Capítulo 5: Tierra de Dragones
Cuando la luz se disipó, Donald, Goofy, Sora y Natalia se encontraban en un nuevo mundo. Miraron a su alrededor con curiosidad, tratando de identificar dónde habían llegado.
-¿Qué lugar crees que sea este? -preguntó Natalia, asombrada los altos bambú.
-No lo sé. Será mejor explorar -sugirió Sora poniéndose en marcha.
Al otro lado, se escuchaban dos voces conversando.
-¿Ves eso, Mulan? Es Shan Yu, jefe del ejército huno. ¡Vamos, chica! ¡Es tu gran oportunidad! -animó el ser escondido a una tela siendo reflejada a la luz de la fogata-. ¡Ya lo estoy viendo! "¡Fa Mulan machaca al enemigo publico número uno!" -dramatizo-. ¡Serás famosa! ¡Estarás entre los mejores!
-Lo sé, Mushu. No sé si... Ni siquiera me he enlistado aún en el ejército -explicó Mulan-. Tengo que ocupar el lugar de mi padre para preservar el honor de la familia Fa. Solo espero que no me descubran...
-¡Vaya! Tienes miedo. Reconócelo.
-¿Y tú no? -Cuestionó Mulan.
Sora, Donald, Goofy y Natalia continuaron caminando entre los altos bambúes, buscando señales de vida. De pronto, oyeron voces a lo lejos.
-¿Oyeron eso? -preguntó Natalia en voz baja.
Sora asintió. Se acercaron con cuidado y vieron a una joven "asustada" con una extraña criatura escondida entre las llamas de una fogata que la hacia verse enorme. Ahí fue cuando malinterpretaron la situación.
-¿Un sincorazón? -se preguntó el pato mago.
-Ataquemos por sorpresa -ordenó Sora con imprudencia.
-Chicos, sería mejor no precipitarse- -quiso decir Goofy, pero los dos adolescente y el pato se marcharon corriendo.
Sora, Natalia y Donald corrían con sus armas en alto, listos para atacar a la extraña criatura junto a Mulan. Sin embargo, al verlos acercarse tan rápido, la criatura se asustó y saltó a los brazos de la joven en busca de protección.
Mulan se agachó rápidamente, dándoles la espalda en un intento por calmar al temeroso Mushu. Éste se asomó por encima de su hombro para ver a los recién llegados y los regañó.
-¿Pero qué creen que hacen, tontos? ¡Casi me matan del susto!
Fue entonces cuando reconoció sus rostros y su actitud cambió. Se desembarazó de los brazos de Mulan y se acercó a ellos con confianza.
-¡Muchacos! ¿Cómo han estado?
Mulan preguntó extrañada-. ¿Los conoces?
Mushu asintió-. Les saqué de muchos líos la última vez, si mal no recuerdo -dijo él pequeño dragón antes de detenerse al ver a Natalia-. ¿Y esta hermosa jovencita? Diga su nombre, que Mushu quiere saber.
-Mi nombre es Natalia -saludó tímidamente Natalia.
-Disculpen el malentendido -intervino Goofy, llegando finalmente-. Nos alegra verte de nuevo, Mushu.
El pequeño dragón se separó de Natalia para acercarse a Sora.
-Ten más cuidado la próxima vez, chico. Casi me matan del susto.
-Sí. Lo sentimos -se disculpó Sora. Dirigió su mirada hacia Mulan-. Y... ¿tú eres?
La joven se levantó-. Soy Mulan. Mm... no, digo-
-¡Ping! -exclamó Mushu.
-¿Mulan Ping? -interrogó el pato no tan confiado.
-Ping. ¡Sí! Soy Ping, hijo de Fa Zhau -aclaró Mulan con voz masculina super forzada.
-¿Conoces a Mushu? -preguntó el adolescente.
-Sí. Mushu es uno de los guardianes de mi familia.
-Ooh, no sabíamos que contábamos con alguien tan importante como un guardián de familia -elogió Goofy.
-¡Exacto! -Mushu se subió hábilmente al hombre del "joven"-. Y eso hace que estén en deuda con Ping, hasta las cejas. ¿Y saben qué? Toca pagar -bromeó.
-Mushu... -murmuró Mulan entre dientes.
-Relájate, lo tengo controlado -susurró Mushu.
Sora sonrió divertido ante las palabras de Mushu. Le alegraba volver a ver a su peculia ayudante.
-Ping, ¿no? -dijo, tendiéndole la mano al "chico" para presentarse-. Me llamo Sora. Estos son mis amigos, Donald, Goofy y Natalia.
-Es un placer conocerlos -hizo una reverencia no tan común para el resto. Mushu se interpuso:
-Verán, chicos, Ping iba a camino a alistarse en el Ejército Imperial. Buscamos a los otros reclutas del campamento de adiestramiento.
-¿Quieren acompañarnos? Será más fácil de encajar si vienen con nosotros -ofreció amablemente Ping.
Sora parecía confuso-. ¿A qué te refieres con "encajar"?
Goofy, más perspicaz, se dirigió a Ping con tono amistoso-. Disculpa la pregunta, pero... ¿pretendes hacerte pasar por un chico?
Mulan abrió mucho los ojos, nerviosa. Su identidad había sido descubierta.
-¿Eres una chica?! -exclamó Sora, sorprendido.
Natalia observaba a Mulan llena de admiración-. ¡Wow! ¿De verdad vas a unirte al ejército disfrazada de hombre? Eres muy valiente. Quisiera poder ser igual de fuerte y decidida que tú.
Mulan se sonrojó ante tales halagos-. La verdad, sólo intento preservar el honor de mi familia. Pero gracias por su comprensión. Les agradecería que no revelaran mi secreto.
Natalia asintió, encantada con su nueva amiga.
-Mi boca es una tumba, guardaremos tu secreto. No te preocupes -prometió Sora.
Mulan se sintió aliviada de que su disfraz hubiera engañado a los recién llegados. No obstante, se dio cuenta de un detalle.
