Capítulo 4
Estaba muy avergonzada, Wonhee no supo en qué momento se dejó llevar por el enorme torrente de sentimientos que la invadieron una vez vio a su príncipe aparecer frente a ella, fue tan sorpresivo, como alentador y regocijante; su corazón estaba latiendo muy rápido debido a ello, caminaba en silencio con la mirada pegada al suelo e intentó rápido acomodar su cabello negro buscando no verse demasiado mal para él que estuvo genial allá atrás. Su príncipe era un hombre bastante masculino, y su espalda una tan atractiva a simple vista, que se quedó petrificada nada más admirandola, perdió todos los sentidos una vez se dedicó a verlo, a escuchar su voz; no supo nada más, simplemente se lanzó a sus brazos dejando salir todo eso que la hacía sentir diminuta y el desahogo se hizo más fuerte en el momento en que él le dijo con dulces palabras que estaba ahí para ella.
¿Cómo alguien podría provocar tantas cosas con su simple presencia?
Mirándolo andar a su lado a pasos sigilosos que apenas y eran escuchados, Wonhee se preguntó si él decía esas palabras porque lo sentía en realidad o sólo porque quería que dejara de llorar como un niña pequeña a la que le han quitado su dulce favorito; su rostro se sintió caliente de la mera vergüenza porque incluso se negó separarse de él por un buen tiempo, razón por la cual tuvo que enviar a sus amigos solos y en seguida se ofreció a llevarla a casa que, aunque no quedara demasiado lejos de donde se encontraban, aún así lo hizo sin importar que no estuviera en la obligación de hacerlo.
Jugó con las hilachas de su corto short de Jean, la camiseta verde que llevaba puesta estaba sudada y se sintió muy Incómoda, mucho más avergonzada; volvió a mirar a su lado derecho y se encontró con el mayor asombro que él la miraba de repente.
Su corazón casi estalla.
Apartando la mirada rápidamente se dedicó a ver al lado contrario, llevó su mano al corazón y cerró los ojos fuertemente deseando que el no viera su horrible apariencia. — ¿Estás bien? — La pregunta era demasiado inesperada. Rápidamente aclaró la garganta y puso un mechón rebelde tras la oreja, seguido a ello suavizó la voz y sus movimientos intentado mostrarse lo más delicada posible.
— S-sí, estoy bien gracias a usted. Y Lamento mucho que haya tenido que venir todo el camino sólo para acompañarme, es muy amable. — Lo dijo casi sin poder verlo al rostro, Wonhee se sentía mareada y torpe sólo porque le resultaba como un sueño el tenerlo a su lado. Siguió caminando creyendo que eso sería suficiente, pero le escuchó hablando una vez más continuando así con la repentina conversación.
— ¿Ese hombre salía contigo? — Wonhee no quería hablar de él, pero supuso que no tenía más opción que responder, lo supuso por la forma dura en que él preguntaba y la somera impaciencia en el tono de su voz.
— Sí — Respondió sencillo — Rompimos hace unos meses...
— Supongo que es un puto imbécil. — El hombre de cabello negro negó con la cabeza y la miró directo a los ojos ladeando la misma; por algún motivo ese movimiento inesperado le creó un vacío en el vientre y un loco revoloteo le siguió. — No te volverá a molestar, lo prometo. Estarás bien una vez lo aleje para siempre de ti.
No entendía exactamente por qué, pero sentía que era algo bueno.
Estaba cansada de Yejun, de él, su hipocresía y sus mentiras, se sentía muy resentida de la manera en cómo la trató al momento de terminar la relación, y cuando volvió a aparecer en su vida diciendo que estaba arrepentido lo odió muchísimo más; ya llevaba un mes completo acosandola, siguiéndola a todas partes sin importarle el miedo que le causaba y pidiéndole sin ninguna vergüenza volver a una relación sin sentido que no necesitaba.
Era un cínico de lo peor.
Las palabras que le dijo una vez la abandonó le hacían doler mucho el corazón, en ocasiones le llenaban los ojos de lágrimas y usualmente la hacían sentir diminuta. Era una mujer que le temía demasiado a entregarse, y no era porque no le gustase o no confiara completamente en la persona con quien salía, sino que algo extraño le sucedía cuando los simples besos cobraban un sentido sexual alguno, no lo podía manejar, simplemente salía corriendo o lo evadía de la manera más absurda posible.
