interrumpiendo un evento crucial en la vida de su amigo.

-Buena noche, dispensen-El hombre se inclinó levemente hacia River, sorprendiéndose con un semblante que nunca antes había visto en él y que decidió por pasar por alto-, River, Antoine me ha hablado para llamarte. Necesita comunicarte algo.

-Si...disculpen.

Casi fue necesario que el muchacho fuera guiado y por poco sostenido por Federico para asistir al llamado de su superior. Todo se retrataba en cámara lenta, las personas con sus llamativas ropas, el brillo chillón de las copas sostenidas por manos indiferentes y delicadas, música vacía que a sus facultades auditivas le eran lejanas. Sus pasos se hicieron pesados y solo su mente estaba funcionando para hacerle recordar lo que había vivido unos segundos antes.

Era un hombre sentimental, pero no lo bastante para creer poder decir que su existencia había tenido el único sentido y propósito de experimentar el amor a primera vista, o el rayo como le decían a lo mismo aquellos italianos y con el que seguramente se expresaría Federico si le contara lo que había sucedido.

No tenía forma alguna y mucho menos palabras para ser expresada, era algo exigente con lo que no se bastaba para encasillarse en las mismas palabritas y frases que todo el mundo había escuchado.

El amor no tiene silencio. Es ruidoso, mueve tierras y vuelve sentimentalista a los corazones de los más despiadados. Y a su vez, es tan sorprendente y único en cada caso que está a su merced, que nunca hay palabras exactas para retratarlo.

Puede que eso no fuera amor, más sin duda alguna, estaba destinado a convertirse en eso. Era el primer tallo naciente de una hermosa flor que adornaría y acariciaría las vidas de dos almas jóvenes que no quedaban fuera del sentido de la humanidad.

- ¿Qué ocurre?-Preguntó Trask una vez llegando con Antoine, quién estaba en compañía de Chantal. No la había visto en casi todo el transcurso de la fiesta y realmente se había olvidado de ella.

-¿Cómo que qué ocurre, mi vida?-Aprovechando que Antoine había pedido un poco de privacidad al recibir una llamada, Chantal se lanzó con delicadeza a River, rodeando el cuello con sus brazos y besándole los labios-. ¿Recuerdas que vamos a decir hoy?

A comparación de ella, River estaba aun en estado de confusión e inquietud. Apenas había respondido al beso y sus brazos estaban casi debilitados que no los utilizó para también abrazar a su novia.

-El compromiso.

- ¡Sí, tontito! El compromiso-Emitió un sonido de emoción y por un segundo volteó a donde Federico, que trataba de prestar atención a la fiesta y no a la pareja, algo que le sirvió a Chantal de burla-. Hay tanta gente de importancia aquí que será algo autentico y maravilloso. No puedo esperar más. Ya está todo preparado.

En lo único que pudo pensar River fue en la chica. Audrey. Un sentimiento de tristeza acaparó su corazón. La había conocido tan tarde. Y lo peor es que siempre estuvo allí, nació en la misma ciudad en la que él había nacido, creció allí mismo, ¡Había ido a la pastelería de su padre esa misma semana! Siempre había estado allí, en su vida. Se declaró como una víctima del destino.

-Listo, muchachos. He de disculparme, estaba recibiendo una llamada de felicitación desde París. En fin, ¿Están listos?-Sin dejar lugar a respuesta, Antoine retrocedió un paso y vio a los dos con una sonrisa extendida y llena de orgullo-. Federico, ¿No crees que luzcan maravillosamente bellos?

Como si no hubiera estado al tanto, Federico fingió sorpresa y finalmente asintió.

- ¿Verdad que después de todo somos la pareja ideal?-Chantal atrajo un poco hacia sí a River y este apenas rodeó la cintura de ella con su mano, casi frágilmente.

Federico conocía a Chantal y estaba seguro que mediante lo que parecía ser una pregunta inofensiva, le estaba indicando que al final del día, él no tenía voz ni voto en ese noviazgo. Más sus ojos se volvieron hacia River. En él halló un signo de ahogada melancolía, en él estaba la contestación para Chantal. Y el mismo River lo sabía. No importaba que Federico aun no supiera lo que había pasado tan solo en minutos anteriores a ello.

-Sí, Chantal. Lo son.

Ignorante a la verdad, la mencionada se acercó a su pareja para besarle de nuevo.

-Ya es hora de que se acerquen al escenario. Vamos, los acompaño. ¿Federico?