-Me alegro de que puedan guardar mi secreto. Pero hay un problema... -dijo algo avergonzada.
-¿Cuál es? -preguntó Sora.
-En el ejército solo aceptan hombres. Natalia no podría pasar desapercibida - explicó Mulan.
Natalia lo entendió rápido. Sora se sintió mal por ella, pero antes de que pudiera consolarla, una idea brillante cruzó la mente de la joven.
-Ya lo tengo cubierto -dijo con una sonrisa.
Se escabulló detrás de la tienda de acampar y, tras unos minutos, volvió con su atuendo modificado y improvisado que lograba ocultar mejor sus curvas femeninas. Sora la miró con la boca abierta.
-Mulan, ¿puedes prestarme tu espada? -pidió Natalia con determinación.
Mulan dudó en dar su espada a Natalia. Si algo salía mal podrían descubrir su secreto. Sin embargo, la seguridad y determinación en la mirada de la chica le recordaron su propia lucha interna. Asintió y le entregó el arma.
Natalia tomó la espada con manos algo temblorosas. Con un suspiro, la llevó hacia su cabeza y cortó sus largos cabellos naranjas hasta dejarlos a la altura de los hombros. Algunos mechones cayeron flotando en el viento.
Sora observó la escena con los ojos azules muy abiertos, en estado de shock. Un sentimiento extraño se agitó en su interior, confundiéndole.
Siempre había apreciado la dulzura femenina de Natalia, sus maneras delicadas. Y ahora, con el cabello tan corto y vestida con ropas holgadas, parecía una persona completamente distinta. Sin embargo, más que su apariencia, lo que realmente conmovía a Sora era su entereza y valentía. Ese coraje que la impulsaba a sacrificar incluso su propia identidad con tal de ayudar a sus amigos.
Por un instante, se vio invadido por una mezcla de sentimientos que no alcanzaba a entender del todo. Sacudió la cabeza, despejándose. Debían centrarse en la misión.
-Natalia... no sé qué decir -dijo Sora impresionado al verla con el cabello corto-. Has demostrado un gran coraje.
Goofy asintió complacido-. Los amigos hacen lo que sea por ayudarse. Estoy seguro que Mulan y Natalia harán un gran trabajo juntas.
Natalia sonrió tímidamente. Aún se sentía extraña con su nueva apariencia, pero haría cualquier cosa por ayudar.
Mushu, balanceándose en el hombro de Mulan, aplaudió entusiasmado-. ¡Bien dicho! Y ahora síganme, muchachos, que es hora de partir al campo de entrenamiento. Hace falta darse prisa si queremos pasar desapercibidos.
Sora asintió, colocando una mano en el hombro de Natalia en señal de apoyo-. Vamos, es hora de ir al campamento.
Los chicos asintieron y se encaminaron al campamento de adiestramiento.
Mientras caminaban hacia el campamento, Sora no podía evitar mirar de reojo a Natalia. Se sentía admirado por su valentía, pero también confundido... aquel corte... le recordaba a como era Kairi. Había algo que se sentia así de extraño a tener a Natalia de cerca.
Mientras caminaba hacia el campamento militar, la mente de Sora no dejaba de divagar. No podía evitar que sus pensamientos regresaran una y otra vez a Kairi. Extrañaba su dulce sonrisa, la calidez de su mirada, la forma en que su sola presencia lograba llenarlo de paz.
Sin embargo, últimamente otro rostro se colaba entre sus recuerdos. Ese rostro de facciones delicadas pero determinación férrea. La imagen de Natalia con el cabello corto apareció en su mente, desconcertándolo. Sabía que sólo quería ayudar, que no había segundas intenciones. Pero algo en su interior se revelaba confuso al tenerla cerca.
Sacudió la cabeza, turbado. Kairi era la única dueña de su corazón, ¿no? Entonces, ¿por qué se sentía de aquella manera?
Sus cavilaciones se vieron interrumpidas al divisar las grandes tiendas de campaña a la distancia. Habían llegado a su destino. Era hora de concentrarse en la misión encomendada y no en sus sentimientos encontrados. Aunque estas fuera acompañarían sus pensamientos por un largo tiempo.
Cuando llegaron, Sora junto a Donald y Goofy se adelantaron en el camino para acercarse al resto se reclutas. Ping caminaba a lado de Natalia, quién Mushu les susurró.
-Recuerdan, son hombres. Actúan como hombres -reafirmó el dragón pequeño.
Ping y Natalia asintieron, comenzando a caminar de forma forzada como buenos "tipos".
Sora llegó a la fila, pero un hombre de baja estatura y de complexión ancha lo empujó haciéndolo a un lado.
-Ya era hora de papear algo.
-¡Eh, no te cueles! -bramó Sora molesto.
-¡Vaya imbecil! -replicó Donald igual de molesto.
El tipo frunció el ceño y se giró para darle un puñetazo a la cara de Sora. Eso fue el momento que Donald ardió se furia y se abalanzó hacia el hombre para pegarle.
La escena no pasó desapercibida para el resto de los hombres. Ping y Natalia intercambiaron una mirada alarmada sin saber qué hacer, mientras Goofy permanecía petrificado.
De pronto, otro recluta de complexión delgada pero alto se interpuso entre los contrincantes para separarlos. Su intervención sólo logró enfurecer más al enano peleador, quien se abalanzó con renovadas fuerzas sobre el recién llegado.
En ese instante, un hombre alto de complexión ancha hizo acto de presencia mientras se frotaba su barriga.
-Me pregunto qué nos dará de comer hoy...
-¡Arroz! -exclamó el enano mientras le pegaba al tipo delgado.
-¡Basta ya! -bramó Sora jalándole de las greñas al hombre de baja estatura.
El tumulto entre Sora, Donald y el recluta de baja estatura seguía su curso, con los demás observando azorados. Fue entonces cuando Ping tomó aire y gritó con una voz aguda y estridente:
-¡Por favor, basta ya!