Todo en su vida se tornó así de repente.
Durante la preparatoria tuvo un novio del cual se enamoró profundamente, sentía que lo amaba un montón por ser dulce y sencillo. Un día cualquiera él le propuso ir a su casa y ella aceptó a sabiendas de lo sucedería, Yeojoo le advirtió de no hacerlo, pero igualmente asistió como acordaron los dos. Creyó que sería más sencillo que eso, sin embargo, mientras estaban en la cama Wonhee se asustó mucho, estuvo muy aterrada y le pidió a su novio detenerse porque le dolía y su miedo era demasiado; la cuestión era que él no quería parar, no quiso dejarla ir y sin pensarlo dos veces lo golpeó en la cabeza con lo primero que encontró en la mesa de noche, saliendo de esa casa tan rápido como pudo.
¡Fue horrible!
Wonhee consideraba ese día el inicio de su insufrible historia, llegó a su casa totalmente pálida y por más que su padre le preguntó lo que le sucedía, Wonhee no dijo nada, sólo calló y sufrió en silencio todas las consecuencias de sus actos porque le aterraba el haber defraudado a su padre de alguna manera; es que él siempre trabajaba muy fuerte.
Sin lugar a dudas atribuía a ese hecho en específico su incapacidad de poder estar con nadie, no le gustaba pensar en el sexo en particular, besar le costó un esfuerzo sobrehumano, no obstante cualquier tipo de intención sexual o cercanía de ese tipo le disparaba algo que la hacía sentir atrapada en un espacio diminuto, su corazón se aceleraba y sudaba un montón, no siendo suficiente las manos le temblaban de manera incontrolable y comenzaba a llorar de la nada; lo sabía porque ya le había sucedido un par de veces, en las que en una su amante salió corriendo dejándola tirada en un motel.
Era terrible y bastante absurdo.
No sabía por qué de todos los seres en ese mundo tenía que sucederle eso a ella, no lo entendía y tampoco estaba feliz de los resultados después de muchos años de huir del problema; se aliviaba a sí misma diciendo que lograría encontrar a una persona que pudiese aceptarla tal como era, pero aquello y nada eran lo mismo, seguía teniendo miedo de todo y sus relaciones fallando, cayendo una a una como piezas de dominó.
— Quizá fui yo la imbécil. — Comentó mirando al frente, no dándole la cara porque le resultaba vergonzoso el ser como era.
— Ninguna mujer que tome el bate de esa manera puede ser una imbécil. — Wonhee lo miró asombrada de sus palabras.— Juegas muy bien.
Y él sonrió.
Fue fugaz, por la tenue luz de la calle no alcanzó a ver lo suficiente, pero Wonhee supo que habría sido una condena a la perdición, ese hombre tenía lo que todo príncipe debía poseer: Carácter, encanto, sensibilidad, una buena sonrisa y una maravillosa belleza. Aclarando la garganta continuó y divisó las escaleras que daban directamente a la calle donde se encontraba su casa.
— Creo que está bien hasta aquí, estoy muy cerca a mi casa. De verdad se lo agradezco. — Hyungwon se detuvo mirando hacia las escaleras y luego miró a Wonhee que jugaba a mover sus pies y a mantener la vista fija en ellos.
— ¿Estarás bien? — Se lo preguntó y ella asintió. Escuchó un suspiro de su parte, así que lo miró dándose cuenta que él estaba pensando en algo.
— Bien, entonces creo que me iré. — El alto pelinegro levantó la mano y la sacudió levemente, dio un par de pasos de espalda a la calle, sonrió y finalmente dio la vuelta regresando por el mismo camino.
Wonhee no entendía qué estaba mal con ella, se encontraba muy feliz de haber encontrado de nuevo a su príncipe, pero al mismo tiempo se sentía temerosa y con tan poca confianza en sí misma, que no sabía qué hacer; no tenía ni idea. Pensando en esto y aquello, y en la posibilidad de perderlo de nuevo por quién sabe cuánto tiempo — Quizá para siempre — se lanzó a correr y lo agarró de la camisa de flores negra que llevaba puesta esa noche.
