Capítulo 8: Castillo Disney, Río Eterno
La nave gummi sobrevuela hacia Disney Castle con Sora y sus amigos a bordo. Pronto distinguen la majestuosa silueta del castillo y celebran haber llegado a otro mundo.
Cuando descendieron y se estacionaron, Natalia observó maravillada el estacionamiento a bajar de la nave.
—Qué lugar tan hermoso —dijo con una sonrisa.
A su lado, Sora asiente encantado. Nat le pregunta a Donald y Goofy:
—Es cierto que viven aquí, ¿verdad?
Donald infló el pecho con orgullo y asiente. Goofy ríe alegre y responde:
—Ajá, es nuestro verdadero hogar. Esperamos que también lo sientan suyo.
—Wow, que generosos son —dijo Natalia con sincera gratitud.
Sora sonrió al ver la emoción de su amiga. Era su primera vez visitando el Castillo de Disney, y quería que la experiencia fuera perfecta.
Vengan, vamos a mostrarles todo! — exclamó Goofy entusiasmado.
Caminando juntos, salieron del estacionamiento y se dirigieron al hermoso jardín. Natalia se deleitó con las coloridas flores y hermosas decoraciones.
De pronto, dos roedores llegaron corriendo llamando los nombres de Sora, Donald y Goofy.
—¡Hola Chip, hola Dale! —saludó Goofy—. ¿Qué sucede?
—¡No hay tiempo! ¡Vayan rápido a la biblioteca del palacio! ¡la Reina Minnie los está esperando dentro! —exclamó Chip.
Sora y sus amigos se miraron con preocupación ante las palabras de Chip y Dale. Sin perder tiempo, echaron a correr hacia la el palacio.
Al llegar, notaron algo muy extraño: una gran cantidad de sincorazón merodeando en todas partes. Los cuatro siguieron corriendo hacia la puerta de la biblioteca y entraron apresurados.
Ahí estaba la Reina Minnie, esperándolos.
—¡Su Majestad! —Donald se inclinó respetuosamente a la reina.
—Hemos llegado, Su Majestad —Goofy hizo lo mismo que Donald.
Natalia miró primero a Donald y Goofy, después a la reina. De inmediato, hizo una reverencia tomando su falda.
—Oh, chicos, qué alivio que estén aquí —dijo la reina Minnie, acercándose apresuradamente—. Me alegra tanto volver a verlos.
Entonces Sora se acercó, así sin hacer una inclinación.
—¿Dónde está el rey?
Donald le jalo de la oreja, haciéndolo que se agaché—. Disculpa. El es nuestro amigo Sora.
—¡Oh, Sora! El rey me ha hablado mucho de ti en tus cartas —recordó Minnie—. Dice que eres un joven muy valiente.
Sora sonrió halagado—. Gracias. ¿Sabes donde esta el rey?
Minnie negó. En ello, pudo notar la presencia de la chica de pelo naranja—. ¡Oh! ¿Y tú cómo te llamas? No haz dicho nada.
—Oh, disculpe Majestad —dijo Natalia con timidez, realizando una pequeña reverencia—. Me llamo Natalia. Es un honor conocerla.
—El placer es mío —respondió Minnie con dulzura.
—Su Majestad, ¿por qué hay sincorazón por todo el castillo? —preguntó Sora preocupado.
—Oh, entonces así se llaman... —meditó Minnie para sí misma que para ellos.
Sora apretó los puños con determinación—. No se preocupe, Majestad. Nos encargaremos de ellos.
Miró a sus compañeros y asintieron, listos para la acción. Natalia también lo observó con una sonrisa de apoyo.
—Se que puedo contar contigo, Sora —sonrió Minnie—. Bien, hay algo que quiero que vean. ¿Pueden escoltarme hasta la sala de audiencia?
Los cuatro amigos se pusieron firmes como soldados ante la Reina Minnie. Sin embargo, ella de repente jadeó asustada.
—¡Oh cielos, casi lo olvido! Debo alertar a todos los habitantes del castillo para que se oculten en un lugar seguro —exclamó preocupada.
