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Advertencias: Jongseong y JungSu como pareja principal, cositas lindas y fluff.
La felicidad que Jongseong le dejó se esfumó tan rápido como llegó el día siguiente.
Los miércoles no tenía clases tan temprano, para su propia fortuna, sólo dos clases: una a las once de la mañana y la otra a las tres de la tarde. Después de eso, quedaba libre completamente.
Sakura llegó a las diez, como siempre, sin hacer preguntas sobre SuNoo marcado en el aroma de Jongseong. Sakura era una chica japonesa que llegó sólo un año atrás a Corea y a ese edificio, tenía dieciocho años y vivía con sus padres todavía. Decidió tomarse un año sabático para ahorrar y entrar a la universidad el año siguiente, por lo que JungSu le pagaba para cuidar de su cachorrito. SuNoo la adoraba, ambos se llevaban muy bien y Sakura se encargaba de mimarlo mucho.
Le dio las indicaciones de siempre, despidiéndose de ambos y saliendo a tomar el bus para llegar a su clase. Iba bastante contento al recordar la conversación que mantuvo la noche pasada con Jongseong, que se fue más allá de las diez de la noche.
Ambos se quedaron conversando de muchas cosas, conociéndose mucho más, mientras que SuNoo se quedó dormido en los brazos del alfa. La visión de los dos, entendiéndose tan bien, le provocó demasiada ternura a JungSu, su corazón latiendo aceleradamente.
Todavía tenía muchas dudas respecto a dicha salida, por eso le dijo a Jongseong que quería ir lento, conocerlo mucho más, antes de dar un gran paso como salir. El mayor le dijo que no se preocupara, porque él también quería conocerlo a él, así que decidieron tener una cita el sábado, una cita de verdad. Probablemente, JungSu le pediría a Yueli que cuidara de SeonWoo—que era el nombre real de su cachorro— porque la idea es que salieran los dos solos.
Llegó a la universidad varios minutos después, apurándose en llegar a la sala en la que le tocaba clases a esa hora. Sin embargo, supo enseguida que algo no iba bien cuando entró.
La profesora todavía no llegaba, pero ya había varios compañeros, que se voltearon a verlo apenas apareció.
Trató de mantener su expresión tranquila al caminar hacia un asiento, escuchando los cuchicheos a su alrededor. ¿Qué demonios?
—JungSu—susurró Handong, inclinándose para hablarle en voz baja y que nadie escuchara—, oye...
—¿Qué le pasa a todo el mundo?—masculló JungSu, frunciendo el ceño—. ¡No dejan de mirarme!
Handong tragó saliva, removiéndose en su lugar.
—Alguien te vio con el profesor Park, ayer, luego de clases—explicó Handong con rapidez―, te vieron subiéndote a su auto. ¿Eso es cierto?
JungSu se quedó congelado, sorprendido por lo que le estaba contando su amiga. Pudo sentir el pánico atenazándose en su estómago, los nervios haciendo que su piel se pusiera de gallina. Oh dios, santo dios, ¡ni siquiera lo pensó en su momento! ¿Cómo se le ocurrió irse con él tan enseguida, cuando todos sus compañeros también estaban saliendo? Tragó saliva, queriendo hablar, pero sintiendo su boca seca.
Para su propia fortuna, en ese momento llegó la profesora Shin, haciendo que todos se acomodaran para iniciar la clase. Sin embargo, eso no quitó que podía sentir algunos ojos puestos en él todavía. Ni siquiera pudo concentrarse en el resto de la clase, removiéndose en su lugar varias veces, sus manos transpirando, con los nervios comenzando a hacerse más y más fuertes.
No podía dejar de pensar en lo que Handong le acababa de decir, en el hecho de que sus compañeros pudieran estar sospechando que Jongseong y él... que ellos... Sus dedos picaron en ansiedad, en la necesidad de sacar su móvil y enviarle un mensaje a Jongseong. La clase pasó en un abrir y cerrar de ojos.