Su intervención surtió efecto. Todos se detuvieron en seco, mirando sorprendidos en dirección a la menuda figura de Ping. Solo el recluta flacucho, que se liberaba de la llave del otro tipo, se atrevió a preguntar:
-¿Por favor? ¿Qué clase de voz es esa?
-Suena muy... aguda -masculló el enano que comenzó la pelea, aún con semblante iracundo.
En ese instante, una voz grave y potente resonó a sus espaldas:
-¿Se puede saber qué sucede aquí?
Todos tragaron saliva al reconocer el tono del capitán. Rápidamente formaron una fila recta, pegados unos a otros, intentando ocultar los moretones y ropas desgarradas producto de la refriega. Incluso el enano con aires de grandeza se encogió un poco. Fue entonces cuando Ping y Natalia se percataron de la magnitud del lío en que se habían metido.
Justo en aquel momento, varios sincorazón aparecieron en la zona de campamento.
-¿¡Qué son esas cosas!? -cuestionó Ping.
-¡Sincorazón! -Sora invocó su llave espada-. Ping, espero que estés list... listo.
Los demás reclutas se sobresaltaron ante la presencia de esas extrañas criaturas oscuras. Sora notó que Ping también se había puesto en guardia, aunque era obvio que no sabía mucho de combate.
-¡Vamos! -gritó Sora a Donald y Goofy para que lo siguieran. Juntos comenzaron a luchar contra los sincorazón, derribándolos uno a uno.
Ping hacia todo lo posible para acabar con los enemigos, mientras que Natalia hacia lo mismo con su llave espada. Pronto lograron acabar con todos los sincorazón.
El capitán se acercó a Sora y el resto con paso impotente.
-Eh, ustedes, ¿cómo se llaman?
-Sora.
-Donald.
-Goofy.
-Eh... ¡Nabiki! -mintió Natalia.
-Mmh, bienvenidos a mi destacamento. Sus habilidades de combate son admirables.
-Yo soy el hijo de Fa Zhau... -comentó Ping.
-Tú harías bien en volver a tu hogar -dijo el capitán Shang.
-P... pero, ¡eso deshonraría a mi familia!
-¿Acaso prefieres traer la deshonra a mi destacamento? -interrogó Shang con voz grave.
-Espera, Capitán, si Ping se esfuerza y entrena un poco... se pondrá en forma rápidamente -intervino Sora.
-Hmm... -reflexionó Shang.
-¡Denos una misión y... le mostraremos lo bien que podemos trabajar en equipo! -dijo Sora con determinación.
El Capitán Shang evaluó al pequeño grupo que tenía frente a él. Había que admitir que habían mostrado valentía y habilidad en combate contra esas misteriosas criaturas. Y el joven Sora parecía estar decidido a demostrar el valor del endeble Ping.
-Muy bien -accedió finalmente-. Si quieren una oportunidad, tendrán que superar las duras pruebas de entrenamiento. Y más les vale no fallar en la misión que les encomendaré.
Con estas palabras, el capitán se alejó hacia su tienda.
Sora dejó escapar un suspiro de alivio-. Eso estuvo cerca -le dijo a Ping con una sonrisa-. Sé que podremos lograrlo si trabajamos juntos.
Ping asintió, algo menos nerviosa ahora que habían salvado su pellejo. No obstante, sabía que los verdaderos desafíos estaban por comenzar.
-Sepamos aprovechar esta oportunidad -murmuró Natalia con determinación.
Y así, los cinco amigos se prepararon mental y físicamente para sobrellevar las extremas pruebas a las que los sometería el estricto Capitán Shang. Solo así podrían ayudar en la crucial misión para defender el Imperio.
El primer día de entrenamiento resultó agotador para todos. Mientras Sora, Donald y Goofy se desempeñaban bastante bien gracias a su experiencia previa en combate, a Ping y Natalia les costaba un poco más seguir el riguroso ritmo marcado por el capitán Shang.
Para cuando llegó la noche, ambas quedaron tendidas en el suelo, respirando agitadas e intentando recuperar el aliento.
Ping se sentía especialmente frustrada por su evidente falta de destreza física-. No sirvo para esto... desharé a mi familia -murmuró con pesar.
Natalia, que yacía recostada a su lado, le dirigió una mirada compasiva.
-No digas eso. Todos comenzamos desde abajo, lo importante es no rendirse -la animó con una sonrisa-. Si te esfuerzas y practicas cada día, en poco tiempo serás tan hábil como cualquier otro soldado.
Ping la miró con gesto escéptico, aunque agradecida por sus palabras-. Pareces muy sabia para tu edad. ¿Cómo es que lo eres?
Natalia dejó escapar un pequeño suspiro. Por un momento, su sonrisa se desvaneció de su rostro y levantó su mirada al cielo nocturno. No obstante, pronto volvió a retomar su ánimo y le dedicó una sincera sonrisa a su nueva amiga.
-Solo intento ver el lado positivo de las cosas. Mañana será un nuevo día para mejorar. Ya verás cómo antes de darnos cuenta, estaremos al mismo nivel que los demás.
Con este voto de confianza, ambas se dispusieron a enfrentar el sueño, decididas a no darse por vencidas.
El nuevo día trajo consigo nuevos desafíos para Ping, Natalia y el resto de chicos. Por más exhaustos que se sintieran tras la jornada de entrenamiento, no estaban dispuestos a rendirse. Su determinación resultó evidente al seguir el paso sin quejas ante las rigurosas instrucciones del Capitán Shang.
Para cuando el sol alcanzó lo alto del cielo, el líder militar detuvo la marcha. Llamó a Sora, Ping, Natalia y los demás a su lado.
-Han mostrado tenacidad al soportar mi exigente metodología -reconoció el capitán con parquedad-. Pero aún me queda dudas respecto a su capacidad para cumplir misiones bajo presión. Por eso tengo una última prueba para ustedes.