—No se preocupe majestad, nosotros nos encargaremos —se ofreció Sora de inmediato.
—¿A todo el castillo? —cuestionó Donald.
—Tendremos que separarnos, Donald —pensó Goofy.
—Entonces... ¡Yo me encargó que todos se enteren!
—¡No, Sora, te puedes perder! —intervino Donald.
—Sora, si gustas podemos escoltar a la reina hacia la sala de audiencia juntos —ofreció Natalia con una media sonrisa.
Sora miró agradecido a Natalia. Su ofrecimiento era muy sensato—. Tienes razón. Será mejor ir juntos —asintió—. Donald, Goofy, ustedes alerten a los habitantes y encárguense de cualquier sincorazón que encuentren. Nosotros llevaremos a la Reina a salvo.
Donald y Goofy asintieron y salieron rápidamente de la biblioteca. Sora se dirigió a la Reina Minnie con determinación.
—Por favor, síganos Majestad. La escoltaremos hasta la sala de audiencia de forma segura.
—Muy bien, les agradezco mucho su ayuda —dijo la Reina Minnie con una cálida sonrisa.
Sora asintió y se volteó hacia Natalia—. Vamos con cuidado.
Con su Llave Espada en mano, Sora fue el primero en salir de la biblioteca. Miró a ambos lados del pasillo buscando señales de enemigos, para luego hacer una seña para que avanzaran.
Natalia iba detrás de la Reina, protegiéndole la espalda. Caminaron rápido pero con sigilo, atentos a cualquier ruido sospechoso. Para su fortuna, por el momento no había más sincorazón cerca.
Pronto divisaron las grandes puertas de la sala de audiencia. Sora suspiró aliviado—. Ya casi llegamos, un poco más. Tengan cuidado.
Con cautela cruzaron el último tramo. Sora abrió las puertas y les indicó el camino. Al final, lograron entrar a la sala de Audiencia y cerrarla a tiempo.
Sora inspiró profundamente, aliviado de haber logrado escoltar a la Reina sana y salva.
—Gracias a ambos por protegerme —dijo Minnie con una sonrisa reconfortante.
—No es nada. Ahora, ¿qué nos querías mostrar? —preguntó Sora.
—Oh, cierto. Síganme —Minnie camino hacia el trono. Natalia y Sora la siguieron.
La reina llegó y buscó por el asiento un botón. A encontrarlo, lo apretó y el suelo comenzó a moverse lentamente.
Sora y Natalia observaron con curiosidad cómo aparecía una escalera que descendía a un oscuro pasaje subterráneo. intercambiaron una mirada de asombro.
—Por aquí, síganme —los guió la Reina Minnie yendo a las escaleras.
Bajaron los peldaños con cautela y finalmente llegaron a un amplio salón. La Reina se volvió hacia ellos.
—Está estancia la llamamos el Salón de la piedra Angular
—explicó con solemnidad—. Nuestro castillo siempre ha estado a salvo de todo mundo maligno... gracias a la Piedra Angular de la Luz que guardamos aquí abajo.
Sora y Natalia miraron al fondo y ahogaron una exclamación. En el centro, había una enorme esfera que brillaba. Pero, sin embargo, en toda la estancia estaba envuelta a unas zarzas.
—¿Qué es todo esto? —se preguntó Sora con millones de dudas.
—Esto debe ser obra de alguien muy perverso. Me pregunto qué significa esto... —contó la reina.
Justamente cuando Donald y Goofy llegaron a la estancia, un resplandor verde apareció enfrente de ellos. Era Maléfica.
—Vaya, vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? ¡Pero si es el miserable elegido de la llave espada y sus patéticos compañeros!
—¡Maléfica! —exclamó Sora con furia, blandiendo su Llave Espada.
Natalia también invocó su arma, colocándose en guardia para proteger a la Reina. Goofy y Donald hicieron lo mismo, rodeando a Minnie.