La profesora los despidió con rapidez, y JungSu se quedó viendo a sus compañeros guardar sus cosas. Él también empezó a hacerlo, todo en él temblando, cuando se puso de pie y escuchó un murmullo.
—Puta.
Se volteó para saber de dónde vino, tratando de averiguar quién le insultó, sin embargo, a su alrededor sólo veía ojos mirando a otros lados, con sonrisas burlonas.
La palabra le recordó a sus últimos meses en el colegio, cuando se enteró de su embarazo y la noticia corrió como pólvora encendida por todos los pasillos. Los que antes fueron sus compañeros de secundaria no cerraban en ningún momento la boca para hablar de él e inventar chismes con los que causarle daño. JungSu la pasó muy mal ese tiempo, teniendo que soportar los insultos, las bromas de mal gusto, las palabras dañinas.
Se forzó a apretar sus labios, agarrando su mochila y colgándose, saliendo de la sala lo más rápido que pudo. Eso no evitó que escuchara otra palabra.
—Perra.
Fingió no oírla, corriendo al baño y encerrándose en un cubículo para poder respirar con más calma. Se forzó a inhalar y exhalar seguidamente, sin querer romper a llorar, porque JungSu no les iba a dar el placer de eso. JungSu no dejaría que alguien más volviera a humillarlo por las decisiones que tomaba, y menos cuando no le estaba haciendo daño a alguien.
Cuando logró calmarse lo suficiente, salió del cubículo y limpió su rostro, respirando profundamente.
Todavía le quedaban dos horas para su última clase del día, así que, viendo que ya era hora de almorzar, partió al casino de la universidad, tratando de hacer tiempo para lo que se vendría esa tarde. Media hora antes de que iniciara, sin embargo, se encontró con Handong en la biblioteca. La chica corrió a él.
—Susu—le susurró—, ¿es cierto? ¡Todos lo están comentando y me preguntaban a mí qué pasó!
JungSu no sabía si confiar en la chica. Si bien se llevaba bien con ella, era distinto a contarle toda su vida. Temía mucho decirle algo y que eso terminara esparciéndose por otras generaciones de su carrera. Si bien era una carrera pequeña, eso provocaba que los chismes fueran más grandes.
—Se ofreció a llevarme y acepté—admitió JungSu, viendo como los ojos de Handong se abrían con fuerza—, pero no pasó nada, ¡te lo prometo! Me llevó a mi departamento y eso fue todo—terminó de contar, mintiendo a medias.
A esas alturas, no estaba seguro de que tener una cita con Jongseong fuera lo correcto. ¿Qué tal si más gente lo veía?
—Oh—Handong se veía aliviada—. ¡Qué bueno! La gente inventa muchas cosas hoy...
Sonrió para tratar de calmar los nervios de Handong, y juntos se fueron a su siguiente clase. Como ocurrió sólo horas atrás, apenas JungSu entró al salón, varias personas se le quedaron viendo.
—Oye, JungSu—dijo un omega, luciendo irritado—, ¿así que ya andas ofreciéndote al profesor Park para pasar su clase?
Rodó los ojos.
—Preocupate de tus cosas, Kim—le dijo, molesto y sentándose.
Afortunadamente, el profesor Han apareció y todos decidieron no decir algo.
—No los tomes en cuenta —le dijo Handong—, en unos días se olvidarán de eso.
JungSu asintió, aunque no estaba muy convencido de sus palabras. Sin embargo, trató de concentrarse en la clase, porque ya perdió la de la mañana, y no quería desorientarse en los contenidos. Pero los ojos, puestos sobre él, sólo le alteraban más y más a cada segundo que pasaba.
Una vez la clase acabó, JungSu sólo quería correr a su departamento y encerrarse allí, tomando a SuNoo en sus brazos para llenarlo de amor.