Los jóvenes tragaron saliva, aguardando la encomienda. Shang señaló la empinada montaña que se erguía a lo lejos.
-Deben asegurar el sendero hacia la cumbre para que yo y el resto de tropas avancemos. Eliminen cualquier amenaza y vigilen que el camino quede despejado. Si lo logran, habrán demostrado su valía. Parten de inmediato.
Asintiendo con nerviosismo, Ping, Sora y los demás emprendieron la peligrosa pero decisiva misión. Solo así podrían obtener su merecido lugar en el ejército.
Sora tragó saliva al ver la pendiente escarpada de la montaña. Era una tarea muy exigente para su primer día, pero no pensaba echarse para atrás.
-Vamos, chicos, demostremos de lo que somos capaces -dijo Sora a sus compañeros, tratando de infundirles valor.
Ping aún lucía nerviosa, pero asintió con determinación. Natalia le dedicó una sonrisa de apoyo.
Emprendieron la escalada siguiendo la ruta más llana. Sora iba a la vanguardia, atento a cualquier señal de peligro. Durante su ida a la cima del sendero, tuvieron que acabar con varios sincorazón hasta llegar a cierto punto donde la nieve podía hacerse notar.
-Uff... ¿lo logramos? -jadeó Nat exhausta.
-Eso parece... -musitó Ping.
-¡Hey! -llamó la atención el recluta de baja estatura-. Mmh, no está nada mal, eh.
-¡Un verdadero hombre! -elogió él recluta delgado.
-Gracias -agradeció Ping. Observó a los tres reclutas siguiendo su camino a la cima del sendero. Ella no pudo evitar suspirar-. Pero el capitán...
-¿Me llamabas? -Shang se acercó al grupo con dos soldados a sus espaldas.
-¡Ping, has sido grandioso! -elogió Goofy.
-Y que lo digas -concluyó Donald.
-Mmh... Bueno. Dejaré que te unas a mis tropas... -dijo Shang sin rodeos, pero siguió hablando-. Pero sigo sin estar convencido de que tengas aptitudes para... ser un buen soldado.
-¿¡Pero por qué!? -Sora cruzó sus brazos incrédulo a las palabras del capitán.
-Déjalo Sora. Ya veré cómo demostrarle de lo que soy capaz -intervino Ping con determinación.
-Ese es el espíritu, Ping -felicitó el capitán antes de retirarse con sus soldados para continuar con su camino.
Ping dejó escapar un suspiro de cansancio y frustración. Sin embargo, no estaba dispuesta a rendirse. Se irguió con renovada determinación y les indicó a sus compañeros que continuaran el viaje.
Tras un par de horas más de camino, comenzando a caer el sol, divisaron un nuevo campamento militar a lo lejos. Apresuraron el paso, anhelando un merecido descanso.
Al arribar, las tiendas ya estaban montadas y una fogata en el centro despedía sus cálidos resplandores. Los soldados cocinaban sus escasas raciones para la cena.
Ping, Sora, Natalia y los demás buscaron un lugar apartado para reunirse. Mushu pronto se les unió, trepando hábilmente sobre las rocas.
-Vaya día, ¿eh muchachos? -comentó el minúsculo dragón-. El Capitán Shang no los tiene nada sencillo.
-Ni que lo digas -concordó Sora, masajeándose los hombros entumecidos.
-Pero hemos resistido hasta ahora -añadió Ping con optimismo-. Sólo debemos seguir esforzándonos.
-¡Así se habla! Bien, continuando con nuestro plan. Esta es tu oportunidad, chica. Acabo de ver a un tipo sospechoso. Y es Shan Yu -reveló Mushu.
-¿¡Qué!? -exclamaron los cinco.
-¡Debemos avisar al Capitán Shang! -chilló Natalia ansiosa.
-¡Alto, alto, alto ahí! -intervino Mushu-. Usen la cabeza un momento.
Sora se rascó la cabeza, confundido por las palabras de Mushu. El dragón pidió que se aproximaran a él.
-Escuchen. ¿Por qué estamos aquí? Para que el capitán vea las habilidades de Mulan, digo, de Ping, y que así... restaure el honor de su familia.
Los chicos asintieron, entendiendo la razón.
-Así que, vayamos a por Shan Yu nosotros mismos. Con un poco de suerte, ¡podremos liquidarlo! -contó Mushu-. ¡El capitán cabeza hueca tendrá que reconocer a mi chica! -se dijo más para sí mismo que para el resto.
Sora analizó las palabras de Mushu con cautela. Su instinto le decía que enfrentar a Shan Yu ellos solos era una locura. Pero al mismo tiempo, comprendía la necesidad de Ping de probarse a sí misma.
-Es demasiado arriesgado -opinó con delicadeza-. Shan Yu es extremadamente peligroso.
Ping asintió pensativa. Sabía que Sora tenía razón, pero no podía dejar pasar esta oportunidad.
-Solo quiero demostrarle al Capitán Shang de lo que soy capaz -dijo con determinación-. Con su ayuda, podremos derrotar a Shan Yu y acabar con la amenaza.
-Ping... -murmuró Sora, aún dubitativo.
Fue entonces cuando Natalia intervino con su habitual espíritu firme:
-Sora, confiamos plenamente en tus habilidades de combate. Si alguien puede ayudar a Ping en esta misión eres tú. Con nuestra ayuda, podrán enfrentar juntos cualquier peligro.
Donald y Goofy asintieron de acuerdo. Sora miró a sus amigos y su mirada se suavizó. Sabía que podía contar con ellos.
-De acuerdo, lo haremos -aceptó con renovada determinación-. Vamos a darlo todo.
Y así, los cinco compañeros se prepararon en secreto para enfrentar la misión más arriesgada de sus vidas.
Manteniéndose ocultos entre las sombras, el pequeño grupo avanzó con sigilo hacia el lugar indicado por Mushu. Una vieja cueva al parecer abandonada se alzaba ante ellos.