-No, me quedo aquí.

-River, tú eres el que vas a hablar-Le indicaba Chantal al oído a la par que caminaban a aquel espacio de la fiesta. Les acercaron dos copas de champán y se encaminaron hasta quedar frente a toda la multitud que iba poniendo atención ante su presencia.

Audrey fue una de ellas. Reconoció el rostro de Chantal aun cuando nunca había cruzado palabra alguna con ella y algo le impulsó a considerar irse. Empero no se movió en ningún instante, la sorpresa inadvertida de que River seguía con Chantal la hizo quedarse casi inmóvil.

-Buenas noches-Vociferó River desde el escenario, acompañándole un tipo de pesadumbre que se notaba a leguas-. Gracias por estar aquí esta noche. Aprovecho la ocasión para dar a conocer que...

No pudo evitarlo. Buscó con la mirada a Audrey, restándole importancia a toda la atención que tenía de la gente. Y la encontró. Sentía tanta vergüenza. Había preguntado por ella frente a su padre y entonces, al rememorar ello, se creyó totalmente insuficiente para una persona como ella. Se sintió como una mierda, allí mismo. Sin embargo pensó con melancolía que ella era como una encantadora estrella fugaz. La sombría realidad inundó cada espacio con la ida silenciosa de la presencia de la recién conocida.

- ¡Nos vamos a casar!-Exclamó Chantal finalmente ante la demora que estaba haciendo River. Todos hicieron una ovación y celebraron felices desde donde se encontraban. Y él, que era un nuevo motivo de celebración en ese evento, estaba indiferente a todo ello.

-...a mediados del otro año-Musitó.

Chantal se acercó a besarle y abrazarle. Todos tomaron de sus copas y con precipitación se acercó la madre y hermana de River, Nicole y Pauline para felicitar a los prometidos.

-Me da mucho gusto hijo. En serio.

Felicitaciones de gente conocida y hasta desconocida abundaron; una maestra de arte que les había dado clases a River y a Chantal hacía muchísimo y había sido invitada aquella noche, fue hasta ellos para decirles:

-Muchachos, los felicito enormemente. Los conozco desde que eran aun mucho más jóvenes y desde entonces tienen una relación que ha perdurado. Siguen y han crecido juntos. No hay prueba de amor más grande que esa.

-Gracias maestra-Contestó rápidamente Chantal-. Es lo que yo siempre he dicho. Nadie sería capaz de separarnos. Siempre nos hemos mantenido unidos, por algo seguimos juntos.

"Por algo seguimos juntos" fue la frase que hizo eco en la cabeza de ese mismo River pasmado que apenas articulaba palabra alguna desde que bajó del escenario. Ese algo lo conocía. Y casi lo hizo llorar, porque era algo que en realidad estaba presente y nadie lo notaba. Siguió dando largos vistazos hacia la gente, tratando de encontrar a Audrey, en vano. Y el resto de la noche no pudo verla de nuevo.

La fiesta cesó después de la medianoche. Los padres de River invitaron a Antoine, Federico, Chantal y River a tomar una copa antes de dar por finalizado totalmente la velada.

Alejado de la última instancia de celebración, River fue a su antigua habitación. Allí husmeo un poco y luego se vio en el espejo unos segundos, mismos en los que entró su hermana para reiterarle su alegría por su compromiso, algo que él ignoró hasta el último instante. Cuando ella dejó de hablar, él dijo:

-Pauline.

- ¿Qué ocurre?

Tragó saliva mientras seguía viéndose de forma insegura. Y dejó salir su duda casi al punto del tartamudeo:

-¿Crees...que soy lindo? ¿Crees que puedo parecerle atractivo a otras chicas?

La mayor no tardó en dejar en claro su confusión y soltó una risa corta.

-Espero que estés bromeando. En serio, o sino entonces me preocuparía-Se aproximó más a él y posó las palmas de sus manos en sus hombros-. Eres guapo, River. El chico más lindo. Pero también con el corazón más bondadoso, Chantal te ama por lo que eres. En serio.

River ahogó una risita casi irónica, lo que puso en alerta a Pauline.

- ¿No preguntas eso por Chantal?

Aun avergonzado, agachó la cabeza y dejó con una incertidumbre más profunda a su hermana, lo que la impulsó a decir:

- ¿O lo dices por otra chica? River, pero si acabas de decirle a casi toda Marsella que te casarás.

-Lo sé. Por eso me siento como la peor persona del mundo.