Tener a su bebé siempre le relajaba lo suficiente para pensar en otras cosas. Especialmente cuando pudo escuchar otros murmullos a su lado, ofendiéndolo por algo que ni siquiera había hecho. Le tachaban de esa manera cuando JungSu ni siquiera pensó en actuar así, ¿por qué simplemente no cerraban su boca?
Pudo sentir sus ojos un poco húmedos ante ese pensamiento, sobre todo cuando pensaba en lo que podía ocurrir si se enteraban sus profesores, o alguien superior a ellos.
Eso podía arruinar sus estudios para siempre. Sintiendo que iba a romper a llorar en cualquier momento, JungSu decidió ir a los baños del segundo piso, porque allí sus compañeros no iban a molestarlo. Pero, antes de poder entrar, alguien más le habló.
—¿JungSu?
Se volteó para ver a Jongseong, vistiendo elegantemente con una camisa y pantalones oscuros, llevando su bolso negro. Parecía venir saliendo de una clase.
—Pro-profesor—balbuceó, su voz sacudida. Jongseong frunció el ceño un poco.
—¿Te sientes bien? —preguntó, luciendo preocupado— ¿Quieres ir a mi oficina?
El primer instinto que tuvo fue negarse y decir que no, ¿eso no sería alimentar los rumores? Pero, realmente, no se sentía demasiado bien en ese preciso instante, y de verdad quería algo de cariño.
Fijándose en que alguno de sus compañeros no estuviera cerca, le asintió con Jongseong, y el profesor caminó hacia su oficina, con JungSu siguiéndole detrás. No pudo respirar con calma hasta que la puerta fue cerrada, separándolo de las malas miradas que le pudieran dirigir.
Observó a Jongseong poniendo a calentar agua en su hervidor.
—Vamos, siéntate—le dijo, sin perder la expresión de preocupación—. ¿Quieres tomar un café?
—¿Un té?—preguntó JungSu, tímido y sentándose en la silla frente al escritorio.
—Claro—Jongseong le sonrió—. Vamos, ¿qué pasó? ¿Ocurrió algo con Sunito?—preguntó, alarmado ahora.
—¿Qué? No, no—JungSu lo quiso calmar enseguida, sobre todo por la mirada que tenía—. Sunito está bien, se lo prometo. Es que... —pudo sentir su garganta apretada—, es que algunos compañeros me han estado molestando.
Jongseong arrugó el ceño, enderezándose y luciendo un poco confundido. Parecía que no sabía qué decir en ese preciso instante, y el botoncito del hervidor se movió, anunciando que el agua ya hirvió. El alfa agarró su taza, buscando en su escritorio la caja de té que guardaba allí, y le preparó uno con rapidez.
—¿Te están haciendo bullying?—dijo, atónito—. ¿Cuántos años tienen, diez?
—¡No de esa forma!—aclaró JungSu, removiéndose en su lugar—. Lo que ocurre es... Pasó que... —mordió su labio inferior un momento—. Ellos nos vieron, ayer. Me vieron... me vieron subiéndose a su auto, profesor Park.
—Oh—Jongseong parpadeó, sin saber qué decir en ese momento preciso.
—Ellos están hablando cosas horribles de mí—JungSu bajó la voz―. Me están tratando como si... como si lo estuviera seduciendo para que usted me pase de curso.
Pudo ver el rostro de Jongseong ensombrecerse ante sus palabras, luciendo molesto e incluso furioso. JungSu sorbió por su nariz, queriendo espantar las punzantes lágrimas de sus ojos.
—Lo siento mucho—se disculpó Jongseong, de pronto. A pesar de la expresión en su cara, su tono sonaba apenado—, no quería traerte estos problemas, Jungsu. Sé que, si trato de hablar con ellos, lo terminaría empeorando todo—suspiró, cansado—. Lo lamento demasiado.