—¿Qué haces tú aquí? —interrogó la reina.
—Ah, reina Minnie. Tan radiente como siempre —hizo una reverencia, sarcástica—. He venido por un asunto de propiedades. Verás, me he encaprichado por este castillo. Tendré que llenar todas las habitaciones con mi "oscuro" toque personal —se acercó a la esfera y hizo un movimiento de mano, echándole un hechizo a la figura.
—¡Será mejor que desistas, si sabes lo que te conviene! —avisó Minnie autoritaria.
—Uuhh... ¡Qué miedo! —Maléfica fingió asustarse—. Muy bien, pararé... ¡En cuanto el castillo me pertenezca! —río con maldad y desapareció en una llama verde.
—Maldita sea, escapó otra vez —gruñó Sora frustrado.
—Nunca había ocurrido nada parecido —meditó Minnie nerviosa—. He repasado todos los archivos de la biblioteca y no he encontrado ni una pista.
—Oooh, ¡deberíamos preguntar a alguien que sepa de cosas que no salen en los libros! —idealizó Goofy.
—Mmh... ¡Ya sé! Merlín puede ayudarnos —dijo Sora.
—¿Quién me llamó? —preguntó Merlín detrás de ellos, asustándolos sin querer.
—¡Merlín! —exclamó Sora sobresaltado. Lentamente se recompuso y dijo—. Menos mal que estás aquí. Necesitamos tu ayuda para averiguar qué trama Maléfica esta vez.
El mago asintió con expresión grave y se acercó a examinar los restos de ramas y espinas alrededor de la Piedra Angular. Tras unos minutos de inspección, dijo:
—Interesante...
—¿Qué está pasando, Merlín? —quiso preguntar la reina.
—Nada bueno. De hecho, me temo que es bastante complicado.
Merlín con gesto, hizo aparecer una pierna blanca con detalles plateados.
—¿Qué es eso? —preguntó Sora.
—Eso es un portal a un mundo muy especial. Alguien de ese mundo es responsable de lo que está ocurriendo en este castillo. De eso estoy seguro —explicó Merlín con sabiduría.
—Eres muy inteligente, Sr. Merlín —elogió Natalia con dulzura.
Sora quiso acercarse a la puerta, pero Merlín lo detuvo.
—No tan rápido, jovencito. Sin duda hay que detener a los culpables, pero primero tenemos que hacer otra cosa. En alfuna parte de ese mundo tiene que haber otro portal idéntico a este. Creo que nuestros enemigos están utilizando ese portal. Mientras siga abierto, el castillo estará en peligro. Así que escucha bien, Sora. Debes encontrar ese portal y sellarlo con tu llave espada —ordenó Merlín.
Sora asintió con determinación frente a las palabras de Merlín.
—No te preocupes, Merlín. Puedes contar con nosotros —afirmó con confianza, dirigiendo una mirada a sus compañeros. Todos asintieron, listos para la misión.
—Y otra cosa más. Se adentraran en un mundo muy especial. Allí, la naturaleza de ese mundo puede tentarlos para que hagan algo oscuro. Incluso malvado. ¡Deben resistir esa tentación a toda costa! —advirtió el mago.
Sora asintió mirando seriamente a sus compañeros. Sabía que ninguno se daría por vencido fácilmente ante la oscuridad.
—No se preocupe, Merlín. Nuestros corazones están llenos de luz —dijo con determinación—. Sea cual sea la prueba que enfrentemos, la superaremos juntos.
—Bien dicho, Sora —sonrió Natalia reconfortante.
—Nos encargaremos de sellar ese portal ¡hyuck!—afirmó Goofy.
—Y encontraremos al culpable de todo esto también —agregó Donald con firmeza.
Minnie se acercó y dijo—: Les deseo la mejor de las suertes. Por favor, tengan mucho cuidado.
Sora asintió con gratitud hacia la Reina—: No se preocupe, Majestad. Volveremos pronto.
Tomando una respiración profunda, Sora dio el primer paso hacia el portal. Sus compañeros lo siguieron adentrándose al nuevo mundo. La misión había comenzado.
