Capítulo 4: Bastión Hueco
En otro lado, los chicos habían llegado a un pequeño pueblo. Ellos se encontraban corriendo hasta llegar a un punto donde podían ver un especie de castillo algo... destruido.
—¡Es Bastión Hueco! —habló Sora.
—Ahora parece distinto —opinó Goofy.
—¿Ustedes ya han ido aquí anteriormente? —preguntó Natalia acercándose a ellos tres.
—Sí, cuando combatíamos a Maléfica hace tiempo vimos este mundo completamente diferente —respondió Sora con aire nostálgico.
Natalia contempló la silueta del castillo con el ceño fruncido. Luego, se volvió para después encontrarse con unos sincorazón en los techos de una casa y éstos desaparecieron.
—Parece que vamos a tener que pelear —Goofy comentó.
Sus compañeros asintieron y juntos se internaron a las calles. Entraron a un especie de mercado donde había pocas personas rondando y se encontraron con un pato con sombrero de copa.
—¿¡Tío Gilito!? —exclamó Donald sorprendido.
—¿Eh? ¿Quién...? —hablaron Natalia y Sora confundidos.
Goofy se volvió a ambos adolescentes—. Es el tío de Donald... ¡un magnate de los negocios! Antes de aparecer los sincorazón, viajaba por los mundos en una nave Gummi con el rey. Estaba ayudando a establecer un sistema de tráfico entre mundos.
—¡Un sistema de tráfico! —volvió a exclamar Donald.
—¿Qué son esos gritos? —Tío Gilito se volvió, asombrándose por las presencias—. ¡Vaya, pero si es Donald! ¡Y Goofy! ¡Hola, muchachos! ¡Eh, tienen muy buen aspecto!
—Tú también, Tío Gilito —elogió él pato mago.
—Ay, no creerán... No consigo reproducir el sabor de mi viejo helado favorito. Ganaría una fortuna si pudiera... —comentó Tío Gilito. Lamió un poco de su paleta helada, para después hacer una mueca de asco—. ¡Malísimo!
—Tranquilo Sr. Gilito, ya podrás hacer algo para obtener dinero —calmó Natalia.
—Oh, querida, gracias por los ánimos —agradeció el pato mayor—. ¿Cómo se llaman ustedes dos?
—Yo soy Sora, y ella es Natalia —presentó él sonriente.
—Hola, es un placer en conocerlos. ¿Buscan a alguien en especial de por casualidad?
—Sí. Buscamos a Leon y los otros chicos, ¿saben dónde están? —preguntó Sora.
—Están en la zona residencial. Han ido a la casa de Merlín —contestó Tío Gilito.
—Muchas gracias por la información, Tío Gilito —dijo Sora con una sonrisa.
—De nada, muchachos. Espero que les vaya bien en su búsqueda. Y recuerden, si alguna vez quieren probar un helado exquisito, busquen a este pato— respondió con una risita.
Con las indicaciones frescas en mente, el grupo se despidió y se dirigió hacia la zona residencial. Mientras caminaban, Natalia no pudo evitar admirar las casitas de color y la peculiar arquitectura. Aunque el lugar parecía desolado, conservaba cierto encanto.
Llegaron a un punto donde de la nada aparecieron unos hologramas circulares haciendo movimientos. Esto provocó que los cuatro se extrañaran.
—¿Qué son esas cosas? —se preguntó Natalia.
—¡Eso es un mecanismo de defensa! —exclamó una voz femenina.
Natalia, Sora, Donald y Goofy alzaron la mirada, viendo que se trataba de una chica de cabello negro corto. ¡Era Yuffie!
Yuffie sonrió amistosa, pero pronto su sonrisa se desvaneció a darse cuenta que unos incorpóreos se hicieron aparecer alrededor de ellos—. ¡Cuidado!
—¡Aquí vamos! —exclamó Sora invocando su Llave Espada.
Natalia tragó saliva, pero sacó valor para hacer frente a los enemigos. Invocó su Llave espada y se enfrentó contra los incorpóreo con ayuda de Sora. Donald lanzaba piro y hielo hacia los otros enemigos y Goofy se encargaba de proteger a sus amigos.