El omega se quedó en su lugar, sin saber qué decir. Era un poco agradable que Jongseong le estuviera hablando de esa forma, sin intimidarlo o enojándose y queriendo ir a increpar a sus compañeros. JungSu también pensaba que sería peor si lo hacía, porque les estaría dando la razón y, en definitiva, no quería eso. Estaba tan enfadado y triste en ese instante...
—Si tú lo quieres—dijo Jongseong, llamando su atención— no te molestaré más, JungSu, ¿está bien?—el alfa se sentó en su silla, detrás del escritorio—. No quiero causarte más problemas, así que... así que puedes retirarte. Prometo mantener mi distancia ahora.
JungSu contempló la cara decepcionada de Jongseong, pero no con él, sino con toda esa situación. Una parte de él, la parte sensata y lógica, decía que era lo mejor. Sin embargo, su otra parte, la omega, la sensible, no estaba contento con esa decisión.
Él... JungSu...
—¡No!—saltó el omega, sobresaltando también a Jongseong―. No, profesor, no, yo no... —sintió sus mejillas coloradas ante sus palabras balbuceantes y tragó saliva, tratando de ordenar sus ideas—. No, Jongseong, no pretendo... Por dios...
Decidió callarse antes de seguir hablando tonterías, forzándose a respirar para calmarse un poco. Jongseong, frente a él, lucía pasmado por su arrebato, por primera vez sin saber qué decir.
—No quiero... negarme esto—trató de explicar JungSu—. Usted... usted me atrae mucho, y pensar en... pensar en que esto acabe porque mis compañeros presionaron, sería darles el gusto—el omega bajó su voz un poco—. Es decir, si usted prefiere acabar...
—Por supuesto que no—se apresuró en decir el alfa — JungSu, tú realmente me gustas, y estoy dispuesto a darte el espacio y tiempo que necesites.
JungSu sonrió con timidez, ya no tan bajoneado, pero sintiendo que había tomado la decisión correcta al ver la expresión aliviada de Jongseong.
Le gustaba como se veía así, menos tenso, menos lejano, más... más cariñoso con él.
—¿Sigue en pie nuestra cita?—preguntó Jongseong.
—Sí—aseguró JungSu.
Ninguno de los dos podía esperar para el sábado.
Yueli llegó el sábado sobre las diez de la mañana por petición de Susu, para que le ayudara a escoger ropa. SuNoo seguía durmiendo a esa hora, pero los dos sabían que pronto despertaría.
—Necesitas actualizar tu armario—le dijo Yueli, poniendo un ojo crítico—. De verdad, JungSu, ¡estos pantalones pasaron de moda desde hace diez años!
—No entiendes mi estilo—replicó JungSu, inseguro.
—Veamos... estos pantalones—Yueli sacó unos jeans de color blanco azulado, con una playera blanca y un suéter rosa con botones rojos—. Esto va a combinar bien.
—¿Estás seguro?
—¡Confía en mí! —dijo YueYue— ¿Dónde van a ir?
—Al bosque de Seúl, iremos por un picnic—JungSu comenzó a vestirse con las prendas de ropa que su amigo le dejó—. No sé a qué hora vamos a volver, pero si llego muy tarde...
—¡Me quedaré a dormir contigo!—respondió Yueli, sonriendo cuando escuchó el llanto de SuNoo al otro cuarto—. ¡Hace mucho no estoy con Sunito!
JungSu lo vio desaparecer para buscar al bebé. No quiso decirle algo sobre esa actitud tan maternal que tenía con SuNoo, sabiendo que quizás le iba a herir en sus sentimientos. Yueli le contó que conoció a un alfa días atrás, pero que no iban a llegar a nada porque su amigo ya le dijo que no podía tener cachorros. Yueli siempre lo decía enseguida, para así no ilusionarse con nadie.
El chico de cabello azul—se lo tiñó así unas semanas atrás— volvió con SuNoo en sus brazos, el bebé chupando su dedo.