Los cuatro atravesaron el portal y fueron expulsados haciéndolos caer. Sora se quejó adolorido y se sentó en el césped. Lo primero que notó, fue que el mundo que recién habían llegado era totalmente negro y blanco.
—Ugh, que caída... —se quejó Sora sobándose la cabeza.
Miró a su alrededor con curiosidad. Todo en aquel extraño mundo era en blanco y negro, como si les hubieran quitado el color.
—¿Dónde estamos? —preguntó Natalia observando todo.
—No lo sé. Este lugar es muy raro —comentó Sora poniéndose de pie.
En eso Goofy distinguió la Piedra Angular:
—¡Miren! ¡Ahí esta la Piedra Angular!
—Eh, esto me parece como... Ah... Mm.... Ehhh... —vaciló Goofy observándose.
—¿Conocido? —quiso concluir Goofy.
Sora se acercó a donde Goofy señalaba y efectivamente, pudo ver la Piedra Angular en el centro de aquel campo desértico.
—¿De verdad? ¿Ustedes ya han estado aquí antes? —preguntó Natalia, curiosa.
En el fondo, un gato antropomórfico ancho con overol corrió hacia una esquina. A verlos, se acercó al cuarteto.
—¡Eh, ustedes! ¿Han visto a alguien con pinta de malo?
Sora y los chicos intercambiaron miradas, y lo señalaron con mera sinceridad.
—¿¡Qué?! ¿¡Cómo que yo!? —exhala resignado, sabiendo que solamente eran unos mocosos—. ¡Bah! No tengo tiempo para lidiar con niños, así que me largó —dio media vuelta y se fue.
—Ese gato se veía sospechoso —comentó Sora con el ceño fruncido.
—Sí, deberíamos seguirlo por si sabe algo —agregó Donald.
Asintiendo, el grupo se apresuró a seguir al gato que se alejaba a grandes zancadas. Lo alcanzaron en un largo muelle, donde el felino parecía buscar algo con la mirada.
—Oye tú, alto ahí —lo llamó Sora blandiendo su Llave Espada.
El gato se sobresaltó al verlos y maulló con fastidio.
—Ustedes de nuevo. ¡¿No tienen nada mejor que hacer que molestarme, mocosos!?
El gato siseó y se hizo a un lado de ellos. Cuando quiso seguir con su camino, Sora y su equipo intervinieron.
—No tan rápido —dijo Natalia invocando su llave espada, desafiante.
—Aaah, conque quieren pelea... —el gato se puso en posición de pelea.
Sora alistó su Llave Espada mientras sus compañeros se preparaban para la batalla. El gato no se quedó atrás y comenzó a lanzar hoces sónicas con sus guantes de mecánico.
El grupo esquivó hábilmente los ataques y Sora aprovechó para dar el primer golpe. Un certero combate técnico se desató entre el felino y los cuatro amigos, cada cual dando lo mejor de sí.
Luego de un rato, el gato comenzó a mostrar signos de cansancio. Sora aprovechó para propinar el golpe final con su Keyblade. El minino cayó de espaldas jadeando.
—Ugh... ¿Qué tienen en contra mía?! —miró de arriba a abajo a cada uno de ellos—. ¿Quiénes son ustedes? ¿Son nuevos aquí?
—¡Déjate de rollos! ¿¡quieres!? —contestó Sora de forma grosera.
El felino a querer pararse, sintió un dolor en la espalda y se dejó caer, sobándose. Goofy se acercó a Sora y le susurró:
—Oye, aquí hay algo que no encaja muy bien. ¿Seguro que él es Pete?
El felino levantó la mirada, bien ofendido—. ¡Pues claro que soy Pete! El capitán del barco de Vapor.
Natalia empezó a darse cuenta de algo. Aquel Pete no se parecía al Pete que conocía ella y sus compañeros.
—Chicos... creo que... nos hemos confundido de Pete... —susurró ella avergonzada.