Él se detuvo de golpe.
— Dónde- ¿Dónde puedo encontrarte si quisiera verte otra vez? — El rostro se le encendió todo, él se dio vuelta mirándola directamente al rostro y sintió sus piernas flaquear. No era de complexión delgada, muchas veces le había dicho a Yeojoo que le disgustaban terriblemente sus piernas gruesas, sólo porque tuvo un ex novio quien mantenía diciéndole que sus piernas tenían más grasa de lo que una mujer normal debería tener; más sin embargo, ahí estaba ella temblando como si esas mismas piernas fueran dos par de fideos.
— Te buscaré. — Le dijo él, pero Wonhee no estuvo de acuerdo con eso, no completamente, por muchas razones. Con el ceño fruncido se aferró más fuerte a la camisa que resultaba ser suave al tacto.
— Eso- eso dijiste la última vez y nunca regresaste. — No era una niña caprichosa, pero por alguna razón sentía que con él podía serlo; quería mostrar su frustración y su temor tan evidente.
— Esta vez es cierto. — Mirándola fijamente a los ojos la hizo sentir nerviosa, la mujer creía que su corazón iba a estallar, y lo fue aún más, cuando él levantó una mano pasando por detrás de su oreja el mechón de cabello negro que insistía en salirse de su lugar. — Es una promesa y yo siempre cumplo mis promesas. — Apretando su cachete el sonrió y Wonhee creyó desfallecer ante tal muestra de encanto.
— Suenas como a papá. — En serio le recordó a él y una luz brillante la envolvió al ver tal similitud.
— Entonces tu papá debe ser alguien bastante inteligente. — Wonhee sintió la penumbra en su corazón. Él por supuesto no sabía nada acerca de la muerte de su padre y ella tampoco iba a tocar el tema, porque seguramente terminaría en sus brazos llorando de nuevo.
— Sí, lo es. — Dijo y soltó la camisa sintiéndose vacía de nuevo por la mera acción, en su lugar llevó las manos atrás y se movió inquieta mirando hacia el pequeño parque que quedaba al lado izquierdo de la calle. — ¿Me dirás tu nombre al menos? — Se lo preguntó esperanzada y lo miró de nuevo para continuar. — No puedo pasar todo el tiempo refiriéndome a ti como príncipe.
— ¿Príncipe? — El hombre alto rió y Wonhee de nuevo se vio fascinada, porque que su risa era masculina y atractiva. — Hyungwon está bien.
— ¿Hyungwon?..Hyung-Won...— Lo repitió, luego lo murmuró pronunciandolo en la intimidad, sus labios se sintieron florecer al nombrarlo y sonrió cuando se dio cuenta de que le gustaba hasta su nombre; le encantaba decirlo. — Hyungwon.
— ¿Y cuál es tu nombre? — Su pregunta la hizo centrarse de nuevo en él. — No puedo seguir llamándote chica hermosa. — Y ella sonrió aún más brillante por el intento de amabilidad de su parte.
— Wonhee, Lee Wonhee. — Encogiendose de hombros contuvo la sonrisa e hizo una especie de puchero con sus gruesos labios. — Y no soy hermosa... — Lo murmuró
— ¿Cómo dices? — Hyungwon se acercó un paso y ella elevó la vista enfrentándolo, viendo que él era por varios centímetros más alto.
— Que no soy hermosa, por favor, no mientas.— Hyungwon frunció el ceño mirándola fijamente, era como si le hubiese dicho una locura, un sin sentido y luego le hubiese puesto un acertijo.
— ¿Quién te mintió de esa manera? — Fue en un tono demandante que a Wonhee le impresionó lo suficiente; ella lo miró sin entender su repentino enojo y él continuó. — Oye, dime dónde. — volvió a decirle y movió su brazo intensificando y afirmando sus palabras — Vamos, dime dónde debo ir a buscarlos y les arreglaré el sentido de una paliza — Hyungwon se tomó la cintura y elevó la vista al cielo, luego bufó — En serio esta mujer... ¿¡Por qué te dejas engañar así!? ¡Eres demasiado ingenua y ellos muy estúpidos!