—Mami, mami—balbuceó el pequeño, extendiendo sus manitos, y JungSu le sonrió.
—Hola, conejito—JungSu le revolvió el cabello y le dio un beso en la mejilla—. Vamos, debes ir a comer.
Caminaron hacia el comedor, con Yueli insistiéndole en que podía maquillarse un poco para verse más bonito. JungSu no estaba muy seguro de si eso fuese bueno, pensando que quizás iría muy sobrecargado.
Su amigo acomodó a SuNoo en su sillita para comer, que tenía todavía carita de sueño. JungSu se inclinó contra su bebé y el pequeño le agarró las mejillas a su mamá, sonriendo.
—Escúchame—le dijo, y el bebé lo contempló con ojos abiertos—, ahora yo saldré con Jongseong, ¿está bien? No quiero que le hagas ningún berrinche a Yueli, porque no irás con nosotros.
—¡Buuuuuuuuuuuuuuu! —gritó SuNoo, soltándolo y comenzando a mover sus piecitos—. ¡Nooooooooo!
—Sí—JungSu se enderezó y Yueli llegó con el envase de yogurt—. Regresaremos más tarde, Sunito.
—¡Aaaaaaaaaah!—siguió quejándose Sunito, pero Yueli aprovechó los gritos para empezar a alimentarlo.
Aprovechando ese momento, y sabiendo que Jongseong llegaría pronto, corrió a su habitación para pintarse los labios. Agarró un bolsito, echando sus cosas personales, y en ese momento el timbre fue tocado. Se apresuró en volver al comedor, diciéndole a Yueli que él abriría para salir enseguida. Sabía que, si SuNoo veía a Jongseong, empezaría con un nuevo berrinche.
Se despidió de SuNoo dejándole un beso en la mejilla. Yueli le sonrió, feliz por él y apurándolo a salir, así que JungSu abrió la puerta. Salió con rapidez y cerró.
—Ah—Jongseong parpadeó, observándolo—, pensé que íbamos a entrar...
—No, después—le dijo JungSu—. Sí SuNoo te ve, ¡querrá venir con nosotros!
—No tengo problemas...
JungSu le agarró la mano y Jongseong se calló.
—Quiero que esta sea nuestra cita, sólo los dos—dijo JungSu, sonriendo con timidez―. Después puedes pasar a verlo, ¿está bien?
Jongseong no pudo decir nada, todavía con JungSu agarrando su mano, y sólo asintió. Los dos no tardaron en salir del edificio, yendo al auto del mayor y subiendo.
—¿No hay que pasar a comprar nada?—preguntó JungSu cuando Jongseong empezó a conducir hacia el bosque.
—No, ya tengo todo listo—le dijo el adulto, sonriendo—. ¿Quieres llegar temprano a casa? Porque...
—No—respondió JungSu, sonriendo con vergüenza—. Es decir... todo lo que tengas planeado, lo podemos hacer.
La sonrisa de Jongseong se volvió más grande aún.
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Llegaron media hora después a las afueras de la entrada del parque. Jongseong estacionó el auto y luego fueron al maletero, donde el alfa sacó un canasto.
JungSu se ofreció a llevar el pequeño bolso donde debían ir el resto de las cosas, así que pronto se adentraron al enorme parque para buscar algún lugar en el que comer.
Caminaron por otros treinta minutos hasta que llegaron al lago en medio del parque, sentándose bajo un árbol. JungSu tendió la manta, donde ambos se sentaron y se pusieron a conversar de cualquier cosa para pasar el tiempo hasta que les diera más hambre.
Fue así que JungSu se enteró que el alfa era originario de Washington, Estados Unidos, pero que vivía en Corea desde los nueve y sus dos padres todavía se encontraban vivos y juntos. Jongseong incluso le dijo que podría invitarlo a conocerlos más adelante.