—¡Rayo! —gritó Sora lanzando un relámpago hacia un grupo de incorpóreos. Se volvió hacia Natalia—. ¡Cuidado atrás!
Natalia se dio la vuelta justo a tiempo para bloquear el ataque de un incorpóreo. Retrocedió unos pasos y contraatacó con un feroz combo. Pronto el enemigo fue derrotado.
—¡Bien hecho! —la felicitó Sora.
Siguieron peleando espalda con espalda, cubriéndose mutuamente. Con sus fuerzas unidas los incorpóreos fueron cayendo uno a uno.
—¡Hielo! —Donald congeló a los últimos oponentes. Goofy terminó el trabajo con un poderoso golpe.
El último incorpóreo se desvaneció. Natalia respiró aliviada, recuperando el aliento. Sora le dedicó una sonrisa y ambos guardaron sus llaves.
Yuffie bajo del muro y se acercó sonriente a ello—. ¡Hola, chicos! Veo que siguen en forma.
—¿Qué esperabas? —Sora de devolvió la sonrisa.
Yuffie se acercó a la chica de cabellos naranjas, curiosa—. ¿Y tú eres...?
—Soy Natalia... —saludó ella con timidez.
—Un gusto, yo soy Yuffie.
—¿Y los demás, Yuffie? ¿Cómo les va? —terminó preguntando Sora.
—¡Genial!
—Me alegro. Oye, Yuffie, ¿has visto al rey y a Riku?
Yuffie negó con la cabeza, poniendo triste a Sora. Pero siguió hablando:
—Pero tuve la sensación de que los volviera a ver.
Sora sonrió de lado, apretando su puño de forma dramática y heroica—. Quizás no volvamos a vernos, pero jamás nos olvidaremos.
—¿Se supone que ese era Leon? —preguntó burlona Yuffie.
Sora se rio avergonzado por su actuación.
—Bueno, Leon siempre dice esas frases misteriosas. Intenté imitarlo.
—Y fallaste miserablemente —se burló Yuffie.
Natalia soltó una risita. Le alegraba ver lo bien que Sora y sus amigos se llevaban a pesar de los peligros que habían enfrentado.
De pronto, la joven de pelo negro pareció recordar algo.
—Ah, por cierto. Los demás están en la casa de Merlín. Vamos, los llevaré.
—Genial, gracias Yuffie —agradeció Sora.
La sigieron por las calles hasta una casa común y corriente. Adentro, tal como dijo Yuffie, encontraron a Leon y los demás enfrente a una especie de computadora con varios controles y botones. Parecían ocupados.
—¡El Comité de Reconstrucción de Bastión Hueco! —presentó Yuffie energética.
Aerith volvió al igual que el resto, encontrándose con las miradas conocidas, excepto Natalia.
—¡Cuanto tiempo!
—¡Vaya! Que bien los veo hoy —elogió Cid.
Sora sonrió al reencontrarse con sus antiguos amigos. Miró a Natalia y le dirigió una sonrisa de ánimo, para ayudarla a sentirse más cómoda.
—Leon, chicos, quiero presentarles a alguien —dijo Sora, acercando a la joven tímida—. Ella es Natalia, viaja con nosotros ahora.
Natalia sintió todas las miradas sobre ella y súbitamente se puso nerviosa.
—Mucho gusto —saludó tímidamente Natalia—. Gracias por recibirme.
—Bienvenida Natalia, cualquier amiga de Sora es bienvenida aquí —dijo Aerith con su dulce sonrisa.
Los demás también saludaron a la joven de forma amistosa, ayudándola a sentirse más tranquila. Sora le dirigió otra mirada cálida, orgulloso de su grupo de amigos.
Leon tomó la palabra entonces.
—Lo sabía...
Sora y sus compañeros volvieron confundidos.
—¿Saber qué?
—Hace poco, de repente, todos nos acordamos de ustedes tres. Todos a la vez —reveló Leon serio.
—¿¡Qué!? ¿Nos... acordaste? ¡Espera! ¿Quieres decir que nos habías olvidado? —interrogó Sora.
—¿Dónde estaban todo este tiempo? —Yuffie se cruzó sus brazos.
—Estábamos durmiendo —respondió Goofy.
Un silencio se apoderó de la casa, todos miraron extrañados a Sora, Donald y Goofy. Incluso Natalia los miraba así.
—Bueno... ¡Qué más da! Es estupendo, ¡Todos juntos otra vez! —sonrió encantada Aerith.
Sora se rascó la nuca, algo avergonzado por la confusa explicación de sus amigos. Sabía lo extraño que sonaba.
—Fue un sueño muy largo... —dijo Sora, sin entrar en detalles sobre Naminé y los hechos ocurridos durante su inconsciencia.
Afortunadamente, Aerith parecía haber entendido que el tema era delicado. Sonrió bondadosamente para cambiar el foco de la conversación.
—Lo importante es que ya están aquí. ¿No es así, chicos? —Aerith miró a Leon, Yuffie y Cid.
Leon asintió—. Aerith tiene razón. Bienvenidos de nuevo.
—Gracias. Estamos buscando a Riku y al rey. ¿Los han visto? —preguntó Sora a Leon y el resto.
Leon, Aerith y Cid negaron. Sora suspiró con pesar. Extrañaba mucho a su amigo Riku, y a Kairi.
—No te preocupes, estoy seguro de que los encontraremos —lo animó Natalia tomándolo del brazo.
Él le dedicó una pequeña sonrisa, agradecido. Siempre podía contar con su apoyo.
—Lo siento, Sora. Pero digamos si podemos hacer ayudar en algo, ¿vale? —se ofreció Aerith con su amabilidad habitual.
—Vale, gracias —volvió a agradecer el adolescente.
—No nos des las gracias todavía aún, jovencito —replicó Cid.
—Bastión Hueco tiene un problema... y muy grande —dijo Leon.
—¿Te refieres a los incorpóreos y a los sincorazón? —se atrevió a preguntar Sora.
—¡Exacto! —afirmó Yuffie.
—Creo que les vendría bien nuestra ayuda —Sora puso sus manos en su cintura con una sonrisa presumida.
—Sí, vayamos al grano —Leon se aproximó a los cuatro aventureros—. Sora, Donald, Goofy, Natalia... Esperábamos que los cuatro puedan echarnos una mano por aquí.
—Cómo que íbamos a negarnos
—Ja, olvidaba con quién estoy hablando —Leon miró a Sora.
—¡Eh! ¿Qué quieres decir con eso? —Donald cruzó sus brazos.
—Tomátelo como uno de los cumplidos de Leon —río Aerith. Leon se encaminó a la puerta de la casa y la abrió.
—Vengan ustedes cuatro, Siganme hasta el patio interior. Hay algo que tienen que ver.
Al salir de la casa, Sora, Donald, Goofy y Natalia notaron una presencia mágica materializándose delante de ellos. Con un poof, apareció Merlín el Mago.
—¡Merlín! Sabía que estarían por aquí —dijo el anciano mago con su típica chispa en los ojos.
Luego reparó en la joven que los acompañaba.
—Y dime muchacho, ¿quién es esta encantadora jovencita? —preguntó Merlín mirando a Natalia de arriba abajo.
—Ah, ella es Natalia. Viaja con nosotros ahora —la presentó Sora.
—Un placer conocerlo, señor Merlín —saludó tímidamente Natalia.
—El placer es mío, querida. Pero vaya, vaya, tan tierna y delicada como una muñeca de porcelana —elogió Merlín, haciendo que la joven se sonrojara de la vergüenza—. Si que sabes escoger buenas amigas —le guiñó el ojo a Sora. Natalia empezó a reír.
Sora se rascó la nuca, algo avergonzado. Sabía que Merlín a veces podía ser un poco entrometido.
Por fortuna, Merlín cambió de tema:
—Aerith, querida, ¿Les has dado las tarjetas a ellos?
—¡Oh! Cierto —de su bolsillo sacó cuatro tarjetas para cada uno—. Toman, son para ustedes —se los entregó a cada uno—. Leon pensó que los gustaría tenerlas.
Sora lo tomó y lo observó curioso. Le dio la vuelta y sonrió emocionado a ver su nombre ahí —. ¡Miembro Honorífico del Comité de Reconstrucción de Bastión Hueco! ¡Gracias Leon...! —cuando volvió, se dio cuenta que su amigo ya no estaba ahí—. Ah, se fue...
—Tenemos que ir al patio interior como nos dijo él —reafirmó Natalia.
—Un momento, antes que se vayan. ¿Cómo va tu magia, Sora? —preguntó Merlín.
—Pues, la verdad... —se quedó vacilando el pobre.
—¡Tal vez te hayas olvidado mientras dormías! —se atrevió a decir Yuffie.
—Ay, ¿qué haré contigo? —río Merlín—. Bueno, tendré que prestarte algunos hechizos.
Un brillo mágico envolvió a Sora por unos instantes. Cuando desapareció, el joven sentía que su control sobre la magia había aumentado.
—Gracias Merlín, ya tengo que irme entonces. ¡Hasta la próxima! —se despidió Sora antes de irse con sus compañeros al patio interior.
A llegar, Leon se encontraba en un rincón observando desde ahí viendo el aquel castillo en ruinas. El hombre a verlos acercarse, les hizo una señal para que vinieran.
—Vean esto —señaló con la mirada—. Queremos reconstruir Bastión Hueco como era antes —explicó Leon.
Sora, Natalia, Donald y Goofy observaron con atención el castillo en ruinas. Leon les explicó que querían reconstruir Bastión Hueco de forma que sea aún mejor de lo que era. Sin embargo, pareció notar algo en la distancia, señalándolo.
—Miren ahí —dijo Leon.
Varios incorpóreos flotaban en el aire en dirección al castillo. Sora frunció el ceño, reconociendo que su presencia no era buena señal.
—Debe tratarse de Pete —comentó—. Últimamente lo hemos visto aliándose con los sincorazón.
Leon asintió comprensivo.
—Entiendo. Tendremos que encargarnos de esos incorpóreos primero.
—Y también debemos cuidarnos de la Organización XIII —añadió Goofy prudentemente —. El Maestro Yen Sid nos dijo que son más peligrosos que los incorpóreos comunes.
—Tiene razón... —coincidió Sora.
De pronto, se escuchó una voz masculina desconocida.
—¿Nos llamaste?
Sora se sobresaltó y miró a ambos lados. Salió corriendo y siguió buscando a la voz—. ¿¡Quién anda ahí!? —exclamó invocando su llave espada.
—Lo estás haciendo muy bien... —dijo otra voz masculina—. Esto merece una celebración —celebró con sorna.
Sora observó todas direcciones, manteniendo su Llave Espada lista para luchar. Sus sentidos se agudizaron, tratando de detectar cualquier movimiento o presencia.
De pronto, varios incorpóreos rodearon a los cinco. Natalia invocó su llave espada y se puso a la defensiva.
—Vamos de nuevo con esto... —Leon saco su gran espada, listo para someterse a una batalla.
Sora, Natalia, Leon y los demás se enfrentaron a los incorpóreos con fiereza. Blandiendo sus armas hábilmente, poco a poco fueron derrotando a los enemigos.
Cuando cayó el último incorpóreo, Sora giró sobre sí mismo, con la guardia aún en alto, por si acaso. Fue entonces cuando una nueva voz resonó desde las sombras:
—La Llave Espada, una arma realmente maravillosa. Si estuviera en manos más capaces...
Sora apuntó su Llave Espada en dirección a la voz. Sus ojos se abrieron a ver que aparecieron 9 figuras con túnica negra por arriba de un muro.
—¡La Organización! —exclamó Sora, poniéndose en guardia. Su corazón latió con fuerza al enfrentar aquel misterioso enemigo.
Natalia sintió un escalofrío recorrerla, pero se colocó junto a Sora, lista para apoyarlo. Sabía que juntos podrían contra cualquier cosa.
Leon gruñó fastidiado ante la presencia de los intrusos. Los demás también adoptaron posiciones defensivas.
—Acabemos con esto de una vez —afirmó Sora con determinación.
De repente, uno de los encapuchados apareció donde los cinco estaban.
—Que vergüenza. Pensaba que podríamos ser amigos —dijo burlón.
—¡Ni en broma! —gritó Sora empuñando su arma.
El encapuchado miró fijamente a Sora y se burló: —Así se ponía él, qué recuerdos.
Sora frunció el ceño, confundido. ¿A qué se refería?
Antes de que pudiera preguntar, el encapuchado dio media vuelta y se introdujo en un portal oscuro, desapareciendo sin dejar rastro.
Sora se quedó pensativo. ¿A qué se refería con esto?
Como leyéndole el pensamiento, Donald dijo:
—No le hagas caso, Sora. Seguro lo dijo para confundirte.
—Tienes razón —asintió Sora, aunque no pudo evitar preguntarse qué más secretos ocultaría aquel misterioso enemigo. De su bolsillo, sacó la tarjeta y lo alzó al cielo, para apreciarlo mejor.
De pronto, la tarjeta empezó a emitir un resplandor que empezó a levitar.
Sora entendió lo que significaba y se puso en posición para apuntar su llave espada a la tarjeta para desbloquear nuevos caminos a otros mundos. De la punta del arma, salió un resplandor que envolvió la tarjeta, creando una cerradura que apareció en breve.
—Lo entiendo ahora, Maestro Yen Sid tenía razón —dijo Sora mientras observaba su llave espada. Se volvió hacia Leon con una sonrisa de disculpa—. Lo siento, Leon. Sabes que ayudaremos a reconstruir Bastión Hueco, pero por ahora nuestro deber está en otros mundos.
Leon asintió comprensivo.
—Ve. Nosotros nos encargaremos aquí.
Con eso, Sora y los demás partieron. En la casa de Merlín, unos sincorazón se estaban llevando un libro justo cuando los cuatro habían llegado.
—¡Alto ahí, ladrones! —gritó Sora invocando su llave espada.
Entre los cuatro vencieron a los sincorazón. Natalia tomó el libro y suspiró lastimera.
—Ooh... se acaba de dañar un poco...
—Tenemos que devolvérselo a Merlín —dijo Sora acercándose a ella.
—Merlin se pondrá triste cuando vea el libro así —dijo Natalia con pena. Sora le puso una mano en el hombro reconfortante.
—Espero que no. Este libro también es especial para mí... —musitó Sora a leer el título del libro. The Winnie Pooh.
Se encaminaron de nuevo a la casa de Merlin. Al entrar, el mago estaba sumido en sus pensamientos.
—Merlin, tenemos algo que devolverte —llamó Sora.
El anciano los miró curioso. Natalia le entregó el libro dañado.
—¡Ay, mi querido grimorio! —exclamó Merlin consternado—. ¿Cómo...?
Les contaron lo sucedido. Merlin acarició su barba larga pensativo.
—Esto es algo preocupante. Sora, ¿por qué no entras a ver cómo están las cosas con tu amigo Winnie?
—Está bien, entraré al mundo de Winnie —dijo Sora sonriendo ante la idea de visitar a su viejo amigo. Mirando a Natalia le preguntó con gentileza:
—¿Vienes conmigo?
Natalia se sorprendió, ¿por qué ella?
—¿Y-yo? ¿Me hablas a mí?
—No vamos, por supuesto que me refiero a ti —Sora dijo con una sonrisa cálida—. Me encantaría que conocieras a Winnie y sus amigos. Estoy seguro que te caerán muy bien.
Natalia se sonrojó tímidamente por la invitación. Era evidente que Sora la consideraba una buena amiga ya.
—Está bien, iré contigo — respondió con una pequeña sonrisa. Sora siempre la hacía sentir bienvenida a su lado.
Con un gesto de Merlín, abrió el libro para que ambos entrarán al Bosque de los Cien Acres.
Sora tomó la mano de Natalia—. Vamos, el Bosque nos espera.
Y así, tomados de la mano, los dos jóvenes dieron un paso hacia adelante, teletransportándose a un nuevo mundo.
Al llegar al bosque, Sora y Natalia aparecieron bajo la sombra de un roble. El lugar estaba lleno de paz y tranquilidad.
—Bienvenida al Bosque de los Cien Acres —dijo Sora con una sonrisa. Se encaminó hacia un claro—. Ven, seguro encontraremos a Winnie pronto.
Caminaron entre los árboles, disfrutando de la hermosa naturaleza. Llegaron a donde había un gran árbol donde un oso amarillo con camiseta roja se encontraba sentada en un tronco, parecía pensativo.
—¿Él es Winnie? —preguntó Natalia.
—Sí. Ven Natalia —Sora se dirigió hacia el oso seguido por su amiga.
—Hola, Winnie —saludó Sora con una sonrisa.
El oso alzó la vista, pareció sorprenderse al ver a Sora después de tanto tiempo.
—Oh, hola Sora —dijo con su habitual tono calmado—. Ha pasado mucho, ¿no? Veo que has traído una nueva amiga.
—Sí, ella es Natalia —la presentó—. Natalia, él es Winnie Pooh.
—Mucho gusto —saludó tímidamente ella.
—Igualmente —contestó Pooh con gentileza—. Estaba por ir a entrenar mi tripita para comer mi miel, ¿Quieren acompañarme?
—¡Claro qué sí! Me apunto —concordó Sora.
Winnie a querer pararse, quedó en estado de "pausa". Cosa que... no era normal.
—¿Eh? —Sora arqueó su ceja confundido. Cuando quiso aproximar su mano para tocar a Winnie, ambos adolescentes salieron disparados al aire a largos metros.
Sora y Natalia salieron disparados al aire, cayendo en unos espesos arbustos. Sacudiéndose las hojas y ramitas, se levantaron un tanto adoloridos.
—¿Qué fue eso? —se preguntó Sora, desconcertado. Miró a Natalia en busca de respuestas, pero ella se encogió de hombros con igual desconcierto.
Decidieron regresar sobre sus pasos para encontrarse con Winnie. Al llegar al claro, lo vieron en la misma posición, sentado en el tronco.
Sora lo saludó de nuevo—. Hola Winnie.
Pero la escena se repitió exactamente igual. Winnie respondió:
—Si quieres nos vemos luego, alguien que no conozco.
Sora frunció el ceño, confundido. Pero intento no darle tanta importancia—. Winnie, ¿qué hay de Piglet? ¿Lo has visto?
Winnie pareció desconcertarse—. Lo siento, no conozco a nadie llamado así.
Dicho eso, se levantó del tronco y empezó a hacer su calentamiento.
Sora intercambió una mirada preocupada con Natalia. Definitivamente algo raro sucedía en el Bosque de los Cien Acres.
—Hmm.... que raro... —dijo Sora con pensar.
Sora frunció el ceño, sin comprender lo que estaba sucediendo en el Bosque de los Cien Acres. Lo mejor sería regresar con Merlín.
—Mejor vámonos, Natalia. Quizá Merlín tenga alguna explicación —pensó Sora. Natalia asintió y ambos se marchararon.
Se teletransportaron devuelta a la casa del mago, donde Donald y Goofy descansaban en el pequeño comedor comiendo galletas con té.
—Merlín, hay algo extraño en el Bosque de los Cien Acres —dijo Sora al volver—. Winnie Pooh se comportaba de forma rara, como si no nos conociera.
—Hmm, eso es muy curioso —respondió Merlín con gesto pensativo—. Déjenme echar un vistazo en mi libro.
El mago abrió el libro dañado que le habían devuelto y observó las páginas con atención. De pronto, lanzó una exclamación.
—¡Ajá, ya lo entiendo! Aparte de que la portada haya sido rasgada, también rompieron algunas páginas del libro.
—¿Cómo podemos arreglarlo? —preguntó Natalia.
—Las páginas perdidas fueron cinco, deben estar en alguna parte o incluso en algún mundo.
—Ah... ¿qué quieres decir con eso? —preguntó Natalia sin entender bien.
—Deberán qué buscar las cinco páginas. Al parecer, Winnie tiene amnesia por causa el estado actual del libro... y si recuperan esas páginas, podrá volver a la normalidad —argumentó Merlín.
—Huh, no soy tan buena buscando... pero está bien –sonrió Nat.
Sora puso una mano tranquilizadora en el hombro de Natalia—. No te preocupes, estaremos juntos en esto. Seguro que entre todos podremos encontrar las páginas perdidas. —se volvió hacia Merlín—. Bien, aceptemos la misión. ¿Tienes alguna idea de dónde podrían estar esas páginas?
Merlín se llevó una mano a la barba, pensativo—. Es difícil decirlo, pueden haberse dispersado por distintos mundos. Pero, con un poco de suerte lograran encontrar alguno en los cofres que van encontrando.
—Gracias Merlín —agradeció Sora. Se volvió hacia sus amigos—. Es hora de irnos, ¡vamos al siguiente mundo!
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En otro lugar, donde había varios tronos de color blanco, aparecieron aquellos miembros de dicha Organización a conversar.
—¿Acaso me engañan los ojos? Sí no es más que... Un adolescente —dijo Xaldin—. Nada que ver con el elegido de la luz.
—Dale una oportunidad. No se anda de jueguitos —defendió Xigbar burlón—. Tiene un corazón puro, no como todos nosotros.
—Más les vale o no nos servirá de nada —amenazó Saix.
—Espero que esté disfrutando de su viajecito junto a su nueva amiguita —dijo Luxord mientras sacaba sus cartas de la nada—. Igual le viene bien una ayudita con su destino... —tomó una de las cartas con maestría.
Demyx se encogió de hombros—. Mientras salgamos ganando nosotros... Ya saben, que haga lo que quiera de momento y ya entraremos en escena si hace falta.
Uno de los miembros rió con sorna—. Nadie diría eres tú quien habla. ¿Podemos tomar tus palabras como un ofrecimiento en caso de que algo se tuerza? ¿Eh?
Demyx sintió un sobresalto de pánico, pero fingió naturalidad—. Vamos, saben que esto no es lo mío. Prefiero estar alejado de acciones y sólo concentrarme en la música —esbozó una sonrisa forzada, ocultando su nerviosismo ante la perspectiva de tener que enfrentarse directamente al Elegido de la Llave.
—Ustedes actúan como si tuvieran conciencia... —terminó hablando Xenmas—. Caballeros, dejemos esto por ahora. Pueden retirarse.
Los miembros de la Organización se retiraron a sus respectivos mundos, dejando a Xenmas solo en la sala del trono.
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Mientras en otra parte, en la nave Gummi, Sora conducía el volante de forma tranquila. Natalia se encontraba sentada en el suelo sacando de su mochila su pequeño cosmetiquero de corazones de estampado para maquillarse un poco.
Sora miró de reojo a Natalia mientras conducía. Le causaba curiosidad lo que estaba haciendo.
—Natalia, ¿qué estás haciendo? —preguntó con una sonrisa amistosa.
Ella levantó la vista de su pequeña bolsa de maquillaje—. Oh, nada importante. Solamente me estoy poniendo un poco de labial y rubor —respondió con timidez.
—Vaya, veo que te gusta arreglarte —dijo Sora amablemente. Debes querer verte bonita.
Un pensamiento cruzó su mente. Natalia se veía muy diferente a Kairi, pero también había algo en ella que le resultaba agradable. Quizás era su sonrisa cálida o su manera tímida de ser.
Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos confusos. Kairi siempre estaría en su corazón.
—Ese color de labial te queda bien —comentó Sora, dirigiendo de nuevo la vista al frente para pilotear la nave—. A propósito, llegaremos pronto al siguiente mundo. ¿Lista para otra aventura?
Natalia cerró su cosmetiquero y lo guardó. Se levantó despacio para acercarse a Sora.
—¡Estoy más que lista!
Sora sonrió al escuchar el entusiasmo en la voz de Natalia. Le alegraba que se estuviera integrando bien al grupo.
—Me alegro de oír eso. Con tu ayuda estoy seguro de que encontraremos esas páginas perdidas de volada, aparte de nuestra misión principal.
En ese momento la nave comenzó a pitar, indicando que estaban por llegar a destino. Con un giro hábil del volante, Sora los guió hacia la entrada del próximo mundo.
—Agárrate, vamos a aterrizar —anunció Sora. Pronto fueron envolvidos a una luz cegadora...
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