—Tienes razón, Nat... Creo que nos precipitamos un poco con él —admitió Sora rascándose la cabeza. Se acercó al gato con aire apenado y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse —. Lo sentimos mucho. Pensábamos que eras alguien más.
El gato los miró receloso por un momento antes de intentar levantarse—. ¡Ay ajá! Si lo sienten tanto, entonces váyanse y busquen mi banco.
—¡Sí, señor! —exclamó Sora.
El gato se fue sin mas hacia otra parte, dejándolos solos.
—...Estaba seguro de que Pete era el malo —aseguró Sora apenado.
—Ah, eso seria demasiado simple —comentó Donald.
—Vamos, chicos. Busquemos ese barco de Vapor —alentó Goofy.
—Bueno, dijimos que lo haríamos, pero...
—¡Ay! ¡Tenemos una puerta que encontrar! —apuró Natalia.
Sora asintió, sabiendo que Natalia tenía razón. No podían perder más tiempo con distracciones—. Vamos entonces. Busquemos esa puerta.
Sora y su grupo regresaron a Hill y descubren que los sincorazón están saltando por las ventanas del pasado. Encuentran una quinta ventana que revela que el deseo del actual Pete de regresar a su vida simple lo llevó a abrir una puerta al pasado. Saltaron a través de cada ventana, luchando contra los sincorazón y descubriendo que Maléfica planea usar las ventanas para debilitar las defensas de Castle Disney.
Al salir de la última ventana, se horrorizan al descubrir que falta la Piedra Angular. Ellos van y la recuperan del actual Pete, quien también ha robado el amado barco de vapor del pasado Pete. Después de derrotar a Pete, devuelven la piedra angular a Hill y alcanzan al Capitán Pete en el muelle, uniéndose a él en una batalla contra el actual Pete, quien finalmente es expulsado.
Con la piedra angular y el castillo a salvo, el Capitán Pete les ofrece a Sora y sus amigos la oportunidad de pilotar su barco de vapor como recompensa.
Después de acabar con la misión, Sora selló la puerta y regresaron a Castle Disney mediante el portal.
Minnie a verlos regresar, sonrió contenta de verlos sano y salvos.
—¡Bienvenidos a casa!
Merlín, junto a Chip y Dale saludaron al cuarteto.
—Gracias a su gran valor, el castillo está a salvo —agradeció con dulzura—. Esto merece una fiesta de té.
—¿Fiesta de té? N-no es necesario Su Majestad —sonrió Sora apenado.
—Vamos, seguro tienen hambre —pidió la reina con dulzura.
—La Reina tiene razón, Sora. Te mereces un descanso después de todo lo que hicieron por nosotros —dijo Natalia con una sonrisa cálida.
Sora se rascó la nuca, azorado. No estaba acostumbrado a recibir tantos elogios.
—Bueno, creo que una fiesta de té no nos haría mal a todos —admitió con una risita nerviosa.
Los demás asintieron entusiasmados ante la idea de comer algo. Siguieron a Minnie hacia el comedor del castillo, donde estaba todo preparado para el festejo.
Todos se sentaron y observaron las delicias de la mesa. Panes dulces, cupcakes, pasteles, etc.
Natalia tomó un pedazo de pastel y lo saboreo con gusto crítico, como si estuviera queriendo calificar el postre—. Hmm... este pastel esta delicioso. Pero quedaría aún mejor si tuviera más crema batida.
—¿Sabes hacer postres acaso? —preguntó una pata de vestido morado, era Daisy.
—Sí. Trabajé en una panadería hace años —contó Natalia sin mucho que decir.
—¿Cuántos años tienes, querida? —se atrevió a preguntar Merlín.
—Bueno... tengo 15 años, Sr. Merlín.
Minnie abrió sus ojos con asombro—. ¿15 años y ya trabajas?
—Sí... —Nat continuó comiendo en silencio.
Sora observaba a Natalia en silencio. Algo en su mirada distante le decía que su vida no había sido fácil. Quería preguntar, pero no quería incomodarla.