—Me sigue pareciendo increíble que no tengas pareja—dijo JungSu— es decir... Eres un alfa muy guapo y atractivo, Jongseong.
El mayor sonrió, aunque pudo notar el leve rubor en sus mejillas. JungSu quedó realmente fascinado con eso.
—No digas eso—Jongseong lo agarró de la barbilla, sacándole un jadeo—, siento que me estás provocando y quiero comerte a besos.
—¿Y qué te detiene?—aventuró JungSu, sin saber por qué estaba actuando tan coqueto. Jongseong le acarició el labio inferior.
—Más adelante—prometió. El menor formó un puchero—. He estado concentrado tanto en mis estudios que no me da tiempo. Terminé mi pregrado a los veintitrés e inicié un magíster enseguida. Una vez acabé con eso, me centré en el doctorado, que saqué el año pasado. Recién los últimos meses he tenido un poco más de tiempo para mí.
—Y aparte de atractivo, inteligente—dijo Jungsu, olisqueando las feromonas alfas a su alrededor—. De verdad, ¡eres todo un partidazo!
—Mmm... ¿tú crees?—Jongseong sonrió, juguetón—. Mientras tengas tus ojos en mí, no me importa nada más, bebé.
JungSu realmente se moría por un beso en ese momento, sintiéndose como un adolescente todo enamorado, pero logró controlarse a tiempo. Jongseong tenía razón, era mejor que fuera más adelante. El omega no quería lanzarse a una piscina que, quizás, podía estar vacía.
—¿Y tú? ¿Qué quieres hacer una vez acabes con la carrera?—preguntó Jongseong, abriendo el canasto y comenzando a dejar la comida que llevó, encima del mantel.
—Entrar a trabajar enseguida—respondió JungSu, viendo todos los platos—. No quiero centrarme tanto en sacar otra cosa, ¡la verdad, trabajando con niños pequeños yo sería feliz!
Jongseong volvió a sonreírle.
Pronto, estuvieron comiendo todo lo que llevó el alfa. Jongseong le dijo que había encargado esas cosas la noche anterior, para que todo estuviera listo y fresco en la mañana. JungSu encontró los platos muy delicioso, el alfa compró muchos platillos para probar de todo, e incluso se alimentaron entre ellos, riéndose cuando se manchaban o algún trozo de comida caía sobre el mantel.
El omega, realmente, llevaba mucho tiempo sin sentirse de esa forma, tan querido y amado con sólo una mirada. Le gustaba cuando Jongseong le prestaba total atención, siempre haciéndole preguntas, escuchándole en todo momento.
Estaba tan cómodo que, luego de la comida, se acurrucaron sobre el mantel y se quedó dormido, apoyado en el pecho del alfa.
Despertaron casi una hora después, primero JungSu que se enderezó y miró el rostro de Jongseong durmiendo tan profundamente, tranquilo como siempre. Se veía incluso más guapo de esa forma.
El mayor abrió los ojos pasados unos minutos, en los que el más joven estaba mirando la hora. Pronto serían las cuatro.
—¿Quieres ir a caminar? —preguntó Jongseong, frotando sus ojos. JungSu aceptó, pensando en lo lindo que era despertar de esa forma con él.
Ordenaron las cosas con calma, ya que ninguno tenía un real apuro, e incluso el omega dejó que Jongseong le agarrara la mano una vez volvieron al sendero.
Comenzaron a caminar y dar vueltas por todo el parque, que se iba vaciando a medida que se oscurecía poco a poco. Pronto llegaría el invierno, así que anochecía más temprano cada día. A eso de las seis aproximadamente, se detuvieron y Jongseong le dio un apretón.
—¿Quieres ir a comer?—le preguntó—. Podemos ir a uno de los locales del parque.
—Está bien—JungSu, atreviéndose, lo abrazó por el cuello. Le gustaba ser un omega un poco alto, y estar casi a la par de Jongseong, y el alfa no parecía acomplejado con eso. Era lindo—. La estoy pasando muy bien, Jongseonggie. Muchas gracias por esto.