Pauline se mostró empática y sobó un poco el hombro de River.

-Es normal sentir atracción por alguien más. Pero una cosa es atracción y definitivamente otra es el amor, algo que te mantiene unido a la persona con la que estas, que es con Chantal. No te sientas culpable.

River sintió como la otra le revolvió un poco su cabello y después se fue. Creyó que eran esas las palabras que necesitaba escuchar, pero sólo esa creencia duró más que un rato. A la mañana siguiente, una de las primeras cosas que recayó en su mente fue Audrey. Por desgracia, el recuerdo seguía impregnado de la culpa y la pena, no se sentía merecedora de poder acercarse una vez más a ella, de hablarle, lo cual era una necesidad latente que se transformaba como un sueño imposible. Daba por perdido todo con la mujer que había acabado de conocer y con las que apenas intercambió algunas palabras, bien pudo seguir con el transcurso de sus días pensando que solo fue algo parecido a algún desliz, un detalle a punto de quedar en el olvido. Una persona más. Pero una continua, impulsiva y desconocida incitación que resultaba ser más poderosa que su ansiedad y miedo de ser incapaz de poder salvar eso, lo hizo ir a la pastelería un día, una semana después del evento, pensando que allí podría encontrarla o al menos a su padre.

No creía que estuviera allí, si la última vez había asistido con Federico y nunca se imaginó que la hija del dueño de ese lugar le atraería más que ninguna mujer en mucho tiempo. El miedo se transformaba en el sudor de sus manos, la calidez de sus mejillas, su respiración agitada. Pensó en irse, sin embargo sabía que era demasiado tarde. Ya había entrado a la pastelería. Había personas esparcidas en la mayoría de las mesas, pero no se fijó en nadie ni en nada más que en llegar al mostrador.

-Hola_La reconoció aun sin verla de frente, pues estaba de espaldas. Audrey Delpy dio la media vuelta y le encontró.

Una sonrisa libre, genuina e inevitable curveó sus labios y correspondió al saludo. Todos pensamientos y preocupaciones se convirtieron en cenizas, como si no hubiese tenido caso el haberse preocupado por los hechos anteriores. Estaban allí y sus semblantes no podían mentir.

Mientras River había estado avergonzado en los últimos días, Audrey había tratado de anteponer el bloqueo de toda emoción y esperanzas tras descubrir que las circunstancias resultaron diferentes esa noche a como había querido y no tenía caso hacer cosa alguna. Pero con lo que ya no tenía caso seguir, era en seguir esforzándose a llevar una vida ignorando aquella noche y las emociones que se habían implementado en sus cuerpos.

-Hola.

Esa muestra de tierna felicidad hizo a River dar un par de pasos hacia adelante, agachando la cabeza y dejando salir una expresión de ese mismo sentimiento. Sintió la confianza posar sobre él. Sabía que estaba situado en el lugar y momento correcto.

-Había venido un par de semanas antes a comprar unos macarrones de champán con un amigo...y realmente son buenos.

Pensaba que lucía tan tonto diciendo eso y más al sentir su mejilla casi ardiendo. No deseaba causarle una mala impresión. Más en cambio, eso estaba lejos de suceder.

-Gracias-Audrey le observó con un detenimiento despreocupado. Veía los lunares de su rostro, los pequeños vellitos que formarían pronto un bigote, y sobre todo, sus ojos verdes. Era imposible no sentirse cautivada. Era imposible no tratar de superarlo-. ¿Quieres pedir unos?

-Sí, de hecho sí. Pero que esta vez sean de avellana-Contempló como Audrey se movía con tanta confianza que sin saberlo, ni ella misma creía y decidió añadir-: No sabía que eras hija del señor Delpy. Gracias por haber estado allí.

-No hay de qué. Muchas felicidades por...por todo. Espero que todo marche como esperes. Mi padre me contó sobre ti y sobre el evento, y que has llegado aquí desde hace unos meses.

-Sí, desde mayo.

- ¿Cómo ha sido la experiencia de volver a Marsella después de muchos años?

-Increíble. Por fin he dado con un tipo de paz que necesitaba y que París no podía brindarme. Aunque ahora siento que es diferente, ha cambiado en definitiva.

- ¿Por qué lo dices?

Hablaban casi en susurros, donde solo podían escucharse el uno al otro. Audrey tomó una caja color turquesa para poner los pequeños postrecitos allí, invadida de confianza que se volvió mutua. Por su parte, River con cada palabra que articulaba y cada mirada que la chica le brindaba, su miedo se ahogaba y su inseguridad tanto emocional como física se ahuyentaba.