Intercambiaron miradas cargadas de duda, pero habían decidido confiar en su plan. Así que con decisión, Sora se adelantó hacia el interior, con Ping y Natalia pisándole los talones.
Para su sorpresa, la gruta estaba completamente vacía. Ni rastro de Shan Yu o sus hombres.
-Parece que nos han engañado -murmuró Sora, decepcionado.
-¡Qué va! Vamonos Goofy -dijo Donald regresando a la salida de la cueva. Goofy lo siguió sin pensarlo dos veces.
En ese momento, el suelo comenzó a temblar violentamente. Un potente e invisible muro de energía surgió, cortando el paso.
Sora y las dos chicas se habían quedado atrapados dentro de la cueva.
-¡Sora, Natalia! -exclamaron Donald y Goofy, visualmente alarmados. Golpearon el muro de energía con impotencia.
-¡Donald, Goofy! -gritó Sora angustiado al otro lado de la barrera.
Miró a su alrededor con cautela. Todo estaba demasiado tranquilo.
De pronto, los sincorazón hicieron su aparición. Sora chasqueó la lengua y invocó su llave espada.
-Chicas, ¡A sus puestos!
Natalia invocó su llave espada, mientras que Ping blandia su espada. Listas para atacar.
La cueva se llenó del sonido metálico de las armas chocando. Sora, Ping y Natalia lucharon hombro con hombro contra la horda de sincorazón, protegiéndose mutuamente en el reducido espacio. A cada enemigo derribado, sus movimientos se hacían más precisos y coordinados.
Finalmente, acabaron con el último sincorazón. En ese instante, la extraña barrera de energía que los separaba de Donald y Goofy comenzó a parpadear, hasta que finalmente se desvaneció. Los dos compañeros animales, quienes habían estado observando la pelea con preocupación, no lo dudaron ni un segundo.
-¡SORA! -gritaron al unísono irrumpiendo en la cueva.
Antes de que el joven portador pudiera reaccionar, se vio envuelto en un gran abrazo entre plumas y pelaje. Donald y Goofy lo estrecharon con fuerza, transmitiéndole todo el alivio y el cariño que sentían al verlo sano y salvo.
-Estábamos muy preocupados -dijo Goofy con ojos llorosos.
-¡No vuelvas a asustarnos así, tonto! -lo regañó Donald, aunque sus palabras también denotaban el inmenso aprecio que sentía por su joven amigo.
Sora no pudo evitar sonreír, conmovido ante tanta muestra de afecto. Sabía que podía contar con ese par para lo que fuera.
-¿Están todos bien? -preguntó Ping con preocupación.
-Sí, perfectamente bien -dijo Goofy antes de separarse de Sora.
-Debemos regresar al campamento, siento un mal presentimiento... -murmuró Natalia intranquila.
El mal presentimiento de Natalia resultó ser cierto. Al regresar apresurados al campamento, se toparon con una escena de completo caos. Las tiendas estaban acabadas por el fuego... todo había sido quemado.
-Oh no... -musitó Natalia impactada.
Sora miraba el lugar en shock, sin creer lo que veía. Ping escuchó un quejido y cuando giró su cabeza, se sobresaltó.
Shang estaba en un muro malherido, sosteniendo su abdomen adolorido. Él a duras penas, se intentó levantar.
-¡Capitán! -exclamó Ping corriendo hacia él seguido por sus demás compañeros. Se arrodilló hacia él con una genuina mirada de preocupación.
Sora también se acercó apresurado. Rápidamente ayudó a Shang a recostarse con delicadeza.
-Resista capitán, vamos a curarle esas heridas -dijo Sora con determinación.
Shang trató de hablar entre jadeos de dolor:
-Shan...Yu... Ha atacado el...campamento. Huyó...a la cima.
-No hable más, guarde sus fuerzas -lo interrumpió Ping con gentileza.
-No se preocupen por mí, solo es un... rasguño.
-Pero, capitán... -vaciló Ping.
-Estaré bien, de esto puedo ocuparme... ustedes vayan a la cima, sé que... podrán con esto -musitó Shang.
A pesar de las insistencias de Ping, el orgulloso Capitán Shang se rehusaba a admitir que necesitaba ayuda. Su deber como líder del campamento era mantener la calma y esperar refuerzos.
―Vayan, detengan a Shan Yu antes de que cause más daño ―les ordenó con firmeza a pesar del dolor.
Ping apretó los puños, sin estar convencida de dejarlo así. Sin embargo, sabía que no tenía opción más que obedecer. Asintió con reluctancia antes de volverse a Sora y los demás.
―El Capitán tiene razón, debemos detener a Shan Yu cuanto antes ―dijo con determinación―. Vamos, no hay tiempo que perder.
Sin más dilación, el grupo emprendió la difícil ascensión por la escarpada montaña. La vida del Capitán y del Imperio dependía de que tuvieran éxito en su misión. Ping rogaba internamente por darle al fin a Shang una razón para reconocer su valía como guerrero.
La nieve crujió bajo sus pies mientras el grupo se abría paso hacia la cima de la montaña. De pronto, divisaron una figura solitaria que aguardaba inmóvil más arriba.
Era Shan Yu.
Antes de que pudieran reaccionar, el temible bandido alzó la vista. Sus ojos destellaron con una sed de sangre que heló la sangre de Ping.
Shan Yu rugió una orden y de inmediato aparecieron una horda de sus hombres, dispuestos a luchar.
Sora blandió su Llave Espada-. ¡Ataquen!- gritó.
El sangriento combate estalló. Ping luchó con ferocidad, ávida por enfrentar a su némesis. En ese momento, uno de los reclutas encontró un barril de pólvora entre la nieve.
Se le ocurrió una idea. Ping tomó un puñado de pólvora y apuntó hacia una punta inestable de la montaña. Jaló la mecha y echó a correr.