—No es nada—Jongseong lo abrazó por la cintura, con esa sonrisita tranquila y adorable que tenía—, también estoy muy feliz de que hayas aceptado, Susu.
JungSu vaciló un momento, pero agarró el suficiente valor para inclinarse y darle un beso en la mejilla, suave y dulce. Pudo sentir sus propias feromonas dispararse, sin embargo, no le importó. No cuando abrazó a Jongseong y sintió la nariz del mayor olisqueándole la piel de su cuello, sobre su glándula de feromonas.
—Hueles precioso—le susurró el mayor.
Se quedaron un instante así, pegados uno al otro, hasta que decidieron ir a comer. Se acercaron hacia uno de los restaurantes dentro del parque, caminando a una mesa vacía en el interior y pidiendo algo para comer. No tardaron en seguir conversando, así que JungSu le empezó a contar de SuNoo y sus hábitos.
—Tiene una afición por los conejos, ¡no lo entiendo!—dijo JungSu—. Cuando estaba más chiquito, de cuatro meses, fuimos a la granja de unos tíos míos, donde tenían conejitos, y hace unas semanas habían nacido unos bebés. SuNoo quedó enamorado de uno que le dejamos a su lado, desde entonces que le gustan las cosas que tengan decoración de conejitos.
—Él lo parece—dijo Jongseong sirviéndose un poco de bulgogi en su plato—, sus dientecitos delanteros, que están saliendo, al reírse se ven como si fueran dos paletitas de conejo.
JungSu se rió también, y Jongseong lo observó con admiración.
—A diferencia de SuNoo, tú tienes una sonrisa de corazón.
JungSu cubrió su boca ante las palabras del alfa, sintiéndose colorado por el halago.
—¡No digas eso! —le regañó—. ¡Me avergüenzas...!
No pudo terminar de decir lo que pensaba porque, en ese momento, del segundo piso del restaurante bajó un grupo de chicos entre risas escandalosas. Ellos estaban al otro extremo de donde se hallaba la escalera, pero JungSu estaba sentado en dirección a ella, mirando con claridad a las personas que bajaban. Y reconoció un rostro con rapidez.
Pudo sentir como perdía el color de su cara, sorprendido por completo. KangJu estaba riéndose a carcajadas y empujó a uno de sus amigos, pero al bajar la vista, chocó con la mirada de JungSu. El omega se tensó por completo, ignorando las preguntas que Jongseong le hacía, y la sorpresa pronto fue reemplazada por la ira. KangJu. El alfa. El padre de SuNoo.
Pudo sentir su expresión deformándose por la rabia de verlo frente a él, libre y sin responsabilidades. Y eso empeoró cuando KangJu, tranquilo y elegante, le sonrió con burla e incluso le guiñó el ojo. JungSu estuvo a segundos de ponerse de pie y lanzarse a darle un golpe. Sin embargo, la ira se transformó en susto con rapidez, porque reconocía ese gesto de KangJu.
El alfa, a lo lejos, se volteó hacía sus amigos y salió del lugar, sin girarse a verlo otra vez. JungSu mientras, permaneció sentado en la silla, con el corazón latiendo a mil, aturdido por ese rápido encuentro que tuvieron. KangJu y su gesto, una señal de burla, de poder sobre él, de estar teniendo algo en mente. Esa sonrisita creída que ponía cada vez que JungSu le hacía caso en todo, que puso cuando dijo que ese bebé no era suyo y lo humilló en el colegio, frente a todos.
Su estómago se revolvió.
—Susu, susu, ¿qué pasó, cariño?
Volvió a la realidad cuando escuchó la voz preocupada de Jongseong tratando de enfocar su vista en el alfa, y sintió ganas de llorar.
—Lo siento—se disculpó, y la voz del omega se quebró—. Lo siento, Jongseong...