En ese momento, Nat sonrió de repente. Sus oscuros ojos brillaron de forma cálida.
—Pero eso ya es pasado. Ahora estoy aquí, con ustedes, y me alegro mucho de haberlos conocido.
La Reina Minnie asintió complacida—. Siempre serás bienvenida en este castillo, querida.
Sora no pudo evitar sonreír al ver a Natalia animarse. Verla feliz también lo reconfortaba a él.
—Es verdad, te alegramos mucho que te unieras a nuestro equipo, Nat —dijo sinceramente.
Los demás asintieron en acuerdo. La fiesta continuó llena de risas y diversión. Ver a sus amigos así de contentos hacía que a Sora se le olvidaran poco a poco los problemas del día.
Un rato después, mientras los demás seguían conversando en la mesa, Sora notó que Natalia se había alejado un poco, observando las flores del jardín a través de la ventana. Se acercó por detrás sin hacer ruido.
—No te vas a escapar de la fiesta tan rápido, ¿o sí? —bromeó con una sonrisa traviesa.
Natalia se sobresaltó un poco pero luego le devolvió el gesto.
—Sólo necesitaba un descanso de tanta charla. Eres libre de hacerme compañía si quieres.
Sora asintió y se quedó a su lado, admirando el paisaje junto a ella.
Natalia levantó la mirada, pensativa.
—Sora... ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, Nat, puedes preguntarme lo que quieras —respondió Sora con sinceridad.
—¿Cómo conociste a Donald y Goofy? ¿Cómo comenzó todo este viaje entre mundos para ustedes? —preguntó ella con curiosidad.
Sora sonrió con añoranza al recordar.
—Fue justo después de que desaparecieran mis amigos Riku y Kairi... —comenzó a relatarle toda la historia de cómo acabó en Ciudad de Paso, conociendo a Leon y los demás, y como acabó uniendo fuerzas con Donald y Goofy para cerrar las Puertas entre los mundos y derrotar a Maléfica y posteriormente Ansem.
Natalia lo escuchó con atención, fascinada por sus aventuras.
—Vaya, ¿todo eso, Sora?
Sora asintió con una sonrisa nostálgica.
—Fue mucho más de lo que imaginé al inicio — admitió. Haber recorrido tantos mundos le había dado experiencias difíciles pero también momentos invaluables al lado de sus amigos.
—Debe ser increíble poder viajar entre mundos —dijo Natalia con ilusión—. Aunque supongo que también conlleva grandes responsabilidades.
—Así es. Demasiadas... —Sora bajo la mirada—. Oye, y... cuéntame. ¿Tú que me dices de ti? ¿De verdad trabajas, digo, trabajaste en una panadería?
Natalia asintió con una suave sonrisa.
—Sí, trabajaba en una en la Ciudad Crepúsculo antes de conocerte —comenzó a relatar—. Sabia amasar, decorar pasteles, hornear el pan fresco cada mañana...
Su sonrisa se apagó levemente.
—Hace unos años, cuando tenía 10 años... mis padres se fueron y... no tenía ningún familiar que pudiese cuidarme. Entonces, esa fue la razón por lo cuál empecé a trabajar. Para conseguir dinero y poder sobrevivir.
Sora observó a Natalia con tristeza. Podía entender por lo que había pasado.
—Lo siento, debió ser muy difícil —dijo tomando su mano con delicadeza.
Natalia le dedicó una sonrisa pequeña pero sincera.
—Al principio lo fue. Pero me alegra poder decir que ya pasó lo peor. Gracias a mi trabajo pude salir adelante. Y ahora, al estar aquí con ustedes, siento que he encontrado un nuevo hogar.
—Claro que sí, eres parte de nuestro equipo —respondió Sora con calidez—. Puedes contar con nosotros para lo que sea.
Natalia asintió, visiblemente conmovida. Sora sintió cómo apretaba su mano en agradecimiento. En ese momento apreció más que nunca el haberla conocido.