La explosión sacudió el lugar. Ping observó horrorizada como una enorme avalancha comenzaba a descender. Shan Yu quedó atrapado bajo la nieve.
Sora gritó una advertencia. Todos intentaron huir, pero él se tropezó. Natalia corrió a auxiliarlo y lo sacó de ahí para huir con él.
Atrás, Ping al ver al capitán Shang en apuros, se lanzó entre las oleadas blancas para rescatarlo y cayeron al suelo salvándose la vida.
-¡C-Capitán! -exclamó Ping con la respiración agitada, mientras ayudaba a Shang a ponerse a salvo lejos del alcance de la avalancha.
El guerrero se encontraba pálido pero consciente. Asintió ligeramente hacia Ping en señal de agradecimiento.
Para cuando todo terminó, Sora y los demás se acercaron presurosos-. ¿Están bien? -preguntó Sora con preocupación.
-S-Sí... -respondió Ping, aún tratando de recuperar el aliento. Su rostro reflejaba una mezcla de emociones: miedo, alivio y también alegría, pues había cumplido su misión.
Fue entonces cuando la potente voz de Shang se elevó:
-Soldado... me has salvado. Le debo la vida -sus palabra sonaron cargadas de un profundo respeto.
Ping sintió que el pecho se le henchía de orgullo. Al fin, el Capitán la había reconocido como su igual. Sus esfuerzos no habían sido en vano.
En eso, Mushu emergió de entre la nieve, jadeando por el esfuerzo de la carrera.
-¡Eso estuvo cerca! -exclamó el dragón-. No puedo creer que realmente lo lograste, Mulan... quiero decir, Ping.
El pequeño dragón eructó una llama al hablar, delatando sin querer la verdadera identidad del valiente guerrero.
Shang abrió los ojos como platos ante la revelación. La furia se encendió en su rostro.
-¡Me has engañado! -bramó furioso hacia Ping-. ¡Todo este tiempo no fuiste más que una... mujer!
Ping bajó la mirada, avergonzada. Fue entonces que Natalia dio un paso al frente, molesta.
-Basta ya, capitán -espetó quitándose la liguilla que sostenía su cabello, revelando su propia identidad-. No están siendo justo. Ambas hemos demostrado nuestra valía igual que cualquier hombre.
Pero Shang estaba fuera de sí.
-¡Quedan todos expulsados! -sentenció agriamente antes de retirarse con paso firme.
Sus palabras dejaron un pesado ambiente de frustración y decepción. Aunque Ping y Natalia habían triunfado, el amargo sabor del rechazo opacaba su victoria.
Después de un rato, Mulan se había quitado las pesadas armaduras para quedarse solo con su ropa normal.
-Gracias chicos... hicieron lo que pudieron -agradeció Mulan.
Sora se acercó a Mulan y le puso una mano reconfortante en el hombro.
-No tienes nada que agradecer. Hiciste lo que pudiste -sonrió Sora-. Bueno... ¿qué vas a hacer ahora?
-Volver a casa -respondió Mulan.
-Pero Mulan, si regresas tu padre le va a salir canas por pasar tanta rabia -intervino Mushu.
-Bah, le diremos a él que fue nuestra culpa -ofreció Sora abrazando a sus tres compañeros.
Mulan se echó a reír-. Gracias chicos. Bien, volvamos -comenzó a caminar. Los chicos la siguieron sin mas.
Mientras andaban descendiendo de la montaña, escucharon algo a lo lejos. Rápido se escondieron y se asomaron para ver que era.
Era Shan Yu, ¡había sobrevivido y estaba yendo a alguna parte!
-Pero cómo... -musitó Natalia en shock.
-Se está dirigiendo a la ciudad imperial -murmuró Mulan preocupada-. Debemos avisarle a Shang, y ahora.
-¡Entonces qué esperamos? ¡vamos! -urgió Natalia con prisa.
Sora asintió sin perder un segundo.
-Vamos rápido, no debemos dejar que Shan Yu alcance la ciudad -exclamó invocando su Llave Espada.
El grupo descendió a toda velocidad por la montaña. Al llegar al campamento vacío, aceleraron el paso directo a la ciudad imperial.
-Espero que aun alcancemos al Capitán Shang -dijo Natalia con preocupación.
Mientras corrían, Sora notó que las expresiones de Mulan y Natalia mostraban mezcla de determinación y frustración. Ambas querían enmendar la situación.
-¡No se desanimen, chicas! Cuando todo esto termine, seguro Shang comprenderá -las animó.
Ambas asintieron, siguieron corriendo hasta llegar a la ciudad. Justamente los soldados y el Capitán habían apenas llegando. Mulan corrió apresurada llamando el nombre del capitán.
-¡Capitán Shang! ¡Espere!
Shang la miró de reojo, con una mezcla de enojo e incredulidad. Antes de que pudiera replicar, Mulan se apresuró a hablar:
-¡Shan Yu viene hacia aquí, sobrevivió a la avalancha! Se dirige a la ciudad imperial justo ahora - informó con urgencia.
Por primera vez, el severo rostro de Shang delató una sincera mirada de preocupación. Sin embargo, aún parecía renuente a confiar en su palabra luego de la decepción.
Fue entonces cuando Sora se adelantó junto a Mulan-. Por favor, capitán, deben creernos. Shan Yu representa un grave peligro -dijo mirándolo firmemente a los ojos.
Shang dudó unos instantes, los suficiente para que de pronto se oyera el sonido de una águila volar hacia el techo de uno de los techos del imperio. Ahí estaba Shan Yu...
El severo rostro de Shang perdió todo rastro de duda. Un destello de entendimiento cruzó por sus ojos.
-¡Soldados, preparen la defensa! -ordenó con firmeza-. Mulan, muchachos, quédense aquí. Yo ire por el emperador -se fue corriendo apresuradamente al templo. Cuando Shang llegó a las puertas, sus ojos se abrieron al ver a Shan Yu con el emperador apuntándolo con su espada.