—Está bien—se apresuró en decirle Jongseong—. ¿Qué tal si nos vamos? ¿Quieres que te lleve a casa, amor?
El apodo dulce le provocó más deseos de estallar en llanto, pero trató de controlarse porque no quería hacer un show en público. Sólo asintió, dejando que Jongseong pagara y le llevara fuera del parque, hacia el auto.
Por un instante, temió encontrarse con KangJu fuera o en el camino, pero parecía haberse esfumado por completo. Eso no lo alivió ni un poco. Se subieron al vehículo y Jongseong lo encendió.
—¿Qué quieres hacer, bebé?—preguntó el alfa. JungSu lo pensó un momento.
—¿Tenías... tenías algo pensado, ahora?
—Quería que camináramos por el puente Banpo, pero...
—Vamos—susurró JungSu con desesperación—, vamos, por favor, Jongseong...
El alfa no pudo decirle que no.
Jongseong se dio cuenta, en ese momento, de que no podría negarse jamás a lo que JungSu le pidiera, incluso si le pedía alejarse de él.
El mayor comenzó a conducir. El puente no quedaba demasiado lejos del parque, a poco más de veinte minutos, así que no tardaron en llegar. JungSu apenas dijo algo, tratando todavía de controlarse para no estallar en llanto, su omega revolviéndose en temor.
Después de tanto, ¿qué hacía KangJu allí? Quizás estaba estudiando en Seúl, pero de todos los lugares, ¿cómo podía encontrárselo? JungSu realmente no quería verlo nunca más, no luego de todo lo que le hizo.
Salió del auto una vez Jongseong se estacionó, dando unos pasos. El alfa no tardó en alcanzarlo y JungSu le dio la mano, pegándose a él. El mayor no hizo pregunta alguna, aunque el omega sabía que debía estar lleno de curiosidad por su repentina actitud.
—Vi al padre de SuNoo, a KangJu—susurró JungSu, una vez entraron al puente. Las luces arcoíris alumbraban muy bonito el lugar, un espectáculo precioso, pero JungSu no podía concentrarse en eso—. En el restaurante, con sus amigos. Él igual me vio...
—Oh, cariño...
—Me sonrió, como el idiota bastardo que es—JungSu abrazó a Jongseong ahora, ambos deteniéndose—. De seguro debió encontrarlo muy gracioso, el omega que se arrastró detrás de él, comiendo con otro alfa. Un gran chisme para contarle a sus amigos.
Jongseong también lo abrazó, comenzando a frotar sus dedos contra la espalda de JungSu para así calmarlo un poco. Podía sentir al omega muy afectado con lo que acababa de ocurrir.
—Tengo miedo—confesó JungSu—, tengo miedo de que... que aparezca de pronto frente a mi departamento, exigiendo estar con SuNoo. Él... él podría quitármelo, sus padres...
—No—la respuesta de Jongseong fue limpia y brutal, llamando su atención. JungSu no se dio cuenta de que estaba llorando hasta ese momento—. Eso jamás va a pasar, bebé, ¡nunca! SuNoo es tuyo, de nadie más.
—Si él...
—Si se atreve, yo estaré a tu lado y te apoyaré para que no lo haga—respondió Jongseong feroz—. Incluso si no tenemos algo oficial, ¡yo te cuidaré, Susu! Porque te quiero—ambos juntaron sus frentes, tan cerca que sus alientos se mezclaban—. Te quiero, a ti y a SuNoo.
El omega volvió a sollozar por la respuesta de Jongseong, abrazándolo ahora con más fuerza. Su corazón no dejaba de latir aceleradamente, ya no por el miedo, sino por ese calorcito cálido que lo recorrió ante las palabras del alfa.
—Jongseong—balbuceó, temblando en sus brazos.
—Sí, sí, estoy aquí—murmuró Jongseong besándole el cuello—. Tu alfa está aquí, mi luna.
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