— Oh, vamos... — Wonhee se asombró de escuchar aquello, el sonrojo que abarcaba su rostro se comenzó a extender y agachó la mirada avergonzada.
— Mírame — Eso hizo — La próxima vez que alguien te diga algo igual, vas a decirme de inmediato y yo sin lugar a dudas le enseñaré cómo debería tratarte ¿Entendido? — Wonhee asintió y el sonrió acariciando su cabello— Ahora sube. Entra de una vez. — La mujer sonrió, no quería irse, pero se obligó a asentir y a dar la vuelta para subir la escaleras; a mitad de camino giró a ver si de pronto lo veía a la distancia, pero se asombró mucho de verlo al pie de las escaleras esperando a que terminara de subir.
Sin poderlo evitar sintió algo cálido en el pecho.
— Gracias. — Le dijo elevando la voz y él negó con la cabeza.
— La próxima vez, lo aceptaré la próxima vez.
Asintiendo terminó de subir lo que le quedaba del tramo de las escaleras, tocó la calle y giró de nuevo encontrado que él recién daba la vuelta para irse; Wonhee memorizó de nuevo el ancho de sus hombros, su forma de andar y la manera en que su cabello negro se veía desde atrás, tocando su corazón dio la vuelta también y luego de caminar un par de casas más de distancia entró a la suya, cayendo rendida en el suelo con las piernas débiles y una vergüenza enorme porque se atrevió a hacer lo que nunca en su vida se imaginó que haría con nadie.
No tenía ni idea de dónde había tomado tanto coraje.
Después de recuperar fuerzas tomó un baño, mientras el agua caía por su cuerpo recordó lo valeroso que era Hyungwon y lo enigmático que podía llegar a ser también, su corazón palpitaba sin parar, sonaba enloquecido dentro de su pecho y se sintió una ilusa porque al final de todo no sabría si tendría oportunidad de salir con alguien así de increíble.
— Por favor, detente. — Regañó a su corazón esperando que se calmara, pero no la escuchaba.
Saliendo de la ducha optó por una pijama de seda rosa pálido en forma de vestido, sentándose frente al tocador liberó su corto cabello negro de la coleta y comenzó a cepillarlo mientras se veía atentamente al espejo.
Así comenzó su rutina.
Sus labios gruesos no le gustaban para nada, eran demasiado gruesos y por culpa de eso en la escuela solían molestarla todo el tiempo por lo mismo, eso, sin contar con el montón de vulgaridades que escuchaba en la calle por parte de hombres insensibles que no pensaban sino como bestias; luego vio sus ojos, sus pestañas eran largas pero le gustaba mucho compararse con Yeojoo que tenía pestañas mucho más bonitas; en seguida vio sus cejas y su frente, las de la actual novia de Yejun eran incluso más delgadas, su frente era más pulida y sus manos delicadas, las suyas se veían desgastadas porque solía jugar con el bate demasiado seguido.
Suspiro realmente frustrada...
Cuando creyó que caería de nuevo en ese horrible agujero negro recordó las palabras que él dijo con tanto sentimiento, se pasó el cepillo por el cabello negro corto e inclinó la cabeza observando a detalle su cuello, pasó sus dedos suavemente por el contorno del mismo intentando arduamente ver lo que sea que él estuviera viendo tan fijamente, pero no encontró nada más que a ella misma.
— Wonhee fea...
Se levantó decepcionada dejando el cepillo a un lado y se metió entre las sábanas no comprendiendo el sentido de las palabras de Hyungwon...
⚝⚝⚝
— Dios, todo esto apesta mucho. — Yeojoo se sentó en la mesa con un tarro de ramen recién abierto, la tienda se veía exótica con todas esas luces blancas brillantes y la iluminación afuera también era la suficiente. La mujer de cabello largo y lindo capul revolvió los fideos con los palillos y volvió a ver a su amiga Wonhee que estaba cabizbaja. — No estés triste. — Le advirtió — Sé que podrás volver a la carrera, así que no te preocupes demasiado. Conseguiré otro trabajo de medio tiempo y nos la arreglaremos, ya verás.
— Pero, Yeojoo...