-Tal vez es porque he estado tantos años fuera, he hecho caso omiso de todo lo que ha ocurrido por aquí. Sigue siendo el mismo lugar pero, hay algo que me indica que hay muchas cosas que me falta descubrir. Desde que llegué, he sentido que algo espera por mí. O alguien. No sé cómo explicarlo.

Sus miradas y sus voces los delataban. Sí, no había nada allí que pudiera explicarse a la primera.

-Supongo que es parte de dar paso a un nuevo capítulo. Espero que todo salga bien con tus planes y con lo que descubras.

El silencio realmente no era impertinente, pero Audrey decidió romperlo entregándole los macarrones y diciéndole el precio. Este sacó de la bolsa de su chaqueta un billete y sin que ambos se diesen cuenta, un sobre cayó. Era la carta que le había estado acompañando por mucho tiempo.

-Muchas gracias.

-Espera-No tardó en llamarle y darle un paquete de galletas cuando estaba por darse la vuelta-, cortesía de la casa.

-Muchas gracias...eh, ¿Audrey, verdad?

-Sí. Y tú eres River.

-Sí-Con su adorable carisma, curveó sus labios en una sonrisa y le tendió la mano para saludarle-. Adiós. Es un gusto volver hablarte.

Con eso último, se escapó un temblor en su voz. Audrey contuvo la respiración hasta que le vio salirse, pero aun hipnotizada por lo que acababa de ocurrir. Nunca antes había sido parte de una primera charla con alguien así. Sin pensarlo, salió del área y se encaminó un poco hasta la entrada, sin razón alguna. Cuando estaba por girarse, cayó en cuenta que había pisado un sobre que no había visto antes allí, lo que le produjo la certeza que era de River. Lo tomó y al leer el nombre escrito del chico, supo que era de él. Caminó deprisa a la entrada pero como gran parte de sí esperaba, ya no había rastro de él por ningún lado.

Lo guardó en el bolso de su pantalón y volvió al cajero, sin saber que esa carta iba dedicada a una persona que en ese entonces para él era desconocida y que resultó después ser ella.

...

El hecho de tener una mascarilla en la cara y pepinillos en los ojos denotaba en Audrey, la libertad de ponerse a reflexionar sobre River.

De buenas a primeras, siguió aceptando su decepción ante la inevitable ilusión que había creado la noche de la fiesta. Era de esperar que River siguiera con Chantal, y ella no deseaba meterse en problemas. Y luego estaba, inevitablemente, la emoción que estaba allí y que al parecer siempre había estado dentro de sí. Eso que no la dejaba estarse quieta y seguir adelante. Algo le hacía estar casi segura eso no terminaba allí, que en efecto era un inicio que no dejaba lugar a un final. Lo sentía, estaba arraigado allí. Su mente estaba tan poderosamente en contra suya, y ahora estaba la cuestión del sobre. No lo abrió ni lo abriría, pero debía entregarlo. Quería entregarlo.

La misma noche del evento, al llegar a su casa no pudo evitar ver la cuenta de River en Facebook. Su galería y su contenido derrochaba un notable conocimiento de la diversidad del arte actoral y cinematográfico, se manejaba por lo visto como un chico serio y para su impresión, solo tenía una antigua foto con Chantal. No le envió solicitud alguna. Sin embargo, con la entrada del nuevo detalle, en todo ese lapso de tiempo consideró hacerlo.

Se quitó con prisa los pepinillos de los ojos y tomó el celular.

"No te mientas Audrey, quieres aprovechar la ocasión para hablarle"

"Sabes que no debes hacerlo. Tiene novia."

"¿Por qué siempre te gusta meterte en problemas de telenovela?"

-No debo de hacerlo-Se murmuró a sí misma-. Debo de dejar así esto antes de hacerlo más grande. Debería ir a casa de sus padres...

Audrey suspiró, dejó caer el celular sobre la cama y se fue a lavar la cara. Vio Mean Girls y por consiguiente se fue a dormir.

De lo que no estaba advertida es que a la mañana siguiente, entre todas sus notificaciones, encontraría la siguiente.

River Trask te ha mandado una solicitud de amistad.

River:

Hola, disculpa que te moleste, espero que estés muy bien. ¿Sabes si he dejado un sobre con mi nombre en la pastelería?


















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