El Capitán Shang se quedó paralizado al ver a Shan Yu amenazando la vida del Emperador. Su deber era proteger al soberano a toda costa.
-¡Detente ahí, Shan Yu! -gritó Shang blandiendo su arma.
Shan Yu soltó una oscura carcajada ante el desafío. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, recibió un hechizo de piro que lo hizo caer y eso causó que el emperador lograra zafarse.
-¡Emperador! -Sham se acercó apresuradamente-. Vámonos, mis reclutas se ocuparan de él -lo sostuvo y se lo llevó dentro del templo seguido por tres soldados que cerraron las enormes puertas.
Shan Yu se levantó como pudo y se acercó peligrosamente a las puertas para poder entrar con brusquedad, pero Sora y sus compañeros se interpusieron poniéndose delante de la puerta.
-¡Alto ahí! -gritó Sora.
Sora adoptó una firme postura defensiva, blandiendo su llave espada con ambas manos. A sus lados, Natalia, Mulan, Donald y Goofy también se alistaron para el enfrentamiento.
Shan Yu rugió furioso al verse frustrado en su ataque. Se lanzó hacia los cinco jóvenes guerreros blandiendo su enorme cuchillo.
Sora reaccionó con rapidez y bloqueó el golpe inicial. Sus ojos emitían un brillo de concentración y coraje.
-¡No dejaremos que lastimes al Emperador! -exclamó Sora manteniendo a raya a Shan Yu.
-¿Eso piensas, mocoso? -Shan Yu aprovechando su gran tamaño, lo empezó a empujar con felicidad.
Sora ahora se lamentaba de ser tan bajo de estatura.
El poderoso empuje de Shan Yu estaba ganando terreno. Sora gruñó por el esfuerzo de contenerlo, sintiendo sus pies deslizarse lentamente hacia atrás.
El enemigo con una sonrisa torcida, le dio una patada en la rodilla derecha para distraerlo, y asi, haciéndole a un lado con un brusco empujón.
-¡Ah! -gritó Sora, obligado a encogerse por el golpe.
Shan Yu se abalanzó sobre la puerta con clara intención de derribarla. Fue entonces que Mulan actuó con rápidos reflejos y se puso delante de la puerta para protegerla.
-No me hagas reír, niñita. ¿Acaso crees poder derrotarme? -se burló Shan Yu.
Mulan frunció su ceño, sin embargo, sonrió con determinación y con una mano tomó su cabello como si lo quería atar a una coleta. Ahí fue cuando Shan Yu se dio cuenta que Mulan era aquel soldado que por poco acabó con su vida.
En vez de enojarse, dejó salir una sonrisa torcida.
-Vaya, vaya...conque eras tú... -se acercó a la joven con paso peligroso.
-Eso es... reconóceme -dijo Mulan con clama desafío, adoptando una postura defensiva.
Shan Yu rugió y blandió su cuchillo, pero ella bloqueó el golpe con agilidad. Desvió su fuerza contra él con maestría.
-¡No dejaré que lastimes a nadie más! - gritó.
Más que nunca, Mulan sentía la urgencia de defender a su pueblo. Detendría a Shan Yu o dejaría de ser llamada guerrera.
El bandido volvió al ataque con renovadas energías. Sus ojos brillaban con sed de sangre. Pero Mulan estaba decidida a demostrar que pertenecía a esa pelea.
Bloqueó los golpes de su enemigo con destreza, aprovechando su agilidad y estatura menuda para esquivarlo. De pronto vio su oportunidad y asestó una patada que hizo volar el cuchillo lejos.
Shan Yu rugió furioso. Mulan se preparó para recibirlo. En eso, el escudo de Goofy voló como un bumerán chocando contra la cara del enemigo haciéndolo retroceder.
-¡Agh! -se quejó adolorido, su nariz empezó a sangrar. Y antes de reaccionar, recibió un certero puñetazo en el estómago por parte de la joven y cayó derrotado.
Mulan observó con satisfacción a Shan Yu derribado en el suelo. Por fin, esta pesadilla había terminado. Respiró profundo, sintiéndose orgullosa de haber defendido con éxito al Emperador y a su pueblo.
No tardó en reunirse con sus amigos, quienes la recibieron con sonrisas de alivio y admiración. Incluso Donald no pudo evitar soltar un breve aplauso.
-Lo hiciste de maravilla, Mulan -dijo Natalia colocando una mano en su hombro.
-¡Sabía que lo lograrías, Mulan! -celebró Mushu-. ¡Mulan es la mejor! ¡Mulan es la mejor!
La joven sonrió alegre, sintiendo un orgullo en su pecho...
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El enfrentamiento había concluido, dejando un profundo silencio en el ambiente. Pronto, los habitantes de la ciudad salieron de sus escondites y se reunieron alrededor del templo, admirando a los héroes con miradas de asombro y gratitud.
Mulan observó a su alrededor, sintiéndose algo abrumada por la atención. Fue en eso cuando las grandes puertas del templo se abrieron. De ellas emergió el Emperador, portando su elegante túnica dorada. Caminó con solemnidad hasta donde estaban los cinco jóvenes guerreros.
-Valientes protectores de China -habló el Emperador con una calma sonrisa-. Han salvado nuestras vidas y defendido a nuestra gente con honor. El Imperio está en deuda con ustedes.
Mulan agachó la cabeza modestamente. Los cumplidos del mismísimo Emperador la hacían sentirse aún más nerviosa. No podía evitar preguntarse qué pensaría el Capitán Shang de todo esto...
El Emperador continuó hablando con solemnidad:
-He oído muchas cosas sobre ti, Fa Mulan. Has robado la armadura de tu propio padre, te has escapado de tu casa, te has hecho pasar por un soldado imperial... has engañado a tu superior, has avergonzado a todo el ejército chino y has mancillado el apellido de tu familia...
-Sí, Su Majestad... lo lamento mucho.