— Ya hiciste lo que pudiste, Wonhee, no vayas a ponerte sentimental y a negarte. El préstamo que le hiciste a esas personas raras apenas y te alcanzó para cubrir la deuda que tenías con el hospital y aún te faltan un montón de cosas más; eso, añadido a pagar la deuda y esos malditos intereses ¿¡están locos!? ¡Prácticamente tienes que devolver el doble! Malditas ratas asquerosas, se aprovechan simplemente porque estás sola y desesperada.
Ella seguía refunfuñando mientras esperaba a que su ramen estuviera listo.
— Pero era la única opción que tenía. — Dijo Wonhee con pesar en su voz. — Si Jinyoung no me hubiese dicho sobre estas personas, seguramente este sería el día en que tendría un peso aún más enorme sobre mis hombros.— Se dio aliento y continuó. — Quizá dejar la carrera fue la mejor opción, debo tener el tiempo suficiente para manejar la tienda y la universidad no me lo permitía. Lo sabes.
Yeojoo soltó los palillos con furia y miró hacia afuera ofendida.
— Yah, Lee Wonhee ¿Crees en serio que eso es lo mejor? — Se lo reclamó — Niña tonta, no te equivoques. Tú padre luchó muy fuerte por todo esto, pero lo hizo para darte la mejor educación, ¡Eso hizo! Aigoo... — Volviendo a tomar los palillos absorbió una buena porción de ramen y masticó rápidamente sintiendo su pecho doler, así que se dio un par de golpes sintiéndose frustrada. — Tomaré un segundo trabajo y no se discute más. Pagaremos esa deuda con esos ampones y luego tu carrera.
Wonhee asintió apenumbrada.
Yeojoo sabía que había sido dura al decirle esas palabras, pero cuando ella se ponía así, la única solución que hallaba era decirle la cruda verdad. Se levantó para ir a la nevera por algo de beber y miró hacia la puerta del establecimiento, los ojos se le salieron de las cuencas y corriendo se regresó donde estaba su amiga de toda la vida.
— ¡Wonhee, Wonhee, Wonhee! — La mujer de cabello negro corto se alarmó toda. — Llama a la policía ¡Ahora!
— ¿Qué? ¿¡Por qué!? — Wonhee se levantó de la mesa blanca espantada a más no poder, mientras que Yeojoo saltaba en su puesto presa del pánico.
— ¡U-un ladrón! Un tipo horrible está afuera. Debes llamar ya a la policía ¡Hazme caso!
Wonhee intentó asomarse por la máquina de agua caliente que usaban para la preparación de ramen, y cuando vio a la persona a la que se refería Yeojoo, soltó el aire que se le quedó atascado de la impresión y luego la miró sintiéndose enteramente indignada.
— Es Hyungwon, Yeojoo, por favor. Me asustaste. — Dijo. Quitó rápidamente su delantal, se miró en el cristal, peinó su cabello y finalmente ajustó su busto entre su brazier, haciéndolo lucir mucho más grande de lo que ya era.
— Espera ¿¡Qué!? — La mujer de cabello largo negro estaba más que consternada. — Dijiste... ¡Dijiste que era un príncipe, Wonhee! Eso no es un príncipe ¡Es un matón! — Se lo recalcó fuera de sí, no entendía cómo carajos se dejó envolver de Wonhee de esa manera creyendo que en serio había encontrado a alguien decente, cuando esa mujer no tenía ni idea de lo que significaba dar con un buen hombre.
— Lo sé. — Confesó Wonhee sin vacilar y a Yeojoo le sorprendió muchísimo aquello de su mejor amiga; Wonhee en serio estaba siendo consciente de lo que estaba haciendo y eso lo hacía mucho peor. — Sé lo que es, pero aún así... Yeojoo, aún así él ve en mi algo que nadie más vio antes y que yo no entiendo todavía... Yo... — Ella agachó la vista y jugó con el borde de su blusa amarilla. — Amiga, él... Él me hace sentir que puedo ser bonita de verdad...
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Hola a todas y todos.
Aquí está un nuevo capítulo de esta historia, espero que les guste y que lo disfruten tanto como yo lo hice escribiéndolo. Ya saben, si tienen alguna duda, entonces pueden escribirla en los comenarios, tablero o por mensaje, que yo estaré atenta a leerlos y responderlos en la mayor brevedad posible.
¡Gracias y hasta la próxima!
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