Sin soltarse las manos, se quedaron unos minutos más admirando la puesta de sol en silencio, reconfortados por la presencia del otro.
Sora la miró disimuladamente, notando que estaba entretenida a la atardecer. No podía admitir que sentía algo por ella, estaba confundido.
Sora sintió como su rostro se calentaba al darse cuenta que había estado observando a Natalia por más tiempo del necesario. Rápidamente desvió la vista, esperando que ella no lo hubiera notado.
En ese momento la puerta se abrió y Donald asomó la cabeza.
—Oigan chicos, ¿van a volver o se piensan quedar ahí toda la noche? —los regañó el pato.
Sora se apresuró a soltar la mano de Natalia, sintiéndose como niño pequeño delatado.
—¡Y-Ya vamos! Solo estábamos hablando —respondió con una risita nerviosa.
Natalia asintió con calma, aunque Sora pudo notar un pequeño rubor en sus mejillas también.
Ambos siguieron a Donald de vuelta al salón donde los esperaban los demás. Sora no pudo evitar echar un vistazo disimulado a Natalia de reojo, preguntándose si su corazón acelerado era por lo que creía que era...
Pero rápidamente sacudió esos pensamientos de su mente. Después de todo, Kairi siempre había sido la dueña de su corazón, ¿no? Aunque Natalia comenzaba a causarle sensaciones muy diferentes...
En el momento que ellos regresaron a la estación de naves Gummi, Chip y Dale fueron tras ellos.
—Hola Chip, hola Dale. ¿Qué pasa?
—¡Vengan! ¡Tenemos una sorpresa para ustedes cuatro! —dijo uno de los hamster.
Sora se acercó con curiosidad.
—¿Una sorpresa? ¿Qué es? —preguntó con entusiasmo.
—Síganos y verán —respondió Chip con una risita misteriosa.
Los dos pequeños les hicieron señas para que los siguieran dentro de la nave gummi. Al llegar a la cabina principal, Sora ahogó una exclamación de asombro.
Donde antes solo había tres asientos ahora habían cuatro, suficientes para que cada miembro del equipo pudiera pilotar su propia estación. Incluso habían agregado unos cuantos controles nuevos.
—¿Qué les parece? —preguntó Dale muy orgulloso—. Así podrán repartirse las tareas en el viaje.
—¡Es grandioso! —dijo Sora con una sonrisa radiante.
Natalia también parecía encantada con la sorpresa. Sin duda esta nueva nave gummi les sería muy útil en las aventuras por venir.
—Muchas gracias Dale, Chip. Sabíamos que podíamos contar con ustedes —agradeció Sora con sinceridad.
Los dos ingenieros parecieron inflarse de orgullo ante las palabras del chico. Sí que sabían cómo hacerlos felices.
—Bueno, ¿qué esperamos? Es hora de continuar viajando —alentó Natalia de un brinco.
—Tienes razón Nat, debemos seguir con nuestro viaje —coincidió Sora con entusiasmo.
Sin perder más tiempo, cada uno tomó su nuevo puesto en la cabina de mando. Sora se sentó en el puesto del piloto principal mientras Donald tomó el asiento del artillero y Goofy el de navegación. Natalia por su parte ocupó la cuarta estación, la cual parecía dedicada a sensores y comunicaciones.
—Muy bien chicos, abróchense los cinturones que vamos a despegar! —exclamó Sora antes de encender los motores.
La nave vibró levemente al elevarse del suelo. Sora maniobró con destreza entre las estrellas, guiándolos hacia el siguiente mundo en su lista. Mientras se adentraban en el hiperespacio, no pudo evitar echar un vistazo hacia atrás y ver a Natalia absorta en la pantalla de su estación, observando los datos con fascinación. Verla tan emocionada hizo que sintiera nuevamente ese agradable calor en el pecho.
Sin duda esta nueva etapa en su viaje sería aún más divertida con la presencia de su nueva amiga. Sora sonrió para sus adentros, ansioso por ver qué nuevas aventuras y desafíos los aguardaban más adelante.
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