-... Te debemos la vida, Fa Mulan. Salvaste a todos, con tu gran valentia y determinación -felicitó el Emperador inclinándose un poco como forma de agradecimiento.
Mulan se sonrojó ante las palabras del Emperador. No estaba acostumbrada a recibir tantos elogios.
-Solo hice lo que creí correcto, su majestad -respondió con humildad, haciendo una reverencia-. China es mi hogar, y protegería a su pueblo con mi vida.
En eso, entre la multitud pudo distinguir la alta figura del Capitán Shang, quien la observaba con una expresión indescifrable. Los ojos de Mulan se cruzaron brevemente con los suyos antes de volver a bajar la mirada, sin saber qué pensaría de todo lo ocurrido.
Fue entonces que el emperador agregó:
-Ahora, ¿quién más apoya elogiando las acciones de esta valiente mujer?
Para sorpresa de Mulan, varias voces se alzaron entre la gente, incluida la de los soldados que antes burlaban de ella. Al parecer, su victoria había cambiado las perspectivas de muchos.
Sin embargo, para su sorpresa, Shang se aproximó con semblante serio pero ya sin rastros de enojo.
-El Imperio te estará por siempre agradecido... valiente guerrera -pronunció con solemnidad con su espada en ambas manos-. Ten, acepta esto como agradecimiento y señal de lo que hiciste por China.
Sus palabras alegraron a Mulan más que cualquier elogio. Su sacrificio no había sido en vano.
Shang dirigió su mirada a Sora y el resto, fingiendo toser-. Gracias...
-¿Gracias? ¿no dirás algo más, Capitán Shang? -cuestionó El Emperador.
Shang se aclaró la garganta, sintiendo la mirada expectante de todos. No era habitual que él mostrara debilidad, y mucho menos pedir disculpas. Pero el honor lo obligaba a reconocer su error.
-Mulan, otros guerreros -comenzó con solemnidad-. Les debo una profunda disculpa. Mis prejuicios me ciegaron y no supe valorar su valía. Han demostrado ser dignos protectores de China -hizo una pequeña reverencia a modo de disculpa.
Luego, se volvió hacia Natalia quien lo observaba expectante. Shang sacó de entre sus ropas un delicado broche de oro con incrustaciones de jade.
-Señorita Natalia, mi comportamiento hacia usted fue inexcusable. Espero pueda perdonarme -dijo ofreciéndole el obsequio como símbolo de arrepentimiento.
Los ojos de Natalia brillaron al ver el bello broche. Con una sonrisa, aceptó las disculpas de Shang.
-Sus actos valientes han hablado por ustedes. Queda perdonado, capitán.
Mulan observaba maravillada la espada que el Capitán Shang le había obsequiado. Era un arma finamente forjada, digna de la más destacada guerrera del Imperio.
De pronto, comenzó a emitir un extraño resplandor dorado. Mulan ahogó una exclamación cuando la espada flotó en el aire por voluntad propia, iluminándose aún más.
Sora, alerta como siempre, blandió rápidamente su Llave Espada apuntando hacia el arma mágica. La punta emitió un destello que se proyectó como un rayo de luz hacia la espada.
Hubo un breve estallido luminoso y, por unos instantes, sobre ellos apareció una gran cerradura dorada en el cielo. Sora pudo sentir la presencia de un nuevo camino que se abría.
-Es tiempo de irnos, chicos -dijo Sora a sus amigos.
-Aww... ¿Ya se van? ¿Crees que nos volveremos a ver? -preguntó Mulan.
-De eso estoy seguro, hasta la próxima -se despidió Sora antes de retirarse junto a los demás.
Natalia antes de irse con Sora y los otros dos, se detuvo para mirar a ambos guerreros-. Ustedes dos hacen bonita pareja, ¡adiós! -se despidió y salió corriendo, dejando a Mulan y a Shan perplejos.
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La nave gummi surcaba las estrellas a toda velocidad. Sora observaba el espectáculo a través de la ventana, preguntándose hacia qué nuevo mundo los llevaría su aventura.
En eso oyó un suspiro de frustración. Era Natalia forcejeando con su ropa, intentando devolverla a la forma original.
-¿Pasa algo? -preguntó Sora con curiosidad.
-Esta tontería que se supone que es un disfraz -gruñó Natalia-. Odio vestirme con pantalones. Me sentía tan incómoda.
Donald soltó una risita burlona. -Será porque estás acostumbrada a tus vestidos y faldas.
Natalia lo fulminó con la mirada-. ¡Al menos yo no visto como un pato parlante! -replicó con petulancia.
Sora rió con ganas. No conocía ese lado de su amiga-. Vamos, no fue tan malo. Al menos pudiste ayudar -la animó con una sonrisa.
Natalia rodó los ojos y se levantó del suelo para acomodarse la falda.
-Listo, ¿creen que estoy bien así? -preguntó Nat.
Sora se acercó amistosamente a Natalia y la ayudó a alisar un poco las arrugas en su vestido.
-Te ves bien. Aunque creo que un detalle le daría el toque perfecto -comentó con una sonrisa pícara.
Acto seguido, tomó el bello broche de jade que Shang le había obsequiado y cuidadosamente lo prendió en el cabello de Natalia.
-¡Listo! Ahora sí luces como toda una dama -exclamó complacido al ver su obra.
Natalia se miró en un espejo portátil de Donald y no pudo evitar soltar una exclamación de asombro. El broche resaltaba su belleza de forma delicada.
-¡Gracias Sora, me encanta! -dijo con una sonrisa sincera.
El comentario hizo que el joven se sonrojara levemente, rascando su mejilla con timidez. Le alegraba poder ayudar a sus amigos.
Sora regresó a la cabina de mando de la nave, observando los miles de mundos que pasaban como estrellas fugaces a través de la ventana. Pronto una brillante luz dorada apareció en el panel haciendo sonar alarmas.
-¡Es el siguiente mundo! -anunció Sora emocionado.
Aceleró la nave y fueron envueltos en un haz de